Ni Yu-Gi-Oh ni ningún personaje que salga en la serie me pertenece. (Ya me gustaría a mí tener a Seto UU). Todos los personajes que no reconozcan son ideas originales mías, si quieren utilizarlas, pídanme permiso. (¡Que disclaimer más rancio!)

Capítulo 1: Un deseo mal concedido.

Seto Kaiba tecleaba de forma frenética en su computadora, como siempre hacia. Miro el reloj de la pared. Las 11 de la noche. Debería haberse ido hacía cuatro horas, pero el trabajo lo tenía absorbido por completo.

Termino el texto en el que trabajaba, salió de la Kaiba Corp y se dirigió al aparcamiento donde le esperaba su chofer. Llego a su casa una media hora después. Antes de entrar le dijo al chofer que ya no lo necesitaría mas y que se fuera a su casa, recordándole que tenía que pasar a recogerlo a primera hora de la mañana.

Entró en la casa. Sus zapatos resonaban en la silenciosa y vacía mansión. Sí, vacía. Seto detestaba que en su casa hubiera más personas que las necesarias, por eso la cocinera y el mayordomo se iban después de cumplir su cometido y el servicio de limpieza diaria siempre llegaba después de que él y Mokuba se fueran.

Y hablando de Mokuba, ya había subido las escaleras y estaba enfrente del cuarto de su hermano. Abrió la pesada puerta de roble con mucho cuidado para no despertar al pequeño. Siempre hacia eso antes de acostarse, no importaba lo cansado que estuviera o lo tarde que fuera. Siempre tenía que comprobar si su hermano estaba bien, si no, no podía dormir tranquilo.

Se acerco a la gran cama y descorrió los doseles con cuidado. Ahí estaba, respirando tranquilamente, con todas las mantas liadas por lo calurosa que se hacía esa noche de abril. Sonrió internamente y puso bien las frazadas antes irse a su cuarto.

"Vaya, vaya. Así que esta es la ciudad de Dominó"- Pensó mientras miraba las luces que divisaba desde la gran altura en la que se encontrara. -"Tampoco es nada del otro mundo. Pero seguro que hay algo divertido que hacer por ah

-Damas y caballeros, acabamos de llegar a nuestro destino- Empezó a decir de forma socarrona. Le encantaba hacer el tonto. Empezó a descender en picado- Ahora mismo vamos a sobrevolar las calles de la forma más peligrosa que se me ocurra, sujeten sus equipajes y sus cabezas. Ah, y reacuérdenle a la piloto que no olvide volverse invisible ante el ojo mortal. ¡Muchas gracias!

Agito sus delgadas alas doradas de libélula cada vez más fuerte. Sus ojos esmeraldas brillaron con alegría. Su pelo negro con mechas rojas se agitaba  de forma violenta. Antes de chocar contra el duro asfalto se elevó, pasando por debajo de un coche. Con su estado inmaterial atravesó un edificio, levantando las faldas de las mujeres que estaban en él, que gritaban enojadas preguntando quien había dejado la ventana abierta.

Volvió a subir a las nubes y paro por fin su alocada carrera. Se desperezo como lo haría un gato y suspiro.

-¡Ahh, que bien sienta estar viva!- Dijo al aire. Se encontraba feliz. Después de toda una larga vida había llegado a la recta final. Un solo paso y terminaría con todo. Sería libre. Solo un deseo más.

-¡Bien, manos a la obra!. Seguro que en esta ciudad hay alguien que tiene un deseo. Y yo se lo cumpliré… le guste o no.

-Mokuba, termina pronto de desayunar o llegaras tarde.- Le pidió Seto a si hermano.

-Hai, Nii-sama- Respondió este sin ganas. A Seto le pareció extraño el comportamiento tan apagado de su hermano, pero no pregunto.

Mokuba revolvió el cereal delante suyo y se metió una cuchara en la boca. Estaba muy desanimado. Miro a su hermano mayor y suspiró. Seto cada vez estaba más tiempo en la compañía y menos con él.

