Sakura, Shaoran Yami Koso Densetsu-  Leyenda de Oscuridad.

Por Crystal.-

"Simplemente no puedes escapar de tu destino".

Capitulo.- Destinos...

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-Se me hace tarde para el trabajo.-declaró la joven a momento de cruzar una puerta corrediza en el centro Comercial. 

El lugar estaba con muchas personas y se escuchaba todo el sonido procedente de todas partes.  Verdaderamente, consideraba olvidar ese extraño acontecimiento en la salida de la Universidad.

Avanzó a rápido paso ingresando por un pasillo estrecho y con cámaras de seguridad.  Era la entrada para carga del segundo piso.  En la tercera puerta  a la izquierda, ingresó y cerrando la puerta detrás de si.  En ese momento se encontró con una chica de ojos miel le miró extrañada.  Ahí abrió su casillero, depositando los artículos de universidad y quitándose el suéter que llevaba para colocarse una camisa blanca.  A un lado de la casilla, había una foto de ella con una hermosa chica de ojos azules a quien abrazaba. Mas allá, una foto con su padre y otra foto: una mas vieja aun, con un chico de cabellos marrones algo azorado y ella sonrojada sonriendo. Aun era una niña en esa foto.

-Buenas tardes... llegas temprano.- mientras se colocaba su atril y una corbatita negra.  Sus cabellos eran cortos, por tanto no tenía que amarrárselo. Caso contrario a Sakura: Esta tomaba un listón de la casilla y con un cepillo, se peinaba amarrándose su largos cabellos.

-Lo se- suspiró la chica mientras abotonaba su camisa.- Es que, - dudó referirle el extraño suceso de quedarse dormida en medio de la clase. Ser sacada del aula por su maestro y luego el extraño encuentro con el sujeto en el campus universitario.- Bueno, salí antes...

-Bueno. – solo dijo la extraña chica a Sakura. Se puso de pie cerrando la casilla que le correspondía y mirándole mientras se terminaba de arreglar (Recostándose en la columna de casillas a un lado).- ¿Estás nerviosa, no?

-No.- respondió observándole.- ¿por que dices eso?

Negó con su cabeza y dijo.- Vamos: nos darán las asignaciones en cualquier momento...- Saliendo acompañada de Sakura al área del comedor del restaurante.

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-Ya llegué – dijo Sakura entrando a su casa.  Encontró en esos instantes a tu padre sentado leyendo el diario (a pesar que, eran pasada las diez de la noche)- Hola papá.-

-Hola Sakura- sonrió Fujitaka sonriéndole.- ¿Cómo te fue en el trabajo?

Sentándose pesadamente en el sofá declaró.- Bueno, fue algo flojo...- declaró la joven.- Pero es mejor que los días de mayor afluencia ¿no?

-Me gustaría hija, que no trabajaras tanto.- declaró su padre con serio acento.- en serio Sakura: Entre los estudios y el trabajo, te me enfermarás.

La chica sonrió poniéndose de pie.- no es nada.  Touya trabajaba a mi edad ¿no es así?

-Trabajaba desde mas temprano que tu. – declaró el hombre.- a ese hijo mío siempre le ha gustado trabajar...

-¿Has sabido algo de él?- preguntó preocupada.

Negó con su cabeza.- No ha llamado en esta semana.- respondió.  Su mirada despreocupada detrás de las gafas chocó con la de su hija y agregó.- Cálmate.  Touya está bien...

-Me preocupa mucho que, se haya tomado aquel año sabático...

-Touya quería redefinirse a si mismo.  Su propósito en vida.  Después de la experiencia que tuvo, no lo culpo.

-Papá: todo aquel que es doctor, pierde pacientes...-declaró la joven.

Suspiró Fujitaka para explicarle.- Si, querida. Es el terrible gaje del oficio en la carrera de medicina como la que Touya inició.- declaró su padre.- Pero ahora, él prefiere reencontrarse a si mismo...

-¿por qué se hizo médico?-preguntó Sakura.- ¿Por que de todos los oficios, médico?

-Se que, no tenerlo cerca te disturba. Siempre, fue muy cercano a ti.  – declaró su padre.- Este año, ha sido muy difícil para todos...

-Desde que perdió a esa niña ¿no?

-Tu hermano, creo que se dispuso desde el día que perdió a su madre, de reivindicarse a si mismo.- haciendo una pausa.- Touya, a su manera, no perdonó a los médicos que la atendieron por no salvarle la vida...- entristecido ante los recuerdos.- Perderla así, lo predispuso a ser lo que esos doctores, no pudieron...

-¡Pobre Touya!- dijo la hermana de Kinomoto.- Es triste.  Recuerda mas a nuestra madre que yo...

-Touya tenía diez años cuando la perdió... tu, tenías tres.- y tratando de animar un poco mas a su hija aclaró.- ¿Por qué mañana que es tu noche libre, no salimos? Solos tu y yo.  A cenar, al cine... donde quieras...

Ella sonrió declarando.- prefiero tener una tranquila noche aquí... ¿No? –poniéndose de pie agregó despidiéndose de su padre.- Estoy cansada-. Bostezando.- hasta mañana.- dirigiéndose al piso superior donde aun estaba su habitación de cuando era una pequeña niña.

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Caminaba entre la multitud no tratando de darle importancia a las caras y rostros que le observaran.  Con su morral en su espalda pensaba en los acontecimientos en su pasado.  Acontecimientos que, provocaron su marcha del hospital de Tokio como pasante del jefe de neurocirugía y en sí, de la Tokio misma, dejando a su padre, a su mejor amigo y aunque no lo quisiera, a su hermana, sola.

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La discusión era escuchada desde los pasillos provenientes del interior del despacho de uno de los cirujanos mas famosos en Tokio.

