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El Misterio Continúa

AUN SIGUE EL MISTERIO DE SAN MUNGO

Todavía no se ha podido descifrar lo que pasó en San Mungo tras la muerte de dos personas destacadas en el mundo mágico; nos referimos nada más y nada menos a Gregory Wyvern ex auror y ex Director de Hogwarts y también de Phineas Nigellus, distinguido ex funcionario del Ministerio, que operaba en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional y el cual hace tres años fue Director de Hogwarts. Sus muertes han sido chisme de muchas teorías dentro del Ministerio como también del hospital San Mungo.

"Eran Criaturas Mágicas extrañas, yo las vi – comentó un curandero de San Mungo que jura haber visto a especies de dragones con cabeza humana lanzándoles fuego a las víctimas –".

Lo mas extraño de todo el suceso, es que justamente ese mismo día, tres hombres conocidos como Aberforth Dumbledore, empleado del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, Albus Dumbledore, hermano de Aberforth y Profesor de Transformaciones en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y Nicholas Flamel, Alquimista radicado en Francia estuvieron esa noche presentes, ya que según ellos fueron a visitar a Wyvern junto con Phineas, pero lamentablemente este se adelanto primero (causa por la cual no sabemos porque lo hizo) y sufrió un ataque que lo costo la vida.

El desenlace de toda esta historia es muy rara, porque antes de esas muertes, un hombre y funcionario del Banco Mágico Gringotts llamado Robert Jones fue asesinado en Hosgmeade por la misma especie de Criatura que asesinó a Gregory Wyvern. Ambos dos, tenían los mismos indicios de un ataque con fuego, ya que su piel no se encontraba en su cuerpo, y su boca tenía una expresión de asombro, donde las mandíbulas estaban dilatadas a cierto puntos que entre una y otra se encontraba un espacio de quince centímetros de ancho.

"Para mi solo es un ataque planeado por alguna especie de Quimera o algo parecido, ya que su magia es muy antigua para deshacerla y definirla – declaró el Ministro de Magia Arturo Wortiks, quien tras la muerte de su amigo Phineas Nigellus, se ha encontrado muy mal de salud –".

Avisamos a la comunidad que tenga cierta alerta en sus casas, producto de si estas Criaturas siguen rondando por ahí.

El Profeta.

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¿Qué creen que se están imaginando los otros magos? – preguntó Nicholas a sus amigos -.

Me temo que puede ser cualquier cosa que se les ocurra, pero lo que si... ¡Cuidado Aberforth!... lo que si estoy seguro es que no tienen ni la más mínima idea de que fue Grindelwald, y eso podemos dejarlo por cerrado – respondió Albus -.

Si... sería... conveniente... dejar de pensar en eso... y concentrarnos – les decía Aberforth al resto que estaba con él -.

Albus, Nicholas y Aberforth se encontraban caminando por las montañas inglesas, en busca de los Duendes, para revisar si todo iba bien y sin ninguna muerte. Albus les leyó el trozo del diario El Profeta que llevaba en la mano, para que opinarán de lo que el resto de los magos sabía o creía saber respecto a los ataques que ocurrieron en San Mungo hace ya tres años. Sus miedos fueron reemplazados por fortaleza y un poco de valentía al saber que durante todo ese tiempo no hubo señales claras de Grindelwald. Aberforth pensaba que al atacar a Wyvern y Nigellus, sus poderes fueron disminuyendo hasta acabar con su propia vida, pero Albus lo entraba en la realidad y le decía que el enemigo andaba rondando tratando de atacar a los jefes de cada una de las Criaturas Mágicas, y que sin duda, Dippet, Abiss y Myrtha entraban en su lista de matanzas. Nicholas no podía dejar de pensar en que Pernelle se encontraba sola en Francia, a la cual hace dos días le mando una lechuza diciéndole que se viniera a Gran Bretaña para estar con él. La señora Rigers no tuvo inconveniente y le dijo que los dos podrían quedarse en la casa.

