Disclaimer: Ya se lo saben.

Este capítulo contiene escenas de naturaleza un poco más 'madura', por así decirlo. Están adveridos.


REINICIO

¿Qué hacer en caso de emergencia?

Caleb respiró profundamente tratando de no levantarse a seguirla en el instante, sino que esperó un rato hasta que lo creyó prudente. El cuento de que se había dormido era ya inútil con Caleb, sabía perfectamente que era su manera de evitar hablarle, pero le siguió el juego y se cambió de ropa para luego acostarse a su lado. Hizo a un lado la hamburguesa a la que Ninniel había dado solo una mordida y por primera vez se acostó muy cerca de ella, pasándole una mano por la cintura.

Ya estaba harto de que durante tres semanas, ella se levantara y él no se diera cuenta, así que cuando a la mañana siguiente se despertó al sentirla moviéndose bajo su brazo, sonrió internamente, anotándose un punto en su tablero imaginario -aunque éste de viera solitario contra lo más de veinte que llevaba ella.

"Buenos días" le dijo con una sonrisa cínica. Lo único que obtuvo por respuesta fue una especie de gruñido. Levantó el brazo para que ella pudiera salir y después se levantó él mismo y la siguió hasta el baño, donde ella volteó a verlo con mirada asesina y le cerró la puerta en la nariz "Ya veo por qué no me despertabas junto contigo. Tienes un pésimo humor al levantarte y no querías que me diera cuenta, pero no te preocupes, que a muchos les pasa" se burló desde ahí. Tenía el repentino deseo de hacerla enojar hasta sacarla de sus casillas, aunque no sabía ni por qué. Intuía que era por que él mismo se sentía fuera de control cuando estaba con ella y se sentía en desventaja.

"Sí, tal vez a muchas otras les ha pasado cuando se levantan y lo primero que ven del otro de la cama es tu cara" abrió la puerta de repente y Caleb, que estaba apoyado en ella, casi pierde el equilibrio.

"No lo sé. La verdad es que nunca me quedo hasta el día siguiente" siguió él, molestando, caminando a menos de medio metro detrás de ella.

Ninniel sintió que la temperatura de sangre aumentaba un grado con cada palabra de él y estaba a punto de hervirle en las venas. Desde la noche anterior había estado tan molesta por que ella casi le súplica por otro beso y él se quedó sentado, sin verla siquiera a la cara y después, al creerla dormida la había abrazado. ¿Es que no podía decidirse de una maldita vez? Por la noche le decía que le gustaba y le importaba demasiado y ahora le echaba en cara sus aventuras de una noche. Decidió no contestar a su comentario, mejor seguir con lo suyo. Antes de que él le ordenara desayunar algo, calentó un par de waffles en el tostador que luego inundó en miel y los comió acompañados de un vaso de leche.

Él la miró todo el rato y reprimió una sonrisa al verla comer sin hambre, pero furiosamente. Con eso ya eran dos puntos en su lado del tablero.

Se aseguró de que había terminado todo, se levantó sin decir palabra y se dirigió a ponerse listo para ir a trabajar. Cuando salía en dirección a la puerta, miró a donde Ninniel estaba sentada leyendo casi el final del libro de runas y apenas abría la boca para hablar cuando ella, sin levantar la vista siquiera, apuntó a la misma puerta. En ella colgaba un largo pergamino que iniciaba en grandes letras negras "QUÉ HACER EN CASO DE EMERGENCIA". Se anotó otro punto mentalmente y salió del departamento con una sonrisa.

Tan pronto escuchó la puerta cerrarse, Ninniel no lo soportó más y arrojó el libro contra el suelo con todas sus fuerzas. Se levantó y se metió a darse una ducha de la que tardó más de una hora en salir. Se tomó eternidades para escoger su ropa y cambiarse y más aún para cepillarse el largo cabello. La imagen del espejo todavía no la dejaba muy contenta, pero se dijo a sí misma que no podía conseguir nada mejor que eso. Comprobó que era una hora propicia para encuentros sociales en el lobby de abajo y hacia allá se dirigió, esperando encontrarse con Henry y Mandy de nuevo. Antes de salir, le echó una mirada al pedazo de pergamino de la puerta y lo tomó de una esquina, lo arrancó sin miramientos y lo dejó tirado descuidadamente en el piso.

