¡Saludos a todos los fanfikeros! El fanfic que tenéis aquí intenta parodiar el Silmarillion, obra del Gran Maestro John Ronald Reuel Tolkien. Así que de ahí estan sacados los personajes, básicamente. De momento sólo está lo que correspondería muy aproximadamente al Ainulindalë, desde la creación de los Ainur por Eru, hasta que Melkor va a luchar contra ellos, ya en Arda. Éste es el segundo fanfic que publico en esta web, y todavía tengo poca experiencia, así que disculpad por las posibles y problables, no incorreciones porque incorrecciones seguro que hay a cientos, sino ya aberraciones literarias. Disculpad también si el uso de los signos de puntuación no es del todo correcto.
No recuerdo cuando comencé a escribir esto, creo que a comienzos de año, y todo empezó por simple diversión y ganas de pasar otra vez por el maravilloso corpus mitogénico que es el Silmarillion, pero esta vez de una forma muy distinta, y yéndome de la olla tanto como me apetecía. No tengo pensado seguir muy de cerca el Silmarillion original ni ceñirme a él, simplemente hacer lo que salga. Todo empieza con este primer capítulo, que tiene un tono sobretodo humorístico y bastante absurdo, donde se nos cuenta la creación de los Ainur por un dudosamente responsable Eru, como estos bajan a Arda con el clásico método de la chimenea y allí se aburren hasta que llega Melkor.
El segundo capítulo está ya a medio hacer y prometo publicarlo aquí en poco tiempo. Para quien le guste este "Ainulindalë, o algo así", querría avisarle de que el capítulo 2 tiene un estilo un poco distinto y no me he centrado tanto en el humor absurdo (lo que no significa que haya prescindido de él, ya que mi idea es hacer una parodia modestita). El capítulo 2 podría equipararse a una típica batalla clásica de los manga shonen (los que conozcáis Naruto, probablemente captaréis algún que otro cliché concreto sacado de esa serie). Por cierto, la idea básica para el tercer capítulo ya está pensada también así que con suerte habrá Historia de Arda para rato. Respecto al título general (...Bocadillos), lo he elegido así sobretodo para dejar ver que es en clave de coña, pero eso no quita que los Bocadillos tengan un papel importante en el futuro de Arda...
Que disfrutéis de la lectura.
AINULINDALË, O ALGO ASÍ
En El Vacío Ígnoto De La Nada (uséase, Al Principio, con mayúsculas) estaba Eru, El Único. El Que Tenía El Poder Absoluto. Conocido por los Elfos como Ilúvatar; por los Hombres como Dios; por los Enanos como Gran Barba; y por los frikis como Tolkien. Tanto era así, que Eru Se Aburrió. Y Eru Decidió Crear a los Ainur, que Lo llamaron Papi en la Lengua Antigua. Los Ainur eran menores que Eru en cuanto a talla (espiritualmente hablando, por supuesto) eran como nubes de gas, pero no exactamente. Podríamos decir que eran vaporosos. El más poderoso se llamaba Melkor, y siempre les quitaba el almuerzo a sus hermanos, pero Eru Tenía confianza en que se volvería un poco menos capullo. Los demás eran, más o menos en orden de mayor a menor: Manwë, de color azul; Aulë, de color pardo; Ulmo, de un color azul pero más oscuro (éste era un poco autista); Oromë, que era del color del tronco de un árbol (aunque esto es un poco paradójico en el Vacío Ígnoto De La Nada); Námo, que era de color negro (y estaba un poco ido); Irmo, su hermano, que era de color amarillo oro; y Tulkas, el pequeñín, que era de color rojo y muy vivaracho.
Pero Eru no hizo a los Ainur homosexuales (al menos en principio), lo que viene a significar que no todos eran andróginos. También estaban, en el debido orden: Varda, plateada y rolliza; Yavanna, de color lila... habéis picado, era verde; Nienna, que era de colorverde a topos fucsias y se cuenta que eso contribuyó a su duelo eterno; y unas cuantas más que si hacen algo más adelante, pues ya se describirán y tal. Bien, todo muy condicionado en general. Pero Eru Es Así. Se dice que todos ellos estaban conchabados contra Melkor por envidia, ya que las Aini estaban todas prendadas del carácter de Melkor y a ellos no les hacían mucho caso.
