Detective Conan no me pertenece, pero todo lo que salga en el fic y no en la serie original sí. Esto es un Universo Alternativo (UA) y ya os habréis dado cuenta de que yo no estoy muy inspirada para el disclaimer n.nUUUUUUUU

Capítulo 4: La destrucción del Bosque de las Hadas.

Ran y Heiji se quedaron sorprendidos al observar el gigantesco árbol cuyas raíces muy sobresalidas de la tierra se habían convertido en la morada del joven mago. Por los alrededores no había más árboles, ya que el más grande les quitaba la luz del sol.

Tened cuidado con los escalones- Les advirtió Shinichi mientras pasaban. Se encontraron en una sala no muy grande, pero tampoco pequeña. Con una ventana tallada en la pared de madera y bajo ella una mesa con restos de comida. Al otro lado había un mullido y algo viejo sofá junto a una mesa tosca que tenía un tarro de un líquido color amarillo claro. Ran había visto antes esa cosa. Era una pócima que brillaba cuando se mezclaba con agua. Cuantas más gotas de agua echaras, más horas permanecía encendida. Una lámpara casera.

Shinichi les indicó que tomaran asiento mientras él cogía una silla de la mesa. Le preguntó a la hada si quería una, pero ella negó con la cabeza mientras se llevaba los platos a una habitación continua. Ran notó que en la casa la única puerta que había era la de entrada, el resto solo eran marcos. Kazuha entró de nuevo y se acercó al grupo. El ruido suave de cascabeles volvió a oírse mientras la chica se sentaba en el aire. Heiji se quedó viéndola sorprendido.

¿Cómo puedes volar si tus alas han desaparecido?

Mis alas no han desaparecido- Contestó. –Simplemente es que solo pueden verse cuando me da la luz del sol.

El chico asintió sorprendido, aunque sin demostrarlo abiertamente.

Bueno. ¿Que es lo que queréis de mí?- Preguntó sin rodeos el mago. La princesa le contó todo lo hablado en el consejo sobre la amenaza que parecía abatirse sobre Zafiro. Shinichi la escuchó atento y cuando calló suspiró cansado.

Emm… Shinichi. ¿El Océano del Fin es el lugar donde provenía esa extraña sensación que me enviaba el viento?

Así es, Kazuha- Musitó.

Entonces ya sospechabas algo- Dijo Heiji.

No estaba seguro.- Murmuró poniéndose de píe y acercándose a la ventana, dándoles la espalda.

¿Pero todo esto que tiene que ver contigo?- Preguntó Kazuha a su amigo.

Él es el único que puede saber como eliminar a esa criatura- Respondió el príncipe.

Bromeas.- Replicó Kazuha incrédula.

No.

Sí, si lo hace- Contestó el mago. –Os habéis equivocado de persona.- Ran se levantó sobresaltada.

�¿Acaso no eres el descendiente del poderoso mago que derrotó a Daemonium hace ya tantos siglos!- Preguntó de forma retórica

Vaya…- Escupió mirándolos de nuevo con una sonrisa irónica.- Ahora sí soy el descendiente de un poderoso mago, pero hace once años solo era el bastardo de una hereje.

Ran calló no sabiendo que contestar, pero Heiji se enfadó.

¡No puedes negarte a ayudar por lo que le pasó a tu progenitora!. ¡Fue juzgada y condenada por un delito muy grave, pero no por eso debes guardar rencor a las personas!

Ella no fue juzgada, solo condenada- Respondió con fría ira, mirando al otro joven con fiereza.

�¿Es que no te importa ver los Cuatro Reinos destruidos!

Yo ya no pertenezco a ninguno de esos reinos.

ººººººº

Volar en grifos era una extraña experiencia. Eran unos seres inteligentes, poderosos y, ante todos, fieros y salvajes. Usarlos como trasporte debía ser lago humillante para ellos. Por suerte, el hechizo que "su majestad" les había aplicado los convertía en esclavos sin voluntad.

Esclavos… como ellos. Una sonrisa irónica cruzó su cara

¿Estas bien?

Miró a su compañero, volando a su lado. Asintió ligeramente. Él ya estaba de por si bastante mal para que encima se preocupara por ella.

Estamos llegando.

