Capítulo IV: El Fuego Comienza a Arder

-Y además... Anoche, después de que me diera la pesadilla, me fui a bañar porque desperté empapado en sudor. Después, cuando estaba por ponerme un pijama fresca, comencé a sentir una comezón terrible... Y cuando me di cuenta, me habían nacido un par de alas.
-¿A ti también? Anoche, como a eso de la medianoche, yo estaba profundamente dormido, pero tuve que ir al baño. Fui, y cuando volví a mi habitación, sentí tantas ganas de rascarme la espalda... Pero no podía. El lugar era inalcanzable, y en esas vi como poco a poco brotaron. Por un momento pensé que me iba a enloquecer.
-Sí, lo mismo pensé yo. Me dije que aunque mi nombre significa justamente alas, esto ya era el colmo.
-Sí, supongo... Pero una cosa. Si tu pesadilla tuvo que ver con uno de ellos atacando a Hyuga, ¿no crees que quizás él sea uno de nosotros?
-Eso mismo pensé anoche, pero no tengo manera de comprobarlo, a menos de que fuéramos a Tokyo, y si esperáramos a que fuera el Torneo podría ser demasiado tarde, aunque hay algo que también me preocupa.
-¿Qué es?
-¿Y si los demás Arcángeles están fuera de Japón?
-Es una posibilidad que no se puede descartar –y en esas sonó el timbre para entrar al salón.

Entraron a clases, y aunque Sanae les dirigió una mirada de 'me lo tendrán que contar todo,' Tsubasa e Ishizaki sabían que por ahora tenían que ocultar lo que habían contado, al menos hasta que no hubiese gente sospechando.
Más tarde, en el entrenamiento...
-¡Pasa el balón! –gritó Ishizaki a uno de sus compañeros de equipo, mientras hacían un partidillo de práctica.
-¡Va! –exclamó éste, y en cuanto lo recibió el muchacho, se lo pasó a Tsubasa, quien disparó con todas sus fuerzas. Sin embargo, Morisaki logró detener el disparo con mucha dificultad. El muchacho le pasó el balón a Iwami y éste le pasó la esférica a Izawa, uno de los muchachos que después del primer torneo nacional que habían ganado pasó del Shutetsu al Nankatsu.
-¡Pero qué...! –exclamó éste cuando Ishizaki le quitó el balón. Nunca había podido hacerlo antes.
-Tsubasa, ¡no te atrevas a fallar! –gritó éste cuando le pasó el balón al muchacho, que aprovechando la potencia del disparo hizo una chilena y anotó.
Furuoya, el entrenador del equipo finalizó el partido, mientras los muchachos felicitaban a Tsubasa por su disparo, y a Ishizaki por haber logrado hacer un quite de tal categoría.
-Je, je, querer es poder –dijo éste, rascándose la cabeza.
-Te felicito, Ishizaki-kun. Excelente jugada –dijo Izawa, estrechándole la mano.
-Gracias, Izawa-kun.
-Bien, bien, terminó el entrenamiento. Mañana a la misma hora y no falten –dijo Furuoya, el entrenador, mientras los muchachos guardaban el material de entrenamiento y se dirigían al camerino a ducharse y cambiarse, aunque eso significaba problemas para Tsubasa y Ryou.

