Altariel: ¿Estudias ingenería? Muy interesante. Yo estudio física.
Ana María: Sí, heredero debe intriguar...
Florence Rose: No llores, siempre leo todos tus comentarios :)
franga: No puedo decir ahora si tu teoría es correcta para no revelar demasiado
Maniatica Lovegood: Es una pregunta: ¿qué va a hacer Snape?
4. El nuevo maestro
(1 septiembre 1995)
El Exprés de Hogwart entró despacio en la estación final. Harry, Ron y Hermione se abrieron paso entre la muchedumbre de los estudiantes, los que todos se precipitaron hacía la salida en el mismo momento. Harry respiró con alivio cuando en fin llegó hasta la puerta y llenó el pecho de aire fresco. Pero apenas hubo puesto los pies en el piso del andén, una mano enorme cogió su hombro y le dió vuleta con la grande fuerza.
- ¡Hagrid! – Harry exclamó con alegría y el instante siguiente casi gritó, cuando el guardabosque lo abrazó de todo corazón, pero muy fuertemente.
- ¡Harry! – Hagrid sollozó – ¡Qué bueno que ya estés aquí! Ahora puedo ser tranquilo. En Hogwart hasta Él no te toquará...
Calló y miró a Harry con ansiedad. Después de los acontesimientos del último junio y el regreso del Lord Voldemort, todos trataban de evitar mencionarlo en presencia del chico. Algo que era muy difícil, como que el rumor se extendiò y el pavor comenzó a llenar de nuevo el mundo magico.
- Todo va bien – dijo Harry, esforzándose en tono ligero.
La memoria del último encuentro con Voldemort sigue horrorizándolo, aunque ya habían pasado dos meses. Pero durante los vacaciones no ocurrió nada que podría indiquar que el Señor Tenebroso intentaba de atacar en seguida. Todo lo contrario, no daba señales de vida y por fin Harry dejó de dormirse con una terrible idea que lo despertaría una risa cruel y un rayo verde de Avada Kedavra.
Otra razón por cual se sentía bastante seguro fue la conciencia que estaba bien guardado. Hasta durante el mes pasado a los Dursleys, Harry quedaba bajo la protección de Arabella Figg. La vieja vecina de sus tíos resultó ser una bruja. Y más que la bruja ordinaria. Dumbledore lo informó que la señora Figg era una jubilada Aurora.
Cada unos días Harry recibía una carta de Sirius. Black estaba escondiéndose a casa de su amigo Remus Lupin, pero quedaba en contacto con su ahijado y con la señora Figg. Todo esto hizo Harry olvidando de la pesadilla del junio pasado. Lo que no impide que creía que todo ya iría bien. Voldemort se escondió y no daba señales de vida. Muchos magos simplemente dejaron de creer en su retorno. Pero algunos, incluso los Weasleys, sospechaban que esto era una parte del plano del Lord Tenebroso. Y se preocupaban tanto más.
Ron le sacó de los pensamientos.
- ¡Harry! – apresuró al amigo – Vamos, los carros esperan.
Salieron de la estación, acompañados por Hagrid. Harry no estaba sorprendido. Evidentemnete el guardabosque decidió no quitarse los ojos de él y Harry sospechaba, que Hagrid actuaba por encargo de Dumbledore. Pero lo intrigó algo y apenas hubieron subido al carro, preguntó:
- Hagrid, si tu estás aqui, ¿quién pasa a los nuevos alumnos al otro lado del lago?
Los ojos negros de Hagrid brillaron con alegría y el guardabosque se rió ruidoso.
- La profesora McGonagall en persona – contestó, tratando de guardar la seriedad.
Pero no le salió bien y dentro de poco los cuatro reían, imaginádnose a una grave y severa bruja que rocerría el agitado lago en una balanceada barca.
- Hagrid, ¿quién va a enseñar la Defensa de los Artes Oscuros este año? – Ron preguntó de improviso.
Por efecto de los raros lances de la fortuna se hizo como una tradición que cada año diferente profesor enseñaba esta materia. Y, como siempre, hasta la repartura del curso los alumnos no sabían quien sería esta vez.
