Capítulo XXV

Mi amor por ti

Salió de su oficina, para encontrarse con su chofer, muy sentado sobre el escritorio de su asistente, que parecía luchar por sacarlo de ahí, una escena que le provoco, dentro de todo, un sentimiento de bienestar, pero no quiso demostrarlo, ciertamente debía mantener la disciplina de aquel lugar.

-Vamos Miroku – fue lo que dijo al pasar frente a ellos, dirigiendo luego unas palabras a Sango - …si llama alguien, diles que no regreso hasta mañana.

-¿Y si es su novia?…- preguntó Sango quizás con una doble intención, de hecho ya se le había hecho muy extraño que su jefe desconectara el teléfono directo y que respondiera con tanta premura una llamada de su ex asistente…definitivamente Miroku seria torturado, y ella ya sabía bien como hacerlo… de pronto, y de la nada se preguntó… ¿mis tácticas serán mejores que las de esa maestra de inglés que tanto recuerda?...

-Solo dile que salí…- respondió pasando delante de Miroku que le cerró un ojo a Sango y le lanzó un beso.

Se bajó del automóvil, dejando a un interrogante Miroku, que aunque intentó averiguar lo que le sucedía, solo logró saber con quién se reuniría, luego de eso, comenzó a caminar por el extenso parque, aspirando el aroma a la tierra húmeda observando a alguna distancia, la figura de Kagome, que lo esperaba en el sitio acordado… aquel mismo puente de madera en el que decidieron el lugar en el cual vivirían. Avanzaba lentamente, con las manos dentro de los bolsillos del pantalón, en esta oportunidad traía abrigo, la tarde estaba helando y se preguntó si ella no tendría frío, se veía bastante pálida desde la distancia en la que se encontraba, quería estar junto a ella lo antes posible, pero contrario a ello, sentía gran temor de escuchar lo que tenía que decirle…

-Puntual como siempre…- intentó saludarla con cierta alegría, a lo que ella le respondió con una sonrisa suave y aquella calidez marcada en sus ojos, que le parecieron serenos, pero tristes.

-No tanto acabo de llegar… - le respondió extendiendo su mano pidiendo la de él, a lo que InuYasha respondió acercándose a ella y rodeando luego su cintura para inclinarse y besarla. Kagome le respondió con suavidad, rompiendo el beso antes de que se encendiera demasiado, notando los ojos preocupados de InuYasha.

-¿Qué pasa preciosa?...- preguntó, con el ceño arrugado, pero la voz suave, buscando la mirada baja de la mujer que mantenía apresada entre su cuerpo y el barandal del puente.

-Tengo algo para ti…- dijo, liberándose un poco del abrazo y buscando dentro de su bolso, un sobre que parecía antiguo, aunque permanecía completamente sellado, se lo extendió y él liberó su cintura para recibirlo entre sus manos, lo miró con algo de sorpresa, la que se acrecentó cuando vio la femenina caligrafía de Kagome, impresa en el y su antigua dirección en China.

-¿Esto es antiguo?...- pregunto algo desconcertado, notando como ella asentía sonriendo aún.

-Es una carta que escribí para ti, cuando nació Senkai…- contestó -… la verdad pensé enviarla muchas veces… pero bueno, la historia la conoces, simplemente no me atreví.

-¿Cuándo nació Senkai?...- repitió, abriendo el sobre rápidamente, metiendo éste en su bolsillo y abriendo la hoja, claro que era su letra, tan perfectamente definida, con un delineado delicado y que en algunas letras específicas le daba ciertos toques particulares.

Se sentó sobre el barandal y Kagome sonrió recordando que siempre hacía aquello, dos mechones de cabello oscuro cayeron por sobre sus hombros, mientras que sus ojos dorados se concentraban en el papel que sostenía.

"Mi amado InuYasha:

A pesar de lo que dijiste en aquella última llamada, aún te sigo llamando en mis pensamientos y recuerdos de ese modo, me he sentido muy sola desde que partiste, no he podido comprender la razón de tus palabras, pero eso ya no interesa. Te escribo, por que hay una nueva razón en mi vida, que ha cambiado notoriamente mi percepción de lo importante…sabes hay algo que no pude decirte, algo que quería que supieras y quizás compartieras… desde hace unas semanas estoy viviendo con alguien, su cabello es oscuro, y sus manos grandes y de dedos finos, me recuerdan a los tuyos, muy bullicioso, como solías ser cuando se te pasaba la hora de la comida… ¿recuerdas?... e increíblemente dulce cuando duerme… su nombre es Senkai… y es tu hijo InuYasha… habría deseado que tuviera el color intenso de tus ojos, y se lo comenté al médico, él solo dijo que los niños no definen el color de ellos, hasta algún tiempo más, incluso y dadas las características de los tuyos, dijo que podían ser años…

