Esmerald: ¡Gracias x el comentario! Aquí tienes la continuación que, aunque poco a poco, sigo escribiendo la historia y actualizando siempre que puedo. ¿Te dejé con la intriga? Eso me alegra porque quiere decir que te gusta el fic. Besitos y gracias por leer.
OSCURIDADGIRL: ¡Hola Anita¡Gracias x el comentario! Ya sé que siempre me lees aunque no dejes comentario, jajaja. Sip, se que tardo muchísimo en actualizar, pero ya me conoces... soy demasiado perfeccionista, aunque luego el capi resulte un fiasco. Espero que haya conseguido que perdones a McGonagall después de lo que sucede en este capi y ya no tengas pensamientos homicidas con ella, jajaja. Supongo que el final te gustará, aunque no pasa tanto como tú querrías. Besitos y gracias x leer y aguantarme.
Marla: ¡Gracias x el comentario! Sé que mucha gente creía que había abandonado el fic, pero no es así. Lo que ocurre es que tengo muy poco tiempo para escribir y cada vez me cuesta más montar la historia porque pasan más cosas y quiero que todo quede coherente y creíble. También intento hacer los capis mucho más largos. ¿Que será lo que se le ocurrió a Minerva? Solo tienes que seguir leyendo para descubrirlo pero es una travesura que llevaba mucho tiempo rondándome en mi cabecita. Espero que te guste. Besitos y gracias por leer.
CotedeLupin: ¡Gracias x el comentario! La pregunta del final es para saber vuestra opinión... porque sino ¿cómo sé si alguien está leyendo esta locura mía o si solo me gusta a mí? Me hizo tu feliz tu review cuando dices que te hacen feliz estos dos cabezotas, jaja. Me alegra que te guste la historia. En este capi encontraras pistas sobre la travesura que esos dos hicieron (aunque creo que me quedó demasiado fácil de adivinar) pero sobretodo las CONSECUENCIAS que eso tuvo... Y es que ya me estaba tardando mucho en hacer que algo sucediese entre Harry y Sev. Besitos y gracias x leer.
BISHOUJO-HENTAI: ¡Gracias x el comentario! Sip, el anterior capítulo fue cortito, lo sé, pero no quería empezar la travesura y luego dejarla a medias, así que pensé que quedaba mejor así. Espero que la historia siga gustándote y este capi no te defraude. Besitos y gracias por leer.
Merlin: ¡Gracias x el comentario! Bueno... admito que lo de las actualizaciones rápidas no es lo mío. Sé que tardé bastante pero por fin conseguí acabar este capítulo. Me alegra que te guste la historia y espero que este capi no te defraude. Besitos y gracias x leer.
TercySScloe: ¡Gracias x el comentario¡Yo si que me alegro de volver a saber de ti! Creo que tengo comentario tuyo en TODOS los capítulos. Me alegra que te siga gustando la historia y sobretodo que tengas tanta paciencia... Sip, McGonagall lo fastidió todo en aquella ocasión... y es que sino fuera por ella estos dos ya se abrían liado hace tiempo. Pero no te preocupes que en este capi por fin sucede algo (tendrás que seguir leyendo para saber el que). ¿Chismosa roja y viejo verde? Jajajaja, no se me había ocurrido llamarlos así. ¿Cuál será la nueva travesura? En este capi tienes algunas pistas, aunque creo que finalmente me quedó demasiado fácil de adivinar. Besitos y gracias x leer.
Resumen: Albus decide que las clases del ED continúen, pero con una pequeña modificación: Severus Snape será el profesor.
Autora: Katya
E-mail: PG-13
Pareja: Harry Potter/ Severus Snape
Disclaimer: Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de J. K. Rowling. Yo no gano ningún dinero con esto, sólo sus reviews ¡qué espero que sean muchos!
Avisos: Esta historia contiene slash, es decir, relación hombre/hombre.
Nota: Esta historia contiene spoilers del quinto libro "Harry Potter y la orden del Fénix".
Quería explicar demasiadas cosas en este capítulo, así que para poder ordenar un poco todas las ideas que tenía en mi cabecita lo he dividido en dos trozos:
- Capítulo 6: Preparativos y consecuencias.
- Capítulo 7: Travesura
Resumen: El antes y después de la travesura. Aparece Salazar Slytherin en escena y un misterioso animal del que Harry y Severus deberán hacerse cargo. (¡Ah¡Y hay besito, por fin!)