Justo a sus pies se encontraba el inmenso Bosque de las Hadas. Sería una tarea difícil, teniendo en cuenta el poco tiempo del que disponían. Mordió su labio cuando unas ganas de llorar invadieron su garganta.

Hagámoslo lo… lo más rápido posible. No quiero que sufran…

Por supuesto.

De sus capas sacaron dos grandes gemas rojas. Canalizadores mágicos de poder. Servían para conjurar hechizos sin que el mago se quedara sin fuerzas por ello. Golpearon los costados de los seres con los talones dos veces. Era la señal para que obedecieran. Al unísio entonaron un cántico suave, mientras que los grifos abrían sus poderosas mandíbulas…

ººººººº

La pelea había terminado. Shinichi les pidió que abandonaran su casa antes de bajar a su estudio. Kazuha suspiró y los acompañó a la entrada.

Hablaré con él- Les dijo mientras abría la puerta –Ahora mismo se encuentra enfadado. Suele ser menos cerrado, pero el tema que se abordó es doloroso.

Entendemos- Dijo Ran –Debimos haber sido menos irrespetuosos. Al fin de cuentas, hemos venido a pedirle su ayuda, pero no hemos sido nada educados. Dile que estaremos acampados cerca de aquí.

¿Os quedareis?

Sí, todo el tiempo que haga falta. Este asunto es muy serio.- Dijo Heiji- También trasmítele mis disculpas…

De acuerdo.

Cuando los dos príncipes iban a salir por la puerta, un ruido sonó muy lejano. El hada dio un aterrador grito de dolor y cayó de rodillas, llevándose una mano al pecho y apoyándose en el suelo con la otra.

Heiji reaccionó rápidamente mientras se arrodillaba a su lado y la sujetó por los brazos, incorporándola para que se sentara en el suelo. Lagrimas escapaban de los ojos de la pequeña.

¿Qué ha pasado?- Preguntó el chico, pero no recibió respuesta puesto que segundo sonido se escuchó, a la par que la chica volvía a aullar de dolor, agarrándose a las ropas del moreno para no caer.

Shinichi apareció, con el báculo en su mano y vio asustado la escena.

¿Qué le ocurre?- Preguntó arrodillándose junto a ellos. La más joven se había acurrucado en el pecho del otro, encogida en un intento de calmar su dolor. Heiji no sabía que hacer, no entendía absolutamente nada.

No sabemos- Contestó Ran alarmada –Escuchamos un ruido y ella cayó.

Shi… Shinichi- Murmuró antes de que su cuerpo volviera a convulsionarse de dolor, arqueando la espalda y apretando la ropa con más fuerza, hasta que sus nudillos se volvieron blancos. El gritó fue igual de fuerte que los otros.

�¿Qué tiene!- Preguntó Ran.

No… no puede ser.- Susurró - ¡Debe darle la luz del sol, tengo que ver algo!- Iba a cargarla en brazos cuando el príncipe se levantó y salió con la chica afuera rápidamente, buscando un lugar sin sombra. Los otros dos le siguieron.

Esta vez escucharon un ruido más fuerte mientras un ligero resplandor se dejo ver. Kazuha gritó retorciéndose en los brazos de Heiji. Los rayos del sol se posaron encima de ellos, pero las brillantes alas no aparecieron esta vez. En su lugar fueron remplazadas por otras opacas, sin brillo, y de una tonalidad gris. Shinichi miró con espantó la escena.

¡Oh, cielos!- Exclamó mientras observo a su amiga.

Shi…nichi.- Murmuró llorando. –Las… están masacrando. �¡Ahhh!- Lloró mucho mas alto.- Por favor… sálvalas…

Kazuha, estas mal- Dijo Ran.

�¿Qué es lo que pasa!- Preguntó Heiji

Ve… rápido… no pueden… defenderse. El nido… �¡AAAHHHHHH!... el nido… el viento… te llevará al nido… �¡AAHHHH!- Consiguió pronunciar. Su piel empezaba a ponerse cada vez más pálida. Su frente estaba empapada de sudor y su cuerpo temblaba en calambres por el dolor. Insoportable, simplemente insoportable.

Shinichi sabía que debía hacer.