Wortiks se encontraba muy mal de salud, pero seguía insistiendo en ir al Ministerio, por lo que decía que aunque estuviera muerto iría como Ministro. En Hogwarts todavía se recordaba el suceso que marco un hito en ese colegio. Los alumnos y profesores comentaban con sus propias versiones lo que había ocurrido y siempre era una historia diferente. Albus pasó a ser el jefe de casa de Gryffindor, por lo cual el profesor Dippet asumió el puesto de Director de Hogwarts, ya que todos sus compañeros y alumnos quisieron que él tuviera ese cargo, aunque también influía la lástima de que sus mejores amigos estaban muertos y fueron asesinados por Grindelwald, cosa que los demás no sabían.

¿Cuánto falta? – preguntó Nicholas -.

Falta poco... ya estamos por llegar – respondió Aberforth cuando llevaban una hora de camino por las espesas áreas del lugar -.

Lamentablemente no sabemos todavía que Criaturas son las que atacaron a Kirin y a Borg – agregó Albus -.

Si, tienes razón, pero ahora que nuestros poderes aumentaron de manera considerable debemos tener fe en que esas Criaturas no serán rivales para nuestra alianza – le dijo Nicholas -.

Aberforth lo miró comprensivamente.

Pero Procne nos recalca todos los días que puede suceder, que esas Criaturas son muy poderosas porque ni siquiera ellos saben lo que es – contestó -.

...Y tampoco han podido curar por completo a Kirin, ahora habla pero se limita a sólo eso, ya que no puede caminar – objetó Albus -.

El sol se iba ocultando cuando llegaron a la zona en la que los Duendes podrían estar, según Aberforth. Albus alzó su varita iluminando el lugar, y empezaron o oír ruidos muy conocidos que se acercaban a ellos. Veinte Duendes, incluido el jefe Sandal el Grande, estaban caminando, con especies de ropas muy duras y con miradas cautelosas, como averiguando si se trataba de amigos o enemigos. Nicholas hizo aparecer tres sillas en donde se sentaron en frente de los Duendes. Sandal los saludó muy cordialmente, en especial a Aberforth, ya que era el que mas estimaba su antiguo jefe Borg.

¡Bienvenidos Amigos! – les dijo Sandal -.

Gracias... esperamos que tengan noticias de lo que sucede alrededor – les dijo Albus -.

Lo siento Albus, pero hemos averiguado con otras Criaturas y nos han dicho que seguimos siendo los únicos habitantes de estas fronteras, no hay algo nuevo o algo sospechoso después de la muerte de Borg – dijo tristemente Sandal -.

Aberforth lo miró y sintió miedo en sus palabras como justificando el porque no decían nada.

Estamos convencidos Sandal que dices la verdad... pero tengo que decirte que si sucede algo raro me avises enseguida con tu magia al Ministerio que es donde trabajo. A Hogwarts no puedes porque tu magia será esquivada por los hechizos que ahi abundan – le comentó Aberforth a Sandal -.

Bien... confiamos en ustedes... y ¿Qué ha ocurrido con los Gigantes? – preguntó preocupado -.

Nada... ellos están de acuerdo con lo que les dijimos y no ha habido nada raro por esas zonas – respondió Nicholas -.

¿Y Kirin, como se encuentra? – preguntó nuevamente el Duende -.

Según él se encuentra en perfectas condiciones, pero su salud esta estable, lo que no responde es su cuerpo, no quiere moverse y la herida en su pecho no se ha cerrado... lo que produce a veces que su dolor sea muy fuerte – le dijo Aberforth -.

Espero que se recupere y que todos nosotros estemos viviendo en paz... deseo tener una conversación con él pero de aquí no puedo moverme, nadie es lo bastante valiente para darles valor, solo yo puedo – respondió el Duende, cuando miraba a los otros que bajaban las cabezas en señal de temor y a la vez vergüenza -.