Por desgracia (es decir: por suerte) ocurrió lo que más adelante provocaría una larga serie de batallas apasionadamente sangrientas y que sería la principal causa de mortandad de los Elfos (que entonces sólo se llamaban Primeros Nacidos, aunque irónicamente aún no habían nacido, esto se explicará más abajo). Resultó que un día, Eru Estaba Fumando tranquilamente Su Pipa con la Hierba Divina (+400 a la clarividencia, por lo menos, y si es aspirada directamente a los pulmones se añade un multiplicador; la que los Elfos llamaban Wooo, y los Hombres -Segundos Nacidos, ver más abajo y sucesivas aclaraciones- de ninguna manera pues los primeros se la procuraron toda y se agotó, en una historia que tal vez se contará mucho después) y entonces apareció Melkor que iba a decirle a Eru que sus hermanitos habían puesto cola adherente en sus calzoncillos etéreos. Pero de tal forma Eru Se Incorporó que Una China cayó de Su Pipa a algún punto especialmente sensible de la masa gaseosa de Melkor, y he aquí que Melkor profirió un grito atronador de los suyos (por los que era especialmente conocido) y desde entonces fue un poco más cabrón. Aunque esto aún no lo sabían los otros Ainur. Yo, como narrador omnisciente, tengo ciertas licencias. Los Elfos y los Hombres (los Enanos no) han estudiado durante Edades este asunto y jamás han logrado entender cual fue la intención del Único en este acto.
Lo cierto es que los Ainur se pasaban el tiempo puteando a Melkor porque era el más fuerte y el mayor, y éste se veía en un callejón sin salida que no le dejaba otra opción que utilizar la fuerza contra sus hermanos –era la única forma de mantenerlos a raya, cualquiera que haya tenido siete hermanos más pequeños todos aliados contra sí entenderá porqué Melkor no podía ser bueno- La cuestión es que siempre se las cargaba, porque era el mayor (Eru Parecía no Darse Cuenta de lo que pasaba y Aparentaba Pillar sólo a Melkor pegando a sus hermanos, pero como de todos es sabido que El Único Es Omnisciente, es evidente que esta actitud encerraba algún propósito más elevado no dado a gente de llano entendimiento como... como cualquier otro que no fuera Eru). Pues bien, tanto es así que Eru se mostró cansado de esta situación y un buen día (hablando en lo que sería la ausencia de Espacio-Tiempo) al llegar a la parte del Vacío Ígnoto De La Nada donde estaban los Ainur, sorprendió a su prole regalándoles instrumentos musicales, para que tocaran algo útil que no formara parte de Melkor. Manwë recibió una zambomba. Ulmo recibió un cuerno. Aulë recibió una batería. Oromë recibió un teclado. Námo recibió un órgano. Irmo recibió una flauta. Tulkas recibió una trompeta. Varda recibió un triángulo. Yavanna recibió un cacharro de esos africanos que suena como la lluvia (es que era un poco manazas y su habilidad no daba para nada más). Nienna no recibió ningún instrumento, pero Eru le regaló un tentetieso (el primer mathom de la Historia de Arda) y Nienna se pasó toda la eternidad llorando por haber recibido una gilipollez semejante. Y así fue que presentóse Eru ante Melkor, y habló por primera vez en tres páginas (bueno, en tres páginas si miras el documento en formato word con letra Arial 12 y interlineado 1.5, contando que la introducción no está), y estas fueron las palabras de El Único:
-A ti, Melkor, fruto de Mi Pensamiento, no te Doy ningún instrumento pues tu sola voz ya es bastante potente y se te oye desde lejos.
Y entonces Melkor respondió:
-Pues eres un Hijo Puta.
Y así fue que Eru Habló por segunda vez en tres páginas:
-¡Ah! –Y esto fue una Exclamación, no como las que se hacen hoy en día- Hijo Mío, levanta la voz contra Mi, haz lo que crees que te place, da rienda suelta a tu cuerpo y tu mente. Pero no olvides que en origen vienes de Mi y que Te Creé como Creé a tus hermanos, y que todos los vientos que levantéis contra Mi, que todas las mareas que provoquéis para anegar el pasado en un sumidero de olvido, que todas las candelas que encendáis para apagar el vacío que podáis llevar en vuestro corazón en cada momento, al final no seran sino piezas de lo que He Conformado según Mis Designios.
Melkor quedó un poco abatido por esta respuesta. Pensaba que Eru Le Tomaba el pelo.
-Oye, Papi, todo eso me parece muy bien, pero por lo menos de momento me importa una mierda porque sencillamente yo mismo tengo la impresión de poseer libre albedrío, quiero decir que mis acciones traen consecuencias imprevisibles al menos en apariencia, y eso también...
