Para quienes sean diabéticos, es peligroso leer este capítulo. Se los adevertí...
REINICIO
San Valentín
Más de un año había pasado desde que Hermione se mudara a Londres. Vivía en un modesto departamento con su compañera Beth. Harry y ella se hacían visitas mutuas contínuamente y su relación era de lo mejor.
-Algo debe estar mal con ustedes-repetía Beth constantemente- son tan perfectos, que dan miedo. Deberían de pelearse por lo menos cada mes, eso le da sabor a la relación: como a la mía con mi Timmy.
Pero ellos opinaban que no necesitaban de peleas para evitar caer en la monotonía: Padfoot y los Weasley se encargaban de volcarles la rutina, por lo menos cada dos semanas.
Padfoot ya tenía un año y medio y era casi tan grande como el Padfoot original. Era muy revoltoso, se las arreglaba para causarle accidentes a Harry casi todos los días y seguía tan tragón como siempre.
Harry se había librado por fin de Kreacher. A dónde había ido o si estaba bien, no le importaba en lo más mínimo, sólo estaba muy agradecido de que se hubiera llevado el ruidoso cuadro de la señora Black.
Los Weasley prácticamente habían adoptado a Harry, que los visitaban tanto como podía o bien, ellos iban a su casa.
Ginny había decidido iniciar una relación con Draco Malfoy, no sin antes hacer que éste le rogara tres meses. Cuando la chica había decidido estudiar una carrera muggle, a Draco casi le da un infarto ("¿Cómo podrías vivir sin magia?" "No seas tonto, nunca dejaría de ser bruja"), pero el señor Weasley no cabía en sí de gusto. Se había ingresado en la carrera de diseño textil, para después especializarse en alta costura.
-Véanlo de este modo: voy a hacer lo que tantos muggles hacen para vivir ¡pero yo tengo la ventaja de la magia! -les había dicho. Con tono más realista, tuvo que añadir- Además, mis calificaciones no fueron las mejores como para conseguir algo muy sobresaliente en el mundo mágico.
Hermione, como el señor Weasley lo había previsto, había ascendido rápidamente de puesto y ahora era asistente del jefe de departamento (el mismo Señor Weasley).
Harry había sido parte del selecto grupo que se graduara de la academia de aurores. Y no cualquiera, sino el mejor de la generación y de las anteriores once generaciones (para orgullo de Hermione). Ahora formaba parte del tercer escuadrón de seguridad mágica estatal, con rango de teniente.
Draco Malfoy formaba parte del departamento de deportes y juegos mágicos en el ministerio. Siendo un poco menos arrogante que antes, jugando limpio y sin necesidad de sobornos; había ascendido un par de puestos en poco tiempo.
Ese día era 14 de febrero. Era una fecha especial para magos y muggles al parejo. Una chica de cabello castaño estaba a la puerta (recién aparecida, de la nada) del número 12 de Grimmauld place.
Llamó a la puerta tres veces. Escuchó ladridos, un golpe seco, como dado a un pedazo de madera, el ruido de un cristal roto, seguidos de un "¡Me vas a matar un día de estos!".
Finalmente, abrieron la puerta.
-Hola -la expresión de dolor fue reemplazada por una sonrisa- No te esperaba tan temprano.
-Es que creo que en vez de esperar hasta las cinco de la tarde, perdiendo tiempo en mi apartamento, escuchando a Beth amargarse el día por que "Timmy" se fue a Francia toda la semana; podría venir aquí alrededor de -miró su reloj- las once y quince de la tarde y aprovechar el tiempo contigo.
Para cuando terminó de hablar, ya estaba dentro de la casa y le regaló una linda sonrisa.
-Me parece bien -adelantó un paso para estar cerca de ella- ¿Qué sugieres hacer para matar más de cinco horas?
Un gesto pícaro asomó en el rostro de ambos, pero ella compuso de nuevo la seria expresión que siempre la acompañaba.
-Podríamos ir a pasear a Padfoot por el parque.
El perro, al escuchar su nombre acompañado de la palabra "parque", salió de debajo de una mesa, con toda la intención de saltar a lamer el rostro de Hermione, feliz de que llegara a consentirlo.
