OBLIGADOS A ENTENDERSE

Resumen: Albus decide que las clases del ED continúen, pero con una pequeña modificación: Severus Snape será el profesor.

Autor: katya (Mi nombre real es Sonia)

E-mail:

katya987yahoo.es

Clasificación: R (realmente aún no estoy segura, todo dependerá de como se desarrolle la historia).

Pareja: Harry Potter/ Severus Snape

Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de J. K. Rowling. Yo no gano ningún dinero con esto, sólo sus reviews ¡¡¡qué espero que sean muchos!!!

Avisos: Esta historia contiene slash, es decir, relación hombre/hombre.

Nota: Esta historia contiene spoilers del quinto libro "Harry Potter y la orden del Fénix".

CAPÍTULO 1: El principio de todo.

Día 1 de septiembre. Comienzan las clases en el Colegio Howgarts de Magia y Hechicería.

En el andén 9 y 3/4 de la estación King Cross de Londres centenares de adolescentes hormonales se saludan entusiasmados y conversan alborotadamente sobre sus vacaciones de verano.

Una melena castaña aparece entre el gran bullicio, cargando un pesado baúl y con un enorme gato color canela en su brazo derecho. Tras dirigir una mirada rápida por todo el andén, arranca a correr hacia un grupo de pelirrojos.

Minutos después llega un chico moreno, de cabello alborotado y con una extraña cicatriz con forma de rayo en la frente. Lleva una jaula con una hermosa lechuza y un baúl color caoba.

- ¡Harry! ¡Estamos aquí! - grita Ron mientras da saltos y mueve los brazos para hacerse ver entre la multitud.

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Al mismo tiempo, muy lejos de allí, en el despacho de un enorme castillo, un mago de larga barba blanca contempla pensativo los retratos que cuelgan de la pared.

Un hombre alto, de piel cetrina y pelo azabache camina sigilosamente por los solitarios pasillos del lugar. Apresuradamente. Va vestido con túnicas negras, lo cual le ayuda a pasar desapercibido camuflado entre las sombras del lugar. Como una vampiro en busca de su presa.

Al llegar a una puerta custodiada por una gárgola susurra unas palabras y ésta le deja pasar. Antes de poder golpear la puerta para anunciar su llegada una risueña voz le concede la entrada.

- ¿Quería verme Albus?

- Buenos días Severus. Adelante. Siéntate.

El hombre lo miró suspicaz mientras conjuraba una silla y se acomodaba delante del escritorio del anciano. Estaba seguro de que éste tramaba algo que no sería de su agrado y, lo peor de todo, tenía el desagradable presentimiento de que él formaba parte del desagradable plan que se le hubiese ocurrido ahora.

- ¿Un caramelo de limón?

- No gracias - contestó en tono huraño. ¡¡¡Él y sus estúpidos caramelos de limón!!!. Pese a todo adoraba a aquel hombre. Él era quizás el único que confiaba en él, incluso, más de lo que él mismo lo hacía.

- Bien. Supongo que querrás saber porque te he llamado. - dijo el anciano.

El silencio del hombre le indicó que contaba con toda su atención.

- Recordarás que el año pasado el Sr. Potter y sus amigos formaron una especie de asociación secreta para aprender defensa contra las artes oscuras.

- Ese estúpido mocoso siempre está intentando llamar la atención. - exclamó el hombre con desprecio.

- Severus... Sabes que no fue idea suya, sino de la Sta. Granare.- le reprimió, como si se tratase de cualquiera de sus estudiantes - Y debo decir que estoy totalmente de acuerdo con lo que hicieron. Todos debemos prepararnos lo mejor posible para un posible ataque de Voldemort.

El profesor de pociones se removió inquieto en su asiento. Jamás se acostumbraría a escuchar aquel nombre, sobretodo, sabiendo la muerte lenta y dolorosa que le esperaría si el Señor Oscuro llegaba a enterarse algún día de su traición.

- Ahora que ha regresado ningún lugar es completamente seguro, ni siquiera Howgarts. Y él puede intentar atacarnos en cualquier momento.

Snape sabía que Dumbledore tenía razón, pero por nada del mundo aceptaría ante nadie que pudiera estar mínimamente de acuerdo con cualquier idea que se les hubiese ocurrido a esos estúpidos griffindors.

