Capítulo XXXI

La vida

Se encontraba Kagome sentada en la oficina correspondiente a la Gerencia Comercial, puesto que le había sido delegado por su hermana Kikyo, de la que no se supo mucho más a algunos días de la, algo accidentada boda que habían protagonizado junto a InuYasha, de ello, varios meses… el escritorio lleno de documentos por revisar, muchísimas responsabilidades, pero se había habituado a la labor, le costaba un poco trabajar en el mismo edificio que InuYasha y no verlo prácticamente en todo el día, pero siempre había alguna oportunidad en la que lograba sorprenderla, en ocasiones rompía con todas las obligaciones y se la llevaba una tarde completa a pasear por algún hermoso parque o de visita a algún museo que tanto le gustaba…se quedó con la cabeza apoyada en su mano, perdida en un hermoso recuerdo, el de su improvisada luna de miel en Paris, simplemente no podía creerlo, estaban ahí, como alguna vez lo soñaron juntos, en la terraza del hotel en el cual se alojaban, con un clima exquisito, para esta época del año, con una magnifica vista de la Torre Eiffel, venía de cenar, Kagome se abrazaba a sí, ante la suave brisa que corría, de pie en el umbral de las puerta que daban al ventanal, observando el glamoroso paisaje. InuYasha tiró la corbata sobre una de las sillas de aquel decorado Luis XIV, con el que contaba la habitación, se encaminó hacía la que ahora era finalmente su esposa, desabotonando los gemelos de las mangas de su camisa, mientras acortaba la distancia, con paso seguro y la espalda erguida, el tono dorado de sus ojos, parecían brillar intensamente, como no lo habían hecho en mucho tiempo, era un verdadero alivio tener finalmente a Kagome solo para él, sin que nada ni nadie pudiese interponerse ya.

-¿Admirando el paisaje?...- consultó susurrando con su voz profunda y sensual junto al oído de Kagome, mientras que buscaba con su mirada el punto de atención de la mujer, rodeándola con sus brazos, permitiendo que una pequeña luz destellara en el anillo que ahora portaba en su mano.

-En realidad disfrutando de la calma…- respondió mientras que ponía su mano sobre el brazo que la sostenía por el pecho, dejando que ahora su anillo destellara acompañando a su igual.

-Después de tanto sufrimiento esta tranquilidad me parece casi irreal…- susurró, apoyando sus labios en la curva del cuello de Kagome, que arqueo un poco su cabeza para permitirle un acceso más libre.

-Sí…- afirmó ella acercando su mano hasta el rostro del hombre, enlazando suavemente los dedos en el cabello, como una caricia tenue, mientras que entrecerraba los ojos recibiendo sumisa la que InuYasha depositaba, se fue girando entonces, para quedar de frente a él, que la observó fijamente, rodeando con sus brazos el cuerpo de la que ahora era su esposa, los ojos marrones que tantos desvelos le habían significado, tantos…

You set my soul at ease

pusiste mi alma en tranqulidad

Chased darkness out of view

Sacaste la oscuridad de mi vista

Left your desperate spell on me

Dejaste tu desesperado hechizo en mí

Say you feel it too I know you do

Di que lo sientes demasiado, sé que lo haces

InuYasha se inclinó y besó sus labios con suavidad, con la calma que ahora le entregaba el tenerla junto a él y saber que siempre sería de ese modo… apretó el abrazo profundizando el beso, arrebatándole el aire, logrando que un suave quejido llegara hasta sus oídos, ayudando aquello a encender poco a poco sus deseos, pero antes de que pudiera comenzar a recorrer con sus manos las formas femeninas, Kagome lo interrumpió.

-Debo llamar a Senkai…- susurró, librándose con dificultad de los besos del hombre, que aunque podía escuchar a la perfección sus palabras, no deseaba dejarla ir – InuYasha…- nombró como suplicando por su liberación.

