Por: Tiff
¿Por qué le había tocado existir en esa vida? ¿Por qué no podía haber permanecido como una persona normal, a la que le importan más los quehaceres cotidianos, a estar huyendo de la policía? ¿Por qué había tomado ese camino, abandonando el de la paz y la seguridad de un buen hogar?
Estaba seguro que para esos momentos, él no estaría casado, pero al menos no le gustaría tanto la vida furtiva. De haber crecido en un hogar, de no haberse inmiscuido con personas que desde un principio supo que eran malas influencias, no estaría en ese momento en ese lugar. Talvez hubiera conseguido un buen trabajo en alguna empresa; talvez hubiera podido tener un perro, un pececito, y una bonita planta, sin que ninguno de ellos muriera o escapara por falta de sus cuidados.. si, talvez incluso podría haber llegado a tener hijos...
Le encantaba el sonido de ese hubiera. Con el seguramente habría conocido a Sakura en otras circunstancias, y no estaría con el profundo pesar en los hombros, de tener que despedirse de ella. Talvez podría haber encontrado la felicidad con ella. Talvez podrían haber empezado una relación en serio, por primera vez en su vida... Pero ahora, a pesar de todas las veces que había deseado que todo aquello nunca terminara, había llegado a su fin. Ahí se despediría de su querida flor de cerezo.
Sentía algo especial por esa niña. Algo que nunca antes había sentido, y que le resultaba cálido y fastidioso a la vez. Ruegos y suplicas con los ojos húmedos, le habían llovido en el pasado de todas las mujeres que alguna vez se habían inmiscuido con él. No recordaba sus nombres, o sus rostros, solamente ese característico brillo herido en cada uno de sus ojos. Así había perdido a su mejor amiga. Meiling, que siempre había estado ahí para él, había terminado como una de las otras, significando solamente una gran amante, y una buena amiga, a la que jamás volvería a ver. ¿Por qué todas sus relaciones tenían que terminar en una separación? ¿No podía existir un final feliz para él? ...
Parecía que no. Talvez se lo debía al destino. Talvez así estaría pagando por todos sus pecados.
Ahora comprendía a Eriol a la perfección. Sino podía tener a la mujer de la que se estaba enamorando... ¿De que valía era, el tener a alguien mas? ¿Otro corazón herido? ¿Otra llaga abierta a la tempestad? Mejor cerraba las ventanas, aislándose en su mundo, como lo había estado haciendo hasta ese momento.
Si le decía adiós a Sakura, sería la última vez que le diría adiós a una mujer a la que en verdad quería. No volvería a amar jamás.
Sintió un nudo en la garganta al ver un panorama conocido. Le hubiera alegrado encontrarse en ese lugar en otras circunstancias, pero no así. Estaba seguro que no era la última vez que visitaba ese paraje, pero si la última que hablaba con ella. Las luces de su casa estaban encendidas, y un silencio reconfortante se veía roto por una dulce melodía. Se sonrió. Ya se imaginaba a Sakura frente al espejo, preparándose para su cita con él, mientras tarareaba esa canción.
En lugar de dirigirse a la puerta principal, se fue a parar debajo de la ventana de su cuarto, para no llamar mucho la atención, ya que su padre, según lo que ella le había dicho, estaba en casa. Tomo varias piedritas del suelo y las arrojo contra el cristal una por una, tratando de llamar la atención de la joven que se encontraba ahí adentro. Al poco rato de sus intentos, al terminar la canción que había estado oyendo desde que llego, la cortina por fin se corrió, dejando ver el sonriente rostro de Sakura, al darse cuenta de su inesperada visita debajo de su ventana.
-¿Por qué no tocas la puerta como alguien normal?- le preguntó ella juguetonamente, después de abrir la ventana.
-Porque yo soy especial.- le contestó sonriendo, viéndola directamente a los ojos.
-Bajo en un minuto.-
-No espera.- le dijo antes de que pudiera internarse de nuevo.-Necesito hablar contigo ahora, ¿podrías bajar un momento?-
La joven noto algo extraño en los ojos del castaño, y solamente asintió. Con cuidado se sentó en el borde de la ventana del segundo piso.
-Je, nunca e hecho esto.-
-No te preocupes, yo te atrapare.-
-Eso espero Shaoran, porque sino tendré que golpearte.-
-Ok.-
El castaño le extendió los brazos, y Sakura, sin titubeos, se arrojó hacia ellos. El chico la atrapo con habilidad, pero quien sabe si por los nervios, o el pasto mojado, resbalo y cayó hacia atrás con la chica todavía entre los brazos. La joven se rió jovial y alegremente. Y Li sintió de nuevo esa calidez inesperada en el corazón. Por un momento que quiso durara para siempre, se sintió libre y sin preocupaciones, se olvidó del objetivo de su visita, y simplemente se rió con ella, sin inhibiciones, sin miedos, solamente siendo él.
Pero al abrir sus ojos, y encontrarse frente a una noche oscura y austera, aún con la mujer que amaba entre sus brazos, todo volvió a ser como antes. Debía terminar todo ahí. Debía terminar antes de que ella saliera lastimada; ya que verla sufrir sería entonces el mayor detonante de su miseria. Mejor irse cuando solamente era uno el que estaba enamorado, mejor marcharse antes de que el amor empezara a florecer entre los dos.
-Sakura, necesito hablar contigo.- al escuchar su tono de voz, casi de ultratumba, Sakura dejó su risa de inmediato, y abrió los ojos preocupados posándose en la figura recostada bajo su peso.
-¿Sucede algo Shaoran?-
El joven se levantó delicadamente del suelo, haciendo que ella se hiciera a un lado. Se quedó sentado en la hierba, con su linda flor de cerezo a su costado.
No quería prolongarlo demasiado, eso lo haría mucho peor. –Me voy.-
La joven no comprendió muy bien el significado de esas palabras al principio. 'Me voy' ¿Qué quería decir con eso?
-No entiendo ¿Te vas?- la cara de la joven permanecía serena al parecer.
-Si. Me voy del país.-
Sakura sintió un vacío indescriptible en el estomago. -¿Cómo?-
-No puedo quedarme.- el joven castaño bajo los ojos, al notar una expresión de angustia que se empezaba a formar en los rasgos de la joven.
-¿Qué estas diciendo Shaoran? ¿Por qué?-
Los ojos del ambarino se entristecieron –He hecho cosas de las que no estoy muy orgulloso... La policía me persigue.- Sakura se sorprendió ante su comentario. –Correrías grave peligro si permanezco aquí contigo.-
Shaoran se levantó con paso tembloroso y se sacudió las ropas vagamente, sin tener el valor de voltearla a ver. Se dio la media vuelta, y cuando estaba apunto de marcharse sin decir otra palabra, sintió como una pequeña mano se aferraba a su gabardina, deteniéndolo.
Y un escalofrío subió por su espina, al sentir la frente de la joven apoyándose contra su espalda.
-No te vayas.-
Hubiera preferido cualquier otra cosa a eso. Hubiera preferido que lo abofeteara, que le dijera palabras de rencor y de odio, que le gritara y jamás le volviera a dirigir la palabra en la vida... cualquier cosa... menos eso.
Tres palabras que simplemente le quitaban la voluntad y le hacían desaparecer los ánimos de largarse de ese lugar, y de mejor quedarse a arriesgarse todo a su lado. Le hacían olvidar a su mejor amigo, a la policía, a la compañía. Como si todo lo demás pareciera insignificante ante ella; como si valiera la pena arriesgarlo todo, por esa mujer.
-S-Sakura...- mencionó tartamudeando.
-Quiero que te quedes aquí conmigo.-
El joven se dio la vuelta y la miró largo rato a los ojos. El hermoso brillo esmeralda que siempre había estado presente, se había intensificado a causa de las lagrimas que amenazaban con caer. Se acercó a ella lentamente y la miró a los ojos con ternura inmensa.
-... Si permanezco aquí más tiempo Sakura, podrías correr grave peligro... Me dijiste alguna vez que no te importaba mi pasado, que no te importaba lo que hubiera hecho si tenía el valor de enfrentarlo... y eso me hizo realmente feliz Sakura, viví en paz por mucho tiempo al creer en tus palabras; a tu lado, me sentía en mi hogar... Sin embargo, me e dado cuenta de que mi pasado continua persiguiéndome, y no soy capaz de enfrentarlo.. no puedo obligarte a que sufras conmigo, no puedo dejar que compartas mis errores; porque verte sufrir a ti, sería la muerte para mi...-
La joven tembló involuntariamente, cuando las lagrimas comenzaron a rodar por su mejillas. Un nudo en la garganta le impidió hablar. Se iba. Se iba y no podía hacer nada para impedirlo.
Y sin que ella misma se lo esperara, Shaoran la abrazó. Y ahí, rodeada por sur brazos, en la dulce calidez de su pecho, a pesar de todas las cosas que quería decirle, un nudo en la garganta le impidió hablar. Se iba. Se iba y no podía hacer nada para impedirlo.
-...Gracias por todo.- La abrazó por un momento más, inmortalizando todo en su memoria, y después se separo de ella con suavidad. Y le sonrió por una última vez, de forma confortante y cálida. –Adiós Sakura.-
Y así sin más, sin que ella pudiera decir palabra alguna o pudiera moverse de su sitio, el castaño salió de su casa, de su vida.
Y Sakura solo cayó al suelo de rodillas, con las manos en el rostro, pronunciando su nombre una y otra vez...
~*~
Pedirle ayuda a Yue Tsukishiro, sería como regresar con la cola entre las patas. Después de todo, él mismo lo había retado ese mismo día, lanzándole sus respuestas sarcásticas y risas burlonas. Sabía que se ganaría una burla de parte del detective, además de la posibilidad de que solamente se riera ante su propuesta.