Llevadla a mi casa y quedaos allí- Ordenó.

�¿Pero que sucede!

¡Haced lo que os digo!. Cuidadla mientras yo no estoy y no salgáis, es peligroso.- Empezó a notar como el viento soplaba un poco mas fuerte- ¡Ahora!

Heiji, aun cargando a Kazuha, asintió.

De acuerdo, la cuidaremos. ¿Pero que está pasando?.- Shinichi los empujo hasta su casa de nuevo y se quedo fuera de la entrada.

Están atacando el nido de las hadas. Las están matando y debo ir a ayudarlas.- El viento empezó a rodearle y sintió como era elevado. Kazuha le había pedido que lo llevara al nido, por que si no tardaría días en llegar.- ¡Cuidadla y no dejadla sola!. Las hadas sienten un dolor parecido a que te arranquen el alma cuando una de ellas muere. Es un instante solamente. Pero si varias mueren a la vez es inaguantable.

�¿No se puede hacer nada por ella!- Preguntó Heiji, notando las manos en su camisa y las convulsiones del cuerpo en sus brazos. El ruido ya se oía perfectamente, deduciéndose lo que eran. Explosiones.

Cuidarla- Respondió mientras empezaba a flotar. Su cabello se movía en todas direcciones.

¡No puedes ir tú solo!- Dijo Ran. El viento ya se estaba llevando al chico, así que ella salió de la casa, siendo alzada también.

�¡Ran!- Gritó Heiji, no pudiendo detenerla con la pequeña en brazos.

Shinichi actuó rápido. No había tiempo, así que agarró a la chica de la muñeca atrayéndola hacía él. Cada vez se movían de forma más violenta, era como estar en un tornado.

Estúpida- Le dijo enfadado, luego giró hacía Heiji- ¡Cierra la puerta, es peligroso!. Juro que la protegeré.

No hubo más tiempo, ya que fueron llevados a una velocidad increíble dentro del Bosque. Heiji parpadeo incrédulo, hasta que un nuevo gritó de dolor le hizo reaccionar y cerró la puerta, maldiciendo la idiotez de su mejor amiga. Miró la cara adolorida de la pequeña hada y apretó los labios. Tanto sufrimiento era demasiado para un cuerpo tan pequeño. Se sentó con ella en su falda, no sabiendo como calmarla y solo brindándole un poco de calor, sintiéndose inútil.

Mientras Shinichi y Ran volaban a gran velocidad, atravesando el Bosque, esquivando ramas y hojas que les golpeaban en la cara. Shinichi abrazaba a la chica, intentando que no recibiera muchos golpes mientras maldecía una y otra vez.

Maldecía por llevar un paquete al cargo, maldecía porque aunque iban muy rápidos, quizás no llegaran a tiempo. Maldecía porque su mejor amiga estaba visitando la muerte en vida y no había nada que hacer. Maldecía esas explosiones que veía a lo lejos. Y sobre todo, maldecía a quienes las estuvieran haciendo.

Entonces empezó a deslumbrar unos árboles más extraños, de ramas y troncos retorcidos y que parecían que emitía una ligera luz lilacia, dándole al lugar un aspecto encantado. Los recordaba vagamente. Se acercaban al nido. En unos minutos llegarían…

Una potente luz y el ruido de una explosión los cegó y empujo con violencia hacía a tras.

Y en un gigante árbol, una chica arqueó la espalda hasta casi rompérsela, en un espasmo de dolor, antes de desmayarse en brazos del ahora pálido chico.

Un aterrador silencio cubrió todo el bosque.

ººººººº

La última bola de energía había sido lanzada. Las llamaradas de los grifos combinadas con su magia habían conseguido destruir el nido de las hadas. Miro sus manos. Debajo de esos guantes se encontraba la sangre de inocentes. Miles y miles de inocentes… Habían arrasado con una especie ellos solos…

Debemos seguir- Escuchó la voz de él.- Tenemos que destruir todo el Bosque, ya que no sabemos en que parte se encuentra ese mago.

Sí, lo sé- Susurró, intentando mantenerse firme y dejar para más tarde que sus pensamientos la atormentaran.

Iban a volver a crear otro hechizó, esta vez en otra dirección del Bosque, cuando un rayo blanco salió de la zona destruida entre el humo y el fuego, atravesando el cuerpo del chico.

