Sesshomaru miró las imágenes en sus manos y la furia se apoderó de él, Lin estaba en el interior dándole la espalda... y ahora cómo le explicaría eso... y todo era culpa del estúpido de Naraku.
- Ese maldito me las va a pagar. –entró pero se quedó a cierta distancia de la chica.
- Dime... dime que no es cierto... por favor –la voz se le quebró al final.
- No es cierto. –Lin lo escuchó, esa era la respuesta que creía le iba a dar, se secó las lágrimas para enfrentarlo, caminó hasta quedar a poca distancia y lo miró en silencio inspeccionando cada rincón de sus ojos.
"¿Será verdad? Las fotos pueden ser falsas... –las gotas saladas le rodaban de nuevo por sus mejillas- Por favor... tengo que creerle, tengo que ver en sus ojos que me ama... y que las fotos son falsas... por favor Sesshomaru, déjame ver que no es cierto". Eternos instantes pasaron mientras Lin intentaba creerle, intentaba no escuchar la razón y confiar en él sin reparos ni pretextos de ningún tipo... al final encontró su respuesta.
- Te creo, todo fue una trampa de esa mujer.
Sesshomaru no estaba seguro de haber escuchado correctamente, esperaba encontrarla dolida y enojada, pero que le creyera con las claras fotografías del "engaño" le resultó extraño... y encantador. Dejó caer las imágenes el suelo y la tomó de las manos pero no duraron mucho tiempo así, pronto ella lo abrazó con desesperación de no soltarse nunca, él la rodeó por la cintura lo más sutilmente que le fue posible conteniendo la furia que tenía. Largos minutos se quedaron así sintiéndose mutuamente y reconciliando una desavenencia que, de nuevo, nunca existió.
- Ese imbécil ya fue demasiado lejos. –le dijo luego de que se soltaron.
- No entiendo, si su interés es la empresa por qué hacer esto... –murmuró la chica más para sí, mientras Sesshomaru tomó su celular e hizo una llamada.
- ¿Cómo te atreviste? No tienes idea de quién soy ni de lo caro que lo vas a pagar.
- Veo que tu noviecita ya recibió el regalo de Naraku, lo siento mucho Sesshomaru pero sabes que siempre eres bienvenido conmigo... –contestó la mujer del otro lado de la línea.
- Su estúpido plan no funcionó y ahora más vale que te cuides las espaldas, los accidentes pasan. –terminó la llamada y vio a Lin que lo miraba asustada.- Vamos a Sengoku, todavía no hay suficientes pruebas para acusar a Kagura de nada. –pero ella no reaccionó, nunca lo escuchó hablar así antes.
Sesshomaru le extendió una mano y cambió su mirada de hielo por la dulce que únicamente Lin conocía, la tomó y partieron en silencio. Entraron al primer piso con dirección a los ascensores, pero no pudieron evitar ver las patrullas de policía y la ambulancia que se encontraban afuera, luego se dieron cuenta de que la policía bloqueaba la entrada a los elevadores.
- Déjenme pasar.
- Lo siento señor, ningún empleado puede pasar.
- Soy el dueño ¿Qué pasó?
- Disculpe señor pero de todas formas no puede pasar hasta que los paramédicos salgan. -Las puertas de un ascensor se abrieron y dos hombres salieron con una camilla que lucía algo pesada, con un joven fornido en ella.
- ¿Qué pasó? –repitió la pregunta en tono intimidante.
- Un hombre se desmayó sin razón aparente... ya pueden pasar.
Sesshomaru tomó a Lin de la mano y la jaló un poco entre la pequeña multitud que pretendía ir a los pisos superiores. Entraron al último piso, en apariencia vacío y llamaron a la puerta de Inuyasha, nadie respondió así que lo llamó al celular.
- ¿Qué quieres? –preguntó fastidiado el hermano menor.
- No me importa dónde estés, te necesito aquí y ahora.
- Lo siento, arréglatelas tú solo yo tengo cosas más importantes qué hacer.
