18
La Criatura Desconocida
Al siguiente día el único tema de conversación en todo el castillo, era lo que le había pasado al prefecto de Ravenclaw y de que una tal Cámara había sido abierta. Como los secretos en Hogwarts no se pueden guardar, hasta el señor Tuk, el Guardián del castillo sabía a ciencia cierta todo lo que paso con respecto a los sucesos del día anterior, hasta Peeves el polstergeist del castillo andaba por todos los pasillos gritando: Vamos a morir, vamos a morir, la cámara se abrió, este es el fin... y los profesores no podían detenerlo. El que mas preocupado estaba con todo esto era Albus, sin duda él tenía la responsabilidad de vigilar la entrada y no lo pudo hacer mientras se divertía en el campo de Quidditch presenciando un estúpido juego.
Toda la mañana fue un caos, los alumnos querían el detalle de la situación y Albus fue el único profesor que se digno a contarles la verdad de los hechos. En unos pocos momentos todo el alumnado sabía que Torbet fue petrificado por un monstruo que salió de la Cámara de los Secretos. Mientras que Albus estaba muy cansado por la situación había una persona que también estaba sumamente molesta, y no porque hubiera sucedido un accidente, sino mas bien porque no resulto un asesinato como él quería.
¡No puede ser, este maldito de Torbet se ha salvado, pero no lo hará la próxima victima, esta vez lo planeare mejor para que todo sea perfecto – les decía Tom, a sus compañeros que ya no querían participar en tales hechos pero por medio a él no hacían nada -.
Cálmate Voldemort... – Lardet había dicho ese nombre porque estaban solos en la sala común charlando -... deberías ver que no todo salió mal, lo pudiste petrificar y eso si que es un susto para que los sangre sucias te teman -.
De acuerdo, pero ahora si que será una muerte la que verán, y como soy prefecto me presentare en el mismo lugar de los hechos para que nadie sospeche de mi. Quiero que ustedes me ayuden a planear el asesinato de alguien a la cual de verdad se lo merece, tiene que ser alguien de un curso mayor para que sepan que el heredero de Salazar Slytherin quede como experto en estos casos – soltó una carcajada -.
Salieron de la sala común como si nada. Trataron de irse separados para que nadie percatara que estaban juntos ya que en esos momentos se sospechaba de cualquier persona, y esto podría estropear los planes de Tom. Llegaron al Gran Comedor en donde estaban los demás alumnos y se dirigieron a su mesa para disfrutar de la comida. Los profesores estaban muy cautelosos por cualquier cosa que se moviera. Sin embargo, Albus sabía que el heredero no sería tan inútil como para atacar en pleno comedor con tantos profesores en la mira, sería algo que no es común ni siquiera para Grindelwald, aunque Albus no pensaba que fuera él.
Un mes paso en donde no hubo nada que pudiera considerarse peligroso. Noviembre dio paso a Diciembre y con ello a la Navidad en donde todos los alumnos, casi la mayoría se iban a sus casas a disfrutar con sus familias un día tan especial. Mientras que los alumnos hacían eso, Albus le pidió a su hermano y Nicholas que se preocuparan sobre lo de Grindelwald, ya que como Aberforth ahora cuidaba de las Criaturas tenía que estar en pleno contacto con ellas por la mañana, tarde y noche, en donde Nicholas le hacía compañía.
Este es un atajo Nicholas, veamos que podemos hacer por acá – iban caminando muy de prisa por las malezas y los valles que cubrían esa zona. Aberforth el día anterior no fue a ver a los Duendes y estaba un poco preocupado por lo que podía pasar -.
Se tardaron aproximadamente veinte minutos para llegar en donde los Duendes (y no se sabe como), los esperaban. Charlaron un par de horas para dejar las cosas claras y dirigirse hacia los Gigantes. Nicholas le pidió a Aberforth que aparecieran en el lugar, pero Aberforth le dijo que no porque a los Gigantes no les gusta que usen la magia muy cerca de ellos. Cuando llegaron vieron que todo iba normal, no habían accidentes mayores que lamentar y le nuevo Gurg de los Gigantes, no tenía nada que aportar puesto que Aberforth daba las ordenes.