El día que Senkai nació, te necesite enormemente y ya no sabía si lloraba por el dolor del parto, o por no tenerte a mi lado… un hijo es maravilloso y habría querido compartir aquel sentimiento a tu lado…

Era todo lo que deseaba decir, además de que te extraño mucho, que no ha habido ni un solo día en que no te piense… y ni una sola noche en que no te llore en silencio…pero tengo una nueva razón para seguir adelante, y aunque parezca ilógico a los ojos de muchos… te lo agradezco infinitamente…conservando este amor por ti, como un secreto profundo en mi alma…

Kagome "

Sentía como un nudo se le formaba en la garganta al ir leyendo cada línea, y sentir en aquellas palabras el amor que Kagome iba depositando, ese que sentía por él y que jamás mermó, al contrario pareció acrecentarse motivado pro su amor por el hijo de ambos, al que gestó sola, y que dio a luz, sola también, manteniéndose de ese modo todo este tiempo… sentía que su culpa era tan enorme, pesando sobre su espalda al punto de encorvar su figura… pero de pronto, dentro de la nada en la que estaba sumergiéndose, sintió unas manos que a pesar de encontrarse frías, le entregaban una cálida caricia.

-No te la entregué para que te pusieras triste…- dijo Kagome, alzando el rostro de InuYasha hasta poder encontrarse con sus ojos dorados, mostrándole una suave sonrisa -… lo hice para que pudieras vivir a través de ella, el nacimiento de tu hijo…- concluyó, sintiendo las manos de él que aún con la carta en una de ellas, asís sus mejillas y la besó con fervor apasionado, agradecido de cada palabra de amor que ella era capaz de entregarle para confortar su alma.

-Gracias…- fue todo lo que pudo decir, luego de liberar los labios enrojecidos de Kagome, notando como ella se lo mordía, demostrando nerviosismo en ello, y es que la conocía, algo no andaba bien y no sabía como decírselo. La acomodó para que quedara de espalda a él, permitiéndole aspirar el aroma de su cabello, observando el ocaso que parecía próximo, el cielo algo cubierto por las nubes -… dime que te inquieta…- pidió…

-Quiero que sepas…que te amo muchísimo…- dijo, aprisionado una mano sobre las que aprisionan su cintura, y con la otra alcanzó el cabello de InuYasha y acarició enredando los dedos en ellos.

-Eso lo sé…- respondió intentando conservar su serenidad, sintiéndose demasiado intranquilo, instándola a que digiera lo que se le atoraba en la garganta.

-Me voy a China InuYasha…- soltó sin mayor preámbulo, dejando en completo silencio al hombre que no supo, por unos segundo, qué decir. Kagome se giró en el abrazo y se quedó frente a él, que la observaba frunciendo el ceño cada vez más.

-¿A China?...- preguntó al fin, como una reacción que ella ya prevenía, asintiendo levemente. Mientras que InuYasha cerraba los ojos y tomaba aire, como intentando contener la furia que estaba sintiendo, y ella lo sabía -… ¿sola?...- consultó, aún con los ojos cerrados.

-Con Senkai, por supuesto…- respondió, sintiendo como la presión de los dedos de InuYasha se acrecentaba sobre su cintura, sin decir nada, notando, como entonces apretó su mandíbula en señal de molestia, ya que sabía que a pesar de ser le padre, no tenía ningún derecho moral de exigir que no se lo llevara.

-¿Por cuánto tiempo?...- consultó aún con los ojos cerrados, ante la admiración de Kagome que pensó que estallaría mucho antes, incluso, ante la primera palabra.

-El necesario…- fue lo que dijo, con su voz suave, intentando no demostrar su intranquilidad, sabía que InuYasha estaba apunto de dejar salir uno de sus arrebatos, aquellos impulsos que lo gobernaban, y no estaba equivocada.

-¿Necesario para qué?...- exclamó con energía, dejando que su profundo tono de voz llenará el ambiente, provocando que incluso algunas personas que cruzaban el puente se giraran a mirar a la pareja -…¿para que ese estúpido se gane un lugar en tu corazón haciéndome a un lado?...

-No InuYasha… sabes que eso no es posible…- intentó sonreírle, sin mucho éxito.

-Tú eres mía…- dijo, apresándola para que sintiera su entrepierna, como un acto casi animal y completamente inconsciente de pertenencia.

-InuYasha por favor… trata de entender…- le pidió ya con los últimos vestigios de paciencia que le estaban quedando, aún rodeada por los brazos de él...

