Disclaimer: Ya lo saben. Bla, bla, bla.
REINICIO
El día 31
Hermione se levantó de la cama de Harry, que se había vuelto a dormir hacía un rato. No quería que los descubrieran en la misma cama, por lo que se fue a su cuarto antes de que alguien más se levantara. Se dio un baño y bajó a hacer el desayuno.
Eran poco después de las nueve de la mañana cuando Harry se despertó otra vez, echando en falta a la persona que había estado en su cama. Se cambió y se dirigió a la puerta.
-Buenos días, querido -le dijo la mamá de Ron al encontrárselo en el pasillo- Feliz cumpleaños.
- Gracias -respondió, dejándose envolver en un fuerte abrazo.
- ¿No vas a desayunar? Parece que Hermione se levantó antes que todos y ella preparó algo delicioso -le decía, mientras caminaba a las escaleras.
- Claro -la siguió.
En la cocina estaban unos gemelos bastante despeinados, una recién levantada Ginny y una ya decentemente arreglada Hermione, quien les servía de comer.
Tan pronto lo vieron, los gemelos saltaron y se le echaron encima.
- ¡Harry! -le gritó George, espantándolo- ¡Feliz cumpleaños!
- ¡Muy feliz! -Fred quitó a su hermano a jalones y le dio un abrazo tan apretado que sintió que le quebraba las costillas.
Ginny se acercó después y lo felicitó dándole un beso en la mejilla seguido de un abrazo.
- ¿Tú no lo vas a felicitar, Hermione? -la malicia en la voz de Ginny se podría captar claramente.
- Ya me felicitó -dijo Harry, tan distraido como siempre.
Al ver a Hermione, se dio cuenta que había cometido un error. Se encogió de hombros levemente, en señal de disculpa.
- En la madrugada no podía dormir y vine un momento a la cocina. Él también bajó por agua, así que lo felicité antes que todos -mintió.
Todos parecieron contentos con la explicación, pero la cara de Ginny no cambió.
Estaban comiendo todos tranquilos cuando la cara de Fred empezó a ponerse rosa brillante con grandes flores anaranjadas. Todos, excepto la señora Weasley, empezaron a reir.
- Es que eres zopenco ¿o qué? -se burlaba George- ¿Cómo te equivocaste de plato?
- Ginny debió cambiarlo -a pesar de que no estaba molesto, no se reía como los demás, sino que seguía comiendo como si nada pasara.
- Por supuesto que lo cambié. No pienso caer en otra de sus bromas.
- Bueno, dejen de reir como locos -les reprendió su madre- George, ve y trae algo que le quite eso.
- No trajimos nada -dijo Fred- El efecto se me pasa en doce horas.
- Es que era para Ginny -intervino George- Por eso no trajimos el antídoto. Yo pensaba traerlo, pero él insistió en que no, dijo que un poco de color en la cara no le hace mal a nadie.
Todos rieron con más ganas, incluso la señora Weasley sonrió un poco, pero se controló y se las arregló para callarlos y hacer que terminaran el desayuno.
- Y si van a salir, no se tarden mucho, por que nos vamos a ir al pueblo -les dijo cuando iban saliendo de la cocina- Ginny, Fred y George, hagan el favor de bañarse y cambiarse. Y Fred, cariño, trata de hacer algo con tu cara; no queremos despertar la curiosidad de los muggles.
- Sí, mamá.
- Te puedo poner un poco de maquillaje, si quieres -se burló Ginny- Si no podemos disimularlo, te puedo maquillar el cuello y los brazos de un color que combine.
- No, gracias.
- Por lo menos las flores van bien con tu color de pelo -decía George.
- Entonces tomen tú y Ginny otro poco de "pócima decorativa de cara" -repuso- Así los tres nos veríamos muy monos con el cabello y las flores de la cara anaranjadas.
- Yo paso. Siempre hemos sido bastante iguales -se excusó su hermano-: hoy te doy la oportunidad de sobresalir.
