Amando al Enemigo
Por: Tiff
-Todavía no la localiza.-
-El muy estúpido, sabía que no podíamos confiarle algo tan importante.- Reuel se levantó de su asiento con enojo, y empezó a recorrer el cuarto a grandes zancadas, dejando un rastro de humo de puro detrás de él.
-Ni siquiera ha venido a presentar un reporte.- informó Saito Valentine, que había estado encargándose de la misión de la búsqueda de la última heredera de los Daidouji.
-Es un irresponsable, debería mandar por él ahora mismo.-
-Sabe la opinión que tengo sobre él.-
-Talvez no estés tan equivocado después de todo.-
Un tímido golpe se escuchó en la puerta, y los dos esperaron a que entrara el individuo. Era un joven que raramente habían visto, significándole un rango inferior. Se acercó con cautela al escritorio del jefe, y sin voltearlo a ver, suspiro intranquilo.
-¿Qué pasa chico?- le dijo el empresario afablemente, sonriente ante la mirada de miedo de su empleado.
-Señor Reuel.. lo que pasa es que nuestros compañeros y yo, teníamos ciertas dudas sobre nuestro pago...-
-¿Pago?-
-Si. Esos cien millones que se nos prometieron al cumplir el trabajo.-
Ronald y Saito se miraron mutuamente, y después observaron al chico con interés. Solo había un trabajo disponible en esos momentos con esa fuerte cantidad de dinero.
-¿De que trabajo está hablando señor?- dijo Saito cortésmente, aguzando la mirada para cualquier movimiento extraño.
El joven los miro con sorpresa autentica. Esperaba que ellos estuvieran informados del trabajo. -Encontrar a la heredera de los Daidouji.-
-Pero ese trabajo no a sido realizado con satisfacción hasta donde tengo contemplado.- dijo el jefe de la compañía, mirando de reojo a su asistente personal.
-No se ha realizado señor.- afirmó Saito rotundamente, clavando su fría mirada asesina en el joven castaño.
-¿Qué no? La realizamos hace apenas tres noches.- exclamó el chico, en un tono de enfado y confusión.
-¿En serio?- dijo Reuel con frialdad, si algo odiaba de las personas, era que le tomaran el pelo. -¿Dónde está la chica entonces?-
El joven pareció intimidado ante la nueva actitud del jefe, se le miró pálido y sudoroso. -Henry dijo que la traería aquí la noche que la encontramos. Debería estar aquí ahora.-
-¿En donde dices que la encontraron?-
-Estaba en el departamento del Sr. Hiragizawa.-
Saito sonrió triunfantemente ante esa acusación. Sabía que Henry había tenido que ver en que Eriol fuera capturado, solo necesitaba algún testigo para comprobarlo.
-Fue él quien dio aviso a la policía acerca del paradero del Sr. Hiragizawa ¿no es verdad?-
-Dijo que eran ordenes del jefe. Que había traicionado a la compañía al mantener a la chica en secreto.- dijo el joven tímidamente, sin atreverse a mirarlos a los ojos.
-Ya veo ahora quien es el traidor.- dijo Reuel más secamente que nunca. -Muy bien señor. A hecho lo correcto al informarme sobre todo esto. Y no se preocupe, su paga estará en sus cuentas a más tardar mañana en la noche.-
El joven, algo confundido acerca de si había hecho algo bueno o malo, se retiró de la oficina con paso tembloroso, cerrando la puerta detrás de él.
Reuel, al verse solo con su principal subordinado, simplemente se limito a observar la ciudad a oscuras entre las persianas, susurrando con una voz siseante y letal, su sentencia.
-Tráeme a esa mujer Saito, y mata al bastardo que me a traicionado.-
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Henry observó su reloj de pulsera por quien sabe cual vez en esa misma noche.
Estaba sentado en su elegante sillón de terciopelo en su habitación, observando atentamente a la figura que yacía en su cama, durmiendo placidamente.
-Muchacha perezosa.- susurró para si mismo después de su inspección a su muñeca, con una voz cansina y desesperada. La 'última heredera de los Daidouji' como le habían llamado a la joven en su misión terminal, no había despertado por los últimos tres días, desde el momento en que él mismo le había inyectado en el cuello la conocida sustancia X-119. Siempre había sabido que su efecto era muy efectivo, y que la víctima sometida a su tratamiento, tardaba mucho tiempo en recuperar la conciencia. Él lo había comprobado en si mismo en sus días de entrenamiento, cuando había caído en un estado de letargo por dos días consecutivos... de haber sabido que a la joven le haría un efecto más prolongado, lo habría pensado dos veces antes de administrarle la sustancia.
Ahora si era algo urgente que despertara. El plazo de los tres días para su entrega se vencía esa misma noche, y su plan de pasar un rato divertido a su lado, se vería frustrado sino despertaba antes de eso. Claro, podría haberse aprovechado de su estado de inconciencia desde el momento en que había llegado a su cama pero, ¿Cuál hubiera sido el gozo adicional a esa experiencia, de no tener al perfecto Sr. Hiragizawa pegado al teléfono, mientras él probaba la cama con su misma novia? ¿No le había prometido aquella misma noche que la había visto en su apartamento por primera vez, que se acostaría con ella de una forma u otra?
¡Nada mejor que lo escuchara él mismo! ¡Nada mejor que demostrarle al Sr. Perfección la forma en que su querida novia gemía de placer al tenerlo a él encima de ella!
El castaño volteó a ver rápidamente al bulto que se tendía en su cama, al escuchar un débil susurro. Una sonrisa lujuriosa se extendió por todo su rostro, al momento de levantarse de su cómodo asiento para ir a ver el estado de la mujer.
Parecía que al fin estaba despertando. Abría los ojos por momentos limitados, tratando de que la somnolencia que aún residía en ella cediera por completo.
-Despierta Tomoyo.- le dijo el joven dulcemente al oído, mientras apartaba unos mechones de su rostro.
La joven intentó enfocarlo con la mirada por un momento sin mucho éxito, resultándole ya un esfuerzo impresionante el distinguir los contornos del rostro del joven. Se sentía en verdad muy confundida; no sabía donde estaba, ni que pasaba, no recordaba como había llegado ahí, ni cuanto tiempo llevaba dormida, no sabía quien era la persona que se inclinaba sobre ella y le hablaba dulcemente, y la verdad no le importaba. No podía ver bien, no podía emitir otro sonido más que débiles gemidos, y sus miembros no le respondían... ¿Qué le habían hecho?
-He estado esperando esto por casi tres días ¿sabes? - le dijo en voz melosa acariciándole el rostro con los dedos. -Estoy seguro que lo vas a disfrutar también.-
La chica no sabía muy bien que pasaba, apenas alcanzaba a sentir el débil roce de algo contra su rostro. Luchaba vanamente por ver claramente la escena a su alrededor, tratando de musitar algunas palabras entendibles.