-Oye, Tsubasa, ¿qué es ese símbolo en tu espalda? ¿Acaso te hiciste un tatuaje? –dijo Iwami al notar la marca de la daga en la espalda del muchacho.
-No precisamente. Es un tatuaje temporal.
-Ryou también tiene uno.
-Eh, sí, así es... Qué coincidencia.
-Sí, eso se ve a leguas. ¿Seguro que no es permanente? –dijo Izawa, enarcando una ceja.
-Seguro. Son de henna, y se quitan al cabo de un mes o dos. Además, con lo que duelen los permanentes... –aclaró el defensa con la camiseta número catorce.
-Si tú lo dices... –y tanto Tsubasa como Ryou dejaron escapar un suspiro de alivio, porque por suerte habían guardado sus magatama en los maletines. Poco después, ya con el uniforme puesto, Tsubasa e Ishizaki salieron de la cancha, aunque a las afueras estaban las chicas.
-Excelente práctica, chicos –dijo Kumi, emocionada.
-Si en el próximo partido que jugamos lo hacemos tal como hoy, las esperanzas de la tercera victoria serán mayores –dijo Tsubasa. -¿Nos vamos?
-Claro –dijo Ishizaki, que buscaba cualquier excusa para no tener que ayudar con los baños públicos de su madre.
-Yo no puedo. Tengo que llegar temprano a casa –dijo Yukari.
-Y yo... –dijo Kumi, decepcionada.
-Voy con ustedes –dijo Sanae, despidiéndose de sus amigas, y los tres comenzaron a caminar hacia la casa de Tsubasa.

-...y tengo la leve sospecha de que los demás Arcángeles pueden estar fuera de Japón –dijo Tsubasa, mientras se acercaban a su casa.
-Entonces, ¿cómo haríamos para poder encontrarlos...? Aunque no me imagino a Hyuga como un Arcángel. Con esa actitud que tiene...
-Hey, si tú que eres un estudiante vago y un bueno para nada eres un Arcángel, significa que la persona menos pensada puede serlo –dijo Sanae.
-Admítelo, Ishizaki-kun; te dejaron en tu lugar –dijo Tsubasa, mientras abría el portón de su casa.
-Pues sí, pero no tienes que ser tan dura, Sanae... –dijo Ryou, abatido.
-Bueno, sigan. No sé si mi madre o mi padre están, pero al menos en mi habitación podremos hablar tranquilamente.
Tsubasa, Ryou y Sanae entraron a la casa Ozora, que estaba vacía, y después de dejar los maletines sobre la cama del anfitrión, bajaron por unos refrescos y subieron las escaleras. Antes de hablar decidieron hacer sus deberes entre los tres. Fue mucho más fácil entre los tres (por obvias razones) y después de ello, Tsubasa se aseguró de insonorizar su habitación por medio de sus poderes, por si sus padres llegaban.
-Tsubasa, respóndeme algo. ¿Tuviste esa pesadilla tal cual la cuentas, o algo pasó para que te diera? –dijo Sanae, analizando la situación.
-Pues la verdad es que aunque tuve la pesadilla tal cual la relaté, antes lo había visto despierto, después de que me diera otra vez ese ataque.
-¿Ataque?
-Ya saben, cuando siento que me electrocutan.

-¿Y Shiro te explicó qué pasaba cada vez que te daban esos ataques de dolor? –preguntó Ryou, frunciendo el ceño.
-Ya saben que es incapaz de dar una respuesta clara. "O aún no controlas del todo tus poderes, o bien puede ser que quizás estén atacando a uno de los Arcángeles. Pero eso solo tú puedes saberlo," me dijo después del ataque. Me concentré, y tuve como una especie de visión. En ese momento no sabía que lo que estaba atacando a Hyuga era un Arcángel Negro, pero lo era, aunque en la vida real él logró encontrar una manera de escapar y salvarse.
-Es decir que... para saber si Hyuga es o no uno de los nuestros, tendríamos que ir a Tokyo.
-¿Recuerdan que ayer un monstruo había sido enviado para destruir a Ryou, aunque ya lo habíamos descubierto? –dijo Sanae, cayendo en cuenta.
-Sí... ¿Por qué? –dijo el aludido.
-Porque si los Arcángeles Negros piensan destruir a los Arcángeles que no han despertado...
-...significa que tenemos que salvar a Hyuga de inmediato –dijo Tsubasa, golpeándose el muslo con el puño. –Será mejor partir de inmediato, Ishizaki-kun.
-Pero, ¿y tus padres? –dijo Sanae.
-Tienes razón... ¿Cómo reaccionarían si sólo encontraran nuestras maletas?
-Tengo una idea. Ishizaki y yo regresaremos a nuestras casas, y definan una hora de salida. Así podrán ir a Tokyo sin problemas.
-Bien. En media hora iremos a Tokyo, Ishizaki-kun, y nos encontraremos en la estatua del parque, transformados –dijo Tsubasa, mirando la hora en el reloj de su mesa de noche.
-Me parece bien... –y Sanae y Ryou se fueron con prisa.