Y así fue que Eru Habló por tercera vez en tres páginas:
-Oye, oye, oye... espera, a ver, explícame qué es eso del libre albedrío. Yo nunca Hablé de "libre albedrío". A ver si Me Explico... Ejem... –Y esto fue un Ejem, no como los que se hacen hoy en día- A lo largo de tu existencia, comprobarás, como tus hermanos, que las cosas, los sucesos, no se mueven nunca según los designios de uno mismo, salvo Los Míos. Comprobarás, como tus hermanos lo harán, que el destino no puede moldearse al antojo de uno sólo, salvo Del Mío.
-¿Por qué yo no tengo ningún instrumento?
Eru Puso Los Ojos en blanco, y así fue que Habló por cuarta vez en tres páginas, y en lo sucesivo Continuó Hablando varias veces más, pero a partir de aquí no seran señaladas pues suponemos que como los datos que aporta el narrador son relativos a la historia narrada para ser leída o comprendida por una persona ajena a ella, son superfluos si por un uso excesivo se ralentiza dicha narración y se hace pesada.
-¿Quieres un instrumento?
-Claro.
-¿Acaso me lo has pedido?
-Hmm... bueno, no. ¡Pero no entiendo por que les has dado uno a cada uno de mis hermanos y yo no he recibido nada!
-Envidias a tus hermanos ¿No es así¿Querrías ser uno de ellos?
-¡No! Son más estúpidos y más débiles que yo.
-Tu eres en verdad el más poderoso de entre tus hermanos. No obstante, les envidias. Y aún siendo tus hermanos, tu no eres capaz de verte a tí mismo reflejado en cada uno de ellos.
-Eso es porque no son mis iguales, aunque tal vez sean mis hermanos. Además, no es que les envidie, es que no entiendo tu favoritismo.
-Yo No Muestro favoritismo.
-Porque para tí somos sólo piezas en tu maldito juego.
-Tú mismo estás jugando ahora mismo, aunque no te das cuenta. Ahora silencio. SILENCIO.
Y el silencio se hizo. Los demás Ainur, que habían estado trasteando con los instrumentos, dejaron de utilizarlos.
-Ahora venid Conmigo, acompañadMe y Os Mostraré la Llama Imperecedera.
Los Ainur, Melkor incluido, siguieron a Eru astralmente hasta una sala (hablando en términos de Vacío Atemporal). En el centro había una superficie llana y ancha de color azul marino. A Ulmo le pareció muy bonita, y dijo:
-Esta superficie azul me recuerda a algo, pero es más como si lo hubiera soñado.
-¡Sí! A mi me pasa lo mismo –dijo Vána (una Ainë que había por ahi)- Bueno, en este caso no, pero a veces pienso que revivo cosas que ya he soñado, sobretodo con olores. ¡Melkor dice que cuando dormimos viene el Ainu Oscuro y nos mete mentiras en los sueños! Pero tu me protegerás del Ainu malo ¿Verdad, Melkor? –Vána se agarró del brazo de Melkor deliberadamente, como quien no quiere la cosa. Bueno, no es que le agarrara. Fue como si una nube envolviera un cacho de otra irrumpiendo por detrás y atravesándola.
-Es curioso... –continuó Vána- Esta misma escena... es como si la hubiera soñado... sólo que el brazo de Melkor era... hmm... –Vána pensó un instante, intentando recordar y dejando un vacío de expectación en medio del Vacío- ¿Sólido?
Entonces todos los Ainur se sorprendieron y miraron a Vána consternados.
-¡Yo también he soñado que era sólida, y tenía cara, y ojos, y brazos y piernas, y podía tocarme a mi misma! –exclamó Varda.
-¡Hey, yo soñé eso! –saltó Manwë.
-¿También has soñado que eras sólido? –preguntó Oromë.
-Errr... No. He soñado en Varda tocándose.
-Ah.
En aquél instante, La Mano del Ser Cósmico Eru Se Levantó. Y El Ser Cósmico Eru Pronunció Estas Palabras:
-Callad y Atended, coño.
Y todos se Callaron.
-Oye Melkor. ¿Qué leches es eso de que el Ainu Oscuro les mete sueños chungos cuando duermen? –Preguntó Eru.
-¿No eras omnisapiente?