6
PREPARATIVOS Y CONSECUENCIAS
PREPARATIVOS:
Ambos vejetes anduvieron varios minutos recorriendo los interminables pasillos de la escuela, entre risas contagiosas de la maestra de transformaciones y gemidos lastimeros de un aturdido Albus Dumbledore que no entendía nada de lo que hacía su alocada compañera. Finalmente llegaron frente a una puerta situada cerca de la Torre de Gryffindor. Minerva la abrió emocionada y entraron en el despacho de la jefa de los leones. El director sacó su varita del bolsillo de su hoy túnica amarillo limón y, apuntando hacia la entrada susurró un poderoso hechizo silenciador para asegurarse de no despertar a ningún alumno con sus ruidos, ya que sabía que cuando ambos se juntaban resultaban ser bastante escandalosos.
Al mismo tiempo, sin mediar palabra con el hombre, McGonagall se dirigió hacia su dormitorio y comenzó a abrir todos los armarios y cajones que allí había, revolviendo la ropa y esparciéndola por toda la habitación.
- ¿Se puede saber que estás buscando Minerva? - la interrogó Dumbledore.
La gata no hizo caso del director y siguió absorta en su tarea murmurando frases incoherentes.
- Esto no sirve... mmm... ¡ugh!... ¡aix mi cabeza!... mmm... ¡negro!... ¿Dónde estás escondida?...
Albus la miraba perplejo, confundido. No tenía ni idea de que era lo que buscaba tan desesperadamente dentro de aquel armario pero, conociéndola como lo hacía, seguro que nada bueno y es que las ideas de su compañera de travesuras siempre resultaban ser mucho más imaginativas y peligrosas que las suyas.
- ¡Si¡Lo encontré¡Aquí está¡Es perfecto! - gritó de pronto Minerva emocionada, sacando dos prendas negras del fondo del cajón de un viejo armario, abrazándolas con alegría y riendo al tiempo que daba vueltas emocionada por toda la habitación. El vejete comenzaba a cuestionarse la buena salud mental de su compañera.
Finalmente McGonagall se tranquilizó lo suficiente como para acercarse a Albus y enseñarle un par de sobrias túnicas negras.
- ¿Para que queremos eso? - preguntó el director con una clara muestra de decepción en el rostro. ¿Quién querría ponerse ese triste trozo de tela negra cuando había tantos y tan bellos colores?
Minerva acercó una de las prendas al cuerpo del anciano y la puso frente a éste, fingiendo como si la llevara puesta, intentando imaginarse como le quedaría. Observó atentamente al hombre durante unos segundos, evaluándolo pensativamente. Después lo miró fijamente a los ojos.
- Un poco pequeña... - dijo frunciendo el ceño.
- ¡No pienso ponerme eso! - exclamó horrorizado el director.
- Tunicus agrandare - dijo McGonagall apuntando con su varita a la túnica. Instantáneamente la prenda se hizo más grande, del tamaño ideal del director de Hogwarts.
- Minerva ¿me estás escuchando?- la cuestionó.
- Póntela - le dijo.
- Es negra - se quejó con un puchero el vejete, mirándola con ojitos de cordero. Sus ojos destelleaban lastimeramente, intentando infundir algo de compasión en su compañera.
- Por supuesto que es negra - le informó la mujer - De lo contrario nos reconocerían en el callejón Knockturn.
Dumbledore abrió enormemente los ojos, sorprendido y temeroso, incapaz de creer lo que oía. Minerva, que estaba preparada para la reacción del hombre, lo cogió y lo empujó bruscamente dentro del cuarto de baño, ante la atónita mirada del director que no acababa de reaccionar ante esta nueva información. Minutos después regresó al dormitorio. Se le veía muy extraño vestido de negro, habituados como todos estaban a sus coloridas túnicas.
- Al menos déjame llevar puesto alguno de mis sombreros... - suplicó esperanzado Albus, viendo horrorizado el triste aspecto que presentaba ante el espejo.
- Barbicus eliminarus - exclamó la gata apuntando a la cara del anciano. Al instante su barba desapareció.
La mujer entonces lo observó, evaluándolo. Su dedo estaba sobre su boca, una expresión reflexiva en su rostro.
