Amando al Enemigo

Por: Tiff

El escritorio de Yue Tsukishiro estaba repleto de papeles, documentos y cajas con grabaciones, desde su llegada a casa a tempranas horas de la tarde. Llevaba casi la mitad de la noche revisando sus notas, y escuchando cada una de las grabaciones que había ido recopilando en los años que había ejercido en el hospital mental infantil. Buscaba en todo lo que podía, cualquier indicio que pudiera llevarlo un paso más cerca de atrapar al 'Asesino Ingles'. De alguna u otra manera, tenía la certeza de que esa persona había sido uno de sus casos en la antigüedad.

Recordaba vagamente sus momentos en el hospital, en donde había atendido a un pequeño que sufría esquizofrenia, y que había mostrado gran progreso. Que sin embargo, se había detenido a mitad del tratamiento por una razón que no lograba precisar. Recordaba además, ese distinguido acento ingles, esa capacidad para tocar algunas de las piezas más difíciles en el piano, y también recordaba sus enormes ojos expresivos al principio, y duros y fríos al final. Un cambio radical en su opinión.

Él era la razón por la que había dejado atrás la vida que amaba, había dejado la psicología infantil para dedicarse a los criminales, y aunque esta le había acarreado grandes triunfos, no le acarreaba la misma satisfacción; incluso se había cambiado de nombre, odiaba recordar su vida pasada sin poderla poseer.

Por esa razón se desvelaba esa noche, por ello cansaba sus oídos de escuchar una y otra vez las mismas preguntas, y las interpretaciones que el incluía terminado el trabajo.

Cincuenta grabaciones y aun sin un resultado, le acarrearon un dolor de cabeza insoportable. A punto de darse por vencido, y con una última grabación para esa noche, escuchó por fin algo que llamó su atención. Una cinta única y sin copias, donde pudo escuchar un timbre de voz aun en desarrollo, pero sin duda, con un acento ingles presente.

-¿Dónde están?- le preguntaba el joven con gran emoción en la voz, un poco nervioso y tratando de parecer indiferente.

-Regresaron a Inglaterra- se oyó decir a si mismo, con algo de tristeza.

-Pero ellos dijeron que no regresarían a Inglaterra sin que terminara mi tratamiento.-

Un silencio se sucedió entre los dos, y solo una pesada respiración se dejo oír en la grabación.

-No van a volver ¿verdad?- preguntó el joven con resignación, pero con temor de escuchar una respuesta que no quería oír.

-No lo se Eriol, sinceramente no lo se.- Yue subió el volumen al escuchar ese nombre, era de las únicas pistas que había obtenido del asesino.

-¡Pero ya estoy bien! ¡Tu lo sabes!-

-No estas bien todavía Eriol, necesitamos trabajar todavía en algunos aspectos....- se interrumpió a si mismo cuando se escuchó el golpe de una silla que caía, suponía que su paciente se había levantado con fiereza.

-¡No puedo quedarme aquí! ¡Ellos tienen que regresar por mi! ¡¿Por qué me dejaron?! ¡Estoy bien!- el chico gritaba con furia y remordimiento, parecía que golpeaba la mesa con rencor.

-Continua con el tratamiento y cuando te recuperes...-

-Olvídalo. Esto no sirvió de nada porque ellos me dejaron de todos modos. No continuare con esta tontería, saldré de aquí sin la ayuda de nadie.- El joven Yue de la grabación no dijo nada para detener al chico, un portazo se escucho a poca distancia, y después silencio.

La cinta había sufrido unos cuantos desperfectos después de eso, borrando las siguientes entrevistas en su totalidad. Nada quedaba, a excepción de un comentario final del propio Yue.

-El individuo conocido como Eriol Hiragizawa, de quince años de edad, presentando una esquizofrenia paranoica, se a declarado como caso perdido. Se abandonarán las entrevistas y los tratamientos, y por decreto de sus padres y tutores, estará a disposición del Hospital Mental Azkaban por tiempo indefinido..-

Eso era todo. No había nada más después de eso, nada de entrevistas, ni comentarios, ni otro sonido.

La búsqueda en sus archivos culmino en ese momento. Como cinta única, sabía que no encontraría otro recordatorio del mismo paciente.

¿Y qué había conseguido? Un nombre, una edad, una enfermedad... y el remordimiento de haber abandonado a uno de los niños que lo había necesitado, creando con ello, a un buscado criminal.

~*~

Shaoran Li se había quedado poco tiempo en la compañía. Sin siquiera recibir las nuevas noticias de Eriol acerca de su nuevo trabajo, se había ido con Meiling a un departamento en el que ella vivía a las afueras de la ciudad.

Había pasado un buen rato con ella, le había hecho olvidar muchas cosas, pero ahora que volvía a la realidad, se sentía un poco frustrado.

¿Por qué no podía dejar atrás ese deseo carnal cada vez que la veía? La había conocido desde la escuela primaria, y habían sido muy buenos amigos. Confidentes, compañeros, secuaces de muchas travesuras. Y sin embargo, de pronto todo se había convertido solamente en una necesidad sexual enfermiza.

¿En que momento se habían convertido en amantes, para dejar de ser amigos?

No quería que eso le pasara con la relación que empezaba a tener con Sakura. No solo le atraía su físico, sino también su inocencia y alegría contagiosa. Quería a Meiling, no lo podía negar. Pero un sentimiento nuevo nacía en su corazón siempre que pensaba en la esmeralda, no era deseo, sabría distinguir eso perfectamente, lo había sentido infinidad de veces...

No se estaría enamorando... ¿o si?

Eres un asesino Li, no seas tonto...

El joven se detuvo ante una luz roja del semáforo, y suspiró. Algo llamó su atención a su lado. En el asiento del copiloto de su auto, brilló a la luz del sol del atardecer, un pequeño broche rosado para el cabello. Seguro se le había olvidado a Sakura la noche pasada.

Lo tomó en su mano, y lo contempló por un momento, recordando lo bien que se veía en ella.

Sonrió.

Talvez debería dejar esa relación con Meiling, e intentar empezar una nueva y totalmente diferente, con otra persona, talvez funcionaria de otra manera.

Soy un asesino pero...ella no tiene porque enterarse...

~*~

El ojiazul bostezó por onceava vez desde hacía quince minutos. Leía un libro (aquel que no había podido terminar todavía) en la tranquilidad de su sala de estar, sin ningún ruido que lo distrajera.

Suspiró.

Se había acostumbrado tanto a la presencia de la chica ametista, que su ausencia le causaba aburrimiento. Antes, hubiera dado cualquier cosa por tener unos minutos de calma, sin ella tratando de hacerle plática o viendo en la televisión las noticias o una de sus películas favoritas, pero ahora, le hacía falta algo de ruido y compañía.

Ella que había llegado como una desconocida una noche cualquiera a su casa, solo por pagarle un favor, se había ido ganado su confianza y amistad. Unas cuantas semanas a su lado y ya podía decir que la conocía de verdad.

Muchas veces, y sin que ella se diera cuenta, se le había quedado contemplando en cosas tan cotidianas que él mismo se sorprendía al admirarlas. El simple hecho de observarla cocinando en la mañana tarareando una canción en voz baja; sus ojos llenos de emoción al observar una de sus películas favoritas; la ansiedad con que encendía la televisión para observar el noticiero nocturno; esa sonrisa que escapaba de sus labios siempre que lo sorprendía mirándola... ¡Cuantas veces había creído conocer sus hábitos, y cuantas veces había quedado sorprendido al descubrir una nueva cualidad que no le conocía!

Lo había descubierto la noche anterior. Era una maestra excelente en el baile, y una conquistadora inocente con su sonrisa alegre y figura perfecta. Hasta él mismo se había visto hechizado por sus encantos naturales. Y sin embargo, podía llegar a ser también una amiga comprensiva; en ninguna otra persona había llegado a confiar de esa manera. Ni siquiera a Li le había contado su experiencia.

