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El Nuevo Guardián de Hogwarts

Los días pasaban lentamente y era lo que menos quería Albus. Su idea de dejar a Rubeus en el puesto de Tuk es lo mejor que le hubiera pasado desde que supo como aprender mas magia en Francia. Ahora solo faltaba hablarlo con los del Winzegamot, para ello Albus se había encargado y tenía una reunión para dos semanas mas con todo el tribunal en pleno. No había nada que preocupara a Albus mas que lo de Grindelwald, el mago que todavía no daba la cara. Los cielos alrededor del castillo de Hogwarts estaban claros, azulados, como un día de verano.

- ¿Así que eso fue lo que se te ocurrió? – le pregunto Aberforth y Nicholas a Albus sobre la maravillosa idea -.

- Si, estoy seguro que si presento una buena fundamentación al respecto, los del Winzegamot no podrán decirme que no, además no estará como alumno, y no se le permitirá usar magia, de eso estoy sumamente claro. Solo espero que Rubeus acepte, antes de quedarse en Azkaban – a Albus se le puso la carne de gallina de solo mencionar el nombre -.

- Estoy seguro que querrá, además le encantaría estar cerca de su lugar favorito… el Bosque Prohibido – sentenció Nicholas -.

Acababan de terminar la conversación sobre Rubeus cuando una lechuza entró en el despacho de Albus. Al verla supo de inmediato que era Orus.

- Abrela, a ver que dice – le dijo su hermano Aberforth -.

Albus abrió la carta, y una sonrisa se dibujo en su rostro. Miro a sus dos acompañantes y les contó lo que decía la carta.

- Excelente… aceptaron la reunión, ese Tiberius debe andar de buena, es un gruñón por esencia -.

- Es cierto, pero como todo es legalmente seguro, creo que lo pensó y hizo lo correcto – le respondió Albus-.

Aberforth y Nicholas se fueron de Hogwarts, mientras que Albus iría a retomar su horario de clases. Nadie aparte de Dippet, y ahora Nicholas y Aberforth sabían sobre la idea tan buena que se le ocurrió en el momento justo. Se dijo para sus adentros que esperaría el tiempo con ansias, hasta que llegara la hora para la reunión. Paso hacia el gran comedor y se sirvió de sus platos favoritos, sin sospechar de lo que ocurría en esa misma hora en otro lugar mas lejano.

- ¿Me tienes lo que te pedí? – dijo una voz fría como el hielo a un hombre tembloroso que se situaba en uno de los sillones de aquella casa -.

- Si, mi amor… le traje lo que le mando a pedir – dijo Sorbern a Grindelwald -.

Celeno levanto la mano y recibió la hoja de Sorbern e inmediatamente se la paso a su amo.

- Gracias querida. Así que este es el horario de Aberforth – dijo con una sonrisa en sus labios -.

- Así es, son todas sus salidas durante este mes, todos los funcionarios de mi departamento tienen que crearla con un mes de anticipación para saber donde andan en caso de emergencia -.

- Interesante, esto se llama responsabilidad mortal – Grindelwald lanzó una carcajada siniestra -. Ahora podré enfrentarme a uno de esos tres individualmente, veremos si este es el mas poderoso de los tres, aunque me temo que Nicholas es el que tiene mas experiencia -.

En ese preciso instante, entraba otra persona mas a la habitación dando un portazo que hizo que Sorbern diera un respingo.

- Le traigo buenas noticias mi amo – dijo Wortiks a sillón en penumbra que había en un rincón -.

- ¿De verdad, dímelas por favor – le ordenó Wortiks -.

- Pues que tengo información de que Nicholas y Albus irán a Francia un par de días por motivos que no se aún, pero se que estarán ausentes dos días, lo suficiente para atacar a Aberforth, o podríamos atacar a la familia de esos hermanos mejor dicho -.

- No te impacientes Wortiks, lo de Abiss y su mujer será para otra ocasión, primero quiero deshacerme lentamente de esos tres entrometidos, ellos me las pagaran uno por uno, bueno, quiero que me mantengan informados de esas fechas exactas, tengo este horario aquí y me doy cuenta de que si la salida de Albus y Nicholas coinciden con una de las salidas del otro, entonces era el momento adecuado para atacar, quiero que muera lentamente como mi ultima victima – dijo Grindelwald -.

