5. La lección de la Defensa

Snape regresó a su despacho de mal humor. Al sentarse a la mesa, abrió un libro grueso, encuadernado en cuero negro, y comenzó a leer. Pero un instante después lo cerró con rabia, se levantó y se puso a caminar enfadosamente por la habitación. El fuego de la chimenea reflejaba en sus fríos ojos negros. Severus pensó de nuevo en los acontesimientos de la noche pasada y una risa amarga desfiguró sus labios.

Después del banquete Dumbledore invitó a todos los maestros a la clase de Transformaciones, donde Vega Starlight les describió con todo detalle como funcionaba su Sistema de la Detección de las Artes Oscuras. Severus fue muy impresionado por ingenio de la Aurora, pero tuvo dudas si fuera de él, Dumbledore y McGonagall alguno comprendiera la esencia del SDAO. Sobre todo profesora Trelawney parecía completamente confusa, cuando Vega comenzó a dibujar en la pizarra los complicados diagramas de colocación y cooperación de los diveros hechizos y encantamientos .

Vega hablaba por una hora, por la hora siguiente contestaba las preguntas y con paciencia explicaba a las brujas y a los magos los detalles técnicos del sistema. Y cada vez sus ojos grises detuvieron en Snape, en seguida los llenaba profunda antipatía y desprecio.

A eso recuerdo por la pálida cara de Snape pasó una sombra de la tristeza. Se acercó a un grande cajón, abrió la tapa y de debajo de un montón de trastos sacó un pequeño cofrito. Lo colocó sobre el escritorio y apretó la cerradura. La tapadera saltó. En dentro hubo una pila de los papeles amarillentos. Snape los quitó con precaución y puso sobre la mesa. Se sentó y comenzó a mirar lentamente los documentos. Por fin encontró lo que buscaba. Fue un viejo ejemplar del "El Diario de Profeta ", con la fecha 13.07.1983. En la primera plana se veía una fotografía de una muchacha de corto pelo negro. Por abajo el título decía: "El nuevo éxito de Vega Starlight - Rodolphus Lestrange en Azkaban".

Severus miraba pensativo la fotografía. Por fin suspiró y ya quiso meter el periódico al cofre, cuando de dentro se cayó un pequeño paquete. Fueron unas cartas, atadas con una fina correa. Asombrado Snape las miraba como algo de que hace mucho tiempo ya se había olvidado. Lentamente, como si vacilara, cogió el paquete y sacó una carta. Al acercar la candela, se puso a leer.

"15/01/67

¡Querido hijo!

¡Felizes cumpleaños! Ya tienes siete años. Creo que te va a gustar el regalo. Por favor, no lo mostres a la Abuela – ella odia todo que es relacionado con magia."

Severus sonrió. Como pudiera olvidar el libro que recibió entonces de su madre, Hecate. "Compendio de las Artes Oscuras". Cogió la próxima carta.

"29/05/68

Hijo,

Tengo una espléndida noticia para ti. ¡Dentro de un mes te llevo a nuestra nueva casa! Casi todo ya está hecho, sólo tengo que deshacerme de unas tercas estrigas."

La nueva casa resultó ser un viejo castillo, construido sobre la inaccesible falda de la montaña Schwarzberg en los Alpes de Baviera. Nadie sabía quien y como lo constryuó. De una parte protegido por una vertical pared rocosa, de otra alcanzando un profundo abismo, parecía completamente aislado y abandonado. Pero los habitantes de las valles juraban que a veces vieron la luz en la torre más alta del castillo. Por eso lo llamaron el Nido del Diablo.

Severus la recordaba bien la noche de su llegada al viejo castillo. Entonces le parecía oscuro y lúgubre - a decir verdad, nunca ha logrado tomarle afecto. Pero en todas partes sentía la magia poderosa. Unos años más tarde, cunado ya comenzó sus estudios en Hogwart, su madre le reveló que el castillo había partenecido a su padre, Grindelwald.

Pero esta primera noche le contó otra historia. Hasta hoy se acordaba cada su palabra. Esta noche conoció el nombre de su padre. Y tomó odio a él.

- Hijo – dijo Hecate seriamente – llegó el tiempo para que te enteres porque por todos los años te criaba Abuela. Porque conociste a mí, tu madre, sólo de las casrtas i forografías – suspiró – Sabes, alguien me herió mucho... Fue tu padre, Perseus, ¡qué sea maldito su nombre! Tuvo que ordenar mi vida, pensar bien muchas cosas... Quise estar sola. Pero ahora todo se cambiará. ¡Tú y yo, hijo, comenzaremos de nuevo! Y no necesitaremos a nadie.

