Hola a todos! nn como siempre yo demorada, es que ustedes saben las vacaciones, los asuntos de mi país, el colegio, uffff tantas cosas. En fin, espero que todos disfruten el cap (aunque comienzo a sospechar que pierdo lectura por mis demoras) en fin nnº discúlpenme! Respondo reviews en otro cap XD

(POV de Seto)

El enérgico sonido de un portazo dado con absoluta brusquedad. Rompió el jarrón que se hallaba cercano a la mesa contigua dejando que los trozos se esparcieran sobre el suelo alfombrado, se desplomó de rodillas ante su cama, entrelazando sus manos a sus cabellos con nerviosismo… ¿Por qué? ¿Por qué el faraón tenia que invitarlo a quedarse? Estaba pues, preparado para la llegada del guerrero, pero le estaría dando ventaja con esta inesperada situación que lo había tomado por sorpresa ¿Qué plan implementaría ahora? Estaba preparado para ataques distantes y precavidos, pero ahora, tendrían que convivir posiblemente dándole ventaja, él por el contrario no parecía tan sorprendido por la invitación del faraón…

Que inesperado suceso tan lamentable, el faraón había esquivado olímpicamente sus gestos de negación ante la posible invitación del rubio, pero aquello, era sencillamente inadmisible, definitivamente la actitud amable y tan poco jerárquica de su nuevo faraón no le iba a ser de gran ayuda, musitó unos últimos rezos a ra y quitándose sus túnicas de gala procedió a pernoctarse bajo las sabanas, al fín había llegado…aquel momento decisivo en su vida había llegado…

Tantos años había vivido con el consuelo de que su amo, heribor falleciera, tantos años vividos, pero aun faltaba algo para librarse por completo de su tormento, y ese algo había llegado…había corrido con suerte y debía pagar por ella, era un hombre de palabra, y él, había hecho la promesa de seguir las huellas de heribor y acabar con aquella peste que había acosado al hombre que aunque no le guardaba el menor cariño (de hecho el sentimiento era totalmente la inversa) le debía su posición, educación y buena suerte. Aunque podría llamarse tan solo una oportunidad de expandir su ya sobresaliente intelecto.

Lanzó un suspiro resignado y se dispuso a retirar sus túnicas de gala, doblándolas prolijamente haciendo gala de su fama de hombre ordenado, se dirigió al pequeño tazón de agua y entre el brillo de la luna que golpeaba el líquido cristalino pudo ver, su atractivo reflejo, la verdad, no le extrañaba en lo absoluto que el rubio se sintiera atraído hacia él.

Muchos lo estaban, podría casi asegurar que el faraón le había dedicado miradas lujuriosas alguna vez, y sin embargo…nadie le había dado el aspecto de su enemigo, tenía todo, menos pinta de soldado, esperaba a un hombre bruto, de rasgos toscos, de piel morena y un tanto cetrina al tacto, cabellos oscuros como los de la gran mayoría en Egipto, y modales arcaicos, y sin embargo aquel hombre tenía mirada dulce, piel clara, aunque con un claro sonrojo por el sol, cabellos…bueno, singularmente rubios y platinados, lisos aunque un tanto sucios y desaliñados, cosa que en realidad le quitaba todo encanto, gestos agradables, palabras melodiosas, amplio vocabulario, contextura fuerte pero bastante simple a la vista, y músculos poco prominentes aunque, si existentes.

En conjunto lucía totalmente diferente a como lo había esperado. Cosa que le resultaba desagradable, cualquier cosa que fuese inesperada para él, sería desagradable, aunque esto también le era ingrato por otros motivos…el faraón sabía bien, gozaba de la belleza de cada hombre y mujer de Egipto, le encanta estar rodeado de gente hermosa y este oficial…seguramente ganaría mérito por ello. Algo superficial si, pero todos los monarcas tienen sus excentricidades. En su opinión algo ridículas tal vez.

Remojó su rostro tratando de quitar las capas de maquillaje que aunque escasas a él le desagradaban enormemente, lastimosamente eran necesarias para estas galas, dejó que su cabello se desenvolviera de aquel peinado rígido cayéndole en largo hasta los hombros y se tendió a la cama en posición casi sepulcral…el día de mañana…sería un gran día…

(POV de Joey)

Un bostezo rebelde surcó sus labios, aunque el sol no había cruzado a aquella apacible habitación podía contemplar por la rendija de la puerta que ra ya se había elevado y esperaba ansioso que contemplase aquel nuevo y refulgente día. Estiró un poco los brazos, se limpió los ojos con las manos tratando de despertarse a si mismo cuando un fuerte portazo lo sobresaltó.