Celeno batió sus alas y salió disparada como una ráfaga de vientos por la ventana, en dirección desconocida, mientras que Wortiks y Sorbern se dirigían juntos al ministerio de magia. Grindelwald estaba apunto de cometer un horrible crimen, un crimen que podría cambiar un poco el curso de los planes de los de la alianza. Albus en esos momentos daba clases sin saber que su hermano en unos días mas le pasaría algo malo. Nicholas por su parte planeaba la salida que tenían Albus y él para ir a Francia, todo para tener a un aliado mas en sus filas, alguien sumamente poderoso que podría equilibrar con las criaturas de Grindelwald.

El día se iba rápidamente de Hogwarts dando paso a la oscura y fría noche. Albus no pretendía quedarse en Hogwarts ese día así que decide ir a su casa para tener una reunión familiar. Desde hace mucho tiempo que en su casa no había tanta persona junta. Había un calor hogareño como nunca. Sin duda las responsables de eso, eran las tres mujeres que iban de un lado para otro en la cocina preparando un banquete que daría que hablar, mientras que Nicholas, Aberforth y el padre de Albus estaban en la sala disfrutando de un trago. En esos momentos llega Albus. Minerva dio un respingo.

- ¡Miren quien tenemos de visita, ya ni se acordaba que tenía casa! – le dijo su padre dándole un abrazo muy fuerte, demasiado fuerte -.

- Es que he tenido muchas cosas que hacer, además tengo mi trabajo y sabes que requiere toda mi atención – le respondió jovialmente Albus -.

Paso a la sala donde estaban los demás. Cinco minutos pasaron para que tuvieran todo listo para cenar. Se dispusieron a sentarse y comer rico. La cena se estaba desarrollando normal, sin ningún tema que la hiciera pesada.

- Así que viajaran a Francia – les dijo Aberforth a sus acompañantes del frente -.

- Si, es algo que le comente a Albus hace poco y quiero ver si podemos saber si contar o no con ese personaje -. Dijo Nicholas dejando a todos desconcertados. Era obvio que solo se lo había comentado a Albus, lo raro es que no se lo había dicho a Aberforth -.

Albus lo miró y sonrío.

- No es nada del otro mundo, es solo un viaje de dos días aproximadamente, de seguro que estamos antes – miró a Aberforth y supo enseguida lo que decían sus ojos -. No Aberforht, no iras con nosotros, además tienes mucho trabajo y no quiero que lo pierdas por algo no tan significativo -.

Aberforth se resigno de seguirlos convenciendo asi que se dedico mejor a la comida. La cena termino y pasaron a la sala a tomarse un bajativo. Al menos los hombres lo hicieron.

- ¿Te llego la respuesta Albus? – le preguntó su padre acerca de lo de Rubeus-.

- Si padre, tengo reunión en dos semanas mas, creo que me ira bien, además no es algo tan importante como para que se preocupara todo el Winzegamot pero ya ves como son -. Le dijo Albus -.

- Es que ese Wortiks se ha comportado de manera extraña, anda todo el día en el ministerio diciendo que Hogwarts necesita un director capaz como él para afrontar los problemas con mayor madurez, y yo le respondo cada vez que si el estuviera como director, todos los alumnos tendrían que retirarse porque no habría nada de diversión -.

Todos se rieron y siguieron conversando.

Como si hubieran usado un gira tiempos, pasó rápidamente una semana y media desde que Albus recibió el correo sobre la reunión con el Winzegamot. Todo ya estaba preparado desde hace mucho tiempo, así que la idea de que el momento se acercaba no lo atemorizaba para nada. Siguió con sus clases normalmente, y como no tenían noticias de nada malo, sobre Grindelwald, la semana fue placentera. Albus se dirigía con su hermano y Nicholas hacia el Bosque Prohibido a hablar con Kirin. El jefe de los centauros se recuperaba exitosamente del ataque sufrido hace ya bastante tiempo. Sin duda que los tres magos que iban caminando con paso cauteloso hacia la guarida de los centauros sabían que no era fácil lidiar con una herida de años, y mas sin saber quien fue el responsable de aquella cicatriz. Estaba claro que en cuanto Kirin se recuperara partirían todos a buscar información hacia todos los rincones de Gran Bretaña y Escocia, en busca de pistas que les den con el paradero de Grindelwald y sus malditas criaturas.