Caleb llevaba toda la mañana frente a los mismos diseños de escobas. Se suponía que debería de encontrar qué tenían de ventaja o desventaja contra otras escobas existentes, corregir errores y hacer ajustes finales. Lo cierto es que no encontraba nada ¿Por qué? Por que ni siquiera estaba buscando. Cierto que en el momento le había parecido muy divertido hacer rabiar a Ninniel, pero ahora tenía remordimientos. Después de todo, ella no había hecho nada para merecer ese tipo de trato. Sabía que emociones fuertes como esa la ponían mal y se llamó a sí mismo con nombres fuertes por no haber pensado en eso antes. Lo peor de todo, es que hasta el momento no encontraba una razón válida para comportarse de manera tan idiota. Dejó la pluma en el restirador y se talló los ojos. Tal vez debería irse temprano, pedirle una disculpa y hacer algo para compensarla. Volteó a ver el reloj de la pared, que marcaba las 2:45 de la tarde y su estómago le recordó que no había desayunado todavía. Quizá si no se comportaba como cavernícola, coseguiría que Ninniel lo perdonara por ser inepto y aceptaría ir a cenar con él a algún lindo lugar del Callejón Diagon. Enrolló los diseños y los guardó descuidadamente en el cajón. Por un momento pensó que adoraba su trabajo: incluía diseño y escobas, que eran unas de las pasiones de su vida, la paga era excelente y podría entrar y salir a la hora que le viniera en gana siempre y cuando no se atrasara en las entregas, lo que en casos como este, era bastante conveniente. Buscaba a Hazel para despedirse de él y lo vino a encontrar en uno de los talleres, examinando un mango de escoba.

"Se acerca demasiado, pero la punta debería ser más redonda… menos fina. Y en la parte del asiento debería estar menos curva, para que sea más cómodo sentarse derecho. Recuerden que esta escoba está pensada en los golpeadores, no buscadores. Aquí lo que cuenta es la estabilidad…" se interrumpió a sí mismo al ver a Caleb "Por fin, alguien que me puede ayudar a explicarme mejor. Estos chicos hacen una excelente trabajo, solo que yo no puedo hacer que ellos vean lo mismo que yo veo al pensar en una escoba para golpeadores"

"Será mañana, mi día de trabajo termina ahora mismo. Pasé a despedirme" se excusó con una sonrisa.

"¿Tan temprano? Nunca te vas tan temprano" dijo Hazel, que recordaba que su amigo siempre estaba por lo menos ocho horas en el trabajo, siempre encontrando una manera de ocupar el tiempo, asegurando que en el mundo de las escobas faltaban muchos descubrimientos por hacer. Al creer saber la razón, puso cara de sabiduría "¡Oh, impresionante! La joven Potter está volviendo a mi soltero-adicto-al-trabajo-y-a-las-escobas amigo en todo un hombre dedicado a su hogar. Yo pensé que no viviría para ver esto."

"Sabes que tengo que estar al pendiente de ella y esta mañana no se sentía muy bien" se defendió, dejando de lado que era su culpa que el día de Ninniel no fuera perfecto. Se dio la vuelta y justo antes de salir agregó "Y es la joven señora Malfoy, no Potter."

"Huele muy bien" dijo Ninniel al percibir el olor que proveniente del horno recién abierto.

"Gracias" respondió Mandy mientras trataba de sacar el pastel de zanahoria sin quemarse. Al lograrlo, lo dejó encima de la estufa y le lanzó un hechizo enfriador "Es el favorito de mamá y mañana es su cumpleaños. Llevo toda la mañana tratando de encontrar la receta y de no quemar la cocina completa. Los pasteles no son lo mío"

"Algo así insinuó Henry cuando subíamos" rió Ninniel. Para ser exacta, las palabras que Henry había usado habían sido más como "si no queremos morir calcinados en la explosión, es mejor supervisarla."

