¡Holitas! Bueno, después de tomarme el fin de semana de descanso y de reflexión, al fin hice contacto con las musas ;P y les traigo el 4 capítulo. Disfrútenlo, por favor!

Capítulo 4:

-Shippo, ya me estás mareando- le gruñó Inu Yasha- ¿Quieres dejar de dar vueltas?

-Ay… es que… ¿qué se supone que le diga cuando llegue?

-Depende de lo que quieras lograr- dijo Miroku, con una maliciosa sonrisa. Pero la quitó en cuanto vio la mirada asesina que Sango le estaba dedicando.

-Pues dale la bienvenida- le dijo Kagome, sin dejar de verlo con cara de "mi nene ya está grande"- y agrádesele por venir a visitarte.

-¿Y después?

-Pues ya se irá dando la conversación- Sango volteó a ver a Shippo y le dedicó una sonrisa, para gran alivio de Miroku.

-Bien…- Shippo comenzó a pensar cosas del tipo "Hola, Sou Ten, ¿qué onda?", "Señorita Sou Ten, que gusto verla", cuando se escuchó algo: un trueno.

-¡¡¡Parece que ya está cerca, Shippo!

-¡¿Qué! Pero… pero… ¡¡¡si todavía no estoy preparado psicológicamente!- se lamentaba Shippo, mientras era empujado fuera de la cabaña por Inu Yasha.

Salieron. Efectivamente, una gran nube se acercaba con velocidad, al mismo tiempo que salían rayos de ella. Un silencio expectante…

La nube se disolvió, por lo que el cielo volvió a su claridad (había estado haciendo buen clima). De ella cayeron una pequeña youkai, que aterrizó con gracia, y un dragón en miniatura. Todos la miraron sorprendidos durante un par de segundos…

-¡¡¡AHHH, SOU TEN!- estalló Kagome, corriendo hacia la pequeña, a abrazarla.- ¡¡¡QUE BUENO ES VERTE!- la apretujó en un gran abrazo de oso.

-Uy… ajem… gracias… Kagome…- dijo Sou Ten con esfuerzo, por la falta de aire. Kagome, al fin, la soltó.

-¡Adelante, Shippo!- le susurró Sango al kitsune, acuclillándose a su lado y dándole una palmadita en la espalda. Después le dio un empujoncito hacia donde estaba Sou Ten.

-Ay… hum… Ho… Hola…hum, Hola, Sou... Sou Ten- Shippo parecía un betabel con insolación- Co… hum… ¿Cómo has estado?- ante un discreto carraspeo de Kagome, Shippo continuó, más rojo todavía (si se puede)- Te agradezco mucho… er… que hayas venido a visitarme… no te hubieras molestado…

-Yo le dije lo mismo, pero ya ve…- comenzó el dragoncito, antes de recibir un coscorrón por parte de su ama. Sou Ten sonrió.

-Para mi no es ninguna molestia, Shippo, al contrario… hace mucho que deseaba verte y hablar contigo- la sonrisa de Sou Ten se hizo aún más amplia y más dulce. Sango y Kagome apenas y podían contener las risitas de ternura, ni tampoco Inu Yasha (aunque las suyas no eran precisamente de ternura nnU) lo cual parecía poner aún más nervioso a Shippo.

-Hum… los dejamos, para que conversen a gusto. ¡Nos vemos, Shippo!- dijo Miroku, empujando a todos consigo a la cabaña, incluyendo al pequeño dragón. Antes de entrar, el monje le hizo un signo de aprobación a Shippo, provocando aun más sonrojo por parte del kitsune.

-Hum… te gustaría… no sé… ir a la aldea… ¿o algo?

-¡Claro! ¡Me gustaría mucho ver tu entorno, Shippo!- exclamó Sou Ten, con entusiasmo. Comenzaron a caminar (recuerden que la cabaña de la anciana Kaede queda un poco apartada del resto).

-¡Tus amigos son muy agradables!

-Si, ¿verdad?- aunque la respuesta le salió entusiasta, la verdad muy dentro de su alma estaba empezando a dudarlo (xD).

-Si… esa Kagome… hum… tiene brazos muy fuertes n.nU

Shippo no pudo reprimir una sonrisa.

-No tanto como sus pulmones…

Sou Ten se rió, y Shippo se encontró riendo con el mismo gusto que ella. Esto era menos difícil de lo que se había imaginado. Las casas de la aldea se estaban acercando.

-¡¿Por qué me retiene! ¿¡Acaso no sabe que debo cuidar de la señorita Sou Ten!- protestaba el dragonejo, luchando por salir de la cabaña. Pero digamos que no podía con la "enorme fuerza" de la mano de Inu Yasha, que era la que lo tenía preso.