ººººººº

La sacudida de la explosión los aturdió durante un segundo, pero enseguida se pusieron de pie, corriendo al nido. Estaba a poca distancia, no importaba si el viento ya no los llevaba.

Cuando vieron el nido sintieron una especie de golpe en la boca del estomago. Como dijo Kazuha, las habían masacrado.

Miles de cadáveres se encontraban calcinados en el que antes era su hogar. Árboles chamuscados y destrozados por doquier.

Ran se llevó una mano a la boca horrorizada, mientras sentía que sus piernas iban a fallar de un momento a otro haciéndola caer. Shinichi empezó a registrar el lugar, llamando a voces, intentado encontrar alguna superviviente. Todo fue inútil. Todas las hadas que estaban en el nido habían muerto. Y sabiendo como eran, seguramente todas, excepto Kazuha, se encontraban en él.

Apretó los puños con fuerza. Había sido todo tan rápido. ¡Maldita sea, no había llegado a tiempo!. Y todavía podía sentir la esencia de magia por el lugar, cientos de metros sobre sus cabezas.

¡Malditos, malditos y mil veces malditos!

�¡BASTARDOS!- Aulló mientras apuntaba con su báculo hacia donde sentía la presencia y disparaba un rayo blanco. No sabía si daría o no, pero la furia lo cegaba.

Ran se acerco a él y lo agarró por el brazo, intentando que bajara el bastón.

¡Cálmate!- Pidió, asustada por el estado del chico. Pero este la ignoró. Su ira era tan grande que ni siquiera escuchaba. De repente la chica vio como salían disparados hacía arriba, mientras la más pura mirada de odio se reflejaba en unos ojos azules.

ººººººº

¡NO!- Gritó la ver que era herido, y en un solo movimiento veloz saltó a la grupa del otro animal, sujetando al joven por la cintura antes de que cayera.- ¡Makoto!

Estoy… bien, Sonoko- Murmuró con dificultad –Me ha dado en el hombro.

¡Debemos ir a curarte!

Pero… no hemos terminado…

�¡Al cuerno la misión, tú eres más importante!- Gritó muy asustada. Entonces notó como una gran fuente de poder mágico venia directo a ellos. Jamás había sentido tanta fuerza, ni siquiera de ella…

El moreno también lo notó. Ni ellos dos juntos aun con los grifos se equiparaban a el que se les acercaba. Mucho menos estando herido. Así que acepto el irse. No por él, sino porque ella no lo dejaría allí, y seguramente terminaría herida o muerta.

Se alejaron a la velocidad del rayo, ambos montados en un solo grifo mientras el otro los seguía, dejando a lo lejos un rugido de rabia.

ººººººº

Cuando llegaron a las alturas pudo observar como unas figuras se alejaban raudas.

�¡GRRR, NO HUYAIS, COBARDES!- Gritó Shinichi, dispuesto a seguirles aun con la princesa casi colgada de su cintura. Solo casi por que cuando se elevó no se olvidó de sujetarla con su mano libre, la que no agarraba su báculo.

Pero entonces se fijo en una cosa. Estaban volando. A varios miles de metros del suelo…

Por un segundo olvido a los malditos malhechores, cuando sintió que su corazón se paraba al observar la distancia. Y perdió el agarre, empezando a dar trasquilones y a caer.

¡Ahh¿Qué te pasa!- Gritó Ran, la ver que el chico ahora no controlaba el hechizo de vuelo. Lo miró a la cara y lo descubrió.

Tenía miedo. Miedo a las alturas. Su ira había hecho que saliera disparado para intentar atrapar a los que atacaron el Bosque, pero cuando su razón se dio cuenta de la situación, al mirar hacia abajo, su vértigo volvió.

Shinichi no podía concentrarse en mantenerse quietos en el aire, por más que lo intentaba. Su vista estaba fija en el suelo, en lo lejos que estaba pero en que pronto se encontrarían en él. Y no de la mejor manera.

Entonces unas manos agarraron su cabeza y la enterraron en un hombro, impidiéndole ver más allá de la tela, el cuello y el pelo largo y oscuro.