¡Que mal se había sentido después de haber compartido su memoria! Toda una vida de rechazo le habían ido atribuyendo temores a revelar su historia. Cualquier persona se hubiera alejado de él al escuchar que había tenido (o seguía teniendo) problemas mentales, lo hubieran considerado peligroso y una mala influencia para su persona. Había temido por un momento que Tomoyo le hiciera lo mismo y se alejara de él como todos los demás... Y sin embargo, en lugar de darle la espalda, le había tomado la mano con seguridad, y le había sonreído con dulzura. ¡Que gratitud tan inmensa y que cariño tan puro había sentido por esa mujer en esos momentos!

Miró el reloj de la pared con pereza, y se encontró con que pronto llegaría la caída del sol, y que la ciudad quedaría oscura en su totalidad. Seguro Tomoyo llegaría antes del anochecer, ella misma sabía que no era confiable andar por las calles solitarias a altas horas de la noche, sola, y con un aspecto tan llamativo como el que ella tenía. Así que no le dio mayor importancia, y olvidando todos sus pensamientos, mejor se dedicó a ver la televisión.

A los pocos minutos, escuchó unos pasos en el pasillo y un chiflido que tatareaba una canción. La manija de la puerta pronto giró, y un joven castaño entró al departamento con mucha naturalidad.

-Debo empezar a considerar en cambiar la cerradura, cualquier loco se mete a mi casa.- comentó Eriol con sarcasmo, sin quitar los ojos de la televisión, conociendo perfectamente la identidad del sujeto.

-Podrías, pero entonces entraría por la ventana.-

-Tentador. Talvez te caigas y te fractures algo.-

-¿Quién te alegraría el día entonces?-

Eriol lo volteó a ver con cara de incredulidad, y después de lanzarle una mirada de 'estas loco' regresó a su programa.

-¿En donde esta Tomoyo?- le preguntó el castaño después de regresar de la cocina con un vaso de jugo.

-Creo que fue a ver unas cosas de su trabajo.-

-Está empezando a oscurecer.-

El ingles despegó sus ojos de la televisión al escuchar la preocupación del ambarino, y lo volteó a ver.

-Dijo que llegaría antes de que oscureciera.- se levantó de su asiento, y se paró al lado del joven chino, asomándose los dos por el gran ventanal de la habitación.

-No es seguro que ande por ahí al anochecer.-

Ah, maldito Li. Ahora si había logrado despertar la preocupación en él.

-¿Por qué no llamas a su celular para preguntarle en donde está? Podríamos ir por ella.-

-¿Por qué tanto interés?- le preguntó el ojiazul peligrosamente.

El ambarino se sonrojo. –Ay Eriol, no pienses mal, quería hablar con ella sobre Sakura.-dijo nervioso, poniendo una sonrisa estúpida.

El joven le lanzó otra mirada acusadora, y después se dirigió a la cocina. Tomoyo había dejado, pegada al refrigerador, una nota con su teléfono celular (y un pequeño dibujo de ella con su cámara en una de las esquinas) por si algún día la necesitaba cuando no estaba. Tomó el teléfono con seguridad, y marcó el número.

Un tono. Y otro.

Y luego nada.

Marcó una vez más, esperando que se hubiera equivocado de número, pero tampoco le dio resultado. Colgó con vacilación.

Era algo muy extraño que ella no cargara con su celular o no lo contestara. Varias veces le había llamado para encargarle varias cosas, y siempre acudía al llamado sin más de dos tonos de espera.

-No contesta.- le confesó a Li cuando los dos se encontraron de nuevo en la sala.

-¿Habrá dejado su celular apagado?-

-No lo creo.-

-¿Entonces?-

Eriol se quedó pensativo por largo rato, mirando las calles que se iban oscureciendo lentamente. No quería parecer paranoico, pero Li tenía razón. No era nada seguro que una linda chica estuviera paseando por los callejones de noche, quien sabe con que o con quienes se podría encontrar en su transcurso a casa, ya que como sabía muy bien, ella prefería caminar.

Un raro sentimiento de incomodidad y alerta se apoderó de él. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la puerta, y tomó su gabardina.

-Iré a buscarla.- le dijo a Li, denotando preocupación en su voz y su mirada. –Quédate aquí, y me llamas si regresa.-

El castaño solo asintió. Solamente en las misiones de la compañía se le veía tan decidido y nunca se había atrevido a desafiarlo en momentos como ese, mejor permanecer vivo.

~*~

-Malditos abogados, se me hizo muy tarde.-

La hermosa chica ametista se puso un abrigo sobre los hombros, y salió apresuradamente del gran edificio, donde se había pasado toda la tarde. Su madre, temerosa de su propia seguridad, y previendo una muerte repentina, había empezado a hacer arreglos para heredar legalmente todas las propiedades, acciones, compañías y dinero almacenado en el banco, a su hija, pero todo en un completo secreto.

Pocas personas de confianza conocían la verdadera identidad de la muchacha, haciendo pensar a todos los demás, que había muerto a los pocos meses de vida. Su madre y su padre habían planeado todo, y la habían mantenido oculta o como incógnita ante los medios de comunicación, en esos momentos sin pensar en su protección, sino en una vida normal en donde no se mezclaran los prejuicios de las rivalidades que ellos tenían o las cuestiones monetarias. Nunca le habían negado su compañía, acompañándolos en los viajes de negocios, siempre y cuando se trasladaran en un avión privado. Por eso nunca le había faltado el amor de sus progenitores, y había crecido como una niña sana y alegre.

No obstante, al morir su padre, se produjo una separación entre madre e hija. Sonomi había aprendido a temerle a la muerte y a desconfiar en los demás. Ya no la llevó a los viajes de negocio con ella nunca, y procuraba no salir a los lugares públicos con la niña a su lado. No podía decir que había sido una mala madre, siempre había comprendido sus causas y sus miedos de perder a su única descendiente, a su corta edad, ya conocía muchos de los riesgos a los que ellos se enfrentaban todos los días, a causa de las compañías rivales o uno que otro ex empleado conocedor.

Ella misma había decidido vivir sola desde los dieciocho años, y su madre había puesto poca resistencia; con ella lejos de la casa y de la compañía, había menos peligro de que la vincularan de alguna manera con la gran empresaria. Y aun así, nunca se había visto exenta de la seguridad que su madre le mandaba a escondidas, pero por lo menos había tenido más libertad y había logrado hacer amigos de verdad, sin la influencia del respaldo económico.

Cierta preocupación había empezado a crecer en su interior ante un posible intento de asesinato en contra de su madre, encendía todas las noches la televisión con algo de ansiedad, esperando con temor encontrar una noticia que le dijera que había quedado huérfana.

Gracias a Yue, conocía ciertos rumores sobre el 'Asesino Ingles'. Sabía que él había sido el autor físico de los asesinatos despiadados en contra de su familia, sabía que podía pertenecer a una organización, sabía que lidereaba a todo un equipo perfectamente sincronizado, sabía incluso que una compañía rival podía estar mandando los ataques... pero desgraciadamente, no conocía el posible nombre del asesino. Yue, su madre, incluso su propio primo, se habían negado tajantemente a revelar el nombre del posible sospechoso de los crímenes, temiendo una futura represalia, un intento de venganza por su propia cuenta, ó incluso una búsqueda infructuosa realizada por sus medios personales.

Odiaba no poder ayudar a los policías, odiaba tener que quedar relegada de asuntos que de verdad le concernían, odiaba a la maldita compañía que les causaba tanto sufrimiento...pero sobre todo, odiaba a ese tal 'Asesino Ingles'. No se podía imaginar a persona más despiadada en el mundo. Matar familias enteras a sangre fría, era un pecado horrible, una total injusticia. ¿Qué derecho tenía él de repartir muerte a las personas que se cruzaban en su camino, ateniéndose a una paga sin siquiera considerar los sentimientos humanos? ¿Qué clase de monstruo iría por la vida sin compasión ni arrepentimiento en el alma? Por lo menos una cosa la tenía tranquila. Ese ser demoníaco recibiría su castigo algún día, sabía que todas las cosas malas en la vida se pagaban con el castigo, y aquel asesino, obtendría el peor.

