Para todas las advertencias, favor revisar capítulo 1. Son demasiado largas.

Advertencia para el capítulo 2: Ligeramente más dulce que el anterior. Procuraré restringir ese tipo de transgresiones a mi propia personalidad de aquí en adelante, pero… algunas pociones necesitan descansar antes de proseguir su preparación.

Disclaimer: En alguna realidad alternativa, yo estaría siendo tratada con frialdad y sarcasmo por Seto Kaiba y sería feliz. Pero aquí, Yugi-Oh no es mío.

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2.

Era bastante más temprano cuando pasó por allí la noche siguiente. Jounoichi simplemente le dedicó una mirada amarga cuando vio su rostro tras el cristal polarizado de la limosina. En el fondo, no podía creer que hubiese vuelto, y no le gustaba ignorar que planeaba su "cliente". Tras un breve intercambio de palabras entre su padre y el pasajero, subió al auto.

-Así que aquí estás otra vez ricachón.

Seto se esperaba algún comentario como ese, y entornó los ojos por la falta de imaginación del recién llegado. Y, siendo una persona que amaba tener el control sobre todo, le replicó con la respuesta que había ido pensando por el camino:

-Te dije que cobraría otro día. Considérate una geisha, Katsuya. No siempre se les pagaba por sexo. A veces solo se les requería por compañía.

-¿Y a ti te parece agradable mi compañía, entonces? Perdona Kaiba. No sé por qué pero no te creo.

-Eso ya depende de ti.

-No quiero que me tengas lástima.

La escena comenzó a repetirse cada noche, y Seto nunca le decía por qué. Como un dejavú mal imaginado, o la repetición de una vieja película. Iban a la Mansión Kaiba, comían algo y se dirigían a la biblioteca. Allí, Jounoichi intentaba una conversación, para terminar frustrado y quedándose dormido sobre un enorme sofá de lectura mientras Seto trabajaba en su laptop hasta el amanecer.

(Segunda semana:

-¿Sabes? Esto no es necesario. Me siento un mantenido, ricachón.

-Fantástico, perro.- gruñó Kaiba. Bajó el panel de vidrio que los separaba del chofer, y le dijo a este:- Nos devolvemos.- Katsuya quedó viéndolo en estado de shock. Seto agregó, a modo de explicación.- Que algún empresario que roce los setenta te amarre a una cama. Si es que ese es tu concepto de "ganarte" el dinero que recibes.

-¡No!... me quedo, entonces.

-Tu decides. Ah, y una última cosa- agregó Seto, tajante.- Mi metro cuadrado personal es una de mis posesiones más valiosas. Si lo vuelves a invadir con cualquier tipo de acercamiento físico, te largas. ¿Entendido?)

Los días seguían pasando. Jounoichi intentaba imaginar que razón llevaría a Kaiba a irlo a buscar. No le gustaba ninguna de las explicaciones negativas, y la única positiva era demasiado imposible. Llegó a la conclusión de que tal vez el hermano menor tuviese algo que ver, y eso le llevó a una mezcla ambivalente de alivio y tristeza. No dejó que se notara.

Tampoco volvieron a hacerse siquiera una mención a aquella vez en que lo besó a la entrada de la casa, cosa que sabía que Seto le agradecería. Había dejado claras las reglas del tablero, y habría que acatarlas con mayor perfección que la que le habían pedido, si era posible.

(Tercera semana:

-¿Por qué no te buscas otro trabajo, Katsuya?

-Porque no terminé el colegio. Y con esos antecedentes para mi edad, no me quieren en ningún lado.

-Podría ayudarte a encontrar uno. O a terminar la escuela.

-¿Que fue lo que te dije sobre tu "lástima", Kaiba?

-Olvídalo entonces. Como dije, es tu elección. ¿Por que sigues viviendo con tu padre?

-No puedo echarlo a la calle...

-Qué masoquista, Katsuya.

-Si supieras cuánto, Kaiba...)

