Capítulo XIV
Un tiempo juntos
Un par de días más tarde, InuYasha pasaba frente al escritorio de su asistente Rin, quien había resultado sino, tan eficiente como Kagome, bastante buena, ¿o quizás él estaba suavizando, de algún modo aquello no le agrado, lo le resultaba útil en el mundo en que se desenvolvía, después de todo su fama de tirano y frío a la hora de tomar decisiones era la que lo mantenía en este momento en el lugar que ocupaba financieramente, tanto en la Compañía, como en lo personal.
Los últimos días habían sido difíciles, pero ya sentía que recuperaba un poco más las fuerzas, quizás la herida en su corazón no sanaría jamás, pero había que continuar, lo sabía, la fusión estaba en pleno despegue y no podía darse el lujo de distraerse en estos momentos, mucho había en juego en todo esto y él era el responsable, sin contar con su boda con Kikyo… suspiró ante aquel pensamiento, no es que la mujer le desagradara, ciertamente era hermosa, educada e inteligente, no solo por su apellido era la mano derecha del consejo de Shinidama-chuu Company, era por meritos, eso lo había comprobado en sus negociaciones, que finalmente terminaron en un contrato de matrimonio.
-Señor Taisho - dijo Rin, cuando él pasaba sumergido en sus asuntos por frente al escritorio de la mujer.
-Si Rin – respondió con la mirada fija en unos documentos que traía consigo en dirección aún a su oficina, algo habitual en él, siempre escuchaba todos los recados al paso, jamás se detenía.
-Le están llamando del jardín de niños "La aldea de Kaede"… - dijo Rin, con una notoria sorpresa en la voz.
-¿Le hacemos donaciones a algún jardín de niños? – consultó InuYasha aún avanzando hasta su oficina.
-No señor – respondió la mujer en espera de las órdenes que le diera.
-Pues si es lo que solicitan, envíalo a Relaciones Públicas…- dijo sin más, entrando de una vez en su oficina
-Esta bien señor Taisho…- afirmó su asistente volviendo a tomar el llamado.
InuYasha se dirigió a su sillón y continuó leyendo los documentos que portaba, unos informes que le hablaban de estadísticas, sobre el avance de la fusión, tema que ocupaba la mayor parte de su tiempo, pero salió de su concentración en el momento en que su teléfono de interno comenzó a sonar.
-¿Si Rin?...- consultó, oprimiendo el altavoz sin dejar de ojear los papeles
-Disculpe señor, pero del Jardín de niños insisten en hablar con usted…- informó, con la voz algo inquieta.
-Te dije que los enviaras a Relaciones Públicas – respondió ya con molestia, sin saber en que parte no había sido claro, él no estaba para atender instituciones en busca de fondos… no negaba que podía dárselos, pero de ahí ¿a tratar con ellos directamente?.
-Lo sé señor, pero dicen que se trata de un niño en particular, Senkai Higurashi…- dijo la asistente, sabiendo que el apellido era conocido por su jefe, de hecho ya había intercambiado un par de palabras con aquella mujer que trajo su chequera anteriormente y que se apellidaba igual. InuYasha se quedó observando el aparato, desde el cual salió la voz de Rin, arrugando el ceño -¿Señor?...- consultó nuevamente.
-Pásame la llamada – pidió mientras tomaba el auricular.
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Rato más tarde se encontraba con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, nuevamente de traje oscuro, la espalda muy recta, lo que le daba un aire de distinción y arrogancia, dentro de un lugar decorado con un sin fin de dibujos, entre los que lograba descifrar algunas casas, soles, niños de las manos de sus madres… se giró y tras él había una pared con manos de colores marcadas en ella, llenándola más o menos desde un metro de altura hacía abajo, y cada una con el un nombre escrito en el centro… se aproximo, llevado por la curiosidad y talvez por el aburrimiento, llevaba al menos unos cinco minutos en aquella habitación y ya estaba mareándose por las tonalidades amarillas, verdes, rosas, azules intenso… que se encontraban en cualquier dirección, lo menos que pensó esta mañana al salir de su departamento era verse en un lugar así.
