5
El Fantasma Aburrido
Al pasar los días, los tres visitantes del viejo Wyvern, compartían la misma pena por su amigo. La Alquimia logró que cada uno de ellos conversará por pocos minutos con su ex director. Albus se quedaba mas seguido en su casa, porque tenía mucho de que conversar con su hermano y con Nicholas. Octubre no dio señales de nada relacionado con Grindelwald y Noviembre se tomo el tiempo para traer consigo a los ventosos atardeceres y las gélidas noches que colaban hasta los huesos en cada rincón de los terrenos de Hogwarts. Muchos Alumnos simplemente no podían permanecer tanto tiempo en los alrededores del castillo, y andaban con sus guantes de piel de dragón hasta para comer en el Gran Comedor. Albus estaba ansioso porque faltaba un mes para tomarse la semana de entrenamiento con Aberforth y Nicholas, que se quedarían en Francia tratando de dar un poco más de magia a los poderes que ya tenían. Pensaba la manera de dedicarse toda la estadía en otro país para aprender más sobre los poderes de la Alquimia y profundizar las Artes Antiguas que muy bien manejaba él y su hermano. Nicholas por otra parte, permaneció mucho tiempo en cama tras la visita a San Mungo, la cual lo debilitó demasiado. La señora Rigers se encargaba de verlo y cuidarlo como su propio hijo, dejándolo reposar en la cama y que no se le ocurriera pararse. Nicholas no quería tanta comodidad, y cuando la señora Rigers se descuidaba se aparecía en el patio para meditar los acontecimientos que iban ocurriendo al pasar el tiempo y los meses. Aberforth por otra parte, mantenía su puesto de trabajo a muy alto nivel, cada trámite que debía realizar, lo terminaba exitosamente. Algunas veces sin un rasguño que lamentar y otras sin embargo con varias quemaduras de Dragones, o mordidas de pequeños duendecillos que habitaban ciertas zonas de Gran Bretaña.
Los tres sólo pensaban en lo que Wyvern les había dicho y ni con Dippet, Nigellus, Wortiks y el señor Dumbledore comentaban lo que pasó hace algunos días en el viejo hospital. No querían alarmar la situación, esperando el momento propicio para contárselos, también el que más insistió en que no lo divulgarán fue Nicholas quien sospechaba que si lo contaban algo malo iba a suceder.
¿Por qué lo dices? – preguntó Aberforth, cuando se encontraban los tres en el dormitorio -.
Sólo es un presentimiento... espero que me equivoque, pero siento algo malo que ocurrirá, no lo sé definir bien, pero lo siento en mi alma – dijo Nicholas desconcertado -.
Está bien, guardaremos este secreto y no se lo diremos ni a nuestro padre, ¿Entendido? – había dicho Albus después de quitar la vista del cielo negro que brillaba por la ventana y dirigirla a los presentes -.
De acuerdo jefe – dijo Aberforth al momento en que los otros dos se reían y se preparaban para dormir -.
Al otro día, muy temprano en la mañana, Albus había llegado a Hogwarts para dar clases a los de primer año que lo aguardaban después del desayuno. Se dirigía a la puerta principal cuando veía que alguien si venía en sentido contrario caminando rápidamente.
¡Hola Dippet, ¿Qué pasa? – gritó Albus cuando lo vio -.
Dippet levanto la mirada, quien no se había percatado de lo sucedido y miró a Albus.
¡Ah, ¡Hola Albus!... no pasa nada, voy a San Mungo a visitar a Wyvern, eso es todo, me atrase un poco y en quince minutos tengo que estar allá – decía cuando llego al lado de Albus. A él se le revolvió el estomago pensar que Wyvern podría contarle mentalmente lo que había pasado y se enteraría mediante él, que es lo que Grindelwald trama en estos momentos.
Esta bien – dijo Albus -. Mándale saludos de parte de mi hermano, Nicholas y mío -.
