Ana María: Magnus es mi personaje preferido – por muchos motivos. Vamos a encontrarnos más sobre él en los próximos capitulos.

Franga: Tienes una buena intuición :)

Florence Rose: Los apellidos de mis protagonistas son muy importances y a menudo significan algo (en ingles) relacionado con el carácter de la persona.


Revisado por Folrence Rose

7. El azor y el perro

Harry saltó de su escoba y en el siguiente momento casi se cayó al suelo, cuando todo el equipo de Gryffindor se echó a su cuello. Fred y George lo cogieron por las manos y por las piernas y comenzaron a lanzarlo en alto, mientras las chicas bailaron un raro e improvisado baile de la victoria. Apenas Harry se hubo puesto de pie, lo rodeó la muchedumbre de los entusiasmados Gryffindors.

- Harry, ¡estuviste estupendo! – lo llamó Ron, abriéndose paso hacía su amigo.

- ¡De veras, Harry! ¡Habrás establecido un nuevo récord de la escuela! – dijo Hermione – Ningún partido ha terminado nunca tan rápidamente.

- ¡Si hubieras visto la cara de viejo Malfoy! - rió Ron – Pareca:a como si quisiera matarte con la mirada. ¡Y a Snape le dio tanta rabia!

- Me pagará durante Pociones – dijo Harry tranquilamente.

Estaba tan feliz que hasta la perspectiva de la lección con el furioso Snape no podría perturbarle la alegría.

- Y ese guapo mago que vino con Malfoy no supo que había pasado – siguió contando Hermione – Ni siquiera notó cuando cogiste la Snitch.

En este momento Harry se acordó de una escena de antes del partido. Llamó a parte a los amigos y les contó todo. Ron y Hermione se miraron con asombro. Pero no tuvieron tiempo para pensarlo bien, porque de repente una figura gigantesca con barba negra emergió de la muchedumbre de los estudiantes.

- Harry, ¡estuviste estupendo! – exclamó Hagrid por encima de las cabezas de los Gryffindors.

Unos alumnos miraron hacia arriba asustados. Hagrid resueltamente se abría paso a codazos y un instante después ya estaba al lado de Harry.

- Lo mismo que tu padre – dijo con una sonrisa – Era también un buscador magnífico. Estaría orgulloso de ti...- sollozó, movió la cabeza con tristeza – Pero tengo una sorpresa para ti – añadió más serenamente, miró rápidamante a su alrededor y bajó su voz – Alguien quiere felicitarte por la victoria.

Los ojos de Harry brillaron de alegría.

- ¡Entonces ha llegado! – gritó.

Hagrid asintió con una sonrisa.

- Claro que sí, no podía perderse el partido de su ahijado – dijo – Bueno, venid conmigo, tenemos que escapar de tus admiradores, Harry.

Pero los Gryffindors no dejaron fácilmente poner en libertad a su héroe. Harry tuvo que contar dos veces como había cogido a la Snitch y describir la cara de Malfoy en este momento, antes que le dejaran irse. Siguiendo a Hagrid, Harry, Ron y Hermione saliron de la cancha y se dirigieron a paso rápido hacía la cabaña del guardabosques. Pero Hagrid no se detuvo allí y llevó los amigos al Bosque Prohibido. Después de unos minutos llegaron a un pequeño calvero. Entre los arboles podían ver el resplandor del sol, reflejándose en las aguas del lago.

En medio del calvero había un gran perro negro. Al ver a Harry meneó el rabo con alegría y en un instante se transformó a la forma humana.

- ¡Sirius!- gritó Harry.

Sirius Black sonrió cordialmente. Ahora se parecía mucho a ese alegre joven al que Harry vió en una fotografía de la boda de sus padres. Mechones de su suave pelo oscuro le caía sobre los hombros, los ojos recobraron su brillo anterior. Ya no era el mismo mago que hacía dos años había escapado del Azkaban.

- Sirius – repitió Harry – Te veo muy bien.

Black se rió.

- Soy yo quien debe hacer cumplidos - dijo – Hoy has jugado perfectamente.

- Vamos a mi casa – declaró Hagrid, haciendo señales expresivas a Ron y Hermione.

Harry sonrió con gratitud. Con su gran corazón Hagrid adivinó sin falta que preferiría hablar con Sirius a solas.

- Cuéntame, ¿qué hay de nuevo? – dijo Black sentándose sobre la hierba.

Y Harry le dijo todo lo que había pasado desde el principio del curso. Cuando Harry hablaba de las lecciones de la Defensa Contra las Artes Oscuras, Sirius oyó el entusiasmo de su voz y sonrió misteriosamente.

- Entonces, ¿te gusta la nueva profesora de la Defensa? – preguntó, mirando atentamente a su ahijado.

- ¡Claro! – exclamó Harry – Les gusta a todos, hasta a los Slytherins. Pero es muy exigente. Y severa.

Sirius seguía sonriendo misteriosamente.