No había querido dejar ver sus auténticos planes para el futuro, evitando compartir ese lado de sí mismo con Kaiba, por no tener seguridad sobre su reacción. Mejor que eso, intentaba demostrarse ante él lo más despreocupado y liviano posible. Odiaba la compasión ajena, y sabía cuidarse solo. Jounochi Katsuya había aprendido a esperar y aguantar sus antes frecuentes exhabruptos. Era un chico listo, y conocía lo que las "amistades" de su padre podían hacerle si lo sacaba de la casa, o intentaba huir de él. Lo odiaba, pero con paciencia, escondía las propinas que su trabajo le reportaba en una caja enterrada en el patio de atrás. Esperaba tener lo suficiente algún día para poder largarse a Tokio, o en todo caso lo más lejos que pudiera, dispuesto incluso a cambiar de nombre con tal de no volver a ver a su bienamado progenitor.

Era fuerte, y eso era lo que le mantenía de pié, con una sonrisa rayana en la neurosis. Habían intentado despedazar su espíritu, y no lo habían conseguido.

Prosiguiendo con el plan de procurar hacer agradables aquellas veladas, la rutina sufrió una ligera variación alrededor de la cuarta semana, gracias a Jounoichi. Iban en la limosina a cumplir con aquello que más parecía una programación convencional, con horario incluido. Pero se atrevió a interrumpir las meditaciones silenciosas de Seto camino a casa, con algo de timidez.

-¿Hagamos algo distinto? Digo, es todos los días lo mismo...

-¿Te molesta eso, cachorro?- Jouno se hubiese cohibido para contestar, de no ser porque notó la variación ligeramente menos despectiva en el usual "perro". "Cachorro" no sonaba tan indigno. Eso le dio confianza para continuar con su idea.

-No me molesta. Sólo pensaba en romper un poco la rutina. – Katsuya buscó en su mochila. Por petición de Kaiba, ya no le obligaban a usar el vestido rojo. Tampoco era tan idiota como para no darse cuenta de que su presencia suponía una estorbo distractivo en el trabajo del frío joven, que a fin de cuentas estaba pagando bastante sólo para tener un "compañero de conversación". O traduciendo, para salvarle. Necesitaba demostrar que agradecía el gesto, aunque su orgullo le reclamara constantemente que la caridad era lo peor que alguien podría sentir por él. Sacó la billetera, le echó una mirada de reojo para inventariar su contenido, y dijo- ¿Que quieres hacer? Yo invito.- Sonrió, contento consigo mismo de tener unos cuantos yenes para gastar sin tener que recurrir a sus ahorros.- Todavía son las nueve de la noche.

El aludido pensó un momento. Se sentía condescendiente, y aunque en lo más íntimo desconfiase del concepto de descanso, por esa noche apenas tenía trabajo atrasado de modo que replicó:

-Llévame a un sitio que te agrade.

Jounoichi amplió su sonrisa. Seto se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no veía sonreír al condenado perro de esa manera, y eso le alivianó el espíritu. Odiaba compartir sus preocupaciones, pero le había contado una versión suavizada de los hechos a Mokuba la mañana siguiente al primer encuentro, buscando de forma implícita un consejo en su pequeño hermano. Al fin y al cabo, Mokuba conocía a Katsuya mucho mejor que él. Siendo sinceros, Mokuba sabía más de los seres humanos que él.

("-Hermano. Si tú dejas las cosas como están, te aseguro que no lo perdonaré. ¡Tienes que ayudarlo!"

"-Es un perro testarudo, Moki. No lo va a aceptar."

"-Pues por lo menos inténtalo.")

Y eso hacía, cumpliendo con la palabra empeñada, observando a Jounoichi Katsuya darle instrucciones al chofer. Se consolaba diciéndose a si mismo que todo era por no fallarle al niño, su única prioridad. Él no tenía intenciones de ampliar su círculo de gente cercana: con su hermano bastaba y sobraba. Pero Katsuya no era tan insoportable, e incluso su compañía se le hacía llevadera. Y era ese último punto el que mantenía en estado de alerta a su yo racional, el cual le hacía desconfiar de todo lo agradable.

Seto conservaba aún marcas del látigo de Gonzaburo en su espalda, era imposible que no recordara también las lecciones de desprecio a cualquier cosa que pudiese apartarlo de la lógica. ¿Para qué tener amigos? Todos te traicionan al final, todo se reduce al simple interés. Hasta Katsuya debía tener algún interés, por ejemplo el descanso en sus noches, para estar con él. Un tonto como Jounoichi no sería la excepción a una regla largamente confirmada por Kaiba.