- No está mal... - dijo al tiempo que le ponía la capucha negra, cubriéndole de esta forma los risueños ojos que no tardarían en delatarle - Pero los magos oscuros tienen la piel muy pálida.
>>¡Dobby!
- ¿Si profesora McGonagall? - preguntó respetuosamente el elfo - Dobby está aquí para ayudar a la profesora McGonagall en lo que necesite. Dígale a Dobby lo que quiere y él se lo traerá. Dobby es un buen elfo y siempre obedece...
- Necesitamos harina - lo interrumpió Minerva, evitando así la pedorrata del elfo.
Con un suave "plop" el elfo desapareció. No habían pasado ni cinco segundos cuando la pequeña criatura nuevamente estaba en la habitación, sonriente y feliz por haber cumplido tan eficientemente su tarea. En su mano traía un bote de harina de las cocinas.
- Dobby le trae la harina a la profesora McGonagall. ¿Necesitan algo más? A Dobby le gusta estar en Hogwarts y ser un elfo libre.
- No. Gracias.
- Bien. Entonces Dobby se va profesora McGonagall. Si necesitan algo no dude en llamar a Dobby. Dobby es un buen elfo y siempre obedece a los profesores y alumnos de Hogwarts. A Dobby le gusta estar en Hogwarts y ser un elfo libre. Dobby se compra calcetines y sombreros con su dinero, pero Dobby trabaja mucho para merecerlo. Dobby no quiere más días libres como le dijo el profesor Dumbledore, porque Dobby no es un elfo vago...
- ¿Dobby? - lo interrumpió dulcemente la mujer.
- ¿Si profesora McGonagall?
- ¡FUERA!
Minerva se acercó a Albus con el bote de harina en sus manos, abrió la tapa y cogiendo un enorme puñado comenzó a espolvorearle la sustancia por toda la cara, el cuello y las manos. Cuando creyó que ya había embadurnado suficiente al vejete sonrió satisfecha.
- Perfecto - dijo volviendo a mirarlo.
A continuación cogió la otra túnica negra que reposaba olvidada sobre la cama de la habitación y se encerró en el baño.
- ¡Vamos! - exclamó emocionada saliendo del lavabo, ya completamente disfrazada.
Ambos vejetes salieron sigilosamente del castillo, cuidando de que ni Filch ni la señora Norris los descubriesen. Una vez llegaron al vestíbulo de entrada al castillo subieron a una de las carrozas que allí había, esperándolos. Se encaminaron excitados hacia el callejón Knockturn, a toda prisa en medio de la negra noche. Debían estar de vuelta antes del amanecer, de modo de que nadie se percatase de su ausencia y con tiempo suficiente para prepararlo todo antes de que ningún alumno ni profesor se levantara.
CONSECUENCIAS:
Dumbledore, en contra de la opinión de Snape, había decidido dar el día libre a sus dos pequeños muchachos, el niño-que-vivió y el profesor de pociones. En consecuencia aquella mañana se podía ver al ex-mortífago y a Harry Potter caminar por los pasillos de Hogwarts en dirección a las mazmorras.
Severus iba delante del chico, sin desviar en ningún momento su mirada hacia atrás para asegurarse de que el muchacho lo seguía, pero seguro de ello. Caminaba a grandes zancadas, su capa ondeando elegantemente tras él y una oscura y peligrosa mirada en su rostro que provocaba que los estudiantes que aparecían en su camino se alejasen velozmente de su persona temiendo que el hombre descargase su cólera sobre ellos. Tras él iba Harry, siguiéndolo a duras penas y cargando sobre sus hombros al pesado animal culpable de todos sus males. El chico tampoco parecía muy feliz con la situación, a juzgar por el enfado que reflejaba su rostro o por la fuerza con la que sus pies daban contra el suelo a cada paso.
FLASHBACK
- Severus... creo que lo mejor sería que se quedara contigo, en tus habitaciones - sugirió el director de Hogwarts, observando pensativamente al animal que se hallaba ahora, tras el escándalo, medio adormilado en el pasillo que conducía al Gran Comedor.
- Por supuesto.
- Quizás también podrías coger algo de su veneno cuando fuese necesario - añadió Albus, sabiendo que la mención de cualquier asunto que tuviese que ver con pociones complacería enormemente al maestro y, de paso, también ayudaría a allanar el terreno para la discusión que se avecinaba.
