Pareja: Harry / Draco
Disclaimer: Todo es de J.K.Rowling
Capítulo 8: DESTROZADO
Harry bajó, junto con sus amigos, a desayunar y de paso para ver si encontraba a cierto rubio que no se había dignado a esperarle. Pero cuando llegó al Gran Comedor, no pudo distinguirlo entre la multitud de Slytherin, y eso que era fácil de localizar mas bien por el color de su cabello. Al término del desayuno, seguía sin aparecer, y sus amigos le instaron a ir a clases, sin saber cual era su preocupación.
Las clases de DCAO siempre animaban a Harry, pero ésta vez le resultó aburrida y todos se dieron cuenta de que andaba distraído y por tanto, su profesor Remus Lupin le llamó al término de la clase.
- Señor Potter¿podría quedarse un momento?- Harry despidió a sus amigos y se giró a hablar con el mejor amigo del que había sido su padrino, con un asentimiento mudo.
- Harry, hoy estabas extrañamente distraído, no contestaste a ninguna de mis preguntas.
- ¿No eran preguntas libres?- replicó el otro un poco agresivo.
- Sí, pero siempre levantas la mano. ¿Y aquella de la "luparia" que nadie más conocía?- al no obtener respuesta por parte del menor, decidió atacar directamente.- Intuyo que algo te pasa, sabes que puedes confiar en mí, como si fuese Si..., ya sabes a quien me refiero.
Harry hizo un gesto de dolor y quiso revelarle sus sentimientos a Remus: - Lo que pasa es que estoy malditamente enamorado de un rubio Slytherin al que sé que ninguno de mis amigos aceptaría, ayer nos lo pasamos de muerte pero hoy no aparece por ninguna parte y eso me preocupa, a la vez que me da miedo. Pero lo única que salió de la boca del moreno fue: - ¿Algo más señor? Tengo clase de Pociones y no querría llegar tarde.
- Sí, por supuesto, puedes irte- Remus se sintió un poco dolido por la lejanía con la que le trató Harry, pero no dio muestras de ello.
Draco, tras abandonar al moreno en la sala, no había tenido fuerzas para acudir al comedor, y tal vez momentos más tarde, tener que enfrentarse a la mirada del Gryffindor. Por lo que vagó por los pasillos un rato trazando planes para hacerle saber a su amante que habían acabado, aunque ni siquiera él lo quisiese así. Hasta que decidió acudir a la persona que más asco le daba, pero a la que mejor se le daba romper corazones, además de ser su amiga.
- Pansy, necesito tu ayuda.
- ¿Por fin has cambiado de opinión acerca de mi oferta?- preguntó con tono meloso.
- No voy a casarme contigo por mucho que quieras. Se trata de un asunto entre alguien y yo- la chica dejó las bromas aparte e indicó al otro que continuase.- Bien, ayer tuve algo con... bueno, no te importa el nombre, fue con un chico, y sé que siente algo por mí y viceversa. Ahora quiero dejarle y no sé cómo hacérselo saber sin decirlo de frente.
- ¿Acabas de admitir que estás enamorado¿Tú, un Malfoy? Y encima que estás correspondido¿piensas dejarle como una sucia serpiente?
- Exactamente eso, aunque yo no diría "sucia". ¿Tienes algún plan?
- ¿Por qué quieres hacerlo Drake?- su amigo hizo un gesto de asco al oír ese sobrenombre- Sabes que te harás daño.
- Lo sé. Ahora, dime tu plan.
Harry salió corriendo del aula de DCAO. Había dicho la verdad a su profesor, si no llegaba en 5 minutos abajo, estaría castigado por lo menos una semana. Por suerte para él, o por desgracia para Snape, sabía unos cuantos atajos para llegar a tiempo.