-¿Que entienda qué?... que te iras con ese maldito, para hacer tu vida con él… ¿pretendes que además te vaya a dejar al avión con mis buenos deseos?...- dijo casi al borde del descontrol, tan molesto que parecía que los ojos le llameaban, la voz se le escuchaba estridente perderse por la inmensidad del jardín en el que estaban, tanta era su ira, que parecía que incluso el agua bajo el puente formaba pequeñas olas.

-¡Voy a trabajar InuYasha!...- exclamó alzando la voz, sin alcanzar en lo más mínimo el tono que él lograba.

-Trabaja conmigo… el puesto sigue vacante…- dijo triunfante, intentando por todos los medios que ella se quedara.

-Jah… ¿junto a tu esposa?...- preguntó sarcástica.

-Te recuerdo que es tu conciencia la que me esta obligando a casarme…- objetó, como si aquella frase le fuera a dar la victoria.

-Y yo te recuerdo que fue tu pluma la que te metió en esta problema…- aseveró certera, después de todo él había firmado sin que nadie lo obligara, y ahora estaba forzado a cumplir.

-Maldición Kagome…- dijo mirando a un costado, evitando los ojos oscuros de ella, sabiendo que tenía razón, eran solo sus malas decisiones las que los habían puesto en esta situación.

-Mírame…- pidió, acariciando un mechón de su cabellos que se había escapado por sobre la solapa de su abrigo, pero él solo hizo una mueca, sin querer hacerlo, tan molesto – InuYasha…- llamó

-¿Qué?...- preguntó casi en un gruñido, fijando su dorado mirar en el rostro pálido de Kagome, preguntándose si sería la última vez que la vería, sintiendo que de alguna manera entendía que quisiera alejarse de todo este podrido asunto de intereses financieros, pero sin poder evitar que su corazón sintiera el abandono.

Mírame, por favor

Aquí estoy con mi dolor

Ella dio un paso atrás

Un adiós y no queda más.

-Quiero que entiendas que no importa en dónde este, yo te amo…- dijo, acariciando con el dorso de sus dedos la mejilla algo encendida por la discusión.

-Kagome… me duele separarme de ti, de mi hijo… quiero que sepa que soy su padre… quiero tantas cosas…- dijo lo último con la voz apagada…

-Necesito estar lejos… al menos por el tiempo que necesitamos para estar juntos…- respondió, dando un suave beso en los labios, que no fue respondido, provocando desconsuelo en ella - … a Senkai podrás llamarlo y cuando todo esto termine… le diremos que eres su padre…

-Kagome… me duele…- le dijo, mientras que hundía su rostro en el hombro de ella, escondiéndose en sus hebras azabache, mientras que Kagome acariciaba su cabello.

-Puedo sentirlo… pero no soportaría estar todo ese tiempo tan cerca de ti y sabiéndote con ella…- respondió besando su mejilla con suavidad - … no te rindas… por qué yo no lo haré…- le susurró

Bella, bella al amanecer

Sola para mí

Bella, belleza de mujer

La vio alejarse tras la puerta de bambú que cercaba su casa, echó hacía atrás la cabeza, descansando en el respaldo del automóvil, cansado de todo, y con solo tres semanas para su boda… ¿resistiría todo un año?... no lo sabía, su amor por Kagome era tan fuerte, tanto como el que había alimentado por Senkai… su familia… sacó la carta desde el bolsillo de su chaqueta, en tanto Miroku lo conducía hasta su solitario hogar, mirando de reojo al hombre que fijaba los ojos dorados en la letra escrita en la blanca hojas entre sus manos… InuYasha había cambiado… ¿o se había reencontrado?...suspiró decidiendo que no era momento para preguntar nada…

Ella todo me lo dio

Desde alma, hasta la piel

Fue mi verso y mi papel

Fue mi amiga y fue mi amor

Conocía mi interior como bola de cristal

Me alejó de todo mal

Me dio su corazón…

Kagome se apoyó en la puerta de bambú al cerrar, sabiendo que esta era una decisión difícil, pero necesitaba ocupar ese año en algo productivo y que la alejara de esto, por qué a pesar de lo fuerte que era, no soportaría verlo a escondidas y más aún sabiendo que debía partir al lecho de otra mujer…

Continuara…

Hola a todos… este ha sido un capítulo un tanto extraño para mi gusto… creo que fue de esos aclaratorios importantes… solo espero que lo disfruten y si… estoy pensando en el volumen dos del sountrack de este fic… ejjejeje… son loqueras mía y de una amiga… se me cuidan y dejen mensajitos…

Besitos

Anyara

P.D.: espero por ti…