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El sueño de Tom, hecho realidad

Lo que el señor Dumbledore no podía entender era porque Aberforth se empeñaba tanto en ayudar a ciertas Criaturas, ya que ellas siempre se han mostrado reacias con los magos. Su hijo sin duda era un ejemplo a seguir y también de admirar, porque ningún mago se atrevería a tanto con un propósito pasajero, arriesgando su propia vida por los demás. La conversación duro poco, Aberforth se dirigió hacia las montañas para hablar con los Duendes. En ese trayecto le fue bien, todos estuvieron de acuerdo y le rogaron a Aberforth que cuando lo necesitarán se apareciera. Aberforth les dejo un instrumento que permitía avisar por medio de una señal que era lo que estaba pasando; si se ponía rojo, es que estaban en peligro y si se ponía azul solamente era para conversar de algo importante que valía la pena. Cuando Aberforth se lo pasó a uno de los Duendes, todos pidieron diminutas copias del mismo para estar mas seguros, y Aberforth tuvo que prometérselas para más adelante, que por ahora solo estaba la de gran tamaño que iba a ser puesta en una especie de altar, con una barrera protegiéndolo. Una vez terminada la charla con los Duendes, fue hacia los Gigantes, los cuales eran los mas difíciles de convencer. Sin duda que Aberforth tenía un sentido especial con cada Criatura, los Gigantes no opusieron mayores problemas y con algunos gruñidos quedaron de acuerdo acerca de poseer un instrumento. Aberforth tuvo que convencerlos mas de cuatro horas de que no todos los magos eran malos y querían acabar con ellos, sino que era uno solo y ellos trataban de protegerlos. Al terminar la hazaña con los Duendes y Gigantes, Aberforth volvió satisfecho al Ministerio para mantener al tanto al señor Dumbledore y a Wortiks.

¿Así que lo hiciste? – le sonrío el señor Dumbledore -.

Si pap�, ya esta listo, ahora ellos podrán avisarme en cualquier parte que este lo que esta sucediendo – le respondió Aberforth -.

¿Crees que funcionara? – preguntó el señor Wortiks quien tenía el ceño fruncido -.

Claro que funcionara, es una estrategia bien acertada y creo que por mientras haré unas placas para mi hermano y Nicholas, si quieren para ustedes también con la necesidad de mantener a todos los de la alianza en posesión de una, pero la verdad es que cuando venía caminando cambie de parecer, ya que yo solo me haré responsable de esas Criaturas, conmigo se llevan bien y con ninguno de ustedes – los miró desafiante Aberforth -.

Lo que tu digas hijo, eso si tendrás que tener cuidado con lo que haces, tu solo enfrentándote a Grindelwald es muy difícil – le reprochó el señor Dumbledore -.

A propósito¿Crees que podrás con eso, y con el trabajo de tu cargo en el Ministerio? – pregunto sarcásticamente Wortiks -.

Por eso no te preocupes, yo sabré lo que hago – respondió un seguro Aberforth -.

Salió del Ministerio a las pocas horas en dirección al Valle Godric, para ir a buscar a Nicholas y llevárselo a Hogwarts para hablar con todos sobre el plan que estaba llevando a cabo. Cuando llego a su casa, Nicholas se asombro por tenerlo ahí, pero Aberforth no tenía tiempo de contarle todo a él primero, así que se lo llevo a rastras hasta que llegaron a Hosgmeade en donde iban caminando hacia el castillo.

¿Me vas a decir que pasa? – le preguntó Nicholas -.

Te lo diré cuando lleguemos, junto con los demás, espero que lo tomen a bien y no a mal – fue lo único que Aberforth le respondió y siguieron caminando hasta encontrarse con la entrada hacia el castillo. Atravesaron el lugar hasta dirigirse a la puerta principal la cual abrieron y se dirigieron al Gran Comedor. En el salón no había nadie, lo que pronunciaba que Albus debería estar haciendo clases. Caminaron por las salas hasta que encontraron a Albus en una, haciéndole clases a unos alumnos grandes, supuestamente de sexto o séptimo año -.

Aberforth y Nicholas pasaron y todos los alumnos los miraron con rareza. Albus se sorprendió de que su hermano y amigo estuvieran en el castillo, sin duda no era para nada bueno.

