Hooooooola a todos! XD he regresado con un nuevo cap, estoy tratando de escribir caps más largos por lo que trataré de describir un poco más los lugares y sentimientos –o- (ra me ayude) respondo reviews (como los amo):

Una de las cosas que más pena me da de escribir es no poder contestarles a todas sus dudas, propongo por lo tanto que nos mantengamos en contacto a través de mi e mail de yahoo: espero de corazón que logremos hablar algún día pues sus reviews me hacen increíblemente feliz y los estimo y guardo todos con cariño, de ser necesario se los contestaré via e-mail.

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Horas, días, semanas, meses habían transcurrido desde su ultimo encuentro con el sacerdote, y su estadía en el palacio n era menos que placentera, Atemu, lo visitaba a diario, disfrutando de largas pláticas, pronto descubrió que para lo difícil que era ser un faraón, Atemu gozaba de mucho tiempo libre, tiempo que le encantaba "derrochar" en el, muchas veces lo acompañaba a ver los entrenamientos que le daba al ejercito, Joey pronto había tomado el rango de líder, y aunque habían muchos jóvenes talentosos entre aquellos peones, la mayoría de sus habilidades eran tan solo un suspiro junto a las de Joey.

Pronto aprendió a guiarse a ciegas por todo el palacio, comenzó a captar los aromas, el ritmo de los pasos, y los lugares que frecuentaban cada uno de los individuos que allí vivían, de manera que siempre estaba preparado para hallarse con alguien, o a captar perfectamente a un intruso, cosa que estaba seguro, tal vez algún día podría serle útil en su trabajo de resguardar al faraón.

Cuando no entrenaba a los jóvenes lo hacia a el mismo, en las noches no hacía más que disfrutar entre los jardines reales, eran como un mundo escondido dentro del desierto, Joey acostumbrado a la arena y el calor intenso no tenia muchas veces la oportunidad de relajar sus tensiones en una nueva clase de mundo natural, plagado de hojas gruesas y verdes, y fogosas flores del desierto, plantas frutales como los higos, y muchísima hierba, era un paisaje que tan solo había podido ver un par de veces en uno que otro oasis, en el que más se dedicaba a entrenar que a disfrutar del aroma natural de las flores.

Precisamente, aquella tarde, quería deleitarse con el aroma de los azahares y el canto de la naturaleza, aquellos bichos que emitían una rítmica melodía con el movimiento de los pecíolos.

Se recostó sobre un árbol que aunque desconocía su especie mucho le gustaba su forma Se dejó llevar entre el canto de las aves, durante el hosco silencio del invierno, solo acudía allí el petirrojo, picoteando como un niño minero sus sienes plateadas por el musgo, brincando por las ramas desnudas con su saquito de aire alegre y colorado.

A veces también acudía el mirlo, posaba su melancolía crepuscular devolviéndole de reojo su mirada a Joey y después huía de repente, desplegando las alas en un pentagrama oscuro.

Y la tarde pasó a ser noche, entre tantos pensamientos el tiempo planeaba en un cielo de sueños, sin embargo, ningún sueño es eterno, y fueron precisamente unos pasos suaves los que lo despertaron.

Sin darle tiempo a Joey de identificar por sus movimientos a la persona que lo acompañaba, a la imagen de Atemu se hizo presente, sonriendo, bajo un haz de luna. Su rostro estaba totalmente iluminado y su cuerpo ensombrecido.

Atemu: ¡Joey! Espero que no te moleste mi compañía.

Joey le lanzó una sonrisa y una mirada de reojo, removiéndose invitándolo a que se sentara a su lado

Joey: sabes bien que tu compañía nunca es desagradable Atemu.

Le había costado, pero al fin había comenzado a tutear al faraón, cosa que a Atemu parecía causarle gran regocijo.

Atemu: Veo que te gustan los jardines, todas las noches vienes aquí.

Joey se rió por lo bajo, su faraón, acababa de dejarse al descubierto, aunque dudaba si aquello era intencional o no.

Joey: Casi parece que me espiaras.

Yami se tensionó, le dedicó una sonrisa al rubio y dejándose caer a su lado lo miró intensamente, como tratando de dejar bien en claro sus palabras

Atemu: Lo hago.

Hubo un momento de penetrante silencio, pronto desviaron sus miradas y dejaron correr el tiempo…la luz era cada vez más escasa, y el ritmo de los sonidos del atardecer iban dando paso a la melodía de la noche, ambos comenzaron a olvidar el ultimo comentario y a disfrutar únicamente de la compañía del otro, sus esencias se mezclaban, el calor el uno del otro creaba un escudo impenetrable por la brisa desértica de la noche, para Joey, aquel era el gozo absoluto, aunque pareciera un acto tan simple como disfrutar del silencio, el hacerlo con Atemu parecía una experiencia erótica y emocionante, su cuerpo se sentía aturdido, como en pleno combate, cuando la adrenalina que vive en tu cuerpo se despierta y aumenta la temperatura de tu piel hasta hacerla casi incandescente,

Sintió movimientos próximos hacia si, sin embargo la curiosidad que impulsó a mover su rostro para averiguar porque Atemu se removía pronto tuvo su recompensa, al ver a escasos centímetros de su rostro la imagen de Atemu, ensombrecida y sonriente, su mirada era seria pero sus labios reflejaban una sonrisa incitante, comenzaron a acercarse, si la adrenalina antes se había percibido en su cuerpo, ahora lo desbordaba, cerró los ojos por una voluntad propia escondida para él hasta entonces y…

¿: Perdone que lo interrumpa señor…un enviado del rey persa acaba de llegar y tiene noticias sobre la llegada del monarca a nuestro imperio.