-Kagome…- musitó entre besos, mientras que recorría con ellos el cuello, pasando por la garganta, hasta dirigir el recorrido al oído derecho de la mujer y murmurar con aquella voz profunda y sensual a la que le costaba tanto resistirse - … ya haz llamado cuatro veces hoy…- interrumpió para dejar un beso, logrando que Kagome cerrara sus ojos, claro que él no lo notó -…sin contar las dos que lo hice yo…- volvía a bajar hasta la curvatura del cuello, humedeciéndolo con su lengua -… ¿no creo que Houjo, haya olvidado como cuidar de él?...- suspiró en el momento en que succionaba con suavidad la piel humedecida, apoyando levemente los dientes en el lugar, sintiendo las manos femeninas aferrarse a la tela suave de su camisa, arqueándose un poco, para pegarse más a él, acción que logró arrancarle una sonrisa.

-Mmmjjj…- apoyó comprendiendo que más allá del deseo que una vez más InuYasha lograba encender en ella, sus palabras eran acertadas.

I've got so much more to give

He obtenido demasiado para dar

This can't die, I yearn to live

Esto no puede morir, anhelo vivir

Pour yourself all over me

viértete sobre mi

And I'll cherish every drop here on my knees

Y apreciaré cada gota aquí en mis rodillas

Liberó una de sus manos del abrazo en el que mantenía a su esposa y besándola ahora en los labios, cerró el ventanal del balcón, comenzando a avanzar entre besos hasta el lecho, que los esperaba, entre suaves telas y mullidas almohadas, dando paso a un extenso momento de amor…sintiendo luego de aquello, el sudor sobre su frente, permanecía recostado a medias sobre el cuerpo de Kagome, que aún tenía los ojos cerrados luego de derramarse en él, sintiendo como su corazón comenzaba a latir a un ritmo más adecuado a la calma que ahora compartía, luego de la pasión…

-Te amo preciosa…- le susurró afirmando con algo de dificultad el tono profundo de su voz, que parecía débil ante la agitación que apenas comenzaba abandonarlo, pero a pesar de ello, ordenaba el cabello que desordenado se había quedado en el rostro aún sonrojado de Kagome, notando como ella sonreía con los ojos cerrados, comenzando a abrirlos lentamente, para enfocar aquella calida y ahora dulce mirada en sus orbes doradas.

-Te amo… - dijo, tomando el rostro de InuYasha entre sus manos y elevando un poco la cabeza de la almohada para besarlo, con toda la intensidad que le era posible, sintiendo la respuesta, él extendió su mano a un objeto pequeño que se cubría perfectamente entre sus dedos cerrados, que estaba sobre la mesa de noche de su lado de la cama, rompió luego el beso sin objeción por parte de Kagome, ya que se encontraba momentáneamente saciada de ellos.

InuYasha tomó la mano izquierda de Kagome, y la sostuvo en el aire, asida de los dedos, separando el que llevaba su anillo de casados, poniendo sobre el, otra joya, del mismo brillante material, Kagome lo observó y notó que la circunferencia estaba hecha con letras que decían claramente…"te amo preciosa"… tal como se lo acababa de decir, y sonrió abiertamente mirándolo mientras sus ojos comenzaban torpemente a aguarse, ¿pero es que lo amaba tanto?... que no podía contenerlo en su interior…

-Creo que salió al revés… pero es el que te prometí darte en París…- dijo, acercándose para besar la mejilla nuevamente sonrosada, ahora por la emoción.