"Henry y su gran bocota" exclamó Mandy con fingido enfado. Se quitó los guantes de cocina y empezó a rebuscar en todos los cajones "Ahora tengo que descubrir cómo decorar esta cosa ¿En qué estábamos cuando sonó la alarma?"

"Me preguntabas si Hazel y Caleb son amigos todavía" recordó Ninniel.

"Oh, sí. ¿Entonces?" preguntó, mientras buscaba entre un montón de pergaminos que estaban manchados de comida. Aparentemente eran recetas de cocina.

"Sí, Caleb me habla de él todos los días. Se ven todos los días en el trabajo."

"¿Y tú sabes por qué se fue Hazel?" empezaba a buscar frenéticamente, ahora había pergaminos en el piso y se rascaba la cabeza de vez en cuando.

"Sí. Por que yo vine a vivir aquí" trató de que su voz sonara casual, pero sabía que ahora venía la pregunta inevitable y a ella le parecía incómodo tener que contestarla. No sabía qué tipo de reacción obtendría.

Mandy sostenía un pedazo de pergamino en la mano y lo miraba interesadamente "Creo que esta es la cubierta de ese pastel" Se sacudió una mano llena de harina en la ropa, luego se sentó frente a Ninniel mientras leía rápidamente. Sonrió triunfante y descuidadamente empezó a conjurar con la varita los ingredientes que estaban a su espalda para empezar a preparar la cubierta, descuidando si se tiraban en el piso o si eran siquiera los ingredientes o medidas correctas. Ninniel descubrió entonces que Mandy no era mala cocinera, sino que de hecho podría ser muy buena si pusiera atención a lo que hacía. Tras hechizar a diestra y siniestra, Mandy puso la varita en la mesa y miró a Ninniel "¿Eso qué tiene que ver? Dijiste que Caleb era algo así como tu familia¿no?"

"Sí. Pues… no había espacio para los tres en el apartamento" respondió, encogiéndose de hombros.

"Depende como lo veas" también ella se encogió de hombros "En este apartamento vivimos cuatro personas. Hay espacio suficiente y así es más barato"

"Supongo que sí. Hazel encontró a alguien más para compartir gastos, de todas maneras"

"Y tú ayudas a Caleb, entonces" supuso Mandy.

Ninniel se sintió un poco apenada. Ella no aportaba ni un sickle. Caleb insitía en que él podía con los gastos y que no era necesario tocar su dinero "No. Caleb dice que es mejor que yo siga ahorrando."

"Muy lindo de su parte" pero el tono que usó no demostraba que estuviera maravillada, sino picada por la curiosidad. ¿Por qué un chico como Caleb, con grandes ambiciones, iba a gastar todo su dinero en una chica, mientras la chica no hacía nada más que sentarse en casa a leer? "A mí todavía no me queda muy claro: parece que no había razón alguna para que Hazel se fuera y vinieras tú. No lo tomes a mal, me caes muy bien y no es como si lo prefiero a él por alguna razón, solo es curiosidad."

Ninniel abrió la boca y la cerró de nuevo. No tenía sentido seguir evitando responder. Total, estaba casada con Caleb y no había por qué ocultarlo. Tomó un aliento y finalmente dijo "Por que Caleb y yo nos casamos. No era muy buena idea que Hazel se quedara en el aparamento haciendo mal tercio¿no crees?"

"¿Casados¿Tú y Caleb Malfoy casados? Eso es algo que no me esperaba" admitió Mandy con expresión de enorme sorpresa "Ni siquiera sabía que Caleb tenía novia. Pues eso sí me lo deja todo claro. ¿Cuánto llevan casados?"