Tsubasa esperó a que fuera la hora de irse, pero le extrañaba que sus padres no hubiesen llegado. Sin embargo, un pensamiento le cruzó la cabeza. Corrió al teléfono de su madre, y encontró una nota:
"Tsubasa: Fuimos a casa de tus abuelos ya que tu abuela está enferma, y nos demoraremos. Te dejé algo preparado en el refrigerador. Mamá."
-Haberlo sabido antes... –y Tsubasa lanzó un suspiro de alivio. –Y sería mejor dejar las notas en el refrigerador, mamá...
Bajó las escaleras, se tomó un refresco, se preparó para irse, y cuando se cumplió la media hora, tomó sus llaves, salió de la casa, y se transformó en halcón. Voló hasta el parque y desde lo más alto voló en círculos sobre la estatua del parque. Muchos de los transeúntes se sorprendieron un poco al ver a un halcón en el parque, pero Tsubasa no les puso atención. Poco después vio que un pato se posó en el lago, y al ver a Tsubasa volando se tropezó adrede. Eso significaba que era Ryou. A sabiendas de lo que debía hacer, Tsubasa cayó en picado como si quisiera atraparlo, y el muchacho trasformado en pato alzó el vuelo del susto. Ambos salieron disparados con dirección a Tokyo.
"Que pueda hablar la lengua humana sin problema..." –fue el pensamiento de ambos 'animales,' mientras volaban ya el uno al lado del otro.
-Tsubasa-kun, ¡me diste un susto de muerte! –gritó Ryou mientras aleteaba con fuerza.
-No era mi intención, pero ya sabes que tenemos que actuar como animales cuando estamos transformados en ellos.
-Entonces, ¿en qué dirección está Tokyo?
-Está al nordeste... Cuando veamos los rascacielos y la torre de Tokyo, sabremos que llegamos.

Sin embargo, el vuelo era muy largo. Varias veces tuvieron que detenerse a descansar, hasta que al llegar a las afueras de Odawara a Tsubasa le acometió otra vez un ataque tan intenso que lo dejó sin energías.
-Ishizaki-kun... Algo me dice que los Arcángeles Negros están muy cerca de atacar a Hyuga, pero ya se me acabaron las energías.
-Pero entonces, ¿qué haremos? –y a Ishizaki otra vez se le prendió el foco.
"Que por favor estemos ahora mismo en el callejón donde están atacando a Hyuga..." –y sintió un hormigueo en el cuerpo. A Tsubasa también le dio aquel peculiar cosquilleo, y al parpadear se encontraron en Tokyo... Justo donde veían que un Arcángel Negro estaba casi dispuesto a dar el golpe final. Ishizaki utilizó sus poderes para que la barrera que solían invocar para evitar daños y testigos apareciera en el espacio donde estaban él, Tsubasa, Hyuga y el Arcángel Negro.
-¡Grito de los Dioses! –exclamó Tsubasa, su magatama refulgiendo. El ataque dio en el Arcángel Negro, haciéndole caer. Mientras tanto Ryou, muy a pesar suyo corrió a ayudar a Hyuga. El muchacho estaba bastante herido, pero su mirada no perdía la rebeldía que tenía.
-Ustedes...¡¿Ustedes qué demonios hacen aquí! –exclamó Hyuga, asombrado.
-Vaya manera de recibirnos. Vinimos a salvarte –dijo Ryou, molesto, mientras dejaba a Hyuga a salvo y se unía a la batalla.
-Tsubasa-kun, déjame también participar en esta.
-Todo tuyo –y Tsubasa retrocedió. Ryou lanzó su ataque principal contra el Arcángel, pero éste lo detuvo con facilidad.