- Estoy de acuerdo - dijo Severus, complacido - Merlín sabe lo complicado y caro que es obtenerlo en cualquier tienda de Londres, pero es imprescindible para elaborar algunas de las pociones más poderosas que existen.
- Bien, mi muchacho. Entonces está decido.
Muchos estudiantes miraron con envidia a su temido profesor de pociones, decepcionados. Si el animal se quedaba con aquel hombre... significaba que tendrían pocas posibilidades de conseguir llegar hasta ella. La decepción brillaba en sus rostros.
Dumbledore, dando por finalizada la conversación, emprendió con paso lento el camino hacia su despacho sabiendo que allí lo esperaba una impaciente Minerva McGonagall dispuesta a interrogarle y sonsacarle todos los detalles de lo ocurrido nada más pusiese un pie dentro de la habitación.
- ¡Ah! Estoy seguro de que ningún estudiante cometerá el error de intentar encontrar donde se encuentran escondidas tus habitaciones, Severus - dijo disimuladamente el director, para quien nunca pasaba nada desapercibido. Y es que después de fijarse en la mirada anhelante que todos los chicos le dirigían al maestro de pociones no pudo evitar darles un pequeño aviso para prevenirles.
- Ninguno que le tenga algo de aprecio a su vida, de hecho - susurró amenazadoramente Snape al tiempo que les dirigía una aterradora y siniestra mirada a todos los muchachos que les rodeaban.
Albus, muy divertido con la situación y la cara de espanto que todos sus alumnos habían puesto al imaginarse lo que el terrible profesor sería capaz de hacerles si les pillaba cometiendo tal acto, no pudo evitar que se le escapase una pequeña carcajada.
FIN FLASHBACK
Hasta ese momento el día estaba resultando de lo más agradable. La conversación, para sorpresa de Snape, estaba siendo coherente y los sucesos ocurridos en el pasillo a primera hora de la mañana se estaban resolviendo de la forma más lógica posible.
Él se haría cargo de la criatura, aunque... ¿quién mejor que él podría cuidarla? Nadie. Hagrid no, desde luego. Aunque el semi-gigante fuera el actual profesor de criaturas mágicas estaba claro que en este caso no era el más indicado para hacerse cargo del animal, por mucho cariño que tuviese a las criaturas "potencialmente" peligrosas. ¿Quizás algún estudiante? Acabaría muerto antes del anochecer. ¿Otro profesor? Tampoco. No se imaginaba a McGonagall cuidando de semejante bicho ni al pequeño profesor Flitwick, aunque hubiese sido divertido poder ver esa escena. Sin ninguna duda el jefe de la casa Slytherin era el hombre más indicado para llevar a cabo esta tarea.
Pero, como era de esperar, en Hogwarts las cosas nunca son tan sencillas ni resultan lo que en un inicio aparentan. Albus Dumbledore, sin duda, es el culpable.
FLASHBACK
- Severus, sabes que Harry es la única persona capaz de entenderla y saber lo que necesita en cada momento - insistió el director, a quien a cada minuto que pasaba más se le iluminaban sospechosamente los ojos y le costaba disimular la diversión que toda aquella situación le producía.
- ¡NO! - protestó Snape - Puedo cuidar perfectamente del maldito bicho yo solo. No necesito a San Potter de intérprete.
- Por supuesto que podrías cuidarlo tu solo, mi muchacho - concedió Albus - Pero con Harry a tu lado siempre sabrás lo que necesita y podrás conseguir que se sienta completamente cómoda en las mazmorras - insistió.
- Si no está a gusto es su problema. - gruñó el hombre - Esto no es un hotel de cinco estrellas.
- Nadie está dudando de tus habilidades, Severus. - añadió McGonagall en tono conciliador.
El maestro de pociones gruñó con frustración. Por si no fuera suficiente tener que discutir y llevar la contraria al director, quien habitualmente siempre conseguía sus propósitos, esta vez esos dos entrometidos vejetes se habían aliado para hacerle la vida imposible.
- Sabes que tengo razón. - insistió Dumbledore.
- Por supuesto que lo sabe, Albus. Solo intenta hacerlo difícil - añadió Minerva divertida.
Snape le dirigió una furibunda mirada a su compañera de trabajo y, después de limitarse a gruñir como respuesta, se levantó de la silla y abandonó el despacho sin ni siquiera molestarse en despedirse de ninguno de los dos allí presentes.
