Capítulo XXVII

En la soledad

La llamada en el altavoz le indicaba que debían abordar su vuelo, llevaba consigo un pequeño bolso de mano, el cabello suelto y pantalones ajustados, los brazos cruzados sobre el pecho, inspeccionando con los ojos marrones a los desconocidos rostros que pasaban a su alrededor, buscando entre ellos uno familiar, buscándolo a él… con la mínima esperanza de que viniera a despedirlos… pero luego comprendía que aquello era pedir demasiado…

El altavoz, volvió a llamar y Bankotzu la tomó por el brazo al notar su distracción, Kagome lo miró y cuando logró enfocar los ojos oscuros del hombre, le sonrió algo extraviada, tomó de la mano a Senkai, que había permanecido como nunca en silencio y se encamino hasta la puerta de abordaje, para partir rumbo a China…

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Ni siquiera se detuvo cuando paso frente al escritorio de la asistente que Sesshomaru había contratado, su paso era firme, el ceño arrugado, al igual que el papel en su mano derecha, a diferencia de la izquierda, que solo ejercía presión en una esquina de la hoja. Empujó la puerta de la oficina de su hermano, golpeándola contra la pared, como hiciera él años atrás con la de su habitación, para encontrarse con unos ojos tan dorados como los suyos, fríos e inexpresivos.

-¿Qué esta pasando?...- preguntó Sesshomaru, sin alzar siquiera la voz ante la irrupción de InuYasha, pero conservando el tono seguro y profundo que ya era un sello de la familia Taisho.

-¡Dime tú, maldito!...- gritó exasperado, arrojando la carta arrugada sobre el escritorio, casi a punto de caer a los pies de Sesshomaru que se había incorporado de su asiento en cuanto lo vio entrar - … esa carta es falsa, jamás intimaste con Kagome…- aseguró con los ojos encendidos enfrentando el rostro silencioso de su hermano que no rebatió en lo más mínimo su argumento – responde Sesshomaru…

-¿Qué quieres que te diga?...- consultó dándole en ese momento la espalda, para observar los edificios a través de la imponente vista del lugar.

-Tus retorcidas razones…- esgrimió, con fuerza, apoyando sus manos de un solo golpe sobre el escritorio, logrando que Sesshomaru lo observara de reojo, con aquel aire de superioridad que poseía.

-Simple…- respondió – era una pobre chiquilla, que ni padre tuvo, hija de la cocinera... indigna de pertenecer a nuestra familia…- dijo, clavando su mirada dorada en el horizonte, frunciendo el ceño, ante el dolor que le ocasionaban sus mismas palabras… recordando que aquellas eran las causas por las que había separado a Rin de su lado.

InuYasha inclinó la cabeza, dejando que su cabello cayera por los costados, tensando la mandíbula, cerrando los puños sobre el escritorio, intentando controlar la ira que lo comenzaba a embargar, con un deseo increíble de caerle a golpes a su hermano, maldecía el haber sido tan ciego y no comprender desde un inicio que todo era una treta de él… su desconfianza lo estaba haciendo pagar un duro precio…

-Hasta cuándo comprenderás que las clases sociales, la razas, incluso el color de la piel no son más que adornos exteriores, que no marcan lo que eres desde dentro…- exclamó, con la voz profunda y dolida aún con la mirada baja y apretando cada vez más los puños, al punto que sentía que ya llegaba a su límite, Sesshomaru por primera vez sentía que escuchaba a su hermano, y en él, las palabras de su propio padre - ¿te das cuenta que la que debió ser mi familia, esta en este momento tomando un vuelo a China?...- Sesshomaru no respondió, resonando en su mente la voz profunda de su hermano, "la que debió ser mi familia"…¿a qué se refería con eso?...

