Amando al Enemigo.
por: Tiff
Eriol abrió los ojos pesadamente, tratando de acostumbrarse a la penumbra que se cerraba contra el. Bajo sus manos sintió la suavidad de las sabanas de seda que guardaban su cuerpo maternalmente.
Vislumbró por fin la habitación de su alrededor, no era a la que él estaba acostumbrado. En lugar del usual desorden de su cuarto, y las ventanas corridas toda la noche, se encontró con un orden desconocido. Casi reconfortante.
Todo adornado en un estilo antiguo, con una gran chimenea frente a él, y largas cortinas púrpuras que cubrían dos grandes ventanales, en la parte trasera de su cama.
Era la casa de una mujer. Ninguna otra persona podría tener ese toque característico de delicadeza y buen gusto.
Si se ponía a recordar, los sucesos de la mañana en la que había caído inconsciente (y no sabía cuanto tiempo había sido eso) podía apenas ver la sombra de una mujer que lo recogía del piso, preguntándole por su estado, con la voz en tono de preocupación.
Seguro estaba en su casa. Le había hecho prometer antes de que se lo llevara, que no lo llevaría a un hospital. No podía arriesgarse a que lo tuvieran registrado en sus archivos. Después de todo, el no era un chico común. Era un asesino. Esa herida por la que había tenido tantos problemas, y por la que en esos momentos estaba en esa cama, era producto de una operación no muy exitosa. El equipo bajo su mando, lo había dejado en el bosque, cuando no había alcanzado a llegar en los cinco minutos reglamentarios de la compañía.
Y no los culpaba. El hubiera hecho lo mismo, aunque se hubiera tratado de su compañero Shaoran Li.
Ahora tenía que saber en donde estaba, y quién le había ayudado.
La puerta rechinó. Y comenzó a abrirse de repente. La silueta de una mujer alumbrada por la luz del pasillo, hizo su aparición de pronto, segando por un momento a Eriol, que se le había quedado mirando fijamente, ya sentado en la cama.
Ella se le quedó viendo. No supo cual gesto puso en su cara en esos momentos, ya que su rostro había quedado oculto por las sombras.
-Me da gusto que hayas despertado.- Esa voz, era la que recordaba de aquella vez. Ella era su benefactora.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí?- su naturaleza fría, le impedía ser amable con las personas, aunque estas le hubieran salvado la vida
-Dos días. Eres una persona muy fuerte. El doctor había pronosticado más de una semana, perdiste mucha sangre.- -Dijiste que no me llevarías a un hospital.- dijo él, con un poco de resentimiento.
-No lo hice. Traje aquí a un amigo.-
El chico ingles, se incorporó rápidamente de su cama, y buscó en la habitación, sus anteojos, su gabardina y sus zapatos.
-¿Donde están mis cosas?-
-Ahí.- La mujer señalo una silla, en donde yacían, intactas, sus ropas, su reloj, sus anteojos y su comunicador. Parecía que nadie los había tocado, al menos para registrar lo que tenía dentro. Suspiró. Si ella hubiera tenido un poco de curiosidad, hubiera descubierto que ningún hombre normal carga consigo una pistola, píldoras, rastreadores, un comunicador... talvez hubiera llamado a la policía...
El hombre se levantó de donde estaba, y recogió sus cosas, poniéndolas en su lugar de nuevo. Revisando discretamente, si no le faltaba alguna pertenencia. No era que pensara que esa mujer era una ladrona, pero había aprendido hacia mucho tiempo a no confiar en todos los que te ponen una sonrisa.
La chica encendió la débil luz de una lámpara, justo cuando él se ponía sus anteojos. Fue cuando la vio, sin estar casi muriéndose. Era una mujer con una belleza extraordinaria. De piel pálida, y hermosos cabellos negros recorriendo su espalda. De manos delicadas, y un inusual ametista en sus grandes ojos. Tenía una sonrisa bondadosa, y sincera.