Snape se sacudió de pensamientos. Metió las cartas al cofre y lo puso al cajon. Se acercó a la puerta, la abrió sin ruido y prudentemente controló el pasillo. Al asegurarse que esuvo vacio, regresó al despacho y ejecutó dos encantamientos para bloquear la puerta. Se acercó al escaparte de vidrio y abrió el escondite. Sacó una pequeña caldereta negra y miró atentamente su contenido. Decocción de veneno del escorpión y de bilis del dragon, preparada hace un mes, ya comenzó a cristalizarse bien.

- Dentro de unos días podré añadir extracto de belladona – pensó Severus con satisfacción.

(4 septiembre 1995)

Todos esperaban con impacienicia la primera lección de la Defensa Contra las Artes Oscuras. El año pasado las clases con Ojo-Loco Moody fueron las más fascinantes de todas enseñadas en Hogwart. Y aunque se resultó que por viejo Auror se hizo pasar Mortífago Barty Crouch, los alumnos no podían olvidar impaciencia con que siempre habían esperado sus lecciones. Este año los debe enseñar otra famosa Aurora y por eso se prometieron mucho.

- Taz vaz nos enseñará los Encantamientos de Ataque – pensaba Ron en alta voz, mirando la puerta de la clase con los ojos brillantes de emoción.

- ¡Qué va! – se indignó Hermione – Si no nos va a enseñar las Artes Oscuras sino la Defensa de ellas.

- Pero el ataque es la mayor defensa – replicó Ron con ardor – Es la divisa de los Aurores.

- Yo pienso – lo interrumpió Hermione – que profesora Starlight se concentrará en los Encantamientos Defensivos.

- En mi opinión – detrás de sus espaldas se oyó la voz burlona de Draco Malfoy – Debe enseñarnos tales maldiciones como Cruciatus y Imperius. Mi padre dice que en tiempos tan peligrosos...

- Tu padre... – gruñió Harry volviéndose bruscamente, pero en el mismo momento la puerta se abrió y en la clase entró Vega Starlight, vestida de caftán negro hasta las rodillas, pantalones y botas. Se hizo silencio.

- Bienvenido en la primera lección de la Defensa Contra las Artes Oscuras – dijo – Dejad sus cosas aquí, llevad solamente las vartias e id conmigo.

Cambiando emocionadas miradas, los alumnos saltaron de sus asientos y salieron al pasillo. Profesora Starlight los llevó abajo, al Gran Salón. Miró a su alrededor, murmuró :"Debe bastar" y se volvió a los estudiantes.

- Profesor Dumbledore me informó que hace tres años habiáis participado en los duelos mágicos.

Se oyó el rumor de vozes, Harry y Ron se miraron con entendimiento. Fue dificíl olvidar la acitvidad del Club de Duelo, patronicado por Gilderoy Lockhart.

- Este año – dijo Vega y las conversaciones cesaron en seguida – nos concentraremos en la arte dificíl de regates y bloqueos.

Hermione dirigió a Ron y Harry una mirada plena de superioridad. Vega continuó.

- La mayoría de los encantamientos y hechizos, hasta los que usan las Artes Oscuras avanzadas, pueden ser neutralizados por los contrahechizos adequados, llamados Escudos y Protectores. Por supuesto, no es nada facíl – dijo acentuando – y requiere muchos años de estudios y ejercicios.

Hermione levantó la mano.

- Sí, ¿señorita Granger? – preguntó Starlight.

- Profesora, ¿se puede defenderse de los Maleficios Imperdonables? – preguntó Hermione – Pienso naturalmente en Cruciatus y Imperius – añadió rapidamente.

Vega Starlight sonrió levemente.

- Una buena pregunta – dijo - ¿Si uno se puede defender de los hechizos el uso de quales contra el otro mago garantiza una condena en Azkaban? – miró a los alumnos con el duro brillo de los ojos - La respuesta es: sí. Existen contrahechizos pero son una muy complicada parte de las Artes Oscuras. Sólo un Auror especialmente capacitado es capaz de dominarlos. Y no todos lograr hacerlo.

- Estoy seguro que ella los sabe – susurró Ron, mirándola a Vega con admiración.

- Por fortuna – añadió profesora, al notar afligida cara de Hermione – uno se puede defender de los maldiciones enemigos sin usar los contrahechizos – aunque lo pareció imposible, atención de los alumnos aumentó – Basta regatear. Y aquí llegamos a la cuestión más importante en la Defensa Contra las Artes Oscuras – dijo acentuando. – Lo que más cuenta durante un duelo es concentración, reflejo, rapidez y refrenamiento. ¿Unas pregunats?