- Te lo dije, no me importa tienes que estar aquí ahora mismo.
- Eres un estúpido, Kagome... ella desapareció anoche.
- ¿Tiene algo que ver con Naraku?
- No, anoche salió con un imbécil de Sengoku que se llama Bankotsu y él tampoco aparece...
- Ven de inmediato, todo es obra de Naraku... Inuyasha no hagas nada más, sólo ven para acá. –terminó la llamada esperando que a su hermanito no se le ocurriera cometer alguna impertinencia.
- ¿Qué pasó? –preguntó Lin
- Naraku lo planeó todo, Kagome no aparece.
- Tenemos que llamar a la policía.
- Ese imbécil está bien protegido la policía no nos va a ayudar en nada, Kagura es la clave para enfrentarlo.
El tiempo pasó mientras Sesshomaru explicaba a Lin lo que harían, pronto el hermano menor llegó furioso, desconcertado y con un gran temor de lo que le pudiera pasar a Kagome. Les tomó algunos minutos perfeccionar los detalles, pero tan pronto estuvo todo listo se dieron cuenta de que, si las cosas marchaban bien, no sería tan difícil.
Lin entró en el departamento utilizando las llaves de Sesshomaru y se encontró con la mujer de los ojos rojos que la miró altanera y prepotente preguntando qué es lo que quería.
- Asómate a la ventana, te vas a llevar una sorpresa. –la chica requería de todo su valor y temple para mostrarse segura de lo que decía a pesar de los nervios. Kagura se asomó y vio una patrulla de policía y a Sesshomaru recargado en su auto justo detrás de ellos.
- ¿Qué pretenden?
- Si no me dices inmediatamente dónde tienen a Kagome, él va a hablar y tú vas a estar en problemas.
- No me hagas reír, no tienen nada contra mi y en último de los casos que venga él, que de la cara y no mande a su noviecita.
- No te preocupes, con el dinero de Sesshomaru las pruebas para la policía salen sobrando y vine yo para evitar que salieras herida, -Kagura vaciló por un momento.
- Tengo la protección de Naraku.
- Eso ni tú te lo crees, sabes que no le importas y que si caes en manos de la policía vas a desaparecer misteriosamente, en cambio dime dónde está Kagome y es más probable que salgas bien librada... te recomiendo que te des prisa, por cierto, Sesshomaru no es muy paciente y en especial contigo y tu intento por separarnos. –unos fuertes golpes se escucharon en la puerta.- Te lo dije. –Se produjo un silencio que no duró mucho, Kagura estaba dudosa de qué hacer, pero la cárcel no era una opción, aunque tuviera que huir por sus propios medios.
- Una cuadra al sur, en una casa blanca, es todo lo que sé… pero si Naraku se entera que fui yo quien les dije –su tono era amenazante, pero sabía que estaba perdida, lo hecho, hecho estaba. Confesarles la verdad tampoco había sido buena idea.
- Entra Inuyasha -la puerta se abrió y el chico ingresó ante la sorpresa de Kagura.- Una cuadra al sur en una casa blanca.
Él salió sin decir más y un silencio se instaló de nuevo, la mujer no daba crédito de lo que sucedía, estaba literalmente perdida... unos instantes después los policías que aguardaban abajo entraron con Sesshomaru por delante,
- Nadie juega conmigo. –los hombres la tomaron y se la llevaron esposada y derrotada pero con la mirada en alto, tal vez podría llevarse a Naraku con ella.
Kagome estaba amarrada en la misma posición que antes, la habían golpeado un poco por diversión y el terror crecía cada vez que alguien entraba o salía de la habitación, en especial cuando se dio cuenta de que el tipo de la voz chillona llegó gritando.
- Ellos lo saben, hermano... hay unos policías afuera del departamento de esa odiosa mujer y Sesshomaru está ahí, tenemos que irnos ahora estoy seguro de que va a hablar y si no desaparecemos vamos a caer junto con ella y Naraku.
