TT me cortó el anterior cap, así que este no es un Nuevo cap, si no la continuación de lo que quedaba del anterior XD

gracias por sus reviews, uu he notado que mis lectores han disminuido, posiblemente por lo que me tardo en actualizar…

Joey sentía que no podía contener el aire de sus pulmones de las carcajadas que le estaba sacando su amigo, los gestos de bakura era propios más de un arlequín que de un pintor real, sus muecas, movimientos y risa fresa hicieron a Joey despertar esa parte recóndita de su cuerpo que hacía tanto se hallaba adormecida esperando salir de su eterna siesta.

Hablaron así por horas y horas, hasta que Bakura, exhausto de sus interpretaciones y agotadas sus historias permitió a Joey narrar (aunque de manera más tímida) lo que le había comentado el faraón.

Bakura: Oye amigo ¿Por qué tonto me estás tomando?

Joey miró con duda a bakura como sin entender a que se refería.

Bakura: vamos Joey…¿Crees que no me di cuenta de cómo se miraban tu y atemu?

Joey frunció el entrecejo, aun no se acostumbraba a que todo el mundo llamase a la estrella de la noche, al dios de la tierra y al hijo de ra por su nombre…"Atemu"

Joey: no se que quieres decir con eso…

Bakura: por favor Joey…si cada vez que te miraba tu empezabas a remangarte el cuello eso lo hacías desde niño cada vez que heribor te castigaba por romper una de sus "sagradas" vasijas

Joey sonrió, aquel recuerdo era sin duda enternecedor (aunque en ese momento era uno de sus mayores motivos de nerviosismo) pero ahora, lo veía como un pasado lejano, de aquellos que ves casi como en un sueño del que escasamente te recuerdas, como si cientos de años hubiesen pasado o como si fuera una historia que hace mucho tiempo no se escucha.

Bakura: Tienes buen ojo…pero cuidado amigo…el faraón es difícil, y no lo digo solo por el titulo, lo digo por su actitud, puede usarte y luego echarte a un lado…créeme…puede hacerlo…y lo hará si no eres precavido.

Joey no pudo notar un tono semi-compungido en estas ultimas palabras de Bakura, pero antes de que pudiese responder o seguirle al tema, este se levantó, descargó un bostezo perezoso y se despidió lo más rápido que pudo dejando al rubio, entre anonadado y cortado.

Resolvió entonces que lo mejor que podía hacer era darse un baño y deshacerse de todas las cremas ungüentos y tintes que se le habían dado a su rostro, preguntó indicaciones y salió hasta los balnearios reales, se quedó recostado en la hierva un rato

Tan solo contemplando el cielo, meciéndose sus cabellos entre la brisa fresca, el sonido de los animales, algunos camellos lejanos y un caballo relinchaba en la lejanía, que extraño se sentía ahí, tratado como reyes, cuando el era un esclavo.

Eso jamás se había borrado de su mente….el era un esclavo, había entrenado arduamente para ganarse su libertad, pero en el fondo, gravado en su alma, se sentía como esclavo, se sentía como un niño esclavo.

Ver a Bakura nuevamente lo dejó seriamente abatido, que extraño se siente cuando te encuentras a ese amigo lejano, a ese que no solo te recuerda risas, travesuras y vivencias, si no, aquel que simboliza tu niñez, la cual fue en realidad muy corta, no recordaba haber reído libremente o haber charlado con tanta ligereza desde que era un niño, Akhenatón era su protector pero jamás fue su amigo, el lo adoraba y fue su modelo y lo seguía siendo…pero…aunque agradecía a los dioses haberle dado tanta suerte, como no le hubiese gustado estar ahí con sus amigos un tiempo más…reír y recorrer las calles, jugar como solían hacerlo, esparcirse en la arena, contarse historias…eran buenos tiempos…

Y sin embargo ahora se encontraba en el palacio real, con aquel hombre tan fantástico que era el faraón, rodeado de los lujos y las riquezas, los tratos y las ofrendas más grandiosas de todo Egipto y posiblemente de todo el mundo…y ahora con la satisfacción de saber que al menos bakura gozaba de tanta buena suerte como el.

Lanzó un suspiro ahogado al viento en plegaria de que todos sus demás amigos hubiesen sido amparados con el mismo manto protector que él y bakura y comenzó a desvestirse lentamente…

Pronto quedó en ropas menores, pensó en bañarse de esa manera, comenzó a desajustar el nudo, sentía como la presión en sus caderas bajaba, el viento comenzó a mecerse entre sus ropas, hasta que, una voz lo sobresaltó.