Era la mujer más bella a la que Eriol se hubiera enfrentado. Y la había encontrado en medio de la oscuridad, a la que él estaba habituado. Ya podía saber que no todo lo proveniente de ella, es malo.
Sin embargo, no tenía mucho tiempo que perder. Admiró a la chica por unos momentos, y sus ojos se volvieron inexpresivos de nuevo, volteando su cabeza y acomodando su reloj.
-¿Cómo te llamas?- dijo ella, sin dejar de observar con interés lo que hacía.
-Eso no te importa.- dijo él sin voltear.
Ella no se molestó. Él la miro sin hacer ningún gesto.
-Mi nombre es Tomoyo. Has estado aquí casi tres días, y solo quería saber tu nombre.-
Tenía razón. Por lo menos debía de presentarse.
-Soy Eriol.- generalmente, daba un nombre falso. Sin embargo, no había motivo para sospechar de ella. Si hubiera sabido su identidad, ya estaría en la cárcel.
-¿Eres ingles Eriol?- él no dijo nada. -Tienes un acento muy peculiar. Los japoneses no solemos tenerlo.-
-Soy de Londres.-
-¿Londres? Es una ciudad muy linda. Mi madre solía llevarme ahí cuando era niña, claro que nunca lo conocí todo, me quedaba muchas veces en el hotel, mientras ella salía por sus negocios.-
-¿Por qué me ayudaste?- preguntó él sin mostrar interés en lo que ella le contaba. -No creo que te dediques a recoger vagos.-
-Tu no eres un vago Eriol. Además, estabas herido, y no podía dejarte ahí tirado sabiendo que puedes morir.- curioso, él si lo hubiera hecho.-No tengo derecho a quitarle la vida a una persona.-
Que tontería. No tenía que pedirle permiso a nadie. El dinero era más importante que las estúpidas leyes.
-Tengo que irme.- recogió lo que quedaba en la silla, se puso su gabardina, y salió de la habitación. La casa no era muy espaciosa, así que encontró la salida con facilidad. Abrió la puerta principal, y salió. Sintió la presencia de la mujer que se acercaba detrás de él. No podía irse así nada más.
-Gracias por haberme cuidado.- dijo sin voltear. -Te lo pagare algún día.- era lo mejor que podía hacer.
Con eso, se alejo de la casa, caminando a paso rápido, sin pensar más en la mujer que acababa de dejar atrás.
-ñ-
Shaoran Li se sentó detrás de un gran escritorio, en donde se encontraban esparcidos montones de papeles con teléfonos y direcciones. Se había pasado la mayor parte de los dos días, buscando a su líder. Parecía que era el único que aun se preocupaba por él. Bueno, él y el presidente de la compañía. Al ser el mejor asesino, lo tenía en alta estima.
Al principio se veía optimista. Había buscado a pie por casi tres kilómetros a la redonda de donde se había separado, pero no había rastro de él. Después de cansarse de buscar así, llegó a la compañía, saco todos los archivos de las prisiones (tenían todo lo concerniente a ellas en la compañía) y llamó a cada una de ellas, pero no encontró nada. Se infiltro en sus archivos, encontrando solo lo que habían obtenido de él años atrás, y sus supuestos asesinatos, el hospital mental al que lo habían llevado, pero nada más. Desesperanzado, buscó al final en las morgues, y en los anfiteatros, que, para su alivio, no le proporcionaron mayor resultado que las opciones anteriores.
No sabía que más hacer. Llamó a su casa, y a la de todos sus compañeros, pero no había noticias de él. Nadie sabia nada.
Los noticieros amarillistas solo informaban la muerte de los dos magnates, y la del policía, pero no se decía nada de otro cuerpo. Ni siquiera se tenía la pista del causante de aquel ataque.
Había estado intentando llamarlo por el comunicador, pero parecía que estaba roto.