- ¿Te hiciste cargo de Inuyasha?
- Sí… -el otro entró al lugar donde estaba la rehén y habló con el que la cuidaba.
- Dale el tiro de gracia y vámonos.
Una descarga de adrenalina la hizo abrir los ojos y buscar con ellos una salida pero no tenía forma de moverse, lo vio entrar y entendió que ese sería el fin de todo, cerró los ojos y la imagen de un chico se apareció en su mente. "Tú me lo advertiste, debía hacerte caso".
- ¡Date prisa! –se escuchó desde afuera y luego sólo un ruido ensordecedor.
La casa blanca en pocos minutos estaba totalmente rodeada por la policía, derribaron la puerta y entraron esperando encontrar algunos hombres, pero no fue así. El lugar estaba vacío, excepto por una recámara donde habitaba una chica amarrada, golpeada e inconsciente con la respiración en vilo. Una vez asegurado todo el sitio Inuyasha entró corriendo, cuando vio a Kagome no daba crédito de su condición, gritó que llamaran una ambulancia pero ya estaba hecho, sólo quedaba esperar, la desamarró y en su desesperación empezó a susurrarle cosas al oído.
- No me hagas ésto, no me dejes así... Kagome por favor... por favor...te amo... Kagome... tienes que ser fuerte, siempre has sido muy testaruda y tienes que serlo ahora para que cuando despiertes me regañes y te enojes y me grites como siempre... Kagome por favor no te vayas, no me dejes.
Eternos minutos pasaron hasta que la ayuda llegó, cada segundo mientras la atendían y la trasladaban fue un suplicio para Inuyasha, pero nada comparado con el largo rato de espera en la sala de urgencias mientras no sabía si viviría o no.
Mientras tanto Sesshomaru y Lin se encargaron de la policía, contactaron a Kouga para que entre todos identificaran a los súbditos de Naraku con algunos datos y las listas de quienes no se habían presentado a trabajar, resultaron ser cuatro en total, más los dos que ya habían sido asesinados en prisión y Kagura, a quien el destino no le pintaba nada bien a pesar de que decidió colaborar con la policía, o más bien por eso. Pero todavía algo faltaba, o más bien tenían la sospecha de alguien más.
- Ni ella ni los otros estarán vivos mucho tiempo. –Sesshomaru conocía a Naraku mejor que la policía misma.
- Entonces se va salir con la suya.
- Por lo pronto sí, pero sin sus espías y con el escándalo su empresa va a pasar por la peor crisis que nunca haya visto... si a eso le sumas nuestras investigaciones de su evasión fiscal y los cargos por secuestro, intento de asesinato y difamación... está muy hundido.
- ¿Por qué lo hizo? –Lin empezaba a llorar de nuevo. –Son sólo negocios... Kagome no tiene nada que ver...
- Ese estúpido no se conforma con algo tan trivial como la empresa... su intención es y será destruir nuestras vidas, por eso las fotografías... pero no sabe con quién se metió porque si de dinero y poder hablamos –esbozó una sonrisa- no tiene idea de los alcances que puedo tener. –ahora mostraba otra vez esa actitud que tanto asustaba a su prometida.
- Creo que deberíamos ir al hospital, tu hermano está solo. –prefirió interrumpir para no tener que enfrentarse a esa expresión, pero luego de sus palabras él la tomó de la mano y la miró como si nada pasara, con tranquilidad y seguridad espantando así la sensación de miedo.
Los dos llegaron a la sala de espera de urgencias y encontraron al menor caminando enajenadamente por todos lados, les dijo que no tenía noticias de Kagome y hacía ya demasiado tiempo que la habían ingresado, intentando distraerlo la chica le contó que todos estaban identificados que sólo tenían sospechas de un sujeto, pero que a diferencia de los otros él sí había ido a trabajar ese día a la cocina de Sengoku, aunque se retiró a media mañana sin decir nada.