Vale que siempre estaba mucho tiempo en la compañía, desde que tenía memoria. Pero de vez en cuando jugaba con él a los videojuegos o iban a tomar algo por ahí, o lo llevaba de paseo. Pero llevaba una temporada sin apenas verle el pelo castaño. Era bastante insoportable, la verdad. Echaba de menos a su nii-sama, eso no era un delito.

Con toda este desanimo fue a la escuela. Charlando y jugando con sus amigos se le pasó ligeramente la tristeza. Pero cuando el día escolar terminó y volvió a la mansión sintió como la soledad volvía a apresarle. El mayordomo se había ido ya y la cocinera también, después de servirle la cena.

Subió a su cuarto y se tiro sobre la cama. Estuvo así durante horas. La noche ya había caído y las estrellas brillaban alegres. Miró por la ventana y le pareció ver un brillo dorado…

Sobrevolaba por el mundano ruido de coches y el tráfico. Pronto llego a una zona residencial. La gente rica tenía de todo, no sabía si necesitaban algo. Pero su sexto sentido le decía que alguien deseaba algo con mucha, mucha fuerza. Había estado todo el día buscando una señal como esa.

Pronto llego a la mansión más grande de todas, y también la más solitaria. Sonrió la notar el hormigueo en sus manos. La magia gritaba salir por todos los poros de las yemas de sus dedos.

Cuando se posó sobre el alfeizar de la venta vio a un muchacho, de unos doce años, con la mirada más triste que se pudo imaginar. El niño suspiró, agachando la cabeza. Ella atravesó la ventana y revoloteo a su lado por unos instantes, atenta a lo que decía el pequeño moreno.

-Me gustaría… me gustaría que para Seto jugar conmigo fuera más divertido que estar con su empresa.- Murmuró al aire

"Oh, lo sabia. Este es ÉL. ¡Sí, por fin mi número mil!. Vamos, guapo, deséalo. Desea algo."

-Quisiera que nii-sama pasara más tiempo conmigo.

"Yo puedo cumplirlo. ¡Venga, vamos!. Di la palabra deseo. Puedo doblar las reglas, pero no romperlas. ¡Vamos, deséalo!"

-Deseo… deseo que aunque solo sea por un día, nii-sama solo ponga toda su atención en mí- Susurró al fin, después de una pausa.

"¡Oh, sí, sí, sí!. Gracias encanto. Además… este es el mejor deseo que me han pedido. Tengo una idea genial de cómo cumplirlo… Va a ser tan divertido"- Pensó y entonces desvaneció su hechizo para mantenerse imperceptible.

-Deseo concedido- Dijo con una fuerte carcajada ante la cara de asombro del niño, que acababa de ver como una chica se había materializado delante suya.

-¿Quién… quien eres?. ¿Cómo has entrado?- Pregunto asustado. Pero la chica no le hizo caso. Levanto las manos y una inmensa luz blanca salió de la punta de sus dedos. Toda la habitación quedo deslumbrada. Mokuba empezó a sentir un extraño calor por todo el cuerpo. Cuando el calor se volvió abrasador gritó muy asustado.

En cuanto Kaiba había cerrado la puerta de su casa escucho un fuerte grito del piso superior.

-¡¡Mokuba!!- Gritó, temiendo lo peor. Soltó su maletín y subió las escaleras a toda velocidad. Rezaba por que no le hubiera pasado nada a su hermano. Abrió la puerta de roble violentamente y se precipitó hacía el cuarto, buscando con la mirada a su hermano.

Lo que vio lo dejo de piedra.

-¡¿Mo…Mokuba?!

No, no podía ser. Solo alguien estaba en la habitación pero… ¡¡pero era imposible!!.

N de A: Es el primer fic de Yu-Gi-Oh que hago y debo reconocer que no llevo mucho tiempo viendo la serie, por lo que si he metido la pata en algo, hagan la vista gorda, por favor. U

Otra cosa. No estoy segura de la diferencia de edad de los hermanos Kaiba, pero yo he puesto unos cuatro años. Si también me he equivocado, perdonen. ¡Ah!, y lo de la cicatriz de Mokuba en el pie, me lo he inventado :P