He aquí el próximo capitulo. Muchas gracias a Florence Rose para revisar mi traducción y corregir las faltas.

¡FEILZ NAVIDAD!


6. El partido de Quidditch

(11 octubre 1995)

El día nació soleado y, como es normal por esta estación del año, muy templado. Las finas nubes corrían perezosamente por el cielo de color azul pálido, reflejándose en el agua. Las delicadas ráfagas del viento rizaban la superficie del lago.

Harry se despertó animoso y lleno de vigor. No pudo imaginarse mejor tiempo para el partido inaugural de Quidditch. El partido prometía ser la atracción principal del mes: Gryffindor contra Slytherin. Draco Malfoy, el nuevo capitán del equipo de su casa, ya desde hacía semanas amenazaba que el once de octubre sería un día de humillación para los Gryffindors. Pronto se hizo claro porqué estaba tan seguro de sí mismo. Su padre proveyó al equipo de Slytherin de siete ejemplares del modelo más nuevo de Nimbus. Pero a Harry no le preocupaba mucho. Sabía que hasta con las mejores escobas no ganarían el partido. Lo que contaba en Quidditch era tener un equipo fuerte y armonizado. Y Slytherin no lo tenía.

Si algo inquietaba a Harry una hora antes del partido, era como sería el nuevo Guardián de Gryffindors, Scott Brick. Durante los entrenamientos no se mostraba mal y la capitana Angelina Johnson estaba contenta con él. Pero ahora ella también sintió ansiedad y durante todo el desayuno acribillaba a Scott con instrucciones y consejos.

Como siempre antes del partido Harry no comió más que un pedazo de pan, y ya estaba a punto de salir cuando Hedwig entró por la ventana abierta. En seguida lo encontró entre la muchedumbre de los alumnos, se acercó sin ruido y le echó a las rodillas un pequeño rollo del papel. Harry lo desenvolvió con curiosidad.

- Es de Sirius – susurró.

Ron y Hermione se arrimaron más cerca.

- Escribe diciendo que vendrá a ver el partido – leyó Harry.

En su voz la alegría se mezclaba con recelo.

- ¿Qué? ¿Llegará a Hogwart? – casi gritó Hermione.

Ron le dió un codazo de aviso.

- Es peligroso – continuó con voz baja – Aún ahora, cuando funciona este sistema de la defensa...

- Dice que no nos preocupemos – sigió leyendo Harry – Pienso que tiene permiso de Dumbledore.

Levantó los ojos y miró la mesa de los maestros. El director de Hogwart estaba sumergido en una conversación con profesor Flitwick, pero Vega Starlight observaba a Harry con una leve sonrisa.

- Me da alegría encontrarme con Sirius – dijo Harry en voz baja, escondiendo la carta en su bolsillo.

- Harry, ¿¡qué estás haciendo allí!?

Angelina estaba en la puerta del Gran Salón y le hacía señas con la mano. Parecía muy nerviosa, cada instante controlaba el reloj y medía todo el equipo con la mirada inquieta.

- ¡Ya me voy! – exclamó Harry, cogiendo su Saeta de Fuego.

Salieron del castillo y se dirigieron hacía la gran cancha de Quidditch. Seis altos postes con aros se levantaban sobre las tribunas, llenas de colores de los dos equipos: rojo-amarillo y blanco-verde. De la escuela ya iban grupos de alumnos, ávidos de un espectáculo emocionante.

En la entrada del guardarropa estaban siete Slytherins, sonriendo y poniendo orgullosamente sus manos en las nuevas escobas Nimbus 2003. Pero no fue el verlos lo que causó que Harry sintiera escalofríos glaciales, ni que maquinalmente levantara la mano hacia la cicatriz de la frente.

Cerca de los Slytherins, con la palma sobre el hombro de su hijo, estaba Lucius Malfoy. En seguida Harry recordó todos los acontecimientos de aquella noche de junio. Oyó la cruel voz de Lord Voldemort y el nombre por el cuál llamó a uno de sus Mortífagos. Lucius.

Malfoy también vió a Harry y sus fríos ojos grises brillaron. Por un instante lo miró con la vista llena de odio y desprecio, luego susurró algo a un hombre a su lado. Este miró al chico con vivo interés.

Harry no tenía la menor idea de quien era el mago desconocido. Nunca lo había visto antes. Alto, de pelo rubio, y soñadores ojos gris azulados, tenía algo amable, y si a Harry no le hubiera parecido sospechoso que estuviera acompañado por Lucius Malfoy, el mago le habría parecido simpático.

- Entonces tú eres Harry Potter...- dijo el hombre con voz suave, sonriendo levemente.

- Sí, nuestra celebridad en persona – dijo otro con ironía.

Los Slytherins se rieron con carcajadas. En un instante Harry se sintió aun más incómodo. Snape se detuvo cerca de Malfoy y miró a Harry con su distintiva antipatía. El mago extranjero puso los ojos en el Maestro de Pociones y enseguida la sonrisa desapareció de su cara.

- ¡Ah, Severus! – Malfoy tendio la manó – Un bello día para una bella victoria, ¿verdad?

Snape sonrió ligeramente. No quitaba la mirada de encima al hombre alto. Malévolos brillos centellearon en sus ojos negros.

- Magnus Devilson – gruñó - ¿De nuevo en Hogwarts...

En el rostro de Devilson se dibujaba rabia.

- Sí – dijo secamente, mirando a Snape con hostilidad – Fui invitado por Dumbledore.

- No lo dudo... – Snape tenía una sonrisa irónica en los labios.

