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Las Sospechas de Flamel
- Así que ahora soñaste algo diferente – comentó Nicholas, cuando ya había llegado a Hogwarts para acompañar a Albus para visitar a Kirin -.
- Esta vez fue diferente, primero soñé algo de dos magos a los cuales algo decía que los conocía de algún lugar, y el sueño repentinamente cambió y el hombre de la capucha me lanza esa maldición – le dijo Albus -.
- ¿Quieres que Pernelle, te haga nuevamente el encantamiento de no deseo? – preguntó Nicholas quien caminaba muy dificultosamente por los parajes del Bosque Prohibido -.
- Prefiero tenerlos, ahora no se han vuelto tan graves como antes, ya no despierto tan sudoroso y tampoco flotando en el aire – respondió Albus -. Si se empiezan a volver peligrosos nuevamente, le pediré a Pernelle que me haga el encantamiento -.
Caminaban muy aprisa, tratando de que nada los interrumpiera. El Sol ya se estaba ocultando en el horizonte, dando paso a la luna que ya brillaba intensamente. Nicholas había llegado un poco atrasado y tuvieron que ir aprisa hacia el Bosque, ya que Kirin podría encontrarse durmiendo y todo el camino hubiera sido en vano. Quedaban aproximadamente quince metros para llegar al claro; cuando por fin lograron llegar, Procne los estaba esperando, sin duda los Centauros sabían que se acercaban ellos.
- ¿Qué tal? – preguntó Procne amablemente -.
- Bien, ¿Y ustedes? – le devolvió la pregunta Albus -.
- Estamos bien, Kirin los esta esperando – les dijo Procne, cuando los encaminaba hacia la guarida de Kirin. Pasaron por las enredaderas atravesándolas con gran ímpetu. Al llegar a la guarida, Kirin se veía ya de mejor salud, su cicatriz se disminuyó tanto que ahora solo era un simple rasguño que lo hubiera hecho un bowtruckle -.
- ¿Qué se les ofrece? – preguntó Kirin, que al demostrar que ya tenía buena salud, aún no podía levantarse por si solo -.
- Hemos venido para saber como van las cosas por aquí, o si han averiguado algo – le dijo Nicholas mientras Albus hacía aparecer dos sillas para que se sentaran -.
Kirin los miraba muy atentos, sin duda algo tenía que decir, algo que ha averiguado durante los días en que Albus y los magos de la alianza no los han podido visitar. Cuando ellos se sentaron Kirin empezó a cerrar los ojos y los abrió.
- Bueno, hemos averiguado algo de esas Criaturas que Grindelwald ha utilizado – dijo Kirin mientras Albus y Nicholas se acercaban mas a él -.
- ¿Qué clase de Criaturas son? – preguntó Nicholas -.
- No lo sabemos, pero hay algo en ellas que es conocido, por ejemplo, todas las Criaturas que pertenecen a otro país han tenido una alianza con magos tenebrosos – dijo Kirin -.
- ¿De que país? – preguntó ahora Albus -.
Kirin lo miro y respondió.
- Del país de Grecia – sentenció -.
- Eso es imposible... sabemos que Grindelwald estuvo en Rumania, pero jamás por allá – dijo Nicholas -.
- Recuerda lo que nos dijo Wyvern Nicholas... – dijo Albus -... el nos dijo que cuando la primera vez que se alzó Grindelwald, tenía planeado un ataque en conjunto con Criaturas poderosas – termino de decirle Albus -.
- Es verdad... entonces esas Criaturas todavía son fieles servidoras de Grindelwald, y una de ellas fue la que atacó a Kirin y Borg -.
- Así es, una de esas me atacó, aunque hemos podido averiguar eso, no sabemos con exactitud a que pertenece pero si estamos seguros que son de Grecia, por lo cual ustedes también pueden averiguar que son – dijo Kirin -. Nosotros pudimos mantener contacto con el nuevo jefe de los Duendes, y les avisamos lo que averiguamos, así que ellos también utilizaran su magia para ver que pueden realizar -.
- ¿Cómo se contactaron con ellos? – preguntó desconcertado Nicholas -.