- ¿Nicholas? – preguntó de sorpresa Aberforth -.

- Si, Aberforth… -.

- Cuando fuimos a Francia, y aprendimos un poco mas de los elementos y la alquimia, no nos dijiste que teníamos que hacer para desarrollar al máximo ese poder tan increíble que tenemos ahora -.

Albus miró a su hermano, sorprendido de que la misma pregunta que le iba a hacer él a Nicholas, la hiciera su hermano.

- Fue porque yo ya les dije todo, ahora son ustedes los que deben de desarrollar esa capacidad de controlar al máximo el poder que esta en ustedes. Sin embargo, deben tener en cuenta que no todos los magos son capaces de aprender todo lo que han hecho ustedes en tan solo unos pocos días, lleva su tiempo, además no conozco todavía a alguien que lo haya hecho aparte de ustedes -.

- Ya Nicholas, no ves que Aberforth se puede ruborizar – dijo Albus -.

- Entonces tendré que ponerme al día, no vaya a ser que nos ataquen por sorpresa un día de estos. Además necesito realizar ejercicios dentro de poco tengo que salir a una visita muy larga que requiere toda mi capacidad de mago -.

Mientras conversaban, el bosque se aclaraba un poco para dar paso al sitio eriazo donde los centauros descansaban. Albus, Nicholas y Aberforth se sorprendieron mucho al ver que Kirin ya estaba de pie afuera de su guarida, pero todavía le brillaba la horrorosa marca en el pecho.

- ¡Amigos! – gritó fuertemente Kirin alegrándose de ver caras conocidas -.

- Hola Kirin, ¿Cómo va tu salud? – preguntó Aberforth -.

- Bien, ya estoy un poco mejor, dentro de poco me recuperare totalmente listo para la acción -.

- Eso mismo digo yo – una voz salió de repente del bosque, informando de que se trataba de los otros centauros a cargo; Procne y Erac.

Ambos se pusieron al lado de los magos para cerrar el círculo.

- Espero que no hayan malas noticias, estamos muy ocupados con otras cosas como para preocuparnos de asuntos de magos – dijo Erac, con el humor de siempre.

- No te preocupes Erac, seguimos sin tener noticias de nada, pero estamos un poco mas preocupados por la salud de Kirin, hace mucho que no lo veíamos y bueno, es mejor cerciorarse personalmente de cómo le esta yendo -. Respondió Albus -.

- Estoy bien amigos, además que yo estaba preocupados por ustedes que no se aparecían hace ya mucho tiempo, ¿Cómo va todo en el mundo de los magos? -.

- Bien, Aberforth trabajando, Albus trabajando y yo vagando, como siempre – respondió Nicholas y todos soltaron una carcajada -.

La charla duro tres horas. Tres horas de mucha información, algo que no ocurría desde hace ya mucho tiempo. La noche no trajo muchas noticias con lo que dio paso al siguiente día. El día anterior a la reunión. Albus ahora se empezaba a mostrar un poco tenso. Aunque lo que mas le preocupaba era la mala espina que le daban todos los miembros del tribunal, era algo de temer.

Asi paso el resto del día para que Albus llegara a una decisión que marcaría la vida de Rubeus. El día estaba nublado, no presagiaba nada bueno, pero Albus seguía con su mirada positiva hacia las cosas y demostrando que para reuniones tiene su temple serio. Aberforth y Nicholas prefirieron acompañarlo como testigos sobre la situación de Rubeus, aunque el que también iría, sería el director actual de Hogwarts; Armando Dippet.