De todas partes del mundo y de los casos mas sorprendentes y menos conocidos, venían de los rincones del planeta para que este hombre los atendiera.  Pero, ni su fama, experiencia o méritos podían garantizarle el 100% de éxito en cada uno de los casos.

-¡LES PROMETÍ A SUS FAMILIARES QUE ERA SEGURO!

-Tal vez no debió hacer promesas inútiles...

-¡Usted estaba ahí! Usted no hizo, tal vez lo suficiente...

-KINOMOTO: No me provoque...- dijo el decano perdiendo la paciencia.

-¡nunca hacen lo suficiente! Para ustedes, los doctores, no les importa quien muera en la mesa de cirugía mientras tengan la potestad de usar las personas como conejillos de indias...

-¡NUNCA HUBO GARANTIAS DEL 100%! ¡SIEMPRE HAY RIESGOS! COMO EGRESADO DE LA FACULTAD DE MEDICINA Y COMO MI PASANTE, LO SABE MAS QUE NADIE...

Kinomoto exhaló con pesadez.  Dijo en un susurro aun con la mirada de su supervisor sobre si.- usted, dijo que era seguro que se salvaría... eso ni siquiera pasó.- dijo molesto.- Solo tenía siete años...- con imploración.- Solo siete años...

-No hay garantías... solo métodos, Kinomoto.

-Usted, la utilizó como conejillo de indias...- dijo sin siquiera molestar a su supervisor con aquel comentario.- La usó y luego, solo dejó que las cosas pasaran...

-¿Acaso me acusa de haberla dejado morir?- preguntó el hombre ahora prestando atención ante semejante acusación.

-Digo que, pudo haber hecho algo mas.- declaró.- Porque se lo garantizó a los padres...y yo di mi promesa de que...- pero el hombre le interrumpió.

-Kinomoto: llegará un momento en tu carrera en que, te darás cuenta que el éxito se consigue a través de sacrificios,- sus ojos permanecían fijos ante los molestos de su pasante.- Y ciertos sacrificios requieren vidas humanas...

-¡Jamás seré como usted! ¡Un animal! Peor que un animal. Un animal no deja morir así no mas a los otros animales de su propia especie. No tiene sentido de ética.

-¡YA BASTA!!- estrellando su puño en el escritorio y poniéndose de pie.- Te pasas de la raya. Si no cuidas tus palabras, me aseguraré que no pases de neurocirujano. Ni siquiera de limpiador de pasillos.

-No quiero ser alguien como usted- se puso de pie bastante iracundo.- Jamás lo seré...- dirigiéndose a la puerta- No soy un animal...

-Kinomoto, te lo advierto: Discúlpate ahora, o no me hago responsable... de que te garanticen tu posición...

-No me garantice nada- declaró el doctor.- Prefiero no estar aquí...

-Si sales por esa puerta...

Pero Touya, prestó caso omiso a sus amenazas, con paso seguro y decidido, cerró la puerta tras él dejando a un sorprendido jefe de neurocirugía estupefacto ante su actitud.

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-Este si ha sido un año complicado.- declaró al ingresar al menudo departamento apenas amueblado.  Pero estaba limpio y pulcro eso si, con las características que sobresalían en sus labores domesticas, realizadas en su juventud, pero era humilde y de bajo costo.

Tocó el botón de mensajes del contestador escuchando los mensajes: - Tiene dos mensajes nuevos... primer mensaje: diez de la mañana.  Touya: Es Yuki... no he sabido de ti en dos semanas y no respondes mis mensajes... se que estás en alguna parte de Venecia.  Aun no comprendo como te fuiste para Italia amigo y ya vamos a un año de este mismo reclamo, prefiero no hacerme esperanzas... pero necesito que me devuelvas este mensaje tan pronto como lo recibas.  Te daré los detalles cuando me llames...

Touya escuchaba aquellos mensajes desde su alcoba. – Segundo mensaje: Doce y diez del medio día... "Touya, es Tomoyo. Estoy en Milán  aun.  Lo siento. Te veré en dos días cuando vuelva a Venecia.  Necesitamos hablar..."

Ahí terminaron los mensajes. Pero Touya mientras se cambiaba de ropa pensaba en ese último mensaje antes de encender su cigarrillo y mirar las ventanas abiertas. Pensaba viendo el paisaje ¿Por qué demonios le dio a ella su número o su dirección de correo? No es como si ella le rogara por él.  Ella le dijo que, no se quedaba mucho en Venecia y fue así.  Según supo por ella antes de marcharse, partieron para otra parte, siguiendo a su madre. Pero aquel "necesitamos hablar", le inquietaba.  ¿para que hablarían? ¿de que? Las ultimas veces que ha sabido de ella, era gracias a correos electrónicos que ella escribía y le daba cuenta de donde estaba y cuando ella pronosticaba que volvería a Venecia.

No era una gran vista desde el departamento pero era pasable.  Estaba hasta el otro lado de donde se veía el canal veneciano.  Veía y observaba, su camino al departamento y a su trabajo, a las parejas viajar en góndolas desde el otro lado y veía las grandes historias de romance en las personas que viajaban en esos vehículos o simplemente almorzaban en aquella cafetería donde él cocinaba. 

Su italiano era el mas malo del mundo. Pero su facilidad para comunicarse con los camareros o los demás, vino gracias a su inteligencia y una oportunidad cuando buscaba a donde irse.

Se sentía un perdedor en Tokio. No soportaba las miradas angustiadas y llenas de preocupación, de su padre, de su hermana, de Yukito o de la última novia de nombre Mizzy cuando lo observaba.  Aunque claro, no era lo mismo salir con un futuro neurocirujano, a un desempleado.

