REINICIO
Un nuevo hogar
Buenas tardes, Lily -saludó Caleb al entrar en la casa de los Potter- Espero que estés aprovechando tu útlimo día de descanso.
Le saco tanto provecho como puedo: le hago bromas a Padfoot, peleo con mis papás y paso un rato a solas con Ninniel -le dijo con una sonrisa- Vienes a verla a ella¿no?
Sí. Y también me gustaría hablar con tus padres, si están en casa -al decir esto, él trató de que su cara se viera tranquila, logrando una expresión que a Lily le pareció de dolor.
Lo condujo al cuarto de la televisión donde Ninniel estaba sentada en el piso, rodeada de trozos y uno que otro fénix de papel de muchos tamaños y colores. Al notar que alguien más entraba a la habitación levantó la vista de la pieza que estaba doblando y bajó el volumen de la televisión.
Hola -le dijo, con una sonrisa que en opinión de Lily, era la más sincera y bonita que le había visto en días a su hermana. Luego tomó en su mano el papel a medio doblar que estaba en la mesa y señaló las aves que estaban por toda la habitación- Mira: estoy siguiendo tu consejo. Cada vez me salen mejor. Ahora llevo cincuenta y un fénix.
Caleb no pudo evitar una sonrisa de ternura.
Me alegra. Si sigues así, para mayo ya van a estar terminados.
Creo que papá está en el estudio de atrás y mamá está arriba -anunció Lily, interrumpiendo el momento- ¿Quieres que los busque, Caleb?
Él asintió y no le prestó atención mientras salía, sino que se sentó en el piso al lado de Ninniel y le empezó a hablar mientras le acariciaba la mano.
Cinco minutos después, Hermione y Harry se encontraron fuera de la habitación y ambos se preguntaron para qué querría el muchacho hablar con ellos. Al entrar y encontrarse con el semblante serio que les plantó después de saludarlos, decidieron que el asunto se tenía que tratar donde trataban todos los asuntos importantes: en la cocina. Sugirieron hablarle ahí a solas, mientras las chicas esperaban en algún otro lado.
Ninniel debería estar presente -determinó el chico- Y la verdad no sé si tenga sentido dejar a Lilian fuera, si de todas maneras se va a enterar, ya que es un asunto de familia.
Pero Lilian prefirió no verse muy entrometida y les dijo que ella no tenía interés en entrar con ellos en la cocina (si de todas maneras se podría enterar desde la comodidad de la sala, sin que la inmiscuyeran, pensó).
Habla, por favor, que me tienes de nervios -le dijo Hermione, nada más cerrar la puerta tras ella- No entiendo para qué tanta seriedad.
Por que quiero hablarles de un asunto serio -observó a sus "tíos" sentarse en la barra del desayunador, mientras él se quedaba parado junto al fregador. Tomó suavemente la mano de Ninniel, que estaba parada un poco detrás de él y sin más preámbulo les soltó- Me quiero casar con Ninniel.
Hermione, en un gesto muy impropio de ella, se quedó con la boca abierta. A Harry hasta se le cayeron los lentes (cosa inexplicable, en opinión de Ninniel, ya que no percibió ningún movimiento en su padre).
Creo que no entendí lo que dijiste -dijo Harry, al fin- ¿Serías tan amable de repetirlo? Por que creo que dijiste que te querías casar con mi pequeña, pero eso no puede ser.
Ninniel tragó saliva difícilmente. Nunca se había puesto a pensar de qué manera iba a estar con Caleb o cómo se lo tomarían sus padres. Pasó su mirada por la cocina, por cada persona que estaba ahí.
No, tío Harry, ha escuchado perfectamente. Me quiero casar con Ninniel -repitió, sin dejarse amedrentar.
Eso que dices es una locura -se adelantó Hermione- Los dos son muy jóvenes.
Un poco jóvenes, sí -dijo Caleb- Pero suficientemente responsables.
Harry torció una mueca y rodó los ojos, como diciendo "sí, claro".
Ninniel no es responsable ni para comer a sus horas o tomarse sus pociones… -dijo.
Pero yo sí. Y si quiero casarme con ella, es por que me quiero hacer responsable de ella también.
Eso es muy noble de tu parte, pero tal vez no te has dado cuenta de otro pequeño detalle: ella tiene apenas diescisiete años -volvió a argumentar Harry.