Li suspiró. No podía hacer nada más. Si estaba vivo, regresaría, como siempre. Sino, solo le quedaba reclamar su cuerpo. Después de todo él era el único en quien Eriol confiaba, no conocía a su familia, y por lo que él siempre decía, no tenía ninguna.
Un botón rojo se encendió en teléfono que tenía a su lado, y una voz ronca muy conocida por él, se escuchó.
-Li, necesito que vengas, tu recompensa ya llegó.- así era después de cada misión. Su jefe los llamaba, y les entregaba el dinero prometido en efectivo, para dejarlos ir luego a descansar. Claro que esa vez se había tardado más de lo previsto.
Apesadumbrado porque esa vez iría solo, se levantó y se encamino a la oficina principal. Tocó a la puerta, y la misma voz que lo había llamado hacia algunos momentos, lo invitó a pasar.
Shaoran parecía solo un vago en comparación con el hombre que vio sentado detrás del escritorio, con la apariencia de un empresario, el cabello surcado por plateado y la espalda un poco encorvada por el cansancio, lo observaba su jefe, detrás de unas gafas de oro.
-Hiciste muy bien tu trabajo Li, como siempre.-
-Muchas gracias señor.- contestó el castaño, sin mucho entusiasmo.
-Parece que sigues muy preocupado.-
-Estuve buscando todo este tiempo, pero no hay ni rastro de él. Es como si se lo hubiera tragado la tierra.-
-No te preocupes.- la voz del hombre se escuchaba casi paternal. -Hiragizawa es el mejor en su trabajo. No se va a dejar vencer tan fácilmente. Sabes muy bien que es un hueso duro de roer.-
-Jamás se había tardado tanto tiempo en regresar.-
El viejo sonrió. -Te preocupas demasiado por él.-
-Soy su único amigo.-
-No hay que confiar en todas las personas que te muestran una sonrisa Li. Eso es algo que Eriol aprendió hace mucho tiempo. Si piensa que eres su único amigo, es porque se lo has sabido demostrar. Eso debe de ser alentador para ti.-
Y si que lo era. Jamás lo habían visto sonreír, y nunca le habían visto unos ojos en donde se mostrara aunque sea un poco de compasión, pero ellos eran los únicos que había podido sacarle más de tres palabras juntas.
-En cuanto a tu paga...-
-Quisiera recibirla hasta que Eriol regrese, si no le molesta.-
-Es noble de tu parte (a pesar de ser un asesino) Esta bien, esperaremos hasta que regrese. Mientras tanto, puedes regresar a tu casa, por ahora no hay ninguna otra misión.-
-Gracias señor.-
Li desapareció por el umbral de la puerta, dejando a su jefe en la oscuridad. Éste solo miró al suelo, y entrelazo sus dedos, recargando su barbilla en ellos pensativamente. Un presentimiento muy malo comenzaba a crecer en su corazón. Por primera vez en todo ese tiempo, sintió miedo, por lo que le pudiera ocurrir a Eriol Hiragizawa...
Continuara...
Hola!!! Termine otro capitulo, ojala y les halla gustado, y no se preocupen creo que en el próximo cap. se vuelven a encontrar aunque no se muy bien como ^-^U (sugerencias??) De todos modos, espero que dejen sus reviews, así podría continuarlo más pronto..
Por cierto, gracias por los reviews que me dejaron anteriormente, me animaron mucho!!!
Gracias a: engel hope, pili, Meli, Tomoyo Daodouji (je, me descubriste ^- ^), Kazy y Yuki, MGA FGA, The dark, Naoko Himura, karlak, anna y Anna Asakura, gracias a todos ustedes de nuevo, me han hecho muy feliz!!! ^O^ ojala y dejen otro review...
También gracias a todas las personas que están leyendo este fic, aunque no dejen reviews...
Subiré el capitulo muy pronto!!! (¬-¬si el del lite no me deja otro &%$#b trabajo, no es cierto profe, me cae bien^-^ )
Hasta Luego!!!!
