Capítulo XXII

Amanecer

"…Pero no es fácil ya lo ves

Somos humanos,

Sentimos todo y no podemos evitarlo

Hemos nacido por amor,

Y casi siempre por amor

Es que lloramos

No es nada fácil si se tienen sentimientos,

Por qué la vida no es como un libro de cuentos,

El que no siente su dolor…

Es solo por una razón…

Porque esta muerto…"

Permanecía aún sobre la figura masculina, dejando que el aliento volviera a ella… sabiendo que por un instante pobló otro mundo, un lugar elevado en las nubes…"tocar el cielo"… le llaman y que acertada apreciación era aquella. El pecho de InuYasha subía y bajaba aún agitado, y podía sentir el golpear inquieto de su corazón, mientras que tomaba las mantas algo dispersas y tiraba de ellas, para cubrir el cuerpo de su amada, cuidando de que no enfermara ante el contraste del calor de su piel y el frío de la madrugada que comenzaba a sentirse, bajo la tela le acariciaba la espalda y en la frente le dejaba infinitos y dulces besos…la amaba…

-Romperé ese contrato…- dijo con seguridad una vez que la respiración se hacía más normal. Acariciando aún la espalda, llegando con los dedos hasta los rizos que iba desenredando como ya era su hábito, con un brazo tras su cabeza, observando el techo.

Kagome solo guardó silencio, no sabía qué decir, ciertamente añoraba oír aquellas palabras, pero sin embargo había tanto en juego, y le dolía pensar en estar sin él… sabía que esta noche había marcado una gran diferencia, su alma comprendía a cabalidad la palabra amor, si antes conocía su significado, ahora estaba viviendo su esencia misma… y el solo imaginarlo lejos le causaba profundo dolor…se aferró un poco más a su pecho, escuchando como el corazón de su hombre llegaba a un ritmo pausado y calmo…

-Después de todo… no seré tan pobre…- continuó InuYasha, sonriendo levemente como intentando quitarle tensión a la situación.

-Debes hacer lo correcto InuYasha…- dijo alzando su mirada para enfocarla en los ojos dorados, que la observaron con inquietud, como comprendiendo que no le gustaría lo que ella iba a decir… y es que la conocía… Kagome, siempre siendo considerada, sin egoísmos, nunca antepondría su bienestar por sobre cualquier persona, por muy negro que esta tuviera el corazón…

-No…- movía su cabeza, quitando su mirada de ella, negándose a escuchar lo que ella intentaba decirle.

-Sí…- su voz sonaba débil y dolida -… hay muchas personas, muchas que dependen de su trabajo en tu compañía, lo sabes… además de todo el esfuerzo que haz puesto para sacarla adelante – habló el ser humano en ella, su alma misericordiosa que una vez más se liberaba de individualismos… y es que no lograría vivir con su conciencia si terminaban aniquilando a Shikkon Company, por ella… InuYasha respiraba con molestia, como queriendo decir algo y callando antes de hacerlo, inquietándose cada vez más.

-Pero Kagome…- dijo sintiendo que la voz amenazaba con quebrársele antes de lograr hablar - … ya estoy cansado de todo esto… no puedo estar más tiempo lejos de ti… ¿es que no lo entiendes?...- preguntaba levantando su cabeza, para volver a mirarla, quitando el cabello del rostro de la mujer, con el fin de contemplarla más limpiamente.

-Te entiendo… claro que si…- susurró, mientras que se extendía sobre él para alcanzar sus labios, besándolo con suavidad -… pero será solo un año…- sus palabras le dolían, tanto… suspiro luego del corto beso sintiendo que las lagrimas se le iban a salir, pero no quería llorar, no esta noche…

-¿Me pides que me case?...- exclamó incrédulo, con los ojos encendidos, es que acaso ella ¿no entendía lo que le estaba pidiendo? … que viviera un año con una mujer a la que no amaba…y de pronto el nombre Bankotzu cruzó por su mente, gatillando sus celos - … ¿es por él?...