¿Crees que a ellos les guste estar así? – le preguntó un perspicaz Nicholas -.
No les gusta para nada, pero es por su bien y el nuestro, además, con todo los problemas que tenemos, tener una guerra con Gigantes sería desastroso – le respondió Aberforth cuando iban camino de regreso a casa. La noche empezaba a cubrir los valles inmensos que penetraban en aquellas montañas rocosas. Las flores se deslizaban de un lado a otro con la brisa que acariciaba su suave textura. Mientras se alejaban lo posible de las montañas, decidieron aparecerse en el Valle Godric y dejar de lado la caminata que ya los estaba cansando. Entraron a la casa y cuando se sentaban en la mesa, la cena ya estaba servida -.
¿Y Albus? – preguntó la señora Rigers extrañándose de que Albus no estuviera en un día de vacaciones -.
Es que... bueno él esta haciendo otros preparativos en Hogwarts – se apresuro a mentir Aberforth, ya que no querían preocupar demasiado por lo de la Cámara de los Secretos -.
Minerva, quien se estaba quedando en la casa de los Dumbledore, porque quería pasar mas tiempo con ellos, también se encontraba ahí, y cuando Aberforth la miro ella asintió, como diciendo que no diría nada. El señor Dumbledore llegó en poco rato, cansado de tanto trabajo y se dispuso a comer cuando les contó algo muy extraño.
¿Saben que es lo que me dijo Sorbern? – preguntó -.
Una tontería creo, lo único que ha dicho todos estos días es lo mismo, puras tonteras – le respondió Aberforth -.
No, me dijo que en la noche de ayer, anduvo por Hosgmeade y sintió que alguien lo estaba vigilando en pleno día. Se sintió muy asustado y entró a las Tres Escobas para pasar el rato y cuando salió, también tuvo la sensación de que lo seguían – les comentó -.
No me parece extraño, además de ese viejo loco espero cualquier cosa – le dijo Aberforth -.
Te apoyo en todo lo que dices, pero me pareció extraño – dijo el señor Dumbledore -.
A lo mejor son cosas de él para llamar la atención, no creo que todo pase por eso, además que cualquiera se sentiría perseguido en Hosgmeade ya que entra cualquier mago, incluso nuestro amigo – les dijo Aberforth refiriéndose a Grindelwald -.
¿Y a ustedes como les fue? – preguntó el señor Dumbledore cambiando de tema -.
Bien, no hay problemas y los Duendes ahora se sienten más seguros de nosotros al igual que los Gigantes – le respondió Nicholas -.
Además que no creo que vuelva a hacer lo mismo que antes sabiendo que ahora soy yo el que vigila esas zonas – dijo Aberforth -.
¿Por qué dices que él lo sabe? – preguntó esta vez Minerva -.
Es solo un dicho, pero sabemos que Grindelwald siente como Nicholas la presencia de magos con un aura poderosa a muchos kilómetros – dijo Aberforth -.
No somos los únicos... Albus también lo puede hacer, además él es el mejor en el arte de seguimiento, siempre sabe donde están las personas o los objetos, incluso sabe donde puede estar Grindelwald, pero me dijo que había mucha interferencia en eso, porque debería estar con las Criaturas que posee y que le hacen protección – comentó Nicholas -.
Albus siempre ha sido así, sabe todo, y todos les tenemos un muy buen respeto – dijo Minerva -. Por mi parte creo que él puede ser uno de los mejores contrincantes de Grindelwald -.
Eso si es cierto, pero que podemos esperar de un sabio que no hace nada mas que pensar en otras cosas y no ponerse a pensar en derrotar a Grindelwald – dijo el señor Dumbledore -.
