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Los Hermanos Dumbledore

El amanecer surgía rápidamente desde las ventanas de aquella casa alta y majestuosa, que en tiempos venideros era alborotada por explosiones ruidosas al empezar el día. Por la tarde las meriendas en el jardín daban alegría, y era prácticamente lo único que brillaba en todo el Valle Godric.

Aquella casa no era una casa cualquiera, sino la de los hermanos más excéntricos de todo Godric, pero eso no era todo lo que guardaban aquellos dos revoltosos, ya que su gran característica es que aquellos jóvenes eran magos. Su niñez la habían pasado de maravillas en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Todavía se imaginaban cuando fueron elegidos por el Sombrero Seleccionador para pertenecer a la Casa de Gryffindor.

Como todos sabemos, el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería fue fundado hace mas de mil años por los cuatro grandes magos de aquellos tiempos; Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin. Cada uno de estos magos creo su propia casa dentro del colegio donde llegarían infinidades de niños que cumplieran con los requisitos de poseer alguna señal de magia. En Gryffindor se encontraban aquellos niños valerosos y leales, en Hufflepuff se merecían estar los empeñosos y honrados, en Ravenclaw dominaban los niños inteligentes y persistentes y en Slytherin se caracterizaban por ser ingeniosos y ambiciosos.

Aquellos hermanos pasaron siete años de su vida aprendiendo cada una de las asignaturas que impartían en Hogwarts, en las cuales sobresalían en casi todas. Obtenían siempre las mejores calificaciones y no se preocupaban en lo mas mínimo por obedecer a las reglas, su objetivo siempre fue el de escudriñar por ahí haciendo de las suyas hartando a los profesores, pero como eran tan buenos en las asignaturas se les perdonaba varias veces.

Albus era el mayor de los hermanos, se caracterizaba por tener una personalidad serena y una mirada penetrante, fue Prefecto y obtuvo el Premio Anual otorgado en el colegio. Sus materias favoritas eran Defensa Contra las Artes Oscuras, Transformaciones y Cuidado de Criaturas Mágicas. Quiso siempre ser el destacado en todos los ramos pero su hermano le hacía la competencia. Era alto, pelo castaño y ojos azules intensos. Será recordado siempre en Hogwarts como el alumno que salvo a un profesor de que lo atacara un Vampiro.

En cambio Aberforth solía ser el más revoltoso de los dos, siempre se escapaba por los pasadizos secretos del colegio y cuando se hacían las visitas a la ciudad de Hosgmeade se quedaba en el colegio para penetrar en el Bosque Prohibido capturando Hombres Lobos por pura diversión. Su contextura era parecida a la de su hermano, solo que tenía los ojos de un color verde tan claro que se podía observar al interior de ellos.

El señor Rogers Tuk, que era el Guardián del Bosque Prohibido en aquella época, se reía mucho con las travesuras de Aberforth que si bien él rompía todas las reglas era muy divertido verlo arrancando de los Hombres Lobos y atrapando a los Centauros a los cuales no le daba gracia que se les tirara y montara para dar un paseo. Aquellos días eran inigualables en el colegio. Muchos de sus compañeros tanto de la misma casa como de las otras, les tenían respeto, puesto que eran muy sabios a tan temprana edad, su magia era casi perfecta, todos los hechizos comunes se los sabían de memoria, y algunos mas complicados también.

El profesor Phineas Nigellus, director de Hogwarts en esa época, solo se abstenía de sancionar a Aberforth y Albus, ya que a pesar de que quebrantaban las reglas que quisieran, eran magos sorprendentes, tan hábiles e inteligentes como su propio padre. Siempre los dos se peleaban el primer puesto en las clases, Albus lo consiguió en sus asignaturas favoritas, mientras que su hermano se las ganó en las demás.

Así transcurrieron sus años como alumnos hasta que Albus salió del colegio siendo un excelente alumno, el cual quería fervientemente ser un profesor de Hogwarts... mientras que su hermano cursaba el ultimo curso, se sentía solo porque Albus era también su mejor amigo. El verano cuando Aberforth salió de Hogwarts, los padres estaban orgullosos de sus hijos puesto que eran considerados alumnos muy inteligentes por cada uno de los profesores.