Una vez que estuvo frente a la pared, se inclinó un poco, aún con las manos dentro del pantalón, el cabello le cayó un poco por el costado ante el movimiento y los ojos dorados comenzaron a registrar los nombre que había impresos en la pequeñas manos, hasta que dio con lo que buscaba inconscientemente, una de color rojo, que se notaba había sido plasmada con mucha fuerza, por los bordes algo atochados de la pintura, en el centro el nombre de "Senkai"…tuvo la necesidad de acercar su propia mano y compararla en tamaño con la pintura… y sintió una extraña calidez en su interior…
-Señor Taisho…- escuchó tras de él la voz de una mujer, que en el timbre se notaba contaba ya con varios años, se irguió de inmediato como su hubiera sido sorprendido en algo malo, y se giró con premura.
-Sí… - respondió ante el llamado, provocando una sonrisa en la mujer que efectivamente parecía de unos cincuenta y algo más de años, con el cabello cano y un delantal que la identificaba como una de las maestras del lugar. Junto a ella estaba el pequeño… la causa de su visita, quién se liberó de inmediato de la mano de su "Tía Kaede", para avanzar hasta InuYasha.
-Hola amigo, que bueno que viniste….- dijo mirándolo hacía arriba frente a él, que lo único que atinó a hacer fue a frotarle un poco la cabeza.
-Disculpe que lo hallamos tenido que importunar, es conocido que es usted una persona muy ocupada, pero no teníamos a quién más recurrir y como Senkai tenía su número…claro que deberá firmar un documento para poder salir con él del establecimiento – sentenció la mujer, sabiendo que la maestra que había atendido inicialmente a InuYasha ya le había informado del problema acontecido en el Jardín y por el cual los niños debía ser retirados, solo que no les fue posible dar ni con Houjo ni Kagome, lo que llamó fuertemente la atención del hombre.
-No hay problema, firmaré lo que desee…- dijo mientras que avanzaba, medio olvidando que Senkai estaba junto a él, recordándolo en el momento en que el niño se tomo de su mano libre, fue entonces que lo miró nuevamente hacía abajo, esta vez a un costado y notó lo hermosa que era su sonrisa, tan similar a la que esbozaba Kagome cuando estaba feliz, las veces que él mismo la convirtió en una mujer feliz…
InuYasha cruzó la calle de un barrio de clase media, "La aldea de Kaede", debía de estar a algunas calles de distancia de la casa de Kagome según cálculo, Miroku se le quedó mirando con los ojos muy abiertos cuando lo vio volver al automóvil con un niño de la mano, de hecho ya la había parecido muy extraño llevarlo hasta ese lugar, cuya entrada asemejaba una cabaña de las de la época feudal, donde se leía perfectamente Jardín de Niños…
-¿Quién es nuestro amiguito?...- consultó el conductor cuando InuYasha una vez que Senkai estuvo dentro, cerró la puerta de su Chrysler que contrarrestaba notoriamente con el resto del parque automotriz del sector.
-Pon los seguros Miroku…- ordenó el hombre ignorando a su amigo, que cumplió para volver a girarse con insistencia.
-Pero no me haz dicho ¿a qué personita trasladamos? – volvió a consultar, encontrándose con la mirada fastidiada de ambos en el asiento trasero.
-Que curioso es…- dijo Senkai, sin quitar la vista de Miroku, mientras que InuYasha sentada a su lado asintió.
-Si suele serlo…- también con la vista fija en el hombre de traje azul que se quedo observándolos sorprendido.
-Amigo… pero que escondido te lo tenías…no lo habría imaginado jamás…- exclamó sonriente el chofer, tomando su posición, acomodando el espejo retrovisor, solo para notar como ambos pasajeros lo miraban con una visible interrogante.- a dónde los llevo
-A casa de Senkai…- respondió algo distraído InuYasha.
-¿Y dónde vive Senkai?...- consultó, y solo entonces InuYasha reparó en que había evitado comentar con Miroku lo ocurrido aquella tarde en casa de Kagome, pro lo tanto él no sabí de la existencia del niño.
-A casa de la Señorita Higurashi- respondió evitando la mirada que sentía de su amigo a través del espejo.
-Bien decía yo que esa mujer te tiene de cabeza…- exclamó con diversión el hombre al volante, recibiendo laminada dorada y fulminante de InuYasha – esta bien me reservaré mis comentarios… pero ya me enteraré…
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Se trasladaron hasta la casa cercada pro bambú, comprobando que no había nadie en el lugar, pro lo que InuYasha luego de observar la hora y comprender que pronto sería a hora de almorzar, miró a Senkai que permanecía tomado de su mano y suspiró, considerando que ya había perdido casi dos horas de trabajo. Pensó en llevarlo hasta la oficina y que Rin se hiciera cargo de él unas horas, hasta poder volver a casa de Kagome, después de todo su asistente tenía cierto aire maternal, pero luego recapacitó pensando en las explicaciones que debería darle a Kikyo si se llegaba a enterar que había un niño en su oficina y más aún hijo de Kagome.