-Ah no te desesperes. Es la parálisis temporal que causa el químico que te administré. Pronto recuperaras todos los sentidos linda.-
Tomoyo volteó la cabeza hacia su costado, y logró ver su propia mano que yacía inmóvil a pocos centímetros de su rostro. Intentaba mover sus dedos, pero solo lograba sentir un débil cosquilleo en las yemas. Una mano más grande y tosca que la suya, se vino a entrelazar cariñosamente con la suya, sin que esto produciera ninguna sensación.
¿Qué estaba pasando ahí? ¿Quién era esa persona? ¿Por qué estaba con él?
Sintió como una mano enderezaba su rostro, y como una silueta le abarcaba el campo de visión. Y luego como se empezaba a acercar a ella lentamente. Sintió un cosquilleo en los labios, y como algo húmedo intentaba abrirse paso hacía su boca.
¿Qué dem...?
El beso que le daban y la respiración del individuo, aumentaron de intensidad en un momento; y, ya mas conciente de lo que pasaba a su alrededor, se dio cuenta de lo que en verdad estaba sucediendo en ese lugar. No conocía a la persona que se encontraba prácticamente ya encima de ella, no sabía quien era, y sin embargo estaba en la cama con él.
Y no podía hacer nada para evitarlo.
La desesperación empezaba a tomar parte en todo su ser cuando el hombre con el que estaba acariciaba sin pudor uno de sus senos, y recorría con la lengua su cuello, mientras intentaba quitarse su gabardina.
¡No podía creerlo! ¡Apenas se había librado de unos tipos así en ese callejón oscuro, y de nuevo estaba bajo las manos de algún asqueroso tipo!
-No...- dijo lo más fuerte que pudo, que resulto ser solamente un susurro, en un esfuerzo vano por detener al hombre. Más que detenerlo, aumento su lujuria. Sintió como el joven pasaba la mano por debajo de su camisa, y como un escalofrío repentino sacudía su espina, al sentir las manos sudorosas contra su delicada piel. Nunca nadie había llegado tan lejos.
Se sentía indefensa ante él. No podía moverse. No podía siquiera intentar defenderse. Estaba ahí para satisfacer los bajos instintos de ese mal nacido, sin poder hacer nada en su contra. Y ese sentimiento de impotencia y desesperación, la hicieron llorar. Ahora si no había nadie que la ayudara...
-Eriol...- pronunció anhelante entre uno de sus débiles sollozos, recordando la última vez que los dos se habían encontrado juntos en su cama. Ningún sentimiento de los que ahora experimentaba se habían manifestado aquella vez. Con ese ojiazul se sentía segura y feliz, con ese hombre solamente sentía repugnancia y odio.
-¿Eriol?- escuchó que decía el hombre, que se había detenido en su tarea de tratar de desabrocharle el pantalón. -No soy Eriol maldita zorra. No vuelvas a pronunciar su nombre frente a mi.- le dijo despectivamente, tomándola por el rostro con agresividad.
Henry le sonrió con sarcasmo. -¿Quieres escuchar a Eriol? ¿Quieres que sepa lo que los dos disfrutamos?- le dijo con burla, mientras se estiraba un momento para alcanzar el teléfono de la mesa de noche. Marcó un número de manera rápida, y se colocó el auricular al oído, esperando por el tono de espera. La miró a los ojos satíricamente y jugueteó con un mechón de su largo cabello. -¿Sabes en donde se encuentra tu querido Eriol linda? ¿Sabes a donde estoy llamando ahora? Al manicomio. Sabias que tu novio estaba loco ¿verdad?- dijo haciendo una mueca grotesca con el rostro. -Le estamos llamando para que nos escuche. Cuando él este al teléfono, vas a gritar de placer ¿oíste? Vas a gritar mi nombre para él ¿entendido?- terminó con una mirada casi maniaca en los ojos, y comenzó a besar a la joven de nuevo, ahora con más agresividad, mordiéndole los labios y lamiendo su sangre, mientras esperaba al teléfono...
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-Ya era hora determinar con este traidor.- Saito Valentine había llegado por fin a la casa donde residía Henry Le Beau. Se estacionó en la parte trasera de los apartamentos. Poniéndose esa clásica gabardina negra que acostumbraba a usar en los viejos tiempos, y sacando un largo y delgado estuche de la cajuela de su convertible, que acomodó en su cinturón; se adentró en el edificio, con la dirección exacta rondándole en la cabeza.
Por fin limpiaría de nuevo el filo de su katana después de una noche en la que realizaba un trabajo excelente. Y lo mejor, volvería a ver la mirada de terror en los ojos de sus víctimas, antes de ver venir lo inevitable... y sentiría esa satisfacción excitante al tener la cálida caricia de la sangre salpicada en sus manos y su rostro.
Buscó con ahínco el número de apartamento que le habían dado, y al encontrarlo, se limitó a abrirlo de una manera delicada, con uno de esos artefactos de bolsillo que siempre cargaba para esas ocasiones. Cerró la puerta detrás de él con sigilo, y se dedicó a recorrer todas las habitaciones una por una, sin mucha prisa, sumido en la completa oscuridad. Nadie se hubiera dado cuenta de su presencia nunca, sino los hubiera encontrado, simplemente se habría marchado del lugar, dejando todo inalterado. Ese era el verdadero arte del espionaje.
Sin embargo, al acercarse a una de las habitaciones más alejadas de la puerta principal, noto que un débil rayo de luz se filtraba por la abertura inferior de la puerta, y que una voz masculina susurraba con pequeños siseos.
Pegó el oído a la puerta por un momento, y trato de escuchar con atención.
-Quisiera hablar con el Sr. Eriol Hiragizawa por favor.- oyó que decía en una forma de negocios, quien sabe a que persona. -Gracias.-
Y hubo un corto silencio, en el que Saito alcanzó a escuchar el débil sollozo de una mujer.
-Calla linda. No querrás que los loqueros de tu novio te escuchen ¿o si?- dijo burlonamente.
Era ella. Conocía a Eriol Hiragizawa. No podía ser nadie más. Había atrapado a ese traidor in fraganti.
Sacó su Katana de su funda y la sostuvo con la mano derecha a su costado. Ah.. que bien se sentía el poder usarla de nuevo...
Se acababa el silencio. Abrió la puerta bruscamente de un golpe seco, haciendo que las dos personas que estaban tendidas en la cama, una sobre otra, voltearan a verlo sorprendidas.
Saito alcanzó a ver a la joven que yacía debajo del estadounidense, reconociéndola inmediatamente como la chica a la que buscaba. Se sonrió a si mismo un momento, mientras fijaba la mirada en el castaño, que tenía el torso desnudo, que se había quedado estático en su sorpresa, soltando el auricular del teléfono al suelo.
-Pensé que habías dicho que no la habías encontrado Henry.- dijo Valentine de una manera fría y despectiva al pronunciar su nombre.