-Sí... –Eru Puso Los Ojos en blanco- Bueno, no importa. Oídme, lo que dice Melkor es mentira ¿De acuerdo? Esos sueños provienen de Mi. Ahora escuchad atentamente, porque esto os interesa. No os Revelaré cosas que exceden de vuestra limitación natural, ya que si las escuchárais tal vez enloquecerías e incluso podríais dejar de ser. –Hubo un breve silencio, probablemente para crear expectación, aunque ¿Quién sabe los verdaderos propósitos de El Único?- Como todos sabéis, Yo os Creé. Y cuando os Creé, Deposité en cada uno Una Parte de Mí Mismo. Yo Soy Omnipotente y Omnisapiente. A Mi Me Es Revelado todo lo que ha ocurrido, todo lo que ocurre, todo lo que ocurrirá hasta el fin, ya que las cosas suceden según Mi Voluntad. ¿Entendéis, pues, lo que Estoy Diciéndoos? –Los Ainur Lo miraban absortos en un estado de alucinación parcial, incapaces de hacer otra cosa que dejar resonar dulcemente y con interés las palabras que Eru Pronunciaba con Su Voz Divina, que era como una música perfecta. Si en el fondo Le adoraban. Eru Se Hizo eco de la audiencia, y Continuó.
-La Parte de Mi que cada uno de vosotros tiene en vuestro interior también contiene Parte de Mi Sabiduría Infinita. Contiene Parte de Mi Visión Completa y Profunda de todo. Así pues, os Revelo que lo que creéis que son sueños, en realidad son visiones de vuestra existencia que aún no habéis tenido la oportunidad de vivir, pues proceden de lo que todavía está por venir. De todas formas, estos conocimientos no se os presentan de forma clara, pues son aislados e inconexos y no podéis establecer una auténtica conexión entre el ahora y el después. Pero de esta forma os He Mostrado Parte de Mi Obra, en la cual cada uno de vosotros tomará parte de distinta forma.
-Hey, eso significa que mi visión se hará real... –Murmuró Manwë.
Hubo un silencio incómodo.
-Un momento –dijo Melkor- Veamos, yo también he tenido sueños. ¿Estos sueños son visiones del futuro?
-Sí, si los has tenido sin buscarlos. –Respondió Eru.
-Entonces. -prosiguió Melkor- ¿Lo que veo en estos sueños proféticos se cumplirá lo quiera o no? Quiero decir que, si tengo un sueño profético que no me gusta, ya sabré que va a pasarme eso. Por lo tanto, a partir de ese momento haré lo lógico, es decir, todo lo que esté en mi mano para evitar llegar hasta esa situación. ¿Aun así se cumpliría¿Aunque me aparte del camino que lleva a su cumplimiento¿Acaso todo nuestro destino está ya dictado de antemano?
-Te repito lo que ya He Dicho. Soy Omnipotente y Omnisapiente, esas visiones o sueños proceden de Partes inconexas de Mi, de modo que no podéis captarlas en toda su amplitud, y por lo tanto sois incapaces de comprenderlas del todo. Yo Soy El Origen y El Final, Melkor. Yo Soy El Todo y La Nada. Yo Soy La Alfa y La Omega...
-¿Lo qué?
-Nada, olvídalo... Ejem... ¿Supones que tu voluntad no forma Parte de Mi¿Que eres ajeno a Mi sólo por el mero hecho de poder mirarMe tal y como Me Presento ahora ante vosotros? Piensa que eres Parte de una Obra Superior, y como tal, encajas de una forma determinada en las redes del destino. En cuanto a tu pregunta. No la Responderé. Por lo menos, no claramente, pues tendrías que ser completamente Yo para comprender la Respuesta Verdadera. Baste decir que no debéis suponer que vuestra forma de percibir las cosas, vuestras voluntades, vuestros deseos, vuestros temores... son equiparables a Los Míos. No lo son en ningún sentido, por lo tanto no debéis intentar comprenderMe. Lo intentaríais en vano...
Melkor musitó:
-Vaya... debo haber dado en el clavo...
Después comenzó a cavilar, y acabó por no saber qué más decir.
Pasó un absurdo rato, durante el cual lo único destacable fue que Irmo estuvo deseando tener una nariz material para hurgársela. Al cabo, entró un ente brillante y, llamémosle elegante, con una tarjetita colgada de la camisa que ponía escrito "Llama Imperecedera". Eru le dio un apretón de manos y se dirigió hacia la prole de Ainur.
-Escuchad, Mis pequeños. Os presento al señor Imperecedera, que ha venido especialmente para la ocasión.
-Podéis llamarme Llama –Dijo el ente interplanar- Eru me ha invocado para que os ayude con el asuntillo de cruzar del plano etéreo al plano terrenal. Pues ese es mi trabajo.
-Ese es su trabajo –Añadió Eru.
-Bueno, os cuento como funciona. Yo os doy un pequeño trozo de papel, uno a cada uno ¿De acuerdo? –El señor Imperecedera sacó del bolsillo una tira de tickets- Ahora necesito un voluntario para que veáis como se hace.