Aunque, no podía negarlo, el intercambio rutinario de insultos con aquel idiota siempre le había proveído de la dosis necesaria de adrenalina que todo humano necesita. Era una de las pocas cosas que recordaba sin desprecio del instituto.

Su mecanismo de represión interna se rebeló contra la frase que acababa de formarse en su mente. Dominó una vez más todas las potenciales preguntas que tenía en la cabeza, acallándolas, y puso su mejor cara de jugador de póker.

-¿Qué, no te gusta?- Preguntó alegre Jounoichi, al detenerse la limosina. Se encontraban frente a una trattoría de aspecto algo descuidado.

-Pudo ser peor.- replicó Kaiba, recordando sus anteriores resoluciones y congelando la expresión de Jouno por unos segundos. Con una sonrisa bastante menos espontánea que la anterior, éste aclaró:

-No se ve muy bien por fuera, pero te aseguro que aquí hacen la mejor comida italiana de Japón. Ya sabes, para obtener sabor auténtico hay que ir con la nonna.

-Confiaré en tu juicio por esta vez, Katsuya.- contestó entonces Kaiba, suspirando. Intentó esbozar alguna expresión amable y bajó del automóvil, avisándole antes al chofer que podía irse a dar una vuelta hasta que lo llamara. Por supuesto, sin notar que sus palabras habían sonado más cálidas de lo que había planeado para Jounoichi, que asintió y lo guió al interior del restaurante.

La comida transcurrió en relativo silencio. Jouno procuraba observar el azul abismal en los ojos de su compañero de mesa sin ser notado. Vio a Kaiba hacer grandes esfuerzos por mantener su expresión indiferente, rayana en el desprecio, mientras se llevaba sus fetuccini al pesto a la boca.

-¿Rico?- preguntó casi con malicia.

-Agradable.- replicó Seto. Había hecho una excepción a su regla de ascetismo, aceptando beber unos sorbos de vino tinto, y no se sentía cien por ciento en uso de sus facultades. Aquello lo ponía de mal humor, a pesar de la buena calidad de la pasta.

Jouno suspiró: era imposible que alguien como Kaiba cambiase.

-Pensé que te gustaría... maldición. Tu aceptaste venir.

Él lo miró como pidiendo disculpas, pero ni una palabra salió de sus labios delgados. A Katsuya no le importó. Su necesidad masoquista del joven a quien tenía en frente implicaba aceptarle por completo, y se conformó con aquella visión fugaz en que las orbes metálicas adquierieron una suavidad breve. Aunque le desesperase saber que no tenía idea de como acercarse a Seto Kaiba.

No era que realmente quisiera "conquistarlo", como vulgarmente se decía. Eso era una batalla perdida antes de empezar. Sólo le bastaba estar cerca, y Kaiba no se lo iba a permitir. Hacerse ilusiones respecto a aquellos rescates de caballero en armadura brillante, era peor que tonto. ¿Quién era Jounoichi Katsuya para pretender amistad con alguien como Seto?

Ni siquiera le había permitido ver al pequeñajo de Mokuba, que seguro ya no lo era tanto después de dos años. Tampoco le había querido decir el porqué.

-¿Vas a comer más?

-No.

-La cuenta, por favor.- pidió Jouno a la mesera, una muchacha joven de rasgos occidentales. Saltaba a la vista que era un negocio familiar. Tras un momento de indecisión, Kaiba sacó la chequera, con lo cual fastidió a Jounoichi más allá de lo posible.- Ni se te ocurra. Dije que yo invitaba.

-Guarda eso, Katsuya. Lo necesitarás algún día, si quieres salir de donde estás.

Esas palabras le significaron una patada en el estómago al orgullo de Jouno, pero debía reconocer que el otro tenía razón. Así y todo, replicó con testarudez:

-¡No quiero ser un mantenido!- gruñó en voz suficienemente alta para que sólo Kaiba le escuchara.

-Frase recurrente últimamente.- Sonrió este con sarcasmo. Luego suspiró, se llevó una mano a la cabeza, y agregó sin muchas ganas:- Mira, es en agradecimiento. La comida estaba buena.