Cuando corría por las mazmorras le llegó el sonido de los murmullos de sus compañeros, y se aproximó, ya lentamente al aula. Al llegar, lo primero que vio hizo que la sangre se le congelase en el momento: Draco y Pansy se besaban apasionadamente hasta quedarse sin aire y sin importarles los cuchicheos de las personas de alrededor. Cuando Draco alzó la mirada una milésima de segundo, sus ojos y los de Harry conectaron, y dieron a éste último, la fuerza para salir corriendo de allí, atropellando a todo el mundo y sin importarle ya la clase, ni la mochila que había dejado caer.
Hermione, que estaba cerca de la puerta, vio los sucesos y también la cara de angustia y dolor que se le formó en la cara a Harry al ver la escena, y comenzó a atar cabos.
Draco apartó de un empujón a su acompañante, la cual se recolocó un poco el pelo y se fue a su sitio seguida del rubio.
- Entonces, era Potter¿no es cierto?
- Sí- le respondió el otro con una sonrisa cansada.- Y ahora, me odiará y me podré olvidar de él, y él de mí, para no hacerle daño.
- No lo creas- replicó la Slytherin- por su expresión dolida, esto no le será fácil de olvidar, y como te conozco, sé que para ti tampoco.
- Pero lo intentaré- afirmó el platinado.
Harry corrió a encerrarse en su habitación donde lloró durante horas hasta que ya no le quedaron lágrimas. Le parecía horrible la manera en la que había confiado en el rubio y él le había tirado, sin más. Sentía cómo había jugado con él y quiso odiarle con todas sus fuerzas como no había podido nunca, ni siquiera desde primer año, pero no pudo, la verdad es que nunca le había odiado, y nunca lo podría hacer.
A la hora de comer, se decidió a bajar para no mostrarse débil y para no levantar sospechas.
- Hey Harry¿por qué te fuiste de clase?- quiso saber Ron que despistado como era no se había dado cuenta de nada. Hermione le dio una disimulada patada al pelirrojo pero éste no se percató del por qué.
- Sólo que tenía que hablar con Remus- dijo Harry fingiendo una sonrisa y frotándose una vez más los surcos que habían dejado las lágrimas por sus mejillas.
- No le pasa nada¿ves Herm?- dijo Ron a su amiga. Pero ésta no estaba para nada convencida.
Harry disimuló que comía para no recibir quejas de sus amigos, pero en el fondo intentaba calcular el momento en el que el rubio saldría para abordarle y hablar con él.
Draco, se levantó de la mesa molesto, por haber tenido que rehuir las miradas del ojiverde toda la comida, aunque estaba realmente preocupado por él, pues estaba bastante pálido y no había comido casi nada.
Al salir del Comedor, pensó una mentira rápida que el moreno se pudiese creer, aunque le doliese a él más que a nadie.
- Malfoy- oyó que le llamaba el predecible Gryffindor.
Draco se dio la vuelta con la máscara de frialdad indiferente en su cara e interrogó al otro silenciosamente.
- Yo...bueno...quería hablarte de lo de ayer.
- ¿No ves que no significó nada Potter? Sólo era una apuesta, no siento nada por ti.- Y sin más se dio media vuelta sin atreverse a encarar el rostro del joven, destrozado.
Harry, había regresado al dormitorio y se pensaba pasar allí el resto de su vida encerrado. No sentía ánimos para hablar con nadie y no creía que le entendiese por lo que cayó en una profunda depresión de la cual, sus amigos desconocían la causa aunque una lo intuía.
- Malfoy, tenemos que hablar.
- No gracias, no hablo con gente de bajo...digamos de bajo rango social.
- Que distinto a tu acostumbrado sangre-sucia- le puntualizó Hermione.- Entiéndelo, a mí me da tanto asco como a ti hablarte por lo que seré breve. ¿Qué le has hecho a mi amigo!
- ¿A Weasley? Sólo un ojo morado.
- No me refería a ése sino al otro. ¿Quién crees que le curó el ojo a Ron?
- ¿A Harr...Potter? Sólo me divertí un poco.