Los tres se quedaron conversando mas tiempo con Sandal, de lo que sería el plan para no caer en las manos de Grindelwald. Los Duendes los hicieron comer, y se divirtieron entre tanta tensión. Volvieron al Valle Godric caminando, ya que era su modo de revisar todos los rincones, y como no temían a una emboscada sus pasos eran firmes y seguros. Al llegar a la casa, los tres cenaron con la señora Rigers y se dispusieron ir a la habitación a descansar. Por los asuntos acometidos durante el día, cada uno al desplomarse en las almohadas se quedaron rotundamente dormidos. Los pensamientos de Albus ya no eran los mismos, ya que el hechizo de Pernelle fue muy potente, durante un largo tiempo no tuvo ningún sueño acerca del mago y el niño que vivió a su maldición. Al otro día, Albus y Nicholas estaban en la casa, ya que para empezar las clases en Hogwarts quedaba una semana. Se iban cada mañana a un sitio eriazo que ellos conocían donde se batían a duelo y meditaban para despejar la mente. Aberforth se ocupaba cada vez mas de los asuntos de su Departamento, ya que como él estuvo presente en el asesinato en San Mungo, tendría que averiguar que Criaturas eran las que irrumpieron en ese lugar. Aberforth sabía perfectamente que era en vano buscar, porque el asesino era un mago, pero le daba la oportunidad de pasar por su casa o ir a visitar a los Centauros, Duendes o Gigantes. Para agraviar la situación, los últimos meses un día por semana salía un artículo relacionado con el asesinato, y decían tantas calamidades que Aberforth llegaba a encontrarlo chistoso cuando lo leía. Wortiks jamás consulto a los de la alianza si podía dar esa declaración en El Profeta, lo que produjo la ira de Abiss cuando lo leyó. Decir que eso había sido planeado, haría dudar al personal mas inteligente del Ministerio y los que estaban encargados a parte de Aberforth de averiguar la verdad.

¡Porque lo hiciste! – gritó el señor Dumbledore cuando entraba en el despacho del Ministro -.

Te recuerdo que se golpe... – antes que terminara Wortiks, fue nuevamente interrumpido -.

¡Esta situación es un secreto Wortiks, y tú dices que las cosas son planeadas, que es lo que pretendes...! – continuaba el señor Dumbledore -.

Lo que pretendo es hacer valer mis derechos Abiss, y si no te vas ahora mismo, tendré que suspenderte de tu cargo por algunos días – le dijo con mirada de desprecio al señor Dumbledore -.

¡Esta bien, pero date cuenta de lo que dices primero, antes de publicarlo a todo el mundo! – le decía el señor Dumbledore cuando iba saliendo del despacho cerrando la puerta con un ruido espantoso -.

Esa discusión fue la ruptura de dos amigos que sin duda jamás habían peleado, y ahora se encontraban separados, a excepción cuando se juntaban para hablar sobre lo de la alianza. El señor Dumbledore no podía creer el comportamiento de Wortiks, y la señora Rigers le decía que se calmara sobre lo sucedido, que Wortiks no podría soltar toda la verdad ya que él se vería en un gran aprieto con el Winzegamot al ocultar información valiosa para el mundo mágico.

Como quieres que me calme, si junto con Aberforth también perderíamos el puesto – le dijo el señor Dumbledore a su esposa mientras se arreglaban en la habitación para ir a una comida a la casa de Tiberius Ogden, el Jefe del Winzegamot -.

Lo que quiero es que no andes por ahí con la cara larga, ni menos ahora que vamos a la casa del mismísimo Tiberius, te apuesto que si andas enojado te leerá lo que piensas y se enterará de todo – le dijo dándole una sonrisa a su esposo -.

Tardaron veinte minutos en salir de la habitación. Iban muy elegantes vestidos con túnicas de seda y uno sombreros elegantes. Albus les dio el visto bueno, ya que Nicholas y Aberforth se reían de Abiss por ir tan femenino, a lo que él se fue cascando para la cena con sus amigos. Como se quedaron solos, decidieron invitar a Albus al jardín para batirse a duelo y matar el tiempo. La noche estaba estrellado y diversa de esas estrellas les brillaban guiñándoles un ojo en señal de que al otro día el sol se asomaría imponente sobre el Valle Godric. Mientras que Nicholas veía que sus amigos se estaban lanzando diversos hechizos, Orus, la lechuza de Albus, esperaba en un árbol al lado de Nicholas que este le sacara la carta que llevaba en su pata. Nicholas pegó un salto y les avisó a sus amigos que la carta de Pernelle había llegado. Se sentaron los tres y Nicholas la leía en voz alta para que sus amigos escucharán.