-¿El?...- consultó, cayendo al fin sobre quien le hablaba InuYasha-… ¿te refieres a Bankotzu?...

-¿A quién más si no?...—reprochó, deteniendo la caricia en la espalda de la mujer, que simplemente lo volvió a besar.

-Hoy comprobé, que mientras mi alma te pertenezca no pueda haber otro hombre más que tú…- confesó, con un dejo de ternura tan inmenso, que no había espacio para dudar de sus palabras.

-Oh, Kagome…te amo tanto…- le dijo mientras que la abrazaba fuertemente, sintiendo el hielo de la realidad rondarle -… lamento… pero es qué…- intentaba justificar sus palabras, pero es que todo parecía tan difícil.

-Y yo te amo a ti…- respondió -… este amor no ha desaparecido a pesar de las circunstancias, es fuerte y férreo…no desfallecerá…- le dijo, intentando calmarlo, ya que sentía en su abrazo que su corazón comenzaba a latir más rápido debido a la angustia.

-Pero es un año Kagome… ¿qué pretendes?...no soportaría verte a escondidas por tanto tiempo…- le decía manteniéndola aún muy abrazada, sintiendo el dolor de la separación antes de que éste llegara, era como si estuviera esperando tras de la puerta a que él aceptara cumplir con su destino por el bien de los demás… ¿pero por qué debían de importarle los demás?... pues simplemente por que Kagome se lo enseñó.

-Eres fuerte… y yo espero serlo…

-No lo sé Kagome…- dudaba, sentía que era descabellado solo pensarlo.

-Si lo sabes InuYasha…- continuó ella, sin permitir que la voz se le fuera a cortar -… debes cumplir con tu palabra y hacer lo correcto…pero sin tocarle ni un pelo a la novia ¿oíste?...- dijo intentando bromear con la tensión.

Se abrazó a él, sintiendo que el pecho se le comprimía ante su petición, pero sabía que era lo que debía de suceder, por más que en ocasiones nos obliguemos a mantenernos ciegos, la razón es la triunfadora en la mayoría de las batallas. Se acomodó otra vez sobre el pecho, aquello era algo que le agradaba profundamente, su aroma masculino y dormirse sobre él… tal como poco a poco lo hizo…

Las luces de la mañana comenzaron a entrar tímidamente por entre la ventana, un sol que se veía radiante, pero que entregaba un escaso calor, así sentía su alma, luchando por conservar el calor… fue despertando lentamente, no debían de pasar de las siete, pensó, por el sol que entraba, se mantenía dentro de un abrazo implacable, era como si su acompañante temiera que se escapara, alzó el rostro que había permanecido oculto en el pecho de InuYasha, solo para encontrarse con que él aún dormía, su semblante calmo y su respiración constante, los labios levemente entre abiertos, lo que la obligó a humedecer los suyos, deseando besarlo…liberó una de sus manos y comenzó a subirla lentamente hasta la mejilla de InuYasha acariciándolo, ¿cuándo volvería a verlo dormir así?...no lo sabía…

-Buenos días…- escuchó la voz, profunda y aún más acentuada debido a que sus cuerdas vocales comenzaban apenas con su labor. Aún con los ojos cerrados, esbozando una suave sonrisa en aquellos labios que deseaba besar…¿pero por qué no se atrevía ahora?... se sonrojo tan tontamente,. Rememorando lo sucedido solo horas antes… parecía una colegiala, tan enamorada…

-Buenos días…- respondió, dócilmente, acomodando con sus dedos pálidos, algunas hebras de cabello que ciertamente no molestaban, pero que quería acariciar – lamento decir esto… pero tienes que irte pronto… no quisiera que Senkai despierte y te encuentre aquí…

-¿Y por qué no?...- dijo aún con el mismo tono.

-InuYasha…- susurró Kagome su nombre, como intentando que él entendiera sus motivos.