Sin pena ni gloria, su relación se rompió.

Pero gracias a Hanagata, un viejo amigo de preparatoria, de quien supo (gracias a un casual reencuentro)  que, se iba a Italia.  A Venecia. no desaprovechando esa oportunidad, se embarcó dos semanas después y ya, casi a un año, se encontraba habitando aquel departamento y tenía un trabajo (no con grandes remuneraciones) pero trabajo al fin.

Pero lo mejor de todo, era que, no tenía que sentirse como un perdedor.

Aunque tenía sus ventajas: no estar en Japón, requería no encontrarse con conocidos. Frunció su rostro al arrojar la ultima punta del cigarrillo mientras lo consumía al cenicero. Bueno, casi no encontrarse con conocidos.

Encontrarse con aquella amiga de su hermana, no fue de su agrado.  Simplemente porque Tomoyo Daidojij, era una conexión con el pasado; con Japón.  Despreciaba esa conexión.

Sus ojos azules y su piel pálida le recordaron la muerte de aquella niña; con solo siete años.  Solo siete y cuando comenzaba a vivir, moría.

Tomoyo, por Sakura, se enteró de todo aquello que le había pasado al futuro neurocirujano, lamentándolo; Sabía que, Touya Kinomoto no era pesimista ni de los que renunciaban con facilidad.  Él tampoco, se sentía así. Pero Tomoyo estaba demasiado ocupada con su vida y con ser hija de Sonomi Daidojij que no habían sabido de ella, según le explicó. Solo una vez se encontraron; En Venecia Pero ¿Acaso le importaba si ella llamaba o no?

Había tenido su ultima ruptura romántica con alguien de nombre Gabriella.  Fue presentada por Hanagata. Y Gabriella era toda mujer de mundo.  No se preocupó en averiguar de ella que lugar ocupó en su lista de romances. Tampoco se preocupó, cuando a la segunda cita con ella y a pesar de que, ella hablaba un fluyente japonés (Aprendido durante sus tres años de postgrado en Japón basada en la arquitectura y arte japonés) se acostó con ella. Así como fue rápida su relación, así fue su ruptura.  Sin causas, dolor o consecuencia.

No buscaba el amor, porque no creía encontrarlo.  Se consideraba alguien, que no podía enfrentar un pasado ¿Cómo pensar en un futuro?

Pero complacer sus deseos carnales, si habían aparecido mujeres, pero nadie que tocara su corazón.  Tal vez cuatro en ese año. Pero no se preocupaba con conocer sus destinos o en todo caso, volver a hablar con ellas.  Aunque una de ellas, trabajó en la cafetería. Solo duró un mes su relación con ella (Si eso podía llamarse, pues ella apenas entendía Japonés y si quiera decir que él entender italiano y menos que todo, con solo dos meses laborando en el restaurante, pero complació la inquietud de ella desde el momento que se lo expresaba corporalmente y él respondía ) .  Después de eso, ella renunció a la cafetería.

Depositó la colilla del cigarrillo y miró mas allá como las casas y los edificios altos de departamentos, se enfilaban. 

Tomoyo y él se encontraron por casualidad en la calle. –" Pura casualidad."-  ¿Acaso no era él quien pensaba que no habían coincidencias, solo existía lo inevitable?

Tenía que creerlo.  Habían pasado al menos mucho tiempo, desde la última vez que la vio: o eso creía él.  Y es que no es fácil para alguien, hombre, joven, apuesto o en todo caso, molesto con su vida, enterarse  y viéndole con aquel porte profesional,  segura de si misma; Ver en ella, portar aquella cabellera que recorría su espalda y aquella figura frágil y seductora, el recordarse que ya no era una chiquilla años atrás.  o al menos, una niña.

Pero ese día, no vio a la niña delante de él: Vio a la mujer de igual edad que su hermana.

-¡Esperaba encontrarme contigo!- dijo la joven sobre la bulla de las personas en aquella plaza.  Vestía con anteojos de sol y un sombrero muy veraniego y un top amarrado en su cuello dejando la tersa y pálida piel de sus hombros al descubierto- Sakura me dijo que andabas en alguna parte de Europa, pero Europa es muy grande...

¿Cómo haría para reconocerlo en la multitud?

Bueno la mayoría allí, eran rostros occidentales.  Los rostros de características orientales sobresalen. 

Pero mas que todo, el rostro de un joven que conoció en su juventud, es indiscutible.

él no se sorprendió a primera instancia de ver de quien se trataba: Simplemente porque no veía a la niña que llevaba postres a su casa, a su hermana, que siempre portaba aquella cámara de video delante de él.

-¿Acaso no dirás nada?- preguntó ella alegre de por fin ver el masculino porte de aquel gallardo joven, que era el hermano de su mejor amiga.

Porque Sakura, le había referido su desaparición de Tokio y que después, supieron que estaba en alguna parte de Europa.

-¿Por qué en Venecia?- preguntó el hombre después de los saludos.  No se inmutó para sacar del bolsillo de su camisa un cigarro y consumirlo delante de la elegante joven.

-Bueno, es la cuna del arte por un lado- declaró ella con indiferencia pero observando cautelosamente los movimientos corporales de Kinomoto.- Por el otro lado, mi madre insistió que le acompañara...

Inhaló una bocanada y escuchaba pero de manera indiferente.- ¿Qué haces tu aquí? ¿por que Venecia?

Era ella quien le preguntaba.

-Quería alejarme del pasado...- declaró con indiferencia.- Alejarme de Japón...

-Suenas como si hubieras perdido el amor de tu vida en Japón.  – haciendo una pausa, agregó. Sakura me contó lo que te llevó a tomar esa decisión...- y reprochándole agregó.- No el mejor paso diría yo...

