22
Culpable o Inocente
Cuando amaneció en Hogwarts todo iba de maravillas. Los alumnos desayunando en el Gran Comedor, los profesores acompañándolos, y las lechuzas matutinas entregando el correo. Si no hubiera sido por las personas que entraron en el vestíbulo todo hubiera sido perfecto. Al atardecer, cuando Albus y Dippet salían juntos del salón, se encontraron con Wortiks y con Tiberius Ogden, uno de los funcionarios del Winzegamot. Los estaban esperando para hablar acerca de lo que le paso a la alumna muerta cuyo fantasma se encuentra en el baño de las chicas. Pasaron al despacho del director en silencio y cuando llegaron ahí, aquel silencio se rompió.
Buenos Tardes Albus y Dippet – dijo Wortiks ya que el otro personaje veía desconcentradamente los artículos que poseía el director -.
Buenos Tardes... ¿A que se debe la visita? – preguntó de inmediato Dippet -.
Bueno, venimos porque los reclamos de la familia Hornby han ido demasiado lejos, y muchas de las familias destacadas han amenazado con culpar a nuestro Ministerio de las acusaciones sobre el posible terror que se siembra en Hogwarts – esta vez habló Tiberius -.
Albus y Dippet se miraron. Eso había ido demasiado lejos y era lo que cada uno se esperaba, pero estaban preparados para dar una defensa.
Los ataques han cesado desde que ocurrió lo de la alumna Myrtle, así que es posible que no hayan mas ataques de personas petrificadas o muertas, ya que los profesores de este establecimiento están en constante alerta sobre el caso – dijo Albus -.
¿Qué opina usted director? – le preguntó Wortiks -.
Le doy la razón a Albus, ya no hay porque preocuparse de detalles que no afectan más al colegio. Los alumnos incluso han olvidado lo que paso hace poco -.
No lo creo, he conversado con algunos de los padres y me han dicho que si no encuentran un culpable tomaran medidas drásticas -.
¿Qué medidas? – preguntó Albus -.
Nada que te interese Albus, pero les digo, o mas bien dicho les advierto una cosa... si no se encuentra un culpable durante un periodo de mas o menos dos semanas, el colegio tendrá que cerrar por orden del Ministerio y el Winzegamot... ¿Esta claro? – preguntó sarcásticamente Tiberius -.
Muy claro... – dijo Dippet a quien se le notaba la frustración de que el culpable de aquellos ataques estuviera en el mismo colegio que ellos y gozara de inocencia absoluta -.
Si queda claro, no tenemos nada mas que hacer aquí, que pasen una bonita tarde – dijo Wortiks y junto con Tiberius abandonaron el despacho del director -.
Albus pensaba y pensaba, pero no encontraba la respuesta a como iban a salir de esta. Sus manos temblaban de la rabia, porque tenía una teoría, pero sin pruebas no se puede realizar nada.
¿En que piensas? – le preguntó Dippet -.
En nada, es que si cierran el colegio tendremos mas oportunidad de lo de Grindelwald, aunque estaremos como él, desocupados, haríamos una perfecta alianza – le dijo a Dippet quien río pero muy malhumorado, ya que lo de cerrar el colegio a nadie lo dejaba contento -.
Tendré que anunciarlo para la cena, los alumnos deben saber, y creo que el otro profesorado también -.
Es lo mejor, ahora si me disculpas debo ir a realizar mis clases – Albus salió del despacho -.
Un muchacho esperó hasta que el profesor Dumbledore se fuera y dijo la contraseña del despacho del director y entró por las escaleras. Cuando Tom llegó a la puerta golpeó tan fuerte que los nudillos se le hicieron añicos. Espero hasta que una voz preocupada dijo: Entre, y el entró dejando atrás las escaleras.
Ah, Ryddle – dijo Dippet -.
¿Quería verme profesor Dippet? – preguntó Tom un poco asustado -.