: Son horas un poco tardes para bañarse…

Joey, se anudó nuevamente lo que le quedaba de ropa de una manera un tanto torpe, giró con brusquedad sin saber, que su acompañante se encontraba muy cerca de el…innecesariamente cerca.

Se halló frente al rostro del ojiazul aturdido y sintiéndose un tanto al descubierto, intentó controlar sus gestos faciales en vano, su cuerpo no reaccionaba.

Seth llevaba su mirada fija en el, o más propiamente en sus ojos, había estado observando al rubio desde lejos, sin saber que motivo lo había obligado a seguirlo, sencillamente el quería estar ahí, y ver a ese magnifico espécimen humano entallar sus músculos firmes con lo cristalino del agua

Joey: agradecería un poco de privacidad si no le importa.

Con la poca compostura que le quedaba Joey se irguió y trato de usar un tono desafiante, aunque prácticamente su voz era un chillido insípido lleno de timidez.

Seth no respondió, por el contrario terminó de estrechar su cuerpo con el del rubio, Joey sentía como todos sus músculos se tensionaban con el contacto, el cuerpo cálido del sacerdote era un refugio delicioso para su piel desnuda, y la idea de que sus cuerpos solo se separasen por un pequeño palmo de tela incentivaba muchas áreas de su mente e imaginación.

Sin embargo, la mirada de aquel ojiazul, oscura, pero brillante, con esa expresión dominante y como transmitiendo cientos de mensajes a la vez lo estaban matando, sentía cada movimiento del castaño, cada roce, prestaba atención a su aura, a su aroma, a ese exquisito aroma, masculino, pero a la vez tan potente, era extrañamente dulce, pero potente, era como el sabor del vino, pero más dulce, como el dulce de los higos, fuerte, como el sabor de las almendras, y místico…como el propio Egipto.

Su cuerpo rogaba por actuar, por moverse, por dejar de estar en aquella posición en el que el castaño, sencillamente había acortado las distancias, rozando su pecho con el suyo propio, compartiendo sus alientos, lejanos, y a la vez, sintiendo ese vapor que emanaba de sus bocas, ¡Tan solo quería dejar de mirarlo! Poder desviar sus ojos, pero el quería hundirse más, hundirse en ese azul más extenso que el cielo nocturno, en ese brillo que opacaba el de las estrellas

De repente, el ojiazul se separó, le regaló una sonrisa burlesca y llena de victoria y le dio la espalda perdiéndose entre las sombras que conducían al palacio.

Calló de rodillas al suelo, agotado, que batalla tan agotadora, y que enemigo tan mortal, que armas tan poderosas, y que manera de pelear, ¿Por qué había sucedido todo aquello? ¿Que explicación podían darle, o que justificación podía buscar a su actitud ante la intromisión del ojiazul? Que mala jugada había sido aquella, que reproche tan grande le habría hecho akhenatón si hubiera visto todo aquello, el estaba preparado para un enemigo, plagado de jugarretas viles, y malignas artimañas, pero aquel hombre lo seducía, el tenía la mejor de las armas, el carisma y la belleza como para destrozarlos…pero no, no podía admitir su derrota cuando la batalla apenas comenzaba, el debía devolverle la jugada…

El lo había prometido, era su misión, y se lo debía todo a Akhenatón, aquel castaño, deseará nunca haber jugado con su cuerpo…¡NUNCA!

Seth entró nuevamente a su habitación, sonriendo de manera altanera y regalándole a si mismo, una felicitación.

Que brillante jugada, no había siquiera llegado a tocarlo y pudo ver como el rubio se debilitaba, que divertido había sido todo aquello, al principio no sabía que fuerza lo había conducido hasta el lugar, era una especie de poder sobrenatural que controlaba su cuerpo y le exigía que siguiese al cuerpo del rubio, que magnifico cuerpo…tan soñado, lo había visto ya dos veces en aquella situación y en ambas se les había ido el aliento…

Que absurdo, que a él, el gran sacerdote de todo Egipto se le vaya el aliento por un pobre soldado, pero debía admitirlo, de todos los "pobre soldados" que había visto en su vida, aquel era el más hermoso, su cuerpo esbelto, definido, era masculino en todos sus ángulos, gritaba su virilidad en cada músculo, pero su rostro, de delicadeza casi femenina, de mirada atrapada como si su dulzura estuviese guardada bajo una coraza, estaba casi sin brillo.

Su dulzura estuviese atrapada bajo una coraza…eso le recordaba tantas cosas…casi se sentía identificado…pero…¡NO! ¿¡En que cosas estaba pensando! De seguro el cansancio lo estaba confundiendo, se envolvió entre las telas de su cama y trató de desviar aquellos confusos sentimientos de su corazón.