"Tres semanas" Ninniel se removió en la silla y alargó la mano para tomar una de las uvas que estaban en el centro de la mesa. Mandy la imitó.

Caleb se sacudió un poco las cenizas de la ropa al salir de la chimenea. Decidiendo que no se veía tan mugroso, echó a andar hacia las escaleras, hacia su apartamento. Abrió la puerta cuidadosamente, no sabía de que humor iba a encontrar a Ninniel. No la vio en la sala, así que buscó por todos lados. Cuando no la encontró, se empezó a asustar. ¿Habría salido a platicar con el tal Henry? Si fuera así, estaría en el lobby y la hubiera visto al llegar. ¿Y si le había pasado algo? Se dirigió a la puerta y la sangre se le heló cuando el pergamino que decía "QUÉ HACER EN CASO DE EMERGENCIA" estaba tirado en el piso, un poco arrugado de la esquina. ¡Por las barbas de Merlín! Casi podía ver en su mente a una Ninniel débil que trataba de salir del departamento para pedir ayuda antes de perder el sentido y en el momento que llegaba a la puerta, las piernas le fallaban y trataba de sostenerse de algo, siendo el pergamino lo único que su mano alcanzara. Sí, seguro que era eso lo que había pasado. Abrió la puerta y salió del apartamento en dirección al de la señora Kirkland con la esperanza de que ella pudiera decirle algo, con lo chismosas que era, seguro se había enterado cuando los padres de Ninniel vinieron para llevarla a San Mungo, se decía, pues eso era probablemente lo que había pasado. Pero si no, solo les sacaría un susto de muerte a los Potter y nadie tendría respuesta. Tocó a la puerta enérgicamente tres veces.

"¿Quién quiere tumbar mi puerta?" la señora Kirkland abrió la puerta con el entrecejo fruncido. Al ver a Caleb temblando alzó las cejas en sorpresa: este muchacho nunca hablaba siquiera, mucho menos verlo a punto de tener un ataque de nervios en la puerta de alguien más "¿Te puedo ayudar, querido?"

"Eso espero" Caleb se sorprendió al oir lo desesperada que sonaba su voz "No encuentro a mi esposa en casa y se supone que no debe de salir por que está muy enferma. Me temo que haya tenido algún problema por que en la mañana no se sentía muy bien. ¿Sabe si ha pasado algo extraño, o si alguien vino a recogerla?"

"¿Te refieres a la muchachita de ojos lindos? La vi en la mañana con Miller. Los dos subieron al apartamento de la señorita Rydell y solo Miller salió para irse al trabajo" contestó la señora Kirkland "Supongo que debe seguir ahí arriba"

No supo definir si se sintió aliviado o furioso. Él creyendo que ella estaba en el hospital o algo así y ella estaba cómodamente hablando con el tal Henry y con Mandy ¡Con Mandy! Ahora sí iban a llover perros y gatos en su casa. Apenas decirle "gracias" secamente a la vieja, subió escalones de dos en dos hasta llegar a la puerta con el número 17, que casi tumba a golpes hasta que la abrió una rubia cubierta de azúcar y mantequilla por toda la cara.

"Hola ¿buscas a Ninniel?" preguntó con una sonrisa.

"Exactamente. ¿Está aquí¿Puedo pasar?" pero no esperó respuesta, sino que la hizo a un lado y en tres pasos ya estaba junto a Ninniel, quien apenas había tenido tiempo para pasarse una uva sin atragantarse. "¿Nos vamos?" más que una pregunta sonaba a orden.

Ignorando el mal genio y las ganas de su esposo de golpear algo, se limpió los dedos en la falda lentamente y se levantó. "Creo que me tengo que ir. Te veo mañana…"

"No lo creo" interrumpió Caleb, dirigiéndose a Mandy "Gracias por dejarla hacerte compañía por hoy. Nos vemos luego" y le hizo señas a Ninniel para que caminara delante de él.