Siéntese – dijo Dippet -. Acabo de leer la carta que me envío -.
¡Ah! - exclamó Ryddle, y se sentó, cogiéndose las manos fuertemente -.
Muchacho - dijo Dippet con aire bondadoso—. Me temo que no puedo permitirle quedarse en el colegio durante el verano. Supongo que querrá ir a casa para pasar las vacaciones... -.
No - respondió Ryddle enseguida—. Preferiría quedarme en Hogwarts a regresar a ese..., a ese... -.
Según creo, pasa las vacaciones en un orfanato muggle¿verdad? - preguntó Dippet con curiosidad -.
Sí, señor - respondió Ryddle, ruborizándose ligeramente -.
¿Es usted de familia muggle? -.
A medias, señor - respondió Ryddle-. De padre muggley de madre bruja.
¿Y tanto uno como otro están...? -.
Mi madre murió nada más nacer yo, señor. En el orfanato me dijeron que había vivido sólo lo suficiente para ponerme nombre: Tom por mi padre, y Sorvolo por mi abuelo -.
Dippet chasqueó la lengua en señal de compasión.
La cuestión es, Tom – suspiró-. Que se podría haber hecho con usted una excepción, pero en las actuales circunstancias... -.
¿Se refiere a los ataques, señor? - dijo Ryddle -.
Exactamente - dijo el director-. Muchacho, tiene que darse cuenta de lo irresponsable que sería que yo le permitiera quedarse en el castillo al término del trimestre. Especialmente después de la tragedia..., la muerte de esa pobre muchacha... Usted estará muchísimo más seguro en el orfanato. De hecho, el Ministerio de Magia se está planteando cerrar el colegio. No creo que vayamos a poder localizar al..., descubrir el origen de todos estos sucesos tan desagradables...
Ryddle abrió más los ojos.
Señor, si esa persona fuera capturada... Si todo terminara... -.
¿Qué quiere decir? - preguntó Dippet. Se incorporó en el asiento-. ¿Ryddle, sabe usted algo sobre esas agresiones? -.
No, señor - respondió Ryddle -.
Dippet volvió a hundirse en el asiento, ligeramente decepcionado.
Puede irse, Tom -.
Tom se levantó del asiento y salió de la habitación pisando fuerte. Bajo por la escalera de caracol y se detuvo frunciendo el entrecejo. Luego, como si hubiera tomado una decisión repentina, salió hacia el vestíbulo pero alguien llamó a Tom desde una escalera de mármol.
¿Qué hace paseando por aquí tan tarde, Tom? – pregunto Albus -.
Tenía que ver al director, señor - respondió Ryddle -.
Bien, pues váyase enseguida a la cama - le dijo Dumbledore, dirigiéndole a Tom la misma mirada penetrante de siempre—. Es mejor no andar por los pasillos durante estos días, desde que... – Albus suspiró y le dio las buenas noches a Tom marchándose -.
Tom lo miró hasta que se fuera. Cuando se marchó, doblo con pasó decidido a las escaleras de piedras que daban a las mazmorras. Caminaba desesperado como si su vida dependiera de ello. Al cabo de dos minutos llegó a una puerta, la abrió y mirando para todos lados como comprobando que nadie estaba cerca la cerró. Miraba por la rendija atento a que algo pasara por afuera de la puerta. Después de unos minutos, alguien pasó sigilosamente por las mazmorras y cruzó la puerta. Tom lo vio seguir y salió de la puerta siguiéndolo. Lo persiguió durante cinco minutos interminables hasta que por fin Tom se detuvo. Detrás de una puerta se oían voces.
...Vamos, te voy a sacar de aquí ahora... a la caja -.
De repente, Tom dobló la esquina de un salto. Se podía ver la silueta de un muchacho alto como un gigante que estaba en cuclillas delante de una puerta abierta, junto a una caja muy grande.
Hola, Rubeus - dijo Tom con voz seria -.