Tomoyo miró a su alrededor distraídamente, y se dio cuenta de repente que las luces de la ciudad ya se habían oscurecido en su totalidad. Había estado caminando sin rumbo por la pasada media hora. Suspiro. Eso le pasaba por estar tan distraída. Al menos le quedaba de consuelo que conocía perfectamente su ubicación, y aunque se había alejado un poco del rumbo de la casa de Eriol, podría retomar el camino en veinte minutos.

Sonrió involuntariamente.

Eriol... nunca había sentido algo de esa magnitud por alguien más. En la secundaria, en la preparatoria, en la universidad... podía decir que se había sentido atraída por muchos chicos en esos tiempos, pero jamás como por ese ojiazul. Había algo en él que lo hacia prácticamente irresistible. Era apuesto como pocos, eso no podía negarlo, pero además tenía ese toque de misterio, ese porte de elegancia, y esa mirada desafiadora. Se había sentido muy feliz la noche pasada cuando él le había contado su historia, confiándole una vida personal que pocos se habrían sentido con el valor de compartir. Se había enterado de cosas que hubieran asustado a muchos, pero ella solo había sentido compasión y simpatía por él; después de todo, era un ser humano, y aunque lo quisiera demostrar ó no, con sentimientos también.

Lo había comprobado al sonreírle de aquella manera. Nunca lo había visto con una expresión tan pura y sincera en el rostro. Le había sonreído, había logrado algo que se había propuesto desde el principio, y eso era una satisfacción entera. Talvez no sería sencillo conquistarlo, pero se había dado cuenta de que tampoco era imposible...

Tomoyo se abrochó el abrigo cuando un aire frío le sopló en el rostro. Alzó la vista del suelo al fin, para encontrarse por delante de ella, a una noche oscura y una calle lúgubre y mal iluminada. Nunca había pasado por ese lugar después de la caída del sol, ya que Eriol le había advertido que era peligroso, pero al ir sumida en sus pensamientos, había tomado el mismo camino de siempre simplemente por inercia. De nada valía tratar de regresar para tomar otro rumbo, ya había recorrido un buen tramo, así que armándose de valor y tratando de pasar desapercibida, siguió con su camino entonando una alegre canción en la mente.

Apresuró el paso cuando logró distinguir la luz de la calle principal. Se le ilumino de nuevo la mirada al saberse solo a unas cuadras de la casa. Se imaginó la cena que prepararía esa noche, y los ingredientes que utilizaría, y luego como Eriol le sonreiría al final en agradecimiento.

Distraída como iba, no se dio cuenta de la sombra que se antepuso en su camino, hasta chocar con ella.

-Lo siento.- susurró la joven algo apenada, esforzando un poco la mirada ante la sombra que cubría la cara del extraño.

-No te preocupes.- le respondió una rasposa voz masculina.

-Con su permiso, buenas noches.- la joven se hizo a un lado para poder pasar, pero el hombre le cubrió de nuevo el camino. La chica se empezó a poner nerviosa. -¿Puedo ayudarle en algo?-

-Talvez.- le respondieron con voz burlona. –Mis amigos y yo quisiéramos invitarte a dar un paseo.-

-G-Gracias, pero debo llegar a una cita con mi novio.- mintió Tomoyo, sabiendo perfectamente que no debía de ponerse histérica, pero observando cada movimiento con cautela.

-¡Oh, vamos te divertirás mucho más con nosotros!- el hombre avanzó hacia Tomoyo, y ella retrocedió un paso por instinto. –Supongo que tu novio puede esperar.- las manos de la chica empezaron a temblar, y un sentimiento de peligro le nació desde la boca del estomago.

-No quiero.- dijo ella firmemente, buscando una salida para escapar.

-Veras, a mis amigos no les gusta un no como respuesta.- y cuando Tomoyo volteó a ver a su alrededor otros tres tipos de complexión musculosa, ya le estaban cerrando el camino.

El pánico se apoderó de ella, cuando el tipo de enfrente sacó de entre sus ropas un objeto que brillo a la poca luz de la avenida. Una navaja.

-No te preocupes linda, coopera con nosotros y no te haremos daño.- El hombre se lanzó hacía ella de repente, tratando de agarrarla, pero ella logró esquivar su movimiento haciéndose a un lado; el espacio que dejó el hombre detrás de él, fue suficiente para que Tomoyo intentara escapar. Sin pensarlo dos veces, corrió a toda velocidad (considerando los tacones) intentando llegar a la avenida. Sin atreverse a voltear, logró escuchar como los hombres ya se habían recuperado de la impresión y empezaban a correr detrás de ella a una velocidad asombrosa; pudo escuchar la proximidad de sus pasos, momentos antes de sentir un escozor penetrante en uno de sus hombros, y luego sentir como un liquido tibio le empezaba a escurrir por el brazo.

-¡AUXILIO!- gritó lo más fuerte que pudo, en la esperanza de que alguna persona se detuviera, o saliera de su casa, o por lo menos llamara a la policía, pero no obtuvo respuesta, los ruidos de los autos amortiguaron su voz.

Miró al frente y logró ver de nuevo la luz. Si llegaba a la avenida, seguramente dejarían de perseguirla, era demasiado riesgoso para ellos el que se fuera a ver iluminada su mala acción, además de que existirían decenas de testigos. Un poco más y la alcanzaría...

Pero de nuevo alguien le bloqueó el camino, un quinto sujeto le cerró la única salida segura que le quedaba. Pero no se iba a dejar derrotar así. En un último intento desesperado, corrió hacia uno de los callejones que estaban a su lado... un callejón sin salida. Intentó darse la vuelta y volver a correr, pero los cinco hombres ya se habían plantado frente a ella, con una sonrisa lujuriosa y burlona en el rostro.

Tomoyo se alejó de ellos lo más que pudo, topándose con la pared. Miró desesperadamente a su alrededor, y vio con terror, que no había otra escapatoria posible.

El hombre del cuchillo se le acercó, y le dio un puñetazo en el rostro tirándola al suelo. -¡Estúpida! ¡Dije que no te movieras!-

-No te acerques.- dijo la ametista con voz temblorosa, encogiéndose en un rincón.

Pero el hombre no la escuchó. Se abalanzó sobre ella con el cuchillo en mano, haciendo caso omiso de sus suplicas y resistencia. Con un rápido corte de la navaja, la despojó de su costoso abrigo, arrojándolo a un lado con desprecio. Las lágrimas empezaron a brotar de los ojos de la joven sabiendo lo que se avecinaba, impotencia, rabia, desprecio, asco, terror... sintió muchas cosas en ese momento que nunca antes había sentido. Le iban a quitar algo muy valioso para ella, y después la iban a dejar en cualquier lado como una muñeca desechable...

~*~

El ingles había recorrido varias calles desde el momento en que había dejado su departamento para ir a buscar a Tomoyo. Li todavía no llamaba, así que ella aun no había regresado. La noche ya había caído, y los lugares por los que él estaba no eran nada acogedores. Le hubieran inspirado temor a cualquier persona normal, pero no a él, esos eran sus dominios.

Talvez Tomoyo había tomado otro camino. Talvez estaría apunto de llegar a casa, y él sólo se estaba volviendo más paranoico. Recorrería ese callejón una vez más, y después regresaría. Desde el lugar en donde estaba, la noche se escuchaba calmada y con los sonidos habituales de la avenida, con unos cuantos susurros de animales nocturnos que se paseaban por sus dominios, parecía que nadie vivía por esos lugares, ya que muchas de las ventanas y puertas de las casas, estaban rotas o tapiadas... nunca le había gustado ese rumbo.

Un sonido extraño y diferente se escuchó de repente. Algo que se acercaba desde la calle paralela. Pisadas. Personas que corrían. El ojiazul volteó a ver el callejón contiguo, distinguiendo a la poca luz, una sombra que corría a gran velocidad, en dirección a la gran avenida. Tan pronto como desapareció un poco más adelante, un conjunto de otras cuatro sombras pasaron también, siguiendo la misma dirección que la primera persona.

El inglés no se movió de su sitio. Debía de ser una pandilla persiguiendo a alguien que les debía dinero, ó alguno de esos pleitos que se daban en esos barrios; eran muy comunes por ahí, así que no tenía caso entrometerse.

