Yu-Gi-Oh no me pertenece ni me pertenecerá, ya que no tengo tanta suerte (ni dinero) para poder comprar los derechos de autor UU
Todo lo que esté entre paréntesis, en negrita y cursiva son los pensamientos de una personita jiji
Capítulo 2: Empieza la pesadilla.
Un bebé. Un bebé tumbado boca arriba en la cama de su hermano era la única persona que ocupaba el cuarto. Llevaba las ropas de Mokuba, que le quedaban enormes…
Seto se acerco a la cama para mirar el niño más de cerca. Tenía una gran mata de pelo negro y espeso y unos enormes ojos lavanda. Era igualito a… igualito a…
El niño lo miro y alzó sus manitas.
-¡¡Duu!! (¡¡Ah, que alto eres!!. Cárgame. Seguro que puedo verlo todo desde tan arriba. Por cierto, ¿te conozco?).
Seto calculó que debía de tener unos dos meses. El niño seguía estirando sus manitas, pero el CEO no lo tomó en sus brazos.
"No pienses tonterías, Kaiba. Este bebe no es Mokuba. Mi hermano debe estar por otro lugar de la casa… si, eso debe ser. El grito venia del piso superior, pero no se si exactamente de este cuarto."-Se dijo a si mismo. "Pero se parecen tanto… Y además, ¿qué hace aquí un bebé?"
Se agacho para mirarle más de cerca el lindo rostro y el bebé aprovecho para revolverle el pelo con las manos.
(No quieres cargarme. Bueno, no importa. nn ¡Me gusta tu pelo!)
-Una cucada de nene, ¿no te parece?- Escucho una voz a su espalda. Se giró bruscamente.
¿De donde salía esa chica tan rara?. Y eso que tenía pegado detrás eran… ¡¿alas?!
-Dime ahora mismo como has entrado y porque estas aquí- Demandó con la voz más fría y dura que podía salir de su garganta. Muchos se asustaban ante esto, pero a la chica rara parecía hacerle gracia.
-Tú eres el nii-sama- Afirmó, no pregunto, mientras se aproximaba. Ahora que podía verla de cerca se fijo en un par de detalles. Lo primero es que esa chica parecía no importarle en absoluto la demanda que le pondría por allanamiento de morada. La segunda es que tenía un gusto pésimo para vestirse, con ese top azul eléctrico y los pantalones ajustados por debajo de las rodillas a rayas verdes y amarillas. No llevaba zapatos, sino unas cintas entrecruzadas por los pies y los tobillos y muñequeras negras. Y por último, que seguramente se había escapado de un manicomio. Sino, ¿qué clase de persona llevaría alas pegadas en el espinazo?.
-Responde a mis preguntas. Además, quiero que me digas donde esta mi hermano. ¡¿Le has hecho algo?!
-Bien, contestare a todas tus preguntas. A) he entrado por la ventana. B) estoy aquí para hacer mi trabajo. C) tú hermano lleva en el cuarto todo el rato, en la cama…
-¡¡Déjate de estupideces!!. ¡Mi hermano tiene doce años, no es un bebé!.
(¡Ahww!, el niño alto que se me hace conocido parece enfadado con las luces de colores. Mejor me quedo calladito para no molestarle)
-Esa es la respuesta D) sí, le he hecho algo a tu hermano.
-¡¡Desgraciada!!- Gritó agarrándola por los hombros.- ¡¿Qué le has hecho a Mokuba?!
La chica sonrió y al segundo siguiente Seto solo sostenía el aire.
-Cuida tus modales, chulito. Y tranquilízate.- Oyó de nuevo a su espalda. Volteó para verla sentada en el aire. ¡¡¿SENTADA EN EL AIRE?!!
Abrió los ojos como platos. Ella carcajeó divertida.
(¡Ohh, flota!. ¡Yo también quiero!)
-¿Se te ha comido la lengua el gato, chulito?
-¿Quién… que eres?