Draco Malfoy levantó la mano.

- ¿Cómo se puede defender de Avada Kedavra ? – preguntó con cara de inocente.

Profesora Starlight sonrió lúgubremente.

- No existe un contrahechizo contra Avada Kedavra. Lo único que puedes hacer es regatear...si tienes bastante tiempo – añadió fríamente.

- Mi padre me dijo – Malfoy no intentaba renunciar al tema – que muchos magos habían tratado de elaborar un contrahechizo.

Harry no estaba seguro que los ojos de Vaga brillaran siniestramente a la mención del padre de Malfoy o del contrahechizo.

- Desgraciadamente, después de usarlo no vivieron bastante largo tiempo para contarnos de sus logros – dijo con nota de burla negra.

En silencio sonaron distintamente los pasos acercando. Harry miró arriba y sintió una desagradable contracción del estómago. Por la escalera de piedra bajaba Snape. Se paró al peldaño más bajo y hizo un saludo a Vega.

- ¡Ah, profesor Snape! ¡Perfectamente! – dijo la mujer con una fría sonrisa. Evidentemnete había esperado al Maestro de las Pociones. – Basta con teoría – se dirigió a los alumnos – Ya es hora de llevar las técnicas defensivas a la práctica. Profesor Snape y yo vamos a demostraros ahora un duelo ejemplar. Una parte atacará, la otra se defenderá y irá al contraataque. Fijaos en rapidez y coordinación de los movimientos. ¡Retiraos hacía la pared!

Los alumnos se dispersaron rapidamente, dejando en medio del Salón un amplio, vacío espacio. Vega y Severus se colocaron frente a frente, a distancia de diez metros. Intercambiaron saludos, remangaron las mangas y sacaron las varitas. Por un momento se miraron y de repente Snape atacó.

- ¡Immobilarius! – gritó apuntando a Vega.

- ¡Cancellio! – exlamó la mujer en un santimén haciendo un pequeño círculo con su varita.

La punta de la varita illuminó de amarillo y se oyó un suave chasquido, pero antes que cualquiera pudiera preguntarse que fue esto, Vega gritó: "!Stupefy!".

- ¡Protectio! – llamó Snape y en seguida delante de él centelleó un fino, claro resplanador. El hechizo se reflejó y se esparció con un alto "¡Puf!".

Los adversarios bajaron las varitas pero no se quitaron la vista.

- ¡Muy bien! – dijo Vega concretamente – Fue una muestra de dos simples ataques y dos simples técnicas defensivas. Ahora vamos a usar más complicados hechizos, por lo tanto la defensa será mucho más difícil. Fijaos que aunque la fórmula mágica es a menudo idéntica, la diferencia está en movimientos de la mano.

De nuevo Snape atacó primero. Gritó: "Telumigneus!" y una bola de fuego tiró hacía Vega. La Aurora se retiró un paso, muvió bruscamente la varita, llamando: "Repellio!" y rebotó la bala, que pegó el techo con estruendo. En seguida fue al contraataque, gritando: "Presio!". El aire remolineó y una onda de presión se lanzó a Snape que exclamó: "Protectio!". De nuevo lo protegió el escudo claro, pero la fuerza del golpe fue tan grande que lo empujó tres pasos atrás. Retirándose, levantó la varita y gritó: "Radius glacialis!". De su varita tiró un blanco rayo brillante y como una flecha voló hacía la adversaria. Vega llamó: "Defensio!", ejecutando un complicado movimiento con la mano. El rayo blanco paró de repente, como hubiera golpeado en un obstáculo invisible, pero no desapareció. "Radius glacialis!" - Snape bramó de nuevo, aumentando la fuerza del hechizo. El rayo destelló de la luz viva. La mano en que Vega tenía su varita comenzó a temblar. De repente la mujer bajó la varita y slató alto arriba. El rayo blanco cortó el aire con silbido y se esparció en la escalera.

- ¡Expeliarmus! – gritó Vega, bajó firme al suelo.

La varita se voló de la mano de sorprendido Snape.

Por unos secundos se hizo silencio y después en el Gran Salón estalló la salva de aplaudos. Todos sin excepción estuvieron bajo la grande impresión del duelo. Los Gryfindors aplaudieron sobre todo la profesora Starlight, aunque tuvieron que admitir que Snape también había luchado estupendo. En cambio los Slytherins, aunque habrían preferido que había vinto el Maestro de las Pociones, no pudieron ocultar la admiración para experiencia de la Aurora.

Lo asombró mucho a Harry que Snape no parecía furioso a causa de su derrota. Por lo contrartio, miraba a Vega con aprecio y estaba con una rara sonrisa en sus labios.