- Fue Procne el que se arriesgo a viajar solo hacia el paradero de Sandal, cuando él llego, los duendes no podían creer que se arriesgara a tanto... así que utilizando su magia lo hicieron inmarcable durante el camino para que nadie hasta que llegara acá, lo viera o lo reconociera – dijo Kirin -.
- Es increíble... sin duda fuiste un buen Centauro al pedir a Procne que te sustituyera, ha mostrado la valentía que a algunos de nosotros nos falta – dijo Albus -.
- ¿Y ustedes como van? – preguntó esta vez Kirin -.
Albus le contó como iban las cosas con Grindelwald, ya que lo único que sabían era que su sueño era real y el mago tenebroso había vuelto. Además lo de lo que Grindelwald podría tener a dos magos como aliados. Pero cuando lo contó Kirin concluyó que la voz de mujer que sintió Albus en el sueño podría ser de la misma Criatura que lo atacó a él.
- Pensemos en eso por mientras, ya que es la única pista que tenemos y que podemos deducir al filo de los detalles – dijo Nicholas -.
Cuando se despidieron de Kirin, salieron de su guarida, y también del Bosque Prohibido se internaron en el castillo para hablar con Dippet sobre lo ocurrido. Cuando llegaron al despacho del director, este se encontraba desocupado con lo cual pudieron contarle lo de su visita a los Centauros. Dippet les comentó de que si tuvieran tiempo entraran a la biblioteca del mismo colegio para buscar alguna pista de que Criaturas pueden ser las que están al servicio de Grindelwald.
- Por cierto Albus, ¿Ayer supiste si entraron? – le preguntó Dippet, cuando Nicholas ponía una cara de que no entendía nada -.
- Si lo averigüé y hasta el momento nadie lo ha hecho – respondió Albus -.
- ¿De que hablan? – preguntó Nicholas -.
- Sobre la Cámara de los Secretos Nicholas, un alumno de sexto quería saber la historia y parece que los otros alumnos están también interesados y demasiado en la supuesta leyenda de Salazar Slytherin -.
- Pero no creo que eso sea de preocupación, ya que nadie ha mostrado ser el supuesto heredero, sabemos que el heredero de Salazar Slytherin tendría que tener la misma y única cualidad que él -. Dijo Nicholas -.
- Por ahora no, pero quien sabe Nicholas, quien sabe.. -.
Nicholas ya se estaba yendo y Albus lo encamino hacia la salida de Hogwarts para que tomara el Autobús Noctámbulo y se dirigiera al Ministerio para hablar con Aberforth de lo que hicieron ellos. Albus ya se dirigía al castillo cuando vio algo que lo extraño mucho. Algunos alumnos estaban en una parte de los terrenos de Hogwarts hablando, pero lo que mas le llamó la atención es que uno de ellos caminaba de un lado a otro como si estuviera dándole ordenes a los demás. No se digno a dirigirse hacia ellos así que volvió a su despacho para guardar las cosas e ir a cenar. La cena ya estaba servida y Albus se apresuraba para alcanzar un poco de comida, ya que los profesores eran unos glotones al igual que él. Llego al Gran Comedor por la puerta trasera y se sentó y comenzó a engullir todas las bandejas que habían.
- Parece que tenemos hambre – le sonrío Smith cuando lo veía que agarraba todas las bandejas con comida -.
- No sabes cuanta... – fue lo único que pudo responder Albus porque al mismo tiempo que lo decía, acababa de meterse una patata entera a la boca con la que tuvo dificultades de tragar porque se le había atorado en la garganta. Smith le dio unos golpecitos y Albus se alivió por completo, dándole las gracias por la ayuda a Smith. También se puso a conversar con Dippet, y así transcurrió la cena, en armonía y con hambre, mucha hambre.
En una de las salas comunes, algunos de los alumnos no dormían como el resto, sino que estaban en el salón, conversando, mas bien escuchando a uno de ellos que se paseaba por todos lados y hablaba seriamente. El fuego que abrazaba la sala común los invadía en un somnoliento pesar, haciendo que algunos de ellos empezaran a cerrar los ojos. Ya el tiempo había transcurrido, y era demasiado tarde, no tenían ganas de estar sentados, solo querían acostarse, soñar con el día de mañana, pero Tom no los dejaba moverse, los tenía aprisionados a cuatro de sus compañeros.