Pero, ¿A quien más acudir en esos momentos tan desesperados?
Sabía que podía llamar a Shaoran Li, su compañero jamás le negaría el auxilio (aunque se hubieran peleado hacia poco tiempo), pero ¿de que serviría hablarle y pedir por ayuda, cuando en cualquier momento podría llegar a hacerle compañía en ese mismo lugar?
Pensó en segunda instancia en Shinishi Tsukiyono, pero no quería ponerlo en riesgo cuando por fin había decidido dejar el negocio, y si debía aceptarlo, no quería que lo viera en ese estado, encerrado, y talvez con una camisa de fuerza y una mascara de cuero que le pondrían al verlo.
¿La compañía? Sería una muy buena influencia en el caso. Conseguirían seguramente al mejor abogado de todo el Japón, y talvez lograría salir libre del caso; sin embargo, sabía que la empresa nunca había ayudado a uno de sus empleados cuando era atrapado, y si lo dejaban vivo, ya era una ganancia muy grande para él.
¿A quien más acudir, cuando toda tu vida te has dedicado a mantenerte alejado de la sociedad? ¡En ese momento era cuando le hubieran ayudado mucho las relaciones públicas! ¡Cuantas veces había rechazado la mano amiga de uno de sus compañeros! ¡Ese era su maldito castigo!
Eriol estaba de regreso en su celda, a eso de las dos de la mañana, ya que los doctores, al ver su exasperación y enojo evidente en la mirada poco después de terminar su llamada, optaron primero por sosegarlo con alguna terapia, pero al no dar resultado, con un fuerte tranquilizante.
Por ello en esos momentos, mientras trataba de pensar detenidamente todas las cosas que se arremolinaban en su cabeza, las voces que generalmente empezaban a atormentarlo cuando se enfrentaba a la oscuridad, habían cesado por completo. Solamente le quedaba como reserva, aquella voz aguda a la que él mismo ya se estaba acostumbrando.
Tengo que salir de este lugar para ayudarla.
¿Cómo se atreve a tocar algo que por derecho nos pertenece?
No pensé que te preocuparas tanto por Tomoyo.
No estoy preocupado por ella, jamás me a interesado, pero ese bastardo parece muy convencido en que puede tenerla.
La tiene en su poder. No me sorprendería que para estos momentos, ya hubiera cumplido su amenaza.
Las manos del ojiazul, laceradas como estaban por sus propias uñas, probaron de nuevo el sabor de su propia sangre, al brotar nuevamente por las heridas que se ocasionaba. Talvez el tranquilizante estaba empezando a perder su efecto.
No se atrevería. Él mismo nos dijo que lo haría cuando ella estuviera conciente, o no podría llamarnos para burlarse como advirtió.
Es tan bajo y ruin que no esperaría teniéndola ahí con él.
Por lo que veo tiene palabra. No hay duda de que esperara a que despierte, y suponiendo que su cuerpo halla recibido una carga completa de X-119 no creo que vaya a hacerlo hasta después de otras veinticuatro horas por lo menos.
Entonces tengo que salir de este lugar hoy mismo.
Tendremos que hacer que llamen a Yue a primera hora.
Y tengo que convencerlo lo más pronto posible. Si él no me ayuda a salir de este lugar, nadie lo hará.
Necesitaremos buenos argumentos.
Y los tendré. Si Henri le pone una mano encima, acabaré con él de la manera más dolorosa que se imagine.
Eriol escuchó en su mente, una pequeña risa por parte de la voz, pero ya no hablo más. Le había parecido una mezcla de burla y aprobación. Su lado asesino y sádico, aunque opacado por unos momentos por una nube de enamoramiento e ilusión, todavía no había desaparecido.
~*~
De nuevo amanecía. De nuevo otra noche sin poder conciliar el sueño en ningún momento. El semblante pálido del joven Tsukishiro, empezaba a denotarse cansado y ojeroso, a pesar de estar acostumbrado a las largas vigilias nocturnas. Sus profundos ojos azules se habían fijado en un punto distante de la habitación desde casi la media noche, y no se habían movido de su lugar en todo ese tiempo; se le notaban perdidos y confundidos, como si por primera vez en su vida, no supiera que hacer.
Y es que esta vez de verdad estaba sumido en la duda. La misma noche pasada, aquel día en el que había llevado acabo su entrevista privada con el asesino ingles, Touya, uno de sus mejores amigos, le había revelado la información que le había causado un escalofrío en la espalda... Tomoyo Daidouji había estado viviendo con el asesino de su propia familia.
¿Por qué había sido tan ciego? ¿Por qué había estado tan seguro de que ella estaba a salvo, cuando sabía que estaba viviendo con un desconocido? ¿Por qué era tanta la mala suerte, de que ella se había topado justamente con su asesino, con la persona que tarde o temprano acabaría con su vida?
Había intentado por todos los medios hablar con Eriol Hiragizawa la misma noche que se había enterado, pero ya no se permitían las visitas a esas horas de la madrugada, y la comunicación también estaba restringida para toda persona que no tuviera que ver con el interno.
Debía esperar hasta las horas de visita normal.
No creía que Hiragizawa le hubiera hecho daño a Tomoyo Daidouji aun, porque sino, su cuerpo ya habría sido encontrado considerando que vivía con él. Tenía la remota esperanza de que ella hubiera escapado y estuviera a salvo en algún lugar, de que él no se hubiera dado cuenta de su verdadera identidad, hasta que ya la tenía fuera de su alcance. Esa era su esperanza.
Sin embargo, si se enteraba de que algo le había pasado a la ametista y todo por culpa del inglés, no le importaría convertirse en asesino en medio de un hospital psiquiátrico; no le importaría estar encerrado toda su vida en la prisión, si con ello había vengado a alguien tan querido para él. Y aunque talvez la muerte de Hiragizawa ya no podría solucionar la gran cosa, al menos le quedaría el consuelo de no volverlo a ver reír con sorna jamás.
Más le valía que Tomoyo estuviera bien... o la vida de aquel asesino habría terminado mucho antes de lo que esperaba.
~*~
Parecía que al fin estaba amaneciendo. Desde un rincón oscuro de la celda, sentado con una pasiva calma en la fría cama de metal, el ojiazul levantó la mirada hacía el techo, siendo deslumbrado por los focos que ya se habían encendido.
La palidez en su rostro era muy notable a la luz anémica de la habitación. Sus ojeras se habían vuelto pronunciadas, y aquellas heridas que tenía en el rostro, producto de las voces de esa misma noche, se notaban más que nunca en sus finos rasgos.
Se abrió la puerta del final del pasillo sin pronunciar ningún sonido, y el Doctor Holmes entró despreocupadamente, con la mirada fija en la última celda. Eriol se le quedó viendo con curiosidad. ¿A que venía a esas tempranas horas de la mañana? ¿Más pruebas?
El ojiazul suspiro.
En verdad necesitamos salir de aquí.
Ni que lo digas.
El Doctor se paro frente a su celda, y lo miró detenidamente y con interés.
-¿Cómo te sientes?- le preguntó amablemente, deteniendo la mirada en los cansados ojos del ingles. El ojiazul asintió cortésmente, sin voltearlo a ver.
-Nunca había conocido a una persona tan fuerte y resistente.- dijo con sinceridad y admiración oculta. –A pesar de los sedantes que te administramos en la madrugada, aun nos diste mucho trabajo para poder regresarte a tu celda... Y parece que no has dormido en lo absoluto.- mencionó casualmente, señalando con la cabeza sus pronunciadas ojeras.
-Generalmente nunca duermo.- dijo el ojiazul con voz calmada.
-Me e dado cuenta.-
El doctor revisó un pequeño papel que llevaba en las manos. –Hay un hombre que quiere verte.-
El ingles por fin levantó la mirada, interesado. -¿Un hombre? ¿Quién es?-
-El Sr. John Reuel me parece.-
Los ojos de Eriol se agrandaron con sorpresa. Y si aun era posible, su tez se volvió más pálida que nunca.
¿Qué demonios hace el aquí?
¡Como si no te hubieras dado cuenta! ¡Ha venido aquí para desaparecernos del mapa!
¡No puede hacerlo a la vista de todos!
Lo ha hecho otras veces ¿recuerdas?
Pero aquí hay cámaras de seguridad, y un guardia en cada sesión, no podría actuar sin verse descubierto.
No creo que eso lo detenga.
Piensa esto. Nunca ha ido a asesinar a alguien en persona, siempre deja que el trabajo sucio sea realizado por los demás. ¿Vendría hasta aquí para matarnos?
No lo se.
Holmes abrió la puerta. –¿Vamos Hiragizawa?- Le ofreció salir libremente, como lo había echo la última vez. Era una oportunidad muy tentadora. Un solo doctor, fuerte pero nada que no pudiera manejar, a merced de su agilidad y destreza. ¿Se atrevería a traicionar así la confianza, de la única persona en todo el maldito edificio, que tal vez llegaba a pensar que no estaba loco?
Derrotado ante su ataque de conciencia moralista, el ojiazul se levantó de su sitio, y se dirigió a la puerta, siguiendo al Doctor a pocos pasos de distancia.
¿Qué estas haciendo? ¡Podías negarte a verlo! ¡Nos estás arriesgando demasiado!
Como tu dijiste, hay cámaras de seguridad y guardias, no podrá hacerme nada. Además, tendría que enfrentarlo tarde o temprano, y si voy a morir, que sea ahora. Así no sabré en que termina todo.
De nuevo se enfrentó a ese paisaje conocido, hasta los cuartos de entrevistas. No las comunes, sino las privadas.
¿Me decías?
El doctor que lo guiaba lo condució hasta una de las puertas, y la abrió para él, entrando después.