-¿Y crees que a nosotros no nos gustaría ver?- le dijo Sango- pero debemos respetar su momento juntos… (Como si eso les importara tanto :P)

-Además, si salimos ahorita lo más probable es que nos vean- dijo Miroku, como si fuera lo más obvio del mundo- debemos esperar al menos otros cinco minutos…

-¡Así es!- exclamó Kagome, con alegría, y mostrando entre sus manos… una cámara de fotos. Era de sol, para que el flash no los delatara (además, repito hacía un buen día soleado n.n)

El dragoncito los vio perplejo. "Respetar su momento juntos, si, como no…"

-Creo que ya podemos ir- les dijo Inu Yasha, asomándose por la puerta.

-Pues, ¿qué esperamos?

-Vaya… ¡cuántos humanos!- exclamó Sou Ten, logrando que más de una mirada se posara en ellos.

-Si, por algo es una aldea- le dijo Shippo. Se le hacía extraño que a Sou Ten le llamara tanto la atención tantas casas juntas, y tanta gente en un mismo lugar. Pero no tomó en cuenta que Sou Ten vivía en las montañas del Trueno, donde casi no había pobladores (más bien, no había nadie), y que por eso se le hacía tan fascinante esa agrupación.

-Mira… esta es la casa de la señora costurera… ella me hizo este kimono- le informó Shippo, señalando a una cabaña a la derecha.

-¡OH! ¡Pues que mujer más hábil!- Shippo se ruborizó al ver que más que a la casa, Sou Ten lo estaba observando a él, evaluando su kimono.

-Si, esteee… ¡y mira!- señaló Shippo, para alejar la atención de él- ¡Ya llegaron los campesinos! ¡De seguro traen cosas buenas de comer! ¡Vamos!

-¡Si! ¡Me leíste la mente! ¡Muero de hambre!

-¿No son lo más lindo que hayan visto?- exclamó Kagome, viendo como ambos youkais iban hacia los hombres de campo.

-Ese niño es genial- dijo con satisfacción Miroku- ha aprendido bien.

-¿Aprendido?- le dijo Sango, mirándolo con suspicacia- No le habrá dicho nada malo, ¿o si, Excelencia?

-Para nada- sonrió Miroku- Con el ejemplo se enseña.

-Peor tantito ¬¬U

-¿Por qué no me dejan ir a cuidar a mi ama?- se quejó el dragoncito, que también moría de curiosidad por saber que pasaba.

-Porque no los puedes interrumpir- recalcó Kagome- No los dejarías ser.

Vieron como Shippo, después de hablar con un aldeano, conseguía un par de grandes duraznos, y uno se lo ofrecía a Sou Ten, quien lo tomó complacida.

-Que orgulloso me pone ese niño- Miroku lloraba apasionadamente de nuevo- Oye, Inu Yasha-dijo, dejando su "llanto"- Debería de darte vergüenza…

-¿Eh? ¿Por qué?

-¡Pues porque Shippo ya te aventajó en materia de amor!- le dijo Miroku- Y eso que es aún un niño…- hizo una cara de "qué vergüenza", negando con la cabeza (como se ponen los papás ante un examen reprobado n.nU)

-¡¡¡¡¿¿¿QUÉ DIJISTE!

-¡Inu Yasha, cállate!- le reprochó Kagome, de mal humor (a ella también le llegó el comentario de Miroku)- ¡Nos van a oír!

Efectivamente:

-¿No escuchaste algo?- preguntó Shippo, a medio durazno.

-No… creo que no- fue la respuesta.

Ambos se vieron y se encogieron de hombros. Después, siguieron comiendo sus respectivos duraznos.

Regresando:

-¡¿Ya ves! ¡Sé más discreto!

-¡No me reclames a mi, sino a ese monje y sus comentarios que nadie le pide!

-La verdad duele, pero no peca de nada- le contestó el Houshi, con aire filosófico. Antes de que Inu Yasha pudiera replicarle, Kagome le tomó del brazo, y le hizo un gesto para que se calmara. Inu bufó, pero se sentó de nuevo.

-Esta es una aldea pequeña- le dijo Shippo como disculpándose, después de que recorrieran todas las casas- no hay mucho que ver.

-A mi me pareció encantadora- le dijo Sou Ten con ánimo- jamás había visto tanta gente en un mismo lugar… al menos gente viva.

-n.nU

-Pero… eso… ¿eso quiere decir que hay aldeas MÁS grandes?

-Pues claro- le dijo Shippo, con extrañeza- hay varias que son el doble o el triple de tamaño que esta, sobre todo las que están cerca de los palacios de los terratenientes.

-¡WOW! ¿Y hay más gente que aquí?

-Erm… pues si- a Shippo no dejaba de extrañarle- Yo conozco varias por los viajes que hago con mis amigos- esto último lo dijo con un poco más de orgullo, irguiendo la cabeza- Varias son muy bonitas…

-Vaya…- Sou Ten suspiró, como quien ve pasar una quimera- Como me gustaría conocerlas algún día…

Shippo la miró. Por alguna razón le dieron unas ganas tremendas de decirle que él con gusto la llevaría, es más, que por qué no se quedaba con ellos. Pero otra cosa en su cabeza, tal vez el fugaz recuerdo de Naraku, le hizo desistir de esta propuesta. Sin embargo, le dijo:

-Cuando… hum… cuando todo esté tranquilo de nuevo… hum… pues te puedo llevar a alguna, Sou Ten…

Ella lo miró, primero con sorpresa, después con ilusión.