Querido Nicholas y también Albus y Aberforth:

Estoy muy bien, no era para que te preocuparas tanto. Aquí no ha habido nada extraño, lo único que pasa es que te extraño mucho y me encantó la idea de que la señora Rigers me dejara quedarme contigo en su casa.

Estuve pensándolo, por eso no llegaba pronto mi respuesta. Sin embargo, decidí ir y creo que la próxima semana estoy por allá, eso si, tendrás que avisarme mediante Orus, cual es la dirección de tus amigos allá en Gran Bretaña, para no equivocarme en los vientos.

Sin mas que decirte, espero la dirección y te mando un beso... y saludos a tus amigos y a los padres de ellos. Besos.

Pernelle Flamel

¡Excelente! – gritó Nicholas cuando leyó la carta -.

Nicholas, ¿Qué es eso de equivocarse en los vientos? – le preguntó Aberforth -.

¡Ah! Bueno es que Pernelle puede mimetizarse en las brisas y viajar mediante los vientos hasta llegar aquí – les dijo Nicholas -. Recuerden que ella utiliza la energía del Viento -.

¡Guau!... debería ser genial viajar como una brisa... así podrías recorrer el mundo y muy rápido – le decía un entusiasmado Aberforth -.

Se quedaron un buen rato hechizándose hasta que su cansancio no pudo mas.

¿Nicholas le enviaste a Orus? – preguntó Albus mientras estaban acomodando la habitación -.

Si ya lo hice... sin duda que ahora estaré mas feliz que antes – saltaba de cama en cama Nicholas, y Albus solo se reía de la felicidad que embargaba a su amigo -.

A la mañana siguiente la señora Rigers se apuraba a servir el desayuno ya que como llegó tarde con su esposo, se habían quedado dormidos. Albus ya había salido de la casa para ir a hablar con Kirin junto a Nicholas ya que Aberforth tenía asuntos muy importantes que hacer en el Ministerio y por lo mismo no pudo ir a visitar a su amigo. Le dijo a Albus que le enviará saludos y que siga resistiendo el ataque, a lo cual su hermano le prometió que le diría. Pasaron dos horas desde que la señora Rigers sollozaba en la cocina por hacer las cosas apuradas y se moría de la vergüenza de haberse quedado dormida. Albus y Nicholas llegaron a Hogwarts para ir a ver a Dippet y después empezar su excursión por el Bosque Prohibido. Algunos profesores ya habían regresado de sus vacaciones y preparaban con ansias sus responsabilidades para el año que se venía. El señor Smith estaba en el Gran Comedor solo, viendo algunos libros, mientras que el celador Walfric ya empezaba una guerra con el endiablado Peeves el Polstergeist de Hogwarts. Llegaron al despacho del director, pero se detuvieron porque Albus no sabía la nueva contraseña del despacho y quedaron en un lío enorme al no poder pasar.

¡Sabiduría! – un grito salió de la parte de atrás de Albus y Nicholas, mientras que la gárgola del despacho se empezaba a mover -.

¡Dippet, que alegría... – le dijo Nicholas quien no lo veía hace mas de dos meses -.

Aquí estamos Nicholas, un gusto verte, pero pasen... – Dippet los hizo pasar para dirigirse al despacho. Se sentaron y Albus comenzó a hablar -.

Venimos a ver a Kirin... ¿Deseas ir? – preguntó -.

Lo fui a ver la semana pasada... pensé que sería bueno ver que nos dicen acerca de sus predicciones, porque la verdad es que ahora las creo mas que antes – hubo un silencio por lo que Dippet dijo, ya que la muerte que habían predicho los Centauros, había sido la de Wyvern y Nigellus -.

Bueno... nosotros vamos a ir ahora... así que después pasamos a verte – le dijo Nicholas para aliviar la tensión -.

Esta bien, porque ahora tengo que hacer un par de cosas – les dijo Dippet a ambos -.

Albus y Nicholas salieron del castillo y se dirigieron a la cabaña de Tuk para preguntarle si podían tomar el camino de siempre, que no ha sufrido ningún cambio en lo que llevaba del tiempo transcurrido.

¡¿Cómo van esas hortensias! – le preguntó Albus a Tuk -.

Hola Albus... bueno van bien, estoy preparándolas, ya sabes que me encantan – le dijo alegremente el señor Tuk -. ¿Nicholas? -.