Sin hacer ninguna otra protesta, Jounoichi le dejó hacer. Aunque en el fondo, aborreciese tener que depender de la chequera de Kaiba para sobrevivir. Subieron a la limosina, que estaba esperándoles afuera. Al parecer, el chofer no se había atrevido a mover de su sitio. El vehículo se puso con prontitud en movimiento, atravesando a considerable velocidad las calles de la periferia de Domino City. Seto pronto notó que no se dirigían a su casa, y la sensación de incertidumbre le provocó un ardor de estómago que se convirtió en molestia.

-¿Adónde se supone que vamos?- inquirió, tratando de no sonar muy interesado, y que no se le notara la curiosidad. Tuvo éxito en poner una expresión indiferente, pero el perro no pareció decepcionarse por eso.

-Dios sabe más y pregunta menos- fue su escueta respuesta.

-¿Con refranes a mí, Katsuya?- se escandalizó Kaiba. Ese típico silencio incómodo se instaló como tercer pasajero en el automóvil, hasta que este se detuvo una vez más, en la gravilla del estacionamiento de una casona sobre un acantilado que miraba al mar. Las piedrecillas crujieron bajo las ruedas, y Seto acabó con el ensimismamiento de ambos:- ¿Planeas tirarme de un barranco en mi propia casa?

-Sería buena idea.- acotó Jouno, tratando de bromear mientras sacaba la botella con lo que quedaba de vino tinto y un par de copas.

-No lo creo, ya lo intentaron y fracasaron.- Se fijó en lo que su acompañante cargaba.- Ah, encima pretendes emborracharme.

-¿Qué clase de pregunta es esa, Kaiba?

-Era una afirmación…

-Mira, no seas paranóico. Se me acaba de ocurrir el venir aquí, y el chofer me dijo que no habría problemas con la cerradura. Ibas tan ausente que ni escuchaste cuando le pedí que nos trajera.

-Aún no le veo objeto a nuestra presencia en este lugar- protestó Seto, cortante pero sin subir la voz, luego de haber franqueado la puerta con un previo scanner a sus huellas digitales. Jounoichi no parecía orientarse muy bien en el caserón victoriano, contando puertas y pasillos en voz baja. Kaiba lo dejó hacer, aún preguntándose que demonios hacían allí, hasta que descubrieron en un extremo una escalera de caracol. De esa manera, el dueño de casa infirió que se dirigían a la terraza. Llegaron a una puerta mucho menos moderna que las anteriores, y Jouno se las arregló para abrirla mientras aún sujetaba el vino y las copas en las manos.

Se sentía bastante contento. No sabía el motivo, pero en esa única noche había logrado cruzar más palabras con Seto que en todo el mes de rescates que seguía aumentando en su cuenta temporal. Procurando evitar a cualquier coste que esa fluidez desapareciera, preguntó lo primero que se le vino a la mente:

-Mira hacia arriba. ¿Qué ves?- preguntó, mientras le alcanzaba a Kaiba una copa que acababa de llenar. Se maldijo por la falta de originalidad, pero decidió que proseguiría dependiendo de la respuesta que obtuviera.

-Estrellas- fue la escueta respuesta. Notó la cara expectante que Katsuya ponía, esperando algún otro comentario.- Lejanas masas de gas incandescente. Se encuentran en proceso de combustión a partir del hidrógeno.- bebió poco a poco el contenido de su copa

-A ver, pongámoslo de otra forma. Te estoy pidiendo que las veas, no que las analices. Dale, mira hacia arriba.

Sintiéndose idiota, Seto obedeció a regañadientes. En realidad, en aquel momento eran visibles una enorme profusión de estrellas pues no había luz que las difuminara, gracias a la luna nueva. Como aquella primera vez que había encontrado a Jounoichi luego de dos años, enfundado en rayón rojo y maquillaje de mala calidad. Las brillantes bolas de gas se refractaban al roce con la atmósfera, según Kaiba recordó, y eso era lo que daba la ilusión de parpadeo. En realidad, se veían bien allí sobre ellos, inmaculadas y frías sobre el cielo retinto. Eran… apropiadas, si es que era esa la palabra.

Jouno analizó el rostro de su acompañante, perdido en los reflejos albos de las constelaciones allá arriba. Sonrió. Tal vez no había sido mala idea preguntarle respecto al tópico.