- Nos podemos ir ya... – dijo uno de ellos mientras los otros asentían -.
- Me temo que no Lardet, necesito tener a todos aquí, ya que tienen que tener las cosas bien claras – le dijo Tom mirándolo fijamente a los ojos. Lardet se limitó a asentir y no se atrevió a desobedecer -.
- ¿Alguno mas desea irse? – preguntó Tom cuando sacaba su varita, y los apuntaba amenazadoramente -.
- No! – dijeron al unísono los cuatro que yacían en el sofá -.
- Sabemos que mañana, es la salida a Hosgmeade. Nosotros no iremos a... – no pudo terminar porque uno de sus compañeros estaba levantando la mano, en señal de que quería hablar -.
- ¡Pero yo mañana me juntare con Lysa, y no quiero fallarle! – dijo un alumno llamado Devian -.
- ¿De veras?... pues no lo hagas – le dijo Tom, mostrando una sonrisa malévola -.
- No lo impedirás – y este se paro, pero al mismo tiempo en que lo hacía, Tom le arrojo el Expelliarmus y lo derribó, arrojándolo a mas de dos metros por encima del sofá -.
- Atrévete a decirle a algún profesor lo que te hice, y no saldrás vivo de esta – advirtió un Tom amenazador. Los otros percataron las palabras y desde entonces nadie hablo ni dijo una sola palabra -.
Tom continuó.
- Mañana, ninguno de nosotros saldrá de este castillo, y empezaremos a buscar signos o señales de cómo era ese tal Salazar Slytherin. Ya conseguí el permiso para sacar libros de la sección prohibida y yo solo buscare ahí. Ustedes lo harán en otros lados, ya que ya se donde esta la entrada de la Cámara Secreta... – comentó Tom -.
- ¿Dónde esta? – preguntó Devian, que todavía estaba molesto por lo ocurrido -.
- No soy tan tonto como para decírtela, tal vez tu eres así, pero jamás se la diré a nadie de ustedes hasta que me haya ganado su completa lealtad – le respondió Tom -.
Él siguió hablando hasta que toco el punto que todos querían escuchar.
- ...Si averiguamos quien es el heredero de Slytherin, lo persuadiremos, ya que sabemos que pertenecerá a esta casa, y como soy prefecto puedo engañar fácilmente. Ese tal heredero no se saldrá con la suya, lo manipulare a mi antojo – decía Tom, cuando reía a carcajadas tan frías, que sus compañeros se estremecían -.
- ¿Y si algo sale mal? – preguntó uno de los que estaban sentados -.
- Bueno, si algo sale mal, culparemos alguien de otro curso y casa. Alguien más pequeño quien no se atreverá a decir nada – dijo sin mayores problemas Tom -.
Cuando Tom termino de darles el plan que tenían pensado para mañana realizar, se fueron hacia su dormitorio para descansar. En una parte muy lejana, alguien saltaba en dos pies por una felicidad que lo llenaba.
- ¡¿En serio se esta mejorando! –preguntó Aberforth a Nicholas quien le estaba contando lo de Kirin -.
- Si, y también quedaron en averiguar mas sobre esas Criaturas a las que temen, al igual que nosotros debemos ayudar – respondió Nicholas -.
- Si, ayudaremos, aunque no será difícil puesto que sabemos a que país pertenecen, lo que si es que en Grecia se ocultan Criaturas desagradables y que son temidas por los magos mas poderosos – dijo Aberforth, quien había dejado de saltar y bebió de una jarra que contenía cerveza de mantequilla -.
- ¿Cómo esta Sandal? – preguntó Nicholas -.
- Esta bien... están en constante alerta de lo que pueda pasar, además que me contaron que se reunieron con Procne quien fue a verlos a su guarida – dijo Aberforth -.
- Ya hemos visto a Sandal y Kirin, ¿Crees que deberíamos ir a ver a los Gigantes? – preguntó nuevamente Nicholas quien se acomodaba en la cama que pertenecía a Albus -.