El joven había quedado pasmado. Jamás se hubiera imaginado que el mismo Saito llegaría tan lejos. Recorrió su mirada gélida por unos momentos, y después se fue a posar rápidamente en la katana que el hombre sostenía confiadamente.
Generalmente siempre tenía un arma a la mano para cualquiera de esas situaciones, y sin embargo; talvez en el momento en la que más la necesitaba, no se encontraba en su sitio.
-Saito.- dijo con algo de miedo, levantándose de un salto de la cama y haciéndose a un lado con rapidez.
-Parece que te estás divirtiendo.- le dijo el nombrado con algo de burla. -No me importarían en este momento las perversiones de tu pequeña mente retorcida, pero veo que tienes aquí a una persona que jamás estaría dentro de tus posibilidades...-
-Iba a llevarla hoy mismo.- dijo el joven de Nueva Orleáns pegándose a la pared, con una voz temblorosa y una sonrisa nerviosa.
-O si, lo sé..- el asesino se iba acercando lentamente hasta donde estaba el castaño. -La ibas a llevar después de saciar tus bajos instintos con ella ¿no es así? ¿No te advertí que la joven no debía de ser tocada?- dijo peligrosamente.
-Yo.. escucha Saito, se que no hice lo que debía, pero no es para tanto...- informó de una manera no muy convincente. -La encontré ¿no?-
-¿A costa de que precio?-
-Bueno, eso no es muy importante...-
Saito se rió por un instante con ironía. -Entregaste a Eriol.- siseo el hombre mientras levantaba su arma con lentitud, dirigiéndola peligrosamente al castaño. -Entregaste al mejor asesino de la compañía... y Reuel no está nada contento.-
-P-Pero.. ¿que te hace decir?.. yo no..- titubeó.
-¿Te creías que no me iba a enterar de las cosas que hacías? ¿Crees que la compañía, con todo su poder, no se iba a enterar de los sucios planes de un gusano como tu?-
-¡Pero el estaba apunto de traicionarnos! ¡Se iba a largar con ella para ocultarla!-
Saito no respondió. Con una velocidad que Henry jamás se hubiera imaginado en Eriol, el espadachín se acercó a él, empujándolo con fuerza extraordinaria, mientras aprisionaba su cuello entre la pared y su antebrazo, sosteniendo su katana muy cerca de su ombligo.
-Eres un maldito traidor. Un bastardo que solo se atañe por sus propios intereses, y deja todo lo demás de lado. ¿Creías que podrías intentar engañarme sin recibir tu merecido? ¡¿Creías que saldrías bien librado después de haberme retado?! ¡Pues te equivocaste maldito!-
Y sin darle siquiera una oportunidad de defenderse, hundió su katana con fuerza en el estomago del joven, recibiendo de él un simple quejido. Le dio una vuelta brusca, y sintió como su mano se llenaba de sangre proveniente del mango por el que escurría rápidamente el liquido.
-Soy el mejor asesino ¿oíste?. Mejor que cualquier imbecil que haya pisado la compañía. Mejor que tu... y pronto, mucho mejor que Eriol... -
Henry hizo un gesto de miedo y dolor, sin que sus ojos se apartaran en ningún momento de su rostro. Vio en los ojos escarlatas de Saito el rencor que había guardado por todos esos años, así también como el placer de regresar a su verdadera vocación. Ninguna otra persona se hubiera podido comparar con él jamás.
El asesino soltó al joven de manera despectiva, dejándolo caer al suelo sin ninguna sutileza, dejando que se retorciera a sus pies, sin sentir siquiera un poco de compasión. Lanzó otras dos rápidas cuchilladas a sus tobillos, para que no se pudiera mover, dispuesto a dejarlo morir en ese lugar, ahogándose en su propia sangre.
Limpió sin cuidado las manchas carmines que habían quedado en su arma con su gabardina, y guardo su katana en su funda con sumo cuidado. Y entonces si fijo la mirada en la joven, que había permanecido inmóvil en la cama, observando con una expresión de terror en el rostro, el acto sádico que se desempañaba frente a sus ojos, sin la más mínima muestra de clemencia.
No sabía que sería lo peor. Si haber visto consumado el acto de aquel joven castaño, ó tener que enfrentarse al hombre que acababa de llegar.
Se movió unos centímetros hacía atrás, sintiendo todavía un cosquilleo en todo su cuerpo, cuando el hombre se le acercó. La miró desde su alta figura, con unos ojos que ya había visto en algún lugar...
De nuevo una persona la veía con esos ojos escarlatas... de nuevo tenía que enfrentarse a ese brillo fantasmal y sádico, acentuando por las manchas de sangre en sus manos. Eran esos ojos, como los que le había visto al ojiazul alguna vez; cuando la había observado de esa manera cruel e irreconocible... ¿Porque ese hombre, asesino como era, tenía la misma mirada que Eriol en ese momento? ¡Acababa de asesinar a alguien! ¡Acababa de realizar el acto más inhumano de toda la creación! ¡Era un asesino! ¡¿Porque demonios llevaba en su rostro los mismos ojos escarlatas de Eriol?!
-Lo siento Sr. Le Beau.- se escuchó una voz masculina tenue por toda la habitación, como si estuviera muy apartado de aquel sitio. -Pero el Sr. Hiragizawa se encuentra en una celda de castigo y en estos momentos no se puede transferir su llamada, vuelva a intentarlo en unas cuantas horas.- y después, la línea del teléfono estaba muerta.
Saito desvió la mirada por unos momentos hacía el auricular, que ya solo daba el tono de marcado. Él estaba familiarizado con los sistemas del hospital mental, ya que había investigado mucho acerca de todo lo que en ellos se refería, por lo que se le hizo algo extraño que, aún estando en una celda de castigo, no le hubieran permitido tomar la llamada...
-Salgamos de aquí.- dijo amenazadoramente, y acercándose a la joven, y con un mínimo esfuerzo, la levanto de la cama, y salió del edificio con ella, sin que pudiera hacer nada para evitarlo.
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-Te vez muy mal Eriol, ¿no necesitas algo?- el joven Tsukiyono había estado inspeccionando a su jefe desde un rincón, mientras este tenía la mirada clavada en el suelo, y las manos entrelazadas con fuerza.
-Estoy bien.- dijo el nombrado sin mucha certeza, tratando de aplacar el dolor punzante que sentía en la palma de la mano. Se sentía algo mareado, y con un dolor de cabeza impresionante, además de que empezaba a notar las paredes de la camioneta que se cerraban a su alrededor. Estar encerrado en ese lugar oscuro por todo ese tiempo, había intensificado su claustrofobia en un extremo inimaginable. Su respiración empezaba a acelerarse, y su rostro se cubría con una capa de sudor espesa.
Trató de enfocar un punto delante de él, sin que le diera resultados muy satisfactorios. Pronto empezó a sentir nauseas, empezando a notar como se le nublaba la vista.