-Ya era hora que preguntaras.- Se puso de pie aun en el aire e hizo una reverencia burlesca.- Mi nombre es Nox Noctis, a tu servicio. O más bien, al de tu hermano.
-¿Qué…?
-Veras, iré rápida porque hay prisa. Soy un hada. Viajo por el mundo cumpliendo deseos a los que lo piden y son captados por mi oído. Utilizo mi magia de la forma que quiero para cumplir los deseos del modo que a mí mejor me parezca. Y le he cumplido su deseo a tu hermano convirtiéndole en esa ricura que ves.
-¡Pretendes que me trague que Mokuba deseó rejuvenecer doce años!
-Am…, no exactamente. Veras, te cuento. Tu hermano estaba muy, muy, muy, muy, muy triste ya que su nii-sama no le hacía ni pizca de caso…
Puñalada trapera.
-…así que deseó que, aunque solo fuera por un solo día, tú le dedicaras toda tu atención. Y yo tuve la magnífica idea de que la mejor forma de que le prestaras atención era convertirlo en un crío de pañales, porque todos saben la atención que necesita un bebé.
¿Esa chiflada había distorsionado el deseo de su hermano de una forma tan retorcida?. Pero espera un momento… ¡era una locura!. ¡Para empezar, las hadas no existen!. Eso seguramente sería un truco de una desequilibrada.
-No te creo- Dijo tozudamente.
-¡Mira que eres cabezota!- Respondió molesta.-¡¡Ahh!!. Dime, ¿tu hermano tiene alguna cicatriz en el cuerpo o alguna marca de nacimiento?. Por que ya veras como ese niño lo tiene.
Seto pensó detenidamente. Cuando Mokuba era muy pequeño se atravesó la planta del pié al pisar un clavo. La cicatriz se le quedo para siempre. Sin decir una palabra volvió a inclinarse al niño, que no había dicho nada y parecía fascinado por la chica que volaba vestida con los colores de un cartel de neón. Le examinó su piececito y descubrió la marca. Sintió como si toda la sangre se le hubiera ido del cuerpo.
-Pareces un fantasma.- Comentó -Ves como es tu hermano.
Kaiba se mantuvo en silenció durante un instante.
-Eso no quiere decir nada. Puede que supieras sobre la cicatriz de Mokuba y que este niño simplemente sea un chiquillo que se le parezca y que también tenga una.
-Por supuesto. Abundan los niños de dos meses, japoneses, de ojos lavanda y mucho pelo negro con cicatrices en los píes en el lugar exacto donde lo tiene tu hermanito- Dijo de forma irónica- ¡Vamos, por favor!. Mira, puedes seguir negando lo evidente, pero el hechizo no se romperá hasta que le dediques TODO un día Seguido a tu hermano. Así que espabila. Puedes hacerle todos los análisis que quieras para comprobar que lleva tu sangre. Tú tiempo esta corriendo, chulito. Es medianoche y la arena del reloj va cayendo…
Y desapareció de nuevo. Seto recorrió hasta el último rincón con la mirada, para ver si seguía en el cuarto. Suspiró al ver que esta vez si se había ido.
Se sentó en la cama, al lado de su encogido hermano. Sí, en el fondo sabía que era su hermano. Algo se lo decía. Por muy cambiado que estuviera siempre reconocería a su otouto. Pero todo eso era tan… tan… irreal. ¿Por qué tenía que sucederle a él?.
-Guu (Oye, llevo mirándote un buen rato y te pareces a mi nii-sama. ¡Has crecido mucho!) - Dijo Mokuba. Seto lo miró largamente. Tenía que reconocer que su hermano era adorable. Se inclino hacía él y le acaricio ligeramente la cara. Se sorprendió al notar que estaba helado. Decidió envolverlo con un jersey que encontró tirado por el cuarto (debería hablar seriamente con Mokuba sobre lo desordenado que era cuando recuperara de nuevo la capacidad intelectual para tener una conversación con él). Se inclino de nuevo con mucho cuidado sobre la cama.
Y apareció el primer problema.
¡¿Cómo se carga a un bebé?!