Eriol se quedó estático un momento. Su jefe, su compañero, y talvez prontamente su verdugo, estaba ahí parado, en medio de la habitación, fumando uno de sus puros.
-No puede fumar aquí señor.- dijo Holmes cortésmente, haciendo que Reuel sonriera y siguiera sus ordenes. –Tiene diez minutos.- y dicho esto, lanzándole una mirada furtiva al ojiazul, que se la regreso con admirable fortaleza, se retiro. Y Eriol por fin notó que no había ningún guardia custodiándolos.
La mirada de Reuel inmediatamente se fue a posar sobre la suya, pesada y profunda como siempre.
No te dejes vencer. Que no te vea flaquear.
Y los dos se miraron por largo rato con frialdad, sin imponerse, compitiendo en una lucha de la que sabían, ninguno de los dos sería vencedor.
Reuel se sonrió un momento ante su osadía. Siempre se había admirado del indomable carácter de ese muchacho. Así que sin retirarle la mirada, pero con un gesto más amable, le hablo.
-Parece que no has cambiado Eriol. A pesar de estar encerrado y macilento como te veo, no has perdido el valor al enfrentarme.-
El ojiazul se tenso aun más. ¿Por qué le hablaba de forma tan afable? ¿Era esa su manera de anunciar su muerte? ¿Para que querría prolongarla?
-Parece que no te han salido las cosas muy bien.- continuó el hombre, yéndose a sentar a una de las sillas. –Saito me contó acerca de la última misión en la que estabas inmiscuido.-
Eriol pasó saliva con dificultad, cuando el hombre empezó a hurgar entre sus bolsas del caro abrigo. Pero se logró tranquilizar un poco al ver que solamente sacaba un delgado trozo de papel.
-Me sorprendió mucho cuando Saito me entrego esta fotografía ¿sabes? Aun con todos mis años en el negocio del espionaje, y mis buenas influencias en las familias aristocráticas de Japón, jamás pude enterarme de la existencia de una heredera más en la familia de los Daidouji. Parece que Sonomi se lo tenía muy bien guardado.-
Sabe de ella.
Él la conoció en aquella fiesta...
-Supongo que hubiera hecho lo mismo de acaso contar con un hijo.- dijo melancólicamente. Pero después, su voz adquirió el mismo tono duro de siempre. –Sin embargo, eso no es lo que me trae aquí. Quiero hacerte unas cuantas preguntas.-
El ingles asintió. Tenía que ser sincero con él, si iba a morir al menos se conocerían sus motivos.
-¿Sabías que esa mujer era una Daidouji desde el principio?-
-No.-
-¿Por qué la acogiste en tu casa entonces?-
Vaya, y ahora todos saben de nuestra vida privada...
-Ella me salvó aquella vez que fui herido en una misión, le debía un favor, nada más.-
-¿Ella sabe de nosotros?-
-No, nunca le dije nada.-
-¿Y de tu profesión?-
-Tampoco.-
-¿Cuándo te enteraste de quien era?-
-De la misma manera que usted. El Sr. Valentine me mostró su fotografía, y me dijo su nombre.-
-Y a pesar de conocerla, y de saber en donde estaba, ¿La mantuviste escondida?-
El ojiazul solo asintió.
-Encontraron boletos de avión para la misma madrugada del día en que te atraparon. ¿Pensabas irte del país con ella?-
-Si.-
-¿Por qué?-
-Quebrante una de las reglas de la compañía, no podía seguir ahí.-
Reuel se quedó un momento pensativo. Una de las reglas... ¿Sería esa de 'No escapar de la compañía', o esa de 'No te enamores'?
-Traicionaste mi confianza.-
Aquí viene la sentencia.
-Eras mi mejor asesino, y a pesar de que te había dado todo lo que podías haber deseado, traicionaste a la compañía, y por consiguiente a tu jefe.-
-Si-
-¿Sabías acaso lo que acarreaba traicionar mi confianza?-
-Si, lo sabía-
-Y a pesar de saberlo ¿Te atreviste a desafiar al sistema, y a oponerte contra él?-
-Tenía que hacerlo, no podía dejar que le hicieran daño, no se la podía entregar.- dijo Eriol alzando la voz.
Reuel se levantó velozmente de su asiento, y con una mirada asesina en el rostro, se abalanzó contra el joven de manera brusca. Eriol, a pesar de verlo venir, no se movió. El golpe del hombre lo empujo contra una de las paredes. De su manga resbalo un objeto metálico que sostuvo con fuerza, y que empuño en contra del cuello del ojiazul.
El gesto del joven Hiragizawa ni se inmutó. A pesar de estar a solo una cuchillada de la muerte, su cara permaneció in pasiva e inmutable, sin gesto alguno.
-¿Cómo te atreves a proclamar amor tan abiertamente, siendo lo que eres? Vete a ti mismo. ¿No te das cuenta? Eres un maldito asesino, eres una escoria de la sociedad que nadie aceptaría jamás. Te jactas de que te ama ¿No es así? ¿Por qué no le dices lo que eres? Anda, dile que eres un asesino y que te pagaron por matar a la familia de los Daidouji, y tu aceptaste sin titubeos por tu ambición y avaricia; dile a cuantas personas has exterminado a sangre fría y con una sonrisa en el rostro sin sentir nada. ¿Crees que ella te va a aceptar sabiendo que tus manos están manchadas con la sangre de su familia? ¿Con la sangre de su madre?- dijo Reuel, de una manera amenazante y sádica que nunca antes se le había oído, apretando cada vez más el cuchillo en el blanco cuello. –¿Creíste que te podías escapar de todo esto y que podrías pasar el resto de tu vida viviendo tranquilamente? Talvez hubieras estado en paz por un tiempo, talvez hubieras conocido la felicidad a su lado; pero nadie te puede quitar lo que eres. Tarde o temprano habrías extrañado la adrenalina y el placer de ver la sangre de tu víctima escurriendo por el piso; tarde o temprano hubieras regresado a mi, a pedirme un puesto en la compañía de nuevo... Eres un asesino, es algo que no puedes cambiar. Es tu naturaleza, es tu destino.-
Los ojos de Eriol, que habían permanecido amenazantes y fríos todo el tiempo, se retiraron del campo de vista de Reuel, fijándose en el suelo. Un escozor le invadió la garganta.
La voz de Ronald se suavizo por un momento, al observar la expresión herida de su discípulo, sin que su fuerza contra su cuello disminuyera nunca.
-Olvídate de lo que sientes. Olvida ese sentimiento que te aprisiona y te vuelve ciego, y regresa a esa frialdad y sadismo que siempre me impresionaron en el pasado. Sé mi mejor asesino de nuevo, y prometo olvidar todo esto. Tendrás la fortuna, la gloria, la admiración, el miedo, y el profundo respeto que por derecho te pertenece. Saldrás caminando hoy mismo de este lugar, y te lo daré todo de nuevo... si renuncias a ella, y me dices en donde esta.-
¡Eso es! ¡Mira que nos imaginábamos que venía a acabar con nosotros, y en lugar de ello nos esta ofreciendo la salvación! ¡Anda, hay que decirle en donde esta, para salir de este maldito lugar!
La voz se escuchaba eufórica y emocionada, lanzando sus gritos estridentes.
Y Henry recibirá su merecido, en cuanto Reuel sepa quien nos quito a la mujer, y que piensa a hacer con ella, tendremos licencia abierta de acabarlo...
Eriol lo pensó por un momento. De nuevo tenía la oportunidad que se le había ofrecido hacía poco tiempo antes, cuando le habían pedido a la heredera Daidouji por primera vez. ¿Se atrevería a desdeñar todos los placeres que se le ofrecían de nuevo? ¿La abandonaría simplemente a su suerte?
-No lo haré.- pronunció débilmente, sintiendo cada vez más la hoja filosa sobre la yugular. –No se en donde está.-
¡¿Qué has dicho?! ¡¿Que demonios estas haciendo?!
No la voy a entregar para dejarla simplemente así. No se los planes de aquel que la quiera, pero jamás la dejaría en manos desconocidas para mi.
¡¿No has entendido acaso?! ¡Esa propuesta es nuestro boleto de salida o nuestra perdición!
¿Para que le digo que si, si se que en el momento en que tenga que hacerlo, me voy a arrepentir? ¡Aunque quisiera entregarla, no puedo! ¡No puedo poner en peligro a la mujer que amo!
¡Se van a dar cuenta tarde o temprano de donde esta! ¡Y entonces si, te quedaste sin mujer y encerrado en esta pocilga, sino es que muerto!
Que así sea entonces.
-Bien.- dijo Reuel calmadamente, separándose de Eriol, dejándolo respirar otra vez. –Te lo ofrecí todo, y no aceptaste nada. Púdrete aquí entonces.-
Y para sorpresa del ingles, su jefe guardo su arma de nuevo en su manga, y se arreglo el abrigo con mucha elegancia. Caminó hacía la salida, deteniéndose a un costado de la mesa, sin darle la cara de nuevo.
-Te llegue a considerar alguna vez como un hijo, pero supongo que esos días han terminado. No te quiero volver a ver Eriol, porque entonces si no tendré compasión de ti.- metió la mano a su bolsillo. –Fuiste el mejor alguna vez, y con esto, te estoy pagando la deuda de todas las veces que me ayudaste.- puso la mano sobre la mesa, y después de dejar un pequeño bulto, salió de la habitación apresuradamente sin volver la vista jamás.
Adiós esperanza de escapar...
El joven miró el marco en donde había desaparecido hacía algunos momentos por largo rato, y después paso la mirada a la mesa. Un objeto brillante resplandeció con la luz.
