Con tranquilidad consumaron su reconciliación tomándose el tiempo necesario para descubrir todo lo que les faltaba saber del otro. Ya llegado el medio día partieron en la limosina camino al aeropuerto, iban en silencio porque las palabras sobraban. El celular de Sesshomaru sonó.

- ¿Qué pasa Kagome?

- Soy yo y quiero que vengas inmediatamente, no me importa en dónde estás maldito traidor. –el tono de Inuyasha era desafiante.

- Cálmate Inuyasha –contestó con voz pasmosa-. El que yo haya visto a esa mujer no quiere decir que esté aliado con ella. Además ya teníamos la identidad de la traidora... ¿No es así? –sus palabras intentaban herir a su hermano, porque si bien ya no sentía por él el mismo rencor que antes, tampoco le permitiría que le hablara así.

- Kikyo no era ninguna traidora, tengo las pruebas.

- ¿Qué clase de pruebas?

- Su diario... –vaciló un poco antes de hablar

- No sabes si es verdad.

- Escucha lo que te digo, la persona que le vende los secretos a Naraku está todavía entre nosotros.

- Y supongo que sabes quién es.

- No...

- Averígualo y entonces me llamas –luego colgó sin más y se dirigió a Lin- Kikyo no era la traidora, aún tenemos a esa persona en Sengoku –así iniciaron una larga discusión sobre los posibles candidatos.

Llegaron a su destino y los condujeron hasta un avión privado que partió aún cuando uno de sus ocupantes no sabía el destino que llevaban, ella quería preguntar pero prefirió no hacerlo "Sé que no me dirá ahora, pero no me importa... sólo quiero que estemos juntos". Bastantes horas de vuelo y husos horarios pasaron hasta que llegaron a la ciudad de la luz.

- París... –dijo al reconocer el lugar.

- Es sólo una escala.

Del aeropuerto los llevaron al mismo hotel en el que se habían hospedado antes, sólo que ya no necesitaban dos habitaciones. Recorrió todo el lugar como la primera vez hasta que fue interrumpida por la mano de Sesshomaru, la llevó hasta la regadera para tomar juntos un baño. Se miraron y se recorrieron enjabonándose mutuamente perdidos en un juego de niños enamorados. Al salir envuelta en la toalla se dio cuenta de que no llevaba equipaje pero lo conocía y al ver en el vestidor encontró más ropa de la que podía usar en una semana.

- Espero que te guste algo.

- Tengo que pensarlo...

Lo besó tomándolo del cuello y saboreando el tacto de sus labios dulces que la volvían loca, pronto las cosas se volvieron más agitadas, sus respiraciones se dificultaron Sesshomaru la tomó de la cintura por encima de la toalla y la arrinconó contra un mueble del vestidor. Sus cuerpos estaban tan cerca que sus corazones casi se tocaban al latir, recorrían cada centímetro de la boca del otro con pasión y desesperación. Pero estando a punto de ir más allá cuando el sonido de alguien llamando a la puerta – Señor, traemos la cena.- provocó mucha risa al espíritu siempre fresco de Lin. –Adelante- Contestó Sesshomaru cortante y frío.

Entraron dos personas con uniformes propios del hotel, pusieron todo lo necesario en la mesa, sirvieron las entradas y se fueron cerrando la puerta, ese tiempo lo aprovecharon para vestirse. Antes de sentarse abrieron la puerta para dar entrada libre a los meseros que los atenderían. Terminaron la cena con las velas bastante derretidas, el personal limpió todos los vestigios y se fue dejándolos solos para que concluyeran el asunto interrumpido. Horas después fue despertada por un beso en los labios, abrió los ojos y lo miró con dulzura pero sorprendida porque tuviese un traje puesto.

- ¿Vas a salir? –preguntó en broma.

- Sí, ya es hora de irnos.

- Sí claro, las sábanas son la última moda. –le dijo riendo y haciéndolo mirarla, sólo la sábana la cubría.

- A mi no me molesta, harías las cosas más fáciles. –Lin se sonrojó al escuchar el tono serio y hasta intimidante de la sugerencia.

Luego de desayunar, y de que Lin se arreglara, salieron de nuevo camino al aeropuerto y abordaron el avión privado pero ella todavía no tenía idea de a dónde se dirigían. Horas más tarde llegaron a su destino donde el calor tropical los golpeó al bajar del avión.