Atemu pareció adquirir una expresión de fastidio y desasosiego, le habían cotado la tónica de una manera brutal y lo peor es que no había sido cualquier esclavo, es más, ni siquiera había sido un esclavo.

Atemu: Dime algo Seth… ¿Por qué no enviaste a un mensajero a darme estas noticias?

Seth pareció divertido por la expresión de atemu (cosa que le impresionó a Joel pues nunca se hubiese imaginado semejante falta de respeto para con el hijo de los dioses por parte del sacerdote)

Seth: Pero señor…fue usted el que me pidió que mantuviésemos esta próxima reunión en secreto, no queremos alarmar a los ciudadanos…

Parecía que Atemu quería replicar algo, pero, tragándose sus propios pensamientos se levantó, sacudió un tanto su túnica y sin siquiera dirigirle una mirada a un perturbado Joey se internó en la espesura del jardín rumbo a los pasillos del palacio.

Joey: lo hiciste a propósito…¿No es así?

El tono de voz de Joey era una mezcla de malhumor y tristeza, con cierta desilusión en sus palabras, giró su rostro para clavarse en la mirada gélida del sacerdote, el cual seguia manteniendo una sonrisa burlona en el rostro y una expresión de inocencia en su mirada.

Seth: Yo no puedo permitir que nadie me gané…incluso el Faraón.

Giró sobre sus talones dejando a Joey aun masticando sus palabras y el significado de estas en conjunto, ¿Seth quería probar ese juego? Jugarían entonces…aun incluso, si significaba tener que traicionar a su amor por Atemu, no iba a permitir otra interrupción y otro comentario de esos…

Aquello no seria una guerra

Seria una masacre.

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Existen pequeños momentos, pequeños y minúsculos instantes de nuestra vida que sin que nosotros autoricemos o estemos preparados para ello, esos momentos usualmente, vienen protagonizados por aquellas personas que menos nos imaginamos, las últimas que esperamos atraviesen nuestro corazón muchas veces son las primeras en hacerlo…

Y aquel sería el caso, era una estrategia de guerra, que siempre hay que aprovechar las oportunidades, y las oportunidades están conformadas por, pequeños detalles, eso es lo que las hace especiales, es por eso, que si quieres aprovechar una oportunidad al máximo… ¿Qué mejor manera de hacerlo que conociendo los detalles más íntimos de estas?

Digamos que una oportunidad para atacar al famoso sacerdote estaba cerca, peligrosamente cerca…Aparentemente, lo que Seto no sabía es que su interrupción hacia pocos días no había sido más que un puñal para su espalda.

(Flash Back)

Yuliak estaba encantado buscando entre sus frascos alguna pomada de aroma fuerte para un corte que Joey se había hecho cuando, (explicando el hecho de su sospechosa felicidad) el castaño hizo una mueca que más parecía una sonrisa de asco que una sonrisilla.

Yuliak: El faraón me ha invitado a la recepción de bienvenida del emperador… ¡Ya he preparado mi mejor traje!

Joey en un inicio no reparó en la frase recién pronunciada por el excéntrico estilista, sin embargo, no pudo evitar oír la palabra "emperador"

Joey: ¿El emperador has dicho?

Yuliak hizo un ademán divertido y lanzó un gesto orgulloso y altanero con esa prepotencia tan característica de el.

Yuliak: Si, el gran emperador persa, el faraón quiere mantener estrechas relaciones con el ya que lo ve con un enemigo potencial, y tu sabes bien que luego del ataque de los sirios es mejor intimar con nuestros enemigos más fuertes lo mejor que podamos…¿No te ha invitado el faraón?.

Joey trató de esconder su conmoción no muy seguro de la efectividad de su camuflaje sin embargo este hecho lo preocupó de sobremanera y no iba a negarlo.

Desde su último encuentro, Atemu se había mantenido renuente a mantener una plática larga y aunque su trato fuese igual de amistoso y cordial que siempre, no podía evitar sentir el deje de seriedad que muchas veces se le escapaba, no había esa extraña cordialidad y picardía que siempre tenía para él…y que no lo hubiese invitado a una ceremonia tan importante, a el que era su máxima escolta…

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Bakura: y dices… ¿Qué mandó a Otogi a invitarte?

Bakura parecía más divertido que impresionado, apenado o incluso escandalizado, enmarcaba en su rostro una sonrisilla picara y juguetona, casi burlona cosa que no pudo evitarlo, le molestó de sobremanera.

Joey: No se a que le encuentras la gracia, si hasta al…sirviente que le corta el cabello lo invitó personalmente.

Joey estaba sentando frente a bakura frunciendo el seño de manera disgustada, la verdad es que no le encontraba lo gracioso a el asunto, después de todo bakura, posiblemente luego de todas las charlas que habían tenido había ganado la confianza suficiente como para conocer de su atracción por el faraón.

Bakura: Bah, no le prestes atención, es más, pon en práctica las leyes cotidianas, recuerda que todo lo que se hace se paga con la misma moneda, si eres un ladrón, te cortaremos las manos…en el caso del faraón… ¿Qué tal si le pagas su osadía fijando tu atención en alguna mujer? o mejor aun…algún cercano…

Joey quedó pensativo un instante…era bien sabido que las doncellas del faraón no estaban más que como concubinas que algún día le darían a un heredero, sin embargo no sabia de ninguna persona lo suficientemente importante como para causarle celos al gran dios de Egipto.

La estrategia era infame a demás de que era casi irrealizable dados los pocos candidatos…pero…

Joey: Bakura…eres un genio

Joey se levantó de un sobresalto, le estrechó una mano a su amigo y dándole una última palmada emocionada y divertida salió del recinto llamando a gritos a Otogi.

Mataría dos pájaros de un tiro.