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El Hombre de los Sueños

Los días pasaron y la Navidad ya había terminado. Los alumnos poco a poco llegaban al colegio para empezar el último periodo de clases que comprendía hasta Julio. Los alumnos que se habían quedado todavía comentaban la muerte de Myrtle, pero lejos de las miradas de los profesores, ya que cualquiera que empezaba a levantar falsas sospechas era castigado con puntos menos para su casa. Enero empezaba, y las clases junto con él. Los verdes campos de Hogwarts estaban teñidos de un blanco perfecto, que hacía reflejar los rostros de los alumnos que corrían disfrutando del último día antes de las clases.

- ...No hay nada que temer, no hay sospechas hacia nosotros y eso es lo que me satisface – Tom y sus amigos estaban en un apartado de los terrenos hablando acerca de sí sabían los profesores que fueron ellos los responsables directos de la muerte de Myrtle -.

- ¿Pero y el profesor Dumbledore? – le pregunto Alfrad a su amigo Tom -.

- Él tampoco sabe nada o eso creo yo... pero sin embargo no puede acusarnos porque no hay algo que lo haga saber que fuimos nosotros. Además me he encargado de que todavía piense que soy el niño obediente y manso de hace tres años – cuando Tom dijo estas palabras río a carcajadas. La multitud se puso tensa -.

- Ojala que lo que queda de este año se pase rápido, para que en el próximo se olviden de nuestro cometido – murmuró Devian -.

- Este mismo año tengo que terminar algo que me propuse. Los planes fallaron y con ese tal Dumbledore dando vueltas es mejor no seguir con los asesinatos pero tengo algo en mente que puede serme útil y para ello necesito concentración. Así que amigos los dejo y cuídense... no caminen diciendo cosas por los pasillos que puede ser peligroso – les dijo Tom y se dirigió hacia el castillo -.

- ¿Creen que esta loco? – le pregunto Mordat a sus amigos -.

Ninguno respondió de inmediato. Aunque Tom no estaba ahí el miedo que les infundía a sus amigos era terrible. Sin embargo Devian fue el único que habló acerca de eso antes de que se fueran hacia el castillo.

- La verdad sus planes siempre han tenido éxito. Quiso matar a James pero no pudo. Sin embargo mató a un sangre sucia y cumplió sus objetivos. Aunque ahora todos están alertas a lo que puede pasar, él cesó los ataques y tiene algo en mente que puede dar resultados para nosotros. Sin duda a pesar de la maldad que lleva adentro, sus planes son perfectos, sólo se entromete ese profesor Dumbledore, porque las demás personas de Hogwarts ni sospechan quien es el heredero – subieron al castillo -.

Regresaron a su sala común, pero al ver que Tom no se encontraba dieron un suspiro de alivio por no tener que soportar sus órdenes nuevamente. En otro lado del castillo alguien caminaba hacia los terrenos. Salió por la puerta principal y buscaba desesperadamente a un alumno. Cuando recorría el último tramo de los terrenos lo divisó en medio de arbustos bien escondido.

- Hola Rubeus – dijo Albus cuando se sentó junto a su lado esperando que él no saliera arrancando, que era lo que hacía cuando se le acercaba alguien -.

Rubeus no contestó.

- Me preguntaba que donde estabas, así que salí a buscarte. Te encontré, y tengo algo que decirte pero tienes que ser un poco menos impulsivo de lo que lo has hecho antes, ¿Me prometes eso? – preguntó tímidamente Albus para que Rubeus no pensara nada mal -.

Rubeus seguía sin contestar. Albus le dio tiempo y al cabo de un par de minutos lo miró en señal de respuesta.

- Si, lo prometo – dijo casi murmurándolo -.

- Esta bien, entonces te diré que alguien quiere hablar contigo, pero te recomiendo que seas consecuente de que este será el último día que hablaras con ella porque se encuentra en el baño de las chicas y esta confinada a estar ahí por siempre. Si sale será muy pocas veces, en esas veces quizás ella tendrá ganas de visitarte. Los padres de Olive Hornby acusaron a Myrtle de persecución porque molestaba mucho a Olive, entonces fueron al Ministerio y decretaron una orden de restricción para Myrtle – término de decir Albus -.

Rubeus no había percatado nada de lo que su profesor le decía, pero cuando Albus dijo el nombre de Myrtle todo se le hizo mas claro y mas alegre. Miró a su profesor.