Se acercó a el rápidamente con curiosidad y lo tomó entre sus dedos, reconociendo ese centelleo plateado y ese pequeño emblema en el costado, que hacía muchos años había diseñado en un rato de ocio. Se sonrió. Talvez Reuel no era tan malo después de todo; y aunque le había advertido claramente que no lo quería volver a ver jamás, le dio ganas de encararlo una última vez para agradecerle.
Su encendedor. Pequeño, pero que le había ayudado infinidad de veces. Por fin tenía de nuevo entre sus manos, el objeto que le serviría para librarse de Henry definitivamente, y entonces si pasaría al olvido.
~*~
Por fin había llegado la hora. Habían dado ya las diez de la mañana, inaugurando con ello las horas oficiales de visita.
Yue Tsukishiro había llegado casi media hora antes al hospital, y había estado esperando en uno de los salones, mientras revisaba algunos papeles que acostumbraba siempre que interrogaba a algún sospechoso. Sin embargo, su mente no estaba realmente ahí. Estaba en algún lugar onírico, en el cual asesinaba al ojiazul a sangre fría, de la misma manera que había terminado con la madre de su amiga.
Y una sonrisa sádica se cruzo por su rostro.
-Sr. Tsukishiro.- una enfermera pronunció su nombre por segunda vez, al ver el ensimismamiento del detective, antes de que él se diera cuenta de su presencia. –Ya puede pasar, el interno pasara en un momento.-
Y con ello lo guió hasta los ya muy conocidos cuartos privados para las entrevistas. Un guardia lo esperaba ya postrado al lado de la mesa en donde los dos se sentarían a hablar.
-Estaré bien. Puede retirarse.-
El guardia lo vio por un momento con cara de incredulidad, pero al ser esa una orden de un oficial superior encargado del caso, no tuvo remedio más que obedecer. Yue se sentó en la silla que le correspondía, y espero pacientemente, hasta que oyó un clic detrás de él, anunciándole la llegada de alguien.
El ojiazul entró a la habitación seguido de Holmes, que saludó a Yue con una inclinación de cabeza, para después irse a sentar a una silla de un rincón. Parecía que la presencia del doctor no le era incomoda al detective.
Eriol se quedó parado a un lado de la mesa por un momento, sujetado por la camisa de fuerza, que se le había impuesto como requisito para salir desde hacia unas dos horas, a pesar de las protestas de Holmes, después del alboroto que había armado la noche anterior
Yue se levantó de su asiento y lo miró con fiereza, gesto que el ojiazul no acabo de comprender, hasta que sintió un fuerte empujón en su contra por parte del detective, que lo acabo lanzando contra una pared, mientras los largos dedos blanquecinos del plateado se aferraban a su cuello con rigor.
-¡Maldito! ¡Confiesa en donde esta! ¡¿En donde la tienes desgraciado?!-
Eriol quedó medio aturdido a causa del golpe que había recibido en la cabeza al recibir ese empujón, quedando por un momento sin la posibilidad de defenderse. Holmes se levantó de inmediato de su silla, para interponerse entre los dos, separándolos con mucho esfuerzo.
El inglés cayó al suelo vacilante tratando de recuperar el oxígeno, mientras Yue era sostenido por el doctor, que aún siendo más alto que el detective, estaba teniendo algunos problemas al contenerlo.
-¡Cálmate Yue ó cancelo el interrogatorio!- y aunque le atrajo algunas maldiciones por parte del nombrado, Holmes logró su objetivo
El detective, aun furioso, se fue a sentar de mala gana a la mesa, mientras el doctor ayudaba al ojiazul a levantarse.
-¿Estas bien?-
-Si.- El ojiazul se fue a sentar a la mesa, frente al detective. Sin embargo, sus ojos se quedaron fijos en la mesa. Por primera vez no tenía el valor de voltearlo a ver de frente. No por miedo a su persona, jamás; sino por aquella humillación de la que ya se estaba haciendo a la idea. Y no iba a ser nada sencillo convencerlo después de ese desfogue de energía de parte del plateado.
Holmes acercó la silla un poco más a la mesa, previendo otro ataque por parte de cualquiera de los dos. ¡Para eso estaban los guardias en las entrevistas maldita sea!
Yue tamborileo los dedos en la mesa, mientras se revolvía el cabello con la otra. Estar bajo esas circunstancias alteraban mucho sus nervios. Si quería sacarle algo esa misma tarde, sin recurrir a métodos poco ortodoxos, debía intentar calmarse.
-Según la información que se a obtenido del asunto, en las listas de decesos causados por tu caso en la familia Daidouji – Yue suspiró, y siguió con voz monótona. - solamente figuran diez personas físicas, que ya han sido previamente identificadas. Hay dos personas desaparecidas. Una de ellas a sido declarada muerta, pero la otra...- el plateado volteó a ver a Eriol de nuevo, con mirada fiera. –Esta desaparecida. Y sé que tu lo sabes todo de ella... ¿En donde está Tomoyo Daidouji?-
Holmes se quedó estupefacto. Conocía a la familia Daidouji perfectamente, había seguido el caso de esos asesinatos desde el principio, dando poco a poco con cada uno de los integrantes. Según su conocimiento, Sonomi, había sido la última heredera de esos emporios. ¿Quién demonios era esa tal Tomoyo?
Los dos doctores se le quedaron viendo al ojiazul largamente, sin que el los volteara a ver nunca. Sabía de las miradas inquisitorias que se ceñían sobre él, pero jamás se aventuro a levantar la cara.
El detective apretó los puños, tratando de contener los estribos.-Te preguntare una vez más Hiragizawa. ¿En donde está Tomoyo Daidouji?-
El ojiazul levantó la mirada al fin, fijando sus fríos ojos cerúleos en los de Tsukishiro.
-No lo se.-
-¡Mentiroso!- Yue se levantó de nuevo de su asiento, alcanzando al ingles al otro lado de la mesa, tirándole del cuello de la camisa de fuerza. -¡Dime en donde esta! ¡Confiésalo! ¡O terminare con tu maldita vida ahora mismo!-
Eriol lo miró con indiferencia. -¿Qué harías si te lo dijera?-
-Iría por ella.- contestó sin alejarse del asesino.
-¿Tú y tu gran fuerza policíaca? ¿Te crees demasiado bueno como para atrapar a las personas que lo tienen? ¿Tú y tu incompetencia que fallaron tantas veces?-
Si esa es tu manera de convencerlo, creo que no está funcionando...
-No me retes Eriol, sabes de lo que soy capaz.-
-No me dan miedo tus amenazas, ya estoy aquí encerrado de todos modos, la muerte no vendría nada mal. – hizo una pequeña pausa. –Sin embargo, ¿Qué ganarías con que yo muriera?-
-Me libraría de tu asquerosa presencia.-
-¿Y de que te serviría? ¿Crees poder encontrar a Tomoyo antes de que la maten? Cuando averigües en donde esta, ya será demasiado tarde, y te aseguro que ni siquiera lograras atrapar a sus asesinos.-
Yue miró al ingles un momento, comprendiendo más o menos los planes del ojiazul. ¿Información? No creía conseguirla tan fácil. Algo tendría que costarle.
-¿Qué es lo que quieres?-
-La oportunidad de rescatarla por mi cuenta.- pronunció cuidadosamente cada palabra, dándole al detective la oportunidad de razonar cada una. El detective sonrió con incredulidad un momento, y de un movimiento brusco lo soltó.
-¿Me crees estúpido?- dijo mientras daba largas zancadas a lo largo de la habitación blanca.
-No me hubieran atrapado si lo fueras, y no te estaría hablando ahora.- el joven bajó la mirada de nuevo. Ahí iba su humillación. –Necesito tu ayuda para rescatarla.-
Yue se detuvo en seco. -¿Rescatarla de quien?-
-No puedo decirte eso.-
-¿Cómo quieres que te ayude entonces sino me dices todo lo que sabes?-
-Me matarían si te digo algo.-
-No pueden, estás seguro aquí.- dijo el encargado del caso, sin estar muy seguro de sus palabras.
-Estuvieron a punto de asesinarme hoy, y nadie se percato de ello.-
Los dos oyentes se quedaron callados un momento, asombrados. Se voltearon a ver mutuamente.
-¿Vino alguien de visita hoy antes que yo?- pregunto Yue, intrigado.
-Si, tuvimos ordenes superiores de dejarlo pasar.-
Eriol suspiró, atrayendo su atención de nuevo. –Él es poderoso, demasiado. Puede hacer lo que quiera. No se detendrá hasta conseguir lo que quiere... y eso implica también a Tomoyo.-
-¿Sabes en donde esta?-
El ojiazul asintió. –Lo se ahora. Pero no sabré en donde estará en doce o trece horas.-
-Dime en donde está.-
-No. No pueden contra la organización. Te acabarían.-
-Estoy entrenado, no necesito consejos.- contesto secamente.
-Ellos también están entrenados. Y lo han estado por mucho más tiempo que tu. No tendrás oportunidad alguna en contra de ellos.- muy bien, suficiente plática. Ahí iba la propuesta.
-Déjame salir Yue. Iré por ella y la te la regresaré sana y salva.-
-¿Quieres que te saque de aquí?- preguntó el joven incrédulo, viendo al mismo tiempo la misma expresión en la cara de Holmes. –¿Estas loco?-
-Es la única forma de ayudarla.-
Yue se sentó a la mesa un momento, recargando sus manos con nerviosismo. ¿Qué demonios estaba pasando en ese lugar? ¿Estaba escuchando las locas propuestas de un demente? ¡Lo peor de todo, es que estaba pensando en talvez ponerlas en práctica!