-No puedes discutir de algo que no tienes conocimiento.- dijo con voz hiriente y distante.

-Si, eso veo- dijo ella con reclamo en el tono de su voz.  Él lo notó.- no tengo experiencia en esos lados de darse por vencido...

-¿Eso crees que hice?- preguntó con ironía él.- No soy yo quien ha salido detrás de su madre para complacerla a ella y no lo que quiero...

-Estás muy bien enterado...- declaró ella.- para alguien que no está en Japón y quiere olvidar todo sobre eso.

-Sakura es mi hermana. Hablo con ella de vez en cuando... me ha contado varias cosas...

-Ella sospecharía que nos encontraríamos.- dijo cortésmente.

Arrojando la colilla a un lado replicó.- no lo creo...

Su tono era burlesco y algo seco ante la presencia de la chica allí.  Ella se percató.- Bueno, tengo que irme.- mirando detrás.- ¿Podrías darme tu número telefónico o correo electrónico? Quisiera mantener contacto contigo... por lo menos para calmar a la angustiada de Sakura.

-¿Por qué le dices así?

-Porque casi no la llamas- dijo ella a modo de reproche.- Es tu hermana.  Tan unido que eras a ella...

-No es cierto...

Sonrió para aclararle.- ¿Quién la cuidaba tanto en los años de primaria que quedaron? Cuando ya, Li Shaoran, desapareció del escenario?.- viendo como fruncía su rostro ante aquel nombre.

-YA, ya.- dijo Touya sacando un pedazo de papel del bolsillo y usando un bolígrafo sacado del bolso de la chica.- aquí tienes...- proporcionándole los datos.

Sonrió complacida y dijo con lentitud y serena voz.- Bueno, al menos mantendré a Sakura al tanto... no que hablo tanto con ella tampoco.

-¿Cómo que no?- preguntó observándole con curiosidad ante aquel detalle.

-He estado demasiado ocupada- dijo con tristeza la joven.- Simplemente, no encuentro hora del día para hacerlo y cuando por fin tengo un tiempo libre, me doy cuenta que allá, o es muy tarde en la noche o muy temprano para hablarle...- notándose tristeza en su mirada.

-¿Cuánto tiempo piensas quedarte en Venecia?

-Unos cuantos días, pero planeo volver.- guardando la nota dada por el sujeto en su bolso de mano.- A lo mejor en dos meses, quizá, mas...

-¿No perderás tu Universidad con todo esto?

Ella le miró con intensidad a través de esos escrupulosos ojos índigos de ella. 

En realidad, se quedó muy pensativa con lo dicho por el sujeto.

Analizaba la mejor respuesta que darle.

-Bueno, de universidad, tomé lo necesario.- no comprendiéndole ( y que se notó) ella aclaró-Tomé comunicaciones ... pero era mas bien un antojo de mi parte...

-¿Antojo, dices?

-me gusta el diseño.-declaró la joven.- ¿Recuerdas?- viéndole asentir.- La verdad es que, desde que salí de Tokio no he podido concentrarme en nuevas creaciones.  Y mi madre- sonrió.-Aunque me apoyó en mi elección de carrera, no le ha hecho mucha gracia que no tomase negocios o Comercio internacional... así que se ha conformado por arrastrarme por todo el mundo...

-¿Acaso no te dejas tu arrastrar?

Sus miradas se quedaron, diríamos conectadas. Aquella pregunta proveniente del mayor de los Kinomoto, la tomó desapercibida.  Ahí notaron como dos mujeres, vestidas de negro y gafas oscuras, se acercaban al par.

-Señorita: Es hora de irnos al hotel...

-Si- respondió ella dejándole con la respuesta de su parte, sin expresar.- Bueno, espero verte y te avisaré cuando venga a Venecia de nuevo...- despidiéndose de la mano, como una autentica europea.

Suspiró dejando la segunda colilla del cigarrillo consumido en el cenicero.  Tomó la chaqueta echada a un lado del sofá y salió al atardecer de aquella ciudad, queriendo olvidar todos los recuerdos que evocaba.

Pero cuando salió a la calle, notó algo: Algo extraño. Miró a ambos lados de la calle y frunció su entrecejo. 

-¿qué rayos pasa?- se preguntó al sentir algo extraño a su alrededor.  Pero ajustándose la chamarra mas aun a su cuerpo, caminó hacia la calle abajo que se perfilaba delante de él, tratando de olvidar aquella sensación de pesadumbre que sintió unos instantes antes.

Al alejarse, un hombre de algunos sesenta años, lo vio marcharse calle abajo y salió a la luz lo que parecía uno mas joven, vestido muy al occidente.

Los ojos negros del anciano lo siguieron con la mirada hasta que se le hacía muy difícil distinguirlo por la distancia.

-¿Es otro?- preguntó el mas joven a su lado.

-Así es.- declaró el hombre.- Prepárate... – haciendo una pausa preguntó.- ¿Y la otra?

-La están vigilando mi señor- declaró el joven.- Será pronto...

-¿Cómo está todo en el consejo?

-Shaoran Li, aun no aparece.- dijo el sujeto.- la señora Li, no dice su paradero...

-¿Y el asistente?

-hasta el día de hoy, continua con sus funciones...- declaró el joven.

-Hijo de Reiko... de tal palo...- evitó decir la segunda parte.- Bien... falta muy poco ya.- volteándose y yéndose por el lado opuesto de la calle.

Pero el joven se quedó en los alrededores del departamento.

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Ya pasaba de la media noche en Hong Kong.   Estaba aun revisando montones de documentos que habían llegado al escritorio de Shaoran Li y falsificaba su firma para poder tenerlos listos.