La señora Myrtha Rigers y el señor Abiss Dumbledore, fueron los padres más felices de toda Inglaterra, ya que sus hijos pronto cumplieron los sueños que anhelaban. Albus se dedico a buscar trabajo en Hogwarts para dar clases de Transformaciones, mientras que Aberforth quería entrar al Ministerio de Magia en el cual deseaba ser funcionario del Depto. De Regulación y Control de Criaturas Mágicas

La mañana de un domingo, todos se encontraban despiertos a excepción de los hermanos Dumbledore. Se estaban preparando para desayunar en la terraza de aquella estupenda casa.

Abiss querido, ¿Esta lista la mesa? - preguntó con felicidad la señora Rigers -.

- Si querida, despertaré a Albus y Aberforth, tu por mientras sirve... - contestó el señor Dumbledore mientras subía las escaleras a las habitaciones de los jóvenes -. ¡Albus, Aberforth despierten, su madre tiene el desayuno listo! - dijo con un tono de resignación porque sabía que aquellos dos eran muy dormilones -.

Bueno, estamos despiertos hace media hora, solo es que estábamos conversando - contesto Aberforth para no preocupar a su padre -. Bajamos enseguida.

Esta bien, pero apúrense, que ya siento el olor de los huevos fritos y del jamón cocido, mmmm... me esta dando un hambre - agregó el señor Dumbledore cuando bajaba a toda prisa las escaleras -.

Al rato después se encontraban en la mesa todos, disfrutando de un rico desayuno como Dios manda.

- ¿Que harás de bueno hoy Abiss? - preguntó la señora Rigers -.

Estaré ocupado en mis deberes, solo que sé que tengo que hacer algo mas y no lo recuerdo, déjame ver... - mientras pensaba, Aberforth lo miró y dijo -.

Tendrás que conseguirme empleo padre, ¿recuerdas, en el Depto. de Regulación y Control de Criaturas Mágicas -.

O sí, vaya, pensé que no lo recordaría jamás... - confesó el señor Dumbledore mientras soltaba una carcajada -. Tendré que hablar con mi amigo Arturo para ver que podemos hacer. Aunque no te aseguro nada Aberforth - dijo con un tono de tristeza en la voz -.

No te preocupes padre, ya veré como me las arreglo si no quedo en el Ministerio, por cierto, Arturo, ¿No es el nombre del Ministro de Magia? - preguntó -.

Así es, lo ascendieron hace un par de meses, antes pertenecía al Depto. De Cooperación de Magia Internacional donde era compañero mío - se rió -. Pero ya ves que a él lo ascendieron a Ministro y a mí a Director del Depto., fue una decisión muy bien planteada, él se merecía el puesto y yo bueno... - pero su cara se puso de un color rojo intenso y no pudo continuar -.

Tú eres bueno padre, siempre te has merecido puestos importantes –– habló Albus después de estar en silencio en todo el desayuno -. Y creo que si no te vas ahora mismo te pueden despedir - agregó al mismo tiempo que miraba la hora -.

Oh, tienes razón hijo, estoy atrasado, bueno muchachos cuiden a su madre y no la hagan rabiar – les dijo cuando al mismo tiempo les guiñaba un ojo -.

No te preocupes querido, ellos saben que yo ya no estoy para jueguitos, los años me pesan mucho - dijo la señora Rigers mientras con el movimiento de la varita hizo desaparecer los restos de comida y los platos -.

Bueno, entonces hasta luego - y desapareció al instante -.

Al mismo tiempo Albus y Aberforth subían al dormitorio para continuar la conversación que estaban planteando antes de que los interrumpieran. La señora Rigers se ocupaba de lavar los platos y de ordenar la casa.

¿Crees que mis sueños sean imaginación mía nada mas? - pregunto Albus con un tono preocupado -. Porque ya llevo tres de estos sueños en las que aparece un niño al cual le lanzan la maldición Avada Kedavra y no le ocurre nada, mientras que al mago que le lanzó la maldición queda sin poderes y peor que un fantasma - agregó haciendo un tipo de mueca de desagrado -.