-Kaiba, ¿Cuándo fue la última vez que miraste las estrellas?.- El aludido entornó los ojos. Le sonaba a diálogo literario, y la frase era bastante cursi para provocarle escalofríos. Su parte dominante quiso reaccionar de inmediato replicando que no tenía tiempo para idioteces, y quiso irse. Estaba perdiendo su valioso tiempo en aquella terraza. Pero con esa respuesta hubiese hecho sentir mal a Katsuya, y no se sentía con el ánimo necesario para eso.

-No tienen ninguna utilidad práctica- empezó diciendo, y antes que Jouno pudiese reclamar, agregó:- Pero desde aquí se ven bien. Son bellas.

Las dos últimas palabras eran innecesarias para sus objetivos y se arrepintió de ellas apenas fueron pronunciadas. Le echó la culpa al vino: tal vez se le había subido. A pesar de todo se sintió algo más tranquilo cuando vio al perro sonreír de nuevo, esa vez sin cohibirse. Negó con la cabeza, pensando que a Mokuba le había dado su palabra de no hacer sufrir a Katsuya, y que por eso se abstenía de sus ironías usuales. La palabra era algo sagrado, ¿Verdad?.

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(Llevaba en las manos un exiguo currículum. Sabía que no tenía buenos antecedentes, y había perdido la cuenta de las veces en que la frasecita "te llamamos" era su única respuesta, una excusa fútil. Y aún así se dirigía a seguir intentándolo.

Necesitaba salir de su casa, o como se llamara aquel sitio donde vivía. Dejar de respirar ese ambiente malsano de alcoholismo, golpes y sexo. El diario contacto con Kaiba le había ayudado a retomar sus viejas esperanzas de trabajar en otra cosa. ¿Por qué no? Aún podía largarse de Domino City como tenía pensado, quizás antes de lo calculado, si obtenía un empleo decente. Esa misma mañana había desempolvado el arcaico documento, guardado en un cajón a costa de decepciones hacía ya más de un año. Luego compró el diario en busca de alguna ocupación que le acomodara a su experiencia, y allí se encontraba ahora: en una cola de aspirantes a junior para una empresa de formación reciente, tan larga que daba la vuelta a la cuadra, pero con ilusiones y el terno más decente que encontró.

La fila se estrechaba, reduciendo el espacio entre los hombres que en ella se hallaban formados. Con un estremecimiento de repugnancia, Jounoichi sintió a alguien moviéndose contra él, detrás suyo. Alguien buscando una frotación de alivio, vejándole más de lo que ya estaba. Su cuerpo se tensó en parálisis, reaccionando recién cuando una voz ronca y desagradable jadeó en su oído, mientras quien quiera que estuviese atrás aumentaba el ritmo.

-Casi no te reconocí, Katsuya. Te queda mejor el vestido.

-¡Suéltame!- siseó de pánico, reconociendo a uno de sus clientes. Se trataba de un salaryman especialmente cruel en sus prácticas. Nadie en toda la cola le dio importancia a su petición de ayuda, mas bien cambiaron de posición, incómodos al sentir movimiento en algún punto de la formación. Mientras, el tipo pasaba su lengua insolente alrededor del lóbulo de Jounoichi, trayéndole a este infinidad de malas memorias. Quiso vomitar... Maldito sea, llevaba un mes fuera de ese negocio. Un mes sin pasar por el desagradable proceso de sentirse un asco de ser humano luego de recibir el dinero que su performance sexual le procuraba.

Mierda...

Sin voltear, le lanzó un revés a mano cerrada directo a la cara. Sonrió al escuchar el sonido de huesos rotos... le recordó un poco su vida anterior. Su orgullo, que nunca permitió a nadie pisotear. Su dignidad. También rogó porque el resto de la gente en la fila siguiese tan indiferente a él como un rato antes. Se sintió liberado... como siempre que lograba agredir de alguna forma a los bastardos que se lo "llevaban". No en balde su padre le amenazaba con aquello de "no quiero tener más quejas tuyas".

Una punzada fría en su costado le hizo dar un salto en su sitio. El dueño de la voz lo pinchó de nuevo con aquello, más fuerte esta vez, y se vio obligado a voltear.