Sabes como actúa mi hermano papá, además Albus debe tener todo planeado, o sino no estaría tan calmado, él es quien nos guía a nosotros, sabe como calmarse en momentos en que todos perdemos la cordura, algo muy difícil en situaciones como la que se nos presenta con Grindelwald, dime, haber, si en todos los asesinatos perdió la cordura, jamás, supo como actuar y pensar, él es muy sabio y poderoso, algo que nosotros tenemos que admirar y de él aprender – término de decir Aberforth. Mientras que en Hogwarts... -.
Albus se encontraba en su despacho. Hojeaba un libro con mucho interés, demasiado interés para ser uno de la biblioteca. Se paraba en cada hoja como buscando algo, sus manos temblaban y tenía ansiedad, ansiedad de algo. En ese mismo instante se paró y dirigiéndose a la puerta, salió muy rápidamente para dirigirse al baño de las alumnas. Sus pisadas eran firmes, pero lo mas extraño es que dejó en su despacho su varita mágica. Continuaba cada paso con el siguiente mirando de un lado al otro, pidiendo que por favor nadie se encontrara en esos lugares. Cuando llegó al baño de las alumnas, entró sin siquiera meditarlo antes.
Ya estoy aquí – se dijo a sí mismo, entonces ocurrió algo muy, pero muy peculiar. Cerro los ojos y empezó a recitar algo en voz baja, pero no era su voz habitual. Era una voz ronca, una voz que se asemejaba a la de una persona conocida por todo el castillo. Representaba un noble mago, que era importantísimo hace más de mil años -.
Recibiste enseñanzas, pero no podrás ocultarme lo que hago... – diciendo esto, pensó que la entrada a la Cámara de los Secretos se abriría de inmediato, pero nada paso. Solo se escuchaban los goteos de grifos distantes que se encontraban ahí -.
¡Maldición! – dijo ahora con su voz normal. Se dio cuenta que no podía abrir la entrada, porque el recuerdo de Salazar Slytherin no estaba en ese lugar; aquello era lo que Albus podía hacer para abrir la entrada sin siquiera pronunciar palabras en pársel, aunque tuvo que hacerlo -.
Solo hay una razón por la cual no la puedo abrir... y ese es que tuviste que sacrificarte para que solo el heredero la abriera, que listo Salazar... – diciendo esto, salió del baño y regresó a su despacho, para dormir.
Cuando iba caminando, se arrepintió de ir al despacho, ya que no tenía sueño y avanzó derecho hasta llegar a la puerta principal del castillo en donde la abrió y salió en medio de la noche a los terrenos de Hogwarts. Todo estaba muy oscuro, nada se veía a pocos metros de distancia, ni la más remota aparición de una persona perturbaría el silencio que inundaba los pastizales. Albus llegó a un lugar cerca del lago, y se sentó en una de las rocas.
A la siguiente mañana, en el mismo sitio, frecuentado por muchos, se encontraban dos personas hablando preocupadamente. Se les veía nerviosos abrazados el uno con el otro, divisando el lago en donde el Calamar Gigante dibujaba chapoteos en el agua.
¿Estas preocupada? – le preguntó Rubeus a Myrtle -.
Mas o menos... – respondió un poco afligida la compañera de tal gran alumno de Gryffindor -.
No temas, es verdad que todos los sangre... – y medito un poco lo que iba a decir porque no le gustaba mencionar aquello tan cobarde -... los impuros estamos en mayor peligro, ya que según el profesor Dumbledore, Salazar no quería a ninguno de nosotros en Hogwarts -.
Rubeus, yo no quiero que nada te pase... me asustas cuando hablas así – Myrtle lo agarró mas fuerte del brazo sollozando -.
No temas... tendré cuidado, además confío en que el profesor Dumbledore pueda derrotar al heredero de Salazar Slytherin – le dijo Rubeus -.
Ninguno de los dos fue a comer, y se quedaron hablando todo ese tiempo de lo que podía suceder en el colegio ahora que había algo más que los exámenes para que preocuparse. Entraron a su clase mientras que Albus realizaba la clase a los de sexto año.
¡Aquí están los apuntes, cópienlo y me dicen cuando los hayan terminado! – se dirigió a la multitud -.