La primera parte del plan había resultado.
FIN FLASHBACK
Se sabía derrotado desde el primer momento en que esa estúpida conversación se había trasladado al despacho del director pero, aún así, decidió no darse por vencido y luchar contra el vejete y rebatir todos y cada uno de sus innumerables argumentos. ¡Y es que aquel hombre tenía respuestas para todo! Ninguna de sus lógicas intenciones había servido para hacer desistir al vejete entrometido de sus propósitos. El anciano había decido desde un inicio que Potter y él se hicieran cargo del maldito animal y, finalmente, como siempre que se discutía con aquel hombre, el vejete se había salido con la suya. ¡Merlín sabía que aquel hombre era más Slytherin que Gryffindor! Lo peor de todo era que el bicho se quedaría en sus habitaciones personales y, aunque en un principio le había agradado la idea, ahora no le hacía ninguna gracia saber que Potter estaría merodeando todo él día por su espacio personal.
Profesor y alumno caminaban en silencio. El chico seguía al adulto, ambos adentrándose profundamente en las mazmorras del castillo, tanto, que Harry dudaba que alguna vez alguien que no fuese el maestro de pociones hubiese pasado antes por aquel recóndito lugar.
Era un pasillo bastante siniestro. Estaban en las profundidades de las mazmorras y los rayos del sol apenas conseguían iluminar vagamente la estancia, por lo que el muchacho tenía que poner sus cinco sentidos alerta para no tropezar con ningún escalón ni toparse con alguna pared o columna. Finalmente, para gran alivio del gryffindor, Severus se detuvo frente a un viejo cuadro.
Harry puso cara de disgusto al ver el mal estado en que éste se encontraba.
- ¿No había otro cuadro más viejo y feo? - pensó el chico mirándolo con desagrado.
Era un retrato muy antiguo, aunque aún se podía apreciar el gran valor que algún día poseyó. Estaba cubierto por una espesa capa de polvo y gruesas telarañas cubrían las esquinas. El marco era de oro, aunque había perdido todo su brillo. En el centro podía distinguirse la silueta de un hombre de penetrantes ojos rojos. Parecía un mago poderoso y de fuerte personalidad.
- Salazar - saludó Severus respetuosamente.
Harry abrió enormemente los ojos en incredulidad ¡Aquel viejo cuadro era Salazar Slytherin!
- Severus - respondió la pintura, y su mirada se posó en el chico de ojos esmeraldas que acompañaba al actual dueño de sus aposentos.
- Eh... - balbuceó el muchacho impactado.
El maestro de pociones miró a su estudiante y elevó una ceja divertido ante la cara de estupor que éste presentaba. Una leve sonrisa apareció en la comisura de sus labios aunque rápidamente se desvaneció, antes de que cualquiera pudiera notarla.
Soy Harry Potter - se presentó el chico haciendo acopio de todo el valor gryffindor que se suponía tener. No iba a ponerse en ridículo delante de esos dos hombres - Un placer conocerle.
Salazar pareció complacido con la respuesta del muchacho y elegantemente se retiró hacia un lado para dejarles paso.
Tras el retrato se escondía una enorme sala de estar. No era una estancia muy iluminada, pero si de aspecto confortable y muy cómoda a juzgar por los mullidos sofás y cojines que en ella había. La escasez de luz, en contra de lo que pudiera hacer pensar en un inicio, no ensombrecía el lugar sino que lo hacía ver más hogareño y tranquilo. Un suave fuego calentaba el ambiente.
- Señor Potter¿piensa entrar o va a quedarse ahí plantado, admirando mis habitaciones todo el día? - preguntó Snape al petrificado muchacho.
- Lo siento profesor.
- Bien. Siéntese. ¿Le apetece tomar algo? - ofreció.
El niño-que-vivió entró despacio, mirando detenidamente la estancia, curioso. Se detuvo en el centro de la habitación y, con cuidado, depositó al enorme animal en el suelo. A continuación se sentó en el sofá y masajeó sus doloridos hombros.
- Si, gracias - respondió complacido. El hombre estaba siendo amable con él y eso no era algo habitual en el maestro de pociones. Gracias a las clases del ED sabía que Severus Snape no era el tirano que fingía ser durante la mayor parte del tiempo que pasaba en el castillo, y fuera de éste, pero aún así se le hacía extraño que le estuviese invitando a tomar algo en sus habitaciones, sobretodo cuando se había visto obligado a llevarlo allí.