- ¡Oh, pero qué amable! -Fred fingió entusiasmo y abrazó a George- ¿Por qué no, aprovechando que estás tan amable hoy, me cedes tu parte de la tienda?
- No soy tan buena persona.
Y siguiendo con las burlas, salieron al jardín de atrás. Propusieron jugar un partido de quidditch, para matar el rato.
- Pero sólo somos cinco -dijo Hermione- ¿Cómo lo hacemos?
- Nos dividimos en dos equipos y todos hacemos de todo… -contestó Ginny, con tono de "es lo más obvio del mundo"
- Aún así, los equipos quedan disparejos… -siguió la otra.
- Yo soy el árbitro -se apuntó Harry- Así no se discute que gané la snitch por ser buscador mientras todos los demás son "sólo los golpeadores".
Era obvio que la burla era para Ginny, pero los demás no entendieron. Además, quería ver jugar a Hermione, que claramente estaba buscando cualquier pretexto para no tener que treparse en la escoba.
- Mejor yo soy el árbitro desde aquí abajo -repuso Hermione-, por que no tengo escoba.
- Pues tomas la mía y yo tomo la de Ron - Ginny también se había dado cuenta de que Hermione preferiría ir a adivinar los acertijos de un esfinge, que jugar todo un partido- Voy por ella.
- No es… -empezaba a decir, pero Ginny no dió tiempo de discutir, por que ya se dirigía al sótano.
- Vamos Hermione -le animó George- No es nada serio: un amistoso partido de quidditch que termina en un ratito. Preocúpate cuando tengas que ir a un pueblo con flores anaranjadas, sobre un fondo rosa en la cara.
Por la mueca de Fred, se podría decir que el comentario no le pareció gracioso. Pero a Hermione sí y ya no discutió.
Ginny volvió con dos escobas. Le dió una a Hermione y ella se quedó con la otra.
- ¿Cómo van a ser los equipos?
- Para ser equitativos, uno de nosotros con Ginny y el otro con Hermione -propuso Fred. Tenía razón al decir que eso era ser equitativos, pues él y George se conocían tan bien, que si estaban los dos en un equipo, ganarían con facilidad; a pesar de que Ginny fuera buena competencia.
Entonces quedaron Fred y Ginny en uno y George y Hermione en otro.
- Me parece bien -dijo Ginny. Luego se giró a Hermione- Entonces ya sabes: como solo somos dos en cada equipo, jugamos todas las posiciones y solo hay un aro a cada lado y una bludger. ¿Por qué no vas por las pelotas y las otras escobas, Fred?
Fred asintió y se dirigió a la casa. George le gritó que tal vez podría ponerle unas florecitas a su escoba, para que le combinara.
No pudieron evitar reirse, cuando Fred volvió con las escobas y cada una tenía un ramo de flores de diferentes colores en la cola.
Hermione se las arregló para conjurar dos aros y mantenerlos en el aire, uno a cada lado del jardín.
Liberaron la snitch y le dieron un minuto para perderla de vista. Mientras, se montaron en las escobas.
Harry se colocó en el centro, con la quaffle en la mano y al darles la señal, la aventó hacia arriba y los cuatro se lanzaron a alcanzarla.
Fred ganó la carrera, y se dirigió pronto al aro del equipo contrario. George se encargó de lanzarse la bludger y aprovechó la inestabilidad para quitarle la quaffle.
Voló en dirección al aro, esquivó la bludger, lanzó la quaffle y falló. Trató de recuperarla, pero Ginny fue más rápida. Lo esquivó a él y fijó la vista en el aro. Hermione se la plantó enfrente e hizo lo posible por quitarle la quaffle, por lo que se la lanzó a Fred. Éste la tomó y anotó los primeros diez puntos del partido.
Harry estaba encantado, viendo el partido. Parecía que Hermione tenía miedo de las pelotas y prefería solo volar alrededor, participando sólo lo necesario. Ahora se daba cuenta que no la había visto volar en escoba más que en primer año en clases de vuelo y en la habitación de las llaves, al ir a salvar la piedra filosofal. En comparación de los Weasley, era lenta y se veía algo torpe, pero no era tan mala.