Me doy cuenta perfectamente -respondió él, sintiendo como la mano de Ninniel se ponía cada vez más fría entre la suya- Sé que es una gran responsabilidad. Hemos pensado las cosas, hemos tomado en cuenta cada sacrificio que vamos a tener que hacer, pero aún así queremos estar juntos.
Hermione le lanzó una mirada a Ninniel, que había permanecido en silencio; solo escuchando y observando.
¿Qué hay de la maldición? -preguntó un tanto dubitativa- Eso hace las cosas más difíciles que cualquier otra situación. Ninniel requiere cuidados especiales.
No, mamá. No requiero ningún cuidado especial por que no hay forma de revertir la maldición. Lo que me tenga que pasar, me va pasar aunque me encierren en una caja de cristal. Siendo así, yo prefiero pasar el tiempo con Caleb; en lugar de estar aquí, acompañada solo por Padfoot y Crookshanks.
Pero, linda¿no crees que sería mejor esperar un poco?
Yo no puedo esperar, mamá -djio casi en un susurro- Si cometemos un error casándonos, no hay de que apurarse, ya que no me queda tanto tiempo como para que nos llegue el arrepentimiento.
Al oir a su hija hablar así, Hermione apoyó los codos en la mesa y apoyó la cabeza gacha en sus manos. Harry ya no supo qué decir.
Necesitamos de su aprobación -habló Caleb de nuevo- Tanto por que Ninniel es menor, como por que no queremos hacer las cosas en contra de ustedes.
Pasó un largo rato en silencio, en el que Caleb sentía la mano de Ninniel sudando frío. Por fin, Harry soltó un suspiro antes de hablar.
Que sepan que no creemos que sea lo correcto. No los apoyo, pero no voy a hacer nada por detenerlos -le dijo con expresión dura. Hermione hizo ademán de querer decir algo, pero la mirada que le lanzó Harry la detuvo- No quiero ser partícipe en el error más grande de sus vidas, pero tampoco quiero que digan que no les dimos la oportunidad.
Dicho eso, se levantó de su asiento y salió de la cocina. Hermione los miró con cara de "lo siento" y luego lo siguió.
Caleb se giró para ver a Ninniel, que se veía a punto de llorar.
Te dije que no iba a ser fácil -la acercó un poco y la abrazó, apoyando la barbilla en su cabeza- ¿Aún quieres seguir con esto?
Sí -contestó, con temblor en la voz- Gracias.
La abrazó por un momento más para reconfortarla y después la separó suavemente.
Me tengo que ir, por que le estoy ayudando a Hazel a mudarse. Te veo luego -le dio un beso en la mejilla y se fue.
Ella lo observó salir de la cocina y casi ni respiró hasta que escuchó la puerta principal cerrarse. Entonces subió las escaleras, sostenida de la pared y se encerró en el vestidor de su habitación, al lado de los zapatos.
Una y otra vez pasaba por su mente la escena de hacía cinco minutos en la cocina y no sabía qué pensar. Le había dicho a Caleb que pasar sus últimos meses de vida a su lado le darían felicidad, pero no se imaginó que su padre se pondría así. Le dolían sus palabras. Por momentos, dudaba si sería correcto seguir adelante con esto; pero luego se decía que ya había pasado lo peor, que su padre se ablandaría con el tiempo (siempre lo hacía, en especial cuando se trataba de ella) y que a Caleb le había costado demasiado llevar las cosas hasta donde estaban, como para que ella llegara y le dijera "mejor no". Además, no dejaba de encantarle cómo Caleb se había mantenido firme: no dejó que lo convencieran de olvidar cualquier boda, de lo mucho que tendría que sacrificar por estar con ella. Incluso había mentido, manteniendo la fachada de que se casaban por que ambos se amaban; cuando él no sentía más que cariño por ella.
Por eso lo quiero tanto -pensó, en voz alta.
Cerca de una hora estuvo recargada en la pared del vestidor, sólo pensando, hasta que alguien tocó la puerta de su cuarto.
Pasa -dijo, sin saber quien era.
Ya es tarde, deberías acostarte, si quieres que mañana te dejen acompañarme a la estación de tren -le dijo Lily, jalándola de la mano.
No me dí cuenta de que pasaba el tiempo -se encogió de hombros- A veces es mejor así.
Tal vez… -se tumbó en el banquito frente al tocador y le puso la cara de "cuéntame todo" tan característica de ella- ¿Quieres hablar de la plática de la cocina…
… En la que no estuviste, pero de todas maneras te enteraste desde la sala? -terminó Ninniel por ella. Jaló las mantas de su cama, dándole la espalda- No realmente.