>>¿Tiene cerveza de mantequilla? - preguntó tímidamente.
- Por supuesto
El profesor se dirigió hacia una de las tres puertas que había en la sala, sin contar la entrada protegida por Salazar Slytherin y, después de un par de minutos, volvió con una cerveza de mantequilla y un vaso para Harry y algo más fuerte para él. Tras beber unos tragos prosiguió:
>>Supongo que es consciente de que ambos estamos atrapados en este asunto - dijo mirando a la adormilada criatura.
- ¡Oh¡Desde luego! - dijo Harry divertido - En ningún momento pensé que conseguirías hacer cambiar de opinión al director. En realidad dudo mucho que alguien alguna vez haya conseguido llevarle la contraria a Dumbledore - añadió el joven despreocupadamente, pero al instante se arrepintió de sus palabras al darse cuenta de la familiaridad con la que había tratado al hombre. Cerró los ojos esperando la inevitable bronca y castigo de Snape por atreverse a abusar de su confianza.
- Yo tampoco - admitió Severus con un suspiro derrotado que hizo sonreir al chico - Hablaré con Salazar para que te deje entrar aquí.
- Gracias - dijo sinceramente Harry. Solo el hecho de tener que dirigirse a aquel hombre ya lo ponía nervioso. No quería ni pensar que pasaría si el mago no confiase en él y, por supuesto, no deseaba tener una discusión con un fundador de Hogwarts.
Ambos se quedaron callados, absortos en sus pensamientos, disfrutando del silencio y la compañía del otro.
- No creo que sea peligrosa - dijo Harry de repente, refiriéndose al animal - Lo que ocurre es que esta mañana estaba asustada. - añadió recordando los hechos.
- No lo será siempre y cuando no le clave los colmillos, señor Potter. Su veneno es mortal - explicó el profesor al confiado muchacho.
- No lo hará - respondió el chico sonriente - Le gusto.
El maestro de pociones rodó sus ojos en un visible gesto de incredulidad y resignación ante las confiadas palabras del muchacho. Resopló derrotado. Estúpido valor gryffindor. Ese valor y confianza era el culpable de que muchos de ellos fuesen un blanco fácil en las guerras y acabasen muertos.
- Mañana me gustaría extraerle algo de veneno ¿Cree poder venir sobre las 7 de la mañana? - preguntó.
- Aquí estaré - respondió Potter.
- Bien, entonces debería marcharse ya. No quiero tener a sus dos molestos amigos organizando una patrulla de rescate en mis mazmorras.
Harry no pudo evitar que se le escapara una pequeña risita ante el ingenioso comentario del profesor, la cual hizo estremecer a Severus quien, sin saber porque, se dio cuenta de que le gustaba oír la risa de aquel chico.
- No lo harán - susurró - Ahora confían en usted.
El maestro levantó una ceja reflejando su absoluta incredulidad ante las palabras dichas por su alumno.
- Ahora no me desprecian, señor Potter - le corrigió - Pero dudo mucho que confíen en un ex-mortífago - dijo Snape con un leve tono de amargura que no pasó desapercibido por el chico.
- Lo hacen - insistió Harry.
Ambos se miraron fijamente, sin necesidad de decir nada, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Por extraño que pareciese se sentían bien así. La presencia del otro les daba una paz, tranquilidad y seguridad que hacía mucho tiempo que no sentían. Ninguna persona, de hecho, les había hecho sentir así antes.
Era cierto que Potter tenía a Ron y Hermione, quienes se preocupaban de sobremanera por él y siempre estaban pendientes de su bienestar, sobretodo desde la muerte de Sirius, pero no era lo mismo. Harry sentía que por mucho que lo intentasen nunca serían capaces de entenderle. Él los amaba, pero eran demasiado sobre protectores y, por eso, no podía contarles todo. No podía hablarles de la profecía. Y también había otras cosas... cosas que jamás se sentiría a gusto conversando con ellos. Pero con Severus sentía que sería diferente.
- Severus - pensó el chico - Suena bien.