Con infinita calma, Ninniel hizo el camino hasta su puerta en silencio, abrió y entró, sin tener cuidado de sostener la puerta para él. Al escuchar el portazo, cerró los ojos y mentalmente bloqueó sus oidos para el sermón que le esperaba. Cuando había salido de casa era solo para matar el rato y distraerse, no esperaba que Caleb llegara temprano y la encontrara en el apartamento de la chica fotografía. Lo escuchó respirar profundamente tres veces y luego sintió un ligero apretón en el brazo que la hizo girar sobre sí misma. Volteó lentamente para encontrarse con esos ojos grises que en este momento se veían opacos.

"¿Por qué hiciste eso?" preguntó, apretando los dientes. Sentía la imperiosa necesidad de gritarle, pero a la vez tenía miedo de enfrentar las consecuencias si lo hacía.

"Quería hablar con alguien, estaba aburrida" dijo, encogiéndose de hombros, tratando de no temblar "pensé que ibas a llegar más tarde"

Al ver la tranquilidad con la que le respondía, le dieron ganas de sacudirla y hacer que se sintiera por lo menos la mitad del miedo que se sentía él. En vez de sacudirla, la rodeó con los brazos y la apretó contra su cuerpo "Me asusté al no verte aquí, me dio miedo pensar que te había pasado algo y me sentí culpable. No me hagas esto de nuevo, por favor" suplicó. Sí, estaba suplicando y no le importaba.

Cuando recién sintió sus brazos apretarse a su alrededor, se puso tensa. Entonces notó la desesperación en su voz, notó como temblaba, notó el calor que irradiaba al abrazarla, notó que no estaba molesto, sino asustado y no resistió y se puso a llorar. Ahora su cuerpo se sacudía en leves sollozos.

"No llores, por favor" le acarició la espalda con su mano todavía temblorosa.

"¿Me quieres?" sin saber por qué, Ninniel preguntó con voz pequeñita.

"Mucho. Más que a nadie. Te amo." le respondió al oido.

"Yo también" dijo ella entre sollozos.

Caleb la separó un poco de sí y tomó su cara entre sus manos para verla a los ojos. Sus ojos verdes, brillantes de lágrimas. Idiota se dijo a sí mismo, por haberla hecho llorar "Perdóname. Por no haberte besado ayer, por haberte molestado esta mañana y por ser un idiota"

Entre lágrimas Ninniel sonrió "Solo si me besas ahora."

No le tuvo que decir dos veces. La besó, una y otra vez. Sin darse cuenta, el tono de los besos se fue elevando y sus manos empezaron a acariciar su cuerpo, sintiendo que ardía. Las manos de ella también lo tocaban y él sentía como si hormiguitas caminaran por donde ella ponía sus dedos.

Sin abrir los ojos, a tientas, encontró los botones de su camisa y empezó a desabrocharlos lentamente. Él no opuso resistencia. Tocó su liso pecho, que en ese momento subía y bajaba rápidamente. Una mano de él fue por debajo de su blusa y encontró la manera de apartar su sostén de el camino.

Mientras acariciaba su espalda, bajó de su boca y besó su cuello. Todo pensamiento racional había abandonado su cabeza. Quería tomarla en ese instante, temiendo que no hubiera un mañana. La tomó por la cadera y la acercó hacia la suya, haciéndola sentir su deseo, su necesidad.

Gimió audiblemente, adoraba estas nuevas sensaciones y el olor proveniente de su cuerpo, acentuado por la alta temperatura. Se dejó llevar al sillón, donde él se sentó y empezó a acariciar sus muslos. Entonces sintió sus rodillas temblar y se apretó sus dedos sobre sus hombros, sin querer que parara.