Tiff
por: Tiff
Eriol abrió los ojos pesadamente, tratando de acostumbrarse a la penumbra que se cerraba contra el. Bajo sus manos sintió la suavidad de las sabanas de seda que guardaban su cuerpo maternalmente.
Vislumbró por fin la habitación de su alrededor, no era a la que él estaba acostumbrado. En lugar del usual desorden de su cuarto, y las ventanas corridas toda la noche, se encontró con un orden desconocido. Casi reconfortante.
Todo adornado en un estilo antiguo, con una gran chimenea frente a él, y largas cortinas púrpuras que cubrían dos grandes ventanales, en la parte trasera de su cama.
Era la casa de una mujer. Ninguna otra persona podría tener ese toque característico de delicadeza y buen gusto.
Si se ponía a recordar, los sucesos de la mañana en la que había caído inconsciente (y no sabía cuanto tiempo había sido eso) podía apenas ver la sombra de una mujer que lo recogía del piso, preguntándole por su estado, con la voz en tono de preocupación.
Seguro estaba en su casa. Le había hecho prometer antes de que se lo llevara, que no lo llevaría a un hospital. No podía arriesgarse a que lo tuvieran registrado en sus archivos. Después de todo, el no era un chico común. Era un asesino. Esa herida por la que había tenido tantos problemas, y por la que en esos momentos estaba en esa cama, era producto de una operación no muy exitosa. El equipo bajo su mando, lo había dejado en el bosque, cuando no había alcanzado a llegar en los cinco minutos reglamentarios de la compañía.
Y no los culpaba. El hubiera hecho lo mismo, aunque se hubiera tratado de su compañero Shaoran Li.
Ahora tenía que saber en donde estaba, y quién le había ayudado.
La puerta rechinó. Y comenzó a abrirse de repente. La silueta de una mujer alumbrada por la luz del pasillo, hizo su aparición de pronto, segando por un momento a Eriol, que se le había quedado mirando fijamente, ya sentado en la cama.
Ella se le quedó viendo. No supo cual gesto puso en su cara en esos momentos, ya que su rostro había quedado oculto por las sombras.
-Me da gusto que hayas despertado.- Esa voz, era la que recordaba de aquella vez. Ella era su benefactora.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí?- su naturaleza fría, le impedía ser amable con las personas, aunque estas le hubieran salvado la vida
-Dos días. Eres una persona muy fuerte. El doctor había pronosticado más de una semana, perdiste mucha sangre.- -Dijiste que no me llevarías a un hospital.- dijo él, con un poco de resentimiento.
-No lo hice. Traje aquí a un amigo.-
El chico ingles, se incorporó rápidamente de su cama, y buscó en la habitación, sus anteojos, su gabardina y sus zapatos.
-¿Donde están mis cosas?-
-Ahí.- La mujer señalo una silla, en donde yacían, intactas, sus ropas, su reloj, sus anteojos y su comunicador. Parecía que nadie los había tocado, al menos para registrar lo que tenía dentro. Suspiró. Si ella hubiera tenido un poco de curiosidad, hubiera descubierto que ningún hombre normal carga consigo una pistola, píldoras, rastreadores, un comunicador... talvez hubiera llamado a la policía...
El hombre se levantó de donde estaba, y recogió sus cosas, poniéndolas en su lugar de nuevo. Revisando discretamente, si no le faltaba alguna pertenencia. No era que pensara que esa mujer era una ladrona, pero había aprendido hacia mucho tiempo a no confiar en todos los que te ponen una sonrisa.
La chica encendió la débil luz de una lámpara, justo cuando él se ponía sus anteojos. Fue cuando la vio, sin estar casi muriéndose. Era una mujer con una belleza extraordinaria. De piel pálida, y hermosos cabellos negros recorriendo su espalda. De manos delicadas, y un inusual ametista en sus grandes ojos. Tenía una sonrisa bondadosa, y sincera.