Otogi: ¡Hay que despertarse! Tenemos mucho por hacer y el faraón desea que lo acompañes a almorzar

Joey se llevó las manos al pecho fingiendo un colapso a lo que otogi lanzó una amplia carcajada, avanzó un poco hasta estar de cuclillas a la cama de Joey e intentó quitarle las sabanas a la fuerza a lo que el rubio forcejeaba, limitándose a cubrir sus áreas más intimas del nuevo intruso.

Otogi: deberías darte vergüenza a ti, todo un soldado ocultándose de salirse de su cama

Joey: no tengo nada en contra de salir, pero dame al menos alguna túnica

Otogi, comprendiendo entonces el desasosiego del rubio, volvió a reír con simpatía, y luego de ponerse de espaldas, le lanzó al rubio una tela a modo de túnica, a lo que éste se sonrojaba, era una desfachatez levantar a un pobre soldado desnudo y obligarlo a vestirse con trapos.

Otogi: ¿Quieres apresurarte? Debemos ir a bañarte, perfumarte, vestirte, buscar adornos e indicarte el recorrido al comedor antes de que el faraón termine con sus deberes, y déjame decirte que se da prisa en lo que hace.

Joey se levantó cubriéndose lo mejor posible, imitando una falda, tan acostumbrado estaba ya a su armadura que aquella vestimenta liviana la resultaba bastante incomoda.

Joey: Bien ¿Ahora que?

Otogi: ¿Ahora? ¡Tenemos que irnos a los balnearios reales!

A empujones otogi sacó a Joey al pasillo, muchos de los sirvientes, hombres y mujeres voltearon divertidos a ver la escena aunque la mayoría no se reía, más bien, observaban la escultural figura del rubio, el cual se veía obligado a recorrer los pasillos en esas fachas a manos de otogi.

Otogi: ¡Vamos apresúrate, no tenemos todo el día!

En el camino Joey sentía como las miradas de todos se dirigían a su cuerpo y no era para más, el rubio, con un extraño brillo dorado en su piel provocado por el sol, en combinación con su aspecto desaliñado, músculos definidos, aroma delicado y mirada dulce hacía de él uno de los hombres más provocativos de Egipto, y si su encanto físico no bastaba, el verlo junto a otogi, secretario personal del faraón, le daba notoria importancia. Este último en cambio, se divertía de lo lindo platicando de todo lo que le haría aquel día, desde buscar túnicas apropiadas, el perfume adecuado, las esencias indicadas, los adornos más selectos, hasta que, para pesar del rubio en su falta de atención al recorrido de los pasillos chocaron con un ojiazul algo molesto.

Otogi: perdóneme mi sacerdote, estoy llevando al señor Jounouchi a los balnearios.

Otogi colocándose el posición de arrepentimiento le dirigió una mirada bastante significativa al rubio para que lo imitase, sin embargo parecía que no se había percatado de que el sacerdote no concentraba precisamente su atención en sus gestos o palabras, más bien había adquirido un rostro serio y una mirada un tanto embelezada al ver al rubio, y a su…condición…Joey por su parte se mantenía cabizbajo, avergonzado, de todos los hombres de Egipto y de los cientos de servidores del faraón se topaban con este…

Seth, removió su rostro, y siguió con su paso, murmurando oraciones inaudibles para ninguno.

Otogi: tan agradable como siempre.

Otogi se limpió un par de veces su túnica, argumentando sobre el mal carácter y la falta de modales del sacerdote y siguió empujando a Joey hasta que llegaron a una amplia zona al aire libre, donde un pequeño oasis carente de plantas y con el fondo en piedra se veía como una tentativa solución a los rayos del sol.

Otogi: ¡Hemesut! ¡Hemesut ven aquí enseguida!

Una muchacha de piel morena, cabellos y ojos oscuros y estatura bastante baja se dirigió corriendo a tropezones hacia otogi, le dedicó una reverencia y se mantuvo cabizbaja hasta recibir órdenes.