-¿Tienes hambre?...- consultó al pequeño, que asintió – vamos a comer algo entonces…
-Si… - exclamó alegre, colgándose del brazo de InuYasha cuando bajaron a la calle, cosa que sorprendió al hombre desequilibrándolo un poco – me gustaría comer una hamburguesa de esas que traen automóviles de regalo, aunque a mi mamá no le gusta que coma esas cosas…¿si vamos le dirás?...Houjo a veces me lleva, pero lo mantenemos en secreto, claro que al final mamá siempre se entera y lo reprende…- en ese momento el niño soltó una carcajada - … a mí trata de castigarme, pero nunca le resulta, yo le doy muchos besitos y siempre me disculpa…
-¿Ah si?...- InuYasha no pudo evitar sonreírse ante el comentario del pequeño, comprobando que Kagome continuaba teniendo los mismos puntos débiles – ¿Y qué pasó con tu mamá, que no esta en casa?- consultó en parte siguiendo el juego del niño y por otro lado, por que sentía una necesidad imperiosa de saberlo.
-Mamá… ah… dijo que estaría fuera hasta el…- comenzó contar con sus dedos pequeños cerrando cada uno de ellos con cada cuenta que hacía - …a ver… ¿Miércoles es hoy verdad? – le preguntó a InuYasha que lo observaba con viva atención.
-Sí, miércoles…- respondió esperando a ver lo que el niño hacía, y claro la respuesta que le daría.
-Ya…- comenzó a contar nuevamente, cerrando un dedo a la vez - …Miércoles, Jueves… Viernes… Sábado… el Domingo estará acá… - InuYasha arrugó el ceño, preguntándose muy inquieto en dónde estaría Kagome por tantos días- y dijo queme traería un regalo desde China…
-¿China?...- consultó de pie frente al automóvil ya…
-Si fue a China con el tío Bankotzu…ven, ven…- lo llamó para que se agachara y de ese modo contarle una especie de secreto, y aunque InuYasha no terminaba de calmar su corazón al imaginar a Kagome con ese tal Bankotzu en China, obedeció, inclinándose lo suficiente, como para que el pequeño, con una mano cubriendo el espacio entre el oído del hombre y su boca – pero yo no quiero que él sea mi amigo… tu sí… - InuYasha le sonrió y paso una mano sobre el cabello de Senkai…
-Ya arriba…- dijo indicando el vehículo, subiendo tras la figura infantil y bajo laminada atenta, pero silenciosamente analítica de Miroku – iremos a almorzar algo que sea bueno para tu salud, no queremos que mamá se moleste con nosotros ¿verdad? – continuó, notando la mirada algo decepcionada de Senkai – pero te prometo que iremos a una tienda y encontraremos automóviles mucho más soberbios que los de las hamburguesas.
-¡Sí!...- exclamó y los ojos se reencendieron de alegría y entonces InuYasha se sintió satisfecho.
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Kagome se encontraba desesperada intentando encontrar a Houjo, su teléfono celular tenía una grabación que le hablaba de la imposibilidad de comunicarse, se encontraba en una de las oficinas de la Compañía que había iniciado hace algún tiempo Bankotzu Yamasaki, en China, un hombre bastante capacitado en cuanto a negocios se trataba, lo había podido comprobar en las juntas alas que habían asistido juntos en estos últimos días, desde que había comenzada a trabajar con él. Esta visita a China era necesaria para que Kagome conociera mayormente el manejo de la "Compañía Banryou", que era una de las más grandes empresas proveedoras de materiales tecnológicos, para la construcción de "edificios para el futuro", paradójicamente todo estaba relacionado, pero Kagome ya había comenzado a comprender como funcionaba el asunto, siempre todo quedaba dentro de un clan, los grandes negocios se hacían casi entre familias pertenecientes a las grandes y reconocidas castas.
-¿Qué sucede Kagome? – consultó Bankotzu, acercándose bastante a ella en el rincón de la oficina en la que estaban tomándose un descanso del a extensa reunión que llevaban a cabo.