-Detente Matt.- escuchó que decía la voz de Shaoran con autoridad, para después sentir el paro abrupto de la camioneta. El castaño abrió la puerta de la camioneta, y Eriol sintió como le pegaba el aire helado en el rostro, cuando el joven le ayudo a bajar. Así se sintió mucho peor. Solamente alcanzó a llegar hasta un rincón de la calle oscura en que se habían medido, antes de devolver el estomago.
-Demonios.- exclamó con rabia después de incorporarse, lanzando un débil golpe en contra de la pared.
-No te preocupes Eriol. ¿Ya te sientes mejor?- le dijo Shaoran cariñosamente, sosteniéndolo de un brazo en caso de que cayera.
Pero el ojiazul no respondió. ¡Era lógico que no se sentía nada bien! ¡De solo mirarlo se notaba que había caído en la ruina física! Primero los arañazos que aún resaltaban en su rostro a causa de esas malditas noches en la oscuridad, luego los vendajes en su cabeza, los hematomas en sus brazos, y esa molesta punzada en la espalda después de la brutal golpiza que le habían propinado, y además, ¡tenía que lidiar con ese agudo dolor en la palma de su mano! Estaba desnutrido, pálido, y sin nada de fuerza, ¿Como quería que se sintiera?
-Si.- alcanzó a decir entre respiración entrecortada. -Tengo que ayudar a Tomoyo.- dijo obstinadamente, subiendo de nuevo a la camioneta.
Li lanzó una mirada furtiva a Shinishi, la cual regreso con algo de preocupación. Tenía un mal presentimiento sobre esa misión, y no sabía precisar el porque.
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-Aquí es.- Izumi Murosaki señalo uno de los edificios que se encontraban frente a ellos, mientras la camioneta en la que iban, se detenía poco a poco en el lugar indicado. El pelirrojo tecleó en su computadora con precisión y rapidez, haciendo que en su pantalla apareciera un mapa en tercera dimensión de la ciudad entera. Sin embargo, un pequeño resplandor rojo destacaba en toda esa gama de colores verdosos. -¡Lo conseguí!- exclamó triunfalmente, atrayendo la atención de todos sus compañeros a su persona. -Logré infiltrarme a el sistema de seguridad de la policía, ahora nosotros también podemos ver la localización de nuestro jefe.- dijo orgullosamente, empezando a teclear de nuevo.
-Bien hecho Izzy, lo necesitaremos.- recompensó Eriol, echándole una rápida mirada a la venda que le cubría la mano, imaginándose por un momento la fea cicatriz que le quedaría. Al menos, si algo pasaba, ellos sabrían como localizarlo.
-Hay que entrar entonces.- exclamó Shaoran Li con entusiasmo, mientras acariciaba su fiel pistola con los dedos, imaginándose por un momento la cara de Henry al ponérsela enfrente.
-No.- dijo Eriol cortantemente, levantándose con un poco de trabajo de su lugar. -Iré yo solo.- dijo rotundamente revisando el cartucho de su arma, y su fiel encendedor en el bolsillo derecho.
-¿Como dices?- preguntó el más joven del grupo ingenuamente, mirando a su jefe con ojos sorprendidos.
-Iré yo solo, ya lo oíste.-
-¡Pero no puedes!- intervino Shaoran, sin importarle la gélida mirada que se lanzó en su dirección. -Quiero decir, ¡Mírate! ¡No estás en las mejores condiciones para ir solo!-
-Escúchame Li, hazme caso solo esta vez. No es seguro que la encontremos aquí. No creo que después de tres días todo siga oculto para la compañía, para este momento ya deben de saber algo.- todos los presentes lo miraron algo sorprendidos, ¡por eso mismo era el jefe del equipo, jamás dejaba escapar ningún detalle! -No me sorprendería que ya hubieran venido y se la hubieran llevado. Si ese es el caso, necesitamos saber a donde la trasladaron para poder ir por ella o la perdemos. Iré yo, y si algo sucede ustedes podrán rastrearme con esta cosa.- dijo haciendo un gesto despectivo hacia su mano.
-Pero yo puedo ayudarte y...- intervino Li, cada vez más molesto con su jefe. ¡No iba a ser un estorbo, lo único que intentaba era ayudarle!
-No Li. No irás.- y quien sabe si fue por la manera contundente ó aquella mirada amenazante lo que silencio a Li, que solamente se recargo en su silla con los brazos cruzados. -No es el momento de que te pongas de berrinchudo Shaoran.- pero Li no le contesto.
-Escucha, necesito entrar solo por ahora. Si algo sucede quiero que estés ahí para auxiliarme. Te necesito aquí, en tus cinco sentidos y con la cabeza despejada ¿entendido?-
Li asintió. El tono afable con que lo había dicho le había resultado de algún modo algo calmante.
-¿Me necesitas eh?- se burló el castaño con una sonrisa pícara en el rostro. -Lo siento Eriol pero solo se te aprecia como amigo...- y los demás rieron ante su comentario, incluyendo al ojiazul.
-Más quisieras Li.- y les sonrió.
Y con un último vistazo a su equipo, bajo de la camioneta y se encaminó al edificio.
-Cuídate amigo.- le dijo el castaño antes de cerrar la puerta, y arrancar la camioneta, donde esperarían desde algún lugar más lejano.
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Eriol entró al edificio que le habían señalado, empezando a buscar los números de las puertas de los apartamentos. Iba con paso acelerado y con una mano asegurada a la pistola que cargaba en la cintura; no sabía que se podía encontrar. Si bien Henry no estaba cumpliendo con la amenaza que le había hecho aquella vez por teléfono, seguro ya había entregado a la mujer al jefe. Después de todo era una recompensa demasiado jugosa, y, aunque significara que ya no podría hacerle la vida imposible a él, estando encerrado en un sanatorio o no, no lo dudaría dos veces con semejante cantidad casi para el solo.
No era un lugar lujoso, y los elevadores en esas condiciones eran demasiado para pedir. Se detuvo unos momentos a mitad de la escalera, cuando la visión le empezó a fallar de nuevo, y renovadas punzadas de dolor azotaban su nuca.
Te estás debilitando.
Lo se. No es necesario que me lo digas.
No debes dejar abajo tus defensas.
No te preocupes, ningún asesino a sido capaz de vencerme. Sé defenderme solo.
Lo se. Se que puedes contra los asesinos. Pero... tu mente, se está debilitando.
Era la primera vez en su vida que la oía titubear, como si de repente aquella voz aguda y macabra hubiera cambiado.
¿Que quieres decir?
Ellos regresarán con más fuerza ahora. Si no estás preparado para ellos, podrían destruirte...
Ellos... hablaba de las voces. Esas voces malditas que ya habían empezado a azorarlo desde que estaba en la oscuridad.
No pasará nada sino estoy en la oscuridad.