Bueno, creo que puede ser tu imaginación pero no debemos perderlo de vista, ya que se ha repetido tres veces y en la misma forma - dijo Aberforth mientras recorría la habitación de un lado para el otro -.

Pero ese niño jamás lo había visto antes y menos al mago que esta con una capucha, ¿Crees que sea Lex...? - pero no terminó la palabra cuando su hermano lo

calló -.

Espera, chist! - lo hizo callar -. No menciones ese nombre aquí, sabes que a nuestros padres no les gusta mencionar el nombre de ese mago, mejor llamémoslo Devil como todos los demás - se apresuro a decir cuando sintió que su madre subía y pasaba por la puerta de la habitación -.

Pero Aberforth, tú y yo sabemos que es mejor no temerle al nombre de una persona porque solo agranda el miedo a esa persona - repuso Albus mientras bajaba un poco la voz -.

Lo sé Albus, pero aquí no al menos cuando ellos acepten lo que ocurrió en tiempos pasados y asimilen que Devil ya fue derrotado - se propuso a mentir Aberforth -.

Sabes que no está muerto, jamás fue derrotado, solo esta preparándose para atacar nuevamente cuando se recupere del daño que sufrió - dijo Albus con total convencimiento -.

Tienes razón, solo pocos sabemos lo que paso realmente, recuerdo que el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras nos dijo la verdad y quede asombrado con la historia - dijo con preocupación mientras retornaba a su asiento -.

Pobre viejo Wyvern, era un mago excepcional un poco despistado pero tenía la certeza de que derrotaría a Devil - dijo mirando al techo como recordando lo que había pasado -. Si tan solo estuviera con nosotros de nuevo, el no se merecía eso, nadie se merece recibir la maldición que Devil emplea para matar a sus enemigos – y como si lo hiciera por inercia, agarró su varita y dijo -. Accio libro – y el libro voló hasta posarse en las manos de Albus -.

Creo que tendré que leer un poco mientras todavía no empiezan las clases en Hogwarts, necesito ponerme al día – dijo, con eso terminando el tema anterior -. ¿Quieres que lo lea en voz alta Aberforth?.

No, no te preocupes, iré a ayudarle a mi madre por si necesita algo, conversamos después - contestó mientras se dirigía a la habitación de su madre -.

Bueno, no hay problema...

Al cabo de una hora, Albus se había quedado dormido, y comenzó a soñar algo extraño. Se encontraba en el Valle Godric, pero no era su casa, sino que era una casa más pequeña y acogedora, en donde vivían tres personas. Era de noche, cuando un ser se dirigía silenciosamente por la casa de aquella familia, mientras alzaba la varita y pronunciaba Alohomora, la puerta quedaba abierta para que aquella persona entrara. Luego de varios destellos que sobrevolaban por las ventanas de la casa, vio a un niño de pelo negro y ojos verdes que miraba con una sonrisa inocente a aquel hombre que no dejaba de pronunciar: Ahora morirás como tus padres, ellos trataron de salvarte la vida pero no pudieron con el mago mas poderoso de todos los tiempos, y ahora morirás... y al terminar de decir aquellas palabras el ser pronunció: Avada Kedavra, y rápidamente hubo un destello de color verde dentro de la habitación y el hechizo le pego al niño en la frente... luego de cinco escasos segundos aquel mago que había atacado al niño desapareció dejando un rastro negro en el piso.

Luego una voz cálida y decidida le dijo a Albus.

Tendrás que proteger al niño con tu vida, ¡sálvalo, ya que el mago que acaba de lanzarle la maldición se alzará nuevamente y solo él podrá derrotarlo.

¿Pero como podré salvarle, si no lo conozco, no se de quien se trata y que mago fue el que lo atacó - respondió agitadamente -.

Ya lo sabrás en su momento, pero te lo he enseñado antes para que te prepares y obtengas poder del que jamás has tenido, ordena tu mente y sobretodo quédate en Hogwarts porque allí es donde está tu lugar Albus.

Pero... pero quien eres, ¿Cómo sabré si tengo que confiar en ti? - pregunto con un dolor intenso en el corazón -.