Era la mujer más bella a la que Eriol se hubiera enfrentado. Y la había encontrado en medio de la oscuridad, a la que él estaba habituado. Ya podía saber que no todo lo proveniente de ella, es malo.
Sin embargo, no tenía mucho tiempo que perder. Admiró a la chica por unos momentos, y sus ojos se volvieron inexpresivos de nuevo, volteando su cabeza y acomodando su reloj.
-¿Cómo te llamas?- dijo ella, sin dejar de observar con interés lo que hacía.
-Eso no te importa.- dijo él sin voltear.
Ella no se molestó. Él la miro sin hacer ningún gesto.
-Mi nombre es Tomoyo. Has estado aquí casi tres días, y solo quería saber tu nombre.-
Tenía razón. Por lo menos debía de presentarse.
-Soy Eriol.- generalmente, daba un nombre falso. Sin embargo, no había motivo para sospechar de ella. Si hubiera sabido su identidad, ya estaría en la cárcel.
-¿Eres ingles Eriol?- él no dijo nada. -Tienes un acento muy peculiar. Los japoneses no solemos tenerlo.-
-Soy de Londres.-
-¿Londres? Es una ciudad muy linda. Mi madre solía llevarme ahí cuando era niña, claro que nunca lo conocí todo, me quedaba muchas veces en el hotel, mientras ella salía por sus negocios.-
-¿Por qué me ayudaste?- preguntó él sin mostrar interés en lo que ella le contaba. -No creo que te dediques a recoger vagos.-
-Tu no eres un vago Eriol. Además, estabas herido, y no podía dejarte ahí tirado sabiendo que puedes morir.- curioso, él si lo hubiera hecho.-No tengo derecho a quitarle la vida a una persona.-
Que tontería. No tenía que pedirle permiso a nadie. El dinero era más importante que las estúpidas leyes.
-Tengo que irme.- recogió lo que quedaba en la silla, se puso su gabardina, y salió de la habitación. La casa no era muy espaciosa, así que encontró la salida con facilidad. Abrió la puerta principal, y salió. Sintió la presencia de la mujer que se acercaba detrás de él. No podía irse así nada más.
-Gracias por haberme cuidado.- dijo sin voltear. -Te lo pagare algún día.- era lo mejor que podía hacer.
Con eso, se alejo de la casa, caminando a paso rápido, sin pensar más en la mujer que acababa de dejar atrás.
-ñ-
Shaoran Li se sentó detrás de un gran escritorio, en donde se encontraban esparcidos montones de papeles con teléfonos y direcciones. Se había pasado la mayor parte de los dos días, buscando a su líder. Parecía que era el único que aun se preocupaba por él. Bueno, él y el presidente de la compañía. Al ser el mejor asesino, lo tenía en alta estima.
Al principio se veía optimista. Había buscado a pie por casi tres kilómetros a la redonda de donde se había separado, pero no había rastro de él. Después de cansarse de buscar así, llegó a la compañía, saco todos los archivos de las prisiones (tenían todo lo concerniente a ellas en la compañía) y llamó a cada una de ellas, pero no encontró nada. Se infiltro en sus archivos, encontrando solo lo que habían obtenido de él años atrás, y sus supuestos asesinatos, el hospital mental al que lo habían llevado, pero nada más. Desesperanzado, buscó al final en las morgues, y en los anfiteatros, que, para su alivio, no le proporcionaron mayor resultado que las opciones anteriores.
No sabía que más hacer. Llamó a su casa, y a la de todos sus compañeros, pero no había noticias de él. Nadie sabia nada.
Los noticieros amarillistas solo informaban la muerte de los dos magnates, y la del policía, pero no se decía nada de otro cuerpo. Ni siquiera se tenía la pista del causante de aquel ataque.
Había estado intentando llamarlo por el comunicador, pero parecía que estaba roto.