¿No recuerdas acaso como era en aquellos tiempos? ¿No recuerdas como a plena luz del día nos atormentaban con esos gritos repugnantes?
Era cierto. En su niñez podía oír las voces siempre. Cuando estaba despierto, cuando dormía... así lo cubriera la oscuridad por completo, ó lo alumbrara el sol con calidez; siempre estaban ahí, sin dejarlo continuar en paz.
Si regresan, todo se terminó. No podrás salir de este lugar nunca más.
Debo aguantar.
Y sin importarle el penetrante dolor ahora de la mitad de la cabeza, continuó subiendo las escaleras. Un pasillo largo y de varias puertas lo llevó hasta el apartamento que quería. Se paró frente a la puerta y con sigilo hurgó en sus bolsillos, encontrando al poco tiempo el artefacto que buscaba. Un gancho que le había servido infinidad de veces para abrir otras puertas se introdujo en la cerradura con sigilo y cuidado, tratando de encontrar el resorte que haría botar el seguro... y sin embargo, al introducirlo, se dio cuenta que no existía ninguna resistencia.
La puerta había estado abierta desde el principio.
Esto no me suena nada bien.
Tendremos que averiguarlo.
Sacó la pistola de su funda, y la cargo con rapidez, abriendo la puerta al mismo tiempo. Caminó sigilosamente por los pasillos con pistola en mano, abriendo cada puerta que se encontraba con mucho cuidado. Nunca se hubieran dado cuenta de su presencia hasta que ya fuera demasiado tarde.
Todo estaba en la más completa oscuridad. Ninguna luz se filtraba por las puertas, y ningún rayo de luna se reflejaba en las superficies de cristal de todo el departamento; era muy difícil desplazarse en ese lugar.
Recorrió todas las habitaciones sin encontrar nada, hasta que llegó al fondo del pasillo. La puerta simplemente estaba entrecerrada, aún así sin ningún rastro de luz.
Eriol olió algo distintivo, solo perceptible para un sentido entrenado... sangre. Un olor metálico característico de la sangre al ser derramada en grandes cantidades y oxidarse con el ambiente. Pero también el olor a sangre fresca. A sangre que probablemente brotaba de una herida alarmante, a chorros.
Sintió una presión en el pecho como nunca antes la había sentido, mientras un pánico inaudito le pegaba de lleno en el rostro. No se habría atrevido ¿o si? ¿Había sido esa su intención desde el principio? ¿Llamarlo y atormentarlo con todos sus comentarios pervertidos, para atraerlo y matarla así nada más? ¡Si se hubiera atrevido a hacerle semejante cosa, se hubiera encargado de perseguirlo hasta la muerte! ¡Y no solamente lo mataría, sino que lo torturaría hasta que le suplicara!
Así que abrió la puerta con sigilo, y adelantó su pistola a su cuerpo, empuñándola con una mano, listo para recibir el ataque... que nunca llegó. Entró a la habitación de una manera rápida sin tener nada imprevisto. Todo en la oscuridad, sin ningún movimiento, sin nada.
No alcanzaba a ver muy bien en aquella penumbra, y apenas podía distinguir las cosas que estaban tiradas en el piso. Silencio. Nada más...
¿Que demonios es eso?
La voz tenía razón. Si se aguzaba el oído, se podía percibir un sonido extraño proveniente de la misma habitación. Era como el sonido de algo viscoso que caía gota a gota desde algún sitio en las alturas. Y un poco más leve, casi inaudible, pero aún perceptible, se captaba la respiración trabajosa y entrecortada de alguien.
De nuevo el pánico lo invadió. -¿Tomoyo?- dijo sin muchas fuerzas, sintiendo como cada letra se le atoraba en la garganta y le causaba una sensación horrible y lastimera al aventurarse fuera de su boca.
Escuchó una especie de susurro. Alguien que gemía de dolor e impotencia, talvez también de miedo. Y a pesar de la situación, Eriol suspiró aliviado. No era la voz de Tomoyo.
Sin importarle mucho qué o quien estuviera ahí, o que hubiera una emboscada, encendió la luz del cuarto, iluminándolo todo con eso. Y su vista casi le hizo vomitar.
Colgado de una pared, incrustado del estómago con una katana fuertemente colocada, a casi medio metro del suelo, se encontraba Henry. Era una vista horrorosa en verdad. Un gesto de terror casi demencial se cruzaba por sus finas facciones, contrayéndolas de manera maniaca. Se aferraba con fuerza a la espada con las dos manos, magullándolas considerablemente, tratando de impedir el efecto de la gravedad, que ya había hecho lo suyo en su abdomen cortado casi a la mitad, del que colgaban, de una manera repugnante, las vísceras sangrantes del castaño.
-Demonios.- dijo calmadamente, mirándolo de manera sorprendida. ¿Quien le había hecho eso?
-¿Porque te sorprendes Eriol? ¿No estabas acostumbrado ya a escenas como esta?- una voz fría y siseante se oyó detrás de él, y fue hasta entonces que se dio cuenta de que había alguien más en la habitación. Levantó la pistola al momento, dándose la vuelta de manera ágil y quedando de frente contra el recién aparecido. Sin embargo, antes de que acabara de darse la vuelta, un golpe certero cayó plenamente en su mano, haciendo que soltara la pistola que llevaba, yendo a dar a una de las esquinas del otro lado de la habitación.
Saito... ahora sabía porque no lo había escuchado al entrar. Ni siquiera había oído su respiración, ó el roce de sus telas contra su cuerpo. Aquel hombre era, a pesar de todas las habladurías que existían en la compañía, el mejor asesino.
-¿Saito?¿Que haces aquí?- le dijo de manera rápida, sabiendo ya la respuesta.
-Yo debería de preguntarte lo mismo Eriol.- le contestó el asesino lanzándole una mirada helada. -¿No deberías de estar en una celda de castigo en Azkaban?-
No le sorprendía que supiera. Después de todo tenían a los mejores técnicos en computadora.
-Eso es algo que no te incumbe.- le respondió de la misma manera, mirándolo desafiadoramente a pesar de su aspecto macilento.
-Como ves Eriol, si me incumbe. Venías por esa mujer, y yo la necesito para llevársela a Reuel. Estas interfiriendo en nuestros planes de nuevo...-
.¿Tú la tienes entonces?-
-Si, ya está en donde debe.-
Eriol debía llegar a ella. No podía dejar que lo mataran. -¿Porque le hiciste esto?-
Saito miro a Henry por un momento, haciendo que este lo viera de manera aterrada. Y Eriol ahora si quedo sorprendido ante ese hombre. Jamás había visto en el rostro de otro ser humano una expresión de miedo más angustiosa; se atrevería a decir que hasta podía llegar a sentir lastima y compasión por él. ¿Era así de grande el sadismo y poder que Saito podía llegar a infundir en sus victimas?