¿Qué hacen aquí? – preguntó Albus -.

No tengo idea, Aberforth no me quiso decir, dice que tenemos que estar los tres – le respondió Nicholas -.

Si y también Dippet, así que Albus perdóname por hacerte salir de clases pero es urgente – le dijo esta vez su hermano -.

Esta bien -.

Salieron los tres de la sala de clases, cuando Albus les decía a sus alumnos que se quedaran tranquilos y que él regresaba antes de que terminara la hora de clase.

¿Cuándo lo haremos? – preguntó Lardet a Tom cuando su profesor los dejaba -.

Lo haremos esta noche... tiene que ser muy cauteloso, espero que el profesor Albus no se encuentre husmeando por ahí – le respondió Tom -.

¿Pero, quien vigilara? – le preguntó nuevamente Lardet -.

No seas tonto, obvio que ustedes lo vigilaran, yo abriré la Cámara de los Secretos y veré que es lo que hay dentro – le dijo Tom -.

Sin duda que esa noche iba a ver mas de una cosa en la que preocuparse. Tom ya estaba decidido a tratar de abrir la Cámara de los Secretos y Albus tendría que evitarlo, pero como él ya esta preocupado de otra cosa, sin duda que lo de la entrada se le había olvidado por completo.

Cuando subieron por la gárgola, abrieron de par en par las puertas del despacho de Dippet, quedando este asombrado.

¿Y ustedes? – preguntó -.

Vengo a hablar con los tres, quería tenerlos juntos para ver que es lo que opinaban – le dijo Aberforth quien ya se sentaba en uno de los sofás -.

Ahora cuéntanos entonces, me has tenido en ascuas todo el camino – comentó Nicholas -.

Aberforth lo pensó, una y otra vez hasta que decidió decirlo de la manera más convincente.

Cuando sufrimos lo del ataque con Grindelwald, me di cuenta de que ninguna Criatura tomaría el puesto como jefe de su raza, en eso todos estamos de acuerdo. Sin embargo, se me vino a la cabeza una posibilidad extraña pero que puede ser segura en varios aspectos – comentó Aberforth -.

¿Y cual es esa posibilidad? – preguntó Albus -.

La de que yo me haga responsable de ellos – respondió Aberforth -.

Las personas que acompañaban a Aberforth se miraban uno con el otro, tratando de ver que era lo que le decían a su compañero y amigo.

La verdad Aberforth, es que tu idea es muy loca, pero estoy de acuerdo contigo, y si quieres te puedo ayudar – le dijo Albus -.

No hace falta Albus, ya que las Criaturas siempre se han mantenido mas amigables conmigo, aunque ustedes han ayudado, ellas son muy desconfiadas y con el único que mantendrían tal amistad es conmigo – dijo Aberforth -.

¿Y cuando pretendes hacerlo? – le preguntó Dippet -.

Ya lo hice, esta mañana, todo lo había planeado para hoy. Fui donde los Duendes y les pase una especie de proyector, en el cual hay dos colores, el rojo significa peligro y el azul conversación. Cuando ellos quieran algo lo harán mediante el instrumento al igual que los Gigantes – les dijo Aberforth -.

¿Cuándo lo habías planeado? – preguntó Nicholas -.

Lo planee ayer en la noche, estaba meditando sobre eso y me quedo dando vueltas. Los Centauros pueden defenderse solos, además ellos están muy cerca de Albus y Dippet, quienes pueden ayudar, pero los otros no, y debemos fortalecer la confianza con los magos ya que sino ellos pensarían que todos los magos queremos exterminarlos, algo en lo que estarían muy equivocados – Aberforth hablaba, y los demás lo miraban, al final todos quedaron de acuerdo con el plan de Aberforth -.

Aberforth y Nicholas dejaron el castillo en el más claro de los silencios. Albus volvió a retomar la clase que había abandonado, dándoles deberes a sus alumnos para toda la semana. Dippet y Albus cenaron en secreto en el despacho de Dippet, conversando aquellas cosas que en el Gran Comedor no podían. Los pasos de los alumnos quienes ya habían terminado de cenar, retumbaban por todo el castillo. Volvían impacientes a sus salas comunes en donde esperaban tomar un sueño acogedor.