Melkor pidió palabra, levantando un brazo-nube-de-gas torpemente, lo bajó enseguida al sentir repentinamente que ese acto era innecesariamente infantil y dijo:
-¿Esto para qué es¿Dónde has dicho que tenemos que cruzar?
-Váis a un lugar donde existen el espacio y el tiempo, -respondió Eru- Pensaba que os había quedado claro. Lo de ser sólidos y todo eso...
-¡Ah, sí, lo de la existencia! –saltó Oromë.
-Bueno, aquí también existís... sólo que allí, por regla general, no Me tendréis a Mí... en la medida en que eso es posible. Hablo en llano para no Complicar demasiado la explicación. Espero que lo entendáis. Váis a un lugar donde puede primar vuestra voluntad en forma de actos.
-Uh... ¿No estarás tú? –Preguntó Melkor- Quieres decir que... ¿no influirás?
-Digamos que a vosotros os parecerá que no. ¿Por qué, no te parece bien?
-No, no. Digo... Sí. No, si no es por nada. Sí, si a mi... uhm... no lo había pensado... –Y acto seguido, Melkor profirió un indeciso y poco practicado "Muahahá".
Imperecedera carraspeó.
-Veamos¿quién se ofrece voluntario?
-¡Yo mismo! -dijo Manwë, animado.
Melkor le puso una vapor-mano en el hombro-gas, apartándolo (¿Un soplido hubiera hecho el mismo efecto?). Obviamente quería ser el primero en reconocer el terreno.
Manwë se apartó, pero dirijió una mirada airada a Melkor.
-Muy bien, no temas ahora –el Sr. Imperecedera le dio un ticket a Melkor y le señaló una chimenea que había en un rincón (curioso que ni el propio narrador hubiera reparado en ella cuando describió la habitación de pasada)- Mira, Hijo de Eru, tira este papel a la chimenea; cuando lo hagas se encenderá un fuego de colores. Todo lo que tienes que hacer es saltar dentro y el fuego te consumirá en este plano, así pasarás al plano terrenal.
-Eso parece doloroso.
-Lo es. El ticket ya describe las condiciones del viaje interplanar, y el lugar de partida y el de llegada, sólo procura no pasar de 120 (risas).
Melkor lanzó el ticket a la chimenea y sencillamente saltó dentro. Entonces sintió como su cuerpo aumentaba de temperatura, súbitamente. Eso le dolió. También sintió como su volumen molar aumentaba con la temperatura. Y eso fue también doloroso. Curiosamente, desintegrarse no le produjo ningún dolor. Simplemente desapareció de allí. Lo irónico es que el mayor dolor lo sintió cuando se reintegró en el plano terrenal. No es agradable sentir como tus propios átomos se van formando forzadamente por medio de fusión nuclear y se van enlazando unos con otros, especialmente cuando se enlazan covalentemente, además Melkor acabó muy cansado. Nunca había estado cansado. Pero esta vez lo estaba, porque si bien la energía que se requiere para hacer el viaje interplanar en sí no es demasiada, la energía requerida para reintegrarse a partir de un montón de atómos desordenados es enorme, y no queda suficiente para restablecer la del cuerpo reintegrado. Melkor maldijo para sus adentros, como tantos otros lo han hecho en varios rincones del multiverso, el segundo principio de la termodinámica. La siguiente reacción inmediata fue observar la solidez de su cuerpo. Ahora ya era humanoide. Así sucesivamente fue tomando reacciones inmediatas una detrás de otra. La siguiente fue huir de ahí por patas. La siguiente fue volar en vez de perder el tiempo corriendo, pues iba mucho más rápido.
Mientras tanto, en el no-espacio-tiempo (ver Vacío Ígnoto de la Nada) había un pequeño problema que causó que los Ainur restantes no quisieran entrar en la chimenea. Fundamentalmente habían presenciado como Melkor, el más poderoso de ellos, había desaparecido consumido por unas llamas iridiscentes entre gritos de dolor, gritos afinados, pues Melkor tenía buena voz, pero de dolor al fin y al cabo.
-¿Qué tal si decidimos no morir? –Dijo Varda.
-Lo secundo –Al unísono en coro el resto de Ainur.
Llama Imperecedera y Eru se echaron una mirada de complicidad. Eru levantó un dedo y de él salió una chispa de colores que se asemejaba bastante a unos fuegos artificiales (sobretodo teniendo en cuenta que un dedo de Eru medía casi una milla). Se hizo un chasquido y hubo silencio. De la comisura de los gas-labios de algunos Ainur colgaba una babilla en estado vapor que parecía indicativo de un estado sincopal de sumisa alelación.