- ¿En dónde estamos?

- En Cancún, en México.

- Vaya... –no pudo ocultar su sorpresa.

- Pero es sólo una escala. –Lin no dijo nada más, sabía que todo sería sorpresa en los días siguientes.

Recorrieron la ciudad en una limosina hasta llegar a una casa en la playa, inmensa y solitaria, al igual que en París el armario estaba lleno de ropa y había personas para atenderlos. Estuvieron en la playa, ese lugar parecía sacado de un mundo en el que todo era perfecto, donde sólo existían ellos y la inmensidad del océano, en verdad perfecto. Pasaron ahí la noche para partir de nuevo en la mañana.

La rutina se repitió en el avión sólo que las horas no fueron tantas, una y media más o menos. Llegaron por la mañana, eso se veía por el Sol pero Lin ya no llevaba la cuenta de la hora o el día que era.

- Y ahora estamos en... –preguntó divertida por el sueño que estaban viviendo.

- Costa Rica, es otra escala.

Viajaron un rato en limosina hasta llegar a un pequeño pueblo lleno de gallinas en la calle y personas platicando afuera de sus casas, subieron un poco un cerro hasta llegar a una casa tan solitaria como la anterior pero más majestuosa. El lugar de belleza indescriptible estaba rodeado por maleza específica del bosque lluvioso, un lugar profundo y lleno de secretos. Casi al anochecer bajaron a la playa, lugar curioso de arena aparentemente blanca que se tornaba negra una delgada capa más abajo. Cenaron en casa rodeados por velas dando así inicio a una noche que nunca olvidarían.

- Podría quedarme aquí para siempre... -esas palabras fueron sólo un suspiro de Lin, pero él la tenía abrazada tan cerca que pudo escucharla.

- Podemos quedarnos un día más. –ella se abrazó con más fuerza sintiendo su cuerpo desnudo y la protección que le brindaba.

Kagome e Inuyasha sin embargo no la pasaban tan bien, tenían entre manos no sólo la melancolía de haber acusado a Kikyo sin razón sino que no tenían idea de quién era el que los estaba vendiendo de esa forma. Muy temprano una mañana Kagome recibió una llamada de parte de una empresa, los dueños querían reunirse con ellos.

Se dieron cita en Sengoku esa misma tarde, al lugar acudieron un joven de ojos azules y su socia ojiverde con cabello de color rosáceo poco común. Se hicieron los saludos y presentaciones correspondientes, aunque no eran necesarios porque el único que ignoraba algo, que no se dijo, era Inuyasha, el interés de Kouga por Kagome. El muchacho sentía algo por ella desde hacía tiempo y ella estaba conciente pero dado su interés por Sesshomaru, y ahora su amor por Inuyasha, nunca le dio pie para algo más.

- Lo que pasa es que descubrimos algunas personas que trabajan como espías para Naraku y como sabemos que ustedes han tenido problemas con él creímos que podríamos hacer algo todos para erradicar a ese maldito. –explicó Kouga.

- Es cierto que se vale de trampas para los negocios pero no veo por qué tengamos que trabajar juntos. -desde el momento en el que Kouga saludó a Kagome con un beso en el dorso de la mano Inuyasha estaba renuente y de mal humor.

- Ves Kouga, vámonos –ordenó sin recibir respuesta Ayame, su socia, quien sabía de los sentimientos de su socio y objeto de su cariño.

- Inuyasha... –lo regañó Kagome- Claro que sí, es buena idea que hagamos algo…

Eso fue suficiente para que llegaran a un acuerdo en el que sólo participaron Kagome y Kouga ya que los otros dos estaban más pendientes de evitar las miradas e intentos de acercamiento del chico. Terminaron la reunión teniendo ambas partes, valiosa información de los empleados de confianza y del sujeto que ya estaba preso, Kyokotsu. Salieron los cuatro del salón de juntas pero Kagome fue detenida de un brazo por Kouga.

- ¿Puedo hablar contigo a solas?

- Claro –se alejaron un poco ante la mirada incriminante de los otros dos.

- Kagome, vengo a invitarte a salir conmigo. Sé que antes no aceptabas por tu jefe, pero me enteré que él se va a casar.

- Sí, se va a casar.

- Entonces es tiempo de que te olvides y por fin me aceptes, hoy paso a tu casa por ti a las 10.