-Ahh…- suspiró algo fastidiado, rodando los ojos aún con los parpados cerrados, lo que le causo gracia a ella -… esta bien…- accedió, apretándola más en el abrazo, como si sus palabras y sus actos no estuvieran coordinándose como era debido. Lo besó en el pecho, le gustaba, sabía que él recibía aquel beso justo en su alma.

-Amor…- volvió a insistir, con la voz suave, mientras que InuYasha emitía sonidos de suaves, demasiado mimados, pero antes de que alcanzará a volver a insistir, su oído de madre la alertó, sintiendo la carrera en el pasillo de los pequeños pies de Senkai que se acercaban sin tregua. Salió del abrazo de forma tan abrupta que InuYasha se asustó -…el seguro…- dijo comprobando que este no estaba puesto en la puerta, pero ya no había tiempo.

Cubrió a InuYasha con las mantas, rogando por que el niño no saltara sobre la cama como era su costumbre, y por esta única vez, solo le hablara desde el umbral.

-No te muevas…- le dijo al hombre que se quedó en silencio y cubierto tal como ella lo dejara, recostándose un poco sobre él como si fuera una gran almohada.

Senkai entró con bastante agitación, sosteniendo el pomo de la puerta, extrañamente sin hacer su habitual entrada triunfal, cayendo sobre Kagome.

-Mamí… dice mi tío Houjo, que bajen a desayunar – dijo con tanta normalidad, que Kagome por un momento no supo qué responder.

-Si…- fue todo lo que pudo musitar, escuchando la risa de InuYasha bajo la colcha, Senkai cerró la puerta.

-Creo que el niño se lo ha tomado mejor que nosotros…- dijo InuYasha divertido, descubriendo parte de su cuerpo, mientras que pasaba una pierna tras la figura de Kagome, con el fin de abrazarla desde esa posición, besando sus hombros.

-Ya verá Houjo…- expresó cerrando los ojos ante el contacto de los labios de InuYasha, se giró dentro del abrazo en que la mantenía y lo besó en los labios, con tanto amor…

-¿Qué sabe Senkai sobre mí?... – consultó manteniéndola abrazada.

-Que eres su amigo "grande"… - respondió con tranquilidad

-¿Y cuándo podré decirle que es mi hijo? …- continuó consultando.

-Pronto amor…- sonó la voz de la mujer, para luego acercarse para tomar la boca que la invitaba, pero aquel beso fue interrumpido, por un sonido algo metalizado de un teléfono, el de InuYasha…

-Responde…- dijo ella con suavidad presintiendo de lo que podía tratarse, él la observó y suspiró para buscar entre las ropas que aún yacían en el piso, su teléfono, miró la pantalla de este y se sentó en el borde de la cama, no quería responder, sabía que al hacerlo estaría regresando a la realidad que no deseaba enfrentar, y de pronto, como si ella pudiera comprender a la perfección sintió como lo abrazaba desde la espalda, permitiéndole sentir la calidez de su cuerpo aún desnudo.

-¿Si?... - consultó luego de oprimir el botón.

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Llegó a la oficina aquella tarde ya, tenían tantos sentimientos encontrados dentro, por una parte estaba el pesar que le causaba el tiempo que tendría que esperar poder tener a Kagome y su hijo, junto a él… y por otro Kikyo y la cláusula que la llevó a la fama…la puerta de ébano se abrió sin que él autorizara, dando paso a la figura femenino de su novia.

-Solo vengo para informarte, que dentro de un mes, a contar de hoy, nos casaremos – dijo Kikyo, sintiendo en su espalda correr el frío ante las palabras de la mujer, - mientras antes comencemos con esto, más pronto terminara…

Continuara

Puchas gomen por no hacerlo más largo, pero ya me caigo de sueño y bueno mañana tendré tiempo para otro más… muchas gracias por los reviews…me encantan

Besitos

Anyara cayendo en brazos de Morfeo…. Ahhyyyyy y tiene los ojito de color doradop…