I wanna love you forever

Quiero amarte para siempre

And this is all I'm asking of you

Y esto es todo lo que estoy pidiéndote

10,000 lifetimes together

10.000 vidas juntos

Is that so much for you to do

Es eso demasiado para que tú lo hagas

Cuz from the moment that I saw your face

Porque desde el momento en que vi tu cara

and felt the fire of your sweet embrace

Y sentí el fuego de tu dulce abrazo

I swear I knew

juro que supe

I wanna love you forever

Que quiero amarte para siempre

Suspiró ante el recuerdo, observando luego la imagen que permanecía enmarcada sobre su escritorio, la de su esposo y su hijo, abrazados tan cómplices como solían serlo a diario, recordando de paso, algunas de las oportunidades en que lograban acabar con su paciencia, con sus absurdos juegos de niños… definitivamente necesitaba una hija… pensó, acariciando con sus dedos la fotografía, de ese modo los "bandos" estaría parejos. Junto a aquel retrato, el de Kikyo y Bankotzu, no sabía muy bien en que terminaría aquella extraña relación, ya que aún ahora a pesar del tiempo, no eran novios, pero andaban de paseo por el mediterráneo, de hecho la imagen había sido tomada, con el mar de fondo, sonrió al pensar en el modo tan irreal en que todo había sucedido, su boda, preparada por la hija mayor de Hitoki Tokiyama, Kikyo, su hermana, quien, empeñada en romper el piso de concreto sobre el que pisaba su padre, que en su adolescencia había roto todas sus ilusiones al separarla del hombre que amaba, Bankotzu Yamasaki, se enteró de la existencia de una hija ilegítima, concebida de un desliz que tuvo con una de sus empleadas antes de instalar definitivamente sus negocios en China, junto a su joven familia. Kikyo, fue investigando aún más cuando el detective que contrato parra encontrar a su hermana en Japón, dio con Kagome, siendo ella, la que más cercana estaba de ser la correcta mujer que buscaba… la prueba definitiva, una marca de nacimiento en forma de luna creciente, que su padre poseía en la parte baja de la nuca, y ella misma en el muslo derecho, algo más pequeña y clara que la que posee Kagome en su espalda… acarició también esa imagen, sabiendo que les debía su actual felicidad a esa extraña pareja…

El sonido del teléfono la alertó, sacándola de su ensimismamiento, se llevó la mano al pecho, como reteniendo su corazón por temor a que se le escapara por el susto que se había llevado, tragó saliva y negó levemente con la cabeza, sabiendo que debía controlar ese tipo de situaciones, no era bueno que se alterara. Tomó el auricular en su mano y respondió.

-¿Si Jakotzu?...- consultó, notando en la pantalla del aparato de quien se trataba.

-Ay Kagome…- suspiró el joven con un extraño tono en su voz, entre excitado y apesadumbrado también.

-¿Qué te sucede?...- preguntó con preocupación, aunque sabía que la mayor parte del tiempo él solo tenía algún problema de si usar o no brillo en las uñas.

-Ay mi niña…- dijo, ya desesperando un tanto a Kagome, que ciertamente no tenía demasiada paciencia últimamente.

-¿O me cuentas, o te corto?... – sentenció ella, sabiendo que la presión siempre era efectiva con su amigo.

-Bueno ciertamente no deseaba ser yo quien te digiera esto pero…

-Jakotzu…- nombró, con un notorio tono de malestar.

-Tendrás que ir a ver a tu esposo, por que al parecer creyó que hoy si te quedaría en casa, ya que se encerró hace cerca de quince minutos, con la mujer esa…

-¿De que hablas?...- consultó ya con el ceño arrugado, apretando levemente el auricular.

-De esa mujer… de Tsubaki…

En cuanto escuchó aquel nombre, su mente comenzó a procesar la información, Jakotzu le decía algunas cosas más al teléfono, pero no las escuchaba, solo tenía el recuerdo de aquel día en el que se encerraron por una hora y veinticinco minutos, descubriéndolos luego en una dudosa situación, dejó escapar un sonido, que a su interlocutor le pareció claramente un gruñido, cortó la llamada y se dispuso a partir, entendiendo entonces cual era el afán que tenía s esposo de que comenzara a quedarse más tiempo en casa.

-El muy descarado, no se va ni aun hotel…- apretó el puño sobre el escritorio, imaginando las cosas que debían estar haciendo esa tal Tsubaki e InuYasha encerrados, sobre el majestuoso escritorio de ébano.

Apoyó Kagome la palma abierta sobre el escritorio, para darse impulso, mientras que su mano derecha se sostenía del brazo del sillón en el que estaba, para mantener el equilibrio, pero igualmente tambaleándose un poco en el momento d ponerse de pie, dejando en evidencia un abultado vientre de lo que parecían casi los ocho, si no, nueve meses de embarazo.

-Ya verás InuYasha Taisho…

-.-.-.-.-.-

Sango estaba sentada frente a su escritorio, sin poder dejar de observar la gran puerta de negra madera que mantenía perfectamente unido el árbol que aparecía tallado en ella, cerrada por completo, el señor Taisho, le había ordenada que no deseaba que nadie lo interrumpiese, y aunque sentía un leve impulso, para acercarse y tratar de escuchar algo, se retenía a sí, sin saber bien el motivo, estaba mordiendo la uña de su índice derecho, casi a punto de arrancarla, cuando notó que entraba al lugar un agitado Jakotzu, parándose frente a ella, y apoyando sus manos en el escritorio intentando recobrar el aire que había perdido por la carrera.

