Capítulo XIX
Sentimientos infieles
Dejó caer el auricular, furioso en el momento de cortar la llamada que acababa de recibir, los ojos dorados le fulguraban y el ceño estaba apretando su frente, ciertamente estaba esperando por ella, pero las noticias que había recibido por parte del investigador que había contratado, estaban bastante alejadas de lo que hubiera esperado. InuYasha se puso de pie caminando a largos pasos, hasta llegas a la gran puerta de ébano, que en ese momento lo separaba del resto de la oficina, para encontrarse una vez más, con que su asistente no se encontraba.
-Eso tendré que remediarlo ya – exclamó tajante, quizás como una forma de descargar el malestar que llevaba, aunque ciertamente se había comportado permisivo con Rin, quizás a causa de sus propios problemas y ella estaba abusando de ello.
Salió hasta el pasillo de los elevadores, casi bufando, apretó el botón de llamada encontrándose casi enseguida con el ascensor dispuesto para él, se subió y se encaminó al lugar en el cual podría aclarar esta situación.
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Bankotzu se encontraba sentado tras su escritorio, aún Kagome tenía su propia oficina, por lo general compartían la misma ya que su trabajo era en equipo, habían estado preparando todo lo relacionado con el pedido hecho por la Compañía asociada de Shikkon y Shinidama-chuu, cumpliendo hasta el momento a la perfección con los lazos, por muy exigentes que fueran por parte de el Gerente General, InuYasha Taisho, quien era absolutamente capaz de dejarlos con todo el dinero invertido si no se cumplían.
-Kagome, tendré que viajar a China por algunos días…- comentó Bankotzu, aún sumergido en la pantalla de su computador -… ¿si quieres puedes venir conmigo?...- le dijo en el momento en que pasaba su mirada oscura por sobre los anteojos que usaba en la oficina, sonriendo en forma seductora, dejándole muy en claro a Kagome que le encantaría llevarla con él.
-Lo siento…- se disculpo sonriéndole también de forma amable y calida, como era su costumbre - … tengo muchas obligaciones acá y no quisiera dejar a Senkai solo…
-Sabes que los negocios potencialmente están en China ¿verdad? – consultó dejando de lado su computador, para fijar en pleno sus ojos en la mujer que tenía en frente, que cada día que pasaba le parecía aún más atractiva, con las manos cruzadas bajo su mentón como si se encontrara contemplándola, sin borrar aquella sonrisa seductora que poseía, lo que le entregaba un aire varonil y seguro – en algún momento deberé cerrar esta oficina y trasladarme definitivamente allá...
-Lo sé…- respondió acomodando un mechón de su cabello tras su oreja, moviendo el lápiz sobre el escritorio con la otra mano, de alguna forma sabía que esto debía suceder y no sabía como se sentí, sería una mentirosa si digiera que no le había tomado cariño a Bankotzu, después de todo se había portado muy bien con ella, probablemente lo extrañaría, pero ella ya conocía el dolor profundo del amor, ese que por más distancia, más tiempo, más situaciones tristes y atormentadas, no se borraba del alma, así que ya era fuerte, llevaba sola tanto tiempo que no sería nada nuevo, pero no esperó lo que vendría, ya que en el momento en que sintió que Bankotzu tomaba su mano y le acariciaba con suavidad con los dedos, lo miró.
-¿Ven conmigo a China?...- pidió en un tono tan dulce que Kagome por un momento se quedó sin habla, no estaba segura de si se refería a este viaje en particular o a otra cosa – ven a vivir conmigo, llevaremos a Senkai, tengo un departamento bastante cómodo y creo que estaremos bien…- continuó ante la sorpresa expresada vivamente en los ojos de Kagome – y bueno si no estas a gusto buscaremos otro lugar…
-Me sorprendes…- fue lo que logró decir, notando como Bankotzu ampliaba su sonrisa.
-Me doy cuenta… no tienes que responderme aún, mañana me iré de viaje y tendrás tiempo para meditarlo…- dijo acercando los dedos de Kagome hasta sus labios, besándolos - … me gusta mucho estar contigo… y ya no quiero estar solo…- argumentó. -¿promete que lo pensaras?...
-Lo haré…- respondió ella cambiando su actitud admirada, por una de mayor serenidad sonriendo con suavidad.