- No creo, Albus quedó en ir en Noviembre y eso es lo que haremos, falta un mes para eso y no quiero que nos apresuremos con ellos. Los Gigantes son muy desconfiados, y si se enteran que un mago anda detrás de esto, creerán que todos los magos quieren atacarlos y nosotros no queremos una lucha en vano – le comentó Aberforth -. Sin embargo, Sandal me dijo que están bien, él con un grupo numeroso de Duendes se adentraron hacia las montañas altas para ver como estaban, y no había ningún problema, el Gurg que conocimos con Albus todavía estaba como jefe -.
- Eso espero, aunque no creo que si Grindelwald se atrevió a volver, vaya a atacar de nuevo a las Criaturas, porque debería saber que nosotros estamos en alerta con lo que planea, después de la muerte de Borg, debe suponer que nosotros montamos guardia en esos lugares – dijo Nicholas -.
- Me temo que si – dijo Aberforth, y Nicholas salió para irse a dormir -.
Esa mañana, los alumnos tenían el paseo para la ciudad de Hosgmeade, por lo cual los profesores empezaban a alistar las filas y los jefes de casa los llevaban en grupos hacia la salida de Hogwarts. Albus se levantó muy deprisa porque se había quedado dormido, así que sin arreglarse salió de su despacho para poder llevar a los de Gryffindor a Hosgmeade.
- ¡Mis alumnos por aquí! – grito fuertemente ordenando a los alumnos de tercero, ya que eran demasiados -.
Cuando salían del castillo, se dieron cuenta de que el sol se imponían majestuosamente en los terrenos, haciendo de ella una cálida mañana para disfrutar de una estadía acogedora. Albus y los demás profesores pasaron derecho hacia las Tres Escobas, que era la taberna mas famosa en todo Hosgmeade. Cuando entraron, divisaron a pocos alumnos y mas gente adulta de la cual esperaban.
- ¿Aquí? – preguntó Dippet, cuando se sentaban en una de las mesas -.
- De acuerdo, esperemos que los alumnos se estén divirtiendo – dijo Albus -.
- Lo estarán Albus, pero que pasa... te veo tenso – le objetó Dippet -.
- No me pasa nada, estoy un poco preocupado por tu sabes que cosa en el castillo – dijo Albus -. Me debería haber quedado cuidando la entrada, por si acaso -.
- No te preocupes Albus, nada pasara... – Dippet había divisado a una alumna que estaba sentada sola en una mesa con la mirada triste. Esa chica era de tercero -.
- ¡Myrtle! – gritó Dippet. La niña lo miro y cuando Dippet le hizo señas de que se acercara, ella se levanto de la silla y fue hacia ellos -.
- Hola profesores – dijo la alumna con mirada triste -.
- ¿Qué te ocurre Myrtle? – preguntó Albus -.
- Nada profesor... ¿Para que me llamaba director? – le preguntó la simpática alumna a Dippet -.
- Siéntate con nosotros, comparte un rato con tus profesores – cuando Dippet dijo esto, vio que a Myrtle se le caían las lagrimas de la emoción -.
En ese mismo instante en Hogwarts.
- ¿Encontraron algo? – preguntaba Tom a sus compañeros que se encontraban en la biblioteca -.
- Nada... será mejor que despiertes a la señora Rogrik, antes de que nos sorprendan – Lardet, uno de los compañeros de Tom estaba muy asustado, porque Tom había dormido a la bibliotecaria para que pudieran hurgar todos los libros -.
- ¡Estas loco, me temo que seguiremos buscando, entrare a la sección prohibida, aunque tengo el permiso de los profesores, no puedo sacar todos los libros – dijo Tom, quien ya estaba dentro buscando algún libro que hablara de Salazar Slytherin -.
Cuando Tom encontró uno de los libros, les aviso a los demás y todos se sentaron en una de las mesas para ver que era lo que Tom había encontrado. Mientras que en las Tres Escobas...
- Deberías llamar al alumno Rubeus, Albus, también esta solo, y como es su primera visita en Hosgmeade, no quiero que la pase mal como Myrtle – Dippet le dirigió estas palabras a Albus, quien amablemente llamó a Rubeus quien se encontraba en una mesa aparte. Cuando este vio que su profesor querido lo estaba llamando corrió desenfrenado casi cayéndose para llegar donde estaban ellos, Myrtle había soltado una risita... -.
- ¿Si, profesor? – dijo un asustado Rubeus -.