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Habían pasado dos días, desde que Kagome y Senkai partieran a China, y aún no tenía noticias, ella le había dicho que en cuanto estuvieran instalados se comunicaría, e InuYasha insistía en mantener libre la línea de su teléfono directo, por si ella llamaba, ansiaba tanto escucharla, así como a su hijo, la voz del pequeño permanecía en sus recuerdos, aquel último día que compartieron, y la despedida tan dolorosa que había tenido con Kagome, aunque ya prevenía que ese sufrimiento sería mínimo frente a los días que lo seguirían, la soledad y la tristeza. Miroku lo observaba en silencio, ya sin siquiera atreverse a preguntar nada, y es que no deseaba hablar… sentía que todo a su alrededor había perdido sentido… que caros se pagan los errores… y el suyo, fue dejarse llevar por emociones negativas, que lo llevaron a dudar de Kagome…

Yo quise imaginar

Que sabría esperar

Engañándome sin más

Siento tanta soledad

Que no veo ya el final

De este eterna ansiedad

Vio como se abría la puerta de ébano de su oficina, dejando al descubierto la figura hermosa de una mujer que le parecía tan desconocida, pero con la que sin embargo compartiría en pocas semanas una vida, una mujer con la que muchos le proyectaban un prospero futuro, una mujer inteligente y emprendedora, que era un muy fuerte apoyo en su trabajo y que probablemente le daría hijos hermosos.

-InuYasha… necesitamos ajustar algunos detalles para la boda…- dijo, deteniendo su andar justo junto al escritorio, mientras que estaba chequeando unos papeles que mantenía en la mano, lo que a InuYasha le pareció una lista enorme con muchos nombres, se limitó a guardar silencio, divagando aún en sus pensamientos, escuchando lejana la voz de Kikyo, que permanecía a su lado - … en la lista de invitados ya voy en trescientos, y aún nos faltan…

Se quedó ahí, tal como estaba cuando entro su novia, la veía mover los labios, indicándole una serie de cosas de las que ni se enteraba, la observó sentarse frente a él y vio como su cabello oscuro y liso, este día suelto, se deslizaba sedoso por sus hombros cayendo hacía adelante, la piel pálida, las manos finas, podía percibir a la distancia la voz, suave, tan parecida a Kagome, que incluso le asustó…cerrando los ojos, y recordando vagamente el día en que la había visto junto a su padre en Shinidama-chuu Company.

-Seños Taisho – se escuchó la voz de un hombre tras él, InuYasha se giró ante el llamado del señor Tokiyama, un hombre bastante alto y con un aspecto amable, a pesar de lo endurecidas de sus facciones, cuando lo conoció no pudo evitar preguntarse si eso era lo que dejaba el mundo de los negocio en quienes dedicaban su vida a ellos – le presento a mi hija…- dijo el hombre, pero InuYasha ya estaba fijo en ella, fue como un golpe a sus recuerdo, trayendo de inmediato la imagen de la mujer que parecía no querer salir de sus pensamientos.

-Buenos días…- dijo InuYasha extendiendo su mano para saludarla, notando los rasgos claros de su piel, tersa como porcelana, sus labios, de un tono carmín, que esbozaban una amable sonrisa, el cabello oscuro, casi azabache suelto por la espalda, recibió los delgados dedos de la mujer respondiendo a su saludo.

-Mucho gusto… mi nombre es Kikyo…- pero bastó con que enfocara sus ojos oscuros con lo de él… tal como ahora, y comprendió que la calidez salida de Kagome… no era reemplazable…

Por qué sin tu amor

Me derrumbo,

Soy solo carne y huesos yo sin ti

No me salvaré esperándote

Un minuto sin tu amor

Es un infierno en mi interior

Kikyo continuaba hablando de una serie de preparativos, ciertamente notando la falta de entusiasmo que lo embargaba , quizás como comprobando una teoría que tenía con respeto a este hombre, que se veía tan apasionado en todo lo que hacía, eso le había llamado profundamente la atención, aquellos intensos ojos dorados que le hablaban de un mundo, algo que recordaba haber visto antes en los ojos de alguien más… bajo la mirada centrándose nuevamente en las líneas escritas, pero despejando su mente de inmediato… hacía mucho que decidió que había cosas en las que no valía la pena pensar ya…

-InuYasha... ¿me vas a prestar atención?..- consultó con reproche, pero sin elevar el tono de su voz, manteniendo aquella actitud recta de dama que solía tener.