-¡Eso sería maravilloso!

El rubor, que gradualmente había desaparecido de las mejillas de Shippo, regresó. Sou Ten rió un poco al verlo. Y Shippo rió otro poco también.

-Y dime, ¿cómo vas con tus técnicas?- le Preguntó Shippo.

-Pues voy mejorando- exclamó ella con orgullo- ¡que se cuiden los que se metan con el ingenio de la gran Sou Ten!

-je, yo también he mejorado- dijo Shippo, alzando la cabeza- Kirara me ayuda a practicar.

-¿Kirara? ¿La gatita que- se avergonzó un poco, al recordar lo de las "Groovy-hierbas" xD- les acompaña?

-Así es. Ella siempre nos anda ayudando. Es muy buena.

-Al menos ella si es útil, no que a veces…- Sou Ten negó con la cabeza. Shippo sonrió.

-¿Desde cuando te acompaña ese dragonejo?

-Je, pues desde que lo recuerdo. No sé si eso sea bueno o no…- rió- pero pues ahí ha estado.

-Vaya, como Inu Yasha y la pulga Myoga…

-¿Pulga Myoga?

-Pues si, mira…

Mientras Shippo le contaba todo lo relativo al asunto (y como sabemos que un tema lleva a otro) pues se encontraron platicando muy contentos, descansando bajo un árbol, ya que el sol se estaba empezando a poner implacable, platicando de sus respectivas vidas.

-Ya huele a boda- rió Inu Yasha con sorna, detrás del muy útil y bendito montículo que había cerca del susodicho árbol.

-¿¡Verdad que si? - Kagome no cabía en si de embeleso.

-De verdad que hacen linda pareja- sonrió Sango. Miroku asintió junto a ella. Kirara maulló.

-¡Ya déjenme ir a ver!- se quejaba el Chibi-dragón.

La tardé pasó con calma, aunque ni a Sou Ten ni a Shippo se les hizo mucho tiempo, pues la plática había sido constante y animada.

La youkai volteó a ver a la aldea, cuando hicieron una pausa en su charla.

-¿Falta algo por ver?- le preguntó Sou Ten.

-Pues… hay un lago con cultivos de arroz por aquí cerca…- Shippo miró el cielo. No podía creerlo, en lo que hablaban ya casi era el atardecer- ¿Te gustaría ir a verlo?

Sou Ten asintió. Ambos se levantaron y se dirigieron hacia el camino, a cuyo costado estaba el lago.

Los… ajem… "chaperones no autorizados" se movilizaron también rápidamente al lago, cuidando no ser vistos.

-¡Qué… HERMOSO!- exclamó Sou Ten, con admiración. Las aguas del lago se teñían de naranja y rojo, mientras el sol se ponía. Parecía como si las diminutas plantitas de arroz crecieran en llamas. Shippo sonrió, contento de que la aldea tuviera ese maravilloso paisaje para podérselo mostrar a Sou Ten. Ésta se sentó en el pasto, al lado del lago. Shippo hizo lo mismo, y se apoyó en una roca que estaba ahí. Ambos se quedaron absortos largo rato en el bello paisaje. Cuando las primeras estrellas empezaron a aparecer, Sou Ten volteó a ver a Shippo, sonriendo. Shippo le devolvió el gesto.

-Oye, Shippo…

-Si, dime

-Hay algo que quiero darte.

-¿Huh?- Shippo volteó a verla. Ella sonreía aún más, e introdujo la mano a un pliegue de sus ropas, mientras se acercaba lentamente a Shippo. Este, más rojo que nunca, trató de hacerse para atrás, pero había un obstáculo ahí: la roca. Y Sou Ten se seguía acercando. Rojísimo, Shippo se pegó a la fría superficie de la piedra, y cerró sus ojos con fuerza. Y sin embargo, comenzaba a sentirse ligero, muy ligero, como se siente uno cuando se te realiza un deseo. Hasta los "observadores" (que se habían quedado callados y expectantes ante la situación) no movieron ni un dedo. Ni siquiera el dragoncito se acordó de su deber de proteger a Sou Ten. Todo parecía congelado. Y Sou Ten seguía moviéndose en dirección a Shippo…

---------------

¡Fin del 4 capítulo! ¿¡Qué pasará! ¡Pues tendrán que leer el próximo capítulo para enterarse!

(Insertar aquí risa malvada y algo sobreactuada) :P Lo sé, soy malvada ;D pero así es este negocio, amigos míos. (Por cierto, si alguien se sabe el nombre del dragoncito, ¡apiádese de mí y dígamelo! Porque ya me harté de andar complicándome la existencia )

MATA NE, MINNA!