En uno de los pilares de la torre norte, había una pareja quienes estaban esperando despedirse para dirigirse a sus salas comunes.

Mañana quiero que nos veamos en la tarde¿Te parece? – le preguntó una dulce muchacha de anteojos que se llamaba Myrtle -.

Si, en la tarde nos veremos, caminaremos por los terrenos – le dijo un muchacho robusto, bien grande, su nombre era Rubeus -.

Esta bien, ahora tengo que ir a mi sala común... – cuando la muchacha decía esto, ambos se acercaban, mirándose el uno al otro, hasta que sus labios se posaron en un tierno beso -.

Cuando se despegaron, Rubeus dejo a su chica en la sala común de Hufflepuff, y el se dirigía a la de Gryffindor. Iba saltando de un lado al otro, contento de que tener una novia tan inteligente y amable como lo era Myrtle. Ya nada podría salir mal en esos momentos. Cuando paso por uno de los largos pasillos del castillo, unas sombras se movieron, pero Rubeus no noto nada.

Por poco y nos pilla ese gigante – dijo Tom a sus amigos -. Sigamos -.

Tom ya estaba decidido a tratar de abrir la Cámara de los Secretos. Sus amigos lo seguían un poco nerviosos. Llegaron al baño de las chicas, y Tom les pidió a cada uno de sus amigos que vigilaran a los cuatro vientos por si alguien se atrevía a entrar. El abrió la puerta del baño y se dirigió al centro. Diviso los grifos y se dio cuenta de inmediato, como si sus pensamientos adivinaran todo, que uno de ellos tenía una serpiente a uno de los costados.

Por fin eres mía... – murmuro en silencio un entusiasmado Tom -.

Cuando estaba listo, decidió concentrarse para poder hablar pársel. Cuando lo hizo y en una voz silbante dijo: Ábrete, no ocurrió nada en lo absoluto. Tom estaba desconcertado y a la vez desesperado, por que sin duda tendría que haberla abierto pero no pasaba absolutamente nada. Intento tres veces, y se iba marchando cuando una voz le empieza a hablar...

Así que mi heredero esta por fin en Hogwarts. Yo no me equivoco, y se que lo eres tú – la voz asusto a Tom, pero este se dio cuenta de inmediato de quien era -.

¿Salazar Slytherin? – preguntó al techo, como si él estuviera ahí -.

Así es muchacho, veo que tú eres Tom Sorvolo Ryddle – le dijo la voz -.

Así es Salazar, soy yo – cuando Tom le dijo esto, los grifos comenzaron a abrirse hasta dejar en uno de ellos una entrada con un orificio que conducía a un subterráneo -.

Entra heredero mío y tendrás tu recompensa – le dijo la voz -.

Tom, ni corto ni perezoso se deslizo por el túnel hasta llegar a una especie de calabozo. Caminaba atento a cualquier ruido extraño que pudiera pasar. Se encontró con otra entrada la cual de nuevo uso el lenguaje pársel y la abrió sin mayores problemas. Cuando entró quedo atónito, vio un pasadizo largo con serpientes de estatua a los lados y que en el gran fondo estaba una estatua mayor, que era la del mago Salazar Slytherin. Tom no cabía en tanta felicidad, sabiendo que todo ese tesoro era de él, toda la riqueza que podría contener aquella cámara era solamente para él.

Bienvenido – dijo nuevamente la voz quien ya se hacía más real, y que de un lado de la estatua, apareció un mago imponente, con una túnica gloriosa de un azul oscuro y una barba larga como la de su profesor Albus Dumbledore. Este personaje no tenía cabello, solo la barba y llevaba su varita en una especie de percha como si llevara una espada, aquel hombre era nada mas ni nada menos que Salazar Slytherin -.

Pero si tú estas muerto – dijo un tranquilo Tom -.

Es cierto, solo soy un recuerdo de mí, algo que también te enseñare a usar si gustas – le dijo Salazar -.

Claro, como tú digas – Tom se agacho haciendo una reverencia, y el recuerdo de Salazar le tomo la cabeza. Se produjo un destello y Tom ahora poseía una parte considerable de los poderes de Salazar -.

