Intermedio

Llegó el día siguiente, aunque la tormenta, lejos de haberse calmado, golpeaba fuertemente los cristales del viejo castillo de magia y hechicería.

En la torre Gryffindor, un joven de pelo castaño se levantaba, despertado por el ruido de la lluvia contra los cristales, y se dirigía al cuarto de baño dispuesto a enfundarse su aparato dental. Cuando sus manos se posaron sobre la superficie metálica, sintió como su cuerpo era atravesado por una pequeña descarga eléctrica, que duró unos pocos segundos, y a la que no le dio la menor importancia.

Bajó a desayunar y se sentó al lado de sus amigos Harry, Ron y Hermione. Estos dos últimos que estaban ya, cómo no, liados en una pequeña disputa, habían empezado a lanzarse patadas bajo la mesa, lo que provocaba que en parte de la mesa Gryffindor hubiera un cierto temblor que hacía que las cosas se movieran de un lado para otro, y que parecía que la mesa estaba poseída por algún tipo de "Poltergeist", aunque Peeves esta vez no se encontraba por los alrededores.

Neville empezó a hablar con sus tres amigos mientras se servía un poco de café para despejarse de la mala noche que había pasado. Estaba echándose el café en una taza, cuando un fuerte calambrazo le recorrió todo el cuerpo, he hizo que la cafetera saliera disparada por los aires, aterrizando sobre el ahora lamido y engominado pelo de cierto profesor de pociones. Esto hizo que el efecto de la gomina se pasase, y que Snape volviera a lucir su hermosa cabellera Bisbal.

Al ver el desastre que había causado, Neville salió corriendo hacia la Torre Gryffindor.

Snape, que había adquirido un ligero color morado, se dirigió a la mesa de profesores, mientras su admirada melena se movía graciosamente.

A la vez que Neville salía del Gran Comedor, hizo su entrada el Director.

A su entrada todo el Gran Comedor pareció congelarse, mientras los alumnos dirigían miradas estrañadas hacia su director.

Las lechuzas que entraban en ese instante para repartir el correo, parecieron darse cuenta de la situación, y al igual que sus dueños se quedaron mirando embobadas al director. Lo que provoco que muchas de ellas se chocaran contra las lámparas del Gran Comedor y se precipitaran contra los desayunos de los presentes.

Parecía cómo si el Gran Comedor estuviera siendo bombardeado por cientos de lechuzas.

Pero entremedias de todo este jaleo la voz de la Profesora McGonagall, retumbó por todo el salón.

-¿Albus?


Hasta aquí la segunda parte...se que no es muy larga, pero creo que el calor que está haciendo me esta volviendo aún más vaga, si cabe, que antes.

Bueno, espero que me comprendáis, haber si bajan un poquito las temperaturas! Porque la verdad...así no hay quien haga nada de nada...

Espero que os haya gustado, siento manteneros con la intriga...xD

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