No mires abajo- Dijo Ran mientras seguía abrazándole la espalda con una mano y la cabeza con la otra- No mires hasta que te sientas capaz.

Obedeció, sujetándose a la cintura de la chica, calmando su respiración y notando el viento. Poco a poco se mantuvieron estables. Pero hasta que no pasaron unos minutos quietos, Shinichi no se separó de ella para volver a mirar. Sintió un ligero nudo en el estomago, pero esa vez se encontraba mucho más tranquilo.

Volvamos a mi casa- Susurró, un poco pálido- No podemos hacer nada más, y quiero ver como está Kazuha.

Claro.

Aun agarrándose firmemente, volvieron a surcar el aire, rumo a Gigante.

ººººººº

Cerró el puño con fuerza y aporreó el cómodo, elegante y ostentoso sillón en el que se encontraba sentada. Sus ojos fijos en la esfera flotante enfrente de ella. ¡Esos idiotas no habían terminado la misión!. ¡Ese estúpido mago seguía vivo!

Al poco tiempo se calmó. Al menos su plan había sido realizado casi a la perfección. Las Hadas habían sido aniquiladas lo que reduciría el nivel de magia blanca considerablemente. Ya quedaba menos para romper el sello.

Ese maldito sello. Era increíblemente poderoso. Le costaba la misma vida (y no era una aliteración) romperlo. Si seguía así no tendría suficiente energía. Esa casta de hechiceros sabían lo que hacían.

Frunció el ceño contrariada. Algo se le escapaba. Un detalle que llevaba dándole vueltas durante ya bastante. Según lo que escuchó en la Asamblea del Sur, había varios rumores sobre la existencia de ese joven mago. Muchos… ¿Entonces porqué no había escuchado ninguno?. Por favor, el hijo de una hereje exiliado en el Bosque de las Hadas era una de las historias más jugosas que existían. ¿Cómo se le había escapado a ella, que sabía lo que pasaba en cada uno de Los Cuatro Reinos?.

A no ser… ¡por supuesto, la respuesta era sencilla!. Pero tan inverosímil que no parecía cierta. Sonrió de forma irónica. Así que aun siendo devorada por las llamas tuvo la suficiente fuerza para hechizarla y que esa información no fuera captada por su cerebro. Que bonito el amor filial… el amor filial…

Su cara se mantuvo sería y un deje de tristeza pudo verse en sus ojos.

ººººººº

Aterrizaron con cuidado y se separaron lentamente. Ambos tenían una expresión de tristeza exacta. ¿Qué iban a decirle?. Aunque seguramente ya sabría la respuesta…

La puerta se abrió antes que ellos siquiera la tocaran. La cara del Heiji apareció, muy preocupado. A lo lejos el sol empezaba a ocultarse.

Los dejó pasar sin hacer preguntas, ya que era obvio lo que ocurría. Cuando entraron pudieron ver a la pequeña hada tumbada boca abajo. Seguía desmayada. Sus pestañas aun húmedas.

Shinichi tomó su lámpara casera y empezó a entonar una larga retahíla durante varios minutos, siendo observado en silencio por los príncipes. En cuanto termino, hecho un poco de agua, y una luz brillante imitando al sol alumbró la sala, dejando ver las alas de Kazuha.

Tienen muy mal aspecto- Dijo Ran observándolas tan grises y descoloridas.

¿Porqué?- Preguntó Heiji.

Las alas de las hadas son como su alma. Si el hada se encuentra mal, enferma o vieja y apunto de morir, pierden todo su brillo y sus colores. Cuando mueren, desaparecen.

Los cadáveres… los cadáveres que vimos no tenían ninguno alas- Dijo Ran, aunque su comentario iba más al aire que a otra cosa, aun horrorizada por lo que vio y dejando escapar una pequeña lágrima. Heiji puso una mano en su hombro en señal de apoyo.

¿Se va a… morir?- Preguntó acongojado.

No lo sé- Respondió –Está mal, muy mal… a tenido que sufrir muchísimo.

Los dos chicos notaron la mirada de dolor del joven mago. Esa pequeña debía ser muy importante para él. Y así lo era.

