Capítulo XXIX

Nuestro despertar

Mi pasión mi corazón

Lluvia de mayo sol de invierno

Que me esta asando qué tendrás

Tal vez encanto,

Veneno

Abrió pausadamente los ojos, notando que estaba sobre alguien, lo primero que percibió fueron sus manos rodeando un cuerpo, su olfato capto el perfume floral inconfundible y en cuanto tuvo noción del modo en que se había dormido, recordó que permanecía sobre el regazo de Kagome, se descubrió cubierto con la colcha de la cama, que había sido literalmente enrollada alrededor de ambos, observó hacía arriba y se quedó contemplando su rostro, permanecía dormida en una posición que le pareció bastante incómoda, sentada y apoyada en los almohadones, de seguir de ese modo, su descanso sería mínimo. Se apoyó a los costados de Kagome, descubriéndose un poco, subiendo mientras que observaba el reloj de la mesita de noche que ya marcaba las tres y veinte de la madrugada, metió su mano tras la espalda y la acercó hacía su pecho, intentando acomodarla entre sus brazos.

-Despertaste…- susurró ella aún entre sueños, con los ojos cerrados apoyando una de sus manos en el pecho de InuYasha.

-Shhh… duérmete…- murmuró, acomodando la cabeza de ella sobre su brazo, Kagome se acomodó, dejando que se descubriera un poco su hombro, él acomodó su cabello despejando el lugar, para dejar sobre la curva del cuello un beso suave

-Mmmm.…- suspiró Kagome sonriendo aún con los ojos cerrados, apoyando ahora su cabeza en el pecho varonil, absorbiendo el perfume que emanaba de él.

InuYasha, rozó con las yemas de los dedos, la piel descubriendo el hombro por completo, empujando el tejido de hilo que llevaba como prenda Kagome, quien solo se dejaba hacer, sin moverse demasiado disfrutando de los mimos que estaba recibiendo, a intervalos suspirando malcriada, sintiendo los dedos que comenzaban a desabotonar la blusa de hilo que vestía, notando como InuYasha la iba despojando de ella, no quería abrir los ojos, sentía los toques de las manos y los labios del hombre con total gozo, notando que aquellas caricias estaban alejadas por completo de ser pasionales, eran solo eso, caricias, mimos suaves y pausados que le agradaban demasiado.

Amante del amor

Quisiera ser la enredadera

Que sube por tu piel de seda

Beberme tu pasión

Amarte entera

Amante del amor…

Soltó el botón que cercaba la cintura de Kagome, para retirar con sumo cuidado los pantalones que ella vestía, rozando las piernas pálidas, causante de muchos admiradores, en el descenso, bajo un poco y beso su ombligo y estómago, rozando con las manos en los costados, formando con sus dedos las costillas, reconociendo las formas en la penumbra que no parecía tan sombría, dejando que sus ojos dorados se posaran en cada centímetro de ella, que comenzaba a abrir los ojos aún con una suave sonrisa en los labios, estirándose un poco, como intentando desperezarse, una vez que su brazo volvió a pegarse a su costado, comenzó a tomar uno por uno los botones que aún permanecían unidos al ojal, en la camisa blanca de InuYasha, de aquella exquisita y suave tela que acostumbraba usar, por un momento se sintió tentada a vestirla, para ver que tan suave era al contacto con su cuerpo… pero ya luego… pensó, InuYasha sintió los labios que tomaban los suyos, delicados pétalos de un rosa hermoso, como lo recordaba y tan dulces, con aquel sabor inconfundible a Kagome… cómo le gustaba saborearlos, eran como una medicina para su corazón… para luego sentir los delgados dedos meterse por el cuello de su camisa y comenzar a descorrer la tela, descubriendo poco a poco su dorso, rozando los hombros, el contorno del inicio de los brazos, recordando a que práctica obedecía aquella forma tan perfecta, artes marciales… siguió por la parte alta de los brazos que marcaban los relajados músculos, rodeo los codos haciendo círculos en ellos, quitando por completo la prenda… para continuar acariciando…

Mi placer, mi dolor

Mi sensatez y mi locura

Tú haz sido todo para mí

Amor violento, ternura…

Permitió que ahora fuese ella quien lo desnudara, se tumbó en la cama, aún sobre la colcha, Kagome recostada a un lado, recorría suavemente con la yema de los dedos el contorno del pecho ya desenmascarado, bajando mientras que formaba con delicadeza primero los pezones, en estado de alerta, que lo parecieron más ante el roce, se estiró sobre InuYasha y tomó sus labios, descubriendo que él ocultaba un suspiro casi silencioso que entro por su boca como aire de vida. Bajo los dedos hasta el borde del pantalón y se deshizo de los broches, con la cabeza ahora apoyada con calma en el pecho masculino, mientras que los dedos del hombre se enredaban con delicadeza en su cabello, deslizándose hasta las puntas, con los ojos cerrados, deshaciendo los rizos que ahí se formaban, él le permitió que deslizara la prenda hacía abajo, desnudándolo también, InuYasha comenzó a buscar el borde de la sabana, y le indicó con suavidad a Kagome que entrara bajo las ropas.