-Se lo dijiste…- aseguró la mujer, cuando vio la prisa que traía su amigo, quien asintió aún sin poder hablar, sacando un blanco pañuelo bordado de su bolsillo, para retirar el sudor de su frente- Ay, Jakotzu… te dije que no sería bueno para ella…- aseveró algo molesta, desde un principio no estuvo de acuerdo en que Kagome se enterara de esta poco apropiada visitante.

-Pero… ella… tiene… derecho… a… defender nuestro…- respondió con total seguridad y el aire entrecortado intentando llenar lo suficiente sus pulmones para respirar y hablar a la vez.

-No tienes remedio Jakotzu…

En tanto en el piso veintiocho, Kagome caminaba intentando salir de la oficina tan rápido como le era posible, dirigiéndose a los ascensores, para encontrarse por el pasillo con la esposa de su cuñado, Rin, una mujer con la que llevaba un fuerte lazo de amistad, que se había generado de su trabajo en conjunto.

-¿A dónde vas con tanta prisa?...- consulto algo preocupada Rin que traía un archivo portátil bajo el brazo, con una ajustada falda que le llegaba casi hasta las rodillas espigada y con el cabello suelto, que se movió en el aire en el momento en que se giró para seguir a Kagome que en lugar de responderle, solo mascullaba entre dientes algo sobre que asesinaría a alguien… no tuvo que pensarlo demasiado, cuando al subir al ascensor, el piso indicado en el visor, fue el cuarenta.

El silencio dentro del elevador, que reflejabas sus imágenes hacía el infinito, con una Kagome que metida en un pantalón de embarazo y con una hermosa blusa de color azul oscuro, que lograba resaltar fuertemente el pálido de su rostro, que para este momento Rin pareció notar más blanco que de costumbre, notando como la mujer se ferraba con sus manos de uno de los sujetadores al costado, presionando con tal fuerza que sus nudillos se blanqueaban, su otra mano, bajo el abultado vientre, y el labio, presionado por sus dientes, si no fuera por que no la oía quejarse, habría jurado que sentía una fuerte dolor. Se acercó hasta ella, posando su mano izquierda sobre el hombro algo encorvado por el peso que sostenía Kagome, permitiendo que un destello se reflejara en el anillo que portaba, un anillo que le fuera entregado en la puerta de su departamento, una noche de lluvia, hacía meses ya, poco antes de la boda de InuYasha y Kagome. Una rosa de color rojo sobre el piso frente a la puerta, se inclinó para recogerla, notando en ella, el perfume aterciopelado que mantiene aquella exquisita flor, notó por la carencia de espinas y por la forma perfecta de sus pétalos, que se trataba de un botón escogido de seguro en algún renombrado jardín, sintió entones como se le helaba la sangre y un escalofríos recorrió su espalda, al comprender de quien era aquel presente, ya que una mínima tarjeta colgaba del tallo, con una dorada y hermosa letra masculina, decía simplemente "Rin", la sombra ante la puerta, que cubrió por mucho la suya, le anunciaba la llegada de él, de Sesshomaru, a quien había estado evadiendo reiteradamente, evitando responder sus llamadas y aunque notó muchas veces su presencia frente al edificio en el que vivía, disimulaba no saberlo, aunque por dentro sentía que cada paso que daba era más débil.

No quería girarse, sabía que ya no sería capaz de evadir sus ojos dorados, que la invitaban a investigar dentro de el místico mundo que ocultaba, pero no fue necesario, sintió las manos masculinas posarse sobre sus hombros, solo tocando con suavidad, cerró los ojos ante el contacto y pegó la rosa a su pecho, cómo extrañaba sus caricias, pero él la había decepcionado, poniendo su estúpido clasismo, como él mismo lo había definido en uno de sus mensajes, por sobre lo mucho que la amaba, la acercó hacia su pecho, dejando que la espalda femenina descansara, la rodeó con uno de sus brazos, sosteniendo en su otra mano y ante los ojos castaños que se abrían evitando llorar, una pequeña cajita de color rojo, era evidente lo que contenía, no había que ser un adivino, Rin tragó su emoción sin poder decir nada, algo perdida en sus sentimientos, pero Sesshomaru la trago de vuelta con un susurro suave en su oído.