- ¿Puedo verla ahora? – preguntó -.

- Si, pero quiero que te quede bien claro lo que te dije... yo solo te acompañare, tu entraras, tendrás veinte minutos para hablar con ella y saldrás – le ordeno Albus -.

- Bueno, veinte minutos serán mas que suficientes – al decir esto Rubeus se paro animado -.

Caminaron juntos hacia el castillo. Rubeus era tan grande que ya alcanzaba el porte de su profesor, y eso que Albus también era alto. Entraron y se dirigieron por los pasillos hasta que llegaron al famoso baño de las alumnas, que tantos dolores de cabeza le ha traído a Albus. Cuando lo hicieron, Myrtle no se encontraba ahí. Albus miro al grifo y vio la llave que tenía la marca de la serpiente en un costado. Al momento en que miraba, Myrtle apareció, o mas bien su reflejo. Era de un color medio transparente pero seguía teniendo la mirada triste y sus anteojos circulares. Rubeus le sonrío y ella le devolvió la sonrisa en señal de que no se olvido de su grandulón. Albus le dijo a Rubeus que el tiempo corría y se marcho dejándolos solos en el baño.

- ¿Cómo has estado? – preguntó Rubeus quien inmediatamente se arrepintió de hacer tal pregunta. Los muertos no pueden sentir y por lo tanto no tendría porque haber hecho tal pregunta -.

Sin embargo Myrtle le sonrío aun más y le respondió.

- Bien, ¿Sabes lo de Olive no? -.

- Si, el profesor Dumbledore me lo contó -.

- Ese profesor es muy amable conmigo, me dejo quedarme aquí, porque con la restricción que me pusieron en el Ministerio dijeron que tendría que irme de este colegio, pero el profesor fue a hablar con el Winzegamot y les dijo que yo no presentaba un peligro y me dejaron quedarme, pero solo en este baño, muy pocas veces puedo salir, además puedo recorrer los otros baños pero solo eso – su sonrisa se cambió por unos labios tensos que denotaban tristeza -.

- Quiero que sepas que cuando tengas tiempo de salir veré la forma de verte para que podamos conversar, es increíble que después de lo que te paso te pueda seguir viendo, aunque me pregunto porque quedaste como fantasma – le dijo Rubeus -.

- Porque no quise irme, tenía miedo de dejar este colegio, este mundo… –.

- ¿Cómo sucedió? – preguntó Rubeus refiriéndose al accidente -.

Myrtle lo miro. Sus ojos se ensancharon demasiado que dio la impresión de que iban a salirse.

- Creo Rubeus, que es mejor dejar esos temas fuera... uno no quiere recordar el día de su muerte para que otros lo oigan, incluso para nosotros los fantasmas es incomodo hablarlo, solo conozco a Sir Nicholas que lo hace sin parar, hablando de cómo los hachazos no lo degollaron por completo – Myrtle sentenció -.

- De acuerdo, lo siento... – dijo Rubeus apesadumbrado -.

- No te preocupes, se que tu no tienes la culpa de nada de lo que me ocurrió, yo no quiero que pienses que por dejarme ir a buscar tu regalo me paso lo que paso... pero... a propósito de regalo, quiero que veas esto... – Myrtle le apunto hacia un lado, cuando Rubeus miró vio una cajita envuelta en un papel brillante rojo y de muy buen aspecto -.

- Ábrelo... – le ordeno Myrtle -.

Rubeus lo abrió y cuando lo hizo dio un suspiro del porte de una bocina. Sus ojos se llenaron de lagrimas, porque lo que había dentro era una foto de ellos dos abrazados y jugando en un día soleado en los terrenos del bosque. También al lado había una cajita musical. Rubeus pasó los veinte minutos hablando con Myrtle. En eso Dippet llega al lugar.

- Hola Albus – le dijo cuando se acercaba a ellos -.

- Hola Dippet, ¿Dónde andabas? – le pregunto Albus, ya que en la mañana Dippet no se encontraba en su despacho -.

- Estaba haciendo unas diligencias, pero que también te incumben, asi que sera mejor que vayamos a mi despacho, tengo algo que mostrarte – al decir esto, Rubeus se hizo el desentendido y se fue caminando hacia su sala común -.