Hagrid sonrió misteriosamente.
- Tenéis suerte. Este año es alguien. Famos... ¡ay! – de repente tapó la boca – Por poco me he clareado. Es una sorpresa.
Y aunque lo pedían que los revelara el nombre del nuevo maestro, no quiso decir nada más.
Pronto llegaron al castillo. Subieron por la escalinata de piedra, pasaron la puerta y se encontraron en un hall bien conocido. Harry se sintió como hubiera regresado a casa. Respiró con alivio y una sonrisa le aclaró el rostro.
Mientras tanto el río de los estudinates corría lentamente hacía la puerta abierta y entraba al alumbrado intensamente Gran Salón. Harry, Ron y Hermione ocuparon sus asientos preferidos en la mesa de Griffindor, pronto Fred y George se unieron a ellos, acompañados por su inseparable amigo, Lee Jordan.
En la mesa de maestros, a la cabecera, estaba sentado Albus Dymbledore y sonreía cordialmente a los alumnos. Al ver a Harry cabaceó y le dirigió una mirada caliente.
Otros profesores también estuvieron presentos, sólo un asiento a la derecha del director fue desierto.
- Ése de la Defensa probablemente llegue con retraso – dijo Ron, un poco desencantado.
Como la mayoría de la gente en el Salón, el chico estaba muy curioso quien fuera el nuevo profesor.
Entre tanto la profesora McGonagall introdució a la sala asustados alumnos del primero curso. Parecía que la neavegación nocturna no le convino, porque tenía aspecto helado y muy irritado. Puso un viejo Sombrero Seleccionador al trípode y se comenzó la ceremonia.
Apenas el último de los nuevos alumnos ocupó un asiento a la mesa de su casa, Dumbledore se levantó y pronunció una bienvenida habitual. Harry esperó que el director diría algo con motivo del regreso de Voldemort o que introduciría unos adicionales restricciónes para los estudiantes. Pero no pasó nada así. Dumbledore dijo solamente "¡Buen provecho!" y sobre las mesas se aparecieron las fuentes llenas de platos sabrosos.
Habrán pasado diez minutos, cunado Dumbledore cortó su conversación con McGonagall y miró atentamente la ventana.
- ¡Ah!, veo que nuestro nuevo maestro de la Defensa de los Artes Oscuros ya ha llegado – gritó con alegría, levantándose y dirigiendo su varita hacía la ventana.
Todas las cabezas se volvieron con curiosidad a la misma dirección. Las puertaventanas chirriaron y un grande azor negro entró volando a la sala. Dió una vuelta en el aire por encima de los estudiantes y, al aletear perezosamente sus alas enormes, voló hacía la mesa de los maestros. Dumbledore lo miraba con una sonrisa. El azor quedó parado en el aire junto al viejo mago, la luz de las candelas reflejaba en sus garras y su pico agudo. Y de repente todos los estudiantes dijeron: "¡Ooooooh!" Al lado de Dumbledore estuvo una delgada mujer, vestida de un negro abrigo de viaje.
- Animaga...- susurró Hermione.
- Vega, me da alegría que hayas alcanzado el banquete – exclamó Dumbledore, apretando las manos de la mujer - ¡Mis queridos! – dirigió a la sala – Querría presentaros una nueva maestra de la Defensa de los Artes Oscuros, profesora Vega Starlight.
La mujer se volvió a los estudiantes. Por un momento se hizo silencio y después estalló una oleada de aplausos. Lo más ruidosamente daban vivas los chicos del séptimo curso, muy impresinados por la profesora, que no sólo era más joven que otras maestras, pero también hermosa. Su largo pelo negro se iba de debajo de la cintilla y le caía sobre los hombros. La tez pálida contrastaba con los ojos grises, que brillaban misteriosamente. Pero la mirada de la mujer era dura y su cara severa y seria. Una cicatriz profunda, ramificada en la punta, cortaba la parte inferior de su mejilla izquierda.