- Siéntate junto con Myrtle, para que charlemos los cuatro – Rubeus se ruborizo, cuando Myrtle le devolvió una sonrisita y le señalaba la silla -.
Dippet y Albus se miraron riéndose de lo que estaba pasando. Cuando en Hogwarts, todavía pasaban cosas...
- Miren, miren... aquí dice que Slytherin fue uno de los mejores magos de la época, aunque su poder radicaba en las artes oscuras jamás las uso en contra del bien, por supuesto cuando se incorporo a la dirección de Hogwarts, quería catalogarse como un hombre de bien, aunque varios de los magos de la época dudaban mucho de su capacidad bondadosa... Es justo como yo – murmuró Tom, al ver que sus compañeros lo miraban aterrorizados -.
- ¿Qué mas dice Tom? – preguntó Devian -.
- Dice que... Salazar Slytherin jamás tuvo hijos y no se le conoció esposa alguna, aunque siempre era atento con una de las directoras de Hogwarts, Rowena Ravenclaw, jamás Rowena lo tuvo como pretendiente, sino que era una relación estrictamente profesional. Además de eso, él y Godric Gryffindor, el mas poderoso de los cuatro fundadores de Hogwarts, eran muy amigos y que no se sabe a ciencia cierta cual fue el motivo final para que tal amistad se rompier... – leía fijamente Tom, mientras que en las Tres Escobas surgían mas temas de conversación -.
- ¿Y como les ha ido en sus clases chicos? – preguntó Dippet -.
- Bien... yo soy compañera de Rubeus en casi de todas las asignaturas y él también es inteligente, y caballero – dijo Myrtle cuando Rubeus ya no se le notaba la cara de lo rojo que estaba -.
- Veo que tienes una amiga Rubeus – dijo felizmente Albus -.
- Em... bueno... si, si ya lo sabía, por cierto, gracias Myrtle – dijo Rubeus, quien estaba sumamente nervioso, y con la mirada agachada -.
- De nada mi grandulón – le respondió Myrtle cuando se acercó a él, y le dio un tímido beso en su mejilla derecha -.
Dippet y Albus se miraron sorprendido, pero a la vez felices de que Rubeus haya encontrado una amiga, y que además ella le guste. Sin duda, era una pareja extraña pero en la vida todo puede pasar.
- Es que Rubeus siempre me defiende de otros alumnos que me molestan, y como él es tan fuerte, nadie se atreve a desobedecerle – con una risita de complicidad Myrtle miraba a sus profesores, al mismo tiempo que sus mejillas se sonrosaban -.
En el castillo nadie paraba de buscar información...
- ¡Tom, encontré uno! – dijo Lardet cuando corría desesperado hacia él -.
Se sentaron y Lardet le pasó el libro a Tom para que lo leyera. Tom solo releyó las hojas y les ordenó a los otros que se fueran. Cuando lo hicieron, Tom despertó sigilosamente a la señora Rogrik, y se hizo el desentendido. Salió de la biblioteca para dirigirse a la sala común de Slytherin.
- Y bien, ¿Cómo la han pasado? – preguntó Albus a sus alumnos -.
- Bien profesor, ha sido un gusto estar con usted – le respondió Rubeus -.
- Si, fue muy grato compartir con profesores tan simpáticos, y por supuesto con un compañero tan hermoso como Rubeus – cuando Myrtle dijo esto, Rubeus casi se cae de la silla al escuchar tan bellas palabras de su amiga -.
- Gracias... – dijo Rubeus -.
- De nada, ¿Vamonos juntos al castillo? – preguntó amablemente Myrtle -.
- Bueno – respondió un rojizo Rubeus. Se pararon juntos y Myrtle se fue colgada de uno de los brazos de Rubeus para hacerles saber a los demás, que ella estaba protegida por su grandulón hermoso -.
Cuando iban saliendo, Albus se calló de espaldas al ver a Aberforth quien entraba apresudaramente a la taberna, como si quisiera buscar algo. Miraba de un lado a otro, hasta que se topó con los ojos de Albus y corrió hacia él a toda prisa.
- Albus, Dippet, por fin los encontré – dijo muy agitado Aberforth -.
- ¿Qué ocurre? – preguntó Albus -.