Albus no sabía exactamente lo que quería Dippet, pero no estaba preocupado. Últimamente el se mostraba muy serio ya que lo que paso con Myrtle es un duro golpe para su puesto de director. Muchos de los padres ya no confían en él y su reputación ha bajado mucho. Divisaron el despacho, Dippet señalo la contraseña y entraron. Albus quedo perplejo por ver lo que veía. Todos incluso Pernelle y Minerva se encontraban en el despacho de Dippet y los miraban cuando ellos se acercaban.

- ¡Hola Albus! – le dijo una animada Minerva -.

- Hola... – saludo él un poco desconcertado por no saber que hacían ellos en ese lugar -.

Su cerebro quedo paralizado cuando al pasar junto a la silla de Dippet notó que alguien no se mostraba y se quedaba oculto en la parte de una columna. Era Kirin.

- ¡¿Kirin! – preguntó Albus -.

- Si, soy yo... el mismísimo jefe de los Centauros -.

- ¿Qué hacen aquí? – preguntó mirando a todos -.

Aberforth fue el que respondió.

- Estamos aquí para avisarte de que hoy en la noche celebraremos una pequeña asamblea en el Gran Comedor junto con los Centauros y Duendes por igual, para hablar sobre Grindelwald – le comentó -.

- Pero si dices que vamos a estar todos, que pasa con los Duendes – dijo Albus -.

- Estamos muy complacidos de estar aquí – respondió una voz aguda cerca de la butaca de Aberforth. Un Duende de aspecto fuerte y gruñon se hizo visible y se presento -. Soy Yirac el Audaz, nuevo jefe de los Duendes -.

Albus quedo mas desconcertado con la noticia.

- Pero... ¿Aberforth? – preguntó Albus -.

- Bueno, Yirac me dijo que podía hacerse cargo de los Duendes y ellos también estan de acuerdo asi que lo mejor será que el quede en ese puesto -.

- ¿Qué haremos? – preguntó nuevamente -.

- Tendremos que ingeniar un plan para ir en captura de Grindelwald – dijo Kirin -.

- Asi es Albus – esta vez fue Nicholas -. Si las cosas se han puesto difíciles no quiero pensar lo que les espera a Dippet y tus padres -.

Hubo un momento de silencio al pensar que Grindelwald iba tras Dippet y los padres de Albus. Ellos eran los objetivos principales de Grindelwald y todos estaban de acuerdo que era lo que debían proteger.

- Hasta el momento no sabemos tampoco lo que son las Criaturas que utiliza Grindelwald, pero yo junto con Wortiks y Dippet iremos a averiguar a Grecia para ver que podemos hacer – dijo Abiss, el padre de Albus -.

- Esta bien... y nosotros, ¿Qué haremos? – preguntó a la multitud -.

- Buscarlo, asi de simple... trataremos de averiguar donde se encuentra, cueste lo que cueste – dijo la señora Rigers, y Wortiks dio un leve respingo -.

Cuando dijo estas palabras, Kirin y Yirac se unieron y se despidieron de la gente, dejando bien en claro que en la noche se verían nuevamente. Al pasar las horas todos hablaban muy concentrados acerca de lo que debían hacer.

- Padre, ¿Podría ir contigo? – le preguntó Aberforth -.

- No, esta bien con nosotros, además entre los tres somos poderosos por cualquier peligro que suceda. Debes cuidar de tu madre y de estas dos mujeres más, junto con Nicholas -.

- A la orden jefe – dijo Nicholas y todos rieron -.

El ambiente se puso un poco más liviano y a menudo hablaban de otras cosas, olvidando el motivo principal de su estancia en el despacho de Dippet. Albus y Dippet fueron a dejar a los demás al Autobús Noctámbulo y cuando llegaron, todos subieron y se despidieron de ellos. Dippet invitó a Albus a Hosgmeade para tomar algo en Las Tres Escobas, para amenizar la situación.

- ¿Qué crees que hace? – preguntó Dippet -.

Albus captó de inmediato de quien se trataba.

- Por mi que esta pensando, ya que como no ha sucedido nada extraño, y eso no es nada relajante. Grindelwald es muy inteligente y sabe como planear las cosas, necesitamos saber pronto como piensa o tu y mis padres estarán en peligro inminente – Albus dijo estas palabras con total convencimiento. El peligro acechaba por todos lados, y al no saber lo que planea Grindelwald, se hacía todo más peligroso -.