Sin embargo, un raro sentimiento lo empezó a molestar desde la boca del estomago. Algo no andaba bien.

Y entonces lo oyó. Un grito suplicante rompió la noche con amargura y estruendo, una voz llena de desesperación, angustia y terror.

Eriol palideció. Y aunque su mente no lo ordeno, sus piernas se empezaron a mover. La había encontrado, su niña estaba en peligro.

Su velocidad fue impresionante en esos momentos. Pronto divisó a las sombras, que se le habían adelantado por mucho, detenerse poco antes de llegar a la avenida y entrar corriendo a un callejón. Uno del que no había posible salida. La tenían acorralada, la tenían en un oscuro lugar, débil e indefensa... estaban muertos si la tocaban.

Pronto llegó a donde estaban, y observó las espaldas de cuatro hombres encarando la pared. Llevó la vista más allá, y la sangre hirvió en sus venas. Un hombre estaba casi sobre Tomoyo, con una navaja en mano y la otra tratando de arrancarle la blusa.

Una furia y rabia indescriptible lo invadieron en el momento. Sintió que la vena de la cien le explotaba y la mandíbula se le quebraba, sus uñas se hundieron en las palmas de su manos con fuerza, y él ni siquiera noto el tibio liquido rojo que empezaba a brotar de sus puños.

-¡Déjenla!- gritó iracundo y con autoridad, mirando a los maleantes con la mirada asesina más letal que jamás había mostrado.

Todos los hombres voltearon a verlo algo sorprendidos, pero luego sus gestos se relajaron en una sonrisa burlona. ¿Qué hacía ese débil muchacho ahí? ¿Se creía que iba a poder con todos aquellos sujetos musculosos él solo?

-¿Por qué no te largas?- le dijo uno de ellos con tono despectivo, mostrando una sonrisa que tenía algunos dientes perdidos.

-No querrás meterte con nosotros muchacho.- le afirmó el de la izquierda mirándolo con altivez.

-Desaparécete antes de que cambiemos de opinión.-

Pero Eriol no se movió. Su gesto permaneció impasible e inmutable, manteniendo la mirada en el hombre que estaba sobre Tomoyo.

-Déjala ir.- le advirtió a aquel, ignorando los comentarios de los otros.

-¡Ah! Así que era con él con quien ibas ¿eh?- le dijo el jefe a la ametista con sarcasmo tomando su barbilla salvajemente y levantándole el rostro. -¿Quieres ver la sangre de tu novio?-

Tomoyo al fin abrió los ojos, reflejando entre sus lagrimas un terror aún mayor. Miró a Eriol entre la oscuridad, y casi no lo reconoció.

~*~

Los cuatro hombres se lanzaron al ojiazul con una fuerza y velocidad anormales, lanzando cada quien un golpe contra él... pero ninguno dio en su objetivo. El ingles tenía una velocidad impresionante y superior. El cuarteto lo miró incrédulo, pero no se desanimaron. Uno de ellos se lanzó de nuevo al ataque, pero se detuvo a medio camino gracias a un golpe en el estomago que lo dejó sin oxigenación. El otro se le lanzó también, pero con otro movimiento, estaba también en el piso, inconsciente por un golpe detrás del cuello. Al ver que la habilidad del joven no era normal, los dos que quedaban de pie, sacaron sus navajas de los bolsillos, y encararon de nuevo al supuesto novio.

El jefe que observaba la pelea desde su posición, se quedó con la boca abierta y la mirada temerosa. Sus ojos estaban fijos en aquellos tan inusuales. Tenían un tono escarlata. Una mirada diferente a todas las demás... la mirada de un asesino. Sus manos cayeron a sus costados temblorosas, y de su mente se borraron todos los pensamientos lujuriosos que antes había tenido, dejando caer la navaja que había sostenido con tanta seguridad.

Se levantó para ver como otro de sus compañeros caía al suelo a causa de un solo golpe en la quijada. El único que quedaba se preparó para atacar, pero...

-¡Detente!- la voz del jefe se escuchó detrás de él, y el hombre se detuvo en seco.

-¿Qué pasa?- preguntó el otro con impaciencia.

-Vámonos.-

-¿Qué?-

-¡Déjalos en paz y vámonos!- el hombre que quedaba se hecho a correr sin entender muy bien, y el jefe lo siguió.

Eriol no se movió de su sitio, ni siquiera lo volteó a ver, pero cuando pasó a un lado de él, alcanzo a escuchar un susurro envenenado de venganza. –Te encontraré.- lo sentenció, y eso fue suficiente para que apresurara su paso.

Los dos hombres corrieron lejos de callejón, y cuando ya se encontraban a casi veinte minutos del lugar, por fin se detuvieron.

-¡¿Por qué no me dejaste terminarlo?! ¡Yo podía hacerlo!- le gritó con furia el hombre que había quedado de pie en la pelea.

El otro llevaba su mirada clavada en el piso, aun recordando esos ojos, y esas últimas palabras. –Sus ojos.- susurró con temor.-¿No viste sus ojos?-

-¿Qué tenían de especial?-

-Esos eran los ojos de un asesino. Pero no un asesino vulgar, sino de una persona que a matado miles de veces sin compasión. Tuvimos suerte de que no hubiera llevado su arma con él, o no sólo hubiéramos quedado inconscientes. Debemos largarnos de este lugar y que nunca nos encuentre, ó no viviremos para contarlo.-

~*~

Eriol observó como escapaban, pero no los siguió. Se encargaría de ellos otro día, y esa vez no se iría ninguno sin recibir su castigo. Volvió su mirada hacía el callejón, encontrándose con la mirada de Tomoyo.

La chica no se había movido de su lugar. Permanecía encogida en un rincón, sosteniendo una rasgadura de su blusa, con la misma mirada. Sus expresivos ojos lo veían a él con un gesto de terror, de pavor extremo. Lo miraban a él como habían mirado a los hombres que la habían estado atacando. Lo miraban por primera vez, como la criatura que realmente era: un monstruo.

Intentó acercarse para revisarla, pero ella retrocedió; más lagrimas empezaron a cubrir su rostro...

Y Eriol se sintió como la peor escoria del mundo. Se había atrevido a mirarla con ojos de asesino. Le había mostrado su verdadero yo en un intento de salvarla, y aunque no había sido una acción mala, sus intenciones habían sido las de matar. Si hubiera llevado su arma con él en ese momento, se habría convertido en un asesino en frente de Tomoyo.

-Eriol.- la voz de la chica se escuchaba suplicante. Él sabía que todavía traía esa mirada en el rostro, y no se podía acercar a ella en ese estado. Así que cerró los ojos, y apretó el puño, incrustándolo contra su rostro con gran fuerza. Una delgada línea de sangre cayó por su mejilla, pero su mirada regresó de ese fantasmal escarlata a su hermoso índigo.

Entonces si corrió y se arrodilló a su lado, y ella, viendo de nuevo esa mirada que tanto quería, no pudo hacer más que arrojarse a sus brazos y sollozar en su pecho.

Él también la abrazó con fuerza, y le susurró palabras al oído, tratando de calmarla; sus ojos volviendo a expresar angustia y cariño por ella.

-Perdóname.- le dijo al final, acariciando su cabello con ternura, lanzándole una sonrisa melancólica. Y ella supo que no se disculpaba por haber llegado tarde a salvarla, sino por haberle enseñado esa mirada...

~*~

-¿No puedes hacer otra prueba?- Yue se había retirado temprano a casa para descansar, por lo tanto, Touya Kinomoto se había quedado a cargo de unas cuantas cosas en la jefatura. Después de ordenar los papeles del caso, transcribiendo algunas notas a la computadora, se había dirigido a los laboratorios para recoger la muestra de sangre que se había mandado a analizar.

Esperaba poder encontrar algún nombre cuando llegara, pero no había nada. La sangre que se había encontrado en la escena del crimen, no pertenecía a ninguno de los empleados ó de las víctimas, por lo tanto debía corresponder a alguno de los asesinos. Realizando las pruebas, habían esperado encontrar en sus archivos, a una persona que encajara con el ADN, pero sus esfuerzos habían sido inútiles. Ninguno era idéntico a él; para el mundo legal, la persona con ese tipo de información genética, no existía.