Por supuesto, contaba con la autorización de su jefe. Pero Shaoran dado los acontecimientos encontrados en Londres, le refirió a su secretario que, no dijera a nadie su paradero.

Solo Meiling, Biatsi y él sabían donde se encontraba.

Aunque Biatsi, no estaba ya a su lado.  Fue encomendada a una misión especial de Shaoran.

-Grandioso.- dijo el sujeto expresando su insatisfacción del día que Shaoran le solicitó a ella el favor y ella partía a su encomienda.- ¿Qué se supone que me quedaré haciendo aquí? ¿Tejiendo?

-Bueno, solo hago este favor porque me lo pidió.- declaró la chica mientras lo escuchaba quejarse a la par que hacía sus maletas.- Pero si quieres cambiar lugares conmigo, te invito.- sonando algo lastimada.

-¿No me digas que te duele Aun?

Ella negó con su cabeza diciéndole.- No me duele...- declaró sonriéndole.- Será divertido conocer a alguien tan especial...

-Bueno, bueno.- dijo con enojo.- Tu te diviertes y yo haré trabajo...

-Si te necesito, sabré donde localizarte- explicó ella, haciendo caso omiso a la comparación de labores- Igual él. Además, sabes que Shingo necesita de tu compañía.

Él alzó una ceja y cruzándose de brazos reclamó.- Sabe cuidarse solo...

-No digo que cuides de él – reclamó la joven.- Mas bien, te cuidará a ti- dándole un beso en la mejilla mientras pasaba con la pequeña valija en su mano y declaró.- llévame en taxi al aeropuerto... tengo que irme en pocas horas...

Ofendido por aquel comentario, Ukio, arrastró los pies a la entrada del departamento mientras seguía el paso de su hermana.

Hasta ahí fue su conversación: a que fue su hermana a donde Shaoran Li le mandó, no sabía, cual era el propósito exacto aunque tenía sus sospechas.  Había mantenido contacto con ella, dándole a entender que desconocía su paradero.

A pesar que Biatsi era su hermana mayor, se sentía a veces que, no la protegía lo suficiente.

-Si sigo pensando en como me saca canas verdes, terminaré un viejo antes de cuarenta.- declaró el joven Reiko.

Pero aun así, continuaba afablemente con su labor. De todas maneras, mas allá de labores "secretariales" estaba su deber con los Li. El deber que continuó, siguiendo los pasos de su padre.

Pero poco a poco la noche cayó.  Tuvo que bostezar por enésima vez.  Se sentía cansado.  Muy cansado.

-Si no termino estos informes, esos del consejo se la regarán al señor Li- como obedientemente le llamaba a Shaoran; a pesar que, tenían la misma edad. 

Frotó un instante su rostro con sus manos.  Ya estaba agotado, no había duda de ello.

Pero en un momento, sintió aquello.  Fue como un choque eléctrico en la columna que hizo que se pusiera de pie de repente. 

"Hay alguien aqu"- reclamó  en su mente, el sujeto sacando del interior de su camisa un amuleto y diciendo en un susurro.- Espada- sacando la reluciente arma en su mano.  Caminó con precaución y con rostro de pocos amigos a la puerta, antes de que esta fuera derrumbada, por una figura encapuchada que trataba de sorprenderlo. 

Pero Ukio, sintiendo su presencia se abalanzó sorprendiéndole detrás de él y haciendo que este soltara la espada inmediatamente mientras lo embestía contra el suelo.

-¿quién te envió?- preguntó molesto y apuntándole con la espada mágica en la garganta.  El sujeto estaba encapuchado de negro en su rostro, solo sus ojos, negros y fijos nerviosamente entre el rostro de Ukio y la espada.- No lo preguntaré de nuevo...- su voz denotaba pérdida de paciencia.- ...¿quién te envió?

-Le debo lealtad a mi señor...- dijo con ira y arrastrando su voz. – todos morirán en honor al señor de la Oscuridad. Todos aquellos relacionados con los del pasado...-  Esa frase hizo que el joven se molestara y con la empuñadura de la espada se la arremetió con su quijada dejándole después del segundo golpe, totalmente inconsciente en el suelo.

-Idiota- dijo Ukio enderezándose.  Incluso, revisó que su espada, no tuviese marcas en su empuñadura.  Le importaba mas, su espada, que el rostro del hombre inconsciente. Tomando el teléfono dijo.- Es Reiko en la oficina del Señor Li- parecía dar comandos- tengo un desconocido disfrazado de...- dudando decir.- bueno de algo...- notando sus vestimentas.- Vengan por él... – cerrando la línea.

-Quien quiera que haya sido, esperaba encontrar a alguien indefenso- reclamó el sujeto.- Gran ventaja de los secretos familiares- sacando un teléfono portátil de su bolsillo y un pedazo de papel del otro.  El pedazo de papel tenía solo números: ni un solo nombre.  Dejó su espada sobre el escritorio y al escuchar el timbre de voz de alguien dijo.- Es Ukio:  ehhh, no se como tomarás esto... pero – observando el sujeto y frunciendo su rostro.- ¿Te falta mucho en Londres?

-Partimos mañana a Tokio.- declaró Shaoran Li del otro lado y mientras se encontraba a Eriol Hiraguizawa mas pálido de lo que era en su juventud.- ¿qué pasa?

-Bueno, ¿por donde comenzar?- replicó con la ironía natural en él.-  Hay un sujeto en la oficina, - señalando el cuerpo como si se lo mostrara en efecto.- inconsciente... creo que, quería matarme- mirando el arma del otro lado.

-Sabíamos que eso venía por ahí, Ukio.- declaró Shaoran Li. 

En ese momento, al despacho entraron varios jóvenes vestidos de ropas típicas de china y con armas largas; parecían ser el servicio de seguridad del lugar.