- ¿Estas preparado? – le preguntó Nicholas a Albus mientras se estaban preparando para ir al ministerio -.

- Si, no hay problemas, solo tengo un poco de nervios, además que presentarme con ellos sobre lo de Rubeus no es tan malo como si tuviéramos que presentarnos por lo que nosotros sabemos -.

Prepararon los ultimos detalles y se dispusieron a ir al ministerio. Se encontrarían en ese lugar con Dippet. Nicholas y Aberforth veían las posibilidades de que el tribunal tuviera información sobre lo que estaba pasando con Grindelwald.

- ¿Crees que sepan algo? – pregunto rompiendo el silencio Aberforth -.

- No creo, pero tenemos que ser cautos, además nadie de nosotros podría decirles que es lo que estamos haciendo. Aunque Wortiks me tiene preocupado – dijo Albus -.

No pasaron ni cinco minutos cuando los tres amigos llegaron al Ministerio de la Magia. Dippet ya estaba ahí, un poco reacio a la supuesta gran idea de Albus, ya que como todos saben el único capaz de dar segundas oportunidades donde nadie más lo ve es este último. Bajaron juntos hacia la sala, y se quedaron afuera esperando a que alguien les diera la autorización de pasar. Todo iba calmado, no había ningún detalle que calentara el ambiente, sin embargo, Albus no lo vio así al sentir lo que se podría avecinar por los pasillos.

- ¡No puede ser, ¡Como es posible! – Dijo Albus de repente -.

- ¿Qué pasa? – pregunto Aberforth -.

Albus no respondía, solo se arremangaba la túnica y sacaba su varita. Nicholas se preocupo más de la cuenta y también atino a sacar la varita de su túnica, pero sin saber que no se trataba de un peligro muy grave. Cuando pasaron cinco segundos, sintieron que el aire se empezaba a congelar, y supieron lo que se avecinaba.

- ¿Por qué los trajeron? – preguntó Aberforth al mismo momento que llegaban dos seres altos, muy altos, de dos metros y medio, con capuchas negras las cuales les tapaban el rostro por completo, arrastrando a una de dos metros -.

- No se, pero esa actitud de tratar a Rubeus como asesino no me da buena espina, además no era necesario traer dos dementores a esta reunión, Rubeus debe de sentirse pésimo -.

Atrás de aquellos gigantes venía el tribunal en pleno, un poco asqueados sobre las horripilantes criaturas, pero seguros de su persona; lo que creían ellos. Tiberius Ogden el mas reconocido funcionario del tribunal, miro a los personajes que ya se encontraban en la puerta de la sala y les hizo un gesto con la mano para que se alejaran de los dementores, ya que Albus y Nicholas tenían las varitas en manos y eso le preocupo a tal punto de que pensó que liberarían ilegalmente al prisionero. Entraron, y Albus hizo un ademán para que entraran ellos también. No sabían donde quedarse, pero decidieron hacerlo al lado de Rubeus para darle fuerzas, ya que los dementores no salían de su lado. Albus hizo aparecer algunas sillas y se sentaron.

- Hola Albus – le dijo una voz a su lado que casi le hizo dar un respingo. Wortiks también estaba en la reunión, pero su cara no era la de un amigo, sino tenía un rostro frío, algo poco común en su persona -.

- Hola Arturo, tanto tiempo, ya ni se te ve por la casa, deberías saber que sigues perteneciendo a algo mas que amigos – le dijo Albus -.

- Si, lo se, pero es que he tenido cosas mas importantes que una teoría que no se ha hecho realidad – al decir esto, Nicholas y Aberforth se dieron vuelta desconcertados -.

Trataron de responderle unas cuantas cosas, pero Albus los hizo callar ya que Tiberius iba a hablar.