- Sin duda - dijo prolongadamente. – Así es Vega. Pero es una Aurora excelente. La mejor.

Harry prestó atención.

- Me escribiste diciendo que la conocías de Hogwarts... – dijo con inseguridad.

- Sí – asintió Sirius – Estuvimos juntos en Gryffindor.

Harry esperó con impaciencia, pero Sirius no dijo nada más. Entonces el chico probó de otro modo.

- Un día oímos, por casualidad, que la profesora Starlight peleaba con Snape. Estaba muy furiosa contra él, Hablaron de Remus...

De repente Sirius se puso muy serio.

- Harry – dijo categóricamente, poniendo su mano sobre el hombro del chico – Hay cosas sobre las que no debes preguntar. Ni a mí, ni a nadie. Lo que pasó entonces...- calló y por un instante, se quedó sentado sin decir una palabra, como si mirara un pasado remoto. – No es cosa tuya, Harry – dijo por fin suavemente, la tristeza brillaba en sus ojos oscuros – Tienes que comprender, la memoria sigue doliendo...

Se hizo el silencio. Sirius observaba pensativo las ramas mecidas por el viento. Suspiró y miró a Harry que estaba sentado con la cabeza baja.

- Vale, basta de estos recuerdos – se le aclaró el rostro – No me dijiste que pasaba con Ron y Hermione.

Charlaron una media hora más. Por fin Sirius miró su reloj y se estiró.

- Tengo que irme, Harry – dijo, levantándose – Creo que no nos veremos antes de Navidad, pero estaremos en contacto.

Para gran alegría de Harry, Sirius le informó que las próximas vacaciones invernales, las pasarían juntos en la casa de Remus Lupin.

- Hasta la vista – dijo Black y de repente al lado de Harry estaba el gran perro greñudo.

- Hasta luego – el chico le dió palamaditas en la cabeza.

De golpe el perro movió las orejas atentamente y gruñió amenazador. Harry se volvió y se puso en pie de un salto. Entre los árboles se dibujó vagamente una figura que se dirigía con paso firme hacía el calvero. Harry observaba en tensión como el intruso se acercaba cada vez más a ellos. El perro gruñia sordamente, enseñando los colmillos.

Un alto hombre se paró bruscamente al borde del calvero como si estuviera sorprendido al encontrar a alguien allí. Harry metió lentamente la mano a su bolsillo y apretó la varita. Pero en ese momento el intruso se rió y salió de la sombra de los árboles. En los rayos del sol su pelo centelleó como el oro.

- ¡Harry! – gritó con sonrisa - ¡Estás aquí! Pasaba por la orilla de lago y oí las voces. Quise saber quien era. ¡Y me encontré contigo!

- Señor Devilson...

Harry estaba tan asombrado que no podía decir nada más. Devilson comenzó a caminar hacía el chico con un brillo alegre en sus ojos. En ese momento Canuto dio un salto hacia adelante con el pelo erizado y le obstruyó el camino. El mago tembló asustado y se retiró un paso.

- ¿Es tu perro? – preguntó, mirando con agitación el gran animal – Parece como si quisiera devorarme...

- No le hará daño – aseguró Harry rápidamente y cogió el perro por la nuca, intentando retirarlo de Devilson.

Pero de nuevo sintió ansiedad. Sirius no se comportaría así sin una razón. Magnus no le quitaba las ojos de encima.

- Ese no es un perro común – dijo lentamente, observando con atención los brillantes ojos negros del Canuto – Los ojos...no son los ojos de un animal...

Harry sintió una desagradable contracción del estómago. Si Devilson adivinaba que bajo la forma del perro negro se esconde el mago sobre el que pendía la orden de búsqueda...

- ¿¡Qué está pasando aquí!? – preguntó una voz fría.

Al borde del bosque estaba Vega Starlight y los observaba con una mirada penetrante. Por un momento sus ojos grises se detuvieron en Sirius que de repente dejó de gruñir y de querer escaparse de Harry. La mujer fijó la vista en Magnus.

- ¿Se ha perdido, Magnus? – preguntó con una leve sonrisa – Usted tardaba en regresar tanto tiempo que comenzamos a preocuparnos.

Harry no pudo resistir la impresión que detrás de estas amables palabras se ocultaba una amenaza. Pero Devilson se rió ligeramente.

- ¡Oh. No hacía falta!. Paseaba y he encontrado a Harry.

Vega miró al chico.

- Ya es hora de regresar al castillo, Potter – dijo – Di adios a Canuto.

Harry se quedó de una pieza. La profesra Starlight conocía el apodo de Sirius de la escuela. Y sabía que el gran perro negro era él. Harry miró asombrado a Vega, pero no pudo leer nada en su cara.

Entre tanto el perro se acercó meneando el rabo a Vega y le lamió la mano. La mujer sonrió y delicadamente tiró de una oreja peluda.

- ¡Vete te aquí! – dijo en baja voz.

El Canuto ladró, tocó a Harry con su nariz y desapareció entre los árboles.