Pues es una lástima, por que yo sí y me vas a escuchar -Ninniel reconoció ese tono, que por cierto no le gustaba nada. Era el tono de "ahora yo juego a ser la hermana mayor y tú me haces caso por que eres una inmadura"- No creo ni una sola palabra de lo que dijo Caleb. Bueno, creí lo de que se iba a hacer responsable de tí; pero eso de que han tomado en cuenta los sacrificios que se van a hacer y todo eso, que se lo crea su abuela. Tal vez él lo ha pensado, pero tú no. ¿Sabes por qué no creo eso?
Ninniel abrió la boca para contestar, pero Lily la detuvo.
Pregunta retórica. No lo creo por que te conozco como la palma de mi mano: sé que eres egoista. La persona más dulce y menos malintencionada de este mundo, pero egoista. Tú solo has pensado en lo feliz que vas a ser al vivir con él; pero no se te ha ocurrido pensar que él ahora va a tener que renunciar a las reuniones de los miércoles para trabajar en los prototipos de sus escobas, a sus domingos de quidditch, a las juegas de los viernes o a los ahorros para sus sueños de abrir una fábrica de escobas -hizo una pausa para tomar aire y empezó de nuevo- Lo peor de todo, es que sé que hasta hace dos meses, él no te quería más que como amiga o tal vez como hermana y me asusta pensar que tal vez eso no haya cambiado y se case contigo por compasión; en el peor de los casos, por que tú se lo pediste.
No teniendo valor para mentir, Ninniel no contestó. Esperó a que Lily saliera de la habitación, pero se estaba tardando. Cuando la miró a los ojos, lo que vió no le gustó nada: los ojos de Lily brillaban con rabia. Una idea, que podía no ser tan absurda, surgió en su cabeza.
Estás celosa -le acusó casi gritando- Te gusta Caleb y estás celosa de que yo me case con él. Todo este tiempo me has dejado soñar locamente que tal vez él algún día se fije en mí, cuando tú has sido siempre su amiga y siempre has estado más cerca; me has dado ánimos por que al fin y al cabo que tú tenías más posibilidades. Y ahora que sabes que él y yo nos vamos a casar, tú te pudres del coraje. Pero no te amargues la vida, que en un año yo estoy muerta y enterrada y tú puedes quedarte con él. No serás más egoista que yo, como para no dejármelo unos meses ¿o sí?
Soltando un resoplido, Lily golpeó el banquito, a los lados de sus piernas y tras decirle "estás loca" en un tono bastante intimidante, saltó del asiento y salió de la habitación, azotando la puerta.
A Lily le costó mucho conciliar el sueño, por lo que pasó gran parte de la noche con la mirada en el techo de su oscura habitación. Trataba de comprender lo que Ninniel sentía al llevar a cuestas el conocimiento de próxima muerte y le dolía infinitamente ser testigo de lo que éste le hacía decir o hacer. "En un año yo estoy muerta y enterrada" llegaba a sus oidos de nuevo y otra lágrima se le escapaba, pensando en que esa no era la Ninniel normal que mantenía a raya sus malos pensamientos. Se reprochaba haber orillado a Ninniel a reaccionar mal, cuando las vacaciones completas había tratado de hacerla sentir mejor.
Ninniel, por otro lado, con las emociones del día, había quedado agitada y se durmió tan pronto pegó la cabeza a la almohada. Pero las dos se levantaron temprano al día siguiente pensando lo mismo: una pelea entre ellas nunca duraba más de un día y esa no iba a ser la excepción, en especial si Lily se iba a marchar por meses. Harry y Hermione habían escuchado gritos por la noche, pero decidieron que si sus hijas no decían una palabra al respecto y parecían contentas la una con la otra, ellos tampoco sacarían el tema (así marchaban las cosas siempre).
Tomaron el desayuno con muy buenos ánimos. Al terminar, era casi hora de irse a la estación del tren, así que entre Lily y Harry bajaron el baúl y demás cosas y las llevaron al auto. La estación estaba abarrotada de gente que iba y venía, sin poner atención a los demás, así que fue fácil pasar al andén 9 ¾.
Parece que llegamos con buen tiempo -dijo Lily después de haber subido su equipaje- En unos minutos tengo que empezar con rondas de prefectos.
Bien, ve a cumplir con tu deber -Hermione se despidió con un beso en la mejilla.