Uno de ellos analizaba la situación mientras tomaba el pulso del sujeto. Haciendo señas, dos mas lo levantaron.

-Un momento- declaró Ukio deteniéndoles.- no digan nada de esto a nadie.- con voz grave.- es un juramento de silencio.

Los jóvenes asintieron.- Y llévense a esa basura al cuarto de procesamiento...

-Señor...- declaró uno de ellos.- Ese cuarto no se usa en años...

-Mejor: que las ratas lo asusten un poco.- no volviendo a dar la orden. Una vez se encontró a solas de nuevo dijo al móvil.- Por lo que parece, no te equivocas...

-"Biatsi no se equivoca"- declaró Shaoran Li.

-Ah, esa también- replicó.- Soy su hermano, pero aun se me niega en darme su localización...

-Está haciéndome un favor... –observando a Eriol y a Nakuru de pie a su lado.- cuando lleguemos a Tokio, me comunicaré contigo...

-¡Un momento! ¿por qué no puedo ir allá a Tokio a reunirme con ustedes? – reclamó el sujeto – Aunque no lo creas, estoy aquí a merced de todo lo que pase.

-¡Recuerda que, no solo nosotros corremos peligro! Tienes que proteger a Meiling y a mi madre.- Aclaró el sujeto.- Mis otras hermanas tienen sus "talentos" y esposos para que las protejan.  Pero mi madre (aunque tenga poderes) y Meiling no saben de nada de esto...

-Porque te has negado a informarles...por lo menos a tu madre. –aclaró el sujeto.- ¡Quiero ir a Tokio! Además, tu madre sabe cuidarse sola. – y aclarando.- y sobre todo: No creo que tu madre sea un blanco; recuerda que, han tenido todo este tiempo para atacarle y no lo han hecho... Tampoco a Meiling...

-por tu comentario, percibo que, abriste la boca y se lo dijiste a Meiling.- surgiéndole a Ukio una gota en su cuello.

-Bueno... este.... ¡¡me vi en la necesidad!!- se defendió el sujeto.- me prometió no decir nada a nadie.-

Shaoran Li prosiguió.- Bueno. Meiling tiene un contacto directo con las cartas y con todo lo demás. Ella puede ser victima potencial...

Ahí Ukio se le ocurrió algo: algo que, no quería pensar, pero algo que al fin era lo que presentía en esos instantes.

Sin forzarse mucho dijo.- Shingo- apareciéndose delante de él la enigmática y alta figura de cabellos negros que llegaban al suelo y vestido con vestimentas tradicionales chinas de color negras. –Ve a la casa Li.  Precisamente a Li Meiling...- Shaoran escuchó todo esto.- si hay problemas, protégela hasta yo llegar.- agregando.- pero no la despiertes si todo marcha bien.yo iré lo mas pronto posible...- viéndole desaparecer con la misma facilidad que apareció.

-¿Qué es lo que crees Ukio?- preguntó Shaoran Li temiendo lo peor.

-Li: si no estoy equivocado, (y tu tampoco), Meiling está a mas merced de quien quiera lastimarte; he enviado a alguien a protegerle.- declaró el sujeto.- estoy seguro que, es mas victima que, tu madre. 

-Mi madre tiene la protección de los demás del Consejo.- apoyando lo dicho por su amigo.- y sus poderes.

-Ukio.- dijo Shingo con su grave voz regresando.- Está dormida y no percibo nada maligno en la casa Li.

-Ukio-. Dijo Shaoran dándole instrucciones desde Londres.- Escúchame bien: se que la situación te atañe tanto a ti, como a mi.  Son los mismos casos... pero préstame atención: Al menos que Meiling esté en alguna clase de peligro inminente, no te quiero en Tokio o en ningún lugar cercano ¿Ha quedado claro? No quiero que dejes a Meiling desprotegida. – con énfasis en sus palabras agregó.- Que hayas enviado a Shingo, certifica que la casa no está tan protegida como creemos...

-¿por qué dices eso?

-A la casa, Shingo no debió entrar con tanta facilidad- Ahí Eriol observaba su alta figura tensarse.- La casa, fue protegida por un hechizo antiguo y amuletos por el señor Shei. ¿Recuerdas?

-Ah ese sujeto- frunciendo el entrecejo.- Ese señor nunca ha caído en gracia de su madre...- hablando de Ieran.- O de Biatsi.

-Ahora noto el porque.- Declaró Shaoran.- Mantén a ese tipo a tu alcance y vigílalo.  Ya me comunicaré contigo nuevamente para saber que ha pasado.

Ukio no respondió porque sabía que tenía razón. El líder de la familia Li, prosiguió.- Mantenme comunicado.- colgando la llamada.

En ese momento, Kaho Mitzuki (con aquella apariencia un poco mas adulta pero era la misma Kaho) ingresa acompañada de una joven de cabellos negros largos (hasta mitad de su espalda) y portando un tablero parecido al de Shaoran en su juventud.

-Listo- dijo Kaho.- Partirán mañana a Tokio ¿No?- Shaoran observó por un instante a la desconocida (en un principio) para él. La muchacha de 19 años se quedó extrañada ante su seria mirada. Ante su contemplación, Kaho prosiguió.- la conociste en el hospital cuando viniste aquí... Su nombre es Naiko Chang.- ella hizo un saludo con su cabeza.- es experta en paranormalismo, Feng Shui y Siquis...- declaró con orgullo. – le será de gran ayuda en Tokio...

Eriol sonrió a la joven: de todas formas, era parte de aquella inusual reunión.  Y además, circunstancias ajenas a su voluntad, les habían reunido en sus caminos.

-¿Cómo alguien dedicado a Siquis o Feng Shui puede sernos de ayuda?- preguntó Naruku curiosa.