-Cúbrete…- le susurró con sutileza y ella obedeció siendo seguida por el cuerpo varonil, sintiéndose impregnada de su aroma

Se acomodaron abrazados y desnudos, sintiendo la exquisita calidez de la piel, InuYasha rodeo con sus brazos el cuerpo de Kagome y apoyó su mentón sobre la cabeza, sintiendo luego un suave, pro profundo beso en su pecho, y sonrió sintiendo como si ella le estuviese besando el corazón…

-¿No te quitarás los calcetines?…- consultó la voz profunda de él, ya con los ojos cerrados, sintiendo como los pies aún cubiertos de ella se enredaban en sus piernas.

-Es que se me ponen fríos…- respondió, con un brazo pegado a su costado y el otro rodeando la cintura de InuYasha, que rió gratamente ante el comentario, sintiendo de pronto tanta paz en medio de una tempestad, era como el ojo del huracán, que te acariciaba con su aire tibio, mostrando sobre ti un cielo limpio, para volver a atraparte un poco después…

-Pero ahora estas conmigo…- aclaró aún sonriendo y sin moverse - … yo cuido de ti esta noche…

Y los calcetines fueron retirados con ayuda de sus propios pies, acariciando luego con la piel desnuda la desnuda de él… sabiendo que esta noche había sido solo para sentir el amor en el alma, sabiendo que aún les faltaba mucho para volver a estar así de juntos,… pero esta noche con abrazarse y complementarse era suficiente…

-Me encanta el olor de tu cabello…- expresó él, con la voz adormilada…

-A mí el de tu piel…- respondió ella de igual forma…

Amante del amor

Quiero quererte dulcemente

Y beso a beso hasta vencerte

Muy poco a poco, profundamente

Amante del amor…

Sabían que no era necesario más… se necesitaban y el solo tenerse así, desnudos, sintiéndose y reconociendo el calor emanado del otro era suficiente para sentirse completos… esta noche, la pasión estaba adormecida por el dulce licor del amor…

-.-.-.-

Debía de sacarlo ya de la cama, Senkai estaba ya por despertar, su razón le hablaba y sin embargo no se movía ni un ápice del abrazo en el que InuYasha la mantenía, es que sentirse rodeada por sus brazos en la paz que esto le significaba, luego de los días de ausencia y en los que simplemente sentías que te había sacado una parte del corazón, era como estar viviendo todo a la mitad…

-InuYasha…- logró musitar con muchísimo esfuerzo, sintiendo la piel tibia del hombre, que la albergaba en esta fría mañana.

-Mmmjjj…- fue la respuesta que recibió por parte de su adormilado acompañante.

-Debemos levantarnos…- continuó, recobrando poco a poco las fuerzas en su voz, que salía suave de su boca, con los ojos cerrados y el rostro pegado al pecho de su amado -… Senkai despertará pronto…

-Mmmjjj…- fue nuevamente la respuesta, a lo que Kagome hizo una mueca… ¿realmente no la estaba escuchando?... levanto el rostro y enfocó con los ojos algo delicados ante la luz que comenzaba a filtrarse tímidamente por la ventana, notando que él permanecía con los suyos cerrados.

-No me estas escuchando…- reclamo en voz baja, sin estar realmente molesta, sintiendo como los labios varoniles dejaban sobre su frente un beso.

-Si lo hago…- respondió aún con los ojos cerrados y con aquel exquisito y sensual timbre de voz profundo que poseía por las mañanas, cuando apenas comenzaba a afinar sus cuerdas vocales.