Dales detención a unos cuantos Weasley -bromeó Harry. La nueva generación de pelirrojos estaban bastante influenciados por tío Fred y tío George- Escribe mucho.
Lily asintió con la cabeza y les regaló una sonrisa. Miró a Ninniel. Sospechosamente, cuando volteó de nuevo a donde estaban sus padres, estos ya caminaban en dirección a la salida del andén.
Escríbeme acerca de tu boda.
A mi me gustaría que vinieras, pero no tiene caso, por que sólo vamos a firmar muchos papeles. Nada emocionante -Ninniel le dio un abrazo- Pero si papá intenta estrangular a Caleb, yo te lo cuento.
Cuando iba a soltar el abrazo, Ninniel sintió como Lily la jalaba de nuevo y la apretaba muy fuerte.
Deseo que seas muy feliz -le dijo casi en un susurro.
Entonces sí la soltó y se fue. Ninniel la observó dirigirse al tren sin mirar atrás. Ella también dio media vuelta para salir a encontrarse con sus padres.
Conforme pasaban los días, el humor de Harry era cada vez peor. Hermione y Ninniel no lo escuchaban gritarle al viejo Padfoot como de costumbre y varias veces lo sorprendieron gruñendo mientras leía el periódico. Ni qué decir de las visitas de Caleb: fruncía el ceño, casi le ladraba en vez de saludarlo, se iba a encerrar en el estudio de atrás y no salía de ahí hasta que estaba seguro de que el muchacho se había marchado.
Tres semanas después, el día de la boda, Hermione casi lo había tenido que hechizar para que no huyera o se rehusara a firmar el permiso para que Ninniel se casara. Como Ninniel le había dicho a Lily, solo habían firmado montones de papeles. Ginny había decidido que no podían tener una boda tan simple y triste, así que había insistido en que por lo menos fueran a cenar en un lindo restaurant.
Muchas gracias, mamá -le dijo Caleb cuando se despedían.
No hay nada que agradecer -respondió Ginny- Todos sabemos que yo tampoco tuve un gran boda y que me casé en contra de la voluntad de mis padres. Comprendo su situación y yo sí los apoyo.
Harry agachó la cabeza y se hizo el sordo mientras Hermione le daba un codazo. Pero a Ninniel poco le importaba si su padre aún no le hablaba mucho, al fin y al cabo que había firmado los permisos y no había intentado maldecir a su recién adquirido esposo; lo cual era buena señal. Estaba segura de que en un mes sería tan consentidor como siempre.
Entonces nosotros nos vamos, para que Ninniel no se canse más de lo debido.
Los llevamos nosotros -sugirió Hermione- Caminar hasta el callejón Diagon y viajar por red flú le puede hacer daño a Ninniel.
Todos miraron en dirección a Harry, a quien no le quedó otro remedio que aceptar llevarlos en el coche. Los condujo hasta la entrada de un conjunto de apartamentos que parecían bastante muggles, de no ser por que lo rondaban algunas lechuzas y Ninniel pudo distinguir una escoba en un balcón.
Te vemos luego -se despidió Hermione desde el asiento de adelante- Cuídala bien, Caleb.
Los muchachos respondieron la despedida y Harry soltó una especie de gruñido. Una vez que bajaron del auto, Caleb tomó la mano de Ninniel y la guió a una gran puerta de madera, que en cierto modo le recordaba a la entrada principal de Hogwarts. Fue entonces cuando se dio cuenta de que era la primera vez que estaba en el lugar que sería su casa de hoy en adelante, por lo que se dio a la tarea de observar con detenimiento cada detalle. Al cruzar las puertas, se encontró en un lobby que estaba deliciosamente decorado en tonos de naranja y verde. Una chimenea conformaba casi toda la pared derecha, en ella danzaban unas alegres llamas.
Tal vez ésta te recuerde a cualquier sala común de las casas de Hogwarts -le dijo Caleb, adelantándose precisamente a lo que ella iba a decir- Los apartamentos no tienen chimenea, por motivos de seguridad, pero tenemos esta chimenea común. Esta sala es la entrada principal y muchas veces aquí te encuentras con algún vecino que baja a leer o a las vecinas que hacen sus reuniones de UCC.
Ninniel sonrió al escuchar el término, que era el mismo que Lily usaba para referirse a las alumnas que tenían dotes de periodista en Hogwarts: Unión de Chicas Chismosas (Ethel figuraba en el grupo).