Jajaja... si soy yo – Nicholas sonrío al saber que el señor Tuk, todavía se acordaba de él -.

¿Quisiera saber si el camino hacia los Centauros no ha sufrido ningún cambio? – preguntó Albus para apurar el tema -.

No... no hay problemas... pueden pasar tranquilos – contestó el señor Tuk -.

¡Gracias, ¡Nos vemos Tuk! – dijo Nicholas -.

¡Nos vemos Nicholas, cuídense! – les respondió el señor Tuk -.

Caminaron aproximadamente seis metros a la derecha de la cabaña del señor Tuk, y se internaron en el Bosque. Nicholas siempre tuvo un poco de indiferencia al Bosque Prohibido ya que no era como sus amigos que antes pasaban en él. Sus pasos sonaban con mucho eco, y varias veces se tornaba peligrosa cualquier rama tirada en el suelo, ya que podían tropezar con ella. Llegaron a donde habitaban siempre los Centauros y encontraron a dos de ellos que estaban por ahí.

¿Albus, ¿Qué haces aquí? – preguntó uno de los Centauros -.

Venimos a ver a Kirin... ¿Crees que pueda pasar Roth? – le preguntó al Centauro -.

En estos momentos esta descansando, si quieres espera aquí hasta que se despierte, por lo pronto Procne no tarda en llegar – le respondió -.

¿Dónde esta? – preguntó Nicholas alarmado -.

No te preocupes, fue con unos diez centauros mas a patrullar como lo han hecho siempre – le contestó Roth -.

Albus se sentó en el tocón grande que se encontraba en medio del claro. Nicholas lo siguió y ambos conversaban de trivialidades. Los otros Centauros se internaron en el Bosque quedando ellos solos para esperar el despertar de Kirin. En ese claro era muy común ver el sol emanando infinita luz hacia todas las direcciones, y el cielo azulado sin la presencia de ninguna nube que alimentara la condición de nublarse. Nicholas jugaba con su varita haciendo desaparecer una rama y volviéndola a aparecer, al igual que Albus, que no solo se conformó con una rama, sino que hizo desaparecer varias veces un árbol entero. El tiempo transcurría despacio, como si no quisiera avanzar y detenerse para siempre, al igual que el sol que ya estaba acalorando a Albus y a Nicholas, cuando de pronto se oyen galopes y se divisan a mas o menos once Centauros en dirección a ellos.

¡Albus, Nicholas que alegría! – les dijo Procne cuando ya estaba justo en frente de ellos -.

El resto de los Centauros se dispersaron por el terreno haciendo caso omiso de que dos magos estaban sentados justo en el centro.

¿Cuál es el motivo de la visita amigos? – preguntó Procne -.

Queremos ver a Kirin pero Roth nos dijo que esta descansando – respondió Albus -.

Bueno si... hace poco tuvimos que curarlo de pronto, producto de la herida del pecho que cada vez mas se agranda – contestó Procne -.

¿En serio? – preguntó tristemente Nicholas -.

Si... pero gracias a nuestro poder hemos podido calmar esos dolores, bueno, será mejor que entremos, Kirin ya ha dormido demasiado, debo despertarlo – Procne invitó a Albus y Nicholas a pasar por la especie de túnel que se forjaba hasta la guarida de Kirin. Cuando llegaron al cubículo, Kirin estaba sentado en sus cuatro patas y miraba con los ojos llenos de angustia y frustración a los que iban entrando -.

Vaya... tengo sorpresas – dijo Kirin cuando de su boca salía una sonrisa -.

Así es, Aberforth no pudo venir pero te manda muchos saludos – le dijo Albus quien se sentaba a su lado -.

Gracias... espero que él este bien también – dijo Kirin haciéndole un lado a Nicholas para que se sentara -.

¿Cómo te has encontrado? – preguntó Nicholas -.

Bien... un poco dolorosa es esta herida, pero lo demás ha estado bien – contestó el Centauro cuando veía que Procne dejaba el cubículo -.

