20
El Ataque Inesperado
Al amanecer, Albus se dirigió a una de las aulas para comenzar con las clases normales y habituales que tenía que realizar día por día. Su mente estaba en dos partes; una, en la clase con los alumnos, y otra en el partido de Quidditch que se iba a jugar en la tarde. En otra parte, en el Ministerio su hermano también andaba distraído. Se retiro de su oficina para poder ir hablar con Nicholas quien se encontraba en el Valle Godric. Cuando llegó a su casa, solamente se encontraba Nicholas.
- ¿Qué haces aquí? – le preguntó abriéndole la puerta -.
- Bueno, venía hablar contigo, ¿Dónde están las demás?- preguntó -.
- Fueron a dar un paseo, solamente les dije que se quedaran aquí, que no era bueno que anduvieran las tres solas, pero no me hicieron caso y se marcharon no diciéndome a la hora en que regresarían -.
- Excelente... así podemos conversar tranquilos – le dijo Aberforth -.
- ¿De que? -.
- Es que mañana no iré donde los Duendes, pero quiero que me acompañes a ir a ver a Kirin. Hace mucho que no lo veo yo, y bueno, le pedí permiso a Sorbern aunque de mala ganas me dijo que si, puedo ir cuando guste y yo pensaba ir mañana – comentó Aberforth -.
- Esta bien, yo te acompaño donde Kirin – le dijo Nicholas -.
- ¿Tú cuando lo viste por última vez, estaba bien? – preguntó preocupado Aberforth -.
- Si, con Albus calculamos que la cicatriz en poco tiempo desaparecerá y ya podrá volver a ser el mismo de antes – le dijo Nicholas -.
- ¿Y Procne? – preguntó -.
- De él no sabemos mas, aunque Erac, el otro amigo de Kirin, lo está cuidando, pero lo de él fue menos que lo de Kirin, así que pronto volverá a ser el mismo -.
- Eso espero, la verdad es que tenemos que mantenernos en contacto con ellos, para que sepan que las cosas no van bien, que Grindelwald no ha aparecido mas desde el combate en las montañas... me temo que esta ahora preparando un plan, porque se ha demorado en aparecer – le dijo Aberforth mirándolo a los ojos -.
Al rato después llegaron las tres mujeres a la casa, muy contentas, sanas y salvas para la alegría de Nicholas y Aberforth.
- ¡Hola Hijo! – le dijo la señora Rigers a Aberforth dándole un beso en la mejilla -.
- ¿Qué tal Aberforth? – le dijo Minerva quien también lo saludo, junto con Pernelle le dieron un abrazo que casi lo estrangulan -.
- Bien, estoy bien, pero si no me sueltan me ahogare – les dijo sonriéndoles -.
La señora Rigers preparo algo para comer y se sentaron en la sala para conversar tranquilamente.
- ¿Estas en el Departamento de Criaturas Mágicas? – le preguntó Minerva -.
- Así es, mi querido Departamento – le respondió -. Desde que llegue que las personas de ahí me tienen envidia, pero yo me hago el indiferente, la verdad es que no me preocupan, teniendo mi trabajo, mi horario y mis cosas como las Criaturas Mágicas, esta todo bien -.
- ¿Y has averiguado algo? – le preguntó de nuevo, pero ahora mirando hacia otro tema -.
- No, en el Ministerio solo sabemos mi padre, Wortiks y yo, y mi padre ha estado muy ocupado últimamente, y Wortiks bueno él no sabe nada tampoco. Cada vez que le pregunto, me dice que no ha averiguado absolutamente nada del paradero de Grindelwald. Solo quedo yo, y yo lo que se es lo mismo que Nicholas y mi hermano -.
- Así es Minerva, hasta ahora no hemos podido averiguar nada importante – le agregó Nicholas -.
- ¿Aberforth? ¿Te quedaras a comer? – le preguntó su madre -.
- Si mamá, espero que no les incomode -.
- Claro que no Aberforth, hace tiempo que no los veía y como tú eres el mas ocupado tengo muchas cosas que hablar contigo – le dijo Minerva -.
- Bueno, pero no le cuenten a mi hermano o se pondrá celoso – le dijo Aberforth a los presentes los cuales se rieron -.