Iban 30 a 110 puntos, ganando Fred y Ginny, cuando George le gritó a Hermione que atrapara la snitch. Ella se quedó estática un momento, sin saber qué hacer o a dónde voltear.
- ¡Detrás de tí! -George estaba desesperado y Ginny ya iba en busca de la snitch.
George se las arregló para pegarle en la escoba con la bludger y con el cuerpo desvió a Fred. Ginny perdió altura tras el golpe, pero volvió a elevarse y a tomar velocidad. Era muy tarde, pues si bien Hermione era más lenta, estaba muy cerca de la snitch desde el principio y George se las había ingeniado para darle tiempo. De manera que Ginny perdió la carrera y con ello, el partido. Hermione había atrapado la snitch y se apropió de la victoria.
Bajaron todos a tierra firme de nuevo y George corrió a abrazarla.
- ¡Ganamos! -gritaba emocionado.
Harry hizo muecas. No sabía que era celoso hasta que vió como el gemelo y su novia saltaban en círculos, tomados de las manos.
- Vaya -dijo Ginny, sonriendo y con la voz entrecortada- Y tú que no querías jugar.
- Suerte de principiante -les dijo Hermione.
- A mí no me engañas -bromeó Harry- Yo creo que practicas tres horas diarias en casa y que hiciste prueba para la selección nacional.
- Sí, claro -ironizó ella- Y salí seleccionada en primera división.
- Ya lo creo -respondió George- Vamos a bañarnos, antes de que mamá nos grite que nos va a tallar ella misma con estropajos.
Los gemelos y Ginny se fueron a casa, con las escobas al hombro; mientras Harry y Hermione se quedaron atrás con el pretexto de guardar las pelotas y retirar los aros. Cuando los Weasley se perdieron de vista, dentro de la casa; Hermione se lanzó a los brazos de Harry y le dió un beso.
- ¿Viste? ¡La atrapé! -parecía una niña, tan emocionada- Bueno, estaba muy cerca y George se encargó de todo, ¡pero lo hice!
Harry sonrió y la besó de nuevo.
- Fue muy emocionante, deberías jugar más seguido.
- ¿Bromeas? Un elefante anda en bicicleta con más gracia de lo que yo vuelo en escoba -bajaba los aros y los volvía a desaparecer.
- Eso no es cierto. Una vez vi a un elefante en bicicleta en un circo y tú te ves mejor -le dijo al tiempo que trataba de meter a la bludger en la caja- Además, te gusta mucho el quidditch.
- Sí, pero una cosa es verlo desde las gradas y otra muy distinta; es estar arriba en la escoba, pendiente de atrapar una pequeña pelota en el momento exacto para que termines con los puntos necesarios y evitar salir noqueado por una bludger -explicó- No sé cómo lo has hecho todos estos años… en especial con tu suerte: dementores, bludgers locas, profesores malvados. Y aún así ganas casi todos los partidos.
- Es que soy muy bueno -se burló.
Se rieron con ganas. ¡Cómo le encantaba su risa! La Hermione seria, mandona y responsable seguía ahí; pero también daba espacio para mostrar a la muchacha linda que era, la que tenía sentimientos, la que quería a su mejor amigo.
Con las escobas y la caja de las pelotas en las manos, se dispusieron a volver a la casa.
- ¿Hermione? -empezó Harry, con tono nerviosillo- ¿Cuánto tiempo más tenemos que escondernos?
Ella no contestó, siguió caminando, pensativa.
- No lo sé -dijo al fin- El momento para decirlo se dará. Espero que sea pronto.
- Yo también -un aire de decepción podía notarse en su voz.
Es cierto que todavía era reciente lo de Ron, pero si la familia de él hasta proponía celebrar su cumpleaños, es que ya querían dejar los momentos tristes atrás, ¿no?