-¿Quién quiere ser el siguiente? –dijo el Sr. Imperecedera, como si nada hubiera ocurrido.
Y con esas palabras, los Ainur llegaron a Arda. Y sintieron exactamente lo mismo que siente un niño cuando le regalan su primer Lego. En ese momento, Eru Sacó una bolsa transparente llena de cosas grises, la Abrió, sacó una pequeña cosa gris de su interior, se la tendió a Llama Imperecedera y le dijo:
-Son sin sal.
Si hubiéramos hecho un mapa de Arda cuando los Ainur llegaron a ella, lo único destacable que habríamos visto era lo vacío que estaba todo. Y que Melkor no estaba por allí, aunque en el horizonte se veían unas nubes negras de mal rollo. Había solo piedras y agua y aire, no había plantas ni esa clase de cosas. Bueno, en general no había esa clase de cosas que no acostumbran a estar en El Principio, pues son el tipo de cosas que los Ainur deben crear. Al margen de todo, lo primero que pensaron los Ainur en general era que hacía mucho calor, y que ahora tenían capilares sanguíneos que podían llegar a dilatarse demasiado. Aunque un Ainu podía aguantar bastante calor, claro; no por nada eran semidioses. De todas formas no tenían porqué pasar calor sin motivo, así que decidieron buscar una calita y darse un baño en el mar. Por suerte, ellos, al igual que Melkor, también descubrieron que podían volar, así que no tuvieron muchos problemas para encontrar un buen sitio. Manwë volaba más rápido que el resto (porque era el más poderoso de los que allí habían) así que pudo elegir sitio. De hecho, cuando se habían puesto cómodos, Manwë parecía de orgullo henchido y empezó a proclamar que él era el Señor de los Vientos y que construíria una torre más alta que las nubes desde la cual todos sus dominios serían atisbados.
-Creo que sería más apropiado para tí "El Señor del Aliento de Arda" –dijo Varda de súbito.
-Hmm... sí, me gusta –reconoció Manwë.
Todos rieron en harmonía excepto él, Manwë puso cara de desconcierto y sólo alcanzó a decir:
-¡Eh, realmente habéis practicado esa risa! Papi estaría orgulloso. ¡Vamos chicos, vayamos a darnos un baño!
-¿Por qué emplea ese tono? Me da repelús –dijo alguien, los historiadores elfos creen que probablemente fue Tulkas, o Ulmo, o Aulë, u Oromë, o Námo, o Irmo, o tal vez una Ainë. El asunto parece no estar completamente dilucidado pero siguen investigando con énfasis.
Todos se metieron en el agua, aunque a Aulë en principio le dio algo de reparo entrar en el agua, porque decía que el agua era efectiva contra la roca y a él le molaba la roca.
El mar no era un mar como los de ahora, estaba del todo sereno, no había ni el más leve asomo de oleaje. Vána, de quien se diría que nació la misma belleza, se quedó mirando al horizonte, su esbelta figura ondeó por las aguas con los ojos perdidos en la distancia, y se mojó los labios con el agua dulce del mar (sí... entonces aún era dulce), y pronunció estas palabras:
-¡Mirad! Qué belleza de paraje, el Cielo azul sobre nuestras cabezas, la Tierra roja y sólida bajo nuestros pies, y el mar que nos envuelve en una fresca y sensual caricia con sus aguas, como si quisiera fecundarnos de existencia. Una caricia que se extiende hasta el horizonte, de una linealidad perfecta, sin una sola perturbación, como el espíritu del mundo en esta edad virginal, que parece decirnos¡Bienvenidos¡Vivid!
Por alguna razón, ninguno de los Ainur varones estaba mirando al horizonte. Todos se quedaron quietos sin hacer nada, lo que provocó la reacción de un aburrido Tulkas:
-¿Por qué no jugamos a algo? –Tulkas era el típico de quien podrías esperar que te saltara al cuello o se revolcara por el suelo simplemente por diversión.
-Bueno... yo no tengo inconveniente en jugar a algún juego. Una vez lo hayas inventado, claro. –dijo Yavanna.
-Había pensado que podríamos hacer un torneo de artes marciales. –respondió Tulkas.
-¿Un... qué?
-¡Por Eru, que aburrimiento! -Exclamó Ulmo, y empezó a agitar el agua con los brazos. Y vió que el agua se movía y se creaba oleaje que hacía que los demás Ainur se sacudieran al recibir la energía cinética.