Harry, como los otros estudiantes, no quitaba los ojos de encima a profesora Starlight. Ahora comprendía que quería decir Hagrid mencinando la sorpresa. A casa de los Weasleys últimamente se hablaba mucho de los Aurores y Vega Starlight era una de los mejores. Al terminar Hogwart practicaba bajo la dirección de Alastor Moody y, como sucede a menudo, la aprendiz superó al maestro. Mucha gente creía que Vega Starlight era la más poderosa de todos los Aurores.
Harry se ensimismó. Si la encontrara en la calle, nunca pensaría que durante dos años esta mujer mandó al Azkaban más Mortífagos que muchos Aurores durante toda carrera. Y que numerosos sirvientes de Voldemort no sobrevivieron la encuentra con ella.
- Harry... – Ron susurró con emoción, dándole un codazo – Mira a Snape.
Harry miró al hombre que estaba sentado a mano derecha de Dumbledore. Severus Snape, el Maestro de Pociones, desde hace cuatro años quería tomar la clase de la Defensa de los Artes Oscuros y cada año el director confía este puesto a otra persona. Por eso Snape detestó a todos precedentes profesores de esta asignatura. Entonces nada de extraño que Harry enmudeció de asombro cuando en los negros, fríos ojos de Snape, fijados en Vega Starlight, en lugar de antipatía vió una rara, ávida curiosidad.
- ¡Sentémonos!, habrás sentido hambre por el camino – dijo Dumbledore y retiró la silla a su izqierda, haciendo una cortés reverencia a la mujer.
- Simplemente estoy muriendo de hambre – contestó Vega, quitándose el abrigo.
Era vestida de un oscuro caftán de cuero sin mangas, una camisa blanca de seda y una larga falda negra. Al mano izquierda llevó una gunate negra.
En la sala iba subiendo el ruido de las voces. Harry se puso a comer cunado de repente alguno a la mesa de maestros retiró la silla impetuosamente. El chico miró allí y casí se atragantó. Snape se levantó y se acercó a profesora Starlight.
- Salud, Vega – dijo tendiendo la mano.
La mujer lo miró y por un instante antipatía le torció le cara, pero se dominó rapidamente.
- Salud, Severus – dijo fríamente apretándole la mano.
Snape vaciló como quisiera decir algo más pero renunció, inclinó la cabeza y volvió a su asiento. Vega lo sigó con la mirada glacial, se sentó, cogió una chuleta y lo cortó enérgicamente en pedazos.
Ron y Harry se miraron asombrados.
- Parece que se conozcan – dijo Ron.
- Sí – asintió Harry – y si se trata de profesora Starlight, por lo que se ve no le gusta a Snape. ¿No tenéis la impresión que con mucho gusto lo pondría en lugar de esta chuleta?
- ¡Yo también! – Ron sonrió maliciosamente – Y sin embargo es un cambio – añadió – Siempre Snape era el que se comportaba como quisiera matar al maestro de la Defensa.
- Lo curioso es de donde se conozcan... – consideró Harry.
- Quizas de Hogwart – sugerió Hermione – Profesora Snape tiene aspecto juvenil pero no puede ser mucho más joven que Snape, si era una Aurora en los años del Quien-Ya-Tú-Sabes.
- ¿Sirius nunca te ha mencionado nada de ella? – Ron miró a Harry – Si Hermione tiene razón, tiene que conocer a ella.
El chico negó con la cabeza.
- No – dijo – Nunca ha hablado de ella. Pero es posible que simplemente no supiera quien sería la nueva maestra de la Defensa. Lo preguntaré de ella en la próxima carta.
- Y tal vez...- Hermione bajó la voz – Harry, ¿te acuerdas que viste en el Pensador, en la oficina de Dumbledore? Durante el proceso de Karkaroff. Cuando acusó a Snape de colaboración con Quien-Ya-Tú-Sabes, Dumbleodre personalmente se hizo fiador de él. Pero Moody nunca creía en las buenas intenciones de Snape. Y lo expresó más de una vez. Pues si profesora Starlight trabajaba con Moody, es possible que sepa algo de sus antiguas faltas.