Confía en mí porque yo soy tú y tú eres yo, somos la misma persona, hemos vivido siempre bajo diferentes nombres pero el primer nombre fue el de... - y antes de que terminará de decirlo Albus sintió que lo empujaban muy fuerte -.

Albus... despierta Albus... estas temblando ¿Qué tienes Albus, despiertaaaa... - dijo aquella voz que lo alejaba del sueño -.

Que pasa, donde estoy - pregunto Albus exaltado cuando vio la cara de su hermano arriba de él -. ¿Aberforth, que ha pasado? -.

Eso es lo que debería preguntar yo... ¿Soñaste nuevamente lo mismo? - preguntó nervioso -.

Si... p-ero est-ta vez... - estaba tartamudeando -. Pero esta vez duro más, aparte de lo que había soñado antes, una voz me dijo que el niño tendría que cuidarlo con mi vida ya que el mago que lo quiso asesinar se alzaría nuevamente y el niño sería el único que lo derrotaría. Me dijo que tenía que adquirir poderes que jamás había tenido y que esa voz era yo hablándome a mí mismo - dijo a la misma vez que miraba a su hermano atónito con lo contado -.

Pero Albus... eso es grave, ¿Qué piensas hacer? - le pregunto y esta vez en serio -.

Bueno, la voz me dijo que esperará, que solo el tiempo me mostraría todo con

mas claridad y eso es lo que pretendo hacer, no quiero levantar falsas decisiones, esperemos que el tiempo nos diga, pero... - y dudo antes de decírselo a su hermano -. Pero lo que haré de todos modos es adquirir poderes - dijo después de dudarlo -.

Pues bueno, yo también lo haré. Si ese mago resulta ser muy poderoso tendremos que estar preparados para lo que venga. Tendremos que contactar a nuestro amigo Nicholas Flamel, el también es un mago sorprendente pero esta en Francia últimamente, así que, ¿Qué haremos en verdad? - pregunto y levantándose entusiasmado de la cama -.

Solo tengo que contactarme con él, le enviaré a mi lechuza Orus para que me responda.

Buena idea Albus, por mientras tendremos que dedicarnos a lo que estamos actualmente, tu como profesor y yo como funcionario del Ministerio si es que me aceptan... - y soltó una carcajada -.

Los dos se rieron y disfrutaron la tarde pensando otras cosas más agradables.

A la siguiente semana todavía no se tenía contacto de Nicholas, y Albus esperaba con ansias en que no se tardará en responder. Este martes empezaban las clases y Albus quedo en el puesto de profesor de Transformaciones en Hogwarts. Mientras que Aberforth esperaba impaciente la respuesta del señor Wortiks sobre lo de obtener un empleo.

Pero al final del día, Orus picoteaba la ventana de la habitación de los hermanos, ansiosa de escapar del frío que conquistaba la noche. En eso, Aberforth la siente y da un brinco.

¡Albus, despierta, es Orus. ¡Albus! - gritó en el oído a su hermano -.

¿De verdad, ábrele la ventana... - y cuando la lechuza entró, alzo su pata para que Albus le sacara el pergamino -.

¿Qué dice Albus? - preguntó impaciente Aberforth mientras su hermano desdoblaba el pergamino -.

Queridos Albus y Aberforth:

Espero que se encuentren bien, yo aquí la estoy pasando súper bien, estoy aprendiendo mucho sobre los antiguos brujos franceses y estoy juntando muchos galeones para poder establecer una librería, que por cierto tendrán que venir a la inauguración.

Por lo que me contaste, quede bastante asombrado, esos sueños no son muy normales, quiero decir, que esa voz es la que me intriga más. Solo quería decirte una cosa, en Navidad podrías venir a visitarme y hablaremos sobre como adquirir poderes y sobretodo de los detalles de aquel sueño.

Sin más que decir me despido,

Nicholas Flamel

Tendremos que ir en Navidad, pero también será en secreto - dijo Albus después de haber leído la carta -.

Estoy de acuerdo, pero que pasaría si aquel mago que soñaste es Devil, que pasaría, ¿Lucharíamos por salvar a aquel niño con el mago tenebroso más poderoso? - pregunto intrigado por la decisión de su hermano -.