La conversación transcurrió normal, el estado de ánimo de Kirin era estable mientras que con sus amigos charlaba de lo que pasaba actualmente. Al parecer todavía ninguno de los Centauros sabía que era lo que atacó a su jefe, y tampoco tenían noticias de lo que pudiera estar sucediendo con las Criaturas de los alrededores. La posición de la alianza era escasa, los momentos mas frustrantes eran cuando no podían saber nada, desde que ocurrieron los asesinatos en San Mungo. Cuando terminaron de charlar con Kirin, le dejaron una especie de amuleto que Nicholas siempre llevaba, para que le diera suerte, aunque los Centauros jamás han creído en ella, Kirin la acepto ya que se la estaban regalando gente muy especial. Salieron del Bosque para volver a Hogwarts, trataron de charlar con Dippet pero este estaba muy ocupado con sus asuntos de director, por lo cual tuvieron que dirigirse a la casa de Albus.

Espero que se mejore pronto – decía Aberforth mientras cenaban todos juntos -.

Todos esperamos eso, Procne ha sido un buen líder, pero no hay como Kirin, él si sabe como llevar las riendas entre los de su especie – agregó Albus -.

El señor Dumbledore había llegado recién y se esmeraba para cenar con los demás. Su cara no era la misma, ahora demostraba que estaba realmente enojado con alguien y todos se miraban para descifrar el rostro de Abiss.

¿Qué te pasa querido? – preguntó tímidamente la señora Rigers -.

El señor Dumbledore tiró un trozo de papel que pertenecía al diario El Profeta. Albus lo levantó y lo leyó para todos.

FUERTE CONFESIÓN DEL MINISTRO DE MAGIA

Según el Ministro de Magia, Arturo Wortiks, las personas que se encontraban en San Mungo, cuando ocurrieron los asesinatos, deberían decirnos más cosas sobre lo que ocurrió. Ellos estaban antes de que llegaran los curanderos, y por lo tanto deben saber perfectamente lo que pasó.

Wortiks nos ha dado el paradero de Albus, Aberforth y Nicholas para que sepamos que es lo que realmente ocurrió ese día.

Lo que sabemos es que el señor Abiss Dumbledore es el padre de dos de los involucrados en los hechos, por lo que deducimos que a través de él también podemos saber lo que pasó.

Les decimos a la comunidad que si sabe algo mas sobre el suceso, que avise porque el Winzegamot esta llevando la investigación.

El Profeta

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¿Pero... porque lo hizo? – preguntó Aberforth -.

¡NO LO SE... ESTOY REALMENTE MOLESTO CON SU ACTITUD, HACE TIEMPO QUE VIENE COMPORTANDOSE DE ESA MANERA! – gritaba lleno de rabia el señor Dumbledore -.

¡Cálmate papá, no sacas nada con alterarte! – le dijo serenamente Albus -.

Las tensiones estaban al máximo en la casa.

Realmente me sorprende su actitud, la verdad jamás imagine que Arturo se pusiera en contra de nosotros por salvar su pellejo – decía tranquilizándose el señor Abiss, cuando toma una tasa de té y la bebió a sorbotones -.

Las cosas se estaban dando de una manera muy extraña. Albus no daba crédito a que un miembro de la Alianza empezara a calumniar con sus propios amigos, y que mas encima lo divulgue en el diario El Profeta. Aberforth estaba en su cama, tratando de convencerse que al otro día, en su Departamento nadie haya leído El Profeta y no lo culparán por algo que el jamás hizo. Nicholas solo descansaba, ya que tenía dos pensamientos entrelazados en su mente, el de su esposa que durante la semana entrante llegaría al Valle Godric, y lo de Wortiks.

¿Qué piensas? – preguntó Albus a Aberforth -.

Aberforth se dio vuelta para mirar a los ojos a su hermano.

Pienso en que todo esto me tiene aburrido... la situación de que podamos dormir tranquilos sin poder hacer nada... que tanto tiempo desde que ese maldito ha vuelto pero no hemos podido con él... eso es lo que me da rabia – contestó -.

¡Duérmanse! – gritó Nicholas desesperado porque sus amigos ni siquiera en la noche podían dejar de pensar en Grindelwald -. Ya habrá momento... -.

Albus se tapó mas que rápido al igual que Aberforth, y se sumieron en el mas profundo de los sueños.