-La prueba es correcta, sus archivos son los insuficientes.- le replicó el genetista encargado del caso, con voz irritada.

Touya suspiró. Ahora comprendía porque Yue necesitaba dos ó tres aspirinas al día. Las personas con las que tenía que tratar a veces podían sacar de quicio.

-Esta bien, sólo entrégueme las pruebas.- la persona de bata blanca le entregó un fólder con papeles, y sin siquiera dar las buenas noches, salió de la habitación. –Supongo que tendré que intentarlo por mi cuenta.-

Eran casi las nueve de la noche cuando Touya por fin había terminado todos los encargos de su trabajo y casa. Por un lado, había tenido que lidiar con ese científico malhumorado, y por el otro, con una cajera incompetente. Sólo dolores de cabeza esa tarde.

Lo único bueno era que el tren subterráneo iba casi vacío, así que no tuvo que aguantar los apretones de la concurrencia. Se sentó en uno de los asientos en los vagones, y sacó un panecillo, echándoselo a la boca.

Por fin un momento de tranquilidad...

-¡Touya!- el moreno se atragantó al escuchar esa voz ¡No podía tener tanta mala suerte! Y sin embargo, cuando volteó a ver en esa dirección, sus temores se confirmaron... Nakuru Akisuki.

La pelirroja lo saludo con la mano de forma infantil, y después de acercarse hasta donde él estaba, se aferró con los brazos a su cuello de manera salvaje.

-Nakuru, no te me pegues.- protestó Touya tratando de alejarse de su lado. Siempre pasaba lo mismo cuando la veía.

-Vamos Touya, no seas tan malo conmigo, deberías sentirte halagado de gustarle a una chica como yo.- bromeó la joven guiñándole el ojo.

El moreno giró los ojos. –Eres tan infantil.-

-Pues a mis otros novios les agrada.-

-¿Otros novios?- preguntó Touya volteándola a ver discretamente.

-Ay Touya, no te pongas celoso, tu sabes que tu eres mi número uno.- Nakuru le pellizco cariñosamente la mejilla, y el joven se quedó callado.

¡Como lo molestaba esa chica!... y sin embargo, su compañía resultaba reconfortante de alguna manera, por lo menos con sus locuras podía olvidar todos los problemas de su trabajo.

Nakuru se recargó en el hombro del moreno, esperando que de un momento a otro él se alejara de su lado. Sin embargo, eso no pasó. En lugar de ello, el joven pasó un brazo por detrás de su espalda, y recargó su cabeza contra la de ella cariñosamente.

-Supongo que no alegare esta vez, estoy muy cansado.- le susurró con ternura, cerrando los ojos y relajando su cuerpo.

-¿Por qué no te tomas una siesta? Te avisaré cuando lleguemos.- el chico asintió, cerró los ojos, y pronto se quedó dormido.

Nakuru sonrió. Talvez ese joven no fuera tan malo como esposo. Y la chica levantó su mano izquierda, y un leve destello la saludó desde su dedo anular...

~*~

-Maldito Eriol.- una pelirroja se asomó a la puerta por octava ocasión en casi dos horas. Hacía ese mismo tiempo que había visto salir de su apartamento, a ese joven al que tanto deseaba. Eriol Hiragizawa. Lo había conocido como a un joven de apenas unos diecinueve años, cuando había llegado a vivir en el mismo edificio que ella. Era una persona fría y cortante con muchas personas, pero nunca lo había sido con ella, siempre se había mostrado amable y servicial.

Al poco tiempo, él le había confesado sus sentimientos; y ella lo había rechazado de una manera cruel y despiadada, perdiendo con ello, incluso su amistad. Se arrepintió poco tiempo después.

El joven ojiazul pronto se convirtió en el hombre más atractivo que hubiera conocido. Ese distinguido acento inglés resultaba muy atrayente para muchas mujeres que lo habían llegado a escuchar, y que habían quedado prendadas de repente ante su encanto varonil.

Ella se burlaba de ellas a sus espaldas, presumiéndose a si misma que ese hombre estaba enamorado de ella, y que en cualquier momento podría volverlo a tener entre sus manos con solo un chasquido de dedos.

Estaba tan segura, que había ido hasta su casa según ella para darle una 'segunda oportunidad', recibiendo del joven, solamente una risa burlona, un 'lárgate y olvídalo' y un portazo en la cara y el orgullo. Desde entonces, se había propuesto a conquistarlo de nuevo. Llevaba más de cinco años intentándolo, y no había logrado ni un solo avance con él. Cinco años de esfuerzos infructuosos, coqueteos solitarios, y una que otra insinuación atrevida, rechazada con una mirada despectiva. Tanto tiempo en esa tarea, y de repente llegaba otra mujer a apoderarse de su territorio.

Esa tal Tomoyo no era bienvenida en su circulo de amigos, pero era muy bien recibida en su lista negra. ¿Cómo era posible que ella, una mujer ardiente y atractiva, hubiera sido superada por una simple niña insípida? Eriol debía estarse quedando más ciego como para no notar la diferencia entre las dos.

Se asomó de nuevo hacía el pasillo, ideando el plan malévolo de invitar a pasar al joven ingles, y ensañarle sus encantos por completo, haber si así lograba conquistarlo. Sus ojos se iluminaron cuando se abrió la puerta del elevador, pero se volvieron sombríos y llenos de furia, cuando vislumbraron a Eriol, pero con la chica ametista en su espalda. Ella descansaba placidamente la cabeza sobre su hombro, y además ¡traía la gabardina favorita de Eriol puesta!

Sintió ganas inmensas de ir a estrangularla en esos momentos, pero no sería un comportamiento adecuado de una dama, aunque las palabras que susurraba por lo bajo, tampoco lo eran.

Abrió la puerta de golpe, y corrió hacia el elevador, llegando justo antes de que las puertas se volvieran a cerrar.

Eriol la miro con gesto de fastidio.

-¿Qué haces con esa así?- le preguntó ella muy enfadada, casi gritándole, en un tono muy autoritario.

-Y eso ¿que te importa?- le respondió Eriol de muy mal humor, enojado por la expresión con la que se había referido a ella.

-¿Qué que me importa? ¡Es una arrimada Eriol! ¡No tiene derecho de estar en tu casa!-

-No empieces Mizuki.- advirtió el ingles cansinamente, tratando de conservar su temperamento.

-¡Soy mil veces mejor que ella! ¡¿Cómo puedes preferir a esta zorra en lugar de a mi?!-

-¡Ya me hartaste!- gritó el ojiazul con expresión iracunda. –¡Esta mujer es mil veces mejor que tu en cada pequeño aspecto de su persona! ¡No te atrevas a llamarla de nuevo de una manera tan despectiva, porque primero deberías evaluarte a ti misma! ¿No te das cuenta en lo que te has convertido? –

Kaho se quedó callada ante la acusación, por primera vez no supo que responder.

-No se como pude estar enamorado de ti una vez. Ahora me doy cuenta de lo que en verdad eres. Tomoyo nunca va a ser como tu, y si la prefiero a ella, es algo que no te incumbe.-

-No puedes llegar a amarla.- aseguró Kaho con algo de angustia.

-¿Y si es así Misuki? ¿Qué podrías hacer tu? Para mi ya no eres nadie, y si la amo, es algo que no vas a poder cambiar nunca.- el ingles presionó el botón para cerrar las puertas, y Kaho por fin se retiró del camino con la mirada baja. Sus ojos se llenaron de lágrimas rápidamente, pero Eriol no se inmutó.

Y se quedó sola en el piso con el orgullo hecho pedazos, sollozando y reconociendo, que una niña, le había ganado.

~*~

Eran casi las once de la noche y aún no había llegado ni uno de los dos. Ni Tomoyo, ni Eriol. Adiós a la deliciosa comida que había estado saboreándose para esa noche. Shaoran le cambió una vez más al canal de televisión, y se encontró con el noticiero nocturno.