Y claro que lo haría, sabía bien que los argumentos de Bankotzu, estaban lejos de ser una declaración de amor, pero tal vez el amor podía nacer con el tiempo, después de todo era un hombre que la respetaba y que se llevaba relativamente bien con su hijo, aunque podía notar que Senkai pensaba lo contrario, había confiado en ella y en su trabajo sin mediar mayor conocimiento de su parte… ¿Por qué no intentarlo?...- quizás una vez lejos, podría finalmente desterrar el sentimiento que tenía por InuYasha… ese hombre ciego, que se empeñaba en pedirle que probara por medio de documentos que Senkai era su hijo, que no lograba ver cuna parecidos eran, incluso en sus enfados. Y después de todo él se iba a casar ¿no?...
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Finalmente llegó hasta la oficina que ocupaba Kikyo dentro de la Compañía, demasiado molesto, actitud que hasta ese momento la mujer le desconocía, entró sin más, sin tocar siquiera, caminado a grandes zancadas hasta el lugar en el que se encontraba, ordenando con aquella voz profunda e imperativa que poseía, a la chica que acompañaba a Kikyo, que se retirara del lugar al instante.
-¿Qué te sucede?...- consultó ella con total calma, había adoptado una actitud de relativa indiferencia para con su novio, sobre todo luego de haberla dejado literalmente encendida en su departamento disculpándose otra vez de forma torpe.
-¿Pro qué no me había dicho que fuiste novia de Bankotzu Yamasaki?...- exclamó apoyando ambas manos en el escritorio frente a ella, inclinado y desafiándola por una respuesta. Con los ojos enardecidos.
-¿Estas celoso?...- consultó ella, apoyando su mentón con su mano, divertida de la expresión furibunda que InuYasha traía, sabía bien que su pregunta era lo menos cercana al motivo real de la molestia del hombre, pero lo estaba disfrutando, quizás un poco como paga por su actitud de noches atrás.
-No, no es eso…- respondió controlando sus impulsos, ciertamente eran novios y podrían incluso ser lógicos sus reclamos, pero ella no le interesaba mayormente, era una mujer refinada y socialmente la esposa perfecta, mejor que si la hubiera escogido Sesshomaru, pero no era ese el punto.
-¿Qué será entonces?...- continuó Kikyo, poniéndose de pie y caminando con sensualidad por el contorno del escritorio hasta llegar a él, que se giró, quedando involuntariamente cercado entre el mueble y el cuerpo femenino, sintiendo como una mano de la mujer se posaba en su pecho, sobre la chaqueta, y la otra buscaba el botón para abrirla, su rostro alzado hacía él, como si en cualquier momento fuera a besarlo -… ¿miedo a la competencia?...
-¿Competencia?...- consultó algo extraviado por la actitud que había tomado ella, que ahora que había liberado el botón de la chaqueta comenzaba a deslizar sus dedos por entre el cinturón de su pantalón y la camisa, buscando hacía abajo, lo que lo obligó a contener la respiración, después de todo no había estado con ninguna mujer luego de aquella noche con Kagome, y sus instintos lo estaban matando, sobre todo por las mañanas.
-¿Quizás temes a que Bankotzu te arrebate algo que amas?...- la voz de Kikyo, por un momento se le hizo increíblemente sensual y deseable, no podía negar aquello en ella, era toda una mujer segura de sí y de sus encantos, y de alguna manera sus palabras lo estaban confundiendo, más aún ahora que llevaba incontables noches desveladas por sueños inconfesables de él y Kagome… oh, Kagome… repitió en su mente en el momento que sintió que la sangre comenzaba a acumularse en su entrepierna de forma peligrosa, detuvo entonces la mano de Kikyo que continuaba avanzando demasiado cerca de encontrarse con lo que buscaba.
-No es eso…- titubeo, intentando calmarse, ciertamente no era ese el motivo, era solo porque se trataba de Bankotzu - … es solo que no confiaste en mí…
-Confiar en ti InuYasha...- exclamó separándose de él para volver a su lugar en el escritorio, como su no hubiese intentado nada antes -… ¿confiar en el hombre que me deja a centímetros de la cama?…- comentó casi en tono de burla.
-Kikyo…creí que habías entendido…- se defendió, no era grato quedar mal con una mujer, su condición de macho le dolía, pero no había más remedio, ya no era un adolescente intentando probar que era todo un hombre, la hombría se probaba de otra manera a su edad.