Aberforth se quedo un rato más para comer con Nicholas y las demás. Pasó a su habitación y se quedo hablando un buen momento con Minerva y Nicholas acerca de las cosas que han pasado tanto en la comunidad mágica como en Hogwarts. La tarde se avecinaba, y las nubes se iban despejando para dar paso a un día soleado y magistral. Los profesores decían que era ideal para el partido que se iba a jugar dentro de una hora más. Todos estaban comentando el partido, menos cinco alumnos que se encontraban en uno de los pasillos, tramando lo que sería el asesinato de un sangre sucia.
- ¿Saben lo que tienen que hacer? – pregunto Tom a sus compañeros -.
- Si Tom – le dijo Mordat quien era él más nervioso -.
Alfrad y Lardet se pusieron en camino para dirigirse hacia las gradas y tomar sus posiciones. Mientras Devian y Mordat se acercaban a las gradas, Tom se quedo un momento para tener todo bien planeado. Se dirigió hacia la sala común a esperar la oportunidad para sacar al Basilisco. Mientras que en otra parte, cerca del Gran Comedor, se encontraban dos personas hablando amorosamente.
- ¿Vas a ir? – le dijo Rubeus a Myrtle -.
- Si, pero primero iré a buscar una sorpresa que te tengo – le dijo ella sonriéndole y abrazándolo -.
- Bueno, pero no te tardes -.
Rubeus se puso en marcha para conseguir una de las mejores posiciones para ver el encuentro de las casas de ellos dos. Rápidamente corrió, y como era muy grande no le costo nada sentarse y cubrir un puesto para que Myrtle llegara tranquilamente a sentarse junto a su lado. En otra parte, Myrtle iba tranquilamente caminando hacia su sala común a buscar la sorpresa de su grandulón. Cuando llegó, dijo la contraseña y entró, pero en ese lugar habían tres alumnas, las cuales siempre molestaban a Myrtle por todo.
- Aquí viene la cuatro ojos – le dijo una de las alumnas -.
- Déjame tranquila Silvia – le dijo Myrtle fulminándola con la mirada -.
- No, no quiero... – alzó su varita y pronunció - ¡Tarantallegra! – el hechizo por poco le llega a Myrtle quien lo esquivo con gran facilidad. Todas las personas de ahí (que eran tres) se rieron -.
- Ven Myrtle y te diremos un secreto de tu fenómeno Rubeus – le dijo una niña llamada Olive Hornby -.
Myrtle la miro. Nadie sabía que ellos dos andaban, y eso la desconcertó.
- ¿Qué quieres decir? -.
- Nada... – le respondió sarcásticamente -.
Myrtle se abalanzo sobre ella pero Silvia le dio un puñetazo y la dejo tirada en el suelo. Myrtle salió corriendo al dormitorio de las chicas, cogió el regalo para Rubeus y salió de la sala común en dirección a los baños de mujeres con las lágrimas en sus ojos y muy asustada. No tenía ganas de ir al partido, ellas la habían dañado y no quería ir a las gradas con los ojos llorosos para que los demás se burlaran así que decidió quedarse ahí un buen rato. En esos momentos el partido ya había comenzado y los prefectos hacían las guardias, incluido James Fullin.
Pasaron diez minutos y Mordat se dirigió con paso decidido hacia donde se encontraba James. Devian le seguía el paso, para avisarle después a Tom. Cuando Mordat caminaba se encontró con otro de los prefectos.
- ¿Qué haces aquí? – le preguntó el prefecto de Ravenclaw, quien ya se había recuperado del accidente del Basilisco -.
- Que te importa... – respondió de mala gana Mordat -.
- Recuerda que soy prefecto, camina y no causes problemas – le dijo Torbet -.
Mordat siguió caminando, doblo un pasillo y se encontró en el baño de las mujeres, aunque James no estaba. De pronto lo ve que se pone en el lugar que había dicho Tom. Se encamina hacia él con cara preocupada.
- ¡James! – le dijo Mordat simulando un accidente -.
Este lo miró desconcertado y le pregunto.
- ¿Qué sucede? -.
- Ocurrió algo extraño, cerca del despacho del profesor Dumbledore, acompáñame – este lo dijo de la manera más convincente y como por arte de magia, este le creyó -.