Un mal clima en Londres; un asalto a un banco en Kioto; una nueva estafa con unas mascaras Incas en América... y una nota al final del caso de los Daidouji. Le subió al volumen, y escuchó como una mujer reportaba las pistas más nuevas en los casos.

Como nos han reportado esta misma tarde desde los laboratorios especializados 'Arlington' en el centro de la ciudad, se han realizado los exámenes de ADN a las pruebas de sangre halladas en la escena del crimen del gran empresario Kotaro Daidouji, sin que estas aportaciones hallan otorgado algún dato relevante sobre la posible identidad de alguno de sus asesinos, Yue Tsukishiro nos a otorgado algunos comentarios vía telefónica en donde afirma...

Li desvió su atención un momento, y suspiró aliviado. Si Eriol se hubiera encontrado en ese lugar, y hubiera escuchado esa noticia, ya le estaría diciendo lo descuidado que era en las misiones, otra reprimenda era lo último que le faltaba. Suerte que Izumi había sido avisado tiempo antes de que las pruebas pudieran ser realizadas, ó talvez hubieran encontrado algún archivo en algún hospital, o en los registros de nacimiento ó algo así, después de todo, había sido una persona normal antes de convertirse en asesino. Seguro eso le iba a costar unos cuantos meritos con su jefe, pero mientras su líder de equipo lo apoyara, no tenía que preocuparse ni de que le bajaran el sueldo.

Escuchó un ruido en el pasillo, y sonrió. Por fin había llegado uno de los dos. Se paró rápidamente de su sitio y corrió a abrir la puerta. Lo que vio hizo que la sonrisa se le esfumara del rostro.

-¿Qué paso?- preguntó en voz alarmada, viendo el estado deplorable de la chica.

-La atacaron.- respondió Eriol sin mucho entusiasmo, abriéndose paso hasta su habitación.

-¿Sabes quien lo hizo?- dijo Li apretando los puños.

-Si.- asintió el ojiazul.

-¿Quieres que me encargue de ellos? Podría encontrarlos esta misma noche.- ofreció Li, sabiendo la rabia profunda que sentiría si algo así le pasara a una persona querida para él.

-No, me encargaré de ellos personalmente.-

Tomoyo se había quedado dormida en la espalda del joven, así que Li lo ayudó a recostarla en la cama.

-¿Quieres que te traiga algo?-

El inglés negó con la cabeza. –Gracias por haber esperado aquí Li, creo que puedo encargarme de ella desde ahora.-

-Esta bien, pero no olvides llamarme si necesitan algo ¿ok? Lo que sea.-

-Si, gracias otra vez amigo.- el ingles le sonrió con gratitud y melancolía, dejando a Li muy sorprendido. Hubiera deseado que fuera esa otra ocasión menos complicada, así podría hacerle burla sobre su nueva actitud... bueno, en otro momento sería.

Salió de la habitación, justo en el momento en que la chica empezaba a abrir los ojos, y se fue de la casa, pensando en regresar otro día de nuevo, para comentar con la ametista, acerca de Sakura.

~*~

Tomoyo se había quedado dormida en la reconfortante espalda de Eriol, cuando iban camino a su casa. Se sentía muy cansada y con frío al principio, pero cuando se encontró frente al calor de Eriol, todo lo que había pasado esa noche no pareció más que un lejano recuerdo.

Cuando abrió de nuevo los ojos, se encontró en la habitación del ojiazul, recostada en su cama.

Al verlo frente a ella, se sentó de golpe.

Él sonrió.

-No voy a morderte.-

-N-No ya lo se, es solo que...- le joven se sonrojó al verlo de nuevo ¡Siempre se veía tan bien cuando no llevaba esa gabardina encima! (y cuando la llevaba también)

Eriol la tomo del rostro con dulzura, y Tomoyo sintió un brinco en el corazón. El joven se le quedó viendo fijamente a su mejilla izquierda, y fue cuando recordó que la habían golpeado en ese lugar, se debía de ver fatal. Trato de voltearse para un lado.

-¿Te lastime?- preguntó el ingles algo preocupado.

-No pero...debe verse horrible.- dijo apenada, pensando que Eriol sentiría desagrado por su aspecto ya no tan lindo.

-Eso se puede arreglar.- se levantó y se dirigió al baño, empezando a revolver en uno de los estantes.

Tomoyo miró a su alrededor; nunca había entrado a su habitación cuando hubiera luz en ella. Ahora sí podía apreciar cada detalle en su decoración. Desde el principio admitió que Eriol tenía un gusto excelente en el arreglo de su casa, y su cuarto no era la excepción. Muebles de roble fino, delgadas cortinas carmesí, y una variada selección de objetos personales y libros, se acomodaban en cada rincón con armonía. Parecía que él había hecho limpieza recientemente, ya que ella no podía entrar a ese lugar con tanta libertad.

-Eres un chico muy ordenado Eriol.- comentó la joven en voz alta, tratando de llamar su atención.

-No te creas.- respondió aún buscando su botiquín. –Esto estaba hecho un completo desorden, pero la casa se veía tan bien toda arreglada, que pensé que también debía ir con el decorado.- Por fin encontró el pequeño maletín en uno de los anaqueles. Se levantó, y se dirigió hacia donde estaba Tomoyo, sentándose en la cama frente a ella. Lo abrió, saco unas cuantas botellas y algodones, y los empezó a revisar con interés.

-Esto ayudará a que no se inflame, y esto para que la herida no infecte.-

-Parece que conoces mucho de estas cosas.-

-Mi trabajo necesita esto de vez en cuando.- sinceró el joven.

-Si, eso de perseguir criminales debe ser muy peligroso.-

Eriol se le quedo viendo con extrañeza. -¿Perseguir criminales?-

-Si, Shaoran me dijo que eras detective.-

-Ah, Shaoran te dijo ¿eh?-

Ah maldito Li, estás muerto.

Untó con delicadeza uno de los algodones con un poco de sustancia de un frasco, y empezó a limpiar la herida que Tomoyo tenía debajo del ojo con mucho cuidado. Ella no hizo ningún gesto de dolor.

-Con eso sanará más rápido.- afirmó el ojiazul con una mirada de satisfacción. Tomoyo observó como empezaba a guardar todo con el más sumo cuidado, mientras se empezaba a quitar la gabardina de Eriol para regresársela, al mover el brazo, un agudo dolor la molesto en el hombro.

-¿Pasa algo?-

Tomoyo no respondió, solo se quitó la gabardina y miro sobre su hombro. La camisa estaba rota y cubierta de sangre en ese lugar, y se empezaba a escurrir por su espalda. –No me di cuenta de esto.- confesó al observar la mirada que el ojiazul lanzaba, de nuevo enojo en sus ojos. –Pero no es de mucha importancia.- le aseguró al joven.

-No podemos dejarlo así.- interrumpió el chico tratando de calmar su enojo.

Paciencia Eriol, pronto cobrarás tu venganza.

-No es tan grave como parece.-

-Quítate la camisa.-

Tomoyo sonrió pícaramente. -¿Estas tratando de seducirme Eriol?- preguntó en broma.

El ojiazul, dándose cuenta de lo que había dicho, se sonrojó. –Bah, cállate.- y Tomoyo lanzó una risa. Pero se detuvo pronto, sintiendo ese escozor en el hombro. Eso le pasaba por burlarse del ingles.

-¿Ya ves lo que te pasa por burlarte de mi?-

Se rió débilmente otra vez. –No lo vuelvo a hacer, podrías echarme una maldición encima.-

-¿Entonces?-

-Bueno ya, pero no intentes nada sospechoso ¿entendido?-

-¿Quién me crees?-

Tomoyo le dio la espalda con timidez, y acomodó su sostén para que no se viera. Se desabrochó los primeros botones, y dejó caer la camisa hacía atrás, dejando desnudos sus hombros y parte de su espalda.

El ojiazul tragó saliva e intentó concentrarse sólo en la fea herida que tenía en su hombro... ¿Qué quería que hiciera? ¡Era un hombre por amor de dios!