Sintió como una gota de sudor rodaba por su espina dorsal. Él nunca había cargado a Mokuba cuando era pequeño. Solo tenía cuatro años y no pensaban que pudiera sostenerlo sin caerlo.
-¿Guu?. Dua buu (¿Te pasa algo?. Te has quedado quieto como estatua. Yo creía que ya ibas a cogerme en brazos).
¡¿Había estado cuidando de Mokuba desde que se quedaron huérfanos y no tenía ni puñetera idea de cómo cogerlo?!. ¡¡Eso sí que era patético!!. Y no solo eso. Tampoco sabía nada de bebés. Jamás había cambiado pañales, ni preparado un biberón, ni nada. Cuando tuvo que empezar a cuidar de su adorado hermano este ya sabía hacer sus necesidades básicas solito (¡gracias al cielo!).
Respiró hondo. Intento hacer memoria sobre todo lo que supiera de recién nacidos. No era mucho, la verdad. Ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que estuvo delante de uno. Pero sabía que eran muy, muy delicados. Intento razonar el porque y su lógica mente le dio la respuesta. Los músculos de los bebés no estaban lo suficientemente desarrollados para soportar su peso, sobre todo los del cuello.
En momentos como estos era cuando agradecía ser un genio.
Sujetando con muchísimo cuidado la cabeza del chibi Mokuba con una mano, lo envolvió en el jersey y lo cargó en brazos muy despacio. El niño no hizo ninguna queja y eso tranquilizo de sobremanera al CEO.
Bien, ¿y ahora que?. ¿Qué iba hacer con su hermano?. Recordó las palabras de la jodida luciérnaga radioactiva. Dentro de veinticuatro horas su hermano volvería a la normalidad. Pero mientras tanto necesitaba cosas, muchas cosas.
Para empezar ropa. Y en la mansión seguro que no había nada de la talla del encogido muchacho. Cuando terminaron en el orfelinato no se llevaron sus cosas de bebes y cuando el mal nacido de su padrastro los adoptó obvio que no necesitaban de eso, por lo que jamás las compro. Suspiró hondo. Tendría que hacerlo él.
Se dirigió a la sala que tuviera un teléfono más cercana. Con mucho cuidado sujeto firmemente a Mokuba con una mano (ya hasta iba cogiendo práctica) y con la otra agarró el aparato inalámbrico y marcó los números correspondientes. No le importó que fuera más de medianoche y que seguramente despertaría a uno de sus subordinados. Una adormilada voz contestó de muy malas ganas.
-¿Diga?
-Necesito unas cosas- Empezó sin dar mas explicaciones. No iba a molestarse con eso.
-¡¿Se… señor Kaiba?!- Preguntó asustado.
-Quiero que traigan a mi casa todo lo necesario para el cuidado de un recién nacido de unos dos meses y…- Levantó ligeramente a Mokuba- unos cuatro quilos de peso. Ropa, pañales, biberones… Todo. Y tiene que estar aquí inmediatamente. Si tardan más de quince minutos estás despedido.- Sin decir nada más colgó, sin darle tiempo al hombre de decir ni mu.
-Guu ba duu (Jo, que autoridad tiene mi nii-sama)- Balbuceó el bebé soñoliento.
Se sentó en el sillón más cercano y se frotó los ojos con cansancio. Era la una de la mañana. Y tenía una reunión a las ocho, a la que no podía faltar. Debería dejar a Mokuba al cuidado del mayordomo. Intentaría darse prisa con la reunión y volver cuanto antes.
Miro al bebé, que se había quedado dormido en sus brazos. Le acarició ligeramente la cabeza y las mejillas sonrojadas. Mokuba parecía uno de esos niños para anuncios, tan pequeño y gracioso. La luciérnaga tenía razón cuando dijo que era una cucada.
Frunció le ceño al recordarla. ¡Esa estúpida imitación de ser fantástico!. ¡¿Por qué demonios había tenido que rejuvenecer a Mokuba?!. Si su hermano quería tener su atención solo tendría que habérselo dicho. ¡Podía haber cumplido el deseo de otro modo!.