- Todos sabemos que tú eres uno de los mejores maestros en la materia. - dijo el director.

- Por eso que nunca me has dado el puesto como profesor, ¿verdad?, pese a que llevo solicitando esa plaza desde el primer día que llegué a esta escuela - contestó con un deje de amargura en la voz.

El anciano hombre continuó hablando como si no hubiese escuchado nada.

- Y es por eso que he decidido que lo mejor sería que tu mismo les impartieses esas clases.

Por fin habían llegado a la verdadera razón de haberlo llamado, pensó el mago. Verdaderamente Albus estaba completamente loco si pensaba que aceptaría semejante cosa. Tras el desastroso final de las clases de oclumancia se juró no volver a dejarse liar en nada que tuviese que ver con el apellido Potter.

- ¡No Albus! ¡Me niego! ¿Potter y sus amigos? Ya tengo suficiente con soportar al estúpido mocoso y sus aires de grandeza durante mis clases de pociones - dijo levantándose enfurecido de la silla.

- Potter no es como tú piensas, Severus. Sólo dale una oportunidad a él y a sus amigos. Te aseguro que te sorprenderán - le respondió calmadamente mirándole directamente a los ojos.

Un escalofrío recorrió el cuerpo del profesor de pociones. Odiaba esa mirada con la que parecía ver a través de ti y poder leer todos tus pensamientos y deseos más ocultos.

- ¡No puedes obligarme a dar clases extras a los griffindors! ¡Por Dios Albus! ¡¡¡GRIFFINDORS!!! - bramó el hombre.

- No todos los miembros del ED son griffindors, Severus.

- ¡No hay ni un solo slytherin! Claro que ellos no son tan estúpidos como para hacerme perder el tiempo de semejante manera.

El anciano suspiró. No iba a resultar fácil convencerlo de que aceptase, pero sabía que lo lograría. Internamente sonrió, por mucho que el profesor de pociones estuviera en contra de sus ideas siempre accedía. Jamás le había negado nada.

Una hora después un enfurecido profesor de pociones abandonaba el despacho murmurando maldiciones de todo tipo. En la mano derecha llevaba un caramelo de limón. El maldito anciano se había vuelto a salir con la suya.

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En el despacho una socarrona sonrisa se extendía por el rostro de Albus Dumbledore. Todo estaba saliendo tal y como lo habían planeado.

Se acercó a la chimenea, cogió un puñado de polvos flu de un saquito verde y los arrojó al fuego. Al instante la cabeza de Minerva McGonagall apareció en la habitación.

- ¿Qué tal ha ido todo? - preguntó sonriente la mujer.

- Perfecto Minerva. ¿De verdad llegaste a pensar en algún momento que no sería capaz de convencerlo? - dijo el anciano mirándola divertido.

- Bueno... con Severus nunca se sabe. No es un hombre fácil.

- Tonterías. Es una gran persona. Le confiaría mi vida sin dudar.

- Aún así no será fácil. - sentenció la mujer.

- Tienes razón. Los dos son muy cabezotas. Pero se harían mucho bien juntos... - dijo el hombre pensativamente.

- Si Albus, ya lo sé. Ambos están muy solos y han sufrido mucho. - dijo Minerva recordando la frase que tantas veces le había oído decir al director.

Un brillo diabólico apareció en los rostros de ambas personas mientras pensaban e imaginaban un sinfín de artimañas para conseguir llevar a cabo su nuevo plan. Aquello resultaría realmente divertido y entretenido.

Aún muy lejos de allí, en un tren, montones de niños buscaban alborotadamente a sus compañeros entre los diferentes vagones.

En un compartimento del último vagón un chico pelirrojo, una melena castaña y un joven de alborotado cabello negro hablaban y reían animadamente ajenos a todo lo que ocurría.


¿Qué les ha parecido? ¿Continuo?

Este es el primer fic que escribo. Creo que he escrito este capítulo unas 20 veces y aún sigo sin estar segura.

Siento mucho si no lo he subido bien pero es que el inglés no es lo mio (una lo intenta....). Pero después de una hora de intentar entender como demonios se hacía para subir el capítulo creo al fin me ha quedado medianamente decente.

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Besitos XXX