-La característica de los sospechosos...- comenzó diciendo Eriol.- y por lo que sentí al momento de ser atacado es mucha magia oscura. Grandes cantidades de ella.  Si el próximo blanco o centro de actividades como creemos para el surgimiento del poder oscuro es Japón, tenemos que tener a alguien calificado para la tarea y descubra el punto.- señalando con una sonrisa a la joven de cabellos negros.- ¿qué mejor candidata que Naiko? O al menos, eso indican los registros traídos por Li.- señalando al joven chino.

-¿Estás seguro Eriol?- preguntó Naruku algo nerviosa y dudando un instante agregó.- Es decir

-Muy bien- dijo Kaho.- Me quedaré aquí en Londres para mantenerlos al tanto de todo lo que pase.- haciendo una pausa agregó.- Eriol: unas palabras si me permites...- señalando el salón del otro lado de una puerta.

El joven de ojos azules se puso de pie y caminaba hacía donde la mujer le indicó y cerrando la puerta detrás de si.

-Esos malditos. –dijo Naruku en un arranque de ira.- Si mataban a mi amo...

-Pero no fue así.- declaró Shaoran Li.- Es fuerte Hiraguizawa, pero no lo suficiente...

-No me quiero imaginar que pasaba sino hubiéramos estado presentes- con tristeza en su voz.

-Yo tampoco.- declaró Shaoran, estando de acuerdo con la identidad falsa de la guardiana.

Después, se despidió Naiko y quedando de volver a la mañana siguiente, antes del vuelo a Japón, Shaoran se dirigió al escritorio que estaba con el ordenador encendido y el portafolios que obtuvo de Ukio, abierto y los documentos esparcidos en él.

Era un registro: una especie de diario usado por el secretario del Consejo, mantenido por el mismo.  Ahí habían detalles que pertenecían a cada una de las secciones abiertas por el consejo entre la segunda mitad de abril y finales de mayo e incluso, un mapa marcado de China, con puntos exactos marcados con tinta.  Las distancias entre punto y punto, según notó, eran perfectos.  Pero esta en particular, analiza lo ocurrido en Mayo 12.  hablaba de un atentado para asesinar a un poderoso miembro del Consejo.  Pero ¿Quién? Esa parte no la detallaba en ninguna parte. Solo hablaba de la noche del 12 de mayo, fue llamado de emergencia al salón de consejo y por unanimidad, condenaron a alguien llamado Hamagoro al exilio. Nunca había visto a nadie de nombre Hamagoro en los registros anteriores a este que había estudiado en los archivos del Consejo.  Nunca entre los antiguos miembros del Consejo.  ¿Era acaso miembro o participante externo? No lo sabría si no indagaba mas a fondo.

Ukio trabajaba en eso también desde Hong Kong pero sin despertar sospechas de los otros miembros del consejo o a la misma Ieran Li. 

Unos de los pasajes decía: "Mayo diez: la búsqueda por el traidor continúa. De ser encontrado, el Consejo lo enjuiciará con el cargo de intento de asesinato del Líder. Después de ser responsable de la muerte de catorce personas, todos familiares cercanos a los miembros del Consejo." ¿Acaso el traidor era, Hamagoro?

Pero sus ojos le ardían ya. Irremediablemente, caía en un profundo sueño en esos instantes.

Era el mismo sueño ocurrido en la clase: el pasillo. Ingresaba a él.  Veía al sujeto de mirada café hablarle y le decía lo mismo; Siempre lo mismo.

Llegó incluso a donde el sujeto, de nombre Reiko le preguntaba con duda.- Señor... ¿qué pasará si aquello que Hamagoro ha planeado no es ahora, con usted aquí? ¿No piensa advertir a su familia?

Pero ahora, llegó un poco mas delante de la historia.  Mucho mas. 

-¿qué le podría decir a mi esposa? ¿o a mi padre? Que la victima directa sería yo. ¿por tratar de abrir el nexus? No, Reiko.  No le diré nada a ella o al resto de mi familia.- Mirándole con seriedad.- si es posible, borrar todo indicio del proyecto Nexus...

-Pero... Hamagoro contaba con el apoyo de la mayoría en el Consejo.

-Excepto el líder.- declaró el hombre mirándole seriamente.- Simplemente, ese proyecto es una locura: Intercambio de contaminantes para expulsarlos del planeta.- sonando incrédulo.- Creo que, eso no es cierto. Hamagoro es alguien muy ambicioso, Reiko: Peligroso, también.- bajando un poco mas su voz.-Hamagoro lo que quiere conseguir es, el máximo poder.

-Señor: ¿No cree que es cierto lo que dice? ¿qué lo podrá lograr en un futuro con o sin nosotros?

-Si no somos nosotros, alguien mas lo detendrá.- dudando esto.- Si es que, logra volver después del exilio...

-Tiene seguidores...

El hombre suspiró.  En verdad conocía a Reiko: A Sakura, le daba la impresión que era alguien de suma confianza de él. Un verdadero amigo, sobre todas las cosas; incluso sobreponiéndole lo de ser parecía, su asistente.

-¡Valor Reiko!- declaró el hombre colocando sus manos sobre sus hombros.- Sabremos enfrentar cualquier adversidad cuando el momento llegue.

-Pero recuerde que, Hong Kong no es factible para abrir el nexus.- Aclaró su sirviente.- dejó de servir...

-Muy cierto.- declaró el hombre.- y lo hemos expulsado, también es verdad... pero por lo menos, no habrán mas fenómenos inexplicables en mucho tiempo.- sonrió.- Para el momento (y si acaso), que alguien se le ocurra abrir el nexus, será posible que, esta vez, el libro esté con nosotros.