Harry se interpuso en su camino.
-No Padfoot -el perro trató de detenerse de repente, pero solo lo consiguió al estrellarse contra Harry, el cuál se tambaleó con el golpe- ¡Ya no eres un bebé! Estás más grande que yo y te empeñas en seguir saltado sobre la gente.
Padfoot agachó las orejas y se quedó sentado.
-Bien, eso está mejor.
-Vaya, a pesar de todo, sí es obediente.
-Sí, a pesar de que lo has consentido. ¿Hablabas en serio cuando dijiste que llevara a tú-sabes-quién a tú-sabes-donde? -evitó decir las palabras que alertaban a su mascota.
-¡Claro que sí! -repuso, con cara de indignación- ¿O es que crees que cada vez que te veo tenemos que terminar en la cama?
Harry se rascó la cabeza. No era eso a lo que se refería y ella lo había tomado por el lado equivocado. Él se refería a que pasear a Padfoot sin terminar herido, era toda una proeza; podían hacer otra cosa…
-No, no, no -¡que brillante defensa!
Ella soltó una sonora carcajada y le pellizcó delicadamente la mejilla.
-Eres tan ingenuo. Nunca pensaría eso de tí. Por otro lado, yo creo que tú-sabes-quien sí merece un ya-sabes-qué. Y también puedo apostar que tu alacena está vacía, así que vamos a tener que comprar algo de comida… otra vez.
-Oh, vaya. Está bien -aceptó, antes de que ella tuviera que darle un sermón sobre que los animales necesitan ejercicio y distracción de vez en cuando- Pero después me vas a ayudar a darle un baño.
Las últimas palabras las dijo en un susurro, pues cada vez que Padfoot escuchaba eso, corría a esconderse debajo de la mesa de té de la esquina de la sala y era imposible sacarlo de ahí.
-De acuerdo.
Salieron de la casa con Padfoot en el extremo de la correa, meneando incesantemente la cola. En diez minutos, estaban en el parque, donde Padfoot corrió felizmente tras patos y palomas. En un momento en que estuvo a punto de tomar a un pato por el pescuezo, Harry tuvo que correr a detenerlo, terminando con un raspón en la rodilla, la mano mordisqueada y llena de baba y los lentes rotos.
-No podemos romper la tradición de medio-matar a Harry en el parque-le dijo a Hermione, con rabia, limpiándose el pantalón y tratando de arreglar los lentes.
Ella le sonrió y le arregló los lentes, para después contentarlo con besos.
Volvieron a casa para tomar uno de los autos e ir a comprar comida para Harry, que si no fuera por una visita mensual de la señora Weasley o Hermione, bien se moría de hambre junto con Padfoot.
Harry esperó fuera de la tienda con el perro, mientras su novia hacía las compras. Niños se acercaban a acariciar a Padfoot, que recibía jalones de pelo y de cola bastante pacientemente por tratarse de pequeñines.
Regresaron a Grimmauld place y tras guardar latas y bolsas en la alacena y refrigerador, planearon una emboscada para bañar al alegremente mugroso perro. A Harry le pareció algo bajo el hechizarlo para que no se moviera.
-Pero esa es la única manera de que se esté quieto -argumentaba Hermione.
-Ya me pregunto yo cómo vas a hacer para bañar a nuestros pobres hijos -comentó sarcásticamente.
Hermione ignoró el comentario y se fue a buscar al perro.
Ambos terminaron más mojados que si se hubieran ido a nadar al mar.
-Pero ha valido la pena -dijo ella, con tono satisfecho.
-Yo apuesto dos galeones a que en cinco minutos vuelve lleno de lodo.
-Aquí no hay jardín, no se puede llenar de lodo.
"Pobre ingenua" pensó Harry. Al cabo de cinco minutos, era dos galeones más rico.
Cada uno se dirigió a su cuarto a tomar un baño, ya que Hermione, con motivo de la fecha, le regalaba la exquisita cena del restaurant Ruby Blue. "Tú regálame la reservación y yo pago" había dicho Harry "la originalidad en los regalos no es mi fuerte".