El muchacho cerró la puerta de golpe y se levantó.
¿Qué haces aquí, Tom? -.
Tom se le acercó.
Todo ha terminado – dijo -. Voy a tener que entregarte, Rubeus. Dicen que cerrarán Hogwarts si los ataques no cesan -.
¿Que vas a...? -.
No creo que quisieras matar a nadie. Pero los monstruos no son buenas mascotas. Me imagino que lo dejaste salir para que le diera el aire y...
¡No ha matado a nadie! - interrumpió el muchachote, retrocediendo contra la puerta cerrada. -.
Vamos, Rubeus - dijo Tom, acercándose aún más -. Los padres de la chica muerta llegarán mañana. Lo menos que puede hacer Hogwarts es asegurarse de que lo que mató a su hija sea sacrificado... -.
¡No fue él! - gritó el muchacho. Su voz resonaba en el oscuro corredor -. ¡No sería capaz¡Nunca! -.
Hazte a un lado - dijo Tom, sacando su varita mágica -.
Su conjuro iluminó el corredor con un resplandor repentino. La puerta que había detrás del muchacho se abrió con tal fuerza que golpeó contra el muro que había enfrente. Por el hueco salió algo muy grande. Por la oscuridad del sitio solo veía como una sombra, pero el tamaño era lo que importaba en esa situación.
Un cuerpo grande, peludo, casi a ras de suelo, y una maraña de patas negras, varios ojos resplandecientes y unas pinzas afiladas como navajas... Tom levantó de nuevo la varita, pero fue demasiado tarde. El monstruo lo derribó al escabullirse, enfilando a toda velocidad por el corredor y perdiéndose de vista. Tom se incorporó, buscando la varita. Consiguió cogerla, pero Rubeus se lanzó sobre él, se la arrancó de las manos y lo tiró de espaldas contra el suelo, al tiempo que gritaba¡NOOOOOOOO!.
¡Maldito, ves, ha escapado! – le decía Tom furiosamente -.
Rubeus reía, pero ya estaba atado de pies a cabeza por las cuerdas que hizo aparecer Tom.
No la verás mas, nadie sabrá que tenía... ¡Maldito heredero! – Rubeus dijo esto tan fugazmente que Tom cuando lo acomodo en su cerebro se dio cuenta de que lo había llamado: "heredero" -.
Estas loco... llamaré al director – Tom salió disparado hacia arriba para llegar con el director. Era la oportunidad que buscaba para que atraparan a alguien inocente en vez del verdadero culpable -.
¿Por qué corres tan rápido? – preguntó una voz de repente, que hizo que Tom saltara de la impresión -.
Cuando se fijo bien en su lado izquierdo se dio cuenta de que era el director, para alivio de él .
Director, tengo al verdadero culpable de todo lo que ha pasado – Dippet no logró asimilar que era lo que le decía Tom, pero reaccionó y le pidió que lo llevara -.
Tras llegar, lo que paso fue que Tom y Rubeus fueron llevados al despacho de Dippet, cuando también fueron llamados los profesores, incluido Albus.
¿Qué pasa? – preguntó este -.
Tenemos al culpable de los ataques en la Cámara de los Secretos – varios de los profesores murmuraban para ellos que no lo podían creer, sin embargo todos miraban a Rubeus, ya que en comparación a Tom, prefecto de Slytherin, era imposible que él fuera el culpable -.
Si... y dirás que... – pero Albus no pudo terminar y para fortuna de él, porque hubiera acusado a un alumno que no era el que Dippet iba a decir -.
Si Albus, es Rubeus Hagrid – tanta fue la sorpresa de Albus quien se levantó de su silla y se dirigió al director -.
¡Como puedes decir eso Dippet!... ¡Rubeus sería incapaz de hacer algo así! – pero Dippet le dirigió la mirada a Rubeus y le dijo -.
