Un día por la mañana Inutashou apareció en Sengoku, se dirigió hasta Kikyo y le dio la noticia de que había un curso especial en Inglaterra al que debía asistir con otras secretarias, grupo en el cual no se encontraba Kagome puesto que ella lo había tomado tiempo antes. A la chica no le cayó muy bien la noticia pensando que retrasaría sus planes, pero ante las circunstancias le fue imposible negarse. Partiría al día siguiente muy temprano así que esa noche al salir de la oficina se despidió de Inuyasha, que muy a su pesar no armó un gran lío a su padre para que no la llevara. "Ahora tendré que recurrir a Kagome".
El día siguiente alrededor de las ocho de la mañana Inuyasha no había aparecido por ahí, pero puntuales se presentaron dos muchachas que tenían órdenes de ayudar a Kagome con lo que les indicara. Eran muy jóvenes y carecían de experiencia, sus nombres eran Aska y Koshio. Las muchachas se pusieron de inmediato a la entera disposición de Kagome, quien les explicó a grandes rasgos el funcionamiento general de la empresa y las puso a contestar teléfonos y a que la llamaran si algo salía mal o Sesshomaru la necesitaba, por ahora los asuntos de Inuyasha requerían más de una secretaria eficiente -"Desde que Lin llegó el señor Sesshomaru ya no me necesita como antes..."- especialmente si él mismo no estaba "Este niño rico qué se cree... si aquí tiene asuntos pendientes".
El reloj marcaba las nueve y media de la mañana cuando el peliblanco llegó, entró a su oficina notando a las nuevas muchachas "Seguramente están aquí para suplir a Kikyo".
- Buenas noches.
- ¿Qué? Kagome... Se puede saber qué haces aquí.
- Resolviendo lo que tú deberías hacer.
- No tienes derecho a regañarme, será mejor que te vayas.
- ¿Crees que puedes hacer esto tú solo?
- ¿Pero qué estás diciendo? Por supuesto que puedo ¿Por quién me tomas?
- Muy bien, entonces hazlo y que no se te ocurra llamarme ¿Ok?
- No te preocupes, jamás lo haría. -luego la chica salió conteniéndose para no dar un portazo que alertara a todos de lo que había sucedido dentro.
"¡Ay¿Qué se cree? Es un inmaduro caprichoso que no sabe lo que hace, cree que él puede solo pero va a regresar a pedir mi ayuda, le guste o no, me necesita ahora que no está Kikyo"
"Maldición... ¡Qué exasperante mujer! A pesar de su parecido físico con Kikyo las dos son muy diferentes...piensa que le voy a pedir ayuda, claro que no, yo puedo resolver cualquier cosa, no la necesito".
Entonces Inuyasha se dispuso a tratar ese asunto, era un problema con el sindicato que exigía un bono extra considerando que el pago por la horas extras no era adecuado, a pesar de que era un poco más de lo que marcaba la ley, aquel problema requería revisar muchos números y tratar con los líderes sindicales, tarea bastante diplomática si no se quería provocar una gran huelga.
El teléfono sonó y él contestó, era Koshio anunciando que tenía una llamada del sindicato. Inuyasha decidió atenderla, pero luego de unos minutos de hablar con el hombre, empezó a perder la paciencia y a alzar la voz. En ese momento Kagome entró de súbito en la oficina haciéndole una señal para que detuviera momentáneamente su conversación.
- Un momento, por favor. ¿Qué quieres?
- Salvar a la empresa de una huelga y a ti de un buen regaño del señor Inutashou, dame el teléfono. –Inuyasha la miró incrédulo y enojado, luego le pasó la bocina.
- Sí, disculpe, el señor Inuyasha no ha tenido un buen día, pero le aseguro que estamos revisando el asunto del bono, debe comprender que no es fácil... –y así sostuvo una larga conversación que derivó en un día más de plazo para una respuesta, o una huelga –Ves, te dije que no podías tú solo.
- ¿Escuchabas detrás de la puerta?
- Sabía que tendría que intervenir –dijo ella excusándose.
- Feh! Eso no te da ningún derecho, pero tengo que admitir que lo hiciste bien.-la chica no sabía que decir, definitivamente no esperaba eso.
- Gracias...
- Pero ahora me tienes que ayudar a resolverlo, no podemos darles ese bono que piden.
- ¿Ya revisaste todas las cifras?
- Sí.
- Muy bien, entonces mira...
Y así pasaron todo el día, hablando sobre el mismo tema, intentando resolverlo. Llegada la hora del almuerzo Inuyasha insistió en que salieran a algún sitio para agradecerle por salvarlo en la mañana, ella aceptó "Es mejor si nos llevamos bien, además su compañía no es tan mala después de todo…".
Mientras tanto una llamada de Inutashou cambiaría la vida de su hijo mayor y de Lin para siempre.