Una navaja.

Tembló, y todos los poros de su piel se abrieron a un tiempo, dejando salir un rocío helado.

-Vamos a otro lado- roncó el tipo, con la voz gruesa de rabia por la nariz quebrada, sin retirar la hoja. La indecisión de Jouno duró el tiempo que aquel hombre se demoró en agarrarlo de la ropa y sacarlo de la fila."

Ooooooooooooooooooooooooooo

Continuará

To be continued

続けられるため

y todo eso.

Chale, lamento el retraso con esto… quería seguir avanzando las otras cosas por mientras pero parece que no se pudo. De todas maneras, juro que esto no se queda en mi lista de "pendientes"… lamento la actualización tardía, en todo caso.

¿Algún comentario respecto a este capítulo? Lo revisé mil veces… nunca quedó como quería. Trato de mostrar el Orgullo Wheeler tan intacto como sea posible, pero no funciona del todo. También, que Jouno no es para nada el gil que sale en algunos fics. Pero eso tampoco me quedó muy bueno. Espero que disculpen lo OOC de los muchachos en este capítulo.

Por cierto… me da absolutamente IGUAL que la pinche página bannee a los autores que contestan a los review en sus fics. Lo subiré una y otra vez si me lo quitan. He dicho.

Por lo tanto… Review!

Kida Luna: Pues si, pobre Jouno. No se merece lo que le pasa, pero él no es ningún debilucho. Odio cuando me pintan al pobre cachorro como a un idiota… Ya se viene Mokuba al rescate, don't worry n.n Y Kaiba… él venía del trabajo, no fue su culpa pillar al niño en esa esquina roñosa.

Anya Shoryyuki: Hola niña! Vaya, así que te leíste esta mugre también XD que Ra, Leto e Ishbala me perdonen por intentar escribir… Pucha, perdona por lo incomprensible de estos fics. Oye, y gracias por aquello de que te alegré el día! Tu también me lo alegras con semejantes comentarios. Me haces sentir que tal vez no hago pura basura como la Lynx interna trata de hacerme creer… El poste de la horca no puede ser inferior al metro 65, porque esa es mi estatura XDXDXD.

Ishida Rio: Mi estimada sensei, pido perdón de rodillas por lo de la idea robada. Es algo que se me ocurrió durante el verano… gomen nasai, porque es probable que a ti te hubiese salido mejor desarrollar algo como esto. El incesto yaoi en sí es mucho más tremendo que cualquier otro tipo, y en lo personal me gusta más por las posibilidades de Angst que brinda, pero procuraré hacer un trabajo decente aquí. No se preocupe por lo de la dulzura y el "beso de amor"… Mwahaha. No digo nada más para no espoilear. Pero no va a terminar bien. Básicamente porque odio los finales disneyianos, y vivo y muero para los géneros perver.

Chibi-Kitsune Chan: No puedo recordar si te mandé al correo o no la dirección de donde bajar el manga… por si acaso, es esta: (la voy a poner con espacios, para que esta web no me la borre… http (dos puntos doble slash) akamimannga (punto) webcindario (punto) com (slash) index (slash) manga (punto) htm ¡Muchas gracias por tus elogios!

Mia Constantine: Wow, tantas flores… quise hacerlo lo menos OOC posible, porque ya he visto como me sacan de personaje a mi Kaiba-sama y me apesta… Respecto a lo de talento… pues me sonrojo n/n. Gracias por tus comentarios!

Xanxisk: Holas! Yeah… SetoxJono rulz. Son de lo mejorcito, queria hace tiempo hacer algo de ellos, la verdad. Me alegro mucho de que te haya gustado.

Ale: Mmm… ¿dije que moriría alguien? ¿Y quien…? (Lynx mira hacia arriba silbando con las manos en los bolsillos)… Que bueno que lo encuentres interesante… Y sí, pobre Katsuya, pero lo que le pasa no es culpa de Seto. Sus problemas venían de bastante antes, con semejante padre que tiene…

Dejen review!... ustedes saben, aquella linda cosa que nos ilusiona a los autores, sirve de antidepresivo, y evita el sobrepoblamiento de basureros y papeleras de reciclaje con historias fallidas.