Capítulo XXIV
Tan egoístamente mía
Ese momento,
Cuando tus pasos van sonando en la escalera,
Me vuelvo loco, mi sangre hierve y mi pulso se acelera
Y me imagino la humedad de tu esperado respirar
Y me estremezco de saber como te voy a conquistar
Ese momento,
Que considero tan egoístamente mío
Llenaba su boca con la de ella, deslizando con suavidad sus manos pro el cuello y por los hombros despojándola del abrigo que traía, sin importarle que éste cayera al piso, una mano subió tras su nuca, mientras que la otra la asía por la cintura, pegándola a su cuerpo, sintiendo como Kagome también lo apresaba, rodeando su cuello, desesperada como él, con un sentimiento de angustia en el alma, sintiendo el amargo sabor a la separación inminente en aquel beso… ¿pero por qué?... se preguntaba… y era tan simple, presentimiento… ¿acaso sus vidas se convertirían en esto por los próximos meses?... ¿momentos ansiedad, de entrega y desesperación por la ausencia posterior?... la besó más profundamente aún, sintiendo como sus mejillas se humedecían de forma calida, sabiendo a la perfección que se trataba de las lagrimas de Kagome, que en este momento experimentaba las mismas interrogantes y el padecimiento que él… respiró sobre sus labios rompiendo el beso, para mirarla, tomando entre sus manos el rostro lloroso de Kagome, que a pesar de todo le sonrió con suavidad, le besó la frente, y las mejillas varias veces, la comisura de los labios, la nariz… lo observó otra vez, sonriendo aún…
-Estoy tan asustada…- confesó, ante el sentimiento que la embargaba, sin saber qué más decir, su amor por él parecía tan fuerte y sin embargó no podía echar abajo las barreras que los separaban… y le dolía tanto…
-Yo también preciosa…- suspiró abrazándola contra su pecho, mientras que ella se escondía de todos en aquel lugar, en su aroma a InuYasha, ese que añoraba a cada hora del día, el que le entregaba paz…
-No quiero estar lejos de ti…- musitó aún oculta, con las manos apresando la camisa del pijama de InuYasha.
-No tengo que hacer esto Kagome… desisto de ese maldito contrato y nos vamos lejos de aquí…- intentaba consolarla, considerando aquella opción como su único escape… irse lejos, con su hijo y empezar de nuevo, sin pensarlo más, sintiendo como ella negaba con su cabeza cada vez más fuerte, empujándose con las manos para liberarse del abrazo.
-No, no puedo…- dijo, alzando el rostro, liberando algunas lágrimas que parecieron saltar de sus ojos ante el movimiento, empujando aún más con sus manos, desesperada y alzando la voz, como pocas veces lo había visto en ella -… ¡¿cómo crees que podría ser feliz, sabiendo que es a costa de la desgracia de otros!...
-Kagome…- dijo en un tono tan débil y dolido, sintiendo el desconsuelo de ella traspasándole el alma, sintiendo como se escapaba de entre sus brazos.
-La felicidad en esas condiciones sería tan efímera, InuYasha…- dijo recogiendo su abrigo sin mirar el rostro del hombre que la miraba sin poder contestar o rebatir aquel argumento… lo sabía, ella tenía tanta razón… pero no quería estar sin ella -… lo lamento…- susurró en un sollozo, dirigiéndose luego hasta la puerta, sin lograr llegar hasta ella, ya que él se interpuso entre ambas, sintiendo como se le oprimía el corazón, ante la sola idea de que todo acabara una vez más, sabiendo que si Kagome cruzaba esa puerta, ya no habría nada…
-No te puedes ir…- dijo casi desesperado, tirando de sus hombros para abrazarse a ella, poniendo una mano tras su nuca y la otra apresando su cintura -… necesito estar contigo… ¿es que no lo entiendes?...
Ese momento,
Donde se acaban expresiones y palabras
Cuando tus manos, se depositan en la fiebre de mi tiempo
Ese momento yo no creo que se pueda describir
Es llanto risa vida plena una forma de morir
Ese momento, te considero
Tan egoístamente mía
Kagome volvió a ocultar su rostro en el pecho de él, cruzando las manos tras la espalda varonil, dejando que unas lagrimas silenciosas que intentaba contener, cayeran, no quería llorar más, pero no podía evitarlo, y presentía que no sería la última vez. Sintió que se inclinaba buscando su rostro y entonces solo pudo cerrar los ojos, dejando que sus labios la acariciaran, sin poder parar de llorar. El abrigo volvió a caer al piso, y se aferró a él y a aquel sentimiento que la asesinaba y la hacía vivir nuevamente, manteniéndola siempre al límite.