Observaba a sus alumnos que copiaban en un absoluto silencio, que era lo típico en las clases de él. Cuando se dirigió a uno de los alumnos, sintió nuevamente la punzada en el corazón, pero esta vez no quiso cerrar los ojos procurando cambiar la vista por si su mente lo llevaba a otro de los sueños. Realmente no entendía si sus sueños se asemejaban a esa persona, o era porque aquella persona tenía una maldad fuera de lo común y con eso, sus sueños podían salir a flote.
¿Terminaron? –preguntó, pero casi todos los alumnos le dieron un no como respuesta -.
Dentro de los que habrán terminado, se encontraba Tom, el cual trataba de no mirar a su profesor. Albus no lo tomó como sospechas, ya que era común que los alumnos no lo miraran directamente a los ojos, aunque no supieran la verdad de las cosas; que el sabía Legeremancia. Se limitó a pensar en lo que pasó la noche anterior cuando estaba sentado en la roca que daba hacia el lago. Sus pensamientos ahí se le escapaban y podía pensar cosas maravillosas que le estaban pasando. Sin embargo, los tiempos no estaban para eso... así que de golpe se paró y siguió con la clase, dándoles tareas a sus alumnos.
Ven, ven... de prisa – Cuando todos estaban cenando, Rubeus invitó a Myrtle hacia los terrenos porque le quería mostrar algo, que según él no era nada de peligroso -.
Creo que es mejor que nos devolvamos – le decía Myrtle un poco nerviosa -.
Iban por los pasillos, los cuales estaban despejados y nadie se encontraba caminando por ellos. Rubeus pensaba que era el momento oportuno de mostrarsela, por lo que decidio hacerlo a escondidas, sin que ningun alumno ni profesor se enteraran. Cada vez más se acercaban a la puerta principal. Llegaron y Rubeus de golpe la abrió, comenzó a caminar mas deprisa sosteniendo firmemente del brazo a Myrtle.
¿Y si un profesor nos descubre? – preguntó Myrtle quien afuera, en los terrenos, se mostraba mas nerviosa -.
No lo harán... no lo harán... – es todo lo que Hagrid le decía. Ya habían traspasado el lugar en donde se encontraba el Lago, y todavía Rubeus caminaba sin destino. De un momento a otro se detuvo. Myrtle chocó contra Rubeus por el tan repentino cambió que hizo que se detuviera -.
¿Qué ocurre? – preguntó Myrtle -.
Rubeus alzó su varita y gritó: ¡Lumos, cuando la dirigió hacia el Bosque Prohibido no vio nada, estaba todo a oscuras y en silencio. Cambió la dirección hacia otro extremo pero tampoco diviso algo. Sin dudas, Rubeus pensó que alguien los iba siguiendo.
Avanzemos, falta poco... – le dijo Rubeus a Myrtle y continuaron caminando. Rubeus esperaba que cuando Myrtle viera lo que iba a ver no se espantara y saliera corriendo. Llegaron a un lugar desconocido, en donde había un árbol muy viejo y de color marrón que se divisaba en una colina. Caminaron hacia la izquierda y toparon con el principio del Bosque. Entonces Rubeus empezó a caminar al interior del Bosque, con una Myrtle toda asustada por lo que pretendía hacer Rubeus -.
¿Qué es lo que me quieres mostrar? – le preguntó Myrtle cuando los pasos ya eran mas lentos -.
Rubeus la hizo callarse, porque según él podrían ser vistos por Centauros u otras Criaturas Mágicas.
Es algo que me dio un amigo... es mi mascota y la quiero muchisimo, pero no puedo mantenerla todos los días encerrada en un baúl, debe salir, debe alimentarse, aun esta en crecimiento, por eso la dejo aquí, para que viva en su hábitat y luego la vuelvo a dejar en un baúl que tengo en mi habitación – Las palabras de Rubeus eran para asustar a cualquiera. Myrtle ya no tenía tapujos en demostrar sus miedos y le rogaba que regresarán al castillo antes de que los descubrieran -.