Bueno, yo le diré... – dijo Dippet al momento en que se alejaba mas y más de donde se encontraba quieto Albus -.
Espero que tengamos suerte y Wyvern no le diga nada – susurraba cuando entró al castillo sacudiendo su túnica de la escarcha que se le había pegado -.
Decidió ir al Gran Comedor, para ver si alcanzaba algo para comer. Había desayunado en casa, pero como se fue tan rápido no alcanzo a digerir lo que comió y para variar la señora Rigers no le dejó sus galletas en la cómoda cerca de la puerta, con lo que se fue todo el camino, mascando los dientes.
Están muy animados los alumnos, no es así Nigellus – decía cuando agarró el asiento y la dirigió muy cerca del director -. ¿Será por el partido de Quidditch? – preguntó -.
Así es, hoy empieza el campeonato y se enfrenta Hufflepuff contra Slytherin, espero que gane la que fue mi casa Slytherin, hace mucho que no obtenien el título – repuso Nigellus tomando su copa y bebiendo un buen sorbo de ella -.
Eso es verdad Nigellus, Gryffindor y Ravenclaw se han llevado años por medio la copa de Quidditch y pareciera que no quieren soltarla – dijo Albus, cuando miró hacia el otro extremo de la silla del director, y observó que Binns se encontraba más moribundo y decrépito que otras veces -.
¿Y tu que opinas, Binns? – preguntó Albus -.
¡Ah, ¡yo, bueno... – parecía haber salido de un sueño muy profundo sin siquiera mirar a Albus, continuó - ...pienso que ese deporte es muy arriesgado y no tiene ninguna gracia -.
Tu siempre tan optimista, me gusta esa manera de pensar... – farfulló un profesor que estaba al lado de Binns muy absorto conversando con la profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas, Elisa Village -.
Hola Smith... ¿Cómo van las clases de Pociones? – preguntó Nigellus -.
Bien, va todo bien... no tengo quejas en absoluto – dijo él -.
El desayuno terminó a los veinte minutos en que llegó Albus, y los alumnos se pararon inmediatamente para ubicarse en buen lugar para el partido que empezaría pronto. Albus miró a Binns y le preguntó.
¿No irás al partido Binns, creo que te sentará bien – preguntó Albus para darle ánimos -.
No, iré a reposar... la comida me ha caído un poco pesada, después me cuentas como fue todo, hasta luego – dijo Binns quien abandonaba el comedor muy somnoliento y cansado -.
Albus lo miró, y se propuso a ir al campo de juego para presenciar un buen partido. Al llegar vio las gradas que estaban repletas de alumnos que vitoreaban a su equipo favorito. Se sentó en el palco de los profesores junto a Nigellus, quien estaba tan entusiasmado porque ganará Slytherin que se atrevió a ponerse una insignia de una serpiente en su túnica. Smith, el profesor de Pociones, era el que traducía el partido y recalcaba las mejores jugadas. Albus lo vio ponerse enfrente de los demás y pronunciar: ¡Sonorus! , y su voz se amplió diez veces mas de lo normal, para decir lo que ocurría en el partido.
¡Y ahí están los jugadores de Hufflepuff, quienes dan el saludo a sus admiradores... pero vemos que los de Slytherin les lanzan miradas amenazadoras! – decía Smith - ¡Y aquí vienen los de Slytherin, ¡Vemos que se dirigen al centro del campo, dando el saludo correspondiente al profesor Aurelius!... ¡Ahora se saludan los capitanes de los equipos y a volaaar! – dijo Smith, cuando vio catorce escobas suspendidas en el aire que se ponían en posiciones para empezar el partido -.