-¿Por qué tú?-
-Conozco a la persona que la tiene, y sé que no se esperaría ningún ataque. Él sabe en donde estoy, y sabe también que no tengo posibilidades de escapar. Es la segunda persona más capaz que conozco y con la mayor experiencia, y puedo decirte con certeza que no es un oponente fácil de vencer.- el inglés levantó el rostro, y sus ojos se toparon por fin con los de Yue. –Puedo derrotarlo, ya lo he hecho otras veces. Puedo traer a Tomoyo de regreso.-
-¿Y después de eso qué?-
-Regresare. No escaparé más... Me quedaré aquí.- una mirada de decisión se dibujo en sus ojos como nunca antes.
Yue, en todos los años que llevaba de experiencia con criminales de ese tipo, jamás había visto una mirada de tal determinación y sinceridad.
-No puedo sacarte de aquí tan fácilmente. Aún si confiara en tu palabra, no puedo estar seguro de que todo lo que dices es verdad.-
Y aquí llegamos a lo que no queríamos.
-Implántame ese chip.- dijo sin titubeos. –Sino confías en mi palabra, puedes confiar en ese aparato. Puedes rastrearme a miles de kilómetros de distancia, jamás podría escapar a tiempo.-
-Si lo que dices es verdad, no tenemos tiempo de implantártelo directamente al sistema nervioso; e implantártelo en la mano no es de mucha seguridad. Puede ser removido con mucha facilidad.-
-Sé que cuando ese chip deja de tener contacto con la sangre y carne del individuo, deja de funcionar. Y a menos que me arranque la mano (que no creo probable) la señal que aparece en tu radar no dejará de trabajar. Si es así, entonces podrás mandar a todos los policías que desees, y no podré escapar. Te diré todo lo que quieras a excepción del nombre de mi equipo y la compañía para la que trabajo. Me declarare culpable si eso hace tu trabajo más sencillo.-
Holmes se quedó boquiabierto. Ese joven tenía muchos conocimientos acerca de toda la tecnología utilizada por la policía. Además de que parecía tener fuerte poder de convencimiento.
-¿Por qué?- preguntó Yue. Parecía que estaba cediendo. -¿Por qué quieres ayudarla?-
Oh, la pregunta odiada y temida por Eriol y su maldita voz interna, por fin había sido pronunciada. De nada valía ocultar la verdad.
-Porque la amo.- susurró el ingles de una manera sincera y derrotada. Y sin embargo, con algo esperanzador en su voz. -Solo quiero que esté a salvo.-
-Me estás pidiendo demasiado.-
-Lo se. Pero sé también lo que ella significa para ti. Deja que la traiga de regreso, y después me alejare de su vida, y jamás volverá a saber de mi. La dejaré en paz para que pueda ser feliz.- le estaba rogando. Él, el siempre altivo, orgulloso y sarcástico Eriol Hiragizawa, le estaba rogando a su rival más grande por una última oportunidad.
Holmes observó la escena maravillado. Delante de él, se encontraban dos grandes rivales mostrándose como ellos mismos por primera vez. Ellos, que tantas veces habían mostrado seguridad y arrogancia en su rostro, ahora se veían confundidos y en debate consigo mismos.
El psiquiatra siempre se había sentido orgulloso de su frialdad ante esos asuntos, y sin embargo, ahora no estaba tan seguro de su serenidad. Tenía frente a él a un asesino frío y despiadado que había cometido atrocidades incontables sin el más nimio remordimiento; implorando ahora que le dejaran rescatar a una mujer objeto de su amor, ofreciéndolo todo a cambio de esa oportunidad... Y al escuchar hablar a ese ingles con tal vehemencia, pasión y coraje, sintió un orgullo y respeto... que no se superaron jamás.
-Ayúdame esta vez. Ayúdame ahora, y no te volveré a pedir nada jamás.-
Yue lo miró por un rato a los ojos, que por primera vez se veían suplicantes e indefensos.
Vio en él, al joven que había visto hacía tantos años en esa última entrevista. Confundido y obstinado, pero siempre con esa esperanza de no quedarse solo. Aquella vez, el niño había terminado en ese mismo hospital, como un caso perdido, del que no volvió a saber jamás.
Y ahora ahí lo tenía de nuevo. Una segunda oportunidad. Una oportunidad de enmendar su error. Y después de eso volvería a estar tranquilo; con Tomoyo de nuevo con él, con el criminal en la cárcel, pero ya no con el niño aquel encerrado en sus recuerdos.
El detective volteó a ver inquisitoriamente a Holmes, que lo miraba pensativo desde su silla.
-Creo que podemos hacer algo.- pronunció susurrando, mirando de reojo al ojiazul.
-No será sencillo.- dijo Yue viendo al ojiazul de nuevo.
-Lo se.-
-¿Qué puedes hacer desde aquí Holmes?-
-Podríamos sacarlo en secreto por la madrugada. Pero primero tendríamos que trasladarlo a una celda de castigo, en donde no se darán cuenta de su desaparición. Pediría su total custodia.¿En cuanto tiempo piensas regresar?- interrogó el doctor.
-Tan pronto como ponga a Tomoyo en un lugar seguro.-
Yue se levantó de su asiento al escuchar un ruido proveniente de la puerta. Esta giró sobre sus goznes, dejando ver a uno de los guardias de seguridad del lugar. Todos se le quedaron viendo expectantes.
-Se terminó a hora de visita señor Tsukishiro.- dijo el guardia algo nervioso ante las miradas de los tres ocupantes.
-Ahora voy.- suspiró el detective aliviado, si se llagaba a saber acerca de sus intenciones, de solo sospechar que tramaba algo, seguro lo corrían no solo del caso, sino de la jefatura también. Con esa propuesta del ingles, se estaba arriesgando todo.
-No te puedo asegurar nada Hiragizawa.- le dijo en voz baja, sin que el guardia alcanzara a escucharlo. –Veré que puedo hacer.-
-Gracias Yue.- le dijo el ojiazul sinceramente, y después de intercambiar una rápida mirada, lejana de austeridad, el joven plateado salió de la habitación, acompañado del guardia detrás de él.
~*~
Ahora recostado en la cama de un hotel de mala muerte, un joven castaño observaba un pequeño objeto metálico con el que jugueteaba entre los dedos. Era ya de mañana, y no había podido pegar el ojo en toda la noche...
¿Como olvidar algo que te dejaría marcado para toda la vida? Y con esa pregunta en la mente, recordó también, su noche anterior. La que le había parecido la más catastrófica de su vida:
'Con la cabeza baja, Shaoran Li guardaba la última prenda que pensaba llevarse a su largo viaje de dudoso retorno. Había llenado ya una sola valija con los objetos más importantes que podía llevar sin resultar tan sospechoso.
Llevaba su útil pistola beretta escondida en el cinturón, su cuchillo, y otros artefactos que le habían servido en muchas otras ocasiones. Se iba por fin de ese lugar. Después de tantos problemas pasados, al fin se iba a librar de su mala vida.
El castaño sonrió amargamente. Pero... ¿A que precio?
Ahora no tenía nada. Nada en absoluto. Con Eriol en la cárcel, Tomoyo quien sabe donde y Sakura... bueno, con ella fuera de su vida, no le quedaba nadie más. Y ahora, además, tenía que abandonar el lugar al que había llamado su hogar.
¡Maldito destino! Sabía que era inevitable que todo eso pasara. Sabía que esa era su paga por todas las atrocidades cometidas, y sin embargo quería seguir ahí. Aunque no podía, quería quedarse.
El joven metió unas últimas cosas a su maleta, y le hecho una última ojeada a su pronto ex habitación. Alcanzó a ver un suave resplandor en el tocador. Y al acercarse, de dio cuenta de que había conservado aquel broche que alguna vez se le había caído en su carro a la chica esmeralda. Al menos le quedaría un recuerdo. Ese pequeño objeto, y aquella alegre e inocente mirada que la chica le había lanzado la primera vez que se habían visto en la calle, cuando había chocado accidentalmente con ella.
Sacudió la cabeza testarudamente, intentando olvidar; sin tener mucho éxito. Guardó cuidadosamente el broche en el bolsillo de su gabardina, y cerró la habitación detrás de él, para no volver jamás.'
La calle ya estaba en su pleno apogeo para las horas en que decidió levantarse de su letargo, para darse una ducha. Saldría esa misma tarde del país, y no escogería vuelos internacionales de gran escala para no llamar tanto la atención, sino que haría varios viajes pequeños de diferentes partes del país.
Se trasladaría en ese momento a Kyoto en donde permanecería unas cuantas horas, para después abordar otro avión. Según había oído alguna vez de la propia boca del jefe, era la manera mas segura de viajar en circunstancias como la suya.
Así que sin más demora, se dispuso a salir del lugar. Tomo su maleta y... su teléfono celular comenzó a sonar. Un número desconocido al que de todas maneras atendió.
Parecía que su viaje tendría que posponerse.
~*~
Un jovencito de cabello castaño y alegre mirada, había estado todo el día en casa de su abuela, al lado de su novia, preparando galletas para llevarle a su madre. Su progenitora se encontraba aun en el hospital, pero había tenido una notable mejoría en su salud, así que iba a ser dada de alta en otra semana por lo menos.
Shinishi Tsukiyono se había olvidado un momento, de la terrible preocupación que le había llevado la televisión, en la que había descubierto tristemente, que su jefe, la persona a la que más admiraba en el mundo, había sido capturado por fin por la policía. Había sido él mismo el que le había avisado a todos los miembros del equipo... bueno, del ex equipo.
Había visto en las noticias el como se llevaba todo el proceso del caso del asesino ingles; como había sido encontrado con una alteración mental, y como había sido transportado a Azkaban al pabellón de máxima seguridad, en donde permanecía por el momento.
Se había infiltrado a los archivos del hospital varias veces, para saber el progreso del proceso, y había encontrado extensos archivos sobre el individuo. Su nombre, su grupo sanguíneo, su estado de salud (por cierto no muy favorables), y también varios expedientes de su estado mental, ahora que se encontraba en Azkaban.