-El libro de Clow- sorprendiendo aquella revelación a Sakura.- Pero... ¿No está acaso en Hong Kong?- viendo al hombre negar.

-No. Lo entregué mucho tiempo atrás...

-Pero señor ¡Su padre le dijo que nunca se separara de ese libro!

-Hemos librado una batalla esta noche.- ahí Sakura notó que era por la penumbra del lugar que no notaba sus ropas y sus rostros con claridad: Fijándose en ambos, tenían sus caras sucias en algunas partes, sus manos con cortaduras y sus ropas en algunos lugares rasgadas.- Y pudimos detenerle. ¡Que hubiera pasado si, no hubiéramos encontrado y enjuiciado al exilio a ese sujeto!-notando aun la cara de preocupación de Reiko, añadió.- Tranquilo: cuando mi hijo tenga la edad correcta y ocupando mi posición en el Consejo, mandaré a buscar el libro (o iré yo mismo)...- sonriendo.- Ya me gustaría ver a mi viejo amigo...

En ese momento, el ruido del despertador, suena muy cerca del oído de Sakura, espantándole del sueño que tenía.

-¡Sakura: se te hará tarde para la universidad!- escuchó a su padre gritar desde abajo.

-ya voy- gritó confundida mientras buscaba como siempre en la gaveta donde por muchos años, descansó el Libro de las Sakura Cards.  Abriéndole, fue entonces que recordó que, el libro no estaba allí.

Tomó su teléfono móvil y marcando el número del mejor amigo de su hermano, lo contestó el guardián de sol de las cartas Sakura.- ¿Bueno? ¿sabe que horas son para estar llamando?- no evitando bostezar.

-Kero: Soy yo, Sakura...

-¡Sakurita!- gritó el guardián.- ¡Que mala eres!- peleó.- Me has dejado abandonado desde la vacaciones de primavera...

-Lo siento Kero: he estado ocupada...

-Si, pero abandonando las cartas y tus guardianes, estás muy atrasada en la magia... ni has querido venir por aquí desde que tu hermano molesto, se marchó.

-No empieces Kero- declaró Sakura molesta ante su comentario.- Sabes que, no me gusta hablar de eso.- y agregando.- Sabes que, te saqué de la casa para que, mi padre no te descubra...

-Excusas, excusas- declaró el guardián.-Creo que, querías en serio, alejarte de la magia...- dijo con serio tono de voz.-Y estoy en verdad, llegándolo a creer.

-Te llamo, no para que me reclames... sino para hacerte una pregunta...

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Bueno, a ti y a Yue.

-Bueno, pues, habla...

-Es que, he tenido estos sueños.- declaró la joven.- Primero es como si estuviera en el cuerpo de alguien; de un momento a otro, me independizo, saliendo y colocándome al lado del hombre y habla con otro...

-No será nada...

-¡Kero! Déjame terminar.- se quejó la chica.- Hablan del libro.- declaró sorprendiendo al guardián.- no solo eso: Dijo que el libro le correspondería a su hijo cuando tuviese la edad suficiente y por temor a lo que ocurriría mandó el libro a un conocido- haciendo una pausa que el guardián tal vez respetó, o estaba tan sorprendido con los eventos que no sabía que decir.- Hablaron de un sujeto que, iba a matarlos a todos... no se en verdad que pasa...

-Cálmate Sakura. – pidió el guardián.- ¿por qué no vienes ahora en la mañana y así hablaremos?

-Tengo clases- declaró ella.—Igual que Yukito está ocupado para hablar con Yue. ¿Qué tal en la tarde?

-Muy bien, la tarde será- colgando.

Sakura se quedó con el teléfono aun en su mano.  Kero jamás le perdonó que, le sacara de la casa de Kinomoto para que tanto él como el libro se fueran a vivir con Yukito Tukishiro. Pero a su tiempo, Sakura pensó que, era necesario.

Y eso fue, un año atrás; Después de la salida de su hermano de su hogar y consecuentemente, de su país.

-Hija: que bueno que bajas...

Se escuchaba de fondo la voz de alguien narrando las noticias: el televisor se encontraba encendido.

-¿Papá? – preguntó su hija en voz suave.- es que, tengo algo que hacer esta tarde... así que, no podré acompañarte como quedamos a quedarnos aquí en casa... ¿Te importaría?

Fujitaka la observó con una sonrisa a lo que respondió.- Claro que no.- declaró honestamente.- Que tengas cosas que hacer no me molesta para nada- y agregó.- de hecho, tengo cosas que hacer en la universidad.- sirviéndole el desayuno.-Tengo una junta a las cuatro que, surgió apenas anoche... con lo del temblor...

-¿Qué temblor?- preguntó la joven extrañada.

-Un temblor.- declaró su padre.- No lo sentiste porque no fue cerca- expuso su progenitor seriamente.- Fue en el área de Shinjuku. En su centro precisamente... y fue de poca magnitud...

-Pero... ¿No es extraño?- preguntó su hija.

Su padre guardó silencio un instante.  Tal vez en ese instante Sakura pudo hacerle la pregunta de ¿Qué ocurre? O tal vez el comentario de "te quedaste muy callado papá", pero no fue así.

Porque Sakura, sabía que, si su padre tuviese algo que decirle, se lo hubiera dicho.

¿o no?

-Será mejor que desayunes...- opinó el sujeto señalándole a su hija sus alimentos.- o llegarás tarde.- volviéndose para la cocina.

--------------- Continuará...

Comentarios.  Avanzando rápidamente se encuentra la trama de esta historia de CCS.  Gracias a mi cuatacha Naiko o a mi amiga Lady Silver Moon quienes me apoyan 100%.  Gracias por supuesto a aquellos que, me han escrito reviews por esta historia.  Agradezco todo su apoyo