- ¡Harry! – George Weasley asomó le cabeza por la ventana – Si no vienes enseguida, Angelina sufrirá un ataque al corazón.

Harry se movió deprisa hacía el guardarropa, agradeciendo en su interior a George que lo había librado de una situación muy desagradable. Pero por otro lado lo consumía la curiosidad. ¿Quién era Magnus Devilson? ¿Por qué Snape se comportó así? Harry deseaba contar todo a Ron y Hermione.

Pero en este momento el partido era la tarea más importante. Cuando todo los competidores terminaron de vestirse con sus trajes de colores de Gryffindor, Angelina pronunció un breve discurso.

- Tenemos que ganar – declaró con voz ronca de modo innatural – Los Slytherins tienen escobas mejores, pero nosotros tenemos mejor equipo...

Se le atragantaron las próximas palabras. Entrelazó los dedos nerviosamente.

- ¡Cálmate, Angelina! – Fred le dió palmaditas en el hombro – Les haremos saber como se juega al Quidditch. Harry cogerá la Snitch en cinco minutos.

Angelina asintió mecánicamente con la cabeza, pero su mirada seguía estando perdida.

- ¡Es hora de salir! – exclamó Katie, asomándose por la puerta entreabierta - ¡La Señora Hooch nos llama!

Nadie lo esperaba. Harry Potter cogió la Snitch en el tercer minuto del partido, al lado mismo del completamente sorprendido Draco Malfoy. Por unos segundos se hizo el silencio y después las tribunas estallaron con un tumulto indecible. Los Gryffindors estaban locos de alergía. Desde su parte de las tribunas lanzaron cohetes de color rojo y dorado y la lluvia de los botones purpúreos cayó sobre la hierba. La muchedumbre entusiasmada se apretaba hacía la salida y llenaba la cancha, corriendo con rumbo a los héroes del día.

Vega felicitó a la radiante Minerva McGonagall y, tras echar una breve mirada a la tribuna más próxima, salió del palco de los maestros. Abajo esperó que pasara un grupo de lúgubres y callados Slytherins, y a paso lento fue hacia tres hombres que acababan de aparecer al pie de la tribuna blanca y verde.

Al verla los magos se detuvieron. Snape y Devilson la saludaron. Los ojos de Malfoy se encendieron de puro odio.

- ¿Qué piensas, Lucius? – Vega sonrió con vengativa satisfacción, mirando fríamente a Malfoy - Un espectáculo extraordinario, ¿verdad?

La pálida cara de Malfoy se torció de rabia, el mago maquinalmente buscó su varita, pero se dominó en seguida. Sin embargo Vega notó ese movimiento y los rayos siniestros se encendieron en sus ojos.

- Inténtalo...- gruñió entre dientes.

- ¡Ah, estáis aquí! – Dumbledore salió detrás de un pilar de piedra, observando la reunión por encima de las gafas.

- Acabamos de intercambiar las opiniones sobre el partido – dijo Vega sarcásticamente, sin quitarle los ojos de encima a Malfoy.

Dumbledore estaba radiante.

- ¡ El espectáculo ha sido magnífico! – exclamó con entusiasmo – Aunque un poquito breve. Este Potter es un Buscador extraordinario – continuaba como si no viera aversión en las caras de Snape y Malfoy.

- Tiene Usted toda la razón, Director – intercaló Devilson con la voz suave – Naturalmente hasta en el norte más lejano hemos oído del famoso Harry Potter, pero hoy mismo he podido convencerme por mis propios ojos que realmente hay algo en este chico.

Dumbledore le sonrió con simpatía.

- ¿Entonces has tenido tiempo para visitar Hogwarts, Magnus? – preguntó.

- No podría negármelo – aseguró Devilson con fervor – Sabe usted, como me gusta este viejo castillo. Siempre lamenté que mis padres me mandaran a Durmstrang.

Snape miraba a Devilson con una mezcla de antipatía y repugnancia. Malfoy golpeaba impacientemente la cabeza plateada de su elegante bastón.

- ¿Qué le trae por aquí, señor Devilson? – preguntó Vega con una curiosidad inocente.

- El trabajo – Magnus suspiró – En Noruega soy jefe del Departamento de Control de las Teleportaciones en el Ministerio de Magia. Recientemente hemos establecido una cooperación con el ministerio inglés, para limitar el número de las apariciones ilegales en la Reserva Escandinava de Dragones. Los cazadores... – cabeceó con tristeza – Durante cinco meses perdimos más de la mitad de los Ridgbeak Noruegos, la especie está amenazada de extinción. Tenemos que tomar medidas firmes. Y por eso cada pocas semanas nos encontramos en su ministerio para coordinar nuestras acciones.

- Una noble iniciativa – dijo Snape sarcásticamente.

Devilson le echó una mirada sombría, pero no hizo comentarios. Dumbledore interrumpió el silencio.

- Lucius, querías hablar conmigo. Te espero en mi despacho. ¿Nos acompañarás, Magnus?

- Si me permite, Director, daré un pequeño paseo por Hogwarts - declaró Devilson.

- ¡Claro que sí! – Dumbledore sonrió, echó una mirada rápida a Vega y junto a Malfoy se alejó hacía el castillo.

Magnus se fue también. Snape lo observaba con su distintiva desconfianza.

- No confiaría en él– dijo en voz baja.

Vega lo miró con una mirada escrutadora.

- Por qué te gusta tan poco? – preguntó.

- Tengo mis razones – Snape respondió de modo evasivo.

Vega se encogió de hombros, miró a su alrededor y se transformó en un gran azor. Snape observó como el pajaro se elevó en el aire y comenzó a espiar a Devilson.