- Me voy a bañar… otra vez -le anunció Hermione, que se perdió al subir las escaleras.
Él también decidió bañarse. Se cambió y bajó a la sala.
- ¿Ya estás listo? -le preguntó George, sentado en un sillón de la sala. Hermione estaba muy sonriente sentada a su lado- Nos vamos en cuanto bajen Ginny y Fred, que todavía están viendo cómo tapar las flores o mamá no lo deja ir al pueblo.
Harry asintió y se sentó en otro de los sillones, con el ceño ligeramente fruncido. ¿Qué rayos trataba de hacer George? Primero abrazaba a Hermione en el jardín y le tomaba las manos y ahora estaba platicando a solas con ella.
Se acordó del comentario de Charlie: "Además ¿quién diría que se pondría tan linda? Si yo fuera por lo menos cinco años más joven…"
A lo mejor George también se había dado cuenta de que Hermione era linda. Y si no sabía que ellos eran novios… Meneó la cabeza y se dijo a sí mismo que estaba pensando estupideces.
- ¡Que no!
Escucharon el grito, que provenía de las escaleras.
- No me digas que prefieres quedarte aquí, encerrado, solo por no ir así al pueblo -decía Ginny, obviamente aguantando la risa.
- ¡Sí! -contestó Fred, molesto. Al principio, no le había dado importancia al asunto; pero tras soportar las burlas todo el día, había perdido su eterno buen humor.
- Pues mamá no te va a dejar que te pierdas la cena. Y no me digas que te da pena, que has hecho el payaso toda tu vida -las voces cada vez estaban mas cerca. Ya podían ver los pies de Ginny en las escaleras.
- Pero una cosa es hacerlo voluntariamente y otra muy diferente, caer en tu propia trampa.
- Te lo mereces. Si no te hubieras empeñado en dejar el antídoto por ser para mí, ya tendrías color normal -se habían detenido en un escalón.
A esto, Fred no pudo decir nada. Entonces los dos siguieron bajando. Fred tenía un sombrero de ala amplia en la cabeza, la cara cubierta por trapos y gafas de sol. Apenas se le veía la nariz.
- Me voy a morir deshidratado -refunfuñó.
Si fuera invierno, todo mundo pensaría que el tipo era friolento. Pero estando a pleno verano, estaban seguros de que todo mundo lo vería raro.
- Si no te gusta la solución de Ginny, podríamos quitarte eso, ponerte una peluca verde y decir que vas a algún carnaval -sugirió George.
- No. Así estoy bien -contestó, de mala gana- Para cuando terminemos de cenar, ya se me habrá quitado.
- ¿Ya están listos? -la señora Weasley bajaba las escaleras. Iba mejor arreglada que cualquier otro día- Fred, querido, me alegra que hayas hecho algo con respecto a tu cara.
Los que estaban sentados, se pusieron en pie, dispuestos a marcahrse en cuanto la mujer lo dijera.
- No cabemos todos en el coche de Hermione -decía la mujer- así que Fred y George viajan por polvos flú a la tienda de antigüedades y se van a encontrar con Arthur. Nosotros los alcanzamos en un rato.
Asintieron. Tomando un poco de polvos flú, los gemelos gritaron el nombre de la tienda y desaparecieron en la chimenea (Fred sujetó muy fuerte su sombrero y sus trapos). Los demás hicieron el viaje en coche. La señora Weasley sugirió que Harry fuera adelante, por que él sabía del funcionamiento de coches muggles y así ella se sentiría más segura. Iban comentando en lo que harían en el pueblo y dónde cenarían.
- Podemos tener un lunch ligero en cualquier lugar, dar una vuelta y al final ir a cenar -decía la señora.
- Pues yo quiero ir otra vez a ver la máquina de las gomas de mascar -intervino Ginny- Si nadie me quiere acompañar, pues puedo ir sola.