- Una treta interesante – murmuró en voz baja para que los alumnos no puedan oírlo - Me has sorprendido completamente.

Los ojos grises de Vega fueron fríos, pero la mujer sonrió levemente y dijo:

- Es una vieja manera de los Aurores. Por lo común el adversario no espera que puedes usar no-magicas técnicas de luchar. Unas veces me lo salvó la vida. Pero basta con demonstraciones – se dirigió a la clase – Ya es hora de ponerse a trabajo.

Hasta el final de la lección, los alumnos en parejas trataban usar los más faciles hechizos defensivos. Y aunque lo abordaban con grande entusiasmo, nadie, aun Hermione, logró hacerlo.

- No me salió bien ni uno encantamiento – murmuró disgustada después de la clase – Tendré que meterme seriamente a trabajar. Tal vez visitaré la biblioteca...

- ¡Déjalo! – Ron le interrumpió con impaciencia – Profesora Starlight dijo que sería sorprendida si alguno de nosotros lograría dominar este hechizo durante un mes. ¡Tenemos mucho tiempo!

- Un mes no es mucho – gruñió Hermione con enfado – Hoy mismo me pongo al trabajo. Y os aconsejaría lo mismo – miró significativo a los amigos.

- Pero ya tenemos otros planes para el resto del día, ¿verdad, Harry? – preguntó Ron, sonriéndose con entendimiento.

- ¡Claro! – asentió Harry aunque, como Ron, todavía no he sabido nada de esos planes.

Fue obvio de la mirada de Hermione que llegó a conocerles a fondo.

- Como queréis – dijo con superioridad – Pero que no os quejéis antes de los exámenes que no tenéis bastante tiempo para estudiar.

Volvió las espaldas y fue hacía la biblioteca. Ron la miraba asombrado.

- ¿Ella ha hablado de los exámenes? – preguntó con recelo – ¡Si el curso comenzó hace qutaro días! Desde fue elegida Prefecta, se ha hecho aun más insoportable.

Llevaron sus cosas de la clase de la Defensa y se fueron hacía la torre de Gryffindor. Acabaron de pasar la escalera central y doblaron en un pasillo lateral, cuando oyeron por detrás las voces alzadas. Se detuvieron y miraron con precaución de detrás del rincón.

Al pie de la escalera estaban Vega y Severus. La Aurora parecía furiosa.

- ¿Tal vez simplemente no te gustan los licántropos? – preguntó con una mueca desagradable; su voz era llena de veneno.

- Lupin estaba peligroso para los alumnos – contestó Snape esforzándose por calma – Desde el principio advertía a Dumbledore que no podía confiarle...

- ¡Cómo TÚ tienes descaro de decirlo! – gritó Vega, saliendo de sus casillas - ¡Después de lo que le hiciste!

Snape se puso pálido y apretó los dientes.

- ¡Acaba ya! – gruñió con rabia - ¡Acaba ya! Si sabes, como... – se calló vehementemente, cerrando la mano en la balaustrada de mármol – Fue hace tantos años...- susurró.

Vega lo mirba con los ojos ardiendo de odio.

- ¡Yo no lo olvidaré nunca! – dijo fríamente, se volvió y subió rapidamente la escalera.

Harry y Ron se retiraron al fondo del pasillo, cambiando las miradas sorprendidas.

- ¡Cómo ella detesta a Snape! – dijo Ron con recelo – Una minuta más y le habría tirado una maldición a él.

- Hablaban del profesor Lupis – notó Harry – Parece que Starlight lo conzca.

- ¿Estaba furiosa contra Snape por que causó despedida de Lupin?

- No...- Harry negó conla cabeza – Trata de algo más – se entregó en pensamientos – Snape dijo que eso había pasado hace mucho años...

- ¿De qué trata? – Ron estuvo excitado – ¿Piensas qué vale la pena preguntar a Sirius?

- No me parece – Harry suspiró – Recientemente se puso muy misterioso.

En su última carta Sirius mencionó brevemente que conocía a Vega Starlight de Hogwart. Y pido a Harry que no lo preguntaría más de ella. Aseguró que en tiempo oportuno todo se aclararía.

Entonces no les quedaba más que conjeturar. Hasta Hagrid no podía ayudarles. Cuando lo visitaron al día siguiente, se preparaba para la salida.

- Regreso dentro de un mes, entonces hablaremos – prometió.

Cunado le preguntaron adonde iba, puso cara misteriosa y sonrió de un modo raro.

- Una misión importante para Dumbledore – contestó brevemente.

Y no pudieron sacarle ni una palabra más.