¡Grazias por todos los comentarios!

Los capítulos son cortos, porque no tengo mucho tiempo para traducirlos. Pero voy a tratar de añadir las nuevas partes cada dos semanas.


2. El signo del Mago Negro

Snape cayó al piso, retorciéndose de dolor. Cada nervio de su cuerpo parecía arder como el fuego. Los luminosos círculos rojos centellearon bajo sus párpados, de detrás de los dientes salió un aliento silbando. Voldemort miró a su víctima con cruel satisfacción. Malfoy se retrocedió unos pasos y se quedó inmóvil, con cara dirigida hacía atormentado Snape.

Por fin el Lord Tenebroso bajó la varita. Snape estaba inmóvil durante unos segundos, después lentamente, jadeando, comenzó a levantarse a las rodillas. Voldemort lo observaba maliciosamente y cuando Snape alzó la cabeza, gritó otra vez: ¡Crucio!

Si Snape pensaba, que no podría ser nada peor que el dolor lo que había sufrido hace un rato, se equivocó. No pudo saber, que las fuerzas de dos Cruciatus, ejecutados sucesivamente, se añadirían y la tortura se volvería casí insoportable. Hizo un esfuerzo para no gritar, pero no pudo ahogar un gemido animal. Baba le salió en los labios, torcidos en un horrible paroxismo, sangre empezó a fluir de debajo de las uñas clavadas en las palmas de la mano.

Voldemort se puso a pie y se dirigió hacía los Mortífagos, sin cesar indicando a Sanpe con su varita. Sus ojos sugerieron una idea de la mirada de una cobra, preparándose al ataque. Se inclinó sobre el atormentado mago y le quitó la máscara. La cara de Snape, pálida por lo común, ahora estaba lívida, torcida del dolor inmenso. Sobre sus labios espumaba la sangre.

Lord se sonrió con auténtica satisfacción. Bajó la varita. La últimas convulsiones sacudieron el cuerpo de Snape y el mago se quedó inmóvil. Voldemort lo empujó con la pierna, pero Severus no se muvió.

- Habrá exagerado un poco con mi pequeña reprimenda, - rió venenosamente el Señor Tenebroso. – Hmm, soy un poquito desengañado. Esparaba que Severus aguantaría más tiempo.

Miró descpreciativamente al Mortífago y se volvió a Malfoy.

- ¿Ha dicho que pasó en Hogwart?

- No...- Malfoy respondó con distinta dificuldad.

- No importa, dentro de poco nos encontramos todo. Mi sirviente de confianza...

- Está muerto – del piso llegó un ronco susurro.

Voldemort se volvió en un santimén y fijó los ojos en Snape. El mago estaba respirando duramente.

- ¿Que has dicho? – preguntó Voldemort sospechosamente.

- Barty Crouch Junior está muerto – dijo Snape con esfuerzo – Lo besó un Dementor.

Voldemort no pudo ahogar la rabia.

- ¿Como lo han desenmascado? – gruñó.

- Se desenmascó él mismo – explicó Sanpe. – Cuando Potter regresó y contó del regreso del Señor Tenebroso, Crouch perdió la cabeza. Se llevó el chico al castillo para preguntarlo de todo y Dumbledore comenzó a sospechar algo. Después, bajo la influencia del Veritaserum, Barty le dijo todo.

- No, no todo, - dijo Voldemort sonreiéndose misteriosamente – Nadie, ni siquiera un sirviente más fiel, sabe todos los planes de Lord Voldemort. Por lo demás – sus ojos rojos brillaron fríamente – su misión era muy peligrosa del principio. Barty supo sólo lo que pudiera saber para no delatarme a mis enemigios. Es lástima, – dijo sin pena – necesitaría mucho un espía en Hogwart...

Calló, mirando a Snape, el que se puso de pie con esfuerzo.

- Lo que me hace pensar en ti, Severus – dijo Voldemort – Oí las neuvas diversas. Unos dijeron que habías renegado de mí y que me habías espiado para Dumbledore antes de mi derrota. Otros afirman – echó una ojeada a Malfoy – que en su fuero interno te quedas un fiel Mortifago. Has llegado a mi orden, con retraso, pero voluntariamente. Eso testimonia en tu favor. Pero por otra parte, Dumbledore tiene que confiarte si desde hace años trabajas en Hogwart. Entonces explícame, por favor, ¿quién eres de verdad? ¿Un traidor o un sirviente? ¡Y ojalá me convenzas! - añadió siniestramente.

- ¡Señor! – dijo Snape vigorosamente, sus ojos negros brillaron de excitación – Esperaba este momento desde hace años... desde cuando apareciste en el cuerpo de Quirrell...

- ¡No me digas embustes! – gritó Voldemort de repente - Piensas ¡¿qué he olvidado?! ¡Hiciste todo para impedirme conquistar la Piedra Filosofal! Espantaste a Quirrell, quisiste forzarlo a traducirme...

- ¡Sí! – Snape le interrumpió, su cara llevó la expresión fanática – Desde cuando supe la verdad, deseaba que mi señor abandonara el cuerpo de aquel tartamudo y fracasado y usara el de su fiel sirviente – agachó la cabeza con veneración.

Voldemort lo miraba de modo muy hostil.

- ¿Piensas que voy a creer en este cuento? – dijo sinisteramente.

- Mi Lord, yo sé que todo esto puede parecer improbable – Snape asentió de prisa – pero déjame explicar. Como ya había dicho, desde aquel tiempo esperaba el momento para confesar todo. TODO – repitió enfaticamente.