Se sentía culpable. ¿Cuando había sido la última vez que había cenado con Mokuba?. ¿O habían jugado con los videojuegos?. No lo recordaba con exactitud. Dos meses… quizás más.
Había descuidado al pequeño. Su trabajo lo había absorbido por completo. Y aun así su otouto no se quejó. Siempre tan considerado…
El timbre lo sacó de sus pensamientos. El ligero bulto de sus brazos se despertó por el ruido y se puso a llorar. Seto se quedo de una pieza, mientras el timbre seguía sonando incansable, haciendo que el llanto fuera más fuerte e incontenible.
-¡¡BUAAAA!! (¡¿Qué es ese ruido?!. ¡Me ha asustado! o ¡¡Y me ha despertado de mi agradable sueño!!)- Lloraba el pequeño.
El mayor de los Kaiba se dirigió enfadado al telefonillo y apretó el botón con furia.
-¡¡Para ya, imbécil, ya te he oído!!
-Lo… lo siento, señor. Pensé que podría estar dormido.- Se excusó.
-¡¡¡Pues no pienses!!!- Gritó antes de cortar. Le dirigió la vista a su hermano, al que las lágrimas seguían cayéndole por las mejillas, pero que había parado de gritar y lo miraba con los ojos abiertos a más no poder.
(Ohh, que guay es mi nii-sama. Ha parado el ruido de un solo grito)
-Ya, otouto, ya.- Susurró limpiándole las mejillas
(nn Okis)
Seto bajo a la entrada con el niño en brazos. Abrió de muy malas pulgas la puerta y le indico al tembloroso mensajero que dejara todos los paquetes en el recibidor y que se largara.
Miró todas las cosas con pesar. Pañales, biberones, bolsas con ropas, una cuna, un cochecito, una bañera de plástico, champú y gel para bebés, juguetes, talco (¡¿Para que servia el talco?!), toallitas… en fin, de todo.
De todo menos lo que en verdad necesitaba. Un milagro que lo sacara de esa pesadilla.
Mokuba miraba las cosas y los juguetes con alegría.
-¿Da guuu?. ¡¡Daaaa!!. Oh, ¿Guu bu bo? (¿Todo esto es para mí?. ¡¡Genial!!. Oh, ¿Por qué tienes esa cara de muerto desgraciado, nii-sama?)
N de la A: ¡Muy buenas!. Cada vez se esta poniendo mas interesante, espero. Acepto todas las sugerencias que quieran darme para hacerle la vida a seto más complicada. Todos los problemas que pueda dar un bebé...
Por cierto, algunos signos que usamos para hacer caritas por alguna razón que desconozco ff.net no los muestra (como los asteriscos o el guión bajo). Es un problema que no se si se puede solucionar (si alguien sabe como hacerlo, que me lo diga) así que pido disculpas si algunos emoticones no se entienden.
Y ahora a contentar reviews:
lubumi: ¡Me alegra que te gustara el capítulo anterior!. Je, lo que le pasó a Mokuba no fue nada serio (para el niño, claro esta jeje). ¡Espero que este cap te haya gustado tanto como el anterior!. ¡Muchas gracias por el review, hasta otra!
Gabe Logan: Aquí esta el nuevo capítulo. Ojalá sea de tu gusto. ¡Muchas gracias por el review, nos vemos!
Sarina: Je, a mí también me encanta ver en problemas a Seto (soy mala). Si ya de por si es tierno con su hermano, en este fic se le caerá la baba (vamos, con una monada como el chibi Mokuba a quien no nn). ¡Gracias por el review!
Kisara: Bueno, espero que te siga gustando esto. Estoy totalmente de acuerdo contigo, los hermanos Kaiba son adorables. (uno tan mono y el otro tan encantadoramente antipático). ¡Gracias por los ánimos!
la neko: Bueno, ¿que te parece?. Lo que le pasó a Mokuba es lo suficientemente bueno? XD. ¡Gracias por el review!