A mi no me importa quien sea, pero de lo que estoy seguro es que hay algo raro en el sueño, pareciera que no se trata de Devil, sino que de otro mago. Devil jamás se ocultaba en una capucha, y no tenía una voz tan fría como la del mago del sueño - comento después de tener a su hermano un poco mas y encima de él -.

¿Si no es Devil entonces quien será? - pregunto -.

No lo se, pero lo que no cabe duda es que tendremos que estar informados, yo trabajaré en el colegio Hogwarts, uno de los mas importantes colegios de toda Gran Bretaña y tu estarás nada menos que en el Ministerio de Magia, así que sabremos los pasos de cada uno de los magos que viven aquí y los que están fuera.

Tienes razón, lo mejor será que sigamos durmiendo ya que tu mañana empiezas las clases y yo tendré que esperar la respuesta de mi padre ansiosamente -. Y luego de decir eso, los dos se quedaron durmiendo pasivamente.

Al otro día Albus ya estaba desde muy temprano impartiendo clases en Hogwarts mientras que Aberforth solo se decía a sí mismo...

Ojala que quede, ojala que quede...

Mientras que la señora Rigers a cada cinco minutos le decía que no se preocupará que el señor Dumbledore esta muy bien posicionado en el Ministerio, él ya sabrá lo que tiene que hacer y decir.

El Ministro Arturo Wortiks, tenía mucha simpatía con Abiss ya que él era ni mas ni menos el director delDepto. De Cooperación de Magia Internacional. Abiss se comunicó para decirle a Arturo que su hijo quería un puesto en el Ministerio.

En la oficina se encontraba el señor Wortiks leyendo El Profeta y tomando una buena taza de Cerveza de Mantequilla. Vestía un traje de un color Morado fuerte con una túnica de otro Morado mas claro y un sombrero de hongo que era majestuoso. En eso, el señor Dumbledore entra y le comenta al señor Wortiks todo lo referente al puesto que querría su hijo Aberforth en el Ministerio de Magia.

¡Por Supuesto Abiss, no hay problema yo me encargaré de que tu hijo pueda quedarse en este Ministerio! - dijo alegremente cuando conversaban en la oficina -. Ya sabes que si vienen de tu familia no hay porque preocuparse, además que jamás le negaría a un amigo un favor de tal tamaño. Pero dime, ¿En que departamento desea estar tu hijo Aberforth? -.

Bueno, me dijo que quisiera que lo pusieras en el Depto. De Regulación y Control de Criaturas Mágicas, ya sabes como es de loco, no soportaría estar todo el año encerrado bajo cuatro paredes - Añadió alegremente tratando de convencer al señor Wortiks -. Bueno - dijo Wortiks -. No hay problema, es mas, podría comenzar la semana que entra si el quiere. Tengo muchos pendientes en ese Depto. que no solo un funcionario puede resolver, ya sabes que tengo otras cosas mas importantes que atender como lo de aquellos brujos Indios que quieren transportar Elefantes para nuestro país, eso si es una verdadera locura.

¿De Verdad Arturo?. No pensé que se atreverían a hacer semejante alboroto. Pero dime Arturo - dijo el señor Dumbledore, para volver al tema anterior -. ¿Hay vacantes para el Depto. que quiere estar Aberforth?

Si, recuerdo que Matheo Jumpkins me pidió la semana pasada que lo dejará dimitir, ya que quiere disfrutar sus últimos años con su esposa, y bueno, pensé que tu hijo podría ser el hombre adecuado del puesto. A decir verdad, nadie quería el puesto, ya que como es bastante arriesgado tener que estar lidiando con Duendes, persiguiendo Dragones, etc. - agregó mientras le mostraba una sonrisa al señor Dumbledore -.

¡Guau, no te arrepentirás Arturo. Ahora mismo iré a avisarle a mi hijo, estará sumamente feliz. El no le importa que tenga que lidiar con Duendes y esas cosas, a Aberforth siempre le ha gustado la acción con las Criaturas Mágicas.