- Y lo tiene por un traidor – acabó Ron mirando al Maestro de Pociones con distinita antipatía. – No comprenderé nunca porque Dumbledore le confia.
- Debe de tener sus razones – dijo Hermione y era claro que no le parece apropriado poner en duda los juicios del director.
Ron no pareció convencido. Harry estaba observando la mesa de los maestros con la mirada reflexiva. Y de repento algo le vino a la cabeza.
- ¡Escuchad! – dijo con entusiasmo – Preguntemos a Hagrid. Ya trabajaba en Hogwart cuando Sirius y mis padres estudiaban aquí.
- ¡Buena idea! – se alegró Ron - Iremos a su casa mañana.
El banquete se acercaba al fin. Cuando la mayoría de los platos quedó vacía y hasta los más habrientos estudiantes no pusieron comer ni un pedazo más, Dumbledore se levantó y en seguida se hizo silencio. El director sonrió y acarició su larga barba.
- Pues, mis queridos, comenzamos el nuevo año en Hogwart – dijo cordialmente – Como siempre, tengo unos anuncios. Con motivo del acontesiminetos del junio pasado – de repente su voz se hizo seria y severa – Estuve obligado tomar medidas para garantiros la máxima seguridad.
Harry se muvió con agitación.
- Todo el campo del colegio – continuó Dumbledore – fue rodeado por un óptimo sistema de la detección de los Artes Oscuros, elaborado por profesora Starlight. No voy a aburriros con los detalles técnicos, solo quiero decir que debido al este sistema ninguno encantamiento oscuro puede ser ejecutado en Hogwart. Además, nadie va a entrar aquí sin mi permiso, todos los hechizos camuflandos serán descubiertos en seguida. Entonces – añadió ya más serenamente – os aseguro que estáis seguros al terreno del colegio. Por desgracia – levantó la mano, acallando el rumor de susurros – porque el sistema funciona sólo alrededor de Hogwart, estoy obligado cancelar todas las excursiones a Hogsmead.
Los alumnos gemieron con desengaño. Dumbledore sonrió con comprensión.
- Esperando tal reacción – dijo – fijó con un proprietario de la tienda con dulces que cada mes visitaría Hogwart con sus productos – todos se animaron – También señora Rosmerta ofreció suministarnos con unas...bebidas – sonrió.
Esta vez los estudiantes comienzaron a dar vivas en alta voz. Dumbledore levantó la mano.
- Para acabar quería informar – su mirada penetrante se fijó en Harry – que las viejas mapas de Hogwart ya no están actuales. Y ahora ¡buenas noches!
La mayoría de los estudiantes no tuvo idea en que pensaba Dumbledore mencionando las mapas. Pero Harry lo entendió muy bien. Miró con ceño a Ron y vió que también su amigo sabía que significaban las palabras del viejo mago. En cambio Hermione parecía contenta. Nunca ha abrobado las ilegales excursiones de Harry.
- ¿Qué han hecho con los pasos? – murmuró Ron - ¿Han tapiado?
- Estoy seguro que profesora Starlight ha cuiado que no podamos pasar – suspiró Harry.
- Tal vez perdieron uno...
- No creo – Harry negó – Antes de los vacacciones Dumbledore estudió atentamente ls Mapa del Merodeadores.
- ¡Potter, Weasley! – al lado de ellos habló una voz severa - ¿Vais a pasar la noche en el Gran Salón?
Profesora McGonagall estaba cerca de la mesa, tabaleando con impaciencia en el tablero. Harry y Ron se dieron cuenta que todos ya habían salido y la sala estaba desierta. Hermione no había tampoco.
- ¡Ya nos vamos, señora! – dijo Harry y se levantó de prisa.
Ron miró a su alrededor.
- Dónde está Hermione? – preguntó a su amigo a media voz.
- Es una Prefecta – murmurró Harry – habrá llevado el primero año a la torre de Gryffindor.
Los chicos hicieron un saludo y salieron de la sala. No quisieron poner a prueba la paciencia de profesora McGonagall.