- Buenos días a todos, tribunal y testigos – sin hacer caso al prisionero – me dirijo a ustedes para dar comienzo a esta reunión de la cual trata la posibilidad de que nuestro prisionero, Rubeus Hagrid, encarcelado por el delito de matar a una alumna en Hogwarts con una criatura desconocida la cual entró ilegalmente al castillo. La posibilidad de la cual hablo es la de que asuma el puesto de Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts ya que el actual cargo lo ocupaba Tuk, el antiguo guardián. El director Dippet y el profesor Albus Dumbledore, profesor de Transformaciones, han hecho posible esta reunión tras dar a conocer esa posibilidad. Si me permiten todos, quiero hacer un par de preguntas a los demandantes – Tiberius saco unos papeles y se puso unos ateojos -.

- Señor Albus, ¿Cuál es la razón por la cual nosotros deberíamos aceptar su propuesta? -.

Albus medito bien y dio su mejor respuesta.

- Buenos días a todos, bueno, con respecto a la pregunta, mi razón es la que yo y todos los que estamos aquí pensamos que Rubeus no fue el autor directo del asesinato de Myrtle, alumna de Hogwarts – Dippet dio un respingo – así que por eso mismo, como ya Rubeus fue expulsado y no hay vuelta que darle, pienso que le haría muy bien quedarse en Hogwarts, y que mejor que tomar un puesto lleno de responsabilidades que el sabrá tomar, y estoy seguro que sería un buen guardián -.

El tribunal empezó a murmullar, nerviosos por lo que había dicho Albus. Sin embargo nadie hablo y Tiberius decidio continuar.

- ¿Y usted director? – esta vez la pregunta fue dirigida a Dippet -.

- Bueno… - no quería admitirlo pero Albus lo había dejado en una posición no muy buena – estoy de acuerdo con la posibilidad de que Rubeus se quede en el colegio, y eso conlleva a que yo confíe plenamente que el no fue el asesino de la alumna. Sin embargo, la decisión última la toman ustedes y eso no se discute por nada -.

Nicholas se río, sabiendo que Dippet era muy conocido por no tirar para ningún lado y mantenerse neutro en las cosas. Aberforth estaba nervioso, aunque no era muy conocido por Rubeus lo miraba con una cara de desesperación al saber que esas grandes criaturas lo tenían aprisionado. Albus también se mantenía preocupado pero feliz porque Dippet no se fue por el lado de la justicia engañosa.

- Ya que los testigos declararon sus posibles opciones sobre el futuro de Rubeus, le toca al Tribunal hablar… y empezaremos por el señor ministro, Arturo Wortiks – Wortiks parecía desconcertado pero se levanto con orgullo y se dispuso a hablar -.

- Como ministro siempre he dicho que tengo que velar la seguridad de todos en la comunidad mágica. Se que lo que hizo Rubeus no tiene perdón, es algo sumamente atroz. Así que yo no estoy de acuerdo de que Rubeus vuelva a Hogwarts, ni en calidad de guardián ni asumiendo otro cargo – al terminar Wortiks miró fijamente a Albus y sonrío irónicamente al ver que este no entendía la actitud del amigo de su padre -.

Ahora todos los presentes daban señales de nerviosismo absoluto. Nicholas se encontraba sereno, pero Aberforth no aguantaba mas, tenía dentro de su túnica la varita agarrada fuertemente con su mano. Trato de calmarse y se dirigió a su hermano.

- ¿Estamos perdidos? -.

- No lo creo, Tiberius sabe que nadie mas ha declarado con fundamentos, aparte de ese maldito de Wortiks, pero si seguimos así te diré que terminaremos mal -.

Tiberius miró hacia el otro costado, donde se encontraban los del tribunal. Hizo que se parara un miembro.

- Por favor Martine -.

Martine, otro miembro del Winzegamot decidió hablar.

- Estábamos discutiendo con mis colegas acerca de los testimonios sobre Rubeus, y se desde que se envío a Azkaban que todo empezó con una acusación sin pruebas tan contundentes que podían marcar el destino del muchacho. Así que nosotros como tribunal, aceptamos de manera unánime la inocencia del muchacho, pero esto sería una inocencia parcial hasta que demuestre que es digno de merecerla -.

Nadie se alegro más que las tres personas que estaban sentadas junto a Rubeus. En ese momento, Rubeus despertó como si hubiera estado hipnotizado. Miró a uno de sus lados y vislumbro a su profesor.