- Esta bien, vamos – dijo James -.
Mordat sonrío para si, y le hizo señas a Devian quien estaba al otro lado del pasillo. Ahora Devian cruzó por el mismo lugar que estaban ellos en dirección a la sala común. Antes de que llegara vio a Tom que iba cauteloso, como era prefecto podía estar en los pasillos dando las excusas pertinentes.
- Esta listo - le dijo Devian -.
- Bien... – Tom se apresuró para ir al baño de las chicas, mientras que Devian debía entretener aún más a James junto con Mordat -.
En las gradas...
- Voy a ir al baño – dijo Dippet quien se mostraba inquieto -.
Alfrad lo miró y le dijo.
- ¡Profesor mire esa jugada! – justo en ese momento, Dippet quedó absorto con la jugada del buscador de Gryffindor quien había divisado la Snitch dorada. Se sentó y contemplo lo que estaba por suceder. Sin embargo, en último momento la Snitch desaparece y Dippet se levanta.
- Profesor, ¿Qué ocurrió, no alcance a ver? – le preguntó Alfrad tratando de entretener al profesor. Para suerte de él, Dippet se sentó y le comenzó a explicar -.
Una persona corría disimuladamente, para que nadie se diera cuenta. Esta persona era Tom, quien se apresuraba a pasos sigilosos. Le quedaba poco para llegar, estaba a punto de hacerlo cuando ve que Torbet se dirigía hacia ese lugar.
- ¡Torbet! – le dijo Tom -.
- Si – respondió este -.
- James me dijo que yo cubriera esta parte... así que tu puedes ver otra parte del castillo – le dijo en tono muy convincente -.
Este lo miró, lo analizo, pero finalmente asintió.
- Esta bien, cuida aquí – y se marcho doblando en uno de los pasillos -.
- Estuvo cerca – dijo Tom, quien entró en el baño de las chicas sigilosamente. Una vez adentro se puso enfrente de los grifos y dijo con voz silbante: Abrete..., en unos segundos la entrada hacia la Camara de los Secretos comenzó a abrirse y de ella empezó a salir el Basilisco -.
Tom lo miró contemplando su belleza y cuando se puso en la puerta para dejarlo salir, una voz dijo...
- ¿Quién anda ahí? – era Myrtle quien se encontraba en uno de los cubículos. De repente el Basilisco miro hacia el lugar cuando en el mismo instante salía del cubículo Myrtle. Lo único que se pudo escuchar fue un grito apagado de la chica quien cayó al suelo, muerta -.
- No puede ser – dijo Tom, cuando vio que se trataba de Myrtle – ahora que hago, maldición... – decía Tom, porque vio que los planes le salían mal. Le ordenó rápidamente al Basilisco que se ocultara en la Cámara. Cerró la entrada y se alejo del lugar. Corrió hacia su sala común en donde estarían los demás alumnos. Cuando entró, encontró a sus compañeros con cara de pálidos -.
- ¿Qué paso Tom? ¿Por qué no llegaste? – le preguntó nerviosamente Devian -.
- Sucedió algo inesperado, esa maldita de Myrtle se encontraba en los baños. El Basilisco la miro y la dejo muerta, en los baños. Cerré la Cámara y me dirigí hacia acá, tuve suerte de que nadie estuviera por esos lados – les comentó -.
- Entonces... salió todo mal – dijo Alfrad -.
- Si, ya no atacaremos hasta un buen tiempo... con este ataque inesperado las cosas se van a poner difíciles, por cierto, ¿Termino el partido? – le preguntó Tom a Lardet -.
- Cuando nos vinimos, todavía no atrapaban la Snitch, así que todavía no termina – le respondió -.
- Tengo tiempo de esconder el cuerpo, pero no regresare... – murmuro Tom -.
Mientras, un aullido proveniente de las gradas en el terreno indicaba que el partido había terminado. Los profesores iban contentos por la gran actuación de los jugadores. Albus iba junto a Dippet y Smith comentado lo sucedido. Todos los alumnos regresaban a sus salas comunes para luego empezar su horario de clases. Era para ellos la última clase, puesto que ya se hacía tarde y tenían que cenar.
- ¿Dónde vas? – le pregunto Silvia a su compañera Olive -.