-Si lo entendí muy bien…- respondió ella, haciéndose hacía atrás en su asiento a fin de mirar de forma fría, pero como si estuviera investigándolo también, para continuar en un tono calmo -… tú tampoco me dijiste que tenías un hijo con tu asistente… bueno, ex asistente…
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Hasta Kikyo decía que Senkai era su hijo… suspiro pensando en que nada parecía tener sentido en este momento, y se sentía demasiado solo, con la tarde que acababa demorar a lo lejos en el horizonte, había sido un día grato, extrañamente calido, dado que el invierno había sido algún crudo, sin muchas lluvias, pero si bastante frío
-Kagome…- susurró buscando consuelo en tantos y tantos recuerdos que parecían agolparse en su mente, quitando incluso el aliento, necesitando en este momento en que la soledad y la tristeza mermaban en su alma, un abrazo de aquellos calidos y pacíficos que ella podía entregarle, esos en los que el amor se sentís con aquel simple contacto -… te necesito tanto…- dijo como si conservara la remota posibilidad de que ella pudiera escucharlo, soñando despierto con que apareciera por su puerta y le digiera que lo amaba y que nada más importaba… sueños, simples y estúpidos sueños…
Tomó la chaqueta que se encontraba junto a la corbata en el sillón, saliendo del lugar a paso raudo, necesitaba definitivamente tomar aire y quizás algo más que le hiciera olvidar, hacía tanto que no se emborrachaba por… Kagome…
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La mujer que vestía de forma muy sencilla, con su cabello liso y castaño que le llegaba algo más arriba de la cintura, abrió la puerta con premura, esperando la visita del hombre que hacía un tiempo ya, venía cada tarde puntual, aquello era una de sus virtudes puntualidad, en ocasiones se preguntaba, ¿cómo estaba con ella?... si se sabía tan espontánea y vivaz y el sin embargo parecía su olo opuesto, sonreía luego que lo pensaba bien… éstos se atraen y por lo que conocía ya a Sesshomaru, aquello simplemente lo descolocaba.
-Hola amor…- dijo en cuanto abrió la puerta, encontrándose con los dorados ojos del hombre al que estaba segura de amar, sabía que aquella palabra era demasiado grande, pero su corazón luchaba por gritarla cada vez que lo veía.
-Tenemos que hablar Rin - fue la respuesta que recibió, con aquella voz, profunda y gélida que poseía, a diferencia de otras veces, en las que solía ser un agradable beso, no supo por qué, pero algo en su interior se inquietó.
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Le había costado mucho dormir, hacia ya un rato que se encontraba Senkai dormido, Houjo y Eri, de fiesta, era bueno que pudieran salir y distraerse… sonrió por un momento antes de recordar la propuesta que le había hecho Bankotzu…irse a China, se la hacía extrañamente doloroso, cuando tenía apenas diecisiete años, era todo lo que deseaba, irse a China, con InuYasha y estar siempre juntos, al punto que la desesperación la embargó, sintiendo aquella necesidad de entregarse a él antes de que partiera, torpemente con sus escasos conocimientos de sí y sus cambios biológicos, concluyó, muy mal por cierto, que no debería quedar embarazada, sin embargo, el resultado de aquella mala cuenta estaba dormido hacía algunas horas ya, en su habitación… sonrió nuevamente, después de todo había sido un buen error. Un par de golpes con mediana fuerza sonaron en la puerta, y miró hacía atrás en forma refleja, le pareció extraño, Houjo jamás olvidaba sus llave, menos aún si salía de noche, siempre hablaba de no molestar, ciertamente era un hombre muy considerado. Antes de encaminarse, sintió otra vez dos golpes, algo más suaves, apresurando entonces el paso, encontrándose al abrir con quién menos se esperaba.
-InuYasha…- susurró, observando al hombre que se veía realmente desgarbado, con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, la chaqueta abotonada solo en una parte, sin corbata, con la camisa abierta en los dos primeros broches, apoyó la cabeza en el umbral de la puerta, mirándola con toda la tranquilidad que nunca le había visto, en el momento en que aquel rebelde mechón caía hacía adelante por sobre su hombro.
-Hay momentos en la vida en que solo necesitas ver algo grato…- dijo marcando una leve y apesadumbrada sonrisa, parecía tan debilitado y vulnerable, como nunca lo había visto, y cuanta razón encontró en sus palabras, a pesar de ello, era una grata vista…
-¿Qué tienes?...- preguntó ella, con el corazón aún desbocado en el pecho, mientras que acercaba su mano hasta el mechón aquel para ponerlo en su lugar, InuYasha solo permanecía en aquel lugar, como si esta fuera la visión de un condenado a muerte - …ven entra…- le dijo con suavidad y una ternura sincera, tomando su brazo mientras que él la detenía.