- ¿A la cocina?
- Sí...
- Maldición... –sacó su teléfono y dijo algo sobre un vaso sobre su escritorio y la policía.
- ¿Qué pasa Inuyasha?
- Hoy un tipo raro llevó una bebida que no pedí y que por fortuna no probé, si es lo que creo. –en ese momento entró un médico diciendo el nombre de Kagome Higurashi, Inuyasha acudió de inmediato y mintió diciendo que era familiar suyo para que le permitieran entrar a verla.
La miró en la cama con aparatos y tubos que la rodeaban, tenía los ojos cerrados y le explicaron que estaba débil pero fuera de peligro, al parecer los atacantes huyeron con tanta prisa que el tiro apenas le rozó un hombro –Mucha suerte y mala puntería- lo definió el médico antes de dejarlos a solas. Tomó su mano llena de rasguños hechos quizás al querer defenderse, pasó sus dedos por el cabello de la chica y ella empezó a reaccionar, mirándolo confundida.
- Inu… yasha… ¿Qué pasó?
- Shhh... no te preocupes, ya estás a salvo, estás en el hospital, conmigo.
- Inuyasha ellos... ellos…
- ¿Qué... qué te hicieron? –contuvo la respiración temiendo la respuesta a su pregunta.
- Dijeron que te iban a hacer daño... tuve miedo de perderte...
- Nunca me vas a perder –exhaló aire de sus pulmones y la acarició de nuevo- Voy a estar contigo siempre, pase lo que pase vamos a estar juntos.
- Inuyasha –no pudo contener más el llanto de desesperación y miedo acumulado desde aquella trágica cita. –Perdóname, perdóname por no hacerte caso, tú me lo advertiste y te ignoré por completo.
- No seas tontita, eso no importa, ya todo se acabó, digamos que me debes una –sonrió.- Además no creo que te cueste mucho pagarme –Kagome lo miró desconcertada- Quiero que salgas conmigo.
- ¿Una... cita?
- Sí, una cita Kagome porque cuando me di cuenta de lo cerca que estuve de perderte... supe lo especial que eres para mi y que no quiero dejarte ir, en... ninguna forma.
- Inuyasha... –él se acercó y la besó en los labios con suavidad probando por primea vez la dulzura de ellos y todas las sensaciones que le provocaban.
- Señor Higurashi… tiene que salir ahora, la paciente necesita descansar –interrumpió un médico.
- Un segundo, ya me voy. –el doctor salió al escuchar la contestación.
- ¿Señor Higurashi?
- Tú eres Kagome Higurashi y para poder verte tenía que ser familiar, qué mejor que tu esposo... ¿No crees? –le sonrió haciéndola sonrojar y salió de la habitación con toda la paz y la felicidad que podía imaginar e inclusive un poco más. Regresó a la sala de espera luego de que el doctor le diera algunas indicaciones sobre los planes para su "esposa".
Los días siguientes pasaron de forma diferente para todos, Sesshomaru encargado de la empresa y de la policía que iba descubriendo poco a poco los cuerpos de los secuaces de Naraku, incluyendo al tipo de la bebida que resultó estar envenenada, pero de igual forma no se olvidó de visitar, pocas y cortas veces características de su frialdad, a Kagome. La mujer seguía en el hospital pero mejorándose cada día en la compañía de una amiga que descuidó a su jefe un poco por ir a verla y de un muchacho de ojos miel que no se le despegaba más que en las más indispensables ocasiones.
Intentaron buscar a Naraku por los contactos que tenían, ya que la policía no dio la más mínima importancia a atrapar al sujeto... por algo sería, pero de cualquier manera todo fue completamente inútil, sólo obtuvieron vagas pistas de un hombre que perdió todos los bienes legalmente materiales que tenía y que se fue exiliado a una isla del caribe para no caer en manos de la justicia... o peor aún, de Sesshomaru. Tiempo después de que Kagome abandonó el hospital se hizo hora de la prometida cita, el lugar elegido era un restaurant muy elegante y sofisticado que al chico le encantaba, sentía como si una especie de magia rondara el lugar.