-No soy un monstruo como el inútil que envió el Arcángel de la Oscuridad. Así que ni sueñen que esos ataques me hicieron daño –y aquel Arcángel atacó con rayos.
-¡Eres el Arcángel del Trueno! –exclamó Tsubasa, cayendo en cuenta.
-Vaya, un chico que me reconoce... ¡Lástima que tenga que destruirte, Tsukai! –y el ataque que aquel Arcángel lanzó contra Tsubasa hizo al muchacho chocar contra el muro donde Hyuga también estaba recostado.
-¿Qué diablos dijo ese monstruo de alas negras? ¿Te llamó Tsukai?
-Es una larga... –y la frase quedó inconclusa, pues al igual que como sucedió con Ryou, a Tsubasa lo atenazó el consabido dolor. Hyuga al ver los ojos en blanco de su rival pensó que quizás sufría un ataque epiléptico, pero al notar el magatama, el brazalete y la espada que éste tenía, desechó la idea de inmediato. Y una potente luz roja, proveniente de la joya con forma de coma del Kami no Tsukai dio en Hyuga Kojiro... De quien salieron un brazalete, un magatama rojo... y lo que al principio parecían dos diminutas navajas de bolsillo.
"Busca en tu corazón y hallarás el poder que necesitas para vencer a lo Arcángeles Negros, los custodios de la oscuridad. Debes utilizar el poder del fuego... con tus Dagas de Salamandra" –resonó la voz de Shiro en su cabeza, aunque él no reconocía para nada aquella voz. Como al Arcángel de la Tierra, un torrente de imágenes llenó la mente del delantero del Toho, haciendo que comprendiera absolutamente todo.

-¡Atrás! Este Arcángel Negro me estaba atacando, así que yo me encargaré –dijo Hyuga, tomando las navajas que se convirtieron en unas poderosas dagas en un parpadeo.
-Como digas, Hyuga-kun... –y Ryou dejó el camino libre.
-¡Tormenta de Fuego! –mientras su magatama brillaba por el poder que contenía, Hyuga unió sus puños, los separó abriendo sus manos, concentró su energía en aquel espacio y envió el ataque hacia arriba. De inmediato varias enormes llamaradas atacaron al Arcángel del Trueno, dejándolo lastimado. Éste, enojado ante la derrota, en un revuelo de plumas negras desapareció. Después de que la barrera desapareciera, y los que tenían más experiencia desaparecieron sus objetos, Hyuga arrinconó a Tsubasa, que estaba a duras penas recuperando la lucidez y le exigió una explicación.
-¡Oye, espera un momento! ¡No puedes exigir respuestas tan rápido! ¿No ves que Tsubasa pasó por un dolor colosal para que despertaras como el Arcángel del Fuego? –dijo Ishizaki, empujando con una mano a Hyuga y ayudando a Tsubasa a levantarse.
-¿Cómo así...? Anda, explícame tú entonces, Ishizaki, si es que eres capaz.
-Uy... Sólo hago esto porque ya estás envuelto en todo este lío –y palabra por palabra Ryou explicó lo sucedido.
-...por eso tuvimos que venir a rescatarte. Si hubiera sido por mí, me habría importado un bledo, pero se trata de salvar este pedazo de piedra flotando en el universo y tú tienes que ayudar, quieras o no.
-¿Y si no?
-Digamos que... Nunca podrías derrotarnos en una cancha de fútbol, porque no habría como hacerlo.