Ninguno de los dos pronunció palabra mientras Eriol limpiaba la herida con precaución, fijando su atención en su tarea. Colocó una venda limpia sobre su hombro, y la ajusto con su ayuda. Muy pronto, había terminado, y la joven volvió a poner la prenda en su sitio.

No vuelvas a hacer eso por favor...

-Supongo que puedes quedarte aquí si quieres, yo dormiré afuera hoy.-

-Oh no Eriol, no quiero que te molestes...-

-No importa, de todas formas sabes que casi no duermo, para mi no hace ninguna diferencia.- y antes de que pudiera protestar de nuevo, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de él.

Y se sonrió de nuevo. Y por fin notó lo bien que se sentía el tener esa expresión en el rostro.

Como todos sabían, su filosofía era nunca sonreír. No le veía ningún sentido hacer ese gesto sin tener nada por lo cual estar feliz... pero ahora, podía decir que por primera vez en mucho tiempo, se sentía bien al lado de otra persona. Por primera vez desde que sus padres lo habían abandonado, había sentido la felicidad a su lado.

~*~

Henri Lebeau observó incrédulo, el lujoso auto aparcado en el lugar del ojiazul. Ese era su favorito ya que lo tenía en casa, pero muchos otros también de su propiedad, se quedaban en la compañía hasta que él los necesitara. Se notaba que era el favorito del jefe. Autos cada año, bonos especiales en cada misión, y sobre todo, los trabajos más jugosos en cuanto a renumeraciones monetarias.

¡Nunca le hubieran dado un lujo así a él! A pesar de ser uno de los mejores de la compañía, siempre había estado el detalle de ser el 'segundo mejor'. Eriol siempre se había llevado todo lo bueno. El favoritismo, los autos, los trabajos, los bonos, las mujeres... no había mujer que él hubiera deseado, y que el ojiazul no consiguiera primero. Era como un imán para las mujeres.

Por eso le tenía cierto rencor. O envidia. Por eso se la pasaba echándole tierra a su trabajo, aunque la mayoría de las veces no era escuchado por las personas, ya que tenía fama de hablador, pero sin palabra. Además de que el inglés era mucho más respetado por los trabajadores que él.

Sin embargo, esta misión resultaría diferente. Haría un trabajo excelente, eficaz y rápido, y se llevaría el respeto de sus compañeros y su jefe, sin mencionar ese bono de dinero. Por lo menos así le bajaría el ego a su contrincante, enseñándole de una vez por todas, quien era el mejor.

Subió por el ascensor despreocupadamente, hasta que por fin llego al piso que le habían indicado. Tocó la puerta con aplomo, y espero a que alguien contestara.

Pronto se escucharon unos pasos firmes que se acercaban, y luego se abrió la puerta lentamente.

Eriol apareció detrás de ella, lanzando una mirada de desagrado al poner sus ojos en él.

-¿Qué haces aquí?- preguntó descortésmente, fijando una mirada cortante en su persona.

-Vamos Hiragizawa ¿Tu madre no te enseñó modales? Deberías de invitarme a pasar.-

-Lárgate.- iba a cerrar la puerta, pero Henri se lo impidió con una mano.

-No estoy aquí por gusto, créeme.- le confesó el castaño, poniendo una sonrisa sarcástica. –El jefe me pidió que viniera a verte.-

Eriol lo miro con sus ojos índigos penetrantes, y después se quitó de la puerta. –Más te vale que sea rápido- advirtió.

Le Beau sonrió al pasar a su lado, dirigiéndose sin ser invitado a la sala de estar, sentándose cómodamente en uno de los amplios sillones.

-Dilo rápido y después lárgate.-

-Tienes una bonita casa.- contemplo el castaño sin tomarle mucha importancia. –Supongo que ser el lamebotas del jefe tiene sus recompensas ¿no?-

El ojiazul solo lo miró. Y con un rápido movimiento desenfundo la pistola miniatura que traía puesta en la cintura, apuntándola contra él amenazadoramente –No te tengo mucha paciencia, habla o vete.-

-Pues ya que lo pides de una manera tan sutil.- replicó en tono mordaz, alzando las manos. –Reuel nos quiere mañana en la noche listos para la siguiente misión.-

-¿Ya encontró la manera de infiltrarse?- preguntó Eriol sin bajar su arma.

-Eso supongo. Pero me a dicho que el golpe no será a la hora que estamos acostumbrados, quiere que se realice a una hora temprana. A las 8:00 de la noche aproximadamente.-

-¿Por qué?-

-Creo que hay menos seguridad a esas horas ó algo así, supongo que cree que será más fácil que entremos si nadie se espera un golpe a esa hora ¿no?-

-¿Cuáles son las indicaciones?-

-Tú y tu equipo se encargan de Sonomi Daidouji y yo y el mío nos ocupamos del muchacho. La misión debe estar completa en menos de quince minutos, o sería más probable que se dieran cuenta. Nos estarán esperando a tres cuadras de la mansión, y como sabes, sino llegas, te quedas.- el castaño sonrió con malicia. Lógicamente se había enterado del incidente que había ocurrido con la primera familia.

-¿Es todo?-

-Creo que si. Si quieres los detalles topográficos y bibliográficos, supongo que podrás verlo con Murosaki.-

Un ruido se escuchó desde la habitación. Eriol guardo su arma rápidamente entre sus ropas, justo en el momento en que la chica ametista salía del cuarto. Se tallaba los ojos y se le veía algo somnolienta. Llevaba el cabello recogido y una larga camisa que le cubría parte de los muslos, dejando sus largas piernas al descubierto. Recorriendo el pasillo, sin voltear a ver a su lado y bostezando, se dirigió con andar gracioso a la cocina, desapareciendo en la puerta.

Henri volteó a verla interesado y dejo su vista clavada en ella, recorriendo su cuerpo de arriba abajo, hasta que desapareció en la otra habitación.

Sonrió con lujuria, y volteó a ver al ojiazul –Debo admitir que tienes muy buen gusto con las mujeres, de ser tú, estaría con ella en la cama.-

Una mirada asesina lo atravesó de lado a lado, notando el creciente escalofrío en su espalda cuando un frío cañón se recargó en su frente.

-¿Has visto alguna vez como vuelan los sesos a esta distancia?- preguntó el ojiazul con sorna, mirando los ojos asustados del muchacho.

-No te atreverías.- confirmó Le Beau tratando de mantener la pasividad en su rostro.

-¿Tu crees?.- apretó más la pistola contra su cabeza. –No creo que ella escuche mi disparo (tiene silenciador) te sacaría de aquí arrastrando y luego te iría a tirar a cualquier canal de aguas negras que se cruzara en mi camino. ¿Te parece un final digno? A mi me agrada.-

-Reuel te encontraría.-

-Pero nadie me quitaría el placer de haber acabado con tu miserable existencia ¿o si?-

El castaño se quedó callado. Ese joven en verdad era un asesino despiadado, no le importaba matar a una persona en su propia casa, estando una mujer (que seguro no sabía nada de su profesión) con él, y de verdad que el final que le había propuesto, no había resultado nada agradable.

Retiró la cabeza del cañón de la pistola, y se levantó temblando, dirigiéndose a la puerta.

La abrió, pero antes de irse, volteó a ver a Eriol, con una mirada peligrosa -Esto no se va a quedar así Hiragizawa, cuando menos te lo esperes, tendrás los pies en la cárcel, y yo me burlaré de ti mientras me acuesto con esa mujer.-

Sobre mi cadáver...

Continuara...

Bueno bueno, otro capitulo listo y uno más cerca para el final. La verdad es que no se cuantos capitulos vayan a ser, pero espero que no me tarde tanto en subirlos...esto esta cada vez más largo, pero ahora quice poner algo de algunos personajes que tenía olvidados, además de la aparición más fuerte de Henri. Algo tendra que ver y sera muy importante.