-No Kagome… - negó bajando la mirada sin fijarla en ella, tragando saliva, como si de pronto su calma se fuera transformando en instantes en desesperación-… no merezco esto, ni tu afecto, ni tu comprensión… ni siquiera merezco que el niño me ame…
-Oh InuYasha…- expresó Kagome con tanto amor en su voz, que InuYasha lo menos que pudo fue mirarla renuente, como si el solo contacto con los ojos oscuros y calidos de Kagome le fuera a quemar -… ¿cuándo dejarás descansar tu alma?... vives como si fueras un coloso capaz de solucionar los problemas del mundo entero y eres simplemente un humano que debe comenzar por sí mismo…- dijo con tanta certeza en sus palabras que InuYasha no las pudo obviar - … ven entra… - insistió logrando que él finalmente accediera.
Kagome cerró la puerta mientras que InuYasha avanzaba a paso lento por el pasillo hasta la sala, lugar en el que permaneció de pie, sintiendo tras de él el caminar casi silencioso de la mujer que avanzaba con unas zapatillas de descanso.
-Siéntate…- le pidió indicándole un sillón bastante cerca del ventanal. Que por cierto solo entregaba vista hacía el jardín trasero -… ¿quieres un té?...- InuYasha simplemente asintió, mientras que se abría el, botón de la chaqueta al sentarse, inclinado hacía adelante con ambos brazos apoyados en sus piernas, era como si llevara un peso enorme en la espalda y no fuera capaz de incorporarse más con el.
Kagome llegó luego de unos minutos, con dos tazas y una jarro de té humeando, se acercó hasta InuYasha que aún mantenía la cabeza baja a pesar de saber que ella ya estaba ahí, dejó lo que traía en las manos sobre la mesa de la sala y las sirvió, ofreciéndole una a InuYasha que solo entonces la observó, agradeciendo en silencio.
-Te ves agotado…- dijo mientras bebía el primer sorbo de su té, con unos deseos increíbles de acariciar su cabello y quizás de ese modo entregarle paz.
-Lo estoy…- fue lo que él respondió, mientras que tomaba también del líquido oscuro en su taza - … agotado de tanto… - continuó, para luego cambiar el rumbo de la conversación antes de que Kagome pudiera preguntar nada – … ¿Senkai esta dormido, supongo?...
-Si lo esta…- respondió Kagome comprendiendo que él solo necesitaba compañía y que no deseaba hablar demasiad -… ahora que ya tiene seis años… - dijo un poco divertida como si aquello significara la mayoría de edad -… cree que puede dormirse más tarde, que puede decidir si ir o no a la escuela – continuaba contándole con afán -… incluso el otro día quería que le diera café… ¿puedes imaginarlo?...- sonreía sinceramente, tomando otro sorbo de su té, notando como InuYasha dejaba la suyo sobre la mesa.
-Es un gran niño… haz hecho un buen trabajo,… para haber estado sola…- le susurró las últimas palabras como si aquello le rompiera la garganta, se puso de pie, antes de que ella respondiera nada, esta era una aparición tan extraña, como si deseara quedarse eternamente, pero a la vez comprendiera que esta ya no era su lugar – debo irme… ya es tarde, mañana de seguro…trabajas…- lo último lo dijo con pesar, recordando que ella trabajaba con Bankotzu.
-Si… debo trabajar mañana…- respondió repitiendo lo que él acababa de decir, dejando también su taza junto a la de él -… Bankotzu saldrá de Japón unos días y yo…- decía aquello como si se lo estuviera comentando a solas, ciertamente no sabía por que le estaba explicando todo eso, pero no alcanzó a completar la idea, cuando sintió las manos de InuYasha que se poyaban en sus hombros, inclinado sobre ella, de frente, con el cabello cayendo por los costados de su traje y tocando las piernas de ella.
-No lo digas…- exclamaba intentando calmar el tono de su voz, quizás conciente de que Senkai dormía, con los ojos fulgurantes de un sentimiento mezclado entre ira y padecimiento - …no lo nombres… - dijo nuevamente ya con la voz profunda pero más apagada, cerrando los ojos, y escondiendo su rostro de la mirada de Kagome - … ¿qué no ves que me muero de solo imaginarte con él?...- susurró, mientras que el agarré en los hombros de la mujer iba cediendo, dejando a un InuYasha derrotado y atormentado arrodillado a los pies de Kagome, que respiraba agitada debido a la impresión, pero que de forma casi instintiva, se inclinó sobre él aún sentada, para que la cabeza de InuYasha reposara en sus piernas.