El tiempo transcurrió muy rápido, los alumnos estaban ya cenando en el Gran Comedor y Albus y Dippet estaban a la espera de que la reunión empezara. El silencio no era una característica de los alumnos cuando estaban en masa, y eso se notaba con solo escuchar el Gran Comedor. Los minutos pasaban lentamente, hasta que por fin la cena había terminado. Los prefectos acompañaban a los demás alumnos a sus salas comunes, los ordenaban en filas y salían por la puerta principal en orden. El único personaje que hacía revuelos era Peeves quien los esperaba en las estancias para derramarles tinta a los alumnos. Estos se desquitaban tirandoles un poco de hechizos pero Peeves era más rápido y se escabullía. Albus y Dippet se quedaron en el Gran Comedor, solos, para esperar a Kirin quien llegaría mas tarde. No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió y entraron por ella Wortiks y Yirac el Audaz.

- Hola Arturo – saludo cordialmente Dippet, quien veía a Arturo muy callado y misterioso -.

- Hola – respondió este tímidamente -.

- Hola Yirac, es un gusto que hayas venido – dijo esta vez Albus -.

- No hay de que, estamos reunidos para algo importante, asi que no me molesta reunirme con gente del Ministerio – al decir esto miro de reojos a Wortiks y le hizo un desprecio. Todos sabían que los Duendes no aceptaban muchas de las condiciones de los magos, por lo mismo no querían ninguna relación mas con algun personaje del Ministerio -.

- ¡Pasen chicos! – Yirac hizo pasar a cinco duendes más que esperaban afuera, los trajo para que pudieran opinar y porque no quería andar solo de regreso a su guarida -.

A continuación entraron por la puerta, Nicholas, Pernelle, Minerva y los padres de Dumbledore. Aberforth no venía y eso hizo inquietarse a Albus.

- ¿Y Aberforth? – preguntó -.

- Fue a buscar a Kirin, ya sabes, ese no se despega de su amigo – le dijo Nicholas quien se sentó en unas sillas que habían alrededor de una mesa -.

Yirac, Wortiks y los demás estaban ya sentados. Los Duendes que acompañaban a Yirac estaban sentados pero en otra fila, haciendo de guardia para su jefe. En ese instante llegan Kirin, Aberforth y dos Centauros más a los que Albus reconoció como Procne y Erac.

- Disculpen la demora – dijo Kirin quien se reunió con sus amigos en la mesa -.

- Hola Albus – saludó Procne a un viejo amigo -.

- Hola... bueno, ya que estamos todos, podemos empezar – dijo Albus y se hizo un silencio sepulcral que indicaba que todos esperaban a que una persona hablara. Como nadie lo hizo, Albus empezó -.

- Como todos saben, estamos reunidos aquí para tratar de tener algún escudo contra las maquinaciones de Grindelwald, espero que todos hayan pensado en el día que es lo que podemos hacer para atrapar a Grindelwald y que este no se nos escape -.

- Podemos preparar un anzuelo... – dijo tímidamente Minerva -. Ya saben, tenemos algo que él considere como una presa y cuando vaya a atacar le tendemos una embocada -.

- Buena idea... pero, ¿Quién sería el anzuelo? – preguntó Kirin -.

- Espero que no se enojen, pero como Grindelwald busca a Dippet y mis s... o sea, los padres de Dumbledore, ellos podrían ser la presa – dijo cuando sus mejillas se sonrosaron levemente -.

- Creo que no funcionaría... Grindelwald es muy inteligente, sabría que algo anda mal y sospecharía de encontrar a mis padres o a Dippet sin protección alguna – comentó Nicholas -.

- Sin embargo... podría ser algo muy bueno, ya que Grindelwald con lo obsesionado que es podría pensar que es una especie de milagro – dijo Wortiks quien reía desmesuradamente -.

- ¿Alguien se opone? – preguntó Albus -.

Todos levantaron las manos menos Minerva quien fue la de la idea y Wortiks que por una extraña razón defendía la idea con uña y dientes. Sin embargo, algo que solamente Nicholas, Aberforth y Albus sabían era la segunda oportunidad para ellos. Albus miró nervioso a su hermano y amigo, deletrearon su mente y asintieron disimuladamente hacia su dirección, dejando en claro que cualquier idea que Albus inventase sería estupenda. Todos comenzaban a hablar sobre la idea de Minerva, dando sus puntos de vista y opiniones acerca de tan descabellada opción. Hasta que por fin Albus los hizo callar y les dijo.