- Si, padre.
- Hay un problema en Francia, con la compañía Saynonchou, necesito que vayas inmediatamente, tomará algunos días así que deja los asuntos pendientes encargados a Lin y a tu hermano.
- Muy bien, salgo esta misma noche.
- Te deseo suerte.
- Después te llamo. – colgó el auricular y se puso de pie mirando la ventana quedando pensativo un rato.- Ve a tu casa y prepara tus cosas, nos vamos a Francia, tenemos que resolver un problema.
- ¿A Francia?
- Sí, vamos, en cinco minutos te llevo a tu casa, no podemos perder tiempo –prefirió hacerlo así, era más rápido llevarla a que esperara un taxi.
Salió de su oficina sin mirar a Lin y preguntó a la nueva secretaria dónde se encontraba Kagome –En la oficina del señor Inuyasha-, Sesshomaru entró sin llamara la puerta.
- Kagome, necesito que le expliques los asuntos pendientes a Inuyasha, Lin y yo nos vamos a París por unos días. Inuyasha... más te vale que no te portes como el incompetente que eres.
- ¡Maldito! –Inuyasha se acercó a él tomándolo por las solapas del saco, Sesshomaru desvió un poco la mirada hacia la secretaria, Kagome asintió.
Una vez teniendo su respuesta se soltó de las manos de su medio hermano y salió para encontrarse con una asustada Lin que lo esperaba de pie junto al ascensor. Ambos entraron y luego se dirigieron al estacionamiento, Sesshomaru abrió la puerta del copiloto para que Lin subiera, no podía evitar sus costumbres de conquistador, y bajo sus indicaciones la llevó hasta su casa.
- En una hora enviaré un auto de la compañía, debes estar lista.
- Sí...
La joven entró de prisa y buscó una maleta para empacar sus cosas, su mente trabajaba muy rápido para no olvidar nada pero tampoco llevar cosas de sobra "¿Cuántos días serán¿Hace frío allá? Ni siquiera sé a qué lugar de Francia vamos... supongo que a París... estoy muy nerviosa... voy a viajar sola con él ¿Y si hago algo mal? ...No, no puedo pensar así, es mejor que me calme, sé que si hay algún problema el señor Sesshomaru me va a ayudar"
Exactamente una hora después de que su jefe la dejara sonó el timbre haciéndola dar un pequeño salto "Ya llegó". Abrió la puerta para encontrarse con un pequeño hombre de ojos amarillentos y cabeza redonda.
- ¿Es usted la señorita Lin? –habló con voz chillante.
- Sí...
- El señor Sesshomaru me envió para llevarlos al aeropuerto.
- Sí... –"¿Llevarnos?"- Voy por mis cosas. –entró a la casa y salió cargando una maleta que el chofer recibió de inmediato.
Luego cerró la puerta y al mirar el auto que la esperaba se percató de que era una gran limosina negra. El pequeño hombre le abrió la puerta que entrara, cuando lo hizo todavía se encontraba sorprendida por la apariencia del auto "Nunca he estado en una limosina". Pero su reacción fue mayor cuando entró y encontró la razón del "llevarlos", su jefe se encontraba ya dentro, con un periódico en una mano y una copa de vino en la otra.
- Buenas noches... –dijo ella aún algo sorprendida por verlo así, no sólo sin estar atendiendo negocios, sino vestido sin corbata y los primeros botones de la camisa desabrochados.
Sesshomaru la miró al escuchar su tono divagante, no le agradaba que dudara al hablar, no era buena imagen para la empresa. Pero sus ojos no se toparon con aquella "niña" que esperaban ver. Encontraron a una joven mujer con un vestido de manga corta, era rosa claro con flores blancas en el filo de falda que apenas cubría sus rodillas, encima llevaba una gabardina tejida de color blanco también y su cabello azabache bajaba por su espalda sujeto en media cola trenzada al estilo francés.
- Saynonchou es de Japón, como su dueño, pero sus empleados no así que pon atención a las conversaciones. .comenzó a hablar para evadir sus propias ideas.
- Sí... –ella sabía que en su currículo decía que no dominaba ese idioma al 100.
Esas fueron las últimas palabras que se escucharon en la limosina. Una vez en el aeropuerto todo fue muy sencillo, pronto estaban camino a París. Durante el vuelo en primera clase Sesshomaru trabajaba en su lap top mientras Lin decidió leer un libro que en la portada decía "De Amor y de Sombra" y ostentaba también el nombre Isabel Allende, la autora. Pasó un buen rato en el que los dos se encontraban abstraídos en su propio mundo, uno de números y otro de amor entre una chica inocente y un hombre que conocía las peores atrocidades del mundo.
- Deberías dormir. Cuando lleguemos no habrá tiempo. –a ella le tomó un momento reaccionar, volver al mundo real.