The Dark: Jajaja tus amenazas ya no me asustan!! Me he contratado el servicio especial de Kreuz!! Aya, Ken, Omi y Yohji me protegerán!! Ahora si, puedo publicar si quiero en un año!! Además de que mi lindo Eriol me apoya ˆ_ˆ... Ni tu ni la CIA podrán obligarme a continuar BUAJAJAJAJAJAJA... por cierto, vete despidiendo de Shaoran o de Eriol...jejeje

Alina Drakul: Gracias por decirme eso T_T la verdad era que no sabía si seguir con estas explicaciones taaan largas...ve nada más como quedo este capitulo, pero me siento feliz de que a algunos les guste la longitud. Y no se nada de la de Big Wizard, pero si Padme no pone un cap. Nuevo, entonces si le mando a un asesino...y ya tengo mi corporación jajaja...

Sayo: Me gustaría mucho dejarlos felices a todos pero...bueno, no te contare el final. Yo se que las personas necesitan siempre una segunda oportunidad, pero no siempre se les puede dar la oportunidad de ello. De todos modos, tengo pensado algo que no te decepcionara. Gracias por la opinión!!

Terra_c: Al menos tu tuviste puente agradable u_u imaginate estar en un rancho incivilizado, con un calor de 40° con lluvia inesperada y una bola de escuincles latosos corriendo a tu alrededor...u_u el infierno total. Aunque bueno n_n ya que estamos felices y contentos...ERIOL ES MIO!! Por lo menos en esta historia, así que te aguantas!! Y Yue tamb. Es mio, así que no toques, que se arrugan. Final es mi juego favorito, pero te recomiendo tamb. (si te gustan los buenos RPG) a Legend of Dragoon, simplemente sublime (PS)

Jeru: ¬_¬ Decídete niña.. primero chuleas a Shaoran, luego a Yue, y al final a Touya...deja algo para las demas!! No espera, no dijiste a Eriol...n_n entonces si quédate con los demás (pero me prestas a Yue por ratitos n_n)

Lucia 3: Pueees de hecho todo ese chorote que leiste arriba (lo de Tomoyo viéndolo de asesino) va a tener una contribución importante en el sig capitulo. No te puedo decir en que momento, pero algun día será. Mi lindo Shaoran (si, ahora es de mi propiedad tamb Tiffany's Inc.) esta decidiéndose a dejar sus aventurillas, pero ¿lo lograra? No se...

Furby_chan: Ojala y te la hallas pasado bien en las fiestas, ora si que no tome nada y estuve sobria, pero no por eso se disfruta menos la noche. Perdon por no poner tanto Shaoran, pero ya le llegara su turno...

Wechapa: No mucho S+S en la historia, pero bueno, de todos modos espero que te halla gustado. Y gracias por el apoyo a mis cursilerias T_T ...porque quiéranlo o no, de ahora en adelante, tendrán más BUAJAJAJAJAJAJAAJA

Luly: Hello!! No te desesperes que ya llegue!! (¬_¬) Que bueno que te guste la historia, el proximo cap, sera la misión, y como sabes, ya es una de las últimas...de hecho, me siento emocionada, me pondre a escribir ahora mismo!! Veras la continuación pronto!

Tais: T_T esa soy yo!! Tengo una doble en algun lado!! (¬_¬) n_n na no es cierto. Te contare como se me ocurrio...era una noche lluviosa y me encontraba acostada en mi cama y...na, estaba en el carro de Barney comiendo bolsitas de mostaza, y de repente pum! Me acorde de Kreuz Weibs (no se si conozcas la serie) y dije, Eriol + gabardina de Aya+ asesino = °¬° que otra excusa necesitaba??

Carla: ¿Ya viste cual es la sig, misión? Creo que eso responderá a tu pregunta de lo de Sonomi--- además recuerda que cuando uno se enamora, se vuelve ciego (mudo y sordo y un poco taradito) así que tu me diras... gracias por leer mis otras historias, pero no creo actualizar muy pronto en aquella que dices (es de Rurounin Kenshin muy recomendado! Pasa en Cartoon Network los sabados desde las 11:00 o 12:00 pm) quisiera terminar esta primero.

Padme Gilraen: ¬_¬ A ti te quería encontrar ¡¿CUÁNDO ACTUALIZARAS BIG WIZARD?! }y no te hagas la inocente que a estado abandonado un buen rato eh?? Yo me tarde...pero tu aun más! Continualo pronto si?? *-*

Angel-de-Luz: Hello amiga!! ¬_¬ ¿cómo que muerte al agente Tsukishiro?? Ahora por eso, Eriol sufrira aun más BUAJAJAJAJAJAJAJA... hay no espera (Eriol ve a Tiff con mirada asesina) ¿Qué? Ella se lo buco ¡amenazó a mi Yue!... en lo que si estoy de acuerdo contigo, es en MUERTE A LOS PADRES DE ERIOL!! Son unos malditos, insensibles, despreciables hijos de la... ¿cómo se traven? T_T pero hay que verle el lado positivo.. Le dejaron toda la herencia a Eriol ˆOˆ jojojo. (Tiff se esconde de Eriol y escribe sin hacer ruido) preparate, que para Eriol aun no pasa lo peor BUAJAJAJAJAJAJAJAJA (¬_¬) ¿qué?

Tomoe Himura: o_o pues si que tienes razón de odiar a Shaoran...y si te apoyo!! Malditos hombres... pero es que son taaan lindos...¿Quién se puede resistir a ellos?... ¿Y como vez que Henri conoció a Tomoyo? ¿Crees que tendra algo que ver con la historia? ~_~ no lo dire, no lo dire...

Lady Moonlight3: No me tientes!! No quisiera tener que matar a Kaho (risa sarcastica) debe de haber algunos fans de ella por ahi (risa aun más sarcastica.). Yue no se va a encargar de Shaoran, el es exclusivo para Eriol, pero hay cierto moreno que se interesa en sacarle todo lo malo que pueda para alejarlo de su hermanita... Kero en tutu rosa?? JAJAJAJA tienes que convidarme un poco de eso que fumas...

Shinta Girl: ˆ/ˆ jeje, gracias por tus alagos, me has subido la autoestima. Gracias por leer!

Sakia: u_u bueno, no te preocupes, lo bueno es que tengio mucha paciencia, en estas cosas...seguire esperando tus dibujos...claro que quisiera leer tu fic! Me encantaría leer algo por fin de lite mexicana, orgullosamente. Yo voy en la salle del pedregal, y ahora quiero estudiar psiquiatria!!

Beautiful-night: jajaja, como le dije a Dark...ya tengo quien me proteja!! Asi que... =P no pueden hacerme nada!! Jajaja.. aunque ahora n_n U subi un cap, antes...no habra un poquito de compasión?? Que te parece lo que dijo Li eh?? Le damos una nueva oportunidad??

Nishi: Hay, mi objetivo de mi vida esta completo!! Si hay una cosa que me guste más que escribir, es hacer que otras personas se enamoren de las cosas que yo...no sabes que vbien me siento al recibir tu comentario...

Sailor Pallas: jejeje un beso?? Pues un beso tendrás!! Descubriste el propósito de la próxima misión!! Un beso!! O talves dos...dos asesinos...pueees...

Shaoran 17: T_T me e hechado a la Nasa, la Cia, el FBI, y la armada solo por escribir un fic!! No lo vuelvo a hacer en serio...a pesar de tus amenazas de muerte ¬_¬...gracias por dejar review n_n

Monserrat: Hola!! Continuación a la orden!! Gracias por tu review, y espero que hayas disfrutado el cap!!

LISTO!!!! Cuanto escribi!! Son más de 8,000 palabras!! No puedo creerlo, es el capitulo más largo en esta historia (la mia...) bueno, ojala y les halla gustado este cap, porque se están acabando los momentos tranquilos en esta historia...

Mmmm creo que eso es todo. Solo que en el sig, cap. Sera una misión...la de Sonomi, y quien sabe que suceda. Y algo bonito para los E+T y talvez para los S+S. (lo siento por los fans de esta pareja, pero ya no abra tantos momentos como antes, se me ha terminado la inspiración)

Nos vemos!!

Tiff

"Lo que hace disfrutable una relación son los intereses comunes; lo que la hace interesante son las pequeñas diferencias."

- Todd Ruthman