Otogi: Hemesut, quiero que uses alcanfor, un poco de mirra y quema un poco de duraznos secos, usa un poco de vino si la esencia se torna muy fuerte, luego dile a Yuliok que prepare los aceites que mejor le parezcan después de todo el es un genio en esto, bueno Joey, te dejo en buenas manos, asegúrate de que esta chiquilla no te haga demasiado.

Otogi se despidió con un gesto y una mirada de seguridad absoluta, le dio buenos ánimos y argumentando que tenía otros deberes aparte de este le encomendó a la joven de manera severa que hiciera de sus mejores trabajos.

Se quedaron en silencio unos minutos, a lo que Joey se percató que la joven por educación no le haría una introducción a la conversación, la observó risueño y le regaló una sonrisa juguetona.

Joey: Tranquilo, se bañarme solo, tan solo tráeme todo lo que dijo tu amo.

Hemetsu asintió avergonzada y se dispuso a correr en busca de los pequeños frascos de seramina y barro que contenían los polvos, piedras, sales y aceites aromáticos, escogió algunos de distintas tonalidades y los dejó caer en la piscina haciéndole señas en su posición aun cabizbaja al rubio para que procediera a adentrarse en ella.

Joey: muchísimas gracias, es todo lo que necesitaba.

Dándose media vuelta, y contando con que la jovencita ya se habría ido, Joey desenrolló las telas que conformaban su único ropaje y se zambulló a manera de un niño en el agua, la cual había adquirido un tono rosado pálido ante la presencia de jabones esencias y plantas aromáticas, disfrutó de la frescura y la temperatura refrescante de el agua, lanzó un suspiro de placer y sintió como sus músculos bajaban la tensión de las batallas, la adrenalina y el peligro, el canto de las aves llamó a su atención, en aquella melodía que aunque monótona siempre muy hermosa, el agua, era casi tan fría como aquella noche en el que descubrió el secreto de su querido amo…aquella fue la primera vez que admiró a alguien de corazón, y se entregó por completo a su señor, se quedó así, contemplando en su mente la imagen de aquel hombre encantador, hasta que un sonido de pasos aproximándose lo sacó de su ensoñación.

Hemetsu, se encontraba cubierta con telas blancas, despojada de su ropa y bien dispuesta a adentrarse en el agua a lavarle, Joey no pudo más que cubrir su mirada y voltear su cuerpo en otra dirección.

Joey: ¡No por favor! Te agradezco mucho pero ya te he dicho que yo me bañaré solo, no te preocupes…

Hemetsu extrañada con la actitud del hombre se aproximó un poco más dejando que parte de las telas que la cubrían se desprendiesen a lo que sus senos, poco desarrollados y acordes a su edad se mantuvieron a la vista del rubio, el cual horrorizado y con un fuerte sonrojo cruzando sus mejillas se llevó las manos al rostro e insistió su petición.

Hemetsu: discúlpeme señor, me han encargado lavarle, si mi señor se entera que lo ha hecho usted solo yo seré duramente castigada.

Joey: no lo sabrá, por favor…retírate.

Joey suspiró de alivio al notar que la joven asentía y se retiraba, aunque le agradaba la imagen femenina de la chica y sus rasgos aunque no atractivos eran bastante armoniosos Akhenatón lo había acostumbrado a valorar a la figura femenina y evitar que se convirtiera en una tentación carnal, se mantuvo un buen rato tratando de quitarse la imagen de la joven de su mente y salió del agua secándose con telas suaves y volviendo a imitar aquel envuelto de telas en su cintura.

Caminó Sin ninguna prisa en busca de alguna guía a su siguiente destino cuando de la nada salió nuevamente hemetsu y sin guardar ninguna clase de decoro le tomó con fuerza del brazo un tanto asustadiza y se lo llevó a una recamara adyacente, no terminaron de llegar cuando la imagen de un hombre de aspecto excéntrico, los recibió, le dio un calido abrazo al rubio como si de toda la vida lo conociese, le dirigió una mirada de represión y superioridad a la joven le regañó por el estado desaliñado de su cabello y el o haberlo cepillado, Joey quiso argumentar algo, pero ante una mirada de suplica de la jovencita esta se retiró no sin antes recibir la amenaza próxima de un castigo. Aunque por el rostro de alivio de la joven, seria menos severo que lo que le esperaba de cualquier manera.