- Pero...

- Nada, nos vemos –le dio un beso en el dorso de la mano y se fue sin esperar a que la chica se negara.

- ¿Qué quería? –preguntó Inuyasha si pensarlo en cuanto estuvieron solos.

- Invitarme a salir.

- Feh! Como si te fueras a rebajar a salir con un idiota como él. –el silencio de la chica lo hizo dudar- No me vas a decir que aceptaste.

- Pues no me negué.

- En qué estás pensando es un imbécil.

- Siempre ha sido muy amable conmigo.

- Feh! –entonces regresó a su oficina.

El resto de la tarde se la pasó divagando sin ocuparse de nada más que no fuera encontrar defectos en la cita de Kagome y evitar hablar con ella, hasta que se llegó la hora de irse cuando ella entró a despedirse lo primero que hizo fue decirle que tenían cosas pendientes y remarcarle todo lo que les faltaba por hacer en un inconsciente afán por retenerla.

- Eso lo podemos resolver mañana, ahora me tengo que ir.

- Claro, tu cita con Kouga. –su ironía enfadó bastante a Kagome.

- Pues sí, mi cita con él, te guste o no. –salió dando un portazo y dejándolo con una inmensa rabia y... ¿Celos¿Desde cuándo sentía celos de Kagome?

A la mañana siguiente Inuyasha seguía enojado pero ahora era más con él mismo por el desplante. Llegó rondando la idea de pedirle una disculpa a Kagome, pero su intento se vio turbado por la actitud de la chica que aprovechando sus celos le contó sobre lo maravilloso de Kouga, como era de esperarse terminaron pelados de nuevo. Con un par de días y las negativas de Kagome hacia su pretendiente todo se suavizó con Inuyasha hasta llegar al punto en el que los dos compartían otra vez una relación apacible y muy agradable. Cada mañana se saludaban y pasaban la mayor parte del tiempo juntos, sólo trabajando pero la compañía mutua y la ausencia de sus acostumbrados desacuerdos los hizo fortalecer más el lazo que los unía.

Para Lin y Sesshomaru fue una semana agitada pero de tiempo indescriptible, compartieron cada segundo del día y la noche en sus múltiples escalas, Ecuador, Chile, Australia, y China. Todo en una revoltura y horarios y noches amándose que sólo les permitió captar la magia de la primera impresión, pero fue suficiente para que todo resultara perfecto. Al final de la semana regresaron, Lin sin noción de tiempo o espacio y él con la certeza de que le viaje cumplió su cometido, ya sólo hacía falta resolver el asunto de Naraku para realizar sus planes.

Inuyasha y Kagome los pusieron al corriente de los hechos, sin embargo, Sesshomaru no mencionó nada sobre Kagura. Enterada de su regreso la mujer de los ojos rojos lo llamó concertando una cita para darle un nombre que seguramente le sería de utilidad, él acudió poniendo sobre aviso a Lin "No tiene sentido mentirle ahora, ya está enterada y lo único que puedo hacer es protegerla". Llamó a su sirviente de los ojos de rana y le indicó que a partir de ese momento su única labor sería custodiar a su prometida.

Se dieron cita en el lugar de siempre, ella se presentó vistiendo de manga larga y falda a los tobillos "Así no notará las marcas".

- ¿Qué es lo que querías decirme?

- Ya sabrás que son varias las personas que están infiltradas, obtuve el nombre de otro de ellos, Mukotsu.

- Bien, espero que no me estés mintiendo, llámame si sabes algo más. –se puso de pie y ella también, pero no dejaba de mirarlo. -¿Se te ofrece algo más?

- Sí –en un rápido movimiento lo besó, fue un beso muy corto porque como reflejo él la alejó.

- ¿Qué pretendes?...Si lo vuelves a hacer olvídate de nuestro acuerdo y prepárate para rendirle cuentas a tu jefe. –salió del lugar, pero el mal ya estaba hecho.

Kagome salía del edificio y encontró al lado de su vehículo a un chico intentando encender su auto quien al verla salió apresuradamente y llamó su atención.

- Mi auto se quedó sin batería¿Podrías ayudarme?

- Claro –sonrió y ambos hicieron las maniobras para pasar la corriente, una vez que sólo era cosa de esperar volvieron a decir algo.