Ahora, quiero que conozcas a tu arma, la que usaras contra todos los impuros de Hogwarts, aquellos que no merecen estudiar magia – al decir esto, se dio vuelta, y se puso frente a su misma estatua. Pronunció algo en pársel y se abrió la boca de la estatua dejando pasar un ruido infernal y silbante de algo que se aproximaba. Cuando Tom vio a la Criatura, se dio vuelta inmediatamente cerrando sus ojos y pidiéndole a Salazar que no la dejara libre -.

No te preocupes heredero, ella a ti no te hará ningún daño, así que puedes mirarla y también ordenarle todo lo que tú quieras – le dijo Salazar -.

De acuerdo – Tom se dio vuelta y quedo de frente con la cara de una de las serpiente mas grandes que haya visto, su cuerpo podría medir unos nueve metros y su rostros era tan imponente que daba miedo -.

Heredero mío, te presento al rey de las serpientes, al arma que utilizaras en tu venganza contra los impuros, te presento al Basilisco -.

Tom estaba paralizado, no se sabe si de la emoción o del miedo que le embargaba una de sus mayores responsabilidades, que lo podría llevar a la expulsión de Hogwarts. Miraba atentamente a la serpiente que se inclinaba ante Salazar y este le acariciaba el lomo, en una parioda del amo y su mascota.

Acércate Tom, tócala, siéntela – le dijo Salazar -.

Tom se acerco a la serpiente y poso su mano en la piel escamosa y áspera del animal. Instintivamente soltó una carcajada al notar que la serpiente estaría dispuesta a hacer todo lo que él le ordenara.

Ahora Tom, yo desapareceré, ya que he encontrado al heredero mío. Tendrás que ser sabio en manejar al Basilisco, y recuerda que es una Criatura Mágica, ella puede deslizarse por sitios menores a su tamaño con gran facilidad – diciéndole esto, Salazar Slytherin desapareció hasta no quedar nada -.

Tom se aclaro la garganta, y con una voz silbante le dijo.

Gran Basilisco, quiero que pruebes tu habilidad y mata a Torbet Samson, alumno de Ravenclaw y prefecto, además de sangre sucia – cuando Tom le ordenó, el Basilisco desapareció automáticamente y Tom se dispuso a salir de la Cámara de los Secretos -.

¿Qué paso? – le preguntó Lardet, cuando llegaban a la sala común de Slytherin después de que Tom saliera del baño de chicas -.

Ahora verán y sabrán quien es Lord Voldemort – les dijo a todos sus amigos que lo miraban aterrorizados -.

Dinos que encontraste Tom por... – Lardet no termino porque la punta de la varita de Tom le apretaba la garganta -.

Desde ahora me llamaran Lord Voldemort. Cuando estemos entre la gente lo harán con mi nombre impuro Tom, pero cuando estemos solos seré para ustedes Lord Voldemort – les dijo Tom quien ya empezó a hablar con una voz fría y sin sentimientos por delante -.

Esta bien, lo que tu digas – le dijo Lardet quien se asusto mucho, pero que de nuevo le pregunto que era lo que había encontrado Tom -.

Tom sonrío y les contó con lujo de detalles que es lo que había pasado en la Cámara de los Secretos. De cómo el recuerdo de Salazar Slytherin le dirigió la palabra y de cómo de la boca de la estatua salió el Basilisco. También que mañana serán testigos de la primera muerte en Hogwarts, causada por el heredero de Slytherin, la persona que sacara a los sangre sucias de Hogwarts, en donde se merecen estudiar todos los descendientes de magos, aquellos que por siglos sus familias han sido grandes hechiceros. Cuando termino, le ordeno a sus amigos que se fueran a dormir, para que mañana vean el espectáculo de Quidditch y nadie sospeche de que ocurrirá un asesinato en el castillo. Tom tenía todo planeado, pero sin embargo, nada sale perfecto, nada.

Cuando amaneció, Albus se había dormido placidamente, sin sueños malos que lo perturbaran, lo cual para él era lo mejor. Se alisto para dirigirse al Gran Comedor, a desayunar junto con los alumnos. Esa mañana no habría una clase puesto que se jugaría el primer partido de la temporada de Quidditch. Gryffindor contra Slytherin, algo que sin duda se tenía que ver, puesto que los últimos campeones de la copa fueron las serpientes. Todo hacía suponer que ganarían otra vez, pero el equipo de Gryffindor tenía buenos jugadores que le harían la competencia al rival.