- Creo que aparte de la altenativa de Minerva, queda la mía, y como yo no se las he dicho ahora lo hare... – una tensión recorrió la mesa -. Podemos encontrar a Grindelwald a través de una mente dispuesta a herirse, y para eso necesitamos el... – pero antes de que terminara, Pernelle lo hizo por él -.

- ...Orientismo Mental. ¡Estas loco Albus, quien va a dejarse inmiscuir en su mente por casi todo un día, creo que ese hechizo es muy difícil hasta para Dippet o Abiss, será mejor dejar la alternativa de Minerva, por muy loca que sea – dijo Pernelle cuando todos la miraban -.

- Hay una persona que tiene el poder suficiente para realizar un Orientismo hacia otra persona, y la tengo justo en frente mío – Albus dijo estas palabras, cuando la persona que tenía en frente suyo era nada mas ni nada menos que... -.

- ¡Pernelle puede hacerlo! – dijo un Nicholas entusiasmado con la idea -.

- Me niego rotundamente – dijo ella -.

- Mira Pernelle – esta vez fue Aberforth el que habló. Los otros seguían expectantes -. Tu tienes la capacidad de leer mentes, ocultar pensamientos, bloquear pasos indeseados de otras personas, eliminar sueños adictos y un montón de cosas mas que están relacionados con la mente. Entonces, el Orientismo Mental lo debes conocer, por algo reclamaste a Albus y si lo conoces es porque lo has hecho, y como eres Adepta de Viento, sabes que tus poderes de la Alquima harían más potente y menos dañino para ti el hechizo -.

Pernelle los miraba a cada uno, hasta que por fin se rindió. Miro a su amiga, la señora Rigers y esta le dijo.

- Espero que aceptes... se que puedes hacerlo -.

- Lo puedo hacer... pero, ¿Quién es el que se ofrecera para que le haga el hechizo? – dijo y ahora si que parecía un cementerio la mesa. Nadie quería ser objeto de tan potente hechizo que podría causar daños cerebrales, hasta que alguien dijo: "yo", y todos quedaron para dentro -.

- ¿Estas seguro Albus? – preguntó Procne quien lo miraba asombrado -.

- Si, muy seguro, además quiero ser la persona quien ponga al descubierto a ese maldito... me debe muchas – pero cuando Nicholas y Aberforth lo miraron, supieron de inmediato que no era la única razón por la cual Albus quería que le hicieran el hechizo. Había algo mas que incitaba a su amigo para que sufriera un daño irreversible a costa de entregar el paradero del mago que les ha causado mucho daño -.

- Bueno, lo haremos mañana, en una sala de Hogwarts... pero también quiero que quede claro que nosotros iremos a Grecia, asi que no sabremos sino por medio de lechuza como fue con la situación y además volveremos dentro de dos días, asi que tendrán que esperarnos para ir en busca de la presa – dijo Dippet -.

- Yo alertare a mis otros hombres, al igual que Kirin... ¿Supongo? – preguntó Yirac -.

- Por supuesto, ha llegado el momento de combatir con ese maldito – dijo Erac y todos quedaron perplejos por que había hablado -.

- Bueno, ya quedamos en todo lo que dijimos – dijo el señor Dumbledore -.

Yirac y sus hombres se retiraron. Kirin hizo lo mismo y los demás salieron hacia los terrenos para tomar el Autobús Noctámbulo. Se despidieron y Nicholas le pregunto a Albus antes de irse.

- ¿Qué pretendes? -.

- Nada... no pretendo nada – fue lo único que respondió con una sonrisa en los labios -.

Esa noche no ocurrió nada extraño en los sueños de Albus, así que todo podía deducir que el hechizo que recibiría en la mañana no afectaría tanto su mente. Se preocupaba más por dejar sin clases a sus alumnos de tercero, que les tocaba justo cuando ellos tenían que acudir al Orientismo. Dippet se ofreció voluntariamente para cubrir a Albus en las clases y este acepto de buena manera. Ya cuando Albus salía de su despacho vio que se acercaba a él dos personas; eran nada mas ni nada menos que Pernelle y Nicholas.

- ¿Listo? – fue lo único que pregunto Pernelle que no aprobaba dicha alternativa -.

- Si, estoy listo, pasemos a mi despacho – dijo Albus y ambos tres pasaron. El despacho estaba impecable, nada que perturbara un hechizo tan potente -.

- Espero que esto sirva de algo, además no estamos seguro de que funcione, espero que recuerdes varios momentos con Grindelwald y que por fin salga a la luz donde se encuentra – dijo Pernelle -.