-Nada… una llamada que no entra – respondió, guardando el celular en el bolsillo de su chaqueta, por si Houjo llamaba, para luego acomodar su cabello a un costado sobre su hombro, dejando el cuello despejado a los ojos y los labios de su acompañante que le di una mirada algo inquieta.
-Esta noche te llevaré a cenar…- le adelantó, sin pedirlo siquiera, a lo que Kagome sonrió con suavidad, de algún modo sabía las intenciones de este hombre, al que no le podía negar un real atractivo, y se cuestionaba en si estaría correcto en el caso de que él intentara algo… responderle…- vamos, la reunión se reanudó…- dijo el hombre, vestido con un elegante traje, igualmente ajustado a las tradiciones chinas, que por lo visto eran muy arraigadas en él.
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Horas más tarde, InuYasha se bajaba del automóvil en el que habían andado durante todo el día, junto a varios paquetes que incluso Senkai ayudaba a llevar, dejando al volante a un agotado Miroku, quién tenía la vocecita del pequeño pegada al tímpano. Cuando estaba a punto de llegar hasta la cerca de bambú, esta se abrió dando paso aun rostro poco grato para InuYasha, ya que última vez que se habían visto, no había sido en los mejores términos.
-Senkai, ve adentro- indicó Houjo al niño, con voz molesta y un tono demasiado autoritario para el gusto de InuYasha, el pequeño se le quedó mirando, quería que su amiga entrara a jugar con él…y sus juguetes nuevos…- Senkai obedece.
-Espera, no le hables así al niño - reclamó InuYasha con su voz potente y poniendo una mano sobre el hombro del pequeño, como intentando ponerlo tras de sus piernas, protegiéndolo, ciertamente Houjo, no era un hombre violento y del tiempo que llevaba ayudando a Kagome en el cuidado de Senkai, jamás le había puesto un dedo encima, pero aquello InuYasha lo desconocía y sintió que debía resguardarlo, después de todo firmó un documento de responsabilidad por él esta mañana.
-¿Y quién eres tú, para decirme eso?...- exclamó el hombre molesto, ante la actitud de el tipo este que además de no serle grato era un entrometido, cualquiera diría que en esta historia el villano era él. InuYasha abrió la boca para decir algo ante la pregunta de Houjo, pero luego…
-Bueno… y ¿dónde estabas tú esta mañana cuando necesitaban un adulto en la "Aldea de Kaede"?...- ante aquello Houjo se quedó en silencio, ciertamente había sido un despreocupado, ya que mojo su celular, dejando a todo Edmundo imposibilitado de comunicarse, incluso pensaba en como estarían los nervios de Kagome sin saber de su hijo en todo un día.
-¿Puede mi amigo InuYasha jugar conmigo un rato?...- preguntó llevado por su total ingenuidad el niño, que fue observado por ambos adultos, que en silencio convinieron que lo mejor era llevar la fiesta en paz, por el bien del pequeño.
-Vendré otro día Senkai, lo prometo...- dijo agachándose a la altura del niño, mientras que le hacía algo parecido a una caricia en la cabeza, a lo que el pequeño respondió con una sonrisa afirmativa...la hermosa sonrisa de Kagome, pensó…
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Entró a su departamento y dejó las luces bajas, la tarde ya había caído y el cielo estaba cubierto, se tumbo sobre uno se los sillones y observó a través del ventanal las luces del Jardín Imperial Shiba Rikyu. Una sonrisa se dibujo en sus labios, sintiendo una grata alegría.
-Te llevaré a ese jardín la próxima vez, Senkai…- pensó en voz alta, se detuvo en el pensamiento de que eso siempre que su madre se lo permitiera… y recordó que Kagome estaba con Bankotzu en China…- maldición… - masculló entre dientes, sintiendo que sus malos pasos le estaban siendo cobrados, pero ciertamente de algún modo la tristeza de aquello se veían apaciguada, al menos hoy, por la sensación de un día que se había hecho completo al lado del hijo de Kagome… sin poder evitar notar la cantidad de detalles que ese niño tenía de su madre…Kagome… susurró…
Continuará…
Creo que este ha sido un capítulo más bien tiernucho… al menos a mí me gustó, espero que a ustedes también, se va consolidando la relación entre padre e hijo…. Pufff… pero parece que entre madre y padre se nos complica… bueno…. Así son las historias…
Besitos
Anyara