- Todo término Rubeus, estas de vuelta – le dijo este último -.

Los dementores se retiraron inconformes, pero soltando los grilletes que aprisionaban a Rubeus. Tiberius se levanto y calmo a la multitud.

- Bueno, la decisión esta tomada, Rubeus Hagrid, ¿prometes que tu libertad será merecida? -.

- Si señor – respondió seguro, pero un poco tiritón por lo que causaban los dementores en él -.

- Entonces se levanta la sesión, caso cerrado -.

Wortiks miró a Albus, Nicholas y Aberforth. Su mirada destellaba rabia, odio, hizo un desprecio y se marcho con la frente en alto. Albus no le hizo mucho caso porque sabía que ahora tenía que preocuparse de que Rubeus entrara a Hogwarts, sin la ficha de ser un asesino.

Al salir del ministerio, Rubeus tomó un nuevo aire que por poco lo desmaya. Sin duda que estar en la prisión de Azkaban cambia mucho a las personas, porque si antes Rubeus era un poco tímido, ahora no hablaba casi nada, al menos con Nicholas y Aberforth. Albus se encargo de llevar a Rubeus a Hogwarts junto con Dippet, Nicholas volvió al valle Godric y Aberforth se quedo en su puesto en el departamento. El trayecto en el autobús Noctambulo fue pacifico, Rubeus estaba muy feliz por volver a Hogwarts, aunque le daba tristeza que no fuera como alumno. Dippet iba mirando por la ventana el paisaje, bueno si alcanzaba a ver algo, mientras que en los otros asientos iban Albus y Rubeus hablando.

- Espero que esta responsabilidad la tomes seriamente Rubeus, ser guardián implica saber muchas cosas, secretos del director y además velar por la seguridad del Bosque y los alumnos -.

- Si profesor, haré lo mejor que pueda, se que mi padre estaría orgulloso de saber que volveré de nuevo a Hogwarts, mi hogar -.

- Si lo se, así que va a ver que prepararse mucho -.

- Dejalo Albus, si el sabe que lo tiene que hacer bien, además Rubeus no era dejado en sus asignaturas, es su otra condición lo que lo limitaba a la magia – dijo de repente Dippet -.

- Si, tienes razón, bueno apenas lleguemos iras con el señor Tuk y empezara a enseñarte lo que hay que hacer -.

- De acuerdo – dijo Rubeus -.

Llegaron a Hogwarts. Entraron y Dippet los dejo porque tenía muchas cosas que hacer. Albus mientras tanto llevo a su pupilo hasta la cabaña del señor Tuk.

- Tuk! – golpeó la puerta con fuerza -.

Se sentían pasos y abrieron la puerta. El señor Tuk iba vestido con algunos arapos medios sucios que le servían cuando tenía que abonar las plantas.

- Hola Albus, ¿Cómo… - pero no alcanzo a terminar la pregunta, porque vio al lado de Albus a alguien que no se esperaba ni en sueños -.

- ¡Hola Rubeus, ¡Saliste, pero que bien! – se alegro el señor Tuk -.

- Si, me declararon inocente, y ahora seré su alumno -.

- ¿Mi alumno? – miro desconcertado a Albus. Este le sonrío y le explico lo que pasaba -.

- Así que este muchacho será mi sucesor, pues bien, a trabajar se ha dicho, un punto es que me carga la gente holgazana así que a ponerse a trabajar que la cosa aquí no es nada de fácil -.

Rubeus entonces se quedo con Tuk, y empezaron de una vez por todas a ver que es lo que se necesitaba para saber ser guardián. Albus volvió al colegio para realizar un par de clases. Ese día fue bastante bueno en la vida de muchas personas, pero ahora se venían días oscuros, sobre todo para la familia de Albus, algo sumamente penoso estaba a punto de suceder, y eso solo una persona lo sabía; Grindelwald. El asesinato de Aberforth estaba planeado y listo para cumplirse, solo faltaba que los otros dos desaparecieran, con el supuesto viaje que harían. Ahora las cosas se estaban dando como Grindelwald quería, y eso lo ponía bastante alegre.