Era su amiga. Su única amiga. La que lo había apoyado y ayudado en todo. Era mucho más que eso. Era la única familia que tenía… que le quedaba… Tanto tiempos juntos…

Recordaba tantas cosas de ella, cuantas veces estuvo a su lado…

"�¿Cómo podéis negarle asilo!. ¡Está en peligro!. ¡Sois unas malvadas!"

"¿Eres humano?. Nunca había visto uno. ¡Mucho gusto, yo soy Kazuha!. ¿Quieres jugar?"

"No llores… llorar es igual que no estar contento"

"No me importa que seas humano y que a mi familia no le gustes. ¡Si yo quiero que seas mi amigo no me importa su tonta opinión!"

"�¡No puedes usar Gigante para que sea tu casa, lo dañaras!. ¡Y él también es mi amigo!"

"Je, para ser mago eres muy torpe, mira que no saber usar los hechizos de vuelo… ¿Cómo¿Qué tienes vértigo?... Jajajajaja…"

Heiji sacó al mago de sus recuerdos y pensamientos cuando volvió a cargar a Kazuha en sus bazos.

Creo que sería mejor si descansa en un lugar más cómodo. ¿Dónde está tu cuarto?

No te molestes, ya la llevo yo…

Tú debes estar muy cansado, no me es molestia.- Respondió, sujetándola como lo había hecho tiempo antes. No era nada desagradable el ligero peso que ejercía en sus brazos.

Shinichi lo guió hasta su cuarto, siendo seguidos por Ran, que llevaba la lámpara encantada. Acostaron a la pequeña, mirando con miedo como cada vez se encontraba peor.

¿De verdad no hay absolutamente nada que podamos hacer?- Preguntó Ran, sintiéndose muy inútil.

Bueno… puedo hacer una poción para que recupere energías, pero no creo que sirva de mucho. Todo depende de ella ahora, de lo fuerte que sea.

Ran decidió ayudar a Shinichi con la poción. Heiji también se ofreció, pero no le dejaron. Uno porque decía que alguien debía quedarse con la niña, y la otra porque negaba que el muchacho hubiera atendido alguna vez a sus clases de herbología y que no sería capaz de diferenciar una hoja de matalobos y una patata asada.

ººººººº

Tumbó al moreno en su cama y le ordenó que se quitara la ropa. Él sonrió de medio lado, bastante irónico, pero obedeció. Empezó a curarle la herida con cuidado, recitando conjuros de recuperación. Habían tardado bastante en llegar y había perdido mucha sangre. Cuando lo vendó, se separó de su lado para buscar entre sus estanterías una botella con un líquido de color rojo claro. Eso le ayudaría a reponer la sangre perdida más rápidamente.

Supongo que con esto mañana te sentirás mejor- Dijo mientras le ayudaba a beber.

Estoy mucho mejor, no te preocupes.

¡Claro que me preocupo!. Cuando vi que ese rayo te había dado creí que te ibas a morir.

Posó una mano en la mejilla de la chica. Definitivamente sus nervios no se encontraban en el mejor estado para que de remate lo hirieran. Parecía que iba a derrumbarse en cualquier momento.

¿Interrumpo?- Escucharon una voz indiferente y burlona en su puerta. Allí estaba ella, mirándolos con diversión.

¿Quieres algo?- Escupió la chica. No se fiaba, era muy extraño que ella se hubiera dignado a venir a su habitación en vez de hacerlos llamar.

No habéis completado la misión- Dijo como si eso fuera una respuesta obvia.

Han herido a Makoto, necesitaba ser atendido.

Cuantas veces te he dicho, Sonoko, que no dejes que tus sentimientos interfieran. Tu preocupación infundada me ha acarreado muchos más problemas de los que debería.

Ese mago no es normal- Dijo Makoto –Su poder es muchísimo más superior de lo que cree.

Lo sé. Pero no era excusa.

Si tanto quieres verlo muerto, haz tú el trabajo sucio, para variar- Se quejó Sonoko. La mujer la vio enfadada y antes de que se diera cuenta, uno de sus guantes salió disparado de su mano y, sin poder controlarla, se posó sobre la mejilla del moreno.

Ambos aullaron de dolor al sentir una fuerte corriente eléctrica surcar sus cuerpos al contacto de sus pieles.