-¡Hey, esto de las ondas mola! –dijo, y he aquí que creó el oleaje. Después contrataría a varios Maiar a jornada completa para que lo perpetuaran.
-Han usado tu nombre en vano.
-¿Eh¿Qué¿Quién?... ¿Mi Nombre?
-Bah... Déjalo, no tiene importancia.
-Oye, si quieres rebobinamos, que No Me He Enterado.
-No, no, no tiene importancia. Además, tengo que irme. He quedado dentro de cinco minutos para crear un portal dimensional desde el universo DC a Eternia.
-¿Otra vez?
-Sí, bueno, no todos los trabajos que me encomiendan son de buena reputación, pero de algo tengo que vivir, no puedo estar todo el día en el mismo plano.
-Bueno, aquí siempre serás bien recibido, hasta más ver... ya Te Llamaré.
Y Llama Imperecedera se esfumó.
Eru Se Comunicó entonces con el Vacío Abismo telepáticamente, a la primera no lo cogieron, Lo Volvió A Intentar y se escuchó un gutural ¿Síiiiiiiiii?
Hola, Soy Eru De Arda¿Cómo va el Midgard?
Vaa adelantadoo, los hijoos de Borr ya han derrotaado a Ymir...
Psé...
Y los ootross tres ya han matadoo a Cronooos
Tsk...
¿Y los tuuyoooooos?
Bueno... estooo... el mundo está creado y... y... hay una o dos guerras en ciernes... sí, de hecho Melkor esta reclutando un ejército de... ¿Balrogs?
Está bien... pero no vayas demasiaado rápidooo... noo quieero faallos .
¿Fallos Yo? Por favor... Soy El Más Perfeccionista De Los Creadores, no te preocupes...
Y cerró la conexión telepática.
-Bueno, Supongo que ahora Tendré que Crear a los Balrogs, sean lo que sean –Dijo Eru.
Allá en Arda había dos zonas, una, digamos, normal donde había aparecido un pináculo enorme desde el cual Manwë se dedicaba a escupir y mirar como caía el escupitajo hasta que tocaba al suelo mientras el resto de los Ainur se preguntaban qué extraño fenómeno hacía caer agua del cielo; y otra zona en la que se acumulaban nubarrones negros de mal rollo. Bajo esas nubes estaba Melkor, que se había construido una fortaleza negra alta y puntiaguda. En realidad no es que fuera malo, pero sólo le gustaba parecerlo. Y lo parecía bien, por cierto. Él mismo se había dejado greñas, llevaba una cosa que se llamaba cota de malla, y se había hecho unos protectores azules para las piernas que él llamaba tejanos. En el instante en que ocurrió esto, Melkor estaba dando retoques aquí y allá con su equipo de construcción (poderes mágicos y algún que otro puñetazo), pensando que ojalá existieran bestias voladoras para que aletearan alrededor de las torres de la fortaleza. El cielo se oscureció más de lo que ya estaba, de hecho se volvió negro, y apareció una luz blanca y brillante ante Melkor. Esa luz dijo:
-Hola.
-Hola. Molas. ¿Eres un fuego de artificio?
-Uh... no. No exactamente. Soy un mensajero, me llamo Sauron.
-Mucho gusto, yo soy Melkor.
-Lo sé, te estaba buscando... Tengo que advertirte de algo importante. No es fácil, pero este mundo te necesita. ¿Estás dispuesto a hacer un trabajo vitalicio? Eres el más indicado para ello.
-¿Un trabajo¡Ja! En este mundo no hay nada que hacer.
-Bueno... es normal que estés aburrido y pienses eso estando aquí solo. El resto de Ainur están pululando por Arda pero ellos estan juntos. Incluso han fundado una especie de Reino, aunque por lo visto aún no tiene ni nombre... Pasan el tiempo con diversiones que ellos mismos han inventado. Por eso, como tú eres el único que no hace nada, ha sido pensado para tí un cometido.
-¿Y qué pasa si me niego a hacerlo?
-No te vas a negar.
-¿Ah, no¿Cómo lo sabes?
-Porque mola, y mucho...
La conversación desembocó en una nueva situación: para resumirla diremos que pasados unos días, Melkor tenía un ejército de Balrogs a su disposición, y como no tenía nada que hacer decidió enviarlos contra los Ainur.
Cuando los Balrogs regresaron a la fortaleza de Melkor, lo hicieron por vía aérea.
-Te has precipitado –Dijo Sauron, que se había quedado como lugarteniente de Melkor de rebote, adoptando una forma corpórea.- Yo de tú hubiera ido en persona y me habría enfrentado a los Ainur directamente.