Bueno... eso espero Abiss, ya sabes que me gusta gente responsable en mi Ministerio y no personas que buscan un puesto y luego se dedican a holgazanear todos los santos días. Y por cierto... ¡Abiss, tu hijo Albus ¿Crees... bueno... que también quiera un puesto aquí? –– Pregunto el señor Wortiks dudando un poco ––.

El señor Dumbledore lo miró fijamente, hubo un silencio y luego contesto.

Sabes que Albus solo ha querido siempre ser profesor en Hogwarts y ahora que lo consiguió será muy difícil persuadirlo de que quiera un puesto mejor en el Ministerio. El solo sueña con ser uno de los mejores profesores y también llegar a posicionarse como Director del colegio Hogwarts - respondió con severidad ante la inminente propuesta de Wortiks -. No creo que quiera asociarse con ustedes, porque cree que sus leyes no son del todo factible, pero si sigues deseando sus consejos, tendrás que seguir visitándolo a Hogwarts para que te de sus opiniones - agregó con una risita de orgullo de que su hijo aconsejará al mismo Ministro de Magia -.

Bueno, Abiss, si tú lo dices será mejor así, no querría por nada del mundo enemistarme con mi consejero predilecto... pero sabes lo que pienso. Sin duda alguna él es el mejor mago que he conocido en la historia, y probablemente si estuviera él aquí podría llegar a ser el más grande Ministro de Magia que hemos tenido - se le notaba un brillo en sus ojos, como si estuviera seguro de que convencería al señor Dumbledore -.

- A decir verdad es muy probable que en unos años mas tenga tantos poderes que llegue a ser uno de los más grandes magos de la historia. Su aura es muy poderosa, y no menosprecio a Aberforth, pero Albus siempre tuvo mas poderes que él. Quiero que sepas que solo le he ofrecido el puesto porque me parece que así obtendrá la gloria y muchas mas cosas -.

Si Arturo, pero ya conoces a Albus, el no le importa obtener gloria y fama, solo el se esmera en lo que se pide a sí mismo, y lo único que quiere es vivir tranquilo con el puesto que tiene en Hogwarts - comentó el señor Dumbledore ante lo que dijo el señor Wortiks -.

Si Abiss, pero ten en cuenta que necesitamos magos poderosos que estén de nuestro lado para combatir a los magos tenebrosos que pueden surgir cada año. El sin duda ha sido muy parecido a otros magos poderosos, me atrevería a compararlo con el mismísimo Merlín. Quizás si fuera a hablar con él lo convencería de todo lo que te he dicho yo a ti.

No Arturo, si él es el mejor mago del tiempo presente, que lo sea estando en Hogwarts - dijo y levantándose de la silla en la que estaba sentado cómodamente -. Y ahora Arturo, voy a ponerme al día con mis deberes, nos veremos después.

Bueno, yo también tengo que hacer cosas – dijo, pero con un tono de resignación por no haber convencido al señor Dumbledore -.

Al cabo de dos horas, golpean la puerta y se sienten dos voces discutiendo detrás de ella.

Si, ¿Quién es? - preguntó el señor Wortiks -.

Señor, hay un sujeto que quiere verlo pero yo no lo conozco y no se si dejarlo entrar.. - respondió una mujer que resultaba ser la asistente del Ministro -.

Bueno, entonces Magda no lo dejes... - pero antes de que terminará, el hombre entro a la oficina de Wortiks y cayó desmayándose -.

Ro... ro... ¿Roberts, Magda trae al señor Abiss dígale que es urgente - dijo el señor Wortiks al momento en que reconoció al hombre que había entrado -.

Enervate - dijo el señor Wortiks y el hombre se paró y se sentó en el sillón que estaba justo atrás de la puerta -.

¿Qué ha pasado Roberts? - preguntó el señor Wortiks -.

Ab-biss... necesito ver a Abis-ss... - respondió cuando estaba con la cara pálida y como hablando consigo mismo, no tenía noción de donde se encontraba -.

Abiss vendrá enseguida, solo espera aquí – repuso el señor Wortiks -.

Ab-biss... quiero decirle que... quiero... - en ese momento entro el señor Dumbledore y presencio al hombre que estaba en el sillón moribundo -.

¡Roberts, ¿Qué haces Aquí, y, ¿Qué te pasa? - preguntó preocupado el señor Dumbledore -.