-Se lo merecía. Engaño a la compañía reteniendo a la mujer, y descubrió a uno de nuestros mejores asesinos..- dijo con pesadumbre, como si cada palabra le costara trabajo. -Sabes que nadie se va sin recibir su castigo.- añadió ahora con más confianza. -Y tu no serás la excepción.- y con ello, se lanzó al ataque con una espada igual a la que estaba incrustada en la pared, con Henry atravesado por ella. El ojiazul esquivó el golpe a duras penas, ya que como se lo había imaginado, la velocidad de ese asesino era casi dos veces superior a la suya propia en ese estado.
-¿Que demonios haces?- le preguntó para ganar tiempo, mientras intentaba decidir que hacer.
-Reuel te quiere... ver.- le dijo con una sonrisa sádica, mientras pasaba sus largos dedos por el filo de su katana. -Pero no dijo en que estado.- y con ello se lanzó a una segunda embestida, alcanzando a Eriol apenas en el brazo izquierdo. Saito levantó la espada de nuevo, justo en el momento en que el otro asesino se daba cuenta de que estaba acorralado contra una pared. A su lado estaba Henry, observándolo con ojos suplicantes.
Valentine se adelanto de nuevo con la espada empuñada fuertemente, cortando un cuadro al óleo que colgaba en la pared cuando su golpe se veía esquivado de nuevo, provocando que el lienzo cayera, obstruyéndole la vista por un momento.
Eriol aprovechó ese pequeño instante de confusión para pararse enfrente de Henry y mirarlo a los ojos. -Perdóname.- y con eso, de un fuerte jalón, atrajo hacía si la espada que había estado sosteniendo al castaño, haciendo que este cayera pesadamente al suelo, pero con una cara de alivio.
El ojiazul empuño la espada con las dos manos frente a él, observándola con detenimiento y en cierta forma con una mezcla de admiración y anhelo. Debía de confesar que la espada bañada en sangre, resultaba un objeto por demás atrayente, y sentir que el líquido fresco empezaba a correr entre sus dedos, le hicieron sentir fascinación ante el arma. Nada comparado con el momento de asfixiar a alguien con ese fino hilo que acostumbraba a usar, en donde se trabajaba con un movimiento limpio y rápido, no. Una katana, se sentía mucho mejor. Con ella podía sentir la propia emoción de la muerte.
Una risa seca lo saco de su ensimismamiento. Volteó rápidamente para observar a Saito, que llevaba la espada al hombro sin dejar de empuñarla, y lo veía de una manera... peculiar.
-¿Verdad que es hermosa?- le dijo de repente, refiriéndose a la espada que tenía entre las manos, mientras le brillaban los ojos de emoción.-¿Verdad que es una sensación especial el tenerla entre tus manos?-
Eriol no supo que decir. No sabía en verdad que hacía a aquella arma tan especial. No sabía si aquella fascinación que había sentido de repente era por la katana, o el como se veía iluminada por ese brillo carmesí.
Pero no podía estar pensando en eso. Después se preocuparía por comprar una y por reemplazar a su fiel encendedor...la utilizaría como su nueva arma. Sin embargo, ahora debía inquietarse por el hombre que tenía en frente. Ahí estaba él, indefenso; con una espada en mano que en verdad no le ayudaría de mucho si estaba tratando de salvarse de un experto, cuando el nunca antes había utilizado una.
Y pareció que Saito se divirtió ante su indecisión. -¿Que sucede Eriol?- se burló. -¿El mejor asesino de Reuel no sabe empuñar una espada?-
Y antes de pronunciar otra palabra, y con la katana acomodada diestramente en una de sus manos, se lanzó de nuevo al ataque, esta vez con más fuerza y velocidad. Golpe que Eriol trato de bloquear con su propia espada, recibiendo con ello una embestida de menor potencia.
-No eres tan malo como pensé.- dijo Saito sin dejar de atacar, viendo que el joven tenía cierta capacidad para al menos poder defenderse. –Pero no puedo dejarte ir.-
-¿Para que te serviría yo en esto?- le preguntó el ojiazul entrecortadamente.
-Reuel te quiere vivo...-
Eriol trato de bloquear un último ataque, que alcanzó a rozarle el rostro, antes de pensar detenidamente lo que le habían dicho. Si la pelea continuaba así, él terminaría muerto, y lo peor, sin saber en donde estaba Tomoyo; si seguía con la pelea, y por algún milagro lograba salir vencedor, tendría entre manos la misma situación. Ahora que si dejaba que lo llevasen con Reuel, al menos tendría talvez una idea de donde encontrar a la mujer... Y hasta donde podía razonarlo, la mejor decisión era la tercera, ¿O era mejor quedarse con los brazos cruzados?
Sostuvo de nuevo la katana frente a sus ojos, pero ya no la movió para tratar de defenderse. Vio como el arma de Saito atravesaba más allá de su campo de visión, y como una sensación de escozor empezaba por brotarle en el ombligo para salirle por la espalda, y como un tibio líquido empezaba a escurrir por su camisa.
El arma con la que se estaba defendiendo cayó al piso instantáneamente, y sus manos se dirigieron a su estomago, intentando contener el dolor insoportable que empezaba a emanar a bocanadas.
-Sabía que nunca llegarías a ser mejor que yo.- escuchó que decía Saito, mientras limpiaba su katana con la gabardina, y salía apresuradamente de la habitación.
¿A dónde iba? ¿No se supone que se lo iba a llevar? ¡Vaya! ¡Pasar ese dolor infernal por nada!
-Eriol...- el inglés distrajo por un momento la atención que había tenido dirigida a la puerta, cuando escuchó un débil murmullo que lo llamaba desde atrás. Al voltear, vio como el castaño que otras veces le había causado tantas molestias, ahora se retorcía indefenso en el suelo, tratando de volver a meter sus entrañas a su vientre.
-Ayúdame.- le dijo con la voz suplicante, mirándolo con ojos de miedo y estupor, seña inequívoca de que estaba a punto de caer en shock. Y a pesar de todo lo que le había hecho o dicho alguna vez, el ojiazul sintió de repente cierta inquietud.
Espero que no estés pensando en ayudarlo...
No es eso... es solo que...
¡A buena hora te esta saliendo lo caritativo! ¡Solo míranos! ¡Hemos perdido contra ese engreído de Saito, y ahora que puedes, ni siquiera has intentado huir!
Tengo que ayudar a Tomoyo, lo sabes...
¡Pues menuda forma de averiguarlo! ¡Veremos si logramos llegar vivos para saber en donde esta!
-Eriol.- de nuevo esa súplica, de nuevo los ojos castaños que pedían compasión. El ingles buscó a su alrededor, por algo que le pudiera ayudar. Paños... que no sabía como utilizar. ¡No era ningún medico por dios! Sabía curar heridas, claro... pero ¡A ese hombre se le estaban saliendo las entrañas! ¡No podía remediar eso!