No nos descubrirán... – le dijo Rubeus, pensando que eso la consolaría. Sin embargo, a esas alturas no había nada seguro -.
Aquí estas amigo... – Rubeus se detuvo y apuntó con un dedo hacia uno de los lados del Bosque, para que Myrtle lo viera -.
¡Dios Mío! – fue lo único que de la boca de Myrtle pudo salir. Justo enfrente de ellos había una Criatura de un color café oscuro, patas muy peludas, un cuerpo ancho y ocho ojos mirándolos fijamente; aquella Criatura era una Acromántula -.
Myrtle, te presento a mi mascota Aragog – le dijo un Rubeus con una sonrisa de felicidad extraña, le encantaba encontrarse ahí con Criaturas peligrosas -.
¿Cómo la conseguiste? – preguntó Myrtle -.
Bueno, me la dio un amigo en vacaciones... y la traje a escondidas aquí, pensé que en el Bosque se iba a sentir segura y protegida por mí – le respondió -.
Pero Rubeus... sabes que estas Criaturas están prohibidas por el Ministerio – hablaba una desconcertada Myrtle -.
La Criatura harta de estar en la misma posición, se dirigía hacia ellos con paso firme. Era pequeña, comparada con Acromántulas adultas, pero se veía feroz.
¿Rubeus? – preguntó Myrtle, cuando este acariciaba a Aragog -.
Si, dime -.
Te has puesto ha pensar que esta Criatura pudo ser la que... – antes de terminar Rubeus se había parado -.
¡QUE DICES¡ARAGOG ES INOCENTE! – dijo Rubeus -.
Myrtle no desistió y le reprochaba que aquella Criatura era la que amenazaba al colegio entero. Pero Myrtle no contaba con algo que empezó a suceder. Aragog se puso justo enfrente de ella e hizo algo que jamás ella se hubiera imaginado; habló.
Myrtle te llamas... – dijo la Criatura. Myrtle asintió -... me temo que te equivocas, yo no le hago daño a nadie porque Rubeus me lo ordena, y por cariño a él no lo haría jamás. – agregó la Criatura -.
Pero el profesor Dumbledore no nos dijo exactamente que era lo que atacó a Torbet – dijo Rubeus -.
Yo tampoco sé lo que es... pero estoy segura que tu – se dirigía a la Criatura -... te tendrás que mantener alejada por un tiempo, hasta que todo esto de la Cámara de los Secretos pase¿De acuerdo? – preguntó Myrtle -.
Aragog asintió.
Después de todo no eres tan mala... – Myrtle ya no tenía el miedo que en un principio la llenaba, y se dirigió hacia Aragog para tocarla en señal de amistad -.
Espero que no te culpen amigo... ahora nosotros nos vamos – le dijo Rubeus a Aragog -.
Salieron de los principios del Bosque en dirección al castillo. Rubeus había llevado a Myrtle para que viera que su mascota y amigo no tenía nada que ver con el accidente de Torbet. Myrtle se convenció de todo, aunque al principio estaba aterrorizada por la Criatura. Cuando llegaron al castillo, la cena ya había terminado, ellos se despidieron y Rubeus camino hasta su sala común.
¿En donde andabas? – preguntó una voz que salió de un lugar inesperado por parte de Rubeus -.
Que haces aquí Tom – respondió de mala gana Rubeus, ya que no le simpatizaba -.
Yo soy prefecto... – pronunció esa palabra con gran desdén -... algo que tu jamás llegaras a ser, sangre sucia -.
No me provoques Tom... no me importa si te hiciste prefecto a costa de los demás, yo no me preocupo por eso... – Rubeus tenía su mano en su varita apunto de sacarla -.
¿Qué pasa aquí¿Tenemos reunión? – dijo otra voz que se aproximaba a ellos. Era Albus -.
Tom quedó pálido y fingió.
Nada profesor... – miró de reojo a Rubeus -.
No, profesor, nada... solo conversábamos – respondió también Rubeus -.
Albus, por supuesto, no les creyó a ninguno.