¿Tenías en tu posesión a una Criatura peligrosa, restringida por el Ministerio y que atacó a Tom esta noche? -.
Rubeus lo miró, pero no tenía cara de asustado, sus lágrimas rodaban en sus prominentes mejillas.
Si -.
Albus perdió las posibilidades de defender a Rubeus. Si el decía que no era mas fácil pero en vista de todo esto, surgió algo mas grave aún.
Adelante – dijo Dippet cuando golpeaban la puerta -.
Junto a Wortiks, venían Tiberius Ogden y dos Aurores quienes custodiaban a estos últimos.
Nos llamaste con urgencia, espero que sea algo que nos alegre el ánimo y el viaje de regreso – dijo Wortiks -.
Tenemos al culpable de los ataques a alumnos de padres muggles – dijo Dippet sin mas rodeo, tratando de terminar de inmediato aquel asunto -.
Wortiks y Tiberius se miraron asombrados.
¿Y quien es? – Wortiks miró a todos los profesores -.
El alumno a tu izquierda, Rubeus Hagrid -.
Con que un alumno, bueno, no hay mas que decir, debemos llevarlo directo a la prisión... -.
¿Qué! – dijo repentinamente Albus -.
Dije prisión de Azkaban, nose si me entendiste -.
Te entendí, pero deben realizar un juicio y no llevarlo de inmediato – dijo nuevamente Albus -.
Lamentablemente tenemos pruebas suficientes, un muerto y eso es justo lo que se necesita para pasar una buena temporada en Azkaban, así que muchacho por favor levántate, hace tus maletas y nos acompañas – le dijo con un tono serio Wortiks -.
Albus los miraba con odio. No podían realizar tanta crueldad en un niño, tan solo porque mato a alguien, sin que se lo dijeran, podría estar poseído por alguien. Además Albus sabía que Rubeus no era el que asesinó a Myrtle y provocó los otros ataques. Rubeus se paró y salió del despacho con la cabeza mirando al suelo. Tom forzó una leve sonrisa y también salió del despacho. Albus y Dippet se quedaron solos por un momento, ya que los funcionarios del Ministerio también salieron para esperar en el vestíbulo a Rubeus y llevárselo.
¿Cómo pudiste? – le preguntó seriamente Albus a Dippet -.
No teníamos elección... mira, iban a cerrar el colegio, así que no puedo permitir que hagan eso. Rubeus pasará un corto periodo en Azkaban y no será tanto daño para él -.
Pero es un niño... esta bien que sea semigigante, pero sabes que tiene la mente de un niño de su edad y eso lo hace tan vulnerable como cualquiera de los alumnos – le replicó Albus -.
Será mejor que bajemos a despedirlo – dijo Dippet y salió del despacho junto con Albus -.
En el vestíbulo esperaban los del Ministerio. Albus miró a Wortiks fulminándolo, pero este le saco la mirada de inmediato. Rubeus se asomaba con sus maletas y se paró en frente de los Aurores quienes le pidieron la varita mágica. Al momento en que se la pasaron, la rompieron con tanta fuerza que se hizo añicos. Rubeus recogió los pedazos y los guardo en su túnica.
Bien, vamonos – dijo Wortiks tomando por el hombro a Rubeus -.
Espera... – dijo Albus deteniendo a Wortiks, y mirando fijamente a Rubeus -. Pase lo que pase, podrás contar conmigo siempre Rubeus, haré lo que este a mi alcance para ver si podemos sacarte antes de ese lugar. Mientras tanto debes ser fuerte y resistir, te conté lo que hay en la prisión, y creo que sabes lo que hacen -.
Esta bien profesor – dijo Rubeus -.
Cuando salieron al frío ambiente de afuera, Rubeus se puso un abrigo extra y marcharon hasta perderse en la niebla que caía. Albus lamentó que todo pasara de esa forma. Se encerró en su despacho pensando que podía hacer para sacar a Rubeus de Azkaban. No se le ocurrió nada mejor que ir al otro día ha hablar con Aberforth o su padre para ver que podía hacer. Se levantó, recorrió los terrenos del castillo y luego se acostó para tener un día agradable mañana.