Era sorprendente toda la lista de 'trastornos' que habían encontrado en él. Cosas que no se había imaginado, cosas que la verdad nunca hubiera querido creer, y algunas que ni siquiera conocía:
Esquizofrenia paranoica, periodos catatónicos, alucinaciones visuales, la ausencia de sentimientos; sentimientos inapropiados; el aislamiento social; falta de interés; falta de iniciativa; falta de energía; un comportamiento extraño; sentidos exagerados; sentimientos fuertes de depresión, ansiedad, ira o de no realidad; psicosis; Oneirofobia, Somnifobia, Acluofobia, Autofobia, Esquiofobia, Claustrofobia...
Eran algunas de las cosas que había encontrado en su expediente médico. Al menos ahora sabía el porque de las inseparables ojeras del ojiazul. ¿Quién se hubiera imaginado que tenía miedo a dormir? Se oía tan absurdo al principio, pero si se ponía a razonarlo, talvez no lo era tanto. Miedo a soñar... ¡Quien sabe que tan espantosos eran sus sueños, para preferir quedarse despierto! Nadie descansaba totalmente en esas dos horas que el presumía dormir, y sin embargo, el jamás se había demostrado torpe o cansado en cualquiera de las misiones que se le asignaban, sino todo lo contrario. Debía tener un extraordinario control mental...
El joven suspiró. De nuevo pensando en lo mismo. No podía pasar un buen rato sin preocuparse por su 'jefe'. Sin embargo ¿Qué podía hacer por él?
El teléfono sonó de repente, y el joven lo alcanzo después de dos zancadas. Y, al levantar el auricular y oír la conocida voz de Shaoran Li, una sonrisa le ilumino el rostro cuando el castaño le dio su propuesta. Talvez él solo no podía hacer nada, pero todavía tenía a un equipo en el cual confiar...
~*~
Holmes y otros dos guardias entraron a la celda de máxima seguridad en la tarea de sacar al interno del lugar para realizar la limpieza.
El joven ojiazul asintió levemente, y se levantó con calma. Se acercó serenamente a los dos guardias que le esperaban con la camisa de fuerza, pero antes de que pudieran ponerle nada, se lanzó con velocidad impresionante a uno de ellos, sujetándolo del cuello con fuerza.
El guardia, asombrado, no tuvo tiempo de hacer ni un movimiento, cuando ya se había visto debajo del peso del ojiazul, imposibilitado de hacer nada debido a la extraordinaria fuerza del muchacho. Su compañero grito en señal de advertencia, antes de sacar su garrote, y propinarle al enfermo un fuerte golpe en la cabeza, que detuvo su ataque por un momento, para después reanudarlo con renovada fuerza.
Los esfuerzos del compañero, resultaban infructuosos. Había logrado que un hilo de sangre de la cabeza del interno tiñera el piso en el que la pareja luchaba, y no lograba zafar las manos del cuello, que se ponía cada vez más blanco.
El guardia que estaba debajo del ingles, pronto dejo de pelear ante la mirada atónita de las otras dos personas. Empezaba a perder el color de sus labios.
Y el joven Hiragizawa no cedía en su ataque. De hecho parecía estar disfrutándolo, por la leve sonrisa que tenía plasmada en su rostro, y la mirada perdida en los ojos.
-¡Eriol detente!- se oyó resonar la voz de Holmes en toda la habitación, haciendo que el nombrado levantara la cabeza con sorpresa. Soltó al guardia rápidamente, como sin saber en verdad que era lo que estaba haciendo, y retrocedió un poco del cuerpo.
El guardia que quedaba de pie, presa del coraje, propino al ingles otros golpes en la cabeza, sin que este tratara de defenderse. El joven ya había caído al suelo casi inconsciente, cuando Holmes logró que el guardia se detuviera.
Uno revisó los golpes de uno, mientras el otro verificaba el estado de otro. En el guardia, habían quedado marcadas con claridad, las huellas del joven, dejando un hematoma considerable; sin embargo, su respiración empezaba a regresar a la normalidad, y el color empezaba a volver a sus mejillas. Aún no había sido lo suficiente como para asesinarlo.
En el inglés sin embargo, se notaba un estado un poco más crítico. Las contusiones que presentaba en el cráneo, y sobre todo en la parte posterior, ahora sangraban profusamente, dejando un charco de sangre en donde había caído su cabeza.
Holmes lo miró preocupado. Con esas heridas, de aquella magnitud, no podría sacarlo del instituto.
-Estoy bien.- oyó que le susurraban mientras revisaba las heridas. –Continua con el plan.-
Holmes asintió. Si eso había sido una actuación, había sido la mejor que había visto en toda su vida.
...
El asesino fue a dar a la enfermería, donde lo atendió si propio doctor. Atendió sus heridas con sumo cuidado (que no necesitaron puntadas) y colocó una venda limpia sobre su cabeza, cubriendo algunos de los mechones azulados. La camisa de fuerza aun tenía un poco de sangre que había escurrido durante el proceso.
-Trae otra camisa por favor.- le pidió el doctor al guardia que se había quedado ahí para su protección, el cual, después de echarle una mirada escéptica al paciente, salió de la habitación sin contestar.
-Te sobrepasaste Eriol.- advirtió Holmes como una amenaza, mirándolo severamente. –Era solo un intento de ataque, casi lo matas.-
-No hubiera sido creíble sino lo hubiera intentado.-
-No estos seguro de que fuera solo una actuación.-
Tiene razón.
Tu que sabes...
Acéptalo, eso no era lo que habíamos planeado, eran solo unos cuantos golpes, y después te dejarías vencer.
Eso hice.
No mientas. Lo estabas disfrutando.
No es cierto.
Podrás engañar a todas las personas de tu alrededor, e incluso podrás engañarte a ti mismo. Pero no a mi. Esa sonrisa en tu rostro me probó que Reuel y yo estábamos en lo correcto... No puedes negar lo que eres.
Si puedo, puedo evitarlo...
Pero no puedes cambiarlo...
La puerta se abrió de repente, dejando ver a un hombre de color, corpulento y vestido de traje.
-¿Es él?- le preguntó a Holmes despectivamente, mirando al ojiazul con evidente disgusto.
El doctor asintió. No pensó que la noticia llegaría al mismo director del hospital.
Sin decir nada, se acercó al chico que permanecía impasible en su lugar, y le propinó un buen golpe en el rostro. –No te atrevas a tocar a mis trabajadores de nuevo ¿entendiste? Lo intentas de nuevo, y desapareces.- amenazó con la mirada llena de furia, sin que el ingles volteara el rostro ni desviara la mirada por ningún momento. –Eres un engreído. Veremos cuanto tiempo te dura el orgullo sin comida, luz, ni agua. Tres días en el cuarto de castigo serán, veremos si después de ese tiempo sigues teniendo esa desafiante mirada en mi contra.- y dicha la sentencia, se retiro con grandes zancadas.
Holmes volteó a ver al ojiazul discretamente, y el joven, aun sabiendo que se tendría que enfrentar a la oscuridad aunque sea por solo por ese día, le regresó la mirada llena de confianza.
~*~
Eriol estaba al borde de dejarse inconsciente el mismo. Unos cuantos golpes en la pared, acolchonada o no, hubieran bastado para escaparse de esas sombras, de esas voces, de esa oscuridad. Sino hubiera sabido que la hora estaba próxima, sus cinco sentidos no hubieran podido permanecer alertas.
Para ese momento, el dolor de cabeza era insoportable, y las voces que escuchaba, se habían hecho aún más fuertes. Ya no eran tres, eran más de diez. Más de diez, sin poderse librar de ninguna de ellas.
Concéntrate.
Haz que se callen.
No puedo. Trata de no prestar atención. Concéntrate en mi voz.
Había estado tratando de enfocarse en esa voz que tanto odiaba por largo rato, logrando con ello mantener la cordura por un mayor tiempo. Trataba de no poner atención a todas las voces juntas, y simplemente tomarlas como otro bullicio del entorno, como si estuviera en cualquier otro lugar concurrido en la calle de Londres o de Japón, y que solo estuviera conversando con una persona, sin prestar atención a las demás.
Sus manos se aferraban con fuerza la una contra la otra. Sabía que si no lo hacía, empezaría a lastimarse a sí mismo. Su frente y su camisa estaban cubiertas en sudor, y sus cabellos empezaban a pegarse a su rostro.
No aguantaría por mucho tiempo.
Y entonces lo oyó. Pasos por el pasillo. Pasos que se acercaron a su puerta y alguien que se asomo por la pequeña rendija que dejaba pasar un delgado hilo de luz. Se alejaron de nuevo, y de pronto, la única fuente de luz de la habitación desapareció. Las luces por fin se habían apagado. Solo era cuestión de tiempo para que fueran por él.
Y esa esperanza lo mantuvo sensato por largo rato.
Momentos que parecieron eternidades para él, pasaron lentamente, sin que escuchara sonido alguno. La quietud de la habitación se veía rota solamente por su agitada respiración, y los frágiles movimientos de su ropa almidonada.
Por un momento pensó que nadie llegaría. Pensó que todo lo que había hablado con Yue, y todas las esperanzas que le había dado, habían sido vanas. Pensó en que todo había sido una trampa para inculparlo ante un nuevo crimen o para demostrar su verdadera naturaleza ante los juzgados. Que estaba ahí encerrado sin comida, agua y luz, por tres largos días, y lo peor... que Tomoyo estaba por despertar de su largo sueño, y que se iba a encontrar con Henri, y entonces no podría hacer nada para ayudarla... su querida Tomoyo... si alo llegaba a pasarle...