- Es Wortiks, se lo llevaron grave a San Mungo – respondió él -.
Albus y Dippet partieron junto con Aberforth directo a San Mungo, para ver a Wortiks. Aunque este ya representaba mas una amenaza que una amistad, sin duda debían saber que es lo que tenía, porque hace mucho tiempo que su salud empeoro, y de vez en cuando la recuperaba. Aberforth estaba enfadado porque cuando Wortiks regresó al Ministerio estaba en perfecta salud y de que ahora de la nada lo hospitalizaran era demasiado extraño.
- A lo mejor le dio una recaída – comentó Dippet quien ya estaba sentado en el Autobús Noctámbulo -.
- No lo creo, debemos saber que es lo que realmente le pasa, hay algo que esta demasiado extraño en estas cosas – dijo Aberforth -.
- ¿Mi padre esta ya en San Mungo? – Albus cuando preguntó eso, se le vino a la cabeza la pelea que mantenían Abiss y Wortiks, produciendo un silencio -.
- Aunque no lo creas Albus, mi padre esta allá, y esta muy preocupado aunque no quiere verlo en persona, solo se limitó a estar en el pasillo -.
- ¿Hace cuanto que esta allá? – preguntó Dippet -.
- Hace como tres horas, es que me entere por mi padre, yo estaba fuera del Ministerio y cuando llegue había una nota en mi oficina, le avise a Nicholas y ellos llegaran directos a San Mungo, mientras que yo me ocupaba de avisarles a ustedes, los busque por el colegio pero Walfric me dijo que ustedes andaban en Hosgmeade con los alumnos – comentó Aberforth -.
Cuando llegaron al callejón, se apresuraron para ir hacia la tienda. Entraron por el vidrio y cuando lo atravesaron, Albus se ocultaba de la recepcionista que cuando lo miraba ponía cara de dormilona. Aberforth le preguntó donde estaba y fueron directo a verlo. Llegaron al piso, y vieron una persona que acompañaba a Abiss. Era morena, estatura media y un cabello largo y castaño, aquella era Miranda Terran, la esposa del Ministro.
- ¿Miranda? – preguntó un sorprendido Dippet quien se acercaba en donde estaban ellos -.
- Hola Dippet, si soy yo, me entere por Abiss de lo sucedido y quise venir a ver a mi esposo, aunque los dos estamos enojados – dijo una triste Miranda quien se sentaba en una de las sillas puestas para las visitas -.
Los cinco se sentaron, esperando a que Nicholas con las demás llegaran. Cuando pasaron diez minutos desde que llegaron, ellos se acercaban y se sentaban en cada lado. Una de las curanderas que se acercaba a ellos les dijo en voz baja.
- La señora primero – y Miranda se paro para ir a ver a Wortiks, en la sala contigua a las sillas en que se encontraban -.
Una sensación de incomodidad embargaba el lugar. Nadie hablaba ni una sola palabra. Los curanderos no daban noticias de cómo se encontraba Wortiks en la sala. Entre los que estaban sentados, Nicholas fue el único que rompió el silencio.
- Albus, Aberforth – decía Nicholas -...¿Podrían venir un momento? -.
- Esta bien – respondió Albus un poco desconcertado -.
Cuando se alejaron, Nicholas les hizo sentarse, y empezó a platicar.
- La verdad, es que tengo un mal presentimiento de todo esto – les dijo a los presentes -.
- ¿A que te refieres Nicholas? – preguntó Aberforth -.
- Es que tengo un poco de corazonada de que todo esto de la enfermedad de Wortiks es muy sospechoso. Se acuerdan de la primera vez que se empezó a sentir mal. Bueno, fue también la primera vez en que Grindelwald apareció y por lo que deduje, el se empezó a sentir cada vez mas mal, hasta que cuando Grindelwald se había ido, él recobro sus energías – dijo -.
- Pero, lo que dices no tiene concordancia – le comentó Albus -.
- Claro que las tiene Albus, y sospecho... – pero no quiso terminar la frase -.
- ¿Qué sospechas? – preguntaron los hermanos al mismo tiempo -.
Nicholas los miró, convenciéndose de contarles.
- Que nuestro querido amigo Wortiks, tiene algo relacionado con Grindelwald – sentenció -.