- No te preocupes, si Albus no sabe lo que hace, me como un Escarbato – dijo Nicholas y su amigo se río a carcajadas -.

- Empecemos entonces, mientras mas luego mejor – dijo Pernelle -.

Acercaron una silla en medio de un círculo que dibujaron con las varitas. En la silla Albus se sentó y empezó a cerrar los ojos lentamente. Comenzó a recordar momentos con Grindelwald para que fluyera la esencia del mago tenebroso en su cuerpo y así poder encontrarlo. Nicholas estaba alejado, sentado en una de las sillas y contemplando muy desconcertado todo lo que su esposa hacía. Pernelle en cambio se puso en frente de Albus, afuera del círculo y empezó a cerrar los ojos también. Nicholas quedó sorprendido cuando su mujer empezó a despedir un aura muy grande que rodeaba el círculo y que empezaba a bañar a Albus con el color azul plateado que emanaba. En el momento en que todo el círculo incluido Albus estaban bañados por el aura de Pernelle, esta abrió los ojos y pronunció el hechizo en voz alta, casi gritando.

- ¡Vir ad Reperire! – al decir el hechizo empezó a levantarse la silla de Albus y este empezó a recordar cosas que no tenían nada que asemejarse a Grindelwald. Sus padres luchando con alguien, al que no le podía ver el rostro, ambos cayeron muertos. La visión cambió al muchacho en su habitación recibiendo la maldición imperdonable y el mago que la hizo quedando añicos. ¡Porque lo hiciste Sirius, gritaba un hombre bajo con el pelo colorín; ¡Por fin te encontré Potter! Decía una voz aguda, la voces iban cambiando. Sudaba mucho, sus manos temblaban en la silla y no podía resistir más, pero cuando iba a gritar para que Pernelle parara, sucedió algo muy extraño. Un hombre caminaba hacia un muchacho de mas o menos doce años, estaba en una sala peculiar con una estatua de un mago imponente en la parte de atrás y aquel muchacho de ojos oscuros y mirada penetrante tenía una varita y miraba fijamente al muchacho que estaba acostado al lado de una niña inconsciente -.

- ¿Qué pasó? – preguntó Albus cuando fue despertado bruscamente por Nicholas quien se había parado cuando vio que su amigo salió disparado de la silla hacia un costado cayendo bruscamente -.

- Eso mismo quisiera preguntarte – le dijo su amigo -.

Albus le respondió en un murmullo antes de que Pernelle se acercara.

- Después te cuento -.

- ¿Estas bien? – preguntó Pernelle preocupada -.

- Si, estoy bien, intentémoslo de nuevo, porque no pude encontrarlo – dijo Albus -.

Al decirlo camino hacia la silla y se sentó. Pernelle empezó de nuevo con el ritual y al pronunciar el hechizo esta vez surgió efecto y Albus empezó a buscar detenidamente a Grindelwald hasta que por fin lo encontró, ubicado en un bosque al oeste del Valle Godric, muy cerca de su casa, relativamente cerca, en las montañas. Cuando terminó, les contó a Pernelle y Nicholas, ellos quedaron asombrados por la efectividad del hechizo y prometieron ir al Ministerio a hablar con Aberforth y los demás.

- ¿Qué es lo que te ocurrió? – le dijo Nicholas cuando iban saliendo ya que Pernelle había pasado al baño -.

- Descubrí quien es el hombre de la capa que intenta matar al niño que veo en mis sueños -.

- ¿Qué? -.

- Es verdad, lo vi en la primera parte del hechizo, cuando desperté fuera de la silla – le dijo Albus a su amigo que no daba crédito a lo dicho -.

- ¿Y podrías decirme quien es? – preguntó entusiasmado Nicholas -.

- Es un alumno de Hogwarts... alguien que se encuentra en estos momentos en sexto año y es de Slytherin, es el heredero de Slytherin... Tom Sorvolo Ryddle – al decir esto Nicholas dio un respingo. No podía creer que un alumno de sexto año era el que en un futuro no muy lejano hará de las suyas -.

- Pero entonces hay que sacarlo de aquí -.

No podemos, no hay pruebas concretas, nada mas un hechizo que me reveló quien era, sin pruebas no hay expulsión, pero lo tendré vigilado, no te preocupes, Tom Sorvolo Ryddle no se escapara -.