Al cabo de tres cuartos de hora, Harry estaba listo para irse. Bajó a la sala y prendió la chimenea, pues hacía frío. Se sentó frente al fuego y Padfoot se le unió.
-Nos vamos cuando digas -le dijo la voz de Hermione a sus espaldas.
Se volvió a verla y se quedó sin palabras. Tal vez su novia no fuera la mujer más despampanante del mundo, pero algo en su sencillez siempre lo dejaba con la boca abierta. La nada fuera de lo normal blusa de botones y la muy común falda que le llegaba abajo de las rodillas, con esos simples zapatos sin tacón, la hacían lucir simplemente hermosa. Y a Harry se le enrollaron los calcetines al ver que llevaba recogido el cabello con el broche que él le había regalado hacía dos años.
Cuando por fin pudo, le dijo que se podían ir ya mismo.
-Lo siento, Padfoot. Tú no vas -le dijo la chica.
El perro regresó frente a la chimenea con la cola y orejas gachas. Ellos salieron y se fueron en el auto de Harry. El chico tamborileaba con los dedos el volante, nerviosamente. Ella se rió extrañada, cuando el muy distraido perdió el rumbo de hacia donde iban y tuvieron que regresar dos calles.
-Ginny, hija, Draco te busca -decía le señora Weasley a su hija, desde la puerta cerrada de la habitación.
-Dile que se vaya -contestó sin siquiera abrir- Hoy no tengo ánimos de verlo.
-Pero querida, hoy es San Valentín -trataba la mujer.
-Pues por mí puede ser San Jeremías y yo no salgo de la habitación.
La mujer suspiró, rendida. Bajó las escaleras, a explicarle al chico, que estaba parado en la sala. Los gemelos estaban sentados frente a él.
-Lo siento, querido. No quiere bajar -dijo apenada.
-Vaya, ¿pues qué le hiciste? -preguntaba en tono burlón George.
-Eso es lo peor de todo: no tiene razón para estar así -contestó, perdiendo la paciencia.
-No te preocupes, Ginny siempre ha sido berrinchuda -trató de reconfortarlo Fred- Y últimamente, hasta el jugo de calabaza la pone de malas.
"Pues que buen consuelo" pensó Draco "Y yo no soy jugo de calabaza"
-¿Puedo ir arriba? -le preguntó a la señora Weasley.
-Anda. Tal vez así cambie de opinión.
Se dirigió escaleras arriba y anduvo el pasillo hasta llegar a la puerta de su novia. Llamó.
-Ya dije que no voy a abrir.
-Ginny, si no sales, entro yo -amenazó.
Se escucharon pasos fuertes sobre la madera y abrió la puerta de golpe.
-¿Qué rayos quieres?
-Quiero hablar. Creo que no he hecho nada para que estés molesta. Si no vas a salir conmigo en San Valentín, por lo menos quiero una explicación.
-No hay ninguna explicación para dar -intentó cerrar la puerta, pero Draco la detuvo y la jaló fuera de la habitación- ¡Suéltame!
Pretendiendo que no escuchaba, la llevó escaleras abajo, pasaron por la sala, donde todos los vieron extrañados, pero no se metieron y finalmente la llevó fuera de la casa.
-No voy a discutir frente a toda tu familia. No puedes estar molesta solo por que sí, por que yo sé que no hice nada. Me dices ahora mismo qué te pasa o me voy sin explicación, pero no vuelvo -sentenció.
Ginny abrió mucho los ojos, asustada. Eran raras las ocasiones en que Draco se ponía así con ella y nunca antes había amenazado con terminar la relación.
Harry y Hermione entraron al restaurant. El lugar estaba decorado especialmente para ese día y estaba lleno de parejas que casi no prestaban atención a la cena, sino a la persona frente a ellos.
Un mesero las recibió con una amable sonrisa y los llevó hacia una de las pocas mesas vacías. Les llevó agua y los dejó con el menú.
Hermione estaba tranquila, pero le empezaba a preocupar que Harry se viera algo nervioso; se aplastaba el desordenado cabello constantemente y se restregaba las manos contra la ropa, como si le sudaran.