- Shikon no tama... curioso nombre.
- Verás que es todavía mejor que el nombre.
Por dentro el decorado era particular porque predominaban los tonos de lila, desde el usual hasta el casi negro... y el negro. Kagome le señaló lo particular del sitio y le preguntó qué era lo que le llamaba la atención del lila a un hombre como él. Inuyasha le explicó que ese lugar le recordaba lo que todos somos, un equilibrio entre el bien y el mal que generalmente es una combinación de ambos
- Me recuerda algo de lo que era antes y a alejarme del negro.
- Te lo prometo Inuyasha.
- ¿Qué dices?
- Hace tiempo me prometiste que me ibas a proteger... en aquella reunión y ahora te devuelvo la promesa, siempre voy a estar aquí para ti para recordarte que te alejes del negro, claro que conociéndote no creo que me cueste trabajo.-rió y le dio un rápido beso en los labios.
- No hagas eso. –el tono serio del muchacho la asustó bastante... ¿Había hecho algo malo? – Después de una promesa el beso debe ser así. –la tomó por la cintura e hizo que se tocaran sus labios, con ternura saboreó los de la chica hasta que se sumieron en un profundo contacto que les pareció una eternidad en su propio mundo, donde todo era perfecto y nadie más habitaba, por desgracia un mesero los interrumpió carraspeando sutilmente.
- Su mesa está lista.
Se separaron despacio y sin dejar de mirarse por unos momentos más, luego se tomaron de la mano y caminaron por donde les indicaban. El resto de la noche se les pasó entre risas, tiernos besos y algunas de sus ya conocidas desavenencias, que dada la ocasión no duraron mucho.
Un nuevo día aparecía en Japón y la chica era despertada, como en ciertas ocasiones, con un beso en los labios, abrió los ojos sabiendo que no estaba en su casa, con quién estaba y lo más importante que las cosas eran perfectas.
- Buenos días.
- Buenos días...
- ¿Qué horas son?
- Las siete –Lin lo miró sin entender, siempre la dejaba dormir hasta tarde.
- Y eso... –le dijo divertida.
- Tenemos que tomar un avión.
- ¿A dónde? –a decir verdad estaba algo alarmada, no entendía cómo faltando sólo siete días para la boda ese hombre de traje negro que le daba la espalda, y al que tanto amaba, tenía prisa por abordar un avión.
- Es sorpresa. –se giró para mirarla a los ojos y sonreír casi imperceptible, una de esas expresiones que reservaba sólo para Lin.
Ella sonrió también sabiendo que ese viaje sería algo para recordar el resto de su vida, se puso una bata, caminó hasta él para abrazarlo por el cuello y besarlo con una pasión que lo tomó por sorpresa pero de inmediato respondió con la misma intensidad.
Llegaron al aeropuerto, sin equipaje alguno, y abordaron el mismo avión que tiempo antes los llevó por todo el mundo. Pasaron unas horas de vuelo en las que ella durmió recuperando el sueño sobre el pecho de Sesshomaru, él acarició su cabello y aspiró su aroma a ella... deseando inconscientemente que el trayecto no terminara.
Su primera parada fue el lugar en el que se acercaron por primera vez y en el que pasarían dentro de unos días parte de su luna de miel. La ciudad de la luz era cada vez más bella, siempre llena de encanto y pasión.
- Déjame adivinar... es sólo una escala –divertida y repuesta por el descanso, su alegría estaba intacta.
- Sí, partimos en pocas horas.
Y así lo hicieron, luego de comer y caminar un rato, una limosina apareció frente a ellos para llevarlos de regreso al aeropuerto, abordaron el mismo avión que antes y se prepararon para las muchas horas que les quedaban por delante. El tiempo se les pasó entre juegos de niños... tomándose de las manos, besos tranquilos y miradas que decían mucho más que las palabras. Por fin llegaron a su destino, un pequeño aeropuerto que le era desconocido a Lin.