Harry y Hermione se dieron miradas cómplices. Sabían que la chica buscaba todas las oportunidades para perderse un rato; aunque no estaban seguro de si fuera a causa de Malfoy o no.
- Yo te puedo acompañar -se ofreció Hermione- Así te doy unas cuantas monedas muggles, por que estoy segura de que tú no tienes ninguna.
Ginny frunció la boca: la había puesto en evidencia. Sin embargo, compuso su cara en un segundo.
- ¡Es verdad! Muchas gracias, me encantaría -pretendió entusiasmarse.
La ingenua señora Weasley no se daba cuenta de lo que estaba pasando ahí. Ella iba muy contenta viendo el paisaje, escuchado la "amable" conversación entre los jóvenes, sin intervenir mucho.
Llegaron al pueblo y fueron directamente a la tienda de antigüedades que habían acordado con los demás.
Después fueron a un pequeño café donde tomaron una chuchería, solo para aguantar hasta la cena.
Para ir a pasear por el pueblo, se separaron en dos grupos, originalmente: los jóvenes y los adultos. Pero Ginny, que se había enfadado por que no le daban oportunidad de irse aparte, decidió cobrársela con Harry y Hermione. Hizo que los chicos se fueran por un lado y las chicas por otro, así Harry y Hermione tampoco tendrían oportunidad de escaparse solos.
Esto, por otro lado, resultó beneficioso para Hermione; que si bien ya le había regalado aquella promesa a Harry, quería darle un regalo físico. Al poco rato y con una más contenta Ginny detrás, salió de una pequeña tienda con una cajita destapada en sus manos. Las dos se divirtieron un rato con el regalo de Harry, hasta que fue hora de encontrarse con los demás.
Fueron a aquella placita en donde Harry y Hermione se habían besado por primera vez a esperar. Llegaron los padres de la pelirroja. A los minutos, llegaron los chicos, riendo como locos.
- Miren -decía George, con la cara amarilla y lunares morados.
- Así no me siento tan solo en mi desgracia -Fred le pasó el brazo por lo hombros a su hermano- Harry se echó para atrás en el último momento. Y eso que yo pensaba pagar, por ser su cumpleaños.
- En las calles había un payaso con dos ayudantes -explicó Harry- dando espectáculo y decorándole la cara a los niños. Las ayudantes eran lindas. Se imaginan el resto de la historia…
Hermione entrecerró los ojos.
- ¿Eran lindas las payasitas? Espero que tengan más de una peluca…
Ginny se rió por lo bajo mientras que los demás no entendieron nada.
- Vamos a cenar, entonces -dijo el señor Weasley- ¿Qué llevas en esa caja, Ginny?
- Algo que Hermione compró esta tarde -y se giró con ella, para que nadie viera el contenido- No lo miren, es el regalo sorpresa de Harry.
Hermione puso los ojos en blanco.
- Gracias por revelar el secreto, Ginny -le lanzó una mirada a Harry. Su rostro reflejaba curiosidad.
- Por nada, siempre es un placer.
- Pues váyanlo a dejar al coche -sugirió la señora Weasley.
- ¡NO! -contestaron las dos, como si la sola idea fuera un crimen.
- Pueden robarlo -añadió Hermione, sonando más como ella.
- ¿Qué es? -preguntó Harry, sin poder aguantar la curiosidad.
- ¿Es que no escuchaste que es sorpresa? -le reprendió Hermione- Deja de ser tan curioso, que eso te puede meter en problemas.
- Bueno, bueno -interrumpió Fred- Vámonos ya, que hace hambre.
La mayoría coincidió con él y se fueron buscando un lugar para cenar que los convencería a todos. Entraron al fin en uno que parecía una casona vieja de dos plantas. Pidieron cenar en las mesas de lo que podría ser un jardín de atrás. Y así, en medio de risas, historias de todos, un rato melancólico en honor a los ausentes y mucha comida y postres; llegó al final un pequeño pastel de cumpleaños con diesciocho velitas encendidas.
- ¡Feliz cumpleaños! -le dijeron todos.