No volváis a fallar, si queréis que os libre de la maldición- Susurró en un tono peligroso antes de irse.

Mal… maldita bruja bastarda- Murmuró la chica mientras se sentaba en la cama con dificultad. Makoto asintió, demasiado adolorido. Su hombro le lanzaba punzadas directo a la zona nerviosa del cerebro, aun mas resentido por la descarga.

Sonoko buscó el guante y se lo volvió a poner. Llevaba con esa maldita maldición desde hacía unos cuatro años. Desde que se dieron cuenta de sus sentimientos y ella los utilizó en su contra.

Él se volvió a poner la camisa de manga larga e iba a levantarse cuando ella se lo impidió.

No debes moverte.

Tengo que irme a mi habitación- Contestó un poco azorado.

Duerme aquí. Así podré vigilar que te cures bien.

No creo que…- No pudo continuar, ya que la chica se tumbó encima suya, teniendo cuidado de no tocar su herida. Llevaban tanta ropa encima que por el contacto de sus pieles no debían de preocuparse tanto.

Quédate, bobo. No vamos a hacer nada malo. No podemos ni aunque quisiéramos…

Acerco sus labios a los del chico hasta que la distancia se redujo a escaso milímetros y sopló muy suavemente. Makoto sonrió levemente, antes de hacer lo mismo, mezclando sus alientos, respirándolos.

No podían besarse. Pero había otras formas de tocarse, de estar juntos…

Se conformaban con eso. Algún día la maldición desaparecería. Sí, algún día lograrían ganarse su libertad. Mientras tanto, tendrían que conformarse y esperar.

ººººººº

Apenas empezaba a notar donde se encontraba. Se sentía muy mareada, adolorida y cansada. Los ojos fuertemente cerrados, puesto que le parecía que si los abría todo daría vueltas a su alrededor. Sabía que estaba dormida, que aun no despertaba del todo. Y no quería hacerlo.

Estaban muertas. Todas. Lo sabía, lo había notado. Al poco de que Shinichi se fuera. Todas muertas… Solo ella. Solo quedaba ella.

Era la última hada de todo Zafiro. Se sentía tan sola. Su familia ya no estaba. Y nunca volvería a verla. ¡Ni siquiera les había llegado la hora!. ¡Las habían asesinado!.

¿Qué voy a hacer ahora?- Murmuró

Serás feliz- Escuchó un murmullo de respuesta de miles de voces juntas. –Es lo que queremos. Hazlo por nosotras.

¿Vo… vosotras?

Se feliz. No importa como, pero haz lo que te haga feliz. Ya no te veras atada a las normas de nuestra raza. Naciste diferente, Kazuha. Ya puedes volar más lejos…- Las voces se perdían en la distancia.

Kazuha abrió lo ojos de golpe. Reconoció la cama en la que se encontraba tumbada. Era el cuarto de su amigo.

Miró a su alrededor y descubrió tres figuras dormidas, apoyadas en la pared. Sonrío levemente mientras una lágrima surcó su mejilla.

No estaba sola.

N de la A: Si a alguien le gustaban las hadas pues… �¡LO SIENTO! Era necesario para la trama n.nUUUU

Ya sabéis quienes son dos de las tres personas misteriosas del cap anterior. Sonoko y Makoto (¿Alguien se lo esperaba:P) ¿Y la tercera¿Alguien lo sabe? (no vale que lo diga alguien que yo se lo contara ��)

Si alguien no entiende algo del fic (Por que me explico como un libro cerrado) que me lo diga o.o ¡Y ahora a contestar los reviews! nOn

Rank nOn �¡Gracias por el revi, Ranki! Guárdate el cartelito, mujer. Yo se que hace una ilusión bárbara el utilizarlo pero… Y no te preocupes que no fuiste la única que no ha adivinado los personajes (Pero a ti ya te lo dije por MSN :P) Espero que este cap te haya gustado más que el otro n.n

Azu �¡Zu-Chan! n.n ¡Que bien que me dejes un revi!. Gracias por decir que el fic está quedando bien (No sé yo U.U) En este cap ya hay un pelín de Shin/Ran XD Y Kaito saldrá mucho, pero mucho en el siguiente cap, ya lo veras n.- ¡Hasta otra!