Iván con la Quaffle, se pasa a dos cazadores de Slytherin... ¡Guau, por poquito y esa Bludger lo alcanza... ahora se dirige hacia el guardián, lo esquiva y... ¡ANOTA!... diez puntos para Hufflepuff contra cero de Slytherin – emocionado por el juego no podía dejar de transmitir a cada segundo que pasaba del partido. Cuando pasaron veinte minutos del juego Slytherin había remontado el juego con sesenta puntos contra treinta de Hufflepuff, pero sucedió algo que ha los de Hufflepuff les cayó como un tesoro -.
...¡Que vemos señores, Thomas, el buscador de Hufflepuff se dirige en picada hacia uno de los postes de su equipo, parece que vio la snitch... y Anderson, el buscador de Slytherin lo sigue, van a chocar... van a chocar... ¡CHOCARON! – mientras decía esto se tapo los ojos, por el horrendo choque que tuvieron los dos buscadores -.
¡THOMAS TIENE LA SNITCH, ¡LA PUEDO VER, HUFFLEPUFF GANA EL PARTIDO POR CIENTO OCHENTA CONTRA SESENTA DE SLYTHERIN!... – decía emocionado ya que Smith era el Jefe de la Casa de Hufflepuff -.
Cuando el partido acabó, los alumnos iban emocionados gritando: ¡HUFFLEPUFF EL MEJOR, en cuanto el equipo de Slytherin no mostraba una actitud de haber perdido. Se limitaban a mostrar a cualquiera que los mirará, las varitas por si se atrevían a desafiarlos. Toda la tarde los alumnos no paraban de alentar a Hufflepuff por haber ganado a Slytherin, y no sólo los de su propia casa, sino que se unían a ellos los de Gryffindor y Ravenclaw. Alumnos que iban hacia las clases muy felices y con todo eso el día se torno mas agradable también para los profesores, quienes disfrutaban las clases en medio de tanto alboroto. Albus tuvo dos clases más, con los de tercero y los de quinto año. A los últimos les enseño un hechizo desvanecedor para prepararlos para los TIMOS que según él, eran pan comido. Les comentaba como tenían que prepararse y estudiar muy rigurosamente, si querían tener un futuro aceptable, para enfrentar a los EXTASIS.
Albus, se dirigía a su despacho cuando vio que entraba en la sala de profesores su amigo Dippet.
¿Cómo te fue? – preguntó Albus -.
Bien... en lo que se puede decir – cuando Dippet dijo estás palabras, Albus se dio cuenta de que Wyvern no había utilizado el poder mental para hablar con él y eso le pareció muy extraño -.
Te tardaste mucho... – comentó Albus como que no quiere la cosa -.
Eh, si... pero es que tenía otros asuntos – dijo este sin mostrar ninguna actitud nerviosa o algo semejante -.
Esta bien... Buenas Noches, tengo que ir a descansar – le dijo Albus -.
Buenas Noches – respondió Dippet -.
Albus se dirigió en silencio a su despacho, pensando porque Dippet se encontraba tan mal, porque no se podía negar que algo ocultaba. También le intrigaba el hecho de que Wyvern no tuviera la misma flexibilidad con Dippet, y la tenía con él, su hermano y Nicholas. Dippet siempre fue muy cercano a Wyvern, pero este último no revelaba que podía hablar con él. Quizá fuera por cuestión de confianza, pero lo descartó de inmediato ya que si la confianza reinara, Dippet sería el príncipe. El era muy bueno con todos, y no creo que con Wyvern, que fue su maestro fuera distinto – pensaba Albus en voz alta en su despacho, que estaba con una sola luz que daba justo a la cara de él, haciendo notar que los años le estaban entrando como un valde, pero la sabiduría era un merito que había que aludirlo. Esa noche, Albus durmió muy bien, sin sueños extraños, y acumulando toda la energía para el siguiente día, que sin duda alguna, le esperaba una sorpresa muy extraña.