-Pero... ellos son muchos ¿No? Creo que no puedo con todos ellos al mismo tiempo.
-Claro que no puedes con todos ellos al mismo tiempo –dijo Sauron socarronamente- Excepto...
-¿Excepto?
-Excepto si te montas en este robot gigante y lo pilotas desde el interior.
-¿Qué¿Qué robot gigante?
-ESTE robot gigante.
-Ah, sí ¡Buena idea, Sauron!
Y Melkor se montó en el robot gigante. El Ainu supervisó los mandos y le gustó la cosa. El robot tenía un cañón Anti-Valar, lásers y gadgets, torpedos de protones, cañón de positrones, revestimiento de mithril, aire acondicionado de serie, e incluso lector de mp3 incorporado, con sonido surround digital...
-Cuando se cree la música, esto será la hostia... ¿Esto estaba en el trastero de mi casa¿Qué coño hacía allí?
-Quizás lo contruyó el científico loco que hay en el sótano.
-Quien sabe... Sauron, encárgate de todo mientras estoy fuera, ya sabes, da de comer a las bestias del pantano y mantén a los Balrogs encendidos.
-¿Debo barrer la fortaleza, milord?
-Por supuesto que NO. Jamás se te ocurra barrer la fortaleza... ¡Me voy, Sauron, emprendo el vuelo con mi Annihilator¡Hasta luego!
Y el robot Annihilator emprendió el vuelo hacia el mojón del horizonte, donde estaban los otros Ainur, mientras una risotada encendida de vigor y crueldad de esas tan chulas rasgaba el aire.
-Buena suerte, milord, buena suerte.
-¿Quién coño se creían que eran esos bichos? –Dijo Tulkas. El pequeño Tulkas había decidido pegar el estirón, pero se excedió un poco, porque ahora era el triple de ancho que el resto de Ainur. Le encantaba el ejercicio físico hasta tal punto que hacía abdominales. Algo que los otros Ainur habían calificado con el sobrenombre de tortura aberrante.
-Podría haberlos aplastado con una sola mano cuando entraron aquí y quemaron el cutis de mi preciosa esposa. ¿Cómo estas Vána, querida?
-No temas Tulkas, mientras te tenga a ti estaré más que bien. Aprecio la misericordia que les tuviste y no los despellejaras aquí mismo, me habrías puesto perdida después.
Vána y Tulkas se habían casado justo después de que Tulkas pegara el estirón. Tas lo cual, Vána mostró un súbito interés por el Ainu rojo. El resto de Ainur varones comenzaron a mirar a Tulkas con ojos de envidia a partir de entonces. Todos excepto Manwë, que estaba literalmente en las nubes y sencillamente le traían sin cuidado los sucesos de abajo.
-No es que les tuviera misericordia, mi amor –contestó Tulkas- Sino que eran ya incapaces de defenderse. Habría sido una afrenta a mi honor si los hubiera atacado aún cuando ya estaban abatidos.
Y por primera vez la palabra Honor resonó en las bóvedas de Arda... sólo era una puntualización.
-Pero si realmente los golpeaste en ese momento, por eso salieron volando...
-No los golpeé cariño... sólo los eché con toda la consideración que merecían. Hay que matizar las cosas...
-Pues yo creo que los mataste.
Justo cuando Vána hubo dicho esto, sonó un teléfono móbil (los fijos no existían, tampoco había líneas telefónicas. En realidad ni siquiera había operadores ni antenas. No, no preguntéis).
-No os preocupéis, es el mío es el mío –aclaró Aulë.
El Ainu descolgó el teléfono.
-¡Hey Manwë! A ver si dejas de tirar sipiajos pedazo de hijodeputa... ¿Qué¿El qué?... tsk... ¿Y si no sabes lo que es de qué coño nos sirve que nos digas que se acerca una cosa volando?... ¡Pues que venga, y ya veremos lo que es!... ¿Y qué coño quieres que te diga?... ¡Que por qué estoy tan cabreado?... Que te den por el culo.
Y colgó.
Tres puntos que casi se podían coger con la mano se extendieron por el aire. De hecho, Tulkas penso en utilizar uno de ellos como saco de boxeo.
Todos otearon el cielo y sí, realmente se podía observar una cosa que se acercaba, y se acercaba, y se acercaba cada vez más. Entonces se oyó un splotch. Aulë se llevó una mano al ojo para limpiarse el escupitajo al tiempo que exclamaba: ¡TE ACORDARÁS HIJO DE PERRA!
Desde luego, Manwë no se aburría por aquél entonces.