Hermione notó el pequeño desliz en sus palabras y llegando a la conclusión de que no llegaría a nada con ése, decidió marcharse, no sin antes advertirle al rubio. – Como te vuelvas a acercar a alguno de mis amigos lo pagarás bien caro.
- Harry, por favor acompáñanos a cenar. No has probado bocado desde ayer.
- No tengo hambre Herm. Además ya le pediré algo a un elfo doméstico, no os preocupéis por mí.
- Eso mismo dijiste ayer y no lo cumpliste- le recordó la castaña.- Ayúdame Ron.
En ese momento Ron Weasley se sentó en la cama junto a su mejor amigo para tratar de hablar sobre su "problema".
- Harry¿qué te pasa? Antes siempre nos lo contabas todo. Mira, si no quieres contárnoslo no te voy a recriminar, pero por favor ven a cenar.
- Gracias Ron- sonrió Harry agradecido de verdad. Luego se echó a llorar.- Sois los mejores amigos que alguien pudiera desear.
Los repentinos cambios de humor en Harry ya se habían hecho frecuentes esos últimos días por lo que los otros no se sorprendieron.
- Venga Harry, ven con nosotros- le empujó Ron suavemente.
- No tengo hambre, en serio- se quejó suavemente, pero pronto lo único que salió de su boca fueron gritos- ¡Ron, bájame!
- No, hasta llegar al Gran Comedor- se rió el pelirrojo con su amigo en brazos.- Aunque la verdad esto no es cosa de risa. Pesa extremadamente poco.
Un poco antes del último tramo de escaleras lo dejó en el suelo y le ayudó a levantarse.
El moreno gruñó molesto, pero, algo abatido y sin atreverse a levantar la mirada del suelo, entró en el comedor, se sirvió y comenzó a revolver su comida sin ser consciente de que, desde la mesa de Slythern, un par de irises grises le observaban con fascinación y a la par, preocupación.
Draco notaba que "su" Harry estaba sumamente pálido, tenía ojeras y estaba mucho más delgado, además de que había faltado a clases y sus amigos se veían preocupados.
Mientras tanto en la mesa de Gryffindor los compañeros de Harry intentaban sonsacarle el por qué de su falta.
Harry, no queriendo responder, se levantó rápidamente de la mesa sin llevarse nada a la boca, y caminaba junto con Ron, Seamus, Dean, Hermione y Neville cuando, cerca de la puerta, le vino un mareo.
- ¿Harry, estás bien?- preguntó preocupado uno de sus amigos.
- Sí, adelantaos un poco. Sólo tengo que esperar un minuto.
Los otros le hicieron caso y marcharon a terminar sus deberes, no sin cierta reticencia. Harry, probó a dar unos pocos pasos más y sintiéndose mejor, siguió su camino hacia la Torre, pero al comienzo de las escaleras sintió un punzante dolor de cabeza y estómago, comenzó a ver borroso, las fuerzas le abandonaron, y todo se oscureció mientras caía hacia atrás.
Draco, había seguido a la tropa de Gryffindors disimuladamente y extrañado, observó cómo abandonaban a Harry, aún cuando le había dado un mareo. Por seguridad del moreno, se decidió a seguirle y cuando llegaba a la escalera vio cómo éste caía hacia atrás como un muñeco desmadejado, y con el corazón desbocado, le salvó justo a tiempo de una caída por las escaleras. Sorprendiéndose del poco peso lo transportó hasta la enfermería, sin importarle lo que decían por los pasillos, y delicadamente depositó su preciada carga en una cama para que Madame Pomfrey le examinase.
- Ya puede marcharse, gracias por todo- le echó amablemente la enfermera.
Draco se marchó aliviado a la vez que preocupado por lo ligero que le había resultado transportar al moreno, y por primera vez, pensó seriamente volver con él, pero no quería hacerle más daño, ya había causado mucho, intentando no hacérselo. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado!
Fin del capitulo