-Hazme el amor…- pidió entre besos Kagome, con la voz dolida…
-No tienes que pedirlo…- respondió con suavidad y con el mismo dolor que ella - …lo hago cada día y a cada instante, con solo pensarte…
-No quiero estar sin ti…- habló su desesperación, sus deseos de no separarse más, su debilidad ante las adversidades, en aquel momento que lo que más necesitaba era sentirse amada y completa -… no quiero estar sola…
-No lo estará, jamás…- respondió con tanto sentimiento, sabiendo que esto era lo que Kagome había despertado en él, abrazándola con fuerza y susurrando a su oído -…"algo de mí esta contigo… así como yo lo llevó de ti…"
Ese momento,
Yo lo espero, siempre cada atardecer,
Miro la puerta ese espacio,
Donde vas a aparecer
Ese momento,
Te considero, tan egoístamente mía
-.-.-.-.-
Rin sintió sonar el teléfono sobra la mesa que quedaba en una esquina de su sala, tenía música suave, había estado realmente triste, su alegría innata, se había visto mermada ante el padecimiento en su corazón, llevaba tantos días sin saber ya de Sesshomaru, aún le dolía en la mano la bofetada que le dio, y aunque intentaba buscar algún sentimiento de rencor hacía él en su corazón no lograba hallarlo…¿ acaso así era el amor?... ¿borra de ti todo lo negativo al punto de no permitirte recordarlo?...asió el auricular en su mano y respondió.
-¿Si?...- consultó, sin obtener aún respuesta-… ¿diga?... – insistió, escuchando en el momento en que se disponía a cortar, un suspiro en la línea - ¿quién es?...
-¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?...- preguntó la voz al otro lado del teléfono
-¿Sesshomaru?...- consultó sin creer aún.
-No…- respondió casi en un tono de burla -… simplemente creo que ya no soy ese hombre…
-.-.-.-.-
Elevó el cuerpo femenino a corta distancia de la cama, sosteniéndose sobre sus propias rodillas y su brazo derecho, empujando dentro de Kagome, mientras que ella aferraba sus uñas a la espalda marcada por el esfuerzo, su respiración agitada hasta el límite que conocía, liberando el aire en sonoros suspiros que parecían arrebatarle el último aliento cada vez, los ojos cerrados y el cabello pegado al cuerpo sudoroso, sintiendo apenas como Kagome suplicaba y empujaba en contra de él, con toda la energía que le era posible, desesperada, era como si todos aquellos sentimientos que hubieran compartido antes, estuvieran reflejando su congoja y su dolor, sus ansias de amarse y su dicha, todo mezclado, al punto que no le resultaba posible ya diferenciar entre su placer y el de ella, empujando más y más cada vez, como si aquello hiciera posible que se fundieran en una sola alma y de ese modo evitar la separación que parecía esperarlos sal fin de este acto.
Se movía dentro de ella, libremente, con embestidas profundas, sintiendo como ahogaba un grito en su garganta, intentando quizás conservar esa energía para brindarle a ella el placer que deseaba…
-Ohhh…preciosa…Kagome…- musitaba apenas audible para ella, que gemía cada vez que volvía a golpearla con su excitación, produciendo oleadas puras de pasión, sintiendo ya dentro de ella, como su sangre corría frenética, latiendo en sus venas de forma inclemente, intentando llevar el ritmo caluroso de las embestidas de InuYasha, sintiendo como comenzaba a perder la noción de lo que sucedía, abriendo los ojos para poder vislumbrar el rostro agotado, y comprimido de el hombre sobre ella, que mordía su labio, intentando mantener el movimiento…la miró entonces… y sus ojos dorados, parecían llamas a punto de reventar en un enorme fuego, y entonces ella termino por sentir ese fuego en su vientre, apretándose todo dentro de ella, sintiendo la intimidad de InuYasha traspasando su interior, abriéndose paso, pareciendo que cada vez estaba más dentro de ella… comenzó a jadear y a perder la visibilidad por fragmentos de segundos, volviendo a enfocar las llamas doradas que continuaban escrutando cada reacción de ella, apresurando el ritmo de los empujes, escuchando como la instaba a seguir, ante su inminente desfallecimiento -… vamos preciosa… siénteme…- le pedía casi en una suplica la voz ardiendo en deseo del hombre que amaba… y de pronto todo estalló… sin darle tregua a su cuerpo, convulsionándolo como su se tratara de una hoja asida en un remolino de primavera, sintiendo el beso que InuYasha depositaba entre sus senos, con una devoción imposible… sintiendo como el líquido que liberaba, salía de ella como nunca antes, impregnando la habitación al aroma de su unión…
-Te… amo…-aquello dicho con un la voz arrastrada en un suspiro, que apenas alcanzó a modularlo, pero InuYasha lo escuchó, gatillando que el último ápice de contención en él, desapareciera, ante el éxtasis en Kagome, que había derramado su esencia en él como nunca antes, desbordándose hasta humedecer las sabanas de su cama, logrando que su carne respondiera, embistiéndola un par de veces más, aferrándose a su cuerpo oliendo el aroma de su mujer, unido al de ambos, y susurrando a su oído cuanto la amaba… en el momento en que se derramó dentro de ella, sin poder contener más, un ronco y prolongado gemido de placer que llenó el lugar…