Ambas se encontraban en la sala común de Hufflepuff.
- Voy al baño, regreso enseguida – dijo esta quien salió corriendo enseguida de la sala común -.
Atravesó los pasillos muy rápido, llegando al baño para hacer sus necesidades. Cuando entró, jamás pensó encontrarse con la escena que estaba viendo. El cuerpo de su compañera Myrtle estaba tirado justo enfrente de los grifos con las pupilas bien abiertas, y señal de asombro.
- ¡No puede ser! – se dijo para ella. Pero lo que vio luego la aterro mas, arriba en una de las ventanas, se encontraba el fantasma de Myrtle quien estaba llorando. Miró a la muchacha y le dijo...
- ¡Que Miras!... ¡Vienes a reírte de mi desgracia! – al decir esto, Olive, su compañera soltó un grito que se oyó por todos los pasillos más cercanos -.
- ¿Qué fue eso? – preguntó Dippet. Albus le dijo que no sabía y juntos, incluyendo a Smith se dirigieron a la fuente de aquel grito espeluznante. Avanzaron lo más rápido que pudieron y llegaron al baño de las chicas cuando de pronto salía de el, una muchacha con los ojos llenos de lágrimas y que corría sin dirección alguna -.
Albus la atrapo justo y la tomo por los hombros delicadamente, preguntándole que era lo que pasaba, a lo que ella contesto.
- Esta ahí profesor, esta, esta muerta profesor... – decía la muchacha cuando de pronto se desmayo. Albus le pidió a Smith que la llevara a la enfermería y que avisara a los demás profesores y al celador -.
- Mira Dippet – le dijo Albus cuando entraron al baño de las mujeres y vio el cuerpo de Myrtle -.
- Es Myrtle – dijo Dippet - ...pero Olive nos dijo que estaba el fantasma eso quiere decir que podemos hablar con ella de lo que paso -.
- Si, pero en estos momentos no esta – cuando dijo esto, llego el señor Walfric y la señora Village y se pusieron enfrente para levantar el cuerpo y ponerlo en una de las camillas. Cuando Albus y Dippet estaban esperando afuera, una persona, más bien un alumno esperaba tímidamente fuera del baño alguna respuesta por parte de sus profesores. Albus se dio cuenta de la presencia del alumno y lo hizo acercarse -.
- ¿Pasa algo Tom? – le preguntó, cuando intento entrar en su mente para ver si él sabía algo, pero encontró una obstrucción, entonces, desistió -.
- No, profesor, ¿Qué ocurrió? – preguntó esta vez Tom mirando fijamente a los ojos de Albus, como desafiándolo a que le leyera la mente -.
- Myrtle fue asesinada por el heredero, más bien por la Criatura del heredero y no sabemos todavía quien pudo ser. Con esto las cosas se complican, pero por ahora no diremos nada a personas externas, ya que en Hogwarts sabemos que en pocos días se sabrá todo -.
- Si, lo entiendo... esta bien, debo irme – le dijo Tom quien se dirigió a su sala común -.
Albus miró en dirección a la que Tom se iba, pero alguien más se iba acercando sigilosamente. Ese alguien era, Rubeus Hagrid.
- ¿Qué haces aquí? – le preguntó Albus -...todos los alumnos deben estar en su sala común -.
- Es que profesor, estaba buscando a Myrtle, porque ella no esta en su sala común y pensé que estaría por ahí corriendo peligro – le dijo Rubeus sin saber la terrible noticia -.
- Lo siento Rubeus... – Albus siempre se caracterizó por decir las cosas tales y como son, y por esta vez no iba a cambiar -...Myrtle es la alumna a la cual la Criatura la ataco, así que no puedes hacer nada – le dijo Albus -.
Rubeus no podía creerlo, tenía que ser mentira, no podía pasar eso justo en ese momento. Sus ojos empezaron a brillar y no tardo en soltar lágrimas.
- Profesor, eso es mentira... – fue lo único que dijo cuando salió corriendo y Dippet miro a Albus con rostro penoso -.
- Tienes que hablar con él – le dijo Dippet a Albus -.
- Si, lo haré... -.