-Sabes bien que no me caracterizo por ser elocuente…pero te amo…- fue todo lo que dijo, y todo lo que necesito decir también, aquella noche, su alma volvió a él, cuando la mujer que se la había robado, volvió a sus brazos.

Un pequeño quejido la sacó de su fugaz recuerdo, reprochándose el no haber prestado completa atención a la mujer que la acompañaba.

-Kagome… ¿dime qué te pasa?... ¿te llevo a la clínica?...- consultó muy inquieta, sabía que la esposa de su cuñado estaba a poco tiempo de la fecha que le entregara el médico para el nacimiento de su bebé, pero ella no la escuchaba, no estaba segura de la razón de su carácter de este día, pero quizás se debía al exceso de estrógeno en su organismo. Las puertas del ascensor se abrieron y Kagome salió caminando con algo de dificultad, pero teniendo muy en claro la meta que seguía, la oficina de InuYasha.

Sango simplemente la vio pasar con el rostro pálido, la mano izquierda tanteando la pared para apoyarse, mientras que la derecha la tenía bajo el vientre como si intentara sostenerlo, sabía que esto no estaba bien, y entonces le dio una mirada fulminante a Jakotzu, por no poder silenciarse, para luego observar a Rin que solo le hizo un gesto con las manos dándole a entender que no sabía nada.

Kagome se detuvo ante las puertas de ébano, sabiendo que le costaría muchísimo abrirlas, pero no le importó, solo se detuvo para recuperar el aliento y entrar al lugar dignamente, lo último que deseaba era que esa mujer la viera salida de sus casillas. Empujo una de las puertas con ambas manos, solo para encontrarse con una escena que su cerebro tuvo que procesar para recién comenzar a entender.

-Ahí por favor Tsubaki…ahhh…- se escuchaba la voz varonil a y profunda de InuYasha suplicante.

-¿No te gusta como me muevo amor?...- preguntó la mujer.

-Ohhh… sí eres una diosa… solo que necesito un poco más…ahíiiii…- liberó el aire en un suspiro placentero cuando ella dio con el punto que deseaba, tan extasiado que no escuchó la puerta cuando esta se abrió…

-Creo que tenemos compañía…- susurró en su oído Tsubaki, sentada sobre el escritorio, con la figura de InuYasha entre sus piernas, que permanecía con la camisa sostenida solo por sus brazos, dándole la espalda, permitiendo que ella tuviera una mejor altura para masajear esta adolorida zona, ese era su trabajo, hacer masajes magistrales, que eran pagados por quienes poseían el dinero para hacerlo.

-Kagome…- dijo él cuando se giró y se encontró con los ojos oscuros de su esposa que observaba la escena como si aún no lograra comprenderla, se echó la camisa hacía adelante, y comenzó a abotonarla mientras caminaba los pasos que lo separaban de ella – te pedí que te quedaras en casa…- aseveró en tono de reproche…notando como Kagome comenzaba a cerrar los ojos desvaneciéndose, se extendió lo suficiente para alcanzarla, cayendo sentado con ella en el piso, por la mala posición, notando como volvía a fijar su mirada en él.

.InuYasha… me duele…- dijo, apretando luego los parpados y mordiendo sus labios intentando contener el dolor.

-Tranquila preciosa… te llevaré a la clínica…

-.-.-.-.-

Lo estaban preparando entre dos enfermeras que se daban sonrientes miradas cómplices, él estaba conciente de lo que provocaba en las mujeres, de seguro estas dos quedarían compartiendo una sería de apreciaciones sobre su figura, luego de ayudarlo con aquella tarea. Se encaminó como se lo pidieron, hasta llegar a la sala en que Kagome esperaba por él, los dirigieron a pabellón, sintiendo InuYasha un ligero temor, esperando que todo saliera bien… y así fue…

Una vez que pudo entrar a ver a la pálida madre, que sostenía sobre su regazo un pequeño bulto, envuelto en una manta de color rosa, se acercó, para luego mirar hacía abajo, notando como Senkai se le adhería de la chaqueta, como siempre lo hacía para llamar su atención, estaba bastante más alto, y le preguntaba algo, observando como sus profundos ojos dorados lo miraban, finalmente la apreciación del médico que lo vio desde pequeño había sido correcta, sus ojos finalmente hallaron el tono que les pertenecía, tan dorados como los de su padre. Recordó el día de la boda, tuvieron que contarle que él era su padre, siendo sorprendidos profundamente por la respuesta del pequeño…