Esta bien... bueno Tom, será mejor que vayas a descansar, está todo bien por aquí y Rubeus haz lo mismo -.
Enseguida – dijeron los dos al unísono y se internaron en los pasillos -.
Tom corría despavorido ante la aparición de Albus. No quería echar a perder todo los planes que mantenía. Bajó algunas escaleras y llego a la puerta de la sala común de Slytherin. Cuando entro estaba todo desocupado. Subió a buscar a sus amigos y los trajo a la fuerza para que se sentaran en el sofá.
¿Qué quieres? – preguntó Devian con rostro somnoliento -.
Quisiera echarles una maldición y matarlos... que mas voy a hacer tonto, quiero decirles algo importante – dijo Tom -.
¿Y que es eso tan importante? – pregunto Lardet -.
Tom se sentó dispuesto a platicarles.
Bueno, que vi que ese sangre sucia de Hagrid... fue con Myrtle la llorona hacia los terrenos. Entonces yo los seguí y me encontré con algo que hace que mis planes vayan de maravillas – les dijo Tom -.
¿Y que era? – preguntó Lardet -.
Bueno, encontré que nuestro amigo tiene una Acromántula escondida y muy bien escondida en los terrenos lejanos del castillo – les comentó -.
Sus amigos no podían creer lo que Tom les contaba; algunos creyeron que se había vuelto loco.
Eso no puede ser... – murmuraba Devian -.
Si puede ser, ese gigante siempre tuvo afición por los monstruos, y lo vi con mis propios ojos -.
¿Y que tiene que ver con tus planes? – pregunto Mordat -.
Bueno, que si nos descubren podemos culpar a ese gigante, ya se que algunas veces la guarda en un baúl y la mantiene en su dormitorio... – dijo Tom -.
¿Pero no podemos entrar a la sala común de Gryffindor o si? -.
Obvio que no, pero deben averiguar en donde la mantiene, porque estoy seguro que no la deja en la sala común. Estoy seguro que es en otra parte. Cuando lo sepan me lo dicen y así podemos salvarnos de una expulsión segura – sonrío Tom -.
Tom... bueno, Voldemort¿Qué es lo que pretendes ahora? – preguntó Lardet quien se equivoco de nombre y Tom lo miro asesinamente -.
Realmente quiero que ustedes me hagan un favor – respondió -.
¿Cuál sería? -.
Que me avisen si James Fullin... se queda cerca del baño de las alumnas cuando tiene que vigilar – dijo Tom -.
Sus amigos lo miraron. Tom no estaba bien. Todos sabían que James Fullin era prefecto de la casa de Gryffindor, y que si Tom hablaba de él, era porque quería que hubiera un asesinato a toda costa, pero era imposible tratándose de los prefectos, ya que el último ataque hizo que también los profesores acompañaran a los prefectos en sus salidas por las noches.
Entonces...entonces... – tartamudeaba Devian -.
Tom lo miró despectivamente. Realmente estaba decidido a cometer otro asesinato, y eso era lo que sus compañeros no querían escuchar.
Así es Devian... quiero echarle al Basilisco a James, se lo tiene bien merecido – dijo Tom mirando a sus amigos con una sonrisa sombría -.
Tom al decir esto, infundo el miedo en todos sus compañeros. Ellos no querían participar mas en los juegos de Tom, pero por miedo lo tenían que hacer obligados. Después de contarles, ellos se fueron al dormitorio. Tom se acostó, y soñó lo de siempre. Se veía a él matando a todos los sangre sucias que habitaban en el colegio, incluso a profesores que lo eran. Sin duda nuestro querido amigo, estaba obsesionado con el poder. Algo que Albus temía desde hace rato, y como no estaba seguro no quería crear falsas acusaciones; por lo mismo no dijo nada por un buen tiempo. Era el momento de preocuparse, era el momento de mantener alerta a todos los alumnos. Tom estaba decidido, y Albus preocupado de otras cosas. Sin duda en Hogwarts, iba a ocurrir un asesinato.