En esa mañana, los terrenos del colegio mostraban un brillo en el verde pastizal por el sol que iluminaba cada rincón de los terrenos, e incluso el Bosque Prohibido parecía un bosquecito inofensivo. Todo estaba saliendo bien, cuando un niño de tercero entra muy rápido a la aula donde Albus realizaba su clase, y le dice con una voz muy alterada.
¡Profesor, ¡Profesor! – gritaba Tom, cuando entraba desesperado en el aula -.
¿Qué ocurre Tom? – preguntó Albus, quien lo miraba muy desconcertado -.
¡Es el profesor Binns, algo le hicieron o algo paso! – gritaba alarmado Tom -. ¡Esta... esta... transparente! -.
¿Cómo dices? – preguntaba Albus, quien calmaba a los alumnos que empezaban a murmurar y el ruido se iba apoderando de la clase -. Vamos Tom, llévame con él -.
Si profesor... – le respondió cuando iban a toda prisa al aula en que Tom estaba recibiendo su clase de Historia de la Magia -. Estábamos esperando al profesor Binns, cuando vimos un fantasma aparecer por el pizarrón. Pensábamos que era uno de los fantasmas del colegio pero al verle el rostro, se trataba de él... – pero no término la frase, porque Albus había abierto la puerta del aula y se encontró con el profesor Smith quien estaba con la boca abierta ante tal escena -.
¡Binns, que ha pasado, ¡Tu cuerpo, ¿Dónde esta? - preguntaba Smith muy alarmado cuando vio al fantasma de Binns como si no supiera que estaba muerto, con un libro en sus manos y sentado en el escritorio preparado para dar clases -.
¿Pero, que es esto? – preguntó Dippet quien entraba al aula y de inmediato se le agrandaron los ojos, cuando vio a Binns -. ¡Esto es increíble!... ¡Vamos al despacho de Binns, Albus, Smith, ¡Los demás quédense aquí! -.
Cuando iban a toda prisa al despacho de Binns, el señor Ernesto Walfric, celador de Hogwarts estaba aguardando la puerta con la mirada perdida y triste.
¿Qué paso Ernesto? – preguntó Dippet quien entraba al despacho, viendo el cuerpo del profesor Binns, sentado con la cabeza en el escritorio, como si estuviera dormido -.
No lo sé, cuando llegue aquí lo encontré en esa posición, luego lo sacudí y no contestaba... esta muerto profesor... no responde... – murmuraba con voz queda Ernesto -.
Albus entró y vio el cuerpo de Binns, y miró fijamente a Dippet. Ambos sabían que algo andaba mal, pero sólo hablarían con el director Nigellus sobre el asunto.
¡Smith, ve por los demás profesores, ¡Ernesto, ve a buscar a Nigellus! – les decía a ambos Dippet quien tenía una mirada muy penetrante, lo cual Smith y Ernesto comprendieron que era mejor obedecerle -.
Cuando llegaron los demás profesores al despacho, todos dieron un salto y un gemido por la escena que se les presentaba ante sus ojos. Nigellus quien llevaba su túnica muy alborotada como si se hubiera corrido todo el camino, llegó al poco rato y acomodándose con Dippet, él también se entero de lo que pasaba.
¡Lleven el cuerpo a la enfermería! – gritó Nigellus mirando a Ernesto -.
Si señor de inmediato lo hago, profesor Smith ayúdeme por favor – dijo el celador quien no quería aproximarse al cuerpo aunque le pagaran cincuenta galeones -.
Smith, agitó su varita y pronunció: ¡Mobillicorpus! . El cuerpo de Binns se paró como si hubiera cobrado vida y empezó a dirigirse hacia la puerta quien le controlaba por la parte de atrás la varita de Smith. Albus, Dippet y el señor Nigellus se dirigieron al despacho del director, en donde se miraban muy alteradamente, presintiendo lo que había ocurrido hace pocos minutos.
¿Crees que alguien lo mató? – preguntó Nigellus a Albus quien estaba muy pensativo -.