La imagen del hombre desde un principio le era desagradable a Joey, sus cabellos llevaban un corte bastante singular, no traía largo el cabello como la mayoría de los sirvientes en el palacio, más bien, era un extraño revoltijo pardo que caía con libertad, (Joey se imaginaba que él llamaría artística) entre su rostro, su mirada era altanera e impertinente, y su voz, aludía a un molesto chillido lince, lleno de altibajos agudos y graves, que eran desagradables para toda melodía.

Una vez se deshizo de la esclava el hombre trajo a su rostro una sonrisa cortés y le indicó a Joey de la manera más educada donde tomar asiento.

Yuliok: debe perdonar, la esclava es nueva y tiene una incompetencia que no puedo tolerar.

Yuliok hizo un ademán que se identificaba bien como una manera de desprestigiar a la joven y nuevamente regalándole una pomposa sonrisa a Joey se dispuso a buscar entre los pequeños frascos que se hallaban en las estanterías que bordean todas las paredes de aquella habitación circular.

Joey: es curioso, pues ella me ha tratado con el mayor decoro, no la encontré para nada incompetente como usted dice.

El tono de Joey era de fría corrección, y la reacción de sus palabras fueron de inmediato recibidas por Yuliok con un fuerte sonrojo, un tosido incomodo y una censura de sus propias palabras, sin embargo, Joey pudo captar la mirada llena de apatía que le dirigía éste por lo que comprendía no le agradaba en lo absoluto.

Yuliok comenzó a maquillarlo de manera precavida, mezclaba los polvos con distintos aceites, delineaba los ojos del rubio, trazaba cuidadosamente los adornos, agregaba los perfumes y las cremas, todo en un silencio incomodo que no tardó en ser roto en un nuevo intento de simpatizar al rubio.

Yuliok: imagino que es este su primer almuerzo con el faraón, le aseguro que lo encontrará una gala magnifica, digna de su majestad en todos los sentidos sin duda alguna.

Joey: Sin duda, el nuevo faraón me ha parecido una persona agradable en todos los sentidos, digno hijo de los dioses.

Yuliok: desde pequeño el joven Atemu ha sido un niño malcriado y quisquilloso, Seth, nuestro sacerdote y gran amigo mío solía reprenderlo mucho, aunque tiene un gran corazón muchos dudamos que pueda llegar a gobernar con la mano dura de su padre.

Joey titubeó un segundo, dudando sobre si hacer una burla a la amistad que aquel simple maquillista le atribuía a Seth, sin embargo se contuvo, interesado al ver lo chismoso de aquella persona.

Joey: ¿Tiene usted un fuerte lazo afectivo con el sacerdote real?

Yuliok contuvo una sonrisa y en un gesto orgulloso asintió con fuerza.

Yuliok: en efecto, el sacerdote es un hombre entre hombres, de mano dura, inteligencia sobresaliente, y muy eficaz, a demás como un aderezo o colorido (como a mi me gusta llamarle) a sus talentos esta esa impactante belleza que imagino no le habrá llegado desapercibido.

Joey asintió sin muchos ánimos de demostrar su falta de simpatía por el castaño y tan solo adujo un simple comentario.

Joey: lo admira mucho usted por lo que veo.

Yuliok: totalmente, muchos suelen decir que luego del faraón es el hombre más perfecto que existe sobre la tierra, y estoy totalmente de acuerdo.

Joey quiso alargar un poco el tema, sin embargo Yuliak terminó pronto de decorar su imagen, pudo observar su reflejo con admiración, su cabello había sido fielmente cepillado y ahora se encontraba limpio, ordenado y elegante, su rostro había sido maquillado débilmente tratando de resaltar la belleza natural y evitando los excesos, cosa que a Joey (aunque le costaba decirlo debido al sujeto que había hecho tan magnifico trabajo) apreciaba mucho y admiraba.

Agradeció con poca gentileza y luego de colocarse su uniforme (el cual, como pudo apreciar había sido remendado, sus armas pulidas, sus escudos, las telas se hallaban limpias y sus dijes había sido lustrados con fiereza, haciéndolos brillar con un seductor estilo.

No pudo más que notar lo bien que se veía, aunque su imagen era similar a la primera, su atractivo ahora se hallaba en la cúspide, sus cabellos se veían abundantes sedosos a la vista y al tacto, su piel, usualmente de un color trigueño muy suave, ahora adquiría un toque sonrosado, y sus ojos se veían acentuados gracias a su contorno negro oscuro, debía admitirlo, se veía imponente…tal como quería verse…ante él.