Y el teléfono, para el colmo de sus males, no tenía línea. ¿Cómo iba a ayudarlo entonces?
-Lo siento Henry, no puedo ayudarte.- le dijo sinceramente, mientras intentaba detener su propia hemorragia. –Lo más que puedo hacer es detener tu sufrimiento.- y diciendo esto y con mucho trabajo, se arrastró hasta una de las esquinas, de donde recogió el arma que le había sido arrebatada al principio del combate, regresando después a donde estaba Henry.
-Toma.- le dijo ofreciéndole la pistola. –No creo que lo tuyo tenga ya algún remedio. Mejor que no sufras más.-
El castaño se rió irónicamente, viéndolo desde su rostro pálido. –Nunca pensé que yo te pediría ayuda a ti, en ninguna circunstancia.- le dijo entrecortadamente y con mucho esfuerzo. –Lástima que nunca pude enfrentarme contigo, hubiéramos demostrado quien era el mejor... pero parece que alguien más ya lo a hecho por nosotros.- dijo lacónicamente, viendo hacía la puerta. –El maldito impidió que la tocara. Apenas empezaba a divertirme.-
-Cállate Henry. Estás a un paso de la muerte, y yo soy ese que te puede dar el descanso, ó dejarte aquí agonizando y tragando tu propia sangre...- le espetó el ojiazul con desprecio, sintiendo como la fuerza empezaba a abandonarle.
-Tienes razón. Ya arreglaremos nuestras cuentas en el infierno. Mientras tanto, muéstrale a Saito lo que valen los mejores asesinos de la compañía.- y diciendo esto, cerró los ojos con serenidad impresionante, a pesar de saber lo que venía. Eriol lo miró un momento, y levantó su pistola, apuntándola directamente a su frente.
-Este no era el modo que quería terminar contigo.- le dijo con sinceridad.
-Tu sentimiento es mutuo amigo mío.-
Y de solo jalar el gatillo, la vida de Henry había terminado. Un disparo rápido y sin titubeos, que entró directamente al cerebro, le arranco de un solo suspiro la única parte de su ser que le pertenecía. Y por primera vez, Eriol no se sintió satisfecho de ese acto. Supuso que no era esa la manera en que había imaginado tantas veces el terminar con él, sin querer pensar en otras opciones.
Lo miró una última vez y vio con detenimiento el rostro de Henry. Pacífico y sin ningún arrepentimiento. Sereno y con un aire de paz que jamás se hubiera imaginado de él, de no estarlo viendo en ese momento. ¿Podría morir él de la misma manera? ¿No cargaría a la hora de su muerte el peso de todas las almas perdidas que sentía sobre sus hombros? ¿No le daría miedo el conocer su siguiente destino, en donde le esperaba no solo una vida, sino una eternidad de lo que vivía día tras día, al tener todas las luces de su alrededor apagadas?
Se sintió sin fuerza de pronto, y sus músculos ya no le respondieron. Cayó de frente, sin poder aguantar más la perdida de sangre.
Bueno, lo intenté...
Y antes de caer inconsciente, escuchó pasos detrás de él. Y como unas manos lo levantaban de su sitio, y lo arrastraban a quien sabe donde...
Aguanta, aún no terminamos...
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-Así es, ya la tenemos.- Reuel miró por tercera vez a la mujer ametista, que lo miraba asustada desde un rincón, amordazada y amarrada a una silla de madera.
-¿Lo tienes a él? ¿Estas seguro de su identidad?- se escuchó una voz que provenía del teléfono.
-Si, lo estoy.-
-Hiciste bien tu trabajo Reuel, obtendrás la suma que te prometí por ella, y cien mil más por él.-
Reuel se quedó pensativo un momento. Sin esa mujer de por medio, Eriol podría ser de nuevo aquel asesino que había conocido en los primeros días, y podría volver a moldearlo a su antojo. Sin embargo, él mismo había comprobado, que después de amar en esa magnitud a una mujer, no se podía volver a ser el mismo. No creía que Eriol deseara regresar a ese lugar, y menos sabiendo que su propio jefe había entregado a la joven.
-¿Para que lo quieres?- le preguntó Ronald con algo de consternación.
-Pensé que nunca pedías razones a tus clientes Reuel.-
-Nunca se había visto involucrado uno de mis empleados.- le contestó fríamente.
-Ella está enamorada de él. Lo necesito para llevar acabo mis planes.-
-¿Qué le va a pasar?-
-Todavía no lo se Reuel. Pero eso ya no será de tu incumbencia; te lo estoy comprando a muy buen precio.-
Y por más que buscaba alguna razón para no entregarlo, el simple hecho de que hubiera traicionado a la compañía y de haberla puesto en peligro, eran motivos suficientes para dejarlo fuera de su protección.
-Esta bien. Enviare a los dos, y llegarán contigo por la mañana.-
Continuara...
Hola!! Pos aquí esta otro capitulo!! Ya estamos cerca del final!! Pues verán, la causa de mi retraso es que, no se porque, pero como que por estas fechas mi compu tiende a descomponerse, y ya saben, siempre salen con la cosa de que le tienen que borrar la memoria, etc, etc. Pues ahora no fue la excepción. Ya llevaba algunas hojas hechas, las cuales me borraron nn U , así que manitas pa que las quiero, me puse a trabajar de nuevo en la historia. Además ya no me da mucho tiempo más que en los fines de semana, ya que los demás días voy a un curso, y llego a mi casita a las 9 de la noche uu nada cómodo en serio.
Como sea, aquí están los reviews!!
Undine: jaja sip, ya me di cuenta, haber cuando me pasas ese truco eh?? Haber cuando hablamos de nuevo!
Korishiteru: Disculpa la tardanza, espero que te guste este capitulo también, sorry por no darle bien a Henry!
furbychan: ¬¬ Deja a Yue–chan en paz él tan lindo que es! Claro no niego que Shaoran tambien pero ¬¬ deja a Yue!
The Dark: Me lleva! Si con Umbridge ya tenía!! Puts, parece que esa tal Dark es mucho peor. Nota para mi: Comprarle a Fred y George esas bombas fétidas que dejan olor una semana. Eh.. ah! Hola Darksita suma inquisidora de Hogwarts! Que haciendo?? nn U
Ayin: ˆOˆ Han encontrado a Tomoyito!! No como esperábamos, pero al menos ya salió!!
S.F.T.: Mmm tienes razón acerca de ese tal pensador, he oído que esta escribiendo un libro... mmm ¿Lo conoces? ¬¬
Ina: Jeje, bah, Eriol nunca volverá a ser ese mono lindo en uno de mis fics!! Lo prometo! Todo ser humano tiene su lado malo! Y este de Eriol me encanta!! Y nunca se le va a quitar!
Yashi- MGJ: A claro, digo, SI pasara algo entre SS, talvez se encuentren otra vez o algo, a lo que me refería es a que se acabo de que salgan los dos juntos y todo eso.. No te preocupes!!