Es una posibilidad que está muy abierta, pero tendría que ser alguien muy experto, porque la magia para realizar un hechizo de muerte indetectable no es fácil – dijo Albus -.
Si, esta bien, pero no hay posibilidad de que algún profesor la haya realizado, yo y Albus somos los únicos en Hogwarts capaz de realizar tal hechizo – repuso Dippet -.
Lo se Dippet, pero puede haber muerto naturalmente y sin la necesidad de un asesinato casi imposible, ahora lo que hay que hacer, es hablar con él y preguntarle de que se acuerda, si tenemos suerte puede decirnos que paso – dijo Nigellus quien acompañado de los otros dos, salió muy aprisa del despacho, cruzando la gárgola que servía de escalera hacia el.
Cruzaron varias aulas hasta llegar a la que se encontraba el fantasma de Binns. Cuando llegaron, solo Albus se digno a entrar para no espantarlo y comenzó a llamarlo para que se diera cuenta de que había alguien mas ahí.
Binns, ¿Puedo hablar contigo? – preguntó seguro de si mismo al ver que Binns, volteaba la mirada hacia él -.
¡Hola Albus, claro que puedes... – respondió Binns, quien a juzgar por la situación todavía no se daba cuenta de que es lo que le había pasado -.
Binns, ¿Sabes que ya no estás en tu cuerpo? – preguntó Albus -.
Binns miró su cuerpo, pero no lo vio, solo se digno a seguir el resplandor que emanaba y ver que ahora era mas transparente que sólido.
- ¡Oh!... no puede... no puede ser... pero Albus que me ha pasado, quien me hizo esto, pero si yo estaba bien, sólo me tome un whisky la noche anterior y me quede dormido en el escritorio, después me levante como todos los días a hacer mis clases, pero no me di cuenta de esto... ¡Que horror! – decía Binns que no daba crédito a lo que le pasó -.
En eso, se escucha la puerta y Albus deja la mirada en ella, cuando ve a Dippet y a Nigellus quienes entran para ver lo que estaba pasando. Se sientan en las sillas mas cercanas a Albus contemplando lo sucedido.
¿Le preguntaste Albus? – dijo Nigellus quien se veía ansioso por saber la verdad -.
No, pero ya me dijo lo que paso... sólo murió de causa natural y no se dio cuenta de que dejó su cuerpo atrás en su despacho – le respondió Albus quien todavía miraba muy detalladamente a Binns -.
Tuvo que pasar toda una semana para que el colegio enteró se acostumbrara a tener como colega y profesor a un fantasma. Binns quien todavía seguía perplejo por lo que le ocurrió, se opuso fervientemente a dejar de dar clases, y Albus lo apoyó, ya que no había olvidado nada de lo que hacía cuando todavía tenía su cuerpo. Los alumnos, preferían más al Binns de carne y hueso, porque el actual, lo único de entretenido que podía tener era su entrada por el pizarrón al empezar las clases. Se sentaba en el escritorio, y dictaba los acontecimientos de la guerra de los Troles en 1425, o la que pasó con las Hydras que se escaparon de Grecia, y otros asuntos que hacían que los alumnos al cabo de cinco minutos perdieran total interés de la clase. Pronto se volvió la clase mas aburrida en todo el castillo y los alumnos antes daban interés en ella, sólo se comparaba a las de Astronomía, decía un muchacho de quinto que se quejaba con la voz alta en plena clase de Binns, quien no escucho nada y siguió hablando sobre el proceso de las leyes en Inglaterra.
Menos mal que te hizo caso Albus, o estaría peor que el Barón Sanguinario – dijo Nigellus sentado en su silla en el Gran Comedor cuando era la hora del almuerzo -.
Si, eso fue lo mas genial, ahora podemos decir que Binns, será el único profesor que se encontrará mas tiempo que nosotros mismos – y soltó una carcajada enorme, donde algunos alumnos se dieron vuelta para mirarlo, e hicieron que se ruborizara -.