Mirando alrededor, Ninniel vió como los departamentos se distribuían a los lados de la sala, lo mismo en la primera planta que al subir las escaleras que iban a lo largo de las paredes en un tipo de espiral. Siguió en silencio a Caleb hasta la quinta puerta al subir las escaleras. Esperó a que abriera y no se preocupó de disimular su curiosidad al andar de un lado a otro abriendo las pocas puertas del lugar. Nada fuera de lo normal: sala, cocina, baño, dos habitaciones. Todo en tamaños ridículamente pequeños en comparación a lo que ella estaba acostumbrada. Pero ella había tenido la idea de que la vivienda de dos solteros sería como un nido de ratas y le pareció gracioso sentir decepción de estar equivocada. Claro que Caleb era un chico perfecto, así que era de esperarse que su casa estuviera impecable.
Llegó a la conclusión de que el lugar era modesto, pero lujoso hasta cierto punto. Ninniel nunca había vivido sola, pero se imaginó que para cualquier joven que corriera con todos sus gastos, eso era más que aceptable.
Entonces ¿qué te parece?
Se giró para verlo apoyado en el marco de la puerta de la cocina (ella estaba en la habitación y aún así estaban a menos de cuatro metros). Le hizo gracia la expresión en su rostro: se veía tan tranquilo como siempre, pero algo en sus cejas un poco arrugadas, le dijo que estaba nervioso.
Yo me imaginé que tú y Hazel vivían en un caos -le contestó con la más amplia de sus sonrisas- Pero veo que no son tan desordenados y que la palabra "humildad" no existe en su vocabulario.
No son los apartamentos más baratos de Londres, pero tampoco son tan caros y por unos cuantos sickles extras al mes, tengo un mejor lugar que muchos otros -dijo, encogiéndose de hombros- Ahora está limpio y presentable, pero cuando Hazel estaba aquí, sí que era un caos; no estabas tan equivocada. Hicimos una gran limpieza antes de que él se fuera, para hacerlo agradable para tí.
Escuchar esas palabras tuvieron como efecto un calorcito en el estómago, un temblor en las manos y una sonrisa boba. Pero como nada era perfecto, un mareo casi le hace perder el sentido. Cayó de rodillas y, tratando de sujetarse de cualquier cosa que estuviera a su alcance, se llevó consigo un montón de papeles y un cuadro que estaban en el escritorio. En cinco pasos, Caleb llegó a su lado y la tomó por debajo de los brazos para levantarla.
¿Estás bien? -el tono alarmado de su voz la hizo sonrojarse un poco. Agachó la cabeza hacia su brazo, donde ella había apoyado su mano- Te cortaste.
Incrédula, también miró su mano izquierda y pudo ver la mancha roja de sangre en la camisa blanca de él.
No es nada -se talló las manos en su ropa blanca también, manchándose por todos lados; buscando en el suelo lo que podría haberla herido- ¡Que pena, rompí tu cuadro!
Se agachó con la intención de recoger el desorden, pero él la jaló de la muñeca, para ver la herida.
Deja eso, yo lo limpio después -le dijo en un tono un tanto brusco- Hay que lavar esta herida. Mírala.
Como si fuera mona de hule, puso su mano frente a su cara para que viera una cortado que atravesaba toda la palma de la mano y otras cuantas más pequeñas alrededor. No eran profundo. Al parecer había caídos con la mano apoyado en el cristal del portarretrato.
A jalones la llevó al baño, dejó correr el agua caliente del avísanos. Cuando comprobó la temperatura del agua le puso la mano bajo el chorro y sin hacer caso de las quejar que hacía por el ardor que le aprovechaba al agua y el jabot, le lavabo la mano con el ceño fruncido.
En serio, me da mucha pena lo de tu fotografía -estaba sentada en la cama de la otra habitación, sosteniendo una toalla alrededor de la mano. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces repetía lo mismo o de cuantas veces le decía él que no importaba; sin convencerla, por que desde ese momento su humor había cambiado drásticamente. Murmurando, añadió- Era lo que faltaba para empeorar la situación…
Si Caleb la escuchó, no lo supo, por que él siguió revolviendo los cajones hasta que encontró la ropa que buscaba y se dirigió al baño sin siquiera voltear a verla.
Notas:
Hola! He vuelto! No sé si me extrañaron, pero yo creo que no, por que no he recibido ningún review preguntando si no me he muerto.
Como sea, yo dije que no iba a dejar esto a medias y voy a cumplir.
Gracias a quienes dejaron reviews y espero que sigan por aquí.
Los veo en el próximo capítulo.