Pero el señor Roberts no le respondió, solo se tiro encima de él quedando a la altura de sus rodillas y tiritando mucho.

Siéntate Roberts, tranquilízate y dime lo que te pasó - le dijo el señor Dumbledore mientras lo acomodaba nuevamente en el sillón -.

Si Roberts tienes que tranquilizarte solo así podrás contarnos lo que te tiene de esa manera - replicó el señor Wortiks que estaba atónito con la escena -. Magda, cierra la puerta y que nadie nos moleste, y tráele al señor Roberts un jarro con agua - ordenó a su asistente -.

Esta bien señor Ministro, enseguida vuelvo - respondió ella mirando con desprecio al señor Roberts por su apariencia -.

Bueno Roberts ahora si, dinos que es lo que pasa - el hombre miró primero al señor Wortiks luego al señor Dumbledore y luego a la puerta que se abría porque la señora Magda dejaba en la mesita de al lado del sillón el jarro con agua. Espero a que se fuera y comentó con algo de temor en los ojos -.

Se encuentra aquí Abiss, el me dijo que se encuentra aquí, él lo vio y arriesgo su propia vida para venir a contármelo - decía temblando y mirando a los ojos al señor Wortiks y al señor Abiss -.

¿Quién te contó que cosa Roberts? - pregunto el señor Wortiks con la autoridad de un Ministro -.

Él me dijo que estaba aquí, él fue... - pero antes de que terminará el señor Dumbledore le puso las manos en los hombros y lo miro de frente -.

Mira Roberts, solo si te tranquilizas podrás decirnos que paso y que es lo que te dijo aquella persona que arriesgo su vida. Ahora te encuentras en el Ministerio de Magia uno de los lugares más seguros que puedas estar, así que no tienes porque tener miedo de que te hagan daño – dijo el señor Dumbledore para calmar a Roberts -.

Cuando el señor Dumbledore terminó de decir aquellas palabras el señor Roberts se tranquilizo un poco y miró para todos lados como comprobando que se encontraba en el Ministerio de Magia.

¿Cómo llegue aquí? - pregunto desorientado -.

No lo sabemos Roberts, pero si nos cuentas que te trajo aquí quizás podamos deducirlo - repuso el señor Wortiks -.

Pero por un instante Roberts reaccionó y comenzó a gritar.

¡ARTURO, ESTA AQUÍ, SE ENCUENTRA EN GRAN BRETAÑA, SEGÚN MIS CONTACTOS, NO PUEDE SER ARTURO, QUE VAMOS A HACER! - gritó asustado y todavía temblando como si hubiera conocido a la muerte -.

De... de quien... de quien hablas Roberts? - pregunto el señor Wortiks como asustándolo la respuesta que le podía dar -.

Si Roberts, cuéntanos... ¿Quién es? - continuó el señor Dumbledore, haciéndose ver que estaba ahí -.

¡SE TRATA DE, SE TRATA DE...! - temblaba y no le salían las palabras de la boca -.

Estaba en Gringotts, para sacar un poco de galeones, cuando se me acerca un contacto que tengo situado en partes estratégicas de toda Gran Bretaña y me dice; ¡Robertsse dirige hacia Gran Bretaña, sabíamos que estaba en Rumania escondido, pero ahora se dirige hacia acá y lo que es peor no sabemos con que intensiones!... Entonces en ese momento cayo desplomado al suelo como agonizando.. yo le pregunte de quien se trataba y me dijo que del mago tenebroso l-e.. l-e-x... no puedo Arturo, no puedo ni siquiera nombrarlo - dijo Roberts todavía temblando por el miedo que lo abrazaba -. Mi amigo murió después de decirme quien era, sabes lo que es eso, murió de miedo - agregó el señor Roberts sollozando entre sus manos, pero cuando el señor Dumbledore le iba a preguntar quien era, una voz surgió de la puerta de la oficina y dijo... -.

Si quieres llámalo Devil, pero preferiría que lo llamaras por su verdadero nombre - Todos voltearon hacia la puerta y vieron a un hombre de aspecto imponente, bastante entrado en años y con unos lentes circulares muy chicos -.