Metió las manos por debajo de su falda y subió hasta encontrar una pieza de tela que le pareció bastante molesta, por lo que la retiró inmediatamente. Besó su vientre, mientras su manos subían de nuevo por sus piernas, acariciando. Llegó a la mitad de su cuerpo y la sintió temblar ligeramente cuando separó los pliegues de piel y la rozó con un dedo. Apretó ligeramente, haciendo lentos movimientos circulares mientras con la otra mano la sostenía por la cadera. No resistió la tentación de saber cómo se sentía por dentro e introdujo un dedo, deleitándose con el calor y la textura. "Para, por favor" la oyó decir, pero el tono de su voz decía todo lo contrario, él percibió cómo detrás de esas palabras estaba un "Sigue, quiero más de tí." Y decidió que la complacería. Retiró sus dedos que en ese momento ardían y la hizo sentarse con las rodillas a los lados de sus piernas. Le safó la blusa por encima de la cabeza y le volvió a besar el cuello.

Ninniel echó la cabeza para atrás, disfrutando la succión de su boca y los ligeros mordiscos que le daba. Sintió que las manos de él la tomaban por las muñecas y la llevaban lentamente al borde de su pantalón. Entendiendo la callada demanda, desabrochó el único botón y bajó la cremallera.

El roce de sus pequeñas manos era simplemente exquisito. Era tímida pero a la vez firme mientras deslizaba una mano arriba y abajo alrededor de él. No pudo reprimir un gemido y la sintió sonreir al escucharlo. No quería esperar más. Con pesar, la detuvo y se separó un momento para verla a la cara. Sonrió al ver su mirada interrogante. Sin dejar de mirarla, levantó la falda para apartarla de su camino y tomándola por los lados, la hizo bajar lentamente sobre sí.

Ninniel cerró los ojos al sentir como entraba suavemente en ella. Se alegró de que al buscar su boca, él le respondiera con un ferviente beso.

La besó para no gritar. Gimió en su boca. Si tocarla antes con un dedo había sido delicioso, estar dentro de ella no tenía nombre. La animó subir y bajar con movimientos acompasados. En un momento ella tomó control de la situación y en minutos la escuchó respirar pesadamente, tratando de ahogar sonidos en su garganta. Le acarició un pecho y dejó su boca. Quería escucharla claramente.

Jadeó y gimió. Esto se sentía endemoniadamente bien. Sentía una oleada de placer tras otra y finalmente una más fuerte que las demás que la hizo ahogar un grito.

Cuando ella se detuvo y se aferró a su cuello, él pudo sentir claramente las contracciones a su alrededor, lo que lo llevó al límite. Terminó saliendo de ella y haciéndola recostarse en el sillón. Él se recostó a su espalda y la apretó muy fuerte. Sonrió al pensar que el tablero mental donde en la mañana se había anotado unos cuantos puntos ahora mostraban miles de puntos para Ninniel y estaba en blanco en su lado. Ninniel había ganado y ganaría siempre "Supe que volviste a hablar con Miller."

"¿Estás celoso?" preguntó sonriendo.

"Mucho. Sabes que tu esposo es un hombre celoso y posesivo" le besó en el hombro desnudo.

"¿Este fue mi castigo?"

"Efectivamente. Por hablar con hombres simpáticos y por haberme puesto un susto de muerte. Espero que aprendas la lección."

"No lo creo. Soy algo terca¿lo sabías? Me encanta poner a prueba la paciencia de las personas. En especial cuando obtengo este tipo de reacciones" se rió.

"No estoy jugando" quiso fingir, pero su risa era deliciosamente contagiosa "Tal vez sí. Aunque sí me pusiste un susto monumental. No lo vuelvas a hacer, por favor" repitió.

"Prometo no volverlo a hacer" tras decir eso, el cansancio la invadió y sus ojos empezaron a cerrarse.

Él estuvo contento con la promesa, aunque dudaba que la cumpliera, después de todo, Ninniel siempre hacía lo que le daba la gana y si se le antojaba largarse de nuevo y ponerse a platicar con nueve Mandy's y doce Henry's, lo haría. Una mezcla de ternura, culpabilidad y tristeza lo invadió cuando notó que se había quedado profundamente dormida. Le besó el hombro una vez más y se levantó a tomar algo para comer.


Siguiente capítulo. Un review, si les place.