- Sí... señor Sesshomaru... ¿Qué asunto vamos a resolver? –la muchacha cayó en la cuenta de que no sabía a qué se iba a enfrentar además de la barrera del lenguaje.
- Allá nos lo dirán, Lin.
- Entiendo...
Lin estaba algo nerviosa, pero el estar con él le brindaba una sensación enrarecida tranquilidad, la confianza de que todo saldría bien; a los pocos minutos se quedó dormida para despertar con el movimiento del avión al empezar a descender. "Es precioso... la ciudad de noche... parece estar llena de magia". Bajaron del avión y un hombre se presentó con ellos preguntando si se trataba del señor Sesshomaru, director general de Sengoku.
- El señor Inutashou no nos dijo que fuesen dos personas. –dijo el hombre tratando de insinuar algo, como si ella fuese una mujer de compañía, lo cual provocó ciertos nervios extras a Lin y un gran enfado a Sesshomaru.
- Ella es mi asistente, estoy seguro de que no hay problema, mi padre debe haber cometido un error ¿No? –sus palabras fueron intimidantes.
- S...sí señor, síganme por favor, alguien se encargará de sus maletas.
"Él me defendió... habló como si me hubiesen estado atacando y él me salvara... muchas gracias... mi señor Sesshomaru".
El camino, de nuevo en limosina, fue magnífico ver París de noche era uno de los espectáculos más maravillosos que ella hubiese presenciado. Luego de un rato llegaron hasta un edificio imponente que mostraba grandes lujos y sobriedad ante todo. Entraron guiados por una joven francesa de rasgos finos, llegaron hasta un salón pequeño donde ya los esperaba el dueño de la empresa, un hombre de cabellos largos y bastante apuesto, los miró mostrando impaciencia "Empresarios nuevos de orígenes desconocidos, son fáciles de manejar" –pensó Sesshomaru.
- Buenas noches. –los saludó el anfitrión.
- Buenas noches. –Lin saludó ante el silencio de su jefe.
- Me puede explicar cuál es el problema, señor Musou.
- Claro, pero por favor, tomen asiento.
Los dos lo hicieron y así, les explicó el asunto a tratar, pasaron un par de horas en las que ni Sesshomaru ni Lin dijeron más de un par de palabras cada vez que Musou mencionaba algo de la posible huelga en Sengoku, asunto que desde luego nada tenía que ver con la reunión. Luego de que la junta se dio por terminada se dieron una nueva cita al día siguiente en el mismo lugar y los viajeros partieron a su hotel donde los esperaban dos lujosas habitaciones ya con sus valijas dentro.
Lin se asombró a la primera vista del sitio, era en verdad imponente, al igual que todo el hotel, recorrió cada rincón de la habitación, se despojó de la gabardina blanca y se dejó caer extenuada sobre la cama cubierta con una colcha de satín blanco, cerró los ojos por un momento dejándose llevar por la atmósfera del lugar, pero fue interrumpida por el sutil sonido de una puerta corrediza que se abría en la habitación contigua. Se levantó y en secreto miró por los cristales de la puerta en su propia terraza, vio a una conocida figura masculina que observaba pensativo el horizonte cubierto por la noche y las luces de París. De inmediato su corazón dio un vuelco acelerado por la visión del que ahora consideraba su protector, pensó en abrir las puertas y salir para estar cerca de él pero no se atrevió en ese momento por temor a importunarlo así que permaneció mirándolo.
Sesshomaru pensaba en que aquel asunto no la daba buena espina en lo absoluto, el hombre con el que acababan de hablar no tenía antecedentes de alguna familia poderosa o de haber luchado de alguna forma por obtener lo que ahora tenía "Sólo apareció un día de la nada". Así sumido en sus pensamientos no se hubiera dado cuenta de que lo observaban de no ser por un viento fuerte que se desató haciéndolo voltear un poco a su derecha, donde vio las luces encendidas de la habitación contigua y a una chica que lo observaba desde adentro, Lin se dio cuenta y para disimular un poco su acción fingió que salía por casualidad a la terraza "Espero que no se haya dado cuenta... mi señor Sesshomaru".
Él la miró salir ya sin la gabardina y no pudo evitar notar de nuevo lo hermosa que era, pero cuando reaccionó de que la veía insistentemente se dio media vuelta quedando de frente a su propio cuarto. La asistente tan nerviosa como estaba no notó el gesto de su jefe, sólo se recargó en el barandal fingiendo ver despreocupadamente el horizonte. En un impulso que ni él mismo entendía se giró hacia ella y habló.
- Deberías ir a dormir, mañana será un día largo.-ella sonrió sin remedio- ¿Qué¿No estás cansada?
- N...no –respondió tímidamente.
- ¿Quieres bajar a cenar?