Cuando amaneció, los alumnos no sospechaban que era lo que había pasado en la noche anterior, pero tarde o temprano se fijarían en la ausencia de su compañero de Gryffindor. Cuando Albus llegó a su clase matutina con los de tercero, pasó lo inevitable.
Profesor¿Ha visto por algún lado a Rubeus? – preguntó un alumno, compañero de Rubeus -.
Me temo que su compañero Rubeus Hagrid, ya no estará mas con ustedes – dijo apenadamente -.
¿Por qué? – preguntó el alumno y los otros que estaban tratando de convertir ratones en murciélagos también pararon y quedaron mirando a su profesor, el único que sabía la verdad -.
Su compañero ha sido expulsado de Hogwarts, por razones que no les podemos revelar, así que es mejor que no pregunten más, pero sabrán porque su compañero no volverá mas al colegio – les dijo Albus quien se había sentado en su escritorio para poder soportar la carga de preguntas que lamentablemente no podía responder -.
La comida había sido objeto para que todos preguntaran que había pasado. El único que sabía de esto a parte de los profesores era Tom, pero Dippet le prohibió estrictamente que no revelara el secreto de la expulsión de su compañero de colegio porque Hogwarts estaría en peligro de cerrar, ya que los alumnos le contarían a sus padres, y los padres aunque el culpable haya sido encerrado, no estarán conforme con tener a sus hijos en un colegio donde los petrificados y muertos es el pan de cada día.
Dinos por favor – le rogaba Lardet a Tom -.
No te lo diré y si los descubren por si solos, espero que sean lo bastante inteligentes para no andar divulgándolo, ya que yo me meteré en serios problemas, y si yo estoy en problemas, ustedes mueren – les sentenció con una mirada fulminadora -.
Albus en esos precisos momentos viajaba al Ministerio para saber como iban los papeleos de su alumno y si se podía hacer algo. Cuando llegó, subió por los ascensores y se dirigió al Departamento de su padre. Lo vio enseguida, aunque no esperaba encontrárselo, ya que el como jefe, sale mucho del país en un solo horario de trabajo.
Hola padre -.
Ah, hola Albus¿Qué se te ofrece? – le preguntó el señor Dumbledore -.
Bueno, como tú sabrás, ya capturaron al culpable de los ataques en Hogwarts, y espero que se pueda hacer algo, esa es la razón de mi estancia en estos pasillos -.
Bueno Albus, hable con Wortiks acerca de lo que pasó y bueno, me temo que no puedo hacer nada, el niño Hagrid ha sido llevado en la mañana a Azkaban y ya debe de estar allá. A lo mejor te puedo conseguir que lo visites, pero nada más que eso – dijo un padre decepcionado por su propia incapacidad de hacer algo -.
De acuerdo, ahora ire a ver a Aberforth – dijo Albus -.
Él no esta, salió hace media hora, esperalo por aquí, no estará muy lejos, si quieres te quedas en mi oficina -.
Esta bien, lo haré -.
Albus pasó a la oficina de su padre, que comparada con la de su hermano, estaba impecable. Todo ordenado, cada papel en una carpeta, cada memorándun colgado como debe estar. Las sillas en su lugar, los frasquitos de polvos flu también llenos y sin ningún agujero, sin duda que su hermano no salió a su padre.
Espero diez minutos hasta que por fin había llegado su hermano. Este traía un poco de la túnica rasgada, algo muy común en su trabajo. Pasaron a la oficina de Aberforth y se dispusieron a conversar. Sin embargo, Aberforth se sorprendió mucho con lo dicho por Albus, sobre de que habían encarcelado a Rubeus. No soporto la ídea de que el supuesto culpable de todo estuviera disfrutando en Hogwarts, mientras que un inocente arriesgaba su vida en tal peligrosa cárcel.