-Lo siento Kikyo... es que…- la miró cuando le reclamó, respondiendo por inercia intentando justificarse, no tenía nada en contra de ella y eso lo hacía más difícil aún, ni siquiera se había puesto a pensar en que era lo que Kikyo sentía, no había mediado palabras de amor entre ellos, ambos sabían que esto era un arreglo, pero tal vez ella conservaba la idea de que las cosas cambiarían… - solo que…- no sabía en realidad que decir, hacía mucho que sus argumentos convincentes se habían esfumado, dejando a un InuYasha demasiado consumido.

-Si ya veo… ni siquiera una buena excusa tienes, pero eso es mejor que una mentira…- dijo poniéndose de pie, para salir del lugar…

-Kikyo… yo no…- se puso de pie e intentó decir algo, sin saber qué, simplemente no la conocía y se desposaría con ella en unas semanas, tragó saliva, apretando los puños apoyados sobre el escritorio, ella lo miró y le sonrió levemente, apretando la lista de invitados contra su pecho, con los brazos cruzados.

El teléfono comenzó a sonar e InuYasha se alteró posando su mano en el auricular, para luego mirar el rostro de Kikyo, que hizo un gesto como en espera de que hacía él, si responder finalmente o tomar la llamada que por la expresión de aquellos ojos dorados, parecía muy importante.

-Esta bien InuYasha… - dijo en un tono tan comprensivo que él no lograba asimilar, parecía una buena mujer, pero él no se había dado el tiempo de conocerla - … tú tienes tus conflicto, así como yo tengo los míos, cuando acordamos este contrato no teníamos nada que perder, al menos así lo entiendo yo y por mi parte sigue igual… ¿qué me dices de ti?...- consultó con los ojos oscuros y tan punzantes, que le pareció por un instante que le estaba leyendo los pensamientos, y no supo que responder – me lo imaginaba… - dijo finalmente Kikyo dejándolo solo – toma tu llamada… ella debe estar esperando…

-¿Si?…- consultó llevándose el auricular hasta el oído, observando la figura femenina cerrar la puerta, provocando en él algo de curiosidad… ¿quizás podría conocerla mejor?... pero aquel fugaz pensamiento, se evaporó ante la voz ansiosa que le respondió.

-China es bonito, pero algo frió…- escuchó la voz de Senkai al otro lado del teléfono- … si, si…- parecía reclamar algo contra de otra persona - … hola InuYasha…

-Hola Senkai, ¿cómo estas?...- consultó sintiendo como un nudo se formaba en su garganta teniendo que tragar saliva para obligarse a pasarlo.

-Bien… bueno extraño al tío Houjo y la tía Eri… aunque solo un poco… el balancín de la aldea de Kaede, pero mamá dice que me llevará a un parque más tarde – respondió el niño con aquella usual franqueza que poseía y que a él tanto le gustaba.

-Y dime… ¿me haz extrañado?...—preguntó, con un tono tan suave, la conexión que tenía con aquellos dos seres que en este momento se encontraban tan lejos de él, era lo único que le demostraba que estaba realmente vivo, el único sentimiento pleno dentro de su alma, pero con aquella amarga sensación a frustración de saberlos tan distantes…

-Si… extraños los automóviles… ¿me traerás uno pronto?...- en ese momento InuYasha comprendió que Senkai dentro de su inocencia infantil, no comprendía lo alejados que estaban físicamente – aunque creo que mamá te extraña más, ya que hoy no se cansaba de repetirme que me pasaría el teléfono para llamarte…

-¿A sí?... – dijo divertido InuYasha sin poder contener una sonrisa algo lacónica, pero que en ese momento era toda la dicha que podía tener, saber que sus seres más amados estaban al otro lado de la línea - … ¿y ella me querrá hablar?...- consultó, sintiéndose tan absurdo, siendo un hombre maduro con mariposas en el estómago.