Ese momento,
Te considero, tan egoístamente mía
Mía, mía… mía…
-.-.-.-.-
Una mujer joven, quizás dieciocho años, caminaba bastante despreocupada por las calles de un poblado, iba en dirección a un templo, su rostro pálido y lozano, era algo inexpresivo, aunque una sonrisa suave se dibujaba en sus labios, su cabello muy oscuro y suelto cayendo por la espalda, hermosa, era guiada por un joven, probablemente la llevaba por un par de años, el cabello azabache y trenzado largamente como era tradición de su abuelo, un traje chino es lo que vestía y llevaba a su novia para que finalmente su abuelo la conociera, le había hablado de ella y el anciano lo alentaba en sus planes… la amaba, quería hacer de ella la mujer que lo acompañara el resto de sus días…suspiro ante el recuerdo, sumido en un solitario sillón, un departamento alquilado que dejaría pronto, debía volver a China, después de todo ella se casaría… solo esperaba que fuera feliz… aún no había podido sacar de sus recuerdos el llanto de ella el día que se alejó, el día que el señor Tokiyama la subió a ese barco que la saco de su vida… el día en que no fue capaz de luchar por ella...los prejuicios y las convicciones de algunos por mantener los clanes cerrados, lo habían sacado a él y a sus "estúpidas creencias chinas", como le dijo el padre de Kikyo, del camino…no volvería a ser un cobarde, no esta vez… no ahora que había encontrado alguien capaz de remover ese sentimiento dormido en él…
-.-.-.-.-.-
Algunos días más tarde, estaba InuYasha en su oficina, Sango, quien había sido cedida como un préstamo para cubrir el puesto de Rin que de la nada abandonó su trabajo, mientras daba con una persona capaz, le habló por el altavoz.
-Señor Taisho…tiene una llamada…- la escuchó decir entre risas ahogadas, que notoriamente intentaba contener, entonces apretó el ceño y oprimió el botón para responder a esta asistente provisoria.
-¿Quién es?... – consultó, aún intrigado por los sonidos de trasfondo que oía en la comunicación…
-Es Kagome señor…- respondió ella susurrando lo que a ella pareció un "ya déjame".
-Bien, pásala...- dijo no sin antes agregar - … y Sango, dille a Miroku que sus jueguitos los efectúe fuera de tu horario de trabajo…
-Eh… si señor…
-¿Kagome?...- preguntó ansioso, no la había oído desde aquella mañana en que la llevó hasta su casa
-¿Estas solo?...- consultó ella antes de comenzar a hablar, temiendo por la presencia de Kikyo en aquella oficina.
-No debes preguntar eso… sabes que siempre estoy disponible para ti…- respondió con un tono suave y tan dulce que sintió la sonrisa de Kagome al otro lado de la línea -… te extraño…
-Y yo… necesito verte… hablar algunas cosas contigo…- InuYasha sintió escalofríos ante aquella petición, ¿por qué?... un mal presentimiento vino ante las palabras de Kagome… algo no andaba bien…
-¿Qué sucede?...- consultó denotando su inquietud – ven y lo hablamos…- propuso, sintiendo que no era un tema para tratar por teléfono, además deseaba verla, de hecho ya había pensado pasar a ver a su hijo y a ella después del trabajo… y es que los extrañaba tanto a ambos
-No, prefiero que sea en un sitio neutral…- pidió con suavidad en su voz, pero tan apagada…
-¿Neutral?...
-Sí… ¿qué te parece en el Jardín Imperial?...- propuso Kagome sin detenerse en las preguntas que InuYasha debía estarse formulando… pero es que debían hablar… y la oficina no era un buen lugar, no deseaba toparse con Kikyo, y bueno, cualquier espacio cerrado a solas, no era bueno, ya que su amor se desbordaba y no les daba tiempo de ordenar esta situación que parecía cada vez más insostenible…
-Si esta bien… en el Jardín Imperial…- respondió sintiendo que el corazón comenzaba a latir más lento, le dolía y por anticipado…
Continuará…
Bueno creo que este capítulo ha tenido un poco de todo no?... vamos descubriendo ciertos sentimientos de personajes, por ejemplo Bankotzu… Sesshomaru por su parte esta cada vez más metido en su lió y según yo sufriendo por sus propios prejuicios… aunque debo darle el crédito del arrepentimiento, creo que jamás es tarde para el…InuYasha y Kagome… que decir, aún les queda un trecho que recorrer, espero que las piedras en el camino no sean de tamaños colosales y que finalmente estén unidos… ahhahahaha… he suspirado… como me gustan esos momento íntimos de ellos, es que se expresan tanto en esas entregas…
Espero haber entregado un trabajo que les agrade y que me dejen mucho mensajitos que son mi paga cada día, para este segundo y altruista trabajo que me he impuesto…
Cuídense mucho y besitos
Anyara