Voldemort estaba callado, mirándolo fijamente a Snape con los ojos impeneterables.

- Te dieron que yo estaba el espía de Dumbledore – continuó Severus – Es veradad...pero no toda la verdad. Sí, aparecí en su despacho una noche, un año antes de tu derrota. Le propuse que le entregaría informaciones de las filas de Mortifagos. Le dijo que no podía más aguantar de torturas y muertes y que quería volver al lado de bien. Y Dumbledore me creió. – Snape se rió burlonamente – Desde entonces lo informaba de toda nuestra actividad. Para confirmar mi lealtad, lo avisó que te propusiste liquidar a los Potter.

- Pues Dumbledore se enteró de ti – gruñó Voldemort – Ahora entiedndo, por eso ejecutaron el encantamiento Fidelius. Hay que decir que me lo habría desbaratado los proyectos si no hubiera tenido mis proprios agentes. Pero eso significa, que eras un traidor.

Severus no dejó desconcertarse.

- Yo lo había prevido – dijo tranquilamente – Sabía que era un Mortifago cerca de los Potter y por eso pensaba que podía avisar a Dumbledore sin daño a tus designios.

Por la pirimera vez Voldemort pareció sorprendido.

- ¿Tú habías prevido? – preguntó con recelo - ¡¿Sabías de mi espía?!

- Suponía que alguien te entragaba las informaciones sobre Dumbledore – dijo Snape – Desgraciadamente, me equivocó en cuanto a la persona. Por los años creía, como todo el mundo, que tu espía era Sirius Black.

- ¡Sirius Black! – el Señor Tenebroso rió con desprecio – Tuvo la cabeza llena de tantas ideales que no pudiera ser útil. ¡Qué pena que no haya muerto en el Azkaban! Pero, por otro lado... – añadió con una rara sonrisa – si no hubiera escapado, probablemente no hablaríamos hoy y quien sabe, ¿cuánto tiempo tendría que vagar en forma de una fantasma, carente del cuerpo y poder? Sí, sí – continuó, viendo sorpresa en los ojos de Snape – si Black no hubiera escapada del Azkaban, mi espía no habría abandonado su asilo en Hogwart y no me habría encontrado en las bosques de Albania. ¡Colagusano! – llamó.

Algo se movió detrás de la elevación y de detrás del trono emergió un bajo hombre baldo, teniendo parecido con una rata.

- Pettrigrew – susurró Snape – Entonces es verdad... Y yo no le creía, hasta hoy...

- ¿Has visto a Black hoy? – preguntó Voldemort rigurosamente.

Snape asentió con la cabeza.

- Sí, después del regreso del Potter Black apareció en Hogwart. Dumbledore lo invitó, creyó en su innociencia.

Pettrigrew, que se acercaba dudosamente, oyó la última frase. De repente pareció muy inquieto, pero no se atrevió de hablar. Voldemort lo notó y sonrió con crueldad.

- Nuestro Colagusano tiene miedo de sus viejos amigos. Huía de ellos tan rápidamente que dió conmigo.

Peter se encogió con humildad. El Señor Tenebroso lo miró con una mezcolanza de desprecio y asco. Se dirigió a Snape.

- Todo esto era muy interesante, Severus, pero de continuo una cuestión no está clara para mí. ¡La más importante! - enfatizó - ¿Por qué nunca has creido justo informarme de tu actividad? Esperaría, que un doble espía hace uso de sus informaciones. Y tú...

Los ojos de Snape brillaron febrilmente, una sonrisa llena de triumfo apareció en los labios.

- Señor – dijo con la voz temblando de emoción - ahora voy a revelarte mi vera intención. No colegía informaciones sobre Dumbledore. ¡Quise matarlo!

Voldemort se quedó inmóvil, petrificado del asombro. Malfoy aspiró silbando. Pettrigew miró a Snape, como si éste hubiera anunciado el fin del mundo, y se retiró unos pasos.

- ¿Quisiste matarlo? – pregunto en voz baja.

Snape asentió con la cabeza.

- ¿Cómo? Matar a Dumbledore no es comer y cantar

Snape sonrió con satisfacción.

- Un veneno – dijo lacónicamente – Morsanguis. Para hacerlo se usa los Artes Oscuros avanzados. Mata en el acto, no hay antídoto. Basta una gota en la sangre. Las preparaciones llevan once meses y seis días. – calló por un momento, después añadió lúgubremente – Quise que la mixtura fuera preparada el primero del diciembre de 1981. Si no Potter...

Sacudió la cabeza con rabia distinta. Voldemort lo miraba fijamente.

- ¿Por qué quisiste matar a Dumbledore? – preguntó, sus ojos rojos ardieron.

Snape se enderezó, su cara puso la expresión orgullosa y dura. Lentamente tocó su cuello y sacó la cadenita de metal. Alcanzó el medallon formado de araña.

- He aquí la razón – dijo enfaticamente – Mi herencia. Y mi venganza.

Voldemorta miraba el medallon, completamente atontado. Sus ojos rojos erraban de la araña del metal en la cara triunfanda de Snape. Lentamente extendió la mano para coger la cadenita. Lo volvió en la palma, como buscando algunas marcas singulares.

- Esto es Aranus - dijo por fin y miró atentamente a Severus - ¿ De dónde lo tienes?

Los ojos de Snape brillaron de orgullo.

- Lo heredó de mi madre, y ella lo había recibido de su padre, un año antes de su muerte de él. Es un signo de mi linaje – su voz sonaba solemnemente - El signo de mi abuelo, Grindelwald.