Li suspiró. No podía hacer nada más. Si estaba vivo, regresaría, como siempre. Sino, solo le quedaba reclamar su cuerpo. Después de todo él era el único en quien Eriol confiaba, no conocía a su familia, y por lo que él siempre decía, no tenía ninguna.
Un botón rojo se encendió en teléfono que tenía a su lado, y una voz ronca muy conocida por él, se escuchó.
-Li, necesito que vengas, tu recompensa ya llegó.- así era después de cada misión. Su jefe los llamaba, y les entregaba el dinero prometido en efectivo, para dejarlos ir luego a descansar. Claro que esa vez se había tardado más de lo previsto.
Apesadumbrado porque esa vez iría solo, se levantó y se encamino a la oficina principal. Tocó a la puerta, y la misma voz que lo había llamado hacia algunos momentos, lo invitó a pasar.
Shaoran parecía solo un vago en comparación con el hombre que vio sentado detrás del escritorio, con la apariencia de un empresario, el cabello surcado por plateado y la espalda un poco encorvada por el cansancio, lo observaba su jefe, detrás de unas gafas de oro.
-Hiciste muy bien tu trabajo Li, como siempre.-
-Muchas gracias señor.- contestó el castaño, sin mucho entusiasmo.
-Parece que sigues muy preocupado.-
-Estuve buscando todo este tiempo, pero no hay ni rastro de él. Es como si se lo hubiera tragado la tierra.-
-No te preocupes.- la voz del hombre se escuchaba casi paternal. -Hiragizawa es el mejor en su trabajo. No se va a dejar vencer tan fácilmente. Sabes muy bien que es un hueso duro de roer.-
-Jamás se había tardado tanto tiempo en regresar.-
El viejo sonrió. -Te preocupas demasiado por él.-
-Soy su único amigo.-
-No hay que confiar en todas las personas que te muestran una sonrisa Li. Eso es algo que Eriol aprendió hace mucho tiempo. Si piensa que eres su único amigo, es porque se lo has sabido demostrar. Eso debe de ser alentador para ti.-
Y si que lo era. Jamás lo habían visto sonreír, y nunca le habían visto unos ojos en donde se mostrara aunque sea un poco de compasión, pero ellos eran los únicos que había podido sacarle más de tres palabras juntas.
-En cuanto a tu paga...-
-Quisiera recibirla hasta que Eriol regrese, si no le molesta.-
-Es noble de tu parte (a pesar de ser un asesino) Esta bien, esperaremos hasta que regrese. Mientras tanto, puedes regresar a tu casa, por ahora no hay ninguna otra misión.-
-Gracias señor.-
Li desapareció por el umbral de la puerta, dejando a su jefe en la oscuridad. Éste solo miró al suelo, y entrelazo sus dedos, recargando su barbilla en ellos pensativamente. Un presentimiento muy malo comenzaba a crecer en su corazón. Por primera vez en todo ese tiempo, sintió miedo, por lo que le pudiera ocurrir a Eriol Hiragizawa...
Continuara...
Hola!!! Termine otro capitulo, ojala y les halla gustado, y no se preocupen creo que en el próximo cap. se vuelven a encontrar aunque no se muy bien como ^-^U (sugerencias??) De todos modos, espero que dejen sus reviews, así podría continuarlo más pronto..
Por cierto, gracias por los reviews que me dejaron anteriormente, me animaron mucho!!!
Gracias a: engel hope, pili, Meli, Tomoyo Daodouji (je, me descubriste ^- ^), Kazy y Yuki, MGA FGA, The dark, Naoko Himura, karlak, anna y Anna Asakura, gracias a todos ustedes de nuevo, me han hecho muy feliz!!! ^O^ ojala y dejen otro review...
También gracias a todas las personas que están leyendo este fic, aunque no dejen reviews...
Subiré el capitulo muy pronto!!! (¬-¬si el del lite no me deja otro &%$#b trabajo, no es cierto profe, me cae bien^-^ )
Hasta Luego!!!!
Tiff