Y por fin escuchó como se abría la puerta de barrotes al final del pasillo con un débil siseo, y como unos amortiguados zapatos tenis, se acercaban por el pasaje con sumo cuidado. Unas llaves metálicas se introducieron en la cerradura, haciendo botar el seguro, y Eriol sintió como una suave brisa helada le pegaba en el rostro.
Pronto se vio siendo levantado por un hombre más o menos de su estatura de un lado, mientras otro más alto que él lo mantenía de pie. Entre los dos, y sin pronunciar palabra, lo sacaron de a celda, cerraron la puerta como había estado, y lo llevaron en silencio mortal por el pasillo, cruzando la puerta enrejada.
Eriol no supo muy bien todos los dobleces que hicieron, ni todas las escaleras que bajaron; ni siquiera cuanto tiempo habían estado caminando. Seguía un poco aturdido, ya que las voces no habían cesado por completo.
-Aquí es.- pronunció la persona de su izquierda, revelándole a Holmes.
Le paso todo el soporte del peso de su cuerpo al otro hombre con el que estaba, mientras sacaba varias llaves y las movía en la oscuridad, tratando de dar con la correcta.
-¿Por qué no encontramos ningún obstáculo?- a Eriol le pareció reconocer la voz, sin ubicarla completamente.
-Es el cambio de guardia. Y me encargue de las cámaras antes de todo.-
La puerta giró sobre sus goznes después de unos minutos, y Eriol por fin respiro de nuevo el aire fresco.
-Estas libre de nuevo amigo.- le dijo despacio el joven de su lado, dándole una palmada en la espalda.
Y Eriol no pudo estar más contento nunca de escuchar esa voz.
-Li.- le susurro débilmente, recibiendo solo una risa apagada por parte de su compañero.
-¿Creíste que te iba a abandonar aquí así nada más? Claro que no todo es gratis, luego te disculparas de aquella paliza que me metiste en ese callejón.- bromeó el castaño, mirando a su jefe de reojo.
-Si, lo haré.- dijo débilmente y de su rostro emano una sonrisa agradecida.
~*~
Yue observó como una camioneta blanca se estacionaba a unos pocos metros de la salida trasera del hospital. Eran casi las 10 de la noche, momento en que se apagarían las luces del instituto, y parecía que ya habían llegado por el asesino.
El plateado suspiró. En toda su vida, jamás se había imaginado en esa situación. ¿Qué persona en sus cinco sentidos, con un puesto como el que él tenía, se atrevería a ayudar a escapar a un afamado asesino en serie, después de haber permanecido meses y meses en su búsqueda? ...Solo él.
Escuchó ruidos metálicos a su espalda, de llaves que se revolvían, y después de cómo una cerradura cedía. La puerta en la que había estado recargado se abrió de repente, para dar paso a tres sombras.
-Hay que sacarlo de aquí lo antes posible.- le dijo el hombre que identifico como Holmes. –La guardia pronto regresara a sus posiciones, y podrían darse cuenta de algo.-
Yue asintió, y sacó una pequeña linterna de mano de entre sus ropas. La encendió, y alumbró el rostro del ojiazul con ella. Se le veía pálido y demacrado.
-¿Qué le a pasado?- pregunto, más extrañado que preocupado.
-Sabes que sufre de claustrofobia y paranoia. No soporta estar encerrado en la oscuridad...-
Yue asintió, y sin preguntar más, sacó un pequeño aparato metálico, de tenazas circulares con punta afilada. Encendió un botón que tenía en uno de sus costados, y observó como un delgado hilo de humo ascendía por el aire. Colocó un pequeño objeto cuadrado en uno de los extremos de las tenazas (que quedó adherido al instante) y lo posicionó en el centro de la palma de la mano de Eriol.
Cerró las pinzas de un rápido y enérgico movimiento, arrancando un respingo de dolor por parte del ojiazul. Las puntas de las tenazas habían atravesado la palma entera, dejando incrustado entre los pliegues del músculo el pequeño chip que le serviría de localizador.
-Permanece callado.- dijo Yue, presionando otro botón.
Las pinzas empezaron a calentarse en sobremanera, y Eriol no pudo hacer más que retener el quejido de dolor que amenazaba con emerger. Las voces habían desaparecido para ese momento, y el chico ya casi estaba en sus cinco sentidos.
La elevada temperatura cauterizo la herida a su paso, cesando cualquier hemorragia que pudiera emerger, cicatrizando la lesión en solo unos segundos.
Y cuando las delgadas puntas del aparato por fin salieron de su carne, Eriol sintió cierto alivio y escozor. Una horrible placa había dejado marcada la mano del ingles, atravesando su mano de lado a lado. Yue aplicó una especie de polvo blanco, y la vendó con cuidado, para no lastimar al inglés.
-Listo.- le dijo al joven, guardando de nuevo todos los artefactos que había utilizado en sus bolsillos. –La única forma de quitártelo seria atravesándote la mano, o cortándotela. Y no creo que ninguna de las dos sea muy placentera.- dijo Yue con sorna, viendo al ojiazul que permanecía con cierto gesto de dolor.
-Lo se. No lo intentare.-
-Más te vale. Iré de inmediato y te acribillare antes de que puedas escapar si tan solo lo intentas. Talvez no tengas alguna guardia contigo, pero no estas completamente libre. Sabes que haré que te sigan.-
-Has lo que quieras.-
-Eso haré.-
-Recuerda que tienes que regresar en tres días exactos Eriol.- dijo Holmes, interrumpiendo la pelea verbal que amenazaba con venir. –No podremos ocultar tu desaparición por más tiempo.-
-Después de ese plazo, seguro tu escape se vuelve noticia nacional. No podrás andar por ningún lado sin ser perseguido.- aseguró Yue. -Y las personas que tienen a Tomoyo podrían enterarse de ello y apresurar las cosas.-
-Lo se. No te preocupes. En tres días todo estará solucionado.- dijo el ojiazul convencido de sus palabras.
-Espero cumplas tu palabra.- le dijo Yue, viéndolo severamente pero sin hostilidad.
-Cumpliste con la tuya al ayudarme. Cumpliré con la mía. Regresare.-
Yue lo miro un momento, y hurgo en los bolsos de su largo abrigo por un momento. Sacó una bolsa de plástico con varios objetos en ella. El encendedor plateado que había recibido esa misma mañana por parte de su jefe, sus gafas Armani, y encogida en uno de los extremos, la cruz de plata que alguna vez le había regalado Tomoyo.
El chico tomo la bolsa con delicadeza y las observó por largo rato. –Gracias.- le dijo al detective sinceramente, guardándolas cuidadosamente en uno de los bolsos de la gabardina de Li.
-Es evidencia. La quiero de regreso cuando todo esto acabe.- respondió Yue desviando los ojos que tenía sobre el ingles. Nada de parecer amables con los asesinos.
Y entonces, lanzándole una última mirada, Eriol empezó a avanzar con la ayuda de Li hacia la camioneta blanca que los esperaba a pocos metros del lugar.
-Y ya me arreglare contigo después de esto Li.- dijo Yue al castaño, al momento de pasar a su lado, recibiendo como respuesta solo una sonrisa nerviosa.
-Tenemos las armas preparadas Eriol.- Le susurró el castaño a su jefe, cuando ya estaban a unos pocos pasos de los otros dos hombres. –A una señal mía podríamos desaparecer todo testigo.-
-No. Seguro Yue ya tiene a otras personas que le ayudan con la investigación de este estúpido chip. Seguro saben algo.-
-Pero no sabrían que hacer sin su jefe.-
-Matarlo solo empeoraría las cosas. No vale la pena tener a toda la policía sobre nuestras cabezas. Por ahora necesitamos toda la libertad posible.-
-Esta bien, como tu digas.- Li suspiro. Ya se había imaginado dándole el tiro final al detective. –Entonces, ¿si piensas regresar?-
-Después de rescatar a Tomoyo no me quedara nada más valioso. Prefiero no saber nada de ella nunca más, a enterarme de que se casa por medio de los periódicos.-
-Entonces esta si es la última vez que trabajamos juntos...- dijo Li con melancolía.
-Si, es un último esfuerzo, una última misión.-
Continuara...
Jeje. Hola! Supongo que ahora si debo una disculpa.. la verdad no se cuanto me tarde, espero que no hallan sido más de dos meses, pero con eso de mis hábitos noctámbulos para ver a mi niño por net (solo entra en la noche), pos me duermo a eso de las 4 de la mañana y tengo que levantarme a las 6 para ir a la escuela... osea que como sabrán, en la tarde todo lo que quiere uno es dormir..... como sea, al menos ya termine este capitulo, y uff también estoy terminando esta historia. Gracias por los regaños y el apoyo, que me ayudaron mucho..
Carla: Mmm buena sugerencia. Pero verás, la verdad no se ni una pizca de francés, así que solo tome el apellido de uno de mis personajes favoritos de los X-men, jeje ni sabia que significaba!! Gracias por el breviario cultural!
Anne M. Riddle: Jeje, espero que la escapatoria halla sido creíble, digo creo que la seguridad de Tomoyito es antes que todo lo demás ¿no?
The Dark: ahh -_- creo que ya no habrá pachanga por la tardanza verdad? y pos ya vez todos tienen que humillarse alguna vez ¿no? Jeje ya te tocara...n.n
Ciakaira: Jeje, bueno, espero que sigas pensando lo mismo después de este cap. De 10000 palabras... fue en verdad muy difícil!! Gracias
Undine: ¿C-Corto? por dios!! Eran como 7000 palabras! ¬_¬ Por dios, a nadie se le puede dar gusto...
kanna sagara: Jeje, pos me vas a golpear, pero creo que Sakura terminó aquí al menos hasta el final... ejem, no me golpees!!