-Tranquilo…- dijo ella, mientras que acariciaba el suave cabello de InuYasha que en ese momento cubría gran parte de ella. Con sus manos a los costados de Kagome, con el rostro casi inexpresivo por el cansancio en su alma, escuchaba la voz femenina, que como siempre parecía la única cura posible para su alma.
-He sido un cobarde…- susurró, casi de forma inaudible, sintiendo los dedos delgados de Kagome, acariciarle el cabello.
-No InuYasha…- intentaba consolar su pesar con dóciles palabras.
-Tu voz…- volvió a susurrar, mientras que sus manos se asían de las caderas de Kagome, aferrándola en una especie de abrazo, cerrando los ojos -… no sabes cuenta falta me haz hecho, durante todos estos años…y he sido un cobarde…
-No lo eres…
-Si lo soy…- exclamó desgarrando su voz en un ronco sonido, apretándose más a ella, como temiendo que se desvaneciera-… me resultó más fácil sufrir en silencio, que saber lo que realmente paso entre nosotros, y me asusté, cuando te volví a encontrar, me asusté cuando vi a Senkai… por que supe desde el primer momento en que lo vi… que era mi hijo…- se giró entonces antes los ojos llorosas de Kagome, posando un beso sobre la ropa justo en el vientre de ella, un beso profundo y sentido - … mi hijo… nacido de ti…de mi amor…de mi mujer amada…
-InuYasha… yo no…- intentaba detenerlo, al sentir como sus manos comenzaban a abrirse paso por su estómago, abriendo la blusa que vestía, para sentir los labios húmedos y calidos posarse en aquella porción de piel desnuda -… no puedo… yo estoy con alguien…- decía enredando los dedos en el cabello oscuro del hombre, que iba poco a poco subiendo por su estomago, dejando besos suaves obviando las palabras de Kagome, sin querer escuchar, ya no quería saber, no quería pensar, solo sentirla y amarla… como en sus sueños…
-Shhh…- fue todo lo que se escucho salir de sus labios, en el momento en que alcanzaba los de Kagome, besándola con una suavidad impasible, tomando su boca como si se tratara de una fruta madura y exquisita a la que debía saborear, pasando su lengua por el interior de sus labios, sintiendo el aliento que ella dejaba escapar, reconociendo en la delicadeza de aquella simple caricia… el amor…
Desnúdate mujer, hoy vas a ser infiel
Cuando mis manos te deshojen
Conocerás la libertad
Desnúdate mujer y entrégame tu sed
Bebe mis ganas infinitas
Robaré tu santidad
Amor…amor…
La alzó en sus brazos, sin saber siquiera cual era su habitación, cargándola con delicadeza, sintiendo como ella se escondía entre su cabello y él completamente extasiado con el aroma del azabache… obedeciendo únicamente a su deseo de amarla… olvidando los engaños, los compromisos y las separaciones… olvidando todo lo que había fuera de aquel cuarto al que entró… con la esperanza de un nuevo amanecer…
Continuara…
Hola a todos… y ese "continuara…" tengan por seguro que se hará efectivo, pero es que yo y los lemons nos alargamos mucho, así que les dejé un suave adelanto de lo que será esta larga noche de "¿infidelidad?"… bueno ciertamente creo que ambos serán infieles en teoría, ya que tienen sus respectivos compromisos, pero de alguna manera le están siendo fiel al sentimiento que los une y que es innegable…ah… suspiré cuando vi a ese Inu apoyado en el umbral de la puerta, tan indefenso y dolido, buscando resguardo en el único lugar posible, el corazón de su amada… que sin egoísmos ni orgullos lo cobijo en su regazo… y bueno luego su confesión… a medias según yo aún… pero vamos por tierra derecha, claro que todavía tengo como la grande con lo del contrato y eso… mmm….(Anyara pensando)… ya veré como arreglo el panorama… bueno si es tiene arreglo…
Besitos y se cuidan y gracias por leer y por los reviews
Anyara
P.D.: Yelitza, te agradecería mucho si pudieras pasarle este fic impreso a Houshi… sabes mucho de algunas cosas que hemos hablado están aquí y me encantaría que pudiera leerlo, tengo la idea que tú lo ves en persona, hay mucho que quisiera decirle, pero esto es demasiado publico… solo cuéntame si puedes hacerlo ¿si?