La profesora Village y el señor Walfric sacaban la camilla del baño de las mujeres, cuando llevaban el cuerpo, este iba cubierto por una manta blanca. Todos los profesores se quedaron muy preocupados por la situación y decidieron poner mano dura al heredero.
- Lo haremos Smith, pero debemos ser precavidos. Por el momento debemos pensar que dirán los padres de la pequeña – les dijo Albus -.
Todos los profesores estaban mirándose unos a los otros. Solo Dippet permanecía más triste que los demás. Mientras que en una de las salas comunes alguien se reía.
- ¿De que te ríes si todo salió mal? – le preguntó Lardet a Tom, ambos estaban sentados junto a los demás del grupo en los sofás de la sala común de Slytherin -.
- Es que si hubieras visto la mirada que puso ese fenómeno de Rubeus cuando le dijeron lo de Myrtle... es tan cómico el Amor – y se reía cuando sus compañeros no podían creer que tanta maldad hubiera en su cuerpo -.
- ¿Qué haremos ahora? – preguntó Alfrad -.
- Nada, dejaremos que el tiempo pase, hasta el próximo curso, total nadie ha descubierto mi identidad y no creo que ustedes me traicionen – les dijo a sus compañeros fulminándolos con la mirada asesina que caracterizaba a Tom -.
Se quedaron un rato mas conversando para ir a la cena. Albus y los demás profesores dejaron el cuerpo de Myrtle en la enfermería, aislado con un campo frío para que el cuerpo se mantuviera, aunque estando petrificado no podía descomponerse. Varios de los alumnos de Hufflepuff fueron a visitar a su compañera, algunos soltaban lágrimas en tan sublime escudo que ni siquiera los dejaba tocar el cuerpo de su amiga. Tardaron aproximadamente veinte minutos desde que pasó todo. Albus se sentía mal, él había tenido sueños acerca de eso pero todavía le faltaba la prueba final, y como siempre se dijo, que no actuaría hasta estar seguro de lo que cree. Los demás profesores fueron al Gran Comedor para acompañar a los alumnos, hasta la señora Pomfrey fue invitada para que cenara, ya que ella a las horas de la cena siempre se quedaba cuidando a los enfermos o cenando en su dormitorio, esta vez, no había enfermo que cuidar, solo un cuerpo que velar, y era mejor cenar antes de que soltar lagrimas en su salita de estar.
- Vamos Pomfrey... tenemos que informar al alumnado – le dijo amablemente Dippet -.
- Esta bien, yo iré – le dijo y juntos salieron de la enfermería -.
Albus sabía que antes de ir a cenar tenía que hacer algo muy importante. Se dirigió con paso firme hacia las entradas del Bosque Prohibido. Aviso a Tuk para que fuera a cenar también. Quería que todos estuvieran presentes. Camino hacia la izquierda varios metros y se encontró con Rubeus, solo, llorando, descontroladamente.
- Aquí estas... – Rubeus atino a pararse y pedirle disculpas a su profesor -.
- No te disculpes Rubeus. Entiendo perfectamente como te sientes. Tu mas que nadie era muy amigo de Myrtle, sin duda, mas que amigos y eso lo sabíamos todos los profesores. Siempre tan agradecidos de la amistad que ella te dio y tu le correspondiste – Rubeus soltó una sonrisita -... pero tienes que tener en cuenta que ella se fue, y debes admitirlo. Necesito que vayamos a cenar. No te estoy pidiendo que olvides lo que paso, porque se que no sacare nada, será mejor comer, y brindar por nuestra amiga Myrtle. Todo el alumnado debe enterarse de lo que paso y tenemos que ir, ya que yo debo decirles algo y tu también – le dijo a un Rubeus nervioso y sollozo -.
- Profesor... no puedo, ella era muy querida por mí. ¡Se me fue, ya no esta conmigo... me dejo, y yo que la deje ir cuando fue a su sala común. Debería haberla forzado a que se quedara conmigo... no puedo creer lo que paso, no quiero profesor – decía bastante triste Rubeus -.
- No digas que ella se fue, ella vive en ti, en tu existencia, ella esta contigo en tus ojos. Además, date cuenta de que su fantasma se quedo y puedes hablar con ella – Rubeus alzó la mirada y quedo petrificado -.
- De verdad... puedo – no podía articular palabra -.