Luly: me has recordado la desgracia del año!! T-T.. como sea. Haber cuando nos encontramos de nuevo niña!! Ya quita a quien este de tu pc!!
Mysato47: Gracias por dejar review! Siempre es bueno conocer a alguien más! Ey!! Tenias razon! Si me tardo más lo hago mejor nn U
--- : Jejeje Gracias por el comentario!!
Anne M. Riddle: Pues yo creo que la despedida fue mejor así. Digo, algo rápido no se siente tanto. Al menos no miró atrás de nuevo, o estoy segura que regresaba corriendo.
Padme Gilraen: Jeje deja al pobre de Shaoran! Que todavía tiene su papel que cumplir! Por cierto.. ¬¬ sigo esperando cierta historia de cierto mono con cicatriz...
Yuen: Nunca te des por vencida compañera, eso es lo que digo, no importa que tan mal te vaya, siempre hay alguna recompensa al final. Espero poder leer algún día lo que estés escribiendo, y decirte: lo lograste...
Jeru: Jeje, adios SS!!
YUKINO 8: Holap! Verdad que Eriol es hermoso?? Snif, y ya empece otras dos historias, con una personalidad diferente, pero siempre algo especial. Y oye! No comas ansias!! Solo yo se el final! Tendrán que esperarlo!
Tsuki Lunita: Ya veras como se soluciona todo en la historia, ya no me queda ninguna duda del final, ni como lo voy a resolver todo. Gracias por tu sinceridad, en verdad la aprecio mucho, y ya sabes que cuando quieras, estoy aquí para apoyarte.
kanna sagara Sip, no te preocupes, que al final pondré algo de esa pareja.. mm aunque cualquier consejo serviria de mucho!
Sayo: jaja creeme que a todas las admiradoras de Eriol nos gustaría tenerlo en frente! Gracias por tus comentarios, son inspiradores en verdad...
Beautiful- night : AAAAAHHHHH!!! Hay que sacar al perro, la compu, los libros, mis películas... (tiff queda en medio de la habitación con todas sus cosas en las manos) eh eh? No paso nada? Ufff... me salve.. por ahora.. espero...
Carla: Angst.. que es eso?? Yo escribir eso?? Ja!! Fiiii fii fii
Saito Ryuzaki: Hola! Oye, muchas gracias por haberme recomendado tantos fics, como sabrás no hay muchas personas interesadas en el HH así que conocer a más personas con esos gustos es reconfortante. En especial me gusto le de la orbe del mago, lástima que lleva mucho tiempo sin continuación...
Gaby (hyatt) : Ese momento que esperas va a resultar en verdad muy difícil de escribir, ya que quiero que todas las emociones que se tienen en un momento como ese, queden plasmadas perfectamente. Solo espero que sea algo creíble...
Ciakaira: Vaya! Ya le he encontrado varias dueñas a Shaoran... ¿Cuál será la verdadera? XD
Master, The Gambler: Hola chico lindo! TT tienes razón! Tiene faltas de ortografía! Y yo que reviso los textos (se supone) bueno, a la siguiente lo haré con mayor detenimiento. Oyep, gracias por lo de las clases sobre vampiros! Mmm aunque creo que algo más de info no me haría nada mal! Ahí cuando puedas!
Kikasasa: Mmm eso que me pides se oye difícil.. pero pues lo intentare, aunque no prometo nada..
Tomoe Himura: uu Todos quieren conocer el momento en que Tomoyo se entera ¿por qué? T-T no podríamos dejarlo así? Y todos muy contentos y felices??? TT
Kanna aap: Mmm Eriol fue liberado para que lo capturaran de nuevo XD era eso o quedarse sin su Tomoyito...
Anna Asakura: Pues si, admito que tienes mucha razón sobre esos hospitales, pero piensa esto: ¿por qué tratar con amabilidad a una persona que a asesinado a muchos inocentes? Yo creo que esa seria su ideología...
Kassandra L K: jajaja y quien dijo que Li solamente iba a quedar encarcelado??? XD
Okinu: Yo creo que es una historia algo complicada no? Digo, así somos los humanos y creo que deben de existir varios sentimientos a la vez, no solamente puede haber una persona buena buena, u otro mala mala, porque entonces si no tendría mucho chiste el personaje (momento... ¬¬ creo que Tomoyo es más o menos así XD no importa, ya se le quitará)
Tenshi Akire: Bien!! Que bueno que un pensamiento ayude a las personas a continuar escribiendo.. me has levantado el animo!
Sindy: Muchas gracias por tus comentarios ˆOˆ! Sabes que? Siempre es bueno conocer a personas que comparten tus mismos gustos, y que en cierta parte piensan más o menos igual a ti. Gracias por haberte decidido a dejar algo, con ello tengo la oportunidad de conocerte..
Tais: Hola amiga!! Estaré esperando tu historia, haber si algun día puedes transcribirla a la compu, sino, yo te presto la mía nn!
Dani: Hola niña!! Oye, eres la persona que deja más comentarios diciendo que me apure... en serio que te quiero dar las gracias por eso, siempre que entro a la página y veo un nuevo review tuyo, me acuerdo de la historia (no es que la olvide claro nn U) y me pongo a trabajar enseguida. Tus comentarios son siempre muy bien recibidos, y la verdad quisiera agradecerte mucho por ellos. Por eso amiga, este capítulo está dedicado especialmente para ti! Espero que lo hayas disfrutado, fue hecho con mucho cariño!!!
Bueno, después de esto, hemos terminado con este capítulo!! Haber, que tenemos que aclarar??
1) Oigan, disculpen la muerte de Henry no hubiera sido como todos la esperaban, etc, etc, pero la verdad cuando me puse a pensar sobre eso, pienso que era ya algo muy predecible de lo que pasaría, así que decidí darle algún toque nuevo y que nadie se esperaba (creo) digo, lo último que quiero es que clasifiquen la historia como predecible, ya que no esta hecha con ese propósito, es por eso que no deben de tenerse asegurado el final tampoco..
2) Gracias por los comentarios sobre el último pensamiento del capítulo anterior, en verdad fue algo que salió así de repente, cuando uno esta en esas tardes de inspiración y se pone a escribir así nada más por gusto. Y por el apoyo también muchas gracias..
3) Ooo!! Por fin salió la persona que intenta hacer no se que con Tomoyo! Lo peor es que Eriol también está en sus planes!! Que cosas!!!
4) Vi Troya el día de su estreno, y solo puedo describirla de una manera : °¬° (orlando!! Brad!!)
Ejem, creo que eso es todo. Y gracias de antemano por los reviews venideros, ya que gracias a ustedes, ya casi e alcanzado los 500!! TT Gracias!!
Tiff
"Amarte fue mi pecado... y lo estoy pagando caro en el infierno que tu has creado para mi"
Proporcionado por Tomoe Himura.