- ¿Dónde estamos¿Otra escala?
- Nuestro destino... ¿Recuerdas Costa Rica?
- Sí –"imposible de olvidar…"
- Estamos en el otro aeropuerto, el de San José.
- Perfecto. –se precipitó sobre el brazo de Sesshomaru como una niña, él la miró sin que se diera cuenta y se dio cuenta una vez más de lo afortunado que era al tenerla a su lado.
Un chofer los esperaba afuera, subieron a un auto, algo pequeño en comparación a las limosinas pero perfecto para los caminos del lugar al que se dirigían. Como todo estaba totalmente oscuro no pudieron ver el trayecto, pero sintieron que el camino era algo angosto y alrededor todo estaba en silencio, un rato después llegaron a la entrada de un coto privado, el guardia les permitió entrar. El lugar era notablemente diferente a las calles que lo rodeaban, estaba bien iluminado y excepto por algunas imponentes residencias no había nada más que campos verdes. El automóvil se detuvo en la entrada de una casa color durazno, el chofer bajó y abrió la reja de aproximadamente un metro de alto, entraron y luego se abrió un portón dejándolos ingresar a la cochera.
El interior del lugar era increíble, las paredes blancas y los pisos de madera, llena de desniveles y amueblaba con los colores favoritos de Lin, tomada de la mano Sesshomaru la guió por cada rincón del lugar, la cocina con vista al campo de enfrente, el comedor, la sala con salida a la terraza, el estudio, la habitación principal y al final la mejor parte; en la planta alta estaban una recámara y una sala de TV ambas con terrazas de vista a la nada... sólo una selva virgen y montañas verdes.
En una de las terrazas Sesshomaru la abrazaba por la espalda mirando el horizonte negro con el clima templado y una lluvia que empezaba a caer, todo era perfecto para hacerle la propuesta.
- ¿Te gusta?
- Me fascina.
- ¿Tanto como para dejarlo todo y venir aquí conmigo? –ella se giró sin soltarse y lo miró a los ojos ausentes para cualquier otra persona, pero ella veía en ellos su alma, pasó los brazos por su cuello y se recargó en su pecho.
- Compartir el lugar más mágico del planeta con el hombre qué amo... difícil decisión.
Él esbozó una sonrisa algo más clara que las esporádicas dedicadas sólo a ella y la acercó más a su cuerpo, Lin lo besó rozando sus labios con suavidad pero pronto las manos de Sesshomaru recorriendo su espalda la incitaron a entreabrir sus labios y darle libre acceso a saborear cada instante que estuvieran juntos. Sus respiraciones se dificultaron y las ropas se volvieron un estorbo... se separaron un momento eterno mirándose a los ojos y sintiendo el corazón del otro contra el suyo propio, Lin lo tomó de la mano y lo llevó a la recámara más cercana, entraron encendiendo las luces pero antes de llegar a la cama Sesshomaru la sujetó por la cintura inmiscuyendo sus manos entre la blusa que sin dudas sobraba, ella se la quitó dándole paso libre para recorrer toda su espalda y abdomen marcando sus formas, pronto el brasier también estaba de más.
La examinó con las yemas de los dedos haciéndola temblar por el deseo de ir más allá, de recibir más. Ella le desabrochó la camisa con una lentitud desesperante, besó los marcados pectorales con labios húmedos y sutil gusto, sintió como las caricias de Sesshomaru bajaban más y se adentraban en su falda, que no fue difícil retirar, y más allá, se deslizaron por el contorno de la ropa interior que le quedaba, ya no soportaba más la situación, su piel demandaba más, sus labios y su boca gritaban en silencio por un beso.
Se recostaron en la cama, Lin quedó encima y le retiró el pantalón, estaba decidida a amarlo sin límites, lo dejó desnudo y se acercó a sus labios, se besaron con pasión, Sesshomaru tocó y recorrió cada centímetro de la boca de Lin con calma y sabiduría mientras sus manos descansaban en su cintura.