Sesshoumaru escuchó su propia voz haciendo la invitación a esa chica que de alguna forma lo interesaba, pero con la que definitivamente no podía hacer lo que acostumbraba con las otras mujeres "Es demasiado inocente". Lin abrió los ojos motivo de la sorpresiva invitación, pero no dudó en aceptar, regresar al interior, tomar su gabardina para evitar el frío que ya sentía y luego encontrarse con él que ya la esperaba.
Él, más por costumbre que por convicción, le ofreció su brazo para andar, ella lo tomó con timidez pero con una inexplicable emoción. Bajaron en ascensor y llegaron hasta en restaurant donde con infinita caballerosidad Sesshoumaru la condujo hasta la mesa que les asignaron y la ayudó con la silla, teniendo un –Gracias- y una cálida sonrisa como respuesta. Pronto les llevaron el menú y advirtiendo que a su compañera le sería difícil ordenar si no dominada bien el idioma, se adelantó haciendo la orden de ambos para luego preguntarle.
- ¿Estás de acuerdo?
A lo cual ella sonrió divertida, cómplice y luego asintió sin decir una palabra. Pocos minutos después el mesero llegó con dos copas en una bandeja, una de vino tinto y otra con una extraña mezcla de colores extravagantes, Lin miró asustada cómo era colocada esta copa enfrente de ella.
- Es dulce y muy suave. – la chica la tomó y bebió un sorbo, luego sonrió.
- Muchas gracias, me gusta mucho. –se produjo un breve silencio entre ambos- El señor Musou no es de confianza ¿Verdad? Porque parece bastante interesado en el asunto de la huelga, demasiado diría yo.
- Tienes razón, ese hombre es bastante despreciable...
Y así entre conversaciones de negocios pasó casi toda la velada, hasta que les llevaron el postre, era un gran tazón con helado, galleta y chocolate, desde luego con dos cucharas. En la experiencia de Sesshomaru a todas las mujeres les gustaban esa clase de golosinas y un postre con dos cucharas les resultaba irresistible. Lo dejaron en el centro de la mesa y antes de que cualquiera de los dos se atreviese a probarlo Lin agradeció por la velada.
- La cena estuvo deliciosa, muchas gracias, señor.
- Todavía no termina –tomó su cuchara y la miró profundamente, tanto que la hizo desviar la mirada y sonreír levemente – Lin...
- ¿Si?
- Cuando estemos a solas no es necesario que me llames señor.
- Está bien –la muchacha sonrío de nuevo y tomó la cuchara.
"¿Qué demonios me pasa? Eres un imbécil Sesshomaru, sabes que no puedes hacer con ella lo que siempre haces... ¿En verdad quieres sólo aprovecharte y pasar unas noches con esta mujer?..."
"Es un hombre increíble y muy amable, no sé cómo es que los demás le tienen miedo, a mi me...me gusta mucho". Lin se sonrojó levemente al percatarse de sus pensamientos.
Durante el postre eran sólo los dos entre miradas efímeras, la suave música del restaurant y la perenne sonrisa de la chica.
- Pronto será un mes…
- Tu contrato está listo, sólo tienes que firmarlo cuando regresemos.
- Me gusta mucho trabajar contigo. –cierto rubor apareció en sus mejillas.
Sesshomaru no respondió con palabras, sólo sonrió casi imperceptible y tomó la servilleta de sus piernas y limpió un rastro de chocolate junto a los labios de Lin, ella aceptó el gesto y luego agachó la mirada. Después de un rato terminaron el postre y decidieron que era tiempo de regresar a sus habitaciones, de nuevo él se comportó caballeroso.
- La limosina vendrá a las ocho a recogernos.
- Estaré lista a tiempo.
Ambos se miraban fijamente, se acercaron sin pensarlo hasta quedar tan cerca que podían sentir la respiración del otro y sus corazones latiendo con inusual fuerza, Sesshomaru puso una mano en la cintura de Lin y ella cerró los ojos estremecida por el contacto, cada célula en ella tiritaba nerviosa y rendida ante la sublime sensación, quería besarlo, deseaba ser besada en ese momento en el que nada más que el hombre delante de ella existía.
- Nos... veremos mañana. –dijo el jefe recuperando la compostura y la distancia.
- Sí... - luego cada uno entró a su habitación.
CoNtiNuaRá...
HawkAngel: Gracias por tu review! Y espero que ya se haya compuesto la situación si Kikyo :D.
Naoko L-K: Gracias por tu review! Ojalá que te siga gustando.
Afitrite: Gracias por tu review! Muchas gracias :D
Inumoon: Gracias por tu review! Jajaja tu agarra el nombre jajajaja ojalá q ya se compongas las cosas InuXAome.
Muchas gracias a todQs quienes leen!
PD
Se aceptan todo tipo de comentarios.