-Bien... Tengo armas, poderes aunque no los sé controlar... ¿Acaso no me van a decir qué hacer? –preguntó Hyuga, aún alterado.
-Cálmate, Hyuga-kun. Como tú no puedes dejar Tokyo, no podemos hacer nada al respecto. Sin embargo puedo decirte algo –dijo Tsubasa, mirando al 'Tigre' a los ojos. –Tienes que descubrir tus poderes por ti mismo y controlarlos como sea, porque los Arcángeles Negros son mucho más poderosos que nosotros. Hasta ahora Ishizaki-kun y yo hemos podido formar barreras, convertirnos en animales, teletransportarnos, desaparecer cosas, nos han brotado alas y hasta hemos hecho que la gente no recuerde lo que ve o modificar lo sucedido. Para ello tienes que concentrarte y pedir que pase lo que necesites que pase.
-Además de que este loco cada vez que se asusta lanza una ola de energía bastante fuerte... Y si no eres uno de nosotros, no pasa nada pero te das cuenta de que lanza al piso algunas cosas.
-¿Y si soy uno de ustedes...?
-Esa ola de energía te empuja al suelo. Así fue como me di cuenta de que Ishizaki era un Arcángel.
-¿Y tú cómo supiste que yo era... bueno, que soy lo que soy? –preguntó Hyuga, más calmado, pero con los brazos cruzados.
-Bueno, al principio tuve una visión sobre esto, y después una pesadilla en la que morías. Por suerte evitamos que la pesadilla sucediera –dijo Tsubasa, ya estable.
-Definitivamente es demasiada información para mí. Pero ya no puedo hacer nada al respecto, y si es parte de mi destino, será mejor resignarme y cumplirlo.
-No creas que nos gusta ser lo que somos. No me agrada en lo absoluto ser lo que Shiro llama el Kami no Tsukai; sólo acepté porque Shiro había secuestrado a Sanae y si no aceptaba mi destino, ella no despertaría.
-¿Shiro? ¿Quién es?
-Era antes un mensajero anónimo de los dioses, pero diferente a Tsubasa. Después fue una joven llamada Karen y ahora es simplemente Shiro. Ni es hombre, ni es mujer.

-Andrógino, ¿eh? Es muy extraño esto... Ser un Arcángel, y yo no soy católico... Será mejor investigar más sobre el asunto... Definitivamente es un absurdo.
-Sanae está investigando por nosotros –dijo Ryou. –Tampoco es católica, pero es nuestra única aliada que no posee poderes, así que ella nos ayuda con la investigación para todo esto.
-¿Sanae? ¿Tu novia?
-¿Qué dices? Sanae no es mi novia –dijo Tsubasa, más rojo que la remolacha.
-Aunque la verdad es que a él le gusta Sanae –dijo Ryou, burlón, por lo que recibió un fuerte golpe de parte del muchacho en cuestión.
-Ah, ya... Entonces ella les colabora con la investigación.
-Sí. Sanae es muy buena para analizar lo que sabemos, y gracias a ella sabemos que entre nosotros estamos el Arcángel de Tierra, que soy yo, el Arcángel del Agua, el Arcángel del Fuego...
-O sea yo.
-Sí, el Arcángel del Viento, y no te vayas a reír... el Arcángel del Amor –dijo Ryou, aguantando las ganas de reírse, pero Hyuga lo tomó con mucha seriedad.
-Por lo que dices y como lo dices podría ser el más poderoso de nuestro bando, ¿verdad?
-Sí.
-¿Y qué es eso de los Arcángeles Negros?
-Son prácticamente lo contrario a nosotros; ya los cinco están descubiertos, pero ellos tienen que encontrar al Kage no Tsukai, es decir el Mensajero de las Sombras, y cuando lo encuentren, será la batalla decisiva por el destino de la Tierra –completó Tsubasa.