Gipsy-chan: Pos eso de dejarlo irreconocible creo que es posible (risa sádica) espero que con eso olvides eso del S+S n_n U
Padme Gilraen: n_n U hay dios, otra que me va a golpear... tadaaaa ahí esta tu momento S+S!! (se esconde detrás de la compu) No me golpees tengo rehenes!! (eh eh) Sin cumpu no hay más capitulos!! (jeje que buena soy n_n)
Tomoe Himura: Pos eso de que Shaoran quede encerrado en lugar de Eriol, no me pareceria tan malo jeje, digo, si me dieras a escoger a quien quiero diria.. Orlando Bloom!! (hay me cambiaron la serie.. n_n U)
Viajera: Sip, desde un principio estaba planeada sin poderes y todas esas cosas, me gustan más las historias alternativas, ya que pienso que lo de magia ya se a escrito demasiado... mejor algo nuevo!! Aunque son buenas también hay que aceptarlo...
Saito Ryuzaki: mm esa idea que me diste de H+H no está nada mal, digo, soy super fan de esa pareja.. jeje alguna recomendación muuuy buena??
Luly: Sip, gracias por el ofrecimiento, pero ya no te e encontrado el msn ¿que paso? T_T
YaShi-mgi: Hijo de Kykyo?? XDD esa estuvo genial!! La apuntare. Yy recuérdame.. eee ya te respondi el mail n_n U (mis lagunas mentales)
Sakura15: Jeje, gracias por las porras. Y pos como veras mi contribución S+S en esta historia a terminado, pero el final no es tan malo, prometido... continua leyendo!!
Tsuki lunita: creeme que me conformo con que la trama no sea tediosa, digo, ya son 24 capitulos, y aun lo veo taaan largo para terminar.. no es tanto pero asi lo veo yo.. T_T
Li Sakura 25: Wow que capacidad. Ni yo leo así de rápido!! Felicidades!
Sayo: ¬_¬ sin presiones.. ¿cuantas veces e oído eso hoy? Jajaja no creo en verdad que quieras estar ahí con Eriol, estarías atrapada en mi imaginación, y no es nada agradable créeme..
Anita-asakura: Je, gracias, me has subido los ánimos! T_T solo espero no tardarme tanto en actualizar...
Kiyu 1: Al contrario gracias por tomarte la molestia de escribir, y como verás. Je, cae primero un hablador que un cojo...
Isa: Hola! Gracias por tus ánimos, espero te agrade este capitulo. Gracias!
Jeru: Bueno bueno, Brasil si que lo compensa!! Te perdonare por eso jeje (no te creas)
Ayin: Pues si, era pedir ayuda o quedarse ahí y escuchar esa fea llamada telefónica que Henry le tenía preparada... :s
Moonlight Holy Dragon: ¬_¬ Demonios tendré que inventarme un pequeño sirviente como ese de las alas sino lo quiero hacer todo yo (que que hueva!) Y esta bola de elfos están medio imbeciles ¿quién diría que pueden enfrentar nazguls y no una insignificante arañita? Si ya decía yo que parecían niñas! Menos tu Legy don't worry y vuélvete a meter al saco para que Moonlight no te vea, que se te hecha encima! Ok, preparare el contraataque contra esa arañota con ayuda de los enanos (bola de elfos imbeciles: ¬_¬) haber si así se les quita lo coyon a esas niñitas rubias! (Jeje,y yo tamb odio a Henry, lo siento, me debraye.. y pues eso de Sakurita.. te parece que lo dejemos en 'talvez' digo, sus fans podrían ponerme como a santo cristo...)
Dani: jeje siento haber detenido tu obsesión por un taaanto tiempo y créeme si pudiera compartir contigo esto, estaría encantada... dicen que los escritores e vuelven locos algún día, y pos la verdad no quiero estar solita en el manicomio.. n_n U Y no te preocupes, ojala y puedas leer los caps, aunque no dejes comentario. Gracias por escribir tantas veces!!
Furby chan: ¬_¬ como que Yue looser?? ¬_¬ me saldra el instinto asesino y creo que será con cierto castaño de ojos ambar... y no es Orlando!!
Kikasasa: Gracias por unirte a la comunidad amiga!! Bienvenida al circulo fraterno de la tanquedad! Si es que no te e dado la bienvenida antes n_n U Jeje y sorry por la demora, y unas gracias bien gordas por tus reviews apurativos, que me ayudan mucho!
Master, the Gambler: ahí si tu, que manera tan bella y feliz de terminar un fic... ¬_¬ Todos son felices para siempre! Y eso de que le agarre la esquizofrenia maniaca paranoica de matar a todos... ehh no se oye mal!! Jejeje Por cierto que utilice algo tuyo, espero no te moleste!!
Sakuri-YuY- Maxwell: jejeje pos ya vez para que sirven los amigos y los admiradores!! Digo, si quieres que te ayuden a salir de la cárcel, consíguete muchos fans y listo!
Gaby: Gracias por leer.. pero 5 horas en la compu!! Bueno, yo estoy por aquí un poco más y por eso me estoy quedando ciega,, jeje no te lo recomiendo!
Okinu: Pos que quieres que te diga? Me encanta hacer sufrir a Eriol! Digo verlo llorar sería el colmo!! Ehh ¬_¬ idea macabra llega a mi mente! n_n
Korishiteru: ˆ//ˆjeje gracias, me alagas en verdad, que bueno que te gusto!
Vanesa_chan: Pos no se si este cap, tenga suspenso o no, pero por fin irán por Tomoyito!! UJUUUU
Eso es todo por hoy amigos!!
Ahora, como siempre quisiera solo poner un debraye sentimental que me dio unos cuantos días.
Les diré: Me entro la depre unos cuantos días de repente, uds saben esas cosas del amor, y me puse a pensar lo que es ser un escritor de verdad. Créanme que me dije a mi misma, que ser escritor era solo una profesión para aquellas personas frustradas, que al no poder expresar sus sentimientos de una manera directa, o que nunca han experimentado el placer de cualquier cosa mundana como podrían ser entes tan sencillos como el amor, o una simple y perfecta amistad; se refugian en un mundo creado por su imaginación, en donde todo es posible, en donde uno es el protagonista, y que no importa cuantos giros de la historia, siempre se sabe de que manera va a terminar, así sea algo triste o feliz. Creí que todos los escritores eran personas frustradas con su vida, y que los deseos y anhelos siempre se veían reflejados en sus escritos, así como también un ansia infinita por pertenecer a esa historia, a ese mundo ficticio en donde todo puede pasar... Y ahora, después de pensarlo dos veces, me e dado cuenta que un autor, de cualquier historia, utiliza su obra no para escapar de esa vida monótona a la que se atiene, ni para imaginarse en los zapatos de otra persona, cuando no se puede tener lo que se desea; sino que se busca algo con un ansia de descubrir. Por medio de un escrito, me e dado cuenta que puedes expresar todos los sentimientos que se arremolinan en tu ser, y sobre todo sin ese afán cotidiano de ocultarlo a los demás. Una historia no es solo para las personas que encuentran placer en la escritura, ni para aquellas que tienen la capacidad de atrapar a un público por medio de sus intrigas, sino también para aquellas que tienen el deseo descubierto por encontrar algo nuevo de si mismos.
Para mi no existen malos escritores, para mi solo existen personas inexperimentadas, o en camino de desarrollo, que pueden lograr lo que cualquier otra persona logra con solo echar a volar su imaginación. No se nace sabiendo. No se nace teniendo una idea maravillosa, ni desarrollándola de repente ante bonitos pensamientos que se nos cruzan súbitamente por la mente. Todo eso se aprende atravez de malas o buenas experiencias que se van teniendo con el tiempo, sin jamás sentirnos avergonzados de ello. Si tu tienes por ejemplo, una historia mala, ¿para que la borras de tu computadora o para que arrancas las hojas que escribiste con tanto esfuerzo? No ganas nada. Ni podrás olvidarla, ni lograras que otros la olviden si ya la han visto. Solo logras esconderla. Y esconder los las equivocaciones que uno comete, es peor que borrarlas por completo, ya que en lugar de tomarla para aprender, la estás almacenando para volverla a cometer en algún futuro. Yo no me arrepiento de las historias que he escrito, y jamás lo haré. Ellas son mi pasado, y son las que me ayudaron en algún momento, y aún me ayudan a darme cuenta de lo que debo mejorar. No las olvido, y no me avergüenzo de ellas, ya que son parte de lo que soy ahora. No diré que soy la mejor, porque la perfección solo la consigue dios. No diré tampoco que soy buena, porque e conocido la verdadera sabiduría, y no se compara en nada con lo que e logrado. Solo diré que soy alguien más. Una persona que desea expresar sus emociones y descubrir al lado de sus errores y fracasos, lo que en verdad significa el ser escritor. Y te invito a ti también a que lo intentes. A que aprendas por medio de tus experiencias a ser un escritor activo, y nos des a conocer a todos los demás tus puntos de vista y opiniones aunque recibas abucheos y críticas. Tu y yo sabemos que lo más reluciente de la existencia a veces aparece de los lugares más oscuros, y que toda persona que desee mejorar, es siempre bienvenida al intento. Nunca menosprecies una historia sin antes conocerla toda, y nunca juzgues una buena obra por su final... creando un juicio justo y no repulsando el trabajo ajeno, se aprende de los demás, y de ahí se puede obtener una clave para triunfar.
Tiff
Musa del viento.
pd: algun comentario sobre el chorote? me gusta saber opiniones! Por cierto, sorry por lo de S+S pero es en serio que aqui temina, talvez algo en el final, pero nada seguro. Lamento descepcionarlos.
Detrás de cada rostro se oculta una máscara, que detrás de si hay un mundo de verdaderas y falsas apariencias, ¿Distinguir cual es la verdadera? Ahí radica la magia del verdadero buen observador"
Nicolás Núñez T., gran pensador y novelista