Al mismo tiempo Snape observaba detenidamente al chico, intentando interpretar cada uno de sus gestos, reacciones y movimientos. Sabía que no era la persona que siempre había odiado tanto. No era James Potter. Era un muchacho demasiado maduro para su edad, aunque en cierto modo también más inocente que la mayoría de adolescentes. Desde aquel día en clase del ED, en que sus labios casi habían rozado los de Harry, no había podido dejar de pensar en el joven, muy a su pesar. La curiosidad lo había hecho obsesionarse con el muchacho y estaba decidido a averiguar la verdad. Descubriría la razón por la que el salvador del mundo mágico se escondía tras esa máscara de felicidad permanente, ocultando sus verdaderos sentimientos, como el mejor de los slytherins, como el mismo llevaba haciendo desde hacía ya tantos años.
- Debería irse, señor Potter - susurró Severus, su cabeza aún perdida en sus divagaciones. - Es tarde - añadió retirando suavemente un mechón de cabello que cubría la famosa cicatriz del muchacho, aquella que lo marcaba y lo hacía diferente a los demás.
- Si - respondió Harry, sin aliento. Ese simple roce devolvió los recuerdos y sensaciones ocurridos hace ya un mes. Su boca se quedó completamente seca, como aquella vez y, su pulso, se aceleró vertiginosamente. Sentía los latidos de su corazón retumbar en su cabeza, tan fuerte, que daba la sensación de que todo Hogwarts podría oírlos. Todo su cuerpo temblaba en anticipación.
- ¿Harry? - ronroneó Severus. Su dedo se posó bajo la barbilla del chico, quien había enfocado su vista en el suelo y, suavemente, lo obligó a levantar la cabeza y a mirarlo a los ojos.
- Severus - pensó Harry sin atreverse a hablar. Ya no era Snape, ni el profesor de pociones. Era simplemente él, Severus.
El maestro miró al chico a los ojos y se perdió en el deseo y necesidad que encontró en sus profundidades. La ingenuidad, el miedo y la confusión se mezclaban en esas esmeraldas, confusión que él mismo sentía cada vez que ambos se quedaban a solas.
El temor invadió al joven. Sentía un enorme deseo de besar a Snape, sí, pero el miedo era mucho mayor. Lo que más deseaba en aquel momento era salir corriendo y encerrarse en su dormitorio de la torre Gryffindor, lugar donde se sentía seguro y a salvo.
Harry observó temeroso como los labios de Severus se acercaban lentamente a los suyos, muy despacio, su cuerpo temblando más y más a cada segundo. La única persona a quien había besado en su vida había sido Cho, durante el año pasado, y no estaba seguro de que aquello pudiera llamarse realmente "beso", aunque tampoco tenía ningún otro con que compararlo. Además, tampoco se podía comparar a Cho son Snape. Ella era solo una muchacha de quince años y Snape... Snape era todo un hombre.
Sus ojos se cerraron instintivamente y sintió un leve y cálido roce en sus labios, tan solo una suave caricia. Suspiró inseguro de que hacer. Sentía su rostro arder, consumiéndose en llamas. Una lengua delineó delicadamente su labio inferior mientras una mano le acariciaba suavemente la nuca. La otra mano de Severus se posó en su cintura, acercándolo más al cuerpo del hombre, dejándolo sentir todo su deseo. Harry sentía que necesitaba más así que, tembloroso, se aventuró a pasar sus brazos por el cuello del maestro, rodeándolo, y se agarró fuertemente a él.
Cuando por fin se separaron el chico levantó la mirada avergonzado, aún temblando, incapaz de decir nada ni de moverse, sin saber como hacer frente al hombre después de aquello.
¿Qué os ha parecido¿Continuo?
Me rindo. Nunca me había costado tanto escribir algo pero sigue sin acabarme de gustar como me quedó el capi. Tenía todo ya pensado y organizado desde hace un mes pero no había manera de plasmar en palabras lo que quería explicar. Otro problema fue el tiempo, ya que me aceptaron en un cursillo y no he podido escribir durante estas últimas 4 semanas.
Esta vez intenté hacerlo un poco más largo así que no os podéis quejar, creo que es lo más largo que he escrito nunca. Como recompensa por la espera (y para evitar posibles y merecidas represalias, XD) hice que por fin sucediese algo entre esos dos, que ya les tocaba.
Gracias a todo/as por los comentarios. Siempre me animan a escribir y me dan nuevas ideas para la historia.
Reviews
Besitos
(Lunes, 1 de agosto 2005)