Hermione se levantó y se puso a su espalda.
- Sopla las velitas y pide un deseo -le abrazó por el cuello.
Harry sopló, ayudando por Hermione. Todas las velitas se apagaron.
- Feliz cumpleaños, Harry -le dijo, con un beso en la mejilla.
Ginny los vio con los ojos entrecerrados, pero los demás estaban muy contentos.
- Este es tu regalo, querido -la señora Weasley le extendió una pequeña cajita a Harry, que con mucho cuidado lo fue abriendo- Es de parte de todos. Ron lo vio hace meses y dijo que te encantaría.
Se le quedó mirando embelezado por unos minutos. Era simplemente genial. Tan simple y sencillo pero a él le había encantado. Tal vezfue lo que dijo la madre de su amigo o éste realmente había tenido razón. El quidditch era su pasión y todos lo sabían. Uno de sus tesoros más preciados era esa escoba que le había regalado Sirius. Y ahora aquella pequeña snitch dorada.
- Quidditch, difícil competir con eso -exclamó Hermione. Harry volvió a la realidad- Espero que también mi regalo me guste.
¿Pero qué decía? Cualquier cosa que le regalara ella le iba a encantar. Y no era que necesitara otra cosa, por que ya le había prometido que iba a estar siempre con él. Eso era suficiente para él.
No dijo nada, solo le sonrió.
- Bien, entonces este es mi regalo -se agachó y cuando se levantó, le puso la cajita en el regazo.
Todos se levantaron un poco de sus sillas para ver el misterioso regalo.
En el fondo de la caja, profundamente dormido, estaba un cachorrito negro. Al parecer, de muy corta edad, pues no despertaba tan fácil y su tamaño era exageradamente pequeño.
Harry lo tomó con ciudado de la barriga y lo puso enfrente de su cara. Seguía sin moverse.
- Mira -le mostró Hermione, que soltó un brazo de su cuello y le rascó por encima de la nariz al cachorrito.
Éste bostezó ampliamente y finalmente abrió los ojos. Unos bellos ojos azul profundo.
- Me recordó mucho a Sirius y pensé que te gustaría… -continuó, un poco nerviosa.
- ¡Me encanta! -y de no haber sido por que todos los Weasley estaban ahí, la hubiera besado. El cachorrito realmente se parecía a Sirius cuando adoptaba su forma animal.
- Es muy lindo -dijo la señora Weasley.
- Oh -empezó Hermione- Siento no haberle consultado si Harry podría tener el perrito en su casa, pero si gustan, yo me lo puedo llevar a casa hasta que Harry se pueda hacer cargo de él.
- No hay ningún problema, linda. A estos vagos les hace falta tener una responsabilidad -se refería a Ginny y a Harry- Ellos se la pasan felices de la vida sin nada que hacer. Como esas lechuzas se alimentan solas, ellos no se hacen responsables ni de sí mismos.
Los aludidos agacharon la cabeza.
- ¿Puedo verlo? -pidió George, tomando al cachorrito de las manos de Hermione.
- No lo vayas a llenar de pintura -le dijo Ginny. Los dos gemelos le dieron mirada asesina, aunque Fred sin razón, pues a él ni le había dicho nada y toda la decoración se había ido de su cara.
El cachorro pasó por las manos de todos, que estaban encantados con él. Tras plática otro rato, decidieron que ya era hora de irse: los gemelos y el señor Weasley tenían que madrugar para ir al trabajo.
- Molly y yo nos vamos por polvos flú -propuso el señor Weasley- Todos ustedes pueden irse en coche.
Y la pareja se fue a la tienda de antigüedades, mientras todos los jóvenes se dirigieron al coche.
- ¿Quieres conducir tú? -le propuso Hermione a Harry- La verdad, estoy algo cansada, no me apetece conducir ahora.
- ¿Estás segura? -Harry sabía conducir, sí; pero no se sentía seguro de tomar elcoche- Tal vez…
- Oh bien, puedo hacerlo yo…
- O yo -intervino Fred.
