Comulgante.

Al entrar a Devota, lo primero que veo es el rostro de Berruga en un mural en la plaza. Esas facciones… esa expresión… no es de alguien que esté subordinado, ¿o sí?

Antes de entrevistarme con el obispo, descanso un poco en mi casa. En la intimidad de estas cuatro paredes de mis aposentos, me despojo, por primera vez en muchos días, de mi Armadura Roja. Me protegió tantas veces… que ya no siento repulsión hacia ella. Al contrario, se ha vuelto casi una amiga. Lo mismo pasó con los lobos…

"… todos los seres en esta tierra, e incluso los elementos, estamos conectados por un vínculo especial con un ser supremo… Gaia."

Aunque lo intento, no puedo olvidar las palabras de Lord Kumari, ni el cielo estrellado sobre Lhasa. En realidad era hermoso, pero… en Devota están todos mis recuerdos, todo lo que soy. Si me fuera… ¿quién sería? Alguien sin identidad, como los nómadas, que no importa si viene o se va, pero es mejor que se vaya, como los lobos.

Y también, quizá, alguien que no conoces dios ni infierno alguno.

No. Nada de eso. Ese Lord Kumari es perverso. Iré con el Obispo y le relataré mi fracaso.

-· /-·-/ ·-

—Justo como lo esperaba. No te aflijas. No había forma de que pudieras convertir a un nómada, o a un Lhasense.

—¿Qué?

—Los nómadas conservan pocas tradiciones propias. Aprenden mucho de otros pueblos, y lo olvidan pronto. Van con el viento… y el viento borra todas las huellas en la arena. Es imposible que un nómada obtenga la salvación. Y sobre Lhasa… están demasiado aferrados a sus tradiciones profanas. Son el pueblo más antiguo, y desde tiempo inmemorial sus costumbres los han hecho sobrevivir, así que, ¿para qué cambiar?

—Entonces… ¿para qué me mandó allá?

—Si tu fe pudo sobrevivir a ese ataque constante, serás un gran Discípulo Blanco. Probablemente, llegarás a ser mi sucesor. ¿Sigues creyendo en Berruga?

—… creo que Berruga es el único que puede librar a la humanidad de la muerte, la guerra y el dolor. Pero… no puede ser un dios.

—…

—… lo lamen…

—No lo lamentes. Es justo lo que esperaba de ti.

—¿Eh?

—Según las profecías, Berruga está a punto de ser despertado.

—¿Profecías?

—Sí. Berruga no es un dios, pero sí un profeta. Está escrito: "Cuando un señor antiguo trate de nublar la mente del Devoto, Berruga se revolverá en sueños. Cuando tres veces Berruga haya sido perturbado, el sol dará veinte vueltas y el Señor enviará al Héroe por el cielo desde el otro lado del mar, obtendrá una armadura roja e irá a despertar a Berruga". Ésta es la tercera vez que un Emisario ha sido enviado a Lhasa. En veinte años llegará el Héroe.

—… ¿Porqué me dice todo esto?

—Porque tú serás el Obispo cuando eso suceda.

—¿Yo?

—Sólo te queda una prueba más para convertirte en un Discípulo Blanco —el Obispo tomó un libro encuadernado en negro—. Este libro contiene las blasfemias que un grupo de falsos profetas intentó esparcir por Devota hace 25 años, justo el año en que naciste. Escala una de las torres del Castillo de Berruga y, sin abrirlo siquiera, préndele fuego y arrójalo al lago. Entonces, regresa.

Aquí estoy, en la torre este. El sol se ocultará a mis espaldas en tres horas. Con sus rayos y esta lupa, prenderé fuego a este hijo de la herejía; y entonces lo arrojaré al lago, y entonces seré un Discípulo Blanco. En unos años, seré el Obispo, Supremo Líder de la Orden Blanca después del propio Doctor Berruga.

Mi madre habría estado muy orgullosa.