Y no hay que decir mas, ahora tenemos más comida nosotros, ya que los fantasmas no comen este tipo de alimentos – dijo Dippet quien se unía a la conversación -.
Cuando Nigellus asomó su cabeza hacia los lados, para darse cuenta de que nadie espiaba o se podría unir a su conversación se dirigió a Albus y Dippet murmurando muy despacio.
Ayer fui al Ministerio y me encontré con Wortiks y Abiss, y me han dicho que no hay nada de noticias sobre Grindelwald. Temen que se está preparando para atacar cuando menos lo pensemos... tengo que confesarles que si sigue así es muy difícil que sepamos lo que trama – murmuraba y cada vez mas despacio para que nadie lo oyera -.
Si... deberíamos buscar más personas que sepan la verdad y averiguar con mayor detalle lo que busca hacer ese ímbecil – susurró Dippet -.
Con eso no estoy de acuerdo... tenemos que tener el tema de Grindelwald en silencio. Si se entera la demás gente armaremos un gran escándalo con el que tampoco vamos a poder combatir – sentenció rápidamente Albus
A lo mejor es posible que se enteren por otros medios Albus – repuso Nigellus quien miraba de un lado a otro -.
Sería mejor así, piensa en que problemas nos meteríamos con el Winzegamot por ocultar tanto tiempo una información como esa – dijo enojado Albus, que ahora se dejo de reír y habló con toda seriedad -.
Si pero... es que no se... ¡Ah! Albus, siempre piensas en todo, y para variar tienes la razón – dijo resignado Nigellus -.
La comida estuvo muy rica, tanto para profesores como alumnos. Albus iba derechito a su aula para comenzar las clases a los alumnos de tercero. Pensaba demasiado en lo sucedido con Binns últimamente, porque no le convencía mucho que haya muerto de causa natural. Sin embargo, no quiso alarmar a Nigellus contándole que estaba dudoso, solo se limitó a decirle que todo fue desde el punto de vista normal. Llegó al aula de clases y los alumnos guardaron silencio automáticamente. Todos le tenían mucho respeto a Albus y a su hermano si se paseaba por allí, porque cada uno de los profesores les contaban maravillas de lo que podían hacer con sus varitas, y también los ponían de ejemplo para los TIMOS y EXTASIS. Decían que ellos obtuvieron la mayor cantidad de TIMOS posibles y que eran realmente buenos, y un montón de cosas mas, que dejaría a cualquiera con un respeto hacia ellos dos.
Albus recorría la clase para ver el progreso de sus alumnos, mientras se dirigía a una mesa, Tom le gritó muy despacio.
¡Profesor! – dijo él -.
Si Tom, ¿Qué deseas? – respondió Albus -.
¿Nos podría decir que pasó al final con el profesor Binns, fue natural su muerte? – preguntó este con una frialdad que lo caracterizaba demasiado siendo muy pequeño -.
Albus lo miró, pero se dio cuenta de que una vez más su corazón le advirtió que no lo mirara fijamente. Alzo la mirada y les propuso a los alumnos que se sentarán para escuchar su versión de los hechos.
¿Qué es lo que quieren saber? – al preguntar esto, Tom y otro niño de tercero llamado Richard levantaron las manos -.
A ver, Richard, dime... – dijo Albus, mientras Tom miraba a su compañero fulminándolo.
Bueno... Nosotros quisiéramos saber que le paso al profesor Binns – dijo Richard -.
Mmm... – murmuro Albus -... esta bien, le diré. El profesor Binns sufrió un ataque desconocido – y al decir esto los alumnos en especial Tom, se pusieron muy nerviosos con tal comentario - ...¡No, ¡No confundan palabras, sufrió un ataque pero creemos que fue de su cuerpo, o sea, que murió en forma natural – repuso Albus -.