Hola Albus – le dijo Dippet quien ya estaba en el salón, y veía que Albus recién llegaba -.

Buenos Días Dippet, espero que hoy sea un día excepcional con el partido – le dijo Albus -.

Espero que sea así, estaré de los primeros en el estadio¿Tu iras? – le preguntó Dippet -.

Si, estaré ahí contigo un rato, quiero despejar la mente con un buen partido, pero primero tengo que dejar algunas cosas listas y llegare al estadio – le respondió Albus -.

Los alumnos llegaban en grupos al Gran Comedor, con sus túnicas de un color verde, o algunos de un color rojo, incluso los de Hufflepuff y Ravenclaw parecían Gryffindors, porque no apoyaban a Slytherin. El salón ya estaba abarrotado de fans del partido, y ya la función iba a comenzar. Los alumnos salieron del Gran Comedor para dirigirse al estadio a presenciar el partido.

Nos vemos allá – le dijo Dippet a Albus quien iba hacia la puerta trasera del salón -.

De acuerdo – le dijo Albus quien ya se encontraba fuera del Gran Comedor -.

Se dirigía a su despacho para ordenar algunos papeles que estaban en su escritorio. Se dirigía por los pasillos caminando tranquilamente pensando en como sería el partido, y sin quererlo fanatizándose con el equipo de su casa Gryffindor. Se encontraba con alumnos que corrían de un lado a otro para dirigirse al estadio hasta que llego a su despacho, y se encontró con una sorpresa bastante agradable.

Hola – le dijo una muchacha que lo estaba viendo a los ojos, aquella persona tenia el cabello negro liso, sus ojos eran firmes y dominantes, una mirada que penetraba hasta el alma, y unos finos labios que se desaparecían cuando ella se mostraba enojada. Se encontraban también en el lugar, dos hombres -.

Hola Minerva, y ese milagro que estas por aquí – le dijo un Albus al cual se le iluminaron los ojos de ver a Minerva McGonagall, hija de una distinguida familia de magos y amigos de los padres de él -.

Hola Albus, es un placer verte de nuevo – le dijo la muchacha quien le sonreía bastantemente exagerada -.

Será mejor que nos vayamos Nicholas, para que estos dos disfruten a solas – cuando Aberforth dijo esto, Nicholas y él se rieron porque tanto Albus como Minerva se habían ruborizado -.

Albus tosió.

Bueno, ejem... mmmm… bueno, será mejor que vayamos al partido, en donde estemos con los demás, Dippet también esta aquí Minerva – le dijo Albus cuando cordialmente abría la puerta para que salieran, olvidándose de lo que iba a hacer en su despacho -.

¿Y como ha estado todo Albus? – le preguntó Minerva quien pertenecía a los que destruían maleficios en Egipto -.

Muy bien, solo el pequeño problema que sin duda debes saber con la carta que te mande – le dijo Albus -.

Claro, pero he venido a ver en que puedo ayudar, además hace harto tiempo que no te veía, mmm... y a Nicholas y a Aberforth – se apresuró a agregar Minerva -.

Si, eso es cierto... – cuando caminaban por los pasillos, llegaron a los terrenos de Hogwarts en donde el bullicio era enorme. Pasaron por la multitud que todavía no se sentaba en las gradas y llegaron al lugar de los profesores, cuando Minerva saludo a Dippet este casi se cae de espaldas -.

¡Hola Minerva! – le dijo amablemente Dippet quien le cedió su puesto para que ella se sentara -.

Muchas gracias Dippet, espero no molestar, justo vengo cuando tienen un partido – dijo ella cuando se sentaba -.

No molestas Minerva, al contrario, da gusto tener un alma tan joven delante de tantos viejos – dijo Dippet -.

Habla por ti Dippet – le dijo Albus cuando todos se rieron -.

Espero que sea emocionante, hace tiempo que no presencio un buen partido – dijo Minerva -.

Pronto lo veras, este va a estar buenísimo por algo Nicholas y yo hemos venido a verlo y también a traerte a donde esta Albus – Aberforth miro con complicidad a Nicholas y ambos soltaron una risa que hizo que Albus nuevamente se ruborizaba -.

Dejen tranquilo a mi Albus – dijo Minerva quien lo agarró del brazo y apoyo su cabeza en el hombro de él -.