- Si, pero antes vamos a cenar y cuando encontremos su fantasma podrás hablar con ella – le dijo Albus y lo tomo del hombro para darle un abrazo cálido y seguro -.
Ambos caminaron hacia la entrada. Pasaron por las partes en que Rubeus y Myrtle se quedaban hasta tarde conversando, y eso le trajo mas recuerdos. Sonreía, pero su sonrisa era triste. Solo la imagen de Myrtle como fantasma, y que podía hablar con ella le daba esperanzas. Llegaron al Gran Comedor, y todos los alumnos impacientes por las noticias los vieron entrar. Ellos caminaron serios y Albus le pidió a Rubeus que se sentara a su lado, y que no fuera a la mesa de Gryffindor. Cuando todos estaban expectantes para la cena, Dippet se levanto y se dirigió a toda la comunidad.
- Esta vez, tenemos la ausencia de una persona que todos nosotros estimábamos. Una alumna inteligente, una alumna que daba todo de si, para pasar cada año los cursos que le imponía el colegio. Su carácter era duro, aunque a veces no dudaba en llorar y desahogarse. Lamentamos la ausencia de nuestra amiga y alumna Myrtle, demos un aplauso a su compañía – diciendo esto todas las mesas rompieron en aplausos. Tom y sus amigos aplaudieron cínicamente y mostraron caras de tristeza como si les importara algo, de lo que le paso a una alumna -.
Albus se levanto también junto con Rubeus y dirigió más palabras.
- Tenemos que informarle de muchas cosas. La primera es que los partidos de Quidditch se suspenderán. Nadie podrá estar en los pasillos solo. Será mejor que vayan de dos o acompañados con un profesor, el que ande solo se le descontaran puntos a sus casas por desobedecer las ordenes. Mi amigo Walfric los vigilara. También que las salidas a Hosgmeade de los alumnos de tercero en adelante se suspenderán. Si seguimos así, tendremos que retirarlos antes del término oficial de clase, pero aun no es seguro. Todas las clases seguirán normales, y los exámenes van igual – se sintió un murmullo de decepción en todas las mesas -...por último quisiera que una alumno, Rubeus, dijera algunas palabras para su amiga Myrtle -.
Rubeus lo miró suplicándole que no le hiciera eso, pero no hubo mas alternativa. Todos estaban atentos, mirándolo fijamente. De la mesa de Hufflepuff y Gryffindor le daban aliento, lo saludaban para que se sintiera tranquilo. Rubeus se aclaro la garganta y trato de articular palabra pero no le salía. Entonces se acordó de todos los momentos que había vivido con Myrtle y definitavemente se decidió.
- Desde que llegue aquí, jamás tuve un amigo sincero. Alguien con quien compartir mis alegrías y tristezas, todos no se me acercaban por miedo a mi condición y mi estatura. Yo jamás fui salvaje con ustedes, jamás le hice daño a nadie, solo quería ser uno mas de este colegio maravilloso en donde encontré un segundo padre, que es el profesor Dumbledore – Albus le sonrío alegremente -...y una persona, que pese a nuestras diferencias, quiso hacerse amiga mía para compartir los momentos mas felices en mi presencia. Me di cuenta de que ella tampoco tenía muchos amigos, y por eso me empezó a gustar su compañía. Quiero decirles a cada uno de ustedes, que brindemos por Myrtle, por favor... – Rubeus al decir esto, levanto su copa, lo mismo hizo Albus y los demás profesores. Los alumnos poco a poco se fueron incorporando y todos al unísono dijeron: ¡Por Myrtle! -.
- ¿Cómo estuve? – preguntó Rubeus a su profesor -.
- Muy bien, creo que querías mucho a esa jovencita. Ahora ella estará contenta de saber que jamás perderá a su amigo – Rubeus se sonrojo -.
La cena continuó. Todos hablaban para ellos, quedando el salón en solo murmullos. Nadie quería hablar fuerte o reírse por respeto a la compañera fallecida. Albus miraba a Tom, pero este no daba señales de acusación, más bien sabía manejar la situación. Rubeus también lo miraba pero era con un odio fuera de lo común, como si sintiera bien en el fondo cual fue la causa de la muerte de Myrtle.