-Son el Arcángel de la Oscuridad, con quien ya peleó Tsubasa, el Arcángel del Odio, el Arcángel del Hielo, el Arcángel del Trueno que fue el que vencimos hoy, y el Arcángel del Caos, que según Shiro es el más poderoso.
-Si el mismo nombre lo dice... Oh, rayos. Me tengo que ir. Lamento el haber sido grosero con ustedes al principio, pero ya que entiendo todo este enredo, creo que lo mejor será llevarnos no bien, si no un poco mejor que antes –y Hyuga Kojiro se convirtió en un poderoso gato atigrado. Probablemente quiso convertirse en tigre, pero su prudencia pudo más y para no llamar la atención se convirtió en gato.
-Vaya plagiario, Tsubasa-kun. Tú eres el que se convierte en gato.
-No importa. Más bien regresemos a casa –y tal como cuando Ryou utilizó sus poderes para poder teletransportarse a Tokyo, ahora ambos muchachos, ya más descansados se 'teletransportaron' a Shizuoka, a casa de Tsubasa, ya que mientras habían volado transformados en pájaros Tsubasa le había contado a Ryou que sus padres se demorarían. En un parpadeo ya estaban dentro de la casa, aunque Ryou tuvo la delicadeza de quitarse sus zapatos. De inmediato llamaron a Sanae y le comentaron lo sucedido. La joven no pudo evitar dejar escapar una exclamación de asombro al ver que la visión de Tsubasa se había hecho realidad, pero le tranquilizaba saber que aunque lejos de ellos, ahora contaban con un poderoso aliado.
-...entonces tendré que hacer más manillas, porque la verdad es que las hago para que Ryou y los demás Arcángeles puedan fusionar sus brazaletes con ellas y no desaparecerlas porque no creo que sea muy práctico
-Si tú lo dices, Sanae-chan –dijo Tsubasa, encogiéndose de hombros mientras tenía el auricular con su mano izquierda.
-Mañana hablaremos con más calma. Las paredes tienen oídos.
-Me parece bien. Adiós.
-Adiós

Rato después, Ishizaki se fue a casa.
-Vaya día... Volar como un pájaro es divertido, pero cansa mucho... –y el estómago de Tsubasa rugió de hambre. -Será mejor comer lo que mamá dejó preparado –y sacando el plato de la nevera se comió la cena fría como estaba, porque como dicen, a buena hambre no hay pan duro ni falta salsa a ninguno. Después de ello lavó los platos, lo secó y guardó y subió las escaleras. Se cambió de ropa, aunque ya ese uniforme había que echarlo a lavar, se colocó su pijama, y trató de dormir, pero no lograba aún conciliar el sueño. De inmediato se dio cuenta de que había algo encima de su escritorio. Se levantó y tomó el sobre. ¡Era de Roberto Hongo, su antiguo entrenador e ídolo de siempre!
-"Tsubasa: ¿Cómo te encuentras? Espero que bien, aunque conociéndote sé que estás luchando por mejorar y ganar el campeonato para así poder venir a Brasil. Por mi lado me convertí en entrenador de las ligas infantiles del São Paulo, y créeme, ahora puedo disfrutar del fútbol como antes, aunque no sea en primera persona.
¿Cómo te ha ido en la Secundaria? ¿Cómo están tus padres? Ojalá esté todo bien, porque no debes olvidar que aunque seas un excelente futbolista también una buena educación cuenta, y debes aprovechar los privilegios que tienes. No olvides practicar tu portugués, y no olvides que el camino para ganar la Copa Mundial es una lucha constante por tus sueños. Sólo tú sabes hasta dónde pueden llegar, y tienes que aprender a descubrir tus virtudes por ti mismo. Te deseo la mejor de las suertes. Saludos desde Brasil, Roberto Hongo."
-Qué gracioso... "Tienes que aprender a descubrir tus virtudes por ti mismo." Eso suena como lo que Shiro siempre me dice. Bueno, por algo será –y al fin Tsubasa se durmió.