El partido comenzó. Todo estaba previsto para presenciar un espectáculo de maravillas. Era el principio del torneo de Quidditch y sin duda los dos mejores equipos en todas las características. Sin embargo, hubo algo que sin duda dejo helados a todos los presentes. Un grito ensordecedor, proveniente del castillo atemorizo a todo el estadio en donde también los jugadores quedaron suspendidos en el aire contemplando desde los terrenos hacia el castillo.

¿Qué fue eso? – preguntó una asustada Minerva quien se apegó al hombro de Albus -.

Albus, miró a su hermano y a Nicholas e inmediatamente se pararon para ir a ver que era lo que pasaba. Dippet los siguió pero al hacerlo todo el colegio se dirigió hacia el castillo en donde era imposible detenerlos. Albus y los otros subieron por la gran puerta principal, corrieron por el primer pasillo y vieron una escena poco prevista por ellos. Un alumno, quien era conocido como Torbet Samson, quien era prefecto de Ravenclaw, yacía inerte sin movilidad alguna en el piso con una cara de pánico. Justo en la pared que había al lado del cuerpo, unas palabras anunciaban algo que hizo fruncir el entrecejo a Albus.

EL HORROR DE SALAZAR SLYTHERIN HA VUELTO

LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA

MORIRAN INPUROS

Cuando los alumnos llegaron, algunos soltaron gritos de horror por ver a su compañero en el piso muerto. Algunas de las alumnas sollozaban en la multitud y los profesores que llegaron incluidos los fantasmas de Hogwarts, se miraban los unos a los otros con la mirada perdida.

No hay porque temer – dijo Albus -. Su amigo Torbet no esta muerto, solo lo han petrificado – Albus revisaba el cuerpo minuciosamente para concretar lo dicho. Cuando se dio cuenta de que el cuerpo no estaba en estado muerto, suspiro tranquilo y le pidió a la señora Pomfrey que lo llevara junto con otro profesor a la enfermería -.

Dippet se puso adelante y dijo.

¡Prefectos¡Lleven a sus alumnos a las respectivas casas, Elisa, lleva a tus alumnos a su sala común – pidió Dippet a la jefa de casa de Ravenclaw -.

¿Sabes lo que es? – preguntó Dippet a Albus quien estaba pensando -.

Si, me temo que la Cámara de los Secretos ya fue abierta por el heredero de Salazar Slytherin, y la Criatura que hizo esto es un Basilisco, es la única que puede ser – dijo -.

Pero si los Basiliscos matan con la mirada – le dijo Aberforth -.

Si Aberforth, pero date cuenta de las circunstancias. Si te das cuenta, Torbet no vio a la Criatura directamente a los ojos, fíjate en el agua, debió ver su reflejo – le dijo Albus -.

¿Qué haremos? – le preguntó Dippet -.

No lo se. Por ahora no podemos hacer nada, según mis cálculos el único que sabe donde esta la Criatura es el heredero y por lo tanto no sabemos nada, ya que ninguno de nosotros es el heredero – les dijo Albus -.

Cuando los Alumnos ya habían despejado la zona, Albus le pidió al señor Walfric, el celador, que vigilara en donde estaban las escrituras. Albus las hizo desaparecer con un simple hechizo, pero temía que la Criatura podría rondar por los mismos sectores, puesto que no le dieron tiempo para escapar. Aberforth y Nicholas decidieron quedarse en Hogwarts para ver en que podían ayudar, en cambio Minerva tenía que irse. Dippet la fue a dejar al Autobús Noctámbulo y volvió a su despacho donde los demás lo esperaban.

Esto no podía suceder en el peor de los momentos – dijo Nicholas quien ya estaba preocupándose demás -.

Ahora habrá que lidiar con el heredero y Grindelwald a la vez, todo en un mismo saco, menos mal que ellos no están juntos – dijo Aberforth -.

Dippet se mostraba quieto, desde que volvió que no soltó ninguna palabra. Albus lo sintió y le pregunto que era lo que pasaba. Dippet se levanto dirigiéndose en donde estaban sentados los otros y dijo...

Esperemos, que todo esto no sea obra de Grindelwald... o que Grindelwald no este en contacto con el mago que hizo esto – sentenció -.