Terminaron el beso y ella decidió tomar las riendas, lo acarició y lo besó por el cuello y los oídos escuchándolo respirar entrecortado, bajó por su pecho y llegó a su virilidad donde se detuvo por un momento a hacer lo mismo, con suavidad y lentitud... lo escuchó gemir por primera vez y esbozó una sonrisa pero sin detenerse provocando los más bajos instintos de Sesshomaru. Él se sintió perder el control de sí mismo, ya no pensaba... sólo sentía y deseaba más, la deseaba a ella.
Con un movimiento rápido la dejó recostada en la cama. Empezó a besar sus labios con desconocida desesperación, nadie más lo había hecho sentir así.
Puso una mano en la espalda baja de Lin y la otra la llevó más abajo del vientre, sintió cómo al primer contacto la chica se estremeció y ahogó en sus labios un suspiro, acarició su intimidad sin reservas... sabiendo justo qué puntos tocar y el momento exacto para hacerlo.
Lin se aferraba a las sábanas con fuerza, besaba e inclusive mordía los labios de Sesshomaru en una sensación de éxtasis adelantada, pasó las manos a la espalda de su hombre aferrándose a él para sentirlo más cerca, más suyo y más placentero.
- ¿Ahora? – susurró al oído de Lin quién sin fuerzas para hablar sólo asintió.
Se recostó un poco más sobre ella afirmándola por las caderas pero sin dejar de besarle el cuello por todas partes, pasando a sus lóbulos y de nuevo la los labios, finalmente se introdujo en ella con suma delicadeza, la escuchó gemir suave y se adentró más. Sus cuerpos empezaron vaivén de ritmo simultáneo, un poco más rápido cada vez, más fuerte. Sentían el sudor sobre su piel y los intensos besos que se daban sonde nada más existía, ni el tiempo ni el espacio, sólo el placer. Encontraron el éxtasis entre respiraciones agitadas y gemidos ahogados en besos.
Agotados y con las mentes todavía turbadas se recostaron, él la abrazaba por la espalda y sentía su ser junto a él, podía mirarla y tocarla para saber que el sueño permanente en el que estaba sumido era realidad. La aprisionó con más fuerza y susurró en su oído una promesa del tipo que jamás se rompen.
- Sin limitaciones siempre... – ella respondió con una sonrisa, en ese momento sellaron un pacto que mantendrían el resto de sus vidas.
Despertaron con los rayos de luz infiltrados por la ventana, ella lo hizo primero pero esperó para recibir su beso de buenos días. Se pusieron algo de ropa y bajaron a la cocina a preparar el desayuno, lo llevaron a la terraza de la sala que daba al jardín trasero y con la primera vista Lin se quedó de pie mirando... no pudo creerlo, no pensaba que hubiese un lugar tan bello en todo el planeta, sintió el aire pudo entrar en sus pulmones llenándola de vida y felicidad, una lágrima solitaria y alegre recorrió su rostro, la inmensidad habitaba en ella ahora y por siempre que estuviese al lado del ser que amaba. Sesshomaru la observaba desde unos metros atrás, sintió lo que ella sentía, vio lo que ella y se dio cuenta de que la eternidad los esperaba para amarse.
FiN.
T-T ya se acabó... no puedo creer que por fin haya llegado a la parte donde empecé... ojalá que les haya gustado le última escena... es que de ahí surgió toda la idea y tuve al fantasma de Sesshomaru rondando la casa (jaja claro que a quién no le gustaría verdad?). No me queda más que agradecerles a todas (os) quienes llegaron hasta aquí y en especial a quienes tanto me animaron con sus reviews, un pedacito de mi se queda aquí (sorry, me puse cursi)... MUCHAS GRACIAS!PD
Ojalá que el lemon esté bien... me tomó una eternidad y no estoy segura todavía jeje..