- Ni soñar -Hermione lo vio como si le hubiera propuesto lanzarla de la torre Eiffel al vacío.
- Bien, conduzco yo -aceptó Harry al final. No quería que Hermione se cansara más de la cuenta- ¿Dónde están las llaves?
Hermione sacó las llaves y se las extendió. Él aprovechó el momento para rozarle la palma de la mano con la punta de los dedos. Ni Ginny ni George pasaron el gesto por alto, pero no dijeron nada.
- ¿Nos vamos ya? -preguntó Ginny- Tengo que escribir una carta y, a este paso, la voy a enviar en navidad…
- ¿A quién es tu carta? -preguntó George.
- No te importa -y no consigueron una sola palabra más al respecto.
Se subieron todos. Hermione, que iba en el asiento del copiloto, llevaba al perrito en las piernas, envuelto en una manta que tenía en el maletero.
- ¿Cómo vas a llamar al cachorrito, Harry? -preguntó Ginny.
Los gemelos, a cada ventanilla del coche, se estaban quedando dormidos y escuchaban la mitad de la conversación. "¿Por qué no se duerme ella también?" se preguntó Harry.
- Padfoot -contestó, desinteresado.
- Oh -no se iba a dar por vencida, tenía que mantenerse despierta y no dejarles ni tomarse de la mano, ya que no la habían dejado ir a donde ella tenía que ir- ¿Es un regalo muy especial, no?
- Sí, me recuerda mucho a Sirius -repuso Harry. Conocía las intenciones de la chica. Ella lo sabía todo y quería pornerlos en evidencia.
Hermione cambió la canción en el radio, como para hacerse notar y que Harry mantuviera la calma.
- Yo pensé que te iba a emocionar más por quien te lo regaló -a este punto, los gemelos paraban orejas ya- Hermione se pasó el rato quebrándose la cabeza, sin saber qué regalarte. ¿O no, Hermione?
- Sí -dijo simplemente.
- Yo diría, que a este paso, ustedes podrían ser más que amigos si no es que ya lo son -ya no estaba disimulando para nada hacia donde quería llegar- Se preocupan demasiado el uno por el otro y pasan tanto tiempo juntos…
- Es lógico, somos amigos -le cortó Hermione.
- ¿Solo amigos? Yo diría que…
- Lo que quieras decir, dilo ya, Ginny -estalló Harry, al fin. Los gemelos se incorporaron en los asientos.
- ¡Quiero decir que ya basta de que estén jugando al tonto con nosotros! -usó el mismo tono de él- Salen a caminar los dos solos y no crean que no me doy cuenta que regresan tomados de las manos. Es bastante desconsiderado que si los dos duermen en nuestra casa, no nos digan nada; en especial por que somos la familia del que fue su mejor amigo y los hemos acogido demasiado bien, aún después de que él murió. Tú empezaste con tus hipocresías de que no querías iniciar nada con ella por que era muy pronto, pero tan pronto ella llega se hacen novios y no dicen nada.
Esperaron a que Harry le gritara algo, pero para su sorpresa, no fue él, sino Hermione quien habló.
Notas:
¿Qué les digo? Estoy algo decepdionada, por que yo trato de actualizar tan pronto como puedo y no me encuentro más que un review (que por cierto, se aprecia demasiado).
Sigo la historia por que sé que todavía hay una persona leyendo y esa persona lo merece. Muchas gracias.
¿Que les estoy reclamando? ¡Por supuesto! Si no les gusta la historia, aporten ideas, que al fin estas historias son por y para los fans de Harry Potter y yo seré feliz de saber qué es lo que les gustaría y si puedo modificarlo, lo hago muy contenta.
Aunque bueno, con todos los festejos, algunos no habrán tenido ni tiempo ni ganas de leer y mucho menos de escribir (me doy ánimos yo solita).
Espero más reviews para el próximo capítulo, que será pronto.