- Bankotsu, mucho gusto –extendió su mano para saludarla.

- Kagome, te he visto antes por aquí.

- Sí, estoy un piso debajo de ti.

- ¿Me conoces?

- Eres la asistente del hijo menor del dueño, además es difícil no notarte. –ella se sonrojó. Ya listo el trabajo el chico procedió a despedirse con un beso en la mejilla y la promesa de verse de nuevo.

Temprano, inclusive antes de que hubiese alguien en el último piso de Sengoku, ya se habían reunido algunas personas con Naraku y la junta terminaba con resultados excelentes para él. Un hombre joven y bastante apuesto salía luego de despedirse

- No se preocupe, va a caer.

El dueño de la empresa se quedó ahí con unas fotografías en las manos, mirándolas y pensando en que todo marchaba bien.

- Ambos van a pagar por lo que hicieron, es sólo cosa de unos días para que sus vidas se arruinen. –señaló con mirada perversa.

Sesshomaru llegó a la oficina y preguntó a Lin sobre el sujeto que Kagura había mencionado, resultó trabajar ahí, pero en definitiva no era el único, su puesto no implicaba mayor responsabilidad. Fue llamado a encontrarse con los cuatro habitantes del último piso, resultó ser un hombre feo de corta estatura que al ver su situación se puso bastante nervioso. Lo interrogaron y amenazaron con proceder legalmente por largo rato pero al parecer tenía más miedo de Naraku que de la prisión, no les quedó nada más que llamar a la policía. Un pequeño alboroto se armó en Sengoku con las sirenas y los policías entrando y saliendo con alguien arrestado.

- ¿Se puede saber cómo te enteraste de ese tipo? –preguntó el hermano menor.

- Tengo mis métodos.

- Te exijo que me lo digas, tú nos pones a trabajar y te mantenemos informado ahora es tu turno de hablar.

- No tengo por qué darte explicaciones ni a ti ni a nadie –salió del salón para encerrarse en su oficina, la única que poseía la llave era Lin. Inuyasha fue detrás de él golpeó la puerta demandando entrar, pero no obtuvo respuesta.

- Inuyasha cálmate él sabrá lo que hace, lo importante es que atrapamos a uno de esos tipos.-a regañadientes entendió lo que Kagome decía y desistió.

Pasaba un poco de la hora del almuerzo y el mismo chico del día anterior se presentó en el escritorio de Kagome con algo para comer.

- Sé que no te has movido de aquí, debes estar hambrienta.

- Yo... es que...

- No digas nada. –sin dejarla hacer un movimiento Bankotsu puso las cosas que traía en la caja y se sentó en una de las sillas que estaban frente a ella.

Empezaron a almorzar entre conversaciones, la compañía del chico era agradable, pero lo único en lo que pensaba Kagome era en la escena que armaría Inuyasha si se le ocurría salir y se daba cuenta, pero por fortuna corrió con suerte y el chico de los ojos miel no se percató de lo sucedido.

- Nos veremos luego. –se alejó seguro de que estaba avanzando y ya con planes para su próximo encuentro.

Kagura estaba sentada en la oficina de Naraku esperando a que éste llegara, cuando por fin lo hizo se notaba más calmado que la última vez. Le dijo que estaba haciendo un buen trabajo y que si continuaba así no sería necesario repetir lo de su último encuentro y quizás algún día llegara a perdonarla por intentar traicionarlo.

- A estas horas Mukotsu debe estar ya en prisión. -señaló la mujer.

- Espero que no diga nada.

- Es demasiado cobarde para hacerlo.

- Necesito que vuelvas a verte con Sesshomaru pero ésta vez en un lugar diferente.

- ¿Vas a entregar a otro de tus súbditos?

- No, aún no es necesario, tengo otros planes.

CoNTiNuaRá...

Hello! Disculpen la tardanza. Ojalá que haya quedado bien. Muchísimas gracias por todos los reviews, me animan muchísimo, de verdad estoy que no quepo de felicidad jajaja. Muchas gracias también a todos quienes leen. Para leer de Isabel Allende, recomiendo Eva Luna, para empezar porque si bien creo que tiene otros mejores, como La Casa de los Espíritus, Paula o El Zorro, resultan ser un poco largos. Y de nuevo gracias, soy feliz... y creo que, muy a mi pesar, ya va llegando el final. Byes!

PD:

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