¿Profesor, y porque quedó como fantasma? – preguntó otro alumno, pero esta vez se trataba de Tom -.
Eso no lo sabemos Tom, pero lo que si sabemos es que uno decide quedar como fantasma al tener cosas pendientes que realizar en este mundo. Creemos que Binns quería seguir haciéndoles clases y por lo tanto se quedo en este mundo y lo tendrán como profesor por todos sus años escolares -.
¿Entonces, él seguirá haciendo clases, aunque sea fantasma? – preguntó Tom -.
Si Tom... yo convencí al director Nigellus de que lo dejara en su puesto y que no lo relevarán – respondió Albus -.
La clase término poco después de que Albus dijera que Binns seguirá como profesor de Historia de la Magia. Se apresuraba a dejar sus libros en la sala de profesores para bajar al Gran Comedor a cenar con los profesores y alumnos. Cuando entró vio a Dippet que también se dirigía al comedor a cenar.
¿Vas a bajar? – le preguntó Dippet a Albus -.
Si... déjame guardar estas cosas – dijo Albus cuando miró a Dippet muy preocupado -. ¿Te pasa algo Dippet? – preguntó -.
Sólo estoy un poco apenado por Wyvern – al decir esto a Albus se le retorció el estómago al saber que Wyvern no mostraba la misma actitud con su discípulo -. Siempre cuando voy a verlo me dan ganas de llorar a su lado, pero él siempre me dijo que tenía que ser fuerte, que si le pasaba algo no era motivo para lamentarse y yo debo cumplir su palabra -.
Albus no quería que su amigo se mantuviera en ese estado, pero no podía decir nada de lo ocurrido en San Mungo el día que fue a visitar a Wyvern.
Ya termine, ¿Vamos? – preguntó Albus cuando guardaba su último libro -.
Si vamos... – y ambos se dirigieron al Gran Comedor para disfrutar de una rica cena con los alumnos y demás profesores -.
Al llegar ellos, los platos estaban repletos de comida para saciar a cientos de estómagos muertos de hambre, después de un día bastante agitado. El techo del salón estaba estrellado, ya que con un hechizo reflejaba el cielo que había afuera. Las velas flotaban iluminando cada rincón del salón dando un aspecto cálido y reconfortante. Peeves aguardaba en una de las armaduras con una ración de bombas fétidas para lanzar apenas los profesores se descuidarán. Nigellus y Dippet conversaban muy arduamente de los deberes por aumentar la seguridad en el colegio. Albus mientras tanto, pensaba en como se podía sentir Dippet sobre lo que le dijo, cuando iba a hablarle a Nigellus sobre lo sucedido, ya que había dejado de hablar con Dippet, sucedió algo muy extraño. Se sentían a lo lejos, galopes que se dirigían hacia el Gran Comedor, y los alumnos se inquietaban cuando empezaban a sentirse mas fuerte. En ese instante se abrió la puerta y vieron a cuatro Centauros que avanzaban al centro, por el pasillo que separaba las mesas de los alumnos. Cada uno de ellos tenía un mirada horrible, amenazadora, cuando el Centauro del centro habló dirigiéndose a Albus.
¡Albus, te necesitamos enseguida, es urgente! – gritó el Centauro a quien Albus reconoció como a Procne -.
¡Silencio! – gritó Nigellus cuando los alumnos empezaban a impacientarse, todos se quedaron callados y miraron a Procne -.
¿Qué pasa Procne?. ¿Qué es lo que te trajo aquí? – preguntó preocupado Albus -.
Procne miró a todos, y le dirigió nuevamente la mirada a Albus.
¡Es Kirin!... ¡Albus, han atacado a Kirin! – al decir esto, Albus, Dippet y Nigellus se miraron el uno al otro, porque ellos entendían de lo que estaba pasando, el único que podía hacer semejante cosa era Grindelwald, y se encontraba en Hogwarts esa noche -.