-Y entonces… - preguntó… volviendo a poner su cabeza sobre el pecho de InuYasha que la abrazó un poco más fuerte, conociendo la respuesta ya que ella también lo sentía…

-No quiero despertar Kagome… no me obligues… quédate un poco más conmigo…- expresó cerrando aún más el abrazo, mientras que ella le besaba el pecho tal como lo hiciera durante la madrugada…

Se abrazó a él, tocando con la yema de sus dedos la espalda, cerrando los ojos, sintiéndose embriagada en su aroma masculino, ese perfume a InuYasha que tanto le gustaba, respiró profundamente sabiendo que solo horas los separaban de la ausencia que deberían enfrentar, como un frío imperativo en el alma, él beso el cabello azabache algo desordenado debido a sus propios toques, dejando que su corazón fuera resguardado por los besos de Kagome… la única mujer a la que podría amar… ahora que había comprendido el significado pleno de amar…

La manilla de la puerta se giró lentamente, dando paso a una pequeña figura descalza, que traía bajo el brazo un bus de peluche, que tenía el rostro de un gato y las rayas también…sin ser notado aún por los adultos que retozaban entre las colchas, parecían dormidos y a Senkai le llamó profundamente la atención notar que no solo su mamá era la que estaba en aquella cama que por las mañanas en las que ella no tenía que salir a trabajar, compartían, hasta pasado el desayuno. Se acercó sigiloso rodeando los bordes, para ser percibido solo en el momento en que trepó sobre sus pies.

-Senkai…- exclamó Kagome, en cuanto sintió el peso en la parte baja de la cama, soltándose del abrazo que mantenía con InuYasha, quien se alertó también ante la exaltación de la mujer que se cubrió el pecho con parte de la sabana.

-¿InuYasha?...- consultó el niño, explorando con su mirada al acompañante de su madre, que intentaba alcanzar alguna prenda de las ropas que estaban regadas por el piso, a fin de incorporarse.

-Hola amiguito… ¿cómo estas?...- dijo éste incorporándose en la cama, cuidando de que la colcha cubriera lo suficiente.

-Bien… - respondió acercándose hasta su amigo, aún con el bus de felpa bajo en brazo, ayudándose con su otra mano, para quedar sentado justo en medio de ambos, mientras que Kagome, solo logró alcanzar una suave prenda blanca, medio agachada, saltando en su lugar, cuando sintió los dedos de InuYasha, que con el brazo escondido tras el pequeño cuerpo de Senkai rozó su espalda, en la parte baja, justo en donde estaba aquella marca de nacimiento que tenía.

-InuYasha…- su voz sonó a reproche, lo que menos deseaba era que su hijo presenciara una escena como esta antes de enterarse de que InuYasha era su padre, pero el hombre solo sonrió, prestando atención al relato que le entregaba el niño sobre su peluche y una película que había visto… "Mi vecino Totoro"…

Kagome se puso de pie luego de meter las manos dentro de la camisa de seda blanca, que sin pensarlo termino probando, como deseo durante la noche, comprobando que la tela realmente parecía acariciarle la piel, al punto que sentía casi como si estuviera desnuda, se puso de medio lado, abotonando la prenda, mientras que InuYasha le daba furtivas miradas, sintiendo como se iba encendiendo su instinto bajo las sabanas, por lo que decidió restan aún mayor atención en su hijo… sin poder evitar que los ojos se le fueran tras la figura femenina que caminaba descalza sobre la alfombre en dirección al baño.

-InuYasha… ¿estas desnudo?...- preguntó el niño, trayendo abruptamente de vuelta a su padre, que tuvo que sostener la colcha por el lado, ya que Senkai comenzaba a levantarla para comprobar su teoría.

-Sí… lo estoy…- dijo, en un tono de voz bajo y cómplice -… pero si mamá sabe que te dije se molestara con ambos…

-Secreto entonces…- exclamó también en voz muy baja, siguiéndole el juego a su amigo grande, mientras que le extendía su dedo pequeño, en señal de cerrar el trato.

-Secreto…- confirmó InuYasha uniendo su dedo.

-Mamá me dijo que yo vengo de una semilla…- explicó el niño, dejando a InuYasha sin aire, observando la puerta por la que se había perdido Kagome, casi como suplicando por ayuda, pensando en que aún no estaba preparado para sostener una conversación sobre "abejitas".

-¿A sí?...- fue todo lo que llegó a su mente.

-Si… pero ya decía yo que de algún lado tenía que salir la semilla…- dijo intentando nuevamente ver bajo la colcha, e InuYasha lo evitó nuevamente.

Se sintió tan aliviado cuando escucho al puerta del baño abrirse, y a Kagome con el rostro aún perlado por algunas gotas de agua que había puesto en el… era la "caballería", que llegaba una vez más justo a tiempo…

Continuara…

Al fin salió este cap. 29… puchas que me costó, no tanto por el capítulo en sí, más por lo cansada que ando… por ya llega el fin de semana y seguro con ello el último cap…espero que les haya gustado el tema de las caricias y el amor simple… a mí al menos me dejo una sensación agradable

Cuídense muchísimo y dejen alimento para mi alma…

Besitos y gracias por leer

Anyara