-Senkai…- nombró Kagome con algo de nerviosismo-… verá InuYasha y yo deseamos decirte algo…

-Sí ya lo sé… que InuYasha es mi papa…- afirmó el niño aún concentrado en las piezas que sostenía en sus manso del último auto para armar que él le regalara, mientras que los padres se miraron confusos

-¿Cómo lo supiste?... consultó InuYasha, inclinándose para quedar a la altura de pequeño.

-Fácil… se lo pedí a Dios…

Pero ahora se veía algo inquieto, tirando de las ropas de su padre, quien a pesar de lo grande que ya estaba, lo cargó entre sus brazos acercándolo hasta su madre y su hermana…Kagome le acaricio la mejilla y beso su frente, cuando InuYasha se lo aproximó, y lo dejó de rodillas sobre la cama junto al resto de la familia.

-¿Esa es mi hermana?...- consultó, con curiosidad al ver la pequeña figura que aparecía entre la manta, con la piel algo sonrosada por parejo, el cabello azabache como el de su madre, dormida profundamente.

-Sí… hijo…- respondió InuYasha, con una notoria emoción en su voz, inclinándose sobre su esposa y besando sus labios con suavidad, mientras que ella, con el cabello algo enmarañado, apoyaba la cabeza en la almohada, descansando del agotador día – ella es tu hermana Takka…

Ambos notaron la curiosidad innata en Senkai, quien tomaba con un cuidado prodigioso y muy dulce, los dedos pequeños de su hermana, acariciándolos, arrugando el ceño, gesto que indicaba que necesitaba una nueva respuesta a una también nueva pregunta.

-Papá…- nombró llamando la atención del hombre que permanecía sentado junto a su madre, abrazándola para que la cabeza de ella reposara en su echo, lo más que le fuera posible.

-¿Sí?...- consultó

-¿Para que naciera Takka?... ¿también tuviste que poner tu semilla en mamá?...

Kagome levantó la mirada para enfocarla en los ojos dorados de su esposo, mordiendo su labio, que la miro con una sonrisa placida, dejando que Kagome se acomodara sobre la almohada nuevamente y de ese modo él poner a su hijo en su regazo.

-Ven acá…- le indicó, sabiendo que esta vez, la conversación sobre abejitas y polen, no podría esperar más -… pues verás…

In my life I've learned that heaven never waits

En mi vida he aprendido que el cielo no espera

Let's take this now before it's gone

Tomemos esto ahora antes de que se vaya

like yesterday

como ayer

Cuz when I'm with you there's nowhere else

Porque cuando estoy contigo no hay más

That I would ever wanna be no

Que no quisiera ser cuando

I'm breathing for the next second I can feel you

Estoy respirando por segunda vez, puedo sentirte

Loving me..I'm gonna Love

Ámame... voy a amarte

Fin

Estas notas de autor… bueno agradecerles infinitamente por el apoyo entregado a esta historia, que se ha llevado una buena parte de mi alma, sé que tal vez los lemons pueden parecer excesivos, pero la verdad es que es algo así como una marca registrada en mi forma de escribir, y por lo general en las historias hago a lo menos tres… por si lo han notado…

Ahora espero que continúen leyendo las actualizaciones de los demás fic,"Entre las alas de un ángel", que no debe de estar a más de dos cap. del final… ciertamente corto al lado de éste, y "Mi íntimo enemigo", al que aún le falta bastante … ideas tengo varias, pero dos están tomando más cuerpo, una será un lemon de tomo y lomo, se titulará "instinto"… así que afírmense que creo que desataré mis propios instintos en el, aunque no creo que sea demasiado largo… tendrá bastante de comedia también… el segundo y ese me tiene tomada… es "La danza de las almas"… creo que me dio con las almas últimamente…¿por algo será?... ese me tiene escuchando música árabe, así que solo esperen…

Besitos a cada uno, no los nombro por cosas de reglas, que parece que no me salvo en ninguna parte de ellas… y nuevamente gracias por leer…

DEDICADO CON AMOR, PARA TI, MARTE…

ANYARA