-Harry, ¿te encuentras bien?
Rápidamente, levantó la mirada del menú y asintió, pero no dijo nada. Ella estaba por decir algo más, pero el mesero llegó para tomar la orden y Harry aprovechó la ocasión. Después se levantó al baño y sólo volvió hasta que estuvo seguro de que la cena estaba servida.
Se sentó sin decir palabra y se concentró en la comida, sintinedo la miraba de la chica fija sobre él.
-¿Y bien? estoy esperando, Ginny -repitió Draco. Al no recibir respuesta, resopló- Bueno, tomo tu silencio como señal de que no te importa que me vaya.
Se giró, dándole la espalda. Con todo el dolor del alma, empezó a andar. Escuchó un sollozo, pero no se detuvo.
-No te vayas -pidió Ginny, alcanzándolo y tomándolo de la mano- Por favor.
-Pensé que no lo pedirías -dijo Draco. Se volteó para abrazarla- Me dió miedo que me dejaras ir.
La pelirroja lo abrazó con todas sus fuerzas y lloraba inconsolablemente.
-¿Me vas a decir qué es lo que te pasa? -insistió.
-Vamos a caminar. No quiero que alguien más escuche.
Cuando el mesero se hubo llevado los platos sucios, Harry estaba pálido, pensando que se estaba quedando sin tiempo, que tenía que empezar cuanto antes y así, terminar cuanto antes. Retorcía una servilleta en las manos, cuando otra idea se le vino a la mente.
-¿Quieres postre? Podemos compartir.
-No, gracias -contestó- Harry, si no te encuentras bien, podemos irnos a casa, para que te acuestes…
-Estoy bien.
-Pues no lo parece. Te ves mal, hasta podría decir que estás nervioso.
Tragó saliva. No le podía ocultar un secreto.
-Es que… Verás… Tengo algo que decirte.
Hermione alzó una ceja.
-Te escucho.
-No te había dicho nada, pero me voy a mudar. Hace meses vendí la propiedad de mis padres, estoy por cerrar la venta de Grimmauld place y voy a comprar otra casa-se detuvo un momento para tomar aire- Necesito cambiar algunas cosas de mi vida y mi relación contigo es una de esas cosas. Esto… esto no es fácil para mí…
-¿Estás terminando conmigo? -lo interrumpió- Harry, tú y yo tenemos una buena relación, mejor de lo que cualquiera se atreviera desear, nunca peleamos. No me puedes hacer esto, Harry. ¡No hoy! -sin darse cuenta, había levantado la voz y algunas personas a su alrededor los estaban mirando. Bajó la voz de nuevo y estiró la mano sobre la mesa, para ponerla sobre la de Harry- Te amo, no me hagas esto.
Luchaba por que no le salieran las lágrimas.
-Mi intención no era enfadarte -decía Ginny mientras caminaban por el campo, bajo las estrellas- Hace un par de semanas que no me siento bien.
-¿Por eso estás así conmigo? ¡Yo no tengo la culpa! Sólo tienes que ir al doctor y asunto arreglado.
-Ya fui con el doctor. Resulta que sí tienes la culpa de que yo no me sienta bien -le espetó. Draco alzó las cejas- No he querido decir nada, por que me da miedo.
-No entiendo.
-¿Es que estoy hablando ruso?
-No, entiendo las palabras, pero no lo que quieres decir con ellas.
-Draco, estoy embarazada.
El chico se quedó sin habla. Sin darse cuenta, había dejado de respirar. Lo notó cuando empezó a ver puntitos morados frente a sí.
-¿Qué dices? -dijo, sin expresión o emoción alguna.
-Eso. Tenía miedo. No sé que van a decir mis papás. ¡Ni siquiera sé qué dices tú!- exclamó, alzando los brazos. Estaba llorando de nuevo.
-Yo… yo digo… -no sabía lo que decía. Su mente trabajaba tan rápido como podía, pero no le salían las palabras adecuadas, decía puras incoherencias.
-Si no lo aceptas, lo entiendo, después de todo somos muy jóvenes -decía con voz triste- Yo me puedo hacer cargo, no tienes ninguna responsabilidad. Estoy segura de que mis papás me ayudarán después de la impresión de la noticia…
-Deja de decir tonterías -dijo al fin. Le levantó la cara, para verla a los ojos- ¿Es que no te he demostrado que he cambiado? ¿No te has dado cuenta de cuánto te quiero, de cuánto te amo?- la rodeó con los brazos y apoyó la barbilla sobre su cabeza- Me sorprendió la noticia, eso es todo. Pero me siento muy feliz. No importa si somos jóvenes, podemos llevar esto, juntos. No te voy a dejar sola, con mi hijo.
La chica dejaba de llorar, feliz de escuchar esas palabras. Se separó un poco de él para besarlo en los labios.
Y sin palabras, abrazados ahí, en medio de la nada, lejos de la casa de los Weasley, bajo la luz de las estrellas; se dijeron cuánto se amaban y se juraron estar juntos.
-Hermione, vamos fuera -pidió Harry. Las cosas no estaban yendo como él esperaba- Todos nos están viendo.
-No me importa -respondió, terca- No voy a permitir que termines nuestra relación así como así, justo en el día de San Valentín. Eres un desconsiderado.
Y seguía luchando contra las lágrimas.
Haciendo caso omiso de lo que ella dijo, pidió la cuenta para salir de ahí. Se levantó, dejó la propina en la mesa y le extendió la mano para ayudarla a ponerse de pie.
Con las miradas de todos los demás siguiéndolos, salieron del lugar.
-Vamos hacia allá -sugirió Harry- Por ahí está Hyde Park y podemos hablar tranquilamente.
La chica no respondió. Caminó tras él hasta llegar a una banca, donde ambos tomaron asiento.
-Hermione, mi intención nunca fue que te pusieras mal… -comenzó, rompiendo el silencio.
-¿Cómo quieres que me ponga, si eres la persona más importante de mi vida y ahora me dices que me dejas? Desde que te conozco, he hecho lo que nadie esperaba de mí; por tí.-le decía, casi gritando- ¿Quieres que me ponga feliz al escucharte decir que quieres "cambiar nuestra relación", cuando te amo más que a mi colección completa de primeras ediciones de libros mágicos?
-Pues de hecho, sí, esa era la intención -le respondió- Tú lo has dicho: dije "cambiar" no "terminar" nuestra relación.
Metió una mano en su abrigo.
-Hermione, dije que no era fácil para mi, por que tal vez reciba una negativa por respuesta y me da miedo que te alejes de mí -respirando profundamente, sacó la mano del abrigo, con una pequeña cajita en ella- Yo sólo quiero saber… -abrió la cajita con manos temblorosas. Hermione abrió mucho los ojos y no pudo evitar las lágrimas por más tiempo- si te quieres casar conmigo.
Notas:
¿Qué les parece? Creo que hoy sí me voy a merecer más reviews, ¿no?
No pude resistir hacer este capítulo cuanto antes, portres razones:
1.- Me choca quedarme estancada y aunque sé que va a doler, quiero terminar el fic pronto.
2.- El capítulo anterior fue aburrido de muerte, así que debía poner algo interesante.
3.- En cuanto lo inicié, no pude dejar de escribir, por que se me iba la inspiración (así que me dormí hasta la madrugada y no rendí en el trabajo...) y ya no me iba a quedar bien.
No quiero ser muy brusca en cuanto a cambios de tiempo y situaciones, así que avisenme si estoy haciendo algo mal. En fin, espero que les guste.
En capítulos anteriores, se me había pasado aclarar algo: No sé si en realidad el camino de Londres a Cambridge se recorre en media hora en coche, pero me guié por la escala de los mapas y me tardé rato en sacar conclusiones, por lo que tal vez esté muuuuuuuy equivocada. Si alguien sabe la verdad, háganmelo saber; si no, tendré que esperar hasta ira Inglaterra y averiguar por mí misma. Aclaro también que en restaurant "Ruby Blue" sí existe en Londres.
Gracias a todos los reviews y espero mucho más!