¿Qué pretendes hacer? – dijo Aberforth -.
Nada... hasta el momento no podemos hacer nada, debemos permanecer cautelosos, no quiero enredarme con los del Winzegamot, por lo de Grindelwald, pero si tengo una ídea lo suficientemente buena para sacar a Rubeus de ese lugar – le respondió su hermano -.
Albus no le alcanzo a contar la historia, porque justo iba entrando Sorbern.
Hola Albus... vagando por estos lados – le comentó sarcásticamente -.
Nada más dejanos solos -.
¿Escuche mal?... por si no lo notaste, yo trabajo aquí y si quiero me largo, y si no quiero no lo hago, asi es la cuestión – le respondió de mala manera -.
Esta bien – Albus no quería discutir asi que tuvo que irse, ya que Sorbern le había ordenado a Aberforth un trabajo pendiente -.
Iba en camino hacia Hogwarts, cuando pensaba en como salvarle el pellejo a su alumno. Las cosas estaban saliendo mal en el castillo, al igual que con el problema de Grindelwald. Pero todo se podría solucionar al otro día cuando Albus, Aberforth y Nicholas irían en busca de él para derrotarlo. Gracias al Orientismo, Albus localizo donde puede estar Grindelwald y se dirigiran hacia alla con suma cautela, siempre y cuando no se encuentren con las Criaturas de su enemigo. Entro en las afueras del colegio y caminaba lentamente, no tenía apuros asi que se dirigió hacia la cabaña en donde el señor Tuk ejercía su cargo de Guardián.
¡Hola Tuk! – le gritó animadamente Albus, cuando vió que este estaba regando algunas hortensias -.
Hola Albus, tanto tiempo -.
Si, aquí estamos tratando de ayudar a nuestro amigo Rubeus -.
Es lamentable lo que paso, quien iba a pensar que ese niño sería el causante de la muerte de... – Albus no lo dejo terminar. Él era el unico que confiaba en Rubeus, pero los otros solo asumían que el niño era el problema de la Cámara de los Secretos de Hogwarts -.
¿Por qué tienes esa cara Tuk? – le preguntó Albus -.
No me he sentido bien ultimamente, además esta lo del retiro y eso me tiene un poco apenado -.
¿Retiro? – preguntó Albus desconcertado -.
Si, es que le pedí a Dippet la dimisión de mi cargo dentro de tres meses, es el tiempo que me quedare aquí -.
Albus no lo pudo ver mas claro. Tres meses serían lo suficiente para conceder libertad a Rubeus. Ahora si que tenía una idea grandiosa, algo con lo que salvar a su alumno para que no tuviera que pasar en la prisión de Azkaban. Se despidió de Tuk y salió corriendo hacia el vestíbulo para luego llegar a la gárgola que cerraba el despacho de Dippet. Pronunció la contraseña y entró pero Dippet no estaba, así que tuvo que esperarlo. La impaciencia lo comía, y era lo que lo tenía caminando de un lado para el otro. Al cabo de algunos minutos llegó Dippet y fue atajado por Albus repentinamente, que si hubiera tenido problemas al corazón, le hubieran dado mil infartos simultaneos.
¿Qué es lo que ocurre Albus? – preguntó Dippet -.
En tres meses Tuk nos deja¿cierto? -.
Si, ya acepte su dimisión y tendre que buscar a alguien para que ocupe el puesto dentro de esos tres meses, ya estoy en ello -.
¡No busques mas, ya te tengo a la persona que además de tener el físico de Guardián, se conoce el Bosque Prohibido de memoria – dijo Albus con una sonrisa unica en él -.
¿De quien hablas? -.
Albus lo miró y le sonrío aun más notoriamente.
De Rubeus Hagrid... de él se trata -.