-No lo sé… me hace señas que no le entiendo…- decía algo distraído Senkai, como si intentará comprender el lenguaje mímico que había iniciado su madre - … toma mamá…- insistía, sintiendo como la voz de pequeño se alejaba del auricular imaginando que se lo extendía a Kagome… suspiró pensando en que después de todo la distancia parecía comenzar tan pronto a separarlos.

-InuYasha…- escuchó la voz femenina que al parecer había decidido responder, algo temblorosa.

-Kagome…- susurró sintiendo como perdía las fuerzas.

-¿Cómo haz estado?...- consultó la mujer, comprendiendo que aquella más parecía una cortesía que otra cosa.

-Creo que bien… - respondió sin saber realmente como responder aquella pregunta, decirle ¿que estaba tan triste que en este mismo momento luchaba por no dejar que su voz se quebrara?... – ¿y tú?…

-Bien…- dijo sin mucho animo tampoco – aquí hemos estado con… - se silencio antes de decir el nombre, que InuYasha inmediatamente captó en su mente, Bankotzu, apretando la mandíbula, Kagome le había dicho que ellos habían dejado su relación en una amistad, para que la parte laboral no se viera afectada… debía confiar en ella, no podía cometer el mismo error dos veces -… bueno dejando todo en orden…

-Ya veo… - respondió InuYasha, con el corazón oprimido por los celos, pero conteniendo lo más posible sus impulsos, notando como el silencio se produjo entre ambos - … Kagome…- pronuncio, como su deseara decir algo más

-¿Si?...- consultó ella, esperando sobre un nuevo segundo de silencio, en el que escuchaba la respiración agitada de InuYasha, por el nerviosismo, mordiendo ella también su labio en espera de las palabras que deseaba escuchar, pero que debido a esta decisión no se atrevía a dar.

-No… no es nada…- susurró desalentado finalmente, sin saber que ella tenía la misma sensación al otro lado -… cuídense mucho…- pidió.

-Si…- aseguró con la voz dolida – lo haremos…adiós InuYasha…- dijo dejando escapar un suave suspiro que él recibió con los ojos cerrados, tragando nuevamente aquel nudo que se formaba.

-Adiós Kagome…

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"Adiós Kagome"… ¿por qué le dolían tantos esas dos palabras?... más que cualquiera, más que si le estuvieran quemando a fuego el cuerpo… acariciaba con las palmas abiertas las sabanas de su cama, mientras que su mirada permanecía fija en el techo de la habitación en penumbras, elucubrando en su mente los momentos que vivió con ella, en lo que parecía un tiempo tan lejano…aquel nudo en su garganta se formó otra vez… pero en esta oportunidad no tenía que ocultarlo ante nadie…

La distancia entre los dos

Hace fuerte nuestro amor

Sin olvido ni rencor

Por favor que acabe pronto

Esta pesadilla cruel

Que hace perder mi control

Me consume sin piedad,

Pensar que un día volverás

Sentir tu piel

Y abrazar todo tu ser.

Los sollozos eran tan profundos, como si se tratara de un niño, en el cuerpo de un hombre, llenando el espacio de aquel solitario departamento, la madrugada llegaría pronto… y él no lograba sentir nada más que su dolor…

Continuará…

Ahhh que tristeza me da… puchas que puedo hacer… ya tendremos que inventar algo para poner a InuYasha un poco mejor, miren que el pobre esta en una depresión que te la encargo…¿alguien se ofrece para consolarlo?... o de lo contrario tendré que hacer valer el derecho de novia que tiene Kikyo… bueno veremos… me pondré a escribir el siguiente